Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Ayer madrugué para hacer fotos. No salieron como esperaba. Pero hice fotos, algunas de las cuales me gustan.
En los últimos tiempos llevo mucho caos cuando llega el domingo y me planteo, o no, realizar mi tradicional entrada de recomendaciones fotográficas. Cuya dinámica se ha visto alterada por los viajes de los últimos tiempos, y otras cuestiones. Tenían un montón de marcadores guardados en Pocket… pero he decidido no atenderlos, y centrarme en cosas recientes. Hacer borrón y cuenta nueva. Porque además, este servicio para guardar marcadores e información interesante que tan bien me ha funcionado en los últimos años, ha anunciado su cierre. De forma ordenada, afortunadamente, y con mecanismos de salvaguarda para conservar la información acumulada. Que ya he podido a trasladar a Raindrop, un servicio similar, al que todavía me estoy acostumbrando. Pero que parece que está bastante bien. Incluso mejor que Pocket. A rey muerto, rey puesto.


Así que voy con tres cosas. En orden de cómo me sucedieron. Así que lo primero, antes que nada, comentar la exposición de fotografía que pude visitar el domingo pasado por la tarde en Palermo. Dediqué el último día completo del viaje a Sicilia a recuperar cositas interesantes en la capital siciliana que se me habían escapado en los días anteriores. Y dos de ellas fueron dos museos que me resultaron muy interesante, el Arqueológico y la Galleria d’Arte Moderna. Ambos muy recomendables. Y en esta última, que está dedicado al arte de finales del siglo XIX y principios del XX, el arte más actual y contemporáneo está en otro museo al que no pude acceder por un problema de horarios, me encontré con una exposición de la fotógrafa mejicana Cristina Mittermeier. Una de estas fotógrafas de la National Geographic, que suelen mostrarnos un mundo en colores vivos y brillantes, con retratos, paisajes y fauna maravillosos. Unas fotografías estupendas, pero bastante acríticas con lo que está pasando en el mundo actualmente. Es el problema de la National Geographic, que en su afán por divulgar y embellecer, traslada una imagen deformada de las realidades del mundo. No obstante, disfruté mucho con la exposición.


En esta semana nos llegó la triste noticia del fallecimiento de Sebastião Salgado (1944 – 2025), fotógrafo brasileño, uno de los primeros que atrapó mi imaginación cuando empecé a dedicar tiempo y recursos a la afición fotográfica, allá en los finales de los años 80 y los años 90. Recuerdo especialmente el impacto de sus fotografías realizadas en los campos de petróleo de Kuwait durante la primera Guerra del Golfo. Pero a partir de ahí, todas los increíbles reportajes que realizó por todo el mundo, exponiendo a la luz y denunciando muchas de las tristes realidades contemporáneas, pero al mismo tiempo con unas fotografías de una belleza incuestionable. Tengo varios libros suyos, y son de mis libros de fotografía más queridos. Decir que ha sido una gran pérdida para la fotografía, como aseguran tantos, me parece una tontà… que el hombre tenía 81 años, sus achaques y ya no estaba para producir como en sus mejores tiempos. Lo que tenía que ofrecernos ahí queda. La noticia no deja de ser triste, pero descanse en paz. Si tibi terra levis.


Y por otro lado, del lado de los premios institucionales, serios y formales, que no son precisamente los que más valoro, nos llegan noticias para otra fotógrafa mejicana. La Fundación Princesa de Asturias ha anunciado que el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2025 es para Gabriela Iturbide. Debatir sobre si el premio está justificado es una absoluta memez. Iturbide no es que merezca este o cualquier reconocimiento; es que es una de las fotógrafas de referencia más importante todavía vivitas y coleando. Y cuando digo fotógrafas no digo que lo sea entre las féminas; me refiero a que lo es entre todas las personas fotógrafas sea cual sea su sexo y condición, nacionalidad, lengua o estilo. Obviamente, es especialmente trascendente entre los fotógrafos documentales. Con su blanco y negro muy expresivo, lleva décadas documentando el paisaje social, antropológico, humano en general, de su Méjico natal, pero con un mensaje universal, que trasciende fronteras. Este tipo de premios siempre me da la impresión de que o llegan tarde o son oportunistas. Hace muchos años que Iturbide hubiera sido ya digna del reconocimiento. Es jugar sobre seguro, sin riesgos. Es lo habitual en estos premios, que pocas veces toman decisiones arriesgadas. Sólo se salen del guion para premiar de forma oportunista al personaje de moda, pero que no suponga riesgos políticos o de relaciones públicas. Pero bueno… Iturbide es una fotógrafa cuyo trabajo y personalidad hay que conocer, por lo que bienvenido sea el reconocimiento. Que llega a tiempo, porque es dos años mayor de lo que era Salgado… Pues eso… que hace años que podría haber sido reconocida con justicia.




























