[Cine] The Death of Stalin (2017)

Cine

The Death of Stalin (2018; 18/20180316)

Hemos tenido un fin de semana muy ajetreado en lo cinematográfico, con cosas buenas, no tan buenas y francamente mediocre. Iremos comentándolo poco a poco. De momento, iremos con esta comedia coral por el escocés Armando Iannucci (no parece escocés con ese nombre, verdad), una sátira sobre el funcionamiento interno de los sistemas políticos autoritarios.

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No he tenido ocasión de visitar Rusia. Y últimamente no me atrae mucho la idea de ir por allí. A punto estuvimos de visitar San Petersburgo en 2007, pero no pudo ser. De las ciudades de la Europa central y oriental que estuvieron marcadas por los regímenes prosoviéticos, la que más partido comercial saca al asunto probablemente sea Berlín. Y por allí recorremos lugares que nos lo recuerdan.

El escenario elegido es el de la muerte del dictador soviético Iosif Stalin (Adrian McLoughlin) que se produce en medio de un repunte del sistema de purgas más o menos indiscriminadas por las que se caracterizó, entre otras cosas, el gobierno de este nefasto dictador. Tras el accidente cerebrovascular que desencadenó la muerte del dictador, comienza el tira y afloja entre las figuras del gobierno soviético, tales como Kruschev (Steve Buscemi), Beria (Simon Russell Beale), Malenkov (Jeffrey Tambor) o Molotov (Michael Palin). Todo ello, como he mencionado, en clave de sátira.

La película tiene un carácter coral. No hay un protagonista definido, y al mismo tiempo cada personaje tiene su momento de protagonismo. Tampoco busca un rigor histórico, aunque se toma en serio la historia, tomando los elementos clave de lo que sucedió, o mejor dicho de los que se cree que sucedió, para combinarlos en un argumento razonablemente ágil.

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Digo razonablemente porque, aunque en su conjunto la película se sostiene bastante bien, tiene algún altibajo en su desarrollo. Lo esencial es que se realiza una crítica a los corruptos sistemas de decisión de cualquier régimen totalitario a través de la ridiculización y desmitificación de unos señores que la verdad es que dieron en su momento mucho miedo.

Una de las claves del buen resultado de la función es la enorme calidad que atesora el reparto. Formado por un número amplio de actores que muchas veces no alcanzan el carácter de protagonistas en las producciones donde participan, sí que son intérpretes de gran versatilidad y solidez. Probablente sean Buscemi y Tambor lo que tienen los papeles más golosos y de mejor lucimiento, pero todo el reparto está a buen nivel. A los mencionados podríamos añadir Olga Kurylenko (la pianista María Yudina), Paddy Considine (Andreyev), Andrea Riseborough (Svetlana Stalin), Jason Isaacs (mariscla Zhúkov) o Rupert Friend (Vasily Stalin), entre otros.

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Hay momentos realmente muy divertidos. Y la película aprovechará más a quienes conozcan la historia y el significado de los distintos personajes que aparecen. Pero puede satisfacer a cualquiera. No es un producto perfecto, pero es más que razonable y razonablemente recomendable. Y si algo faltaba para tal recomendación, decir que no ha sido autorizada su distribución en Rusia, lo que en estos momentos de resaca de las plebiscitaria elecciones del gigante eslavo, indica lo que hay todavía en aquel peligroso país.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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Almorzando en la obra

Fotografía, Historia

Desde hace unas semanas estoy siguiendo un nuevo blog que me pareció interesante. Bajo el título de La Druida de la Historia y del Arte, la autora nos ofrece pequeños artículos sobre algún acontecimiento histórico, siempre apoyados por una imagen fotográfica de la época relacionada directa o indirectamente con el acontecimiento. Lo dicho, un idea simple e interesante.

Reciéntemente, publicó la entrada titulada Prevención de riesgos laborales en la U.R.S.S. en la que se podían ver una serie de imágenes de obreros de la construcción en la antigua Unión Soviética trabajando en condiciones totalmente precarias. Las imágenes me trasladaron de inmediato a una de las fotografías más icónicas de la primera mitad del siglo XX en la que se veía un hilera de obreros almorzando en lo alto de la obra de construcción de uno de los muchos rascacielos de la ciudad de Nueva York. La propia autora hacía referencia a esta imagen, a la que había dedicado previamente otra entradilla en su blog.

Esta imagen que se ha extendido en la cultur popular en forma de carteles de todo tipo fue tomada por Charles C. Ebbets en 1932 cuando trabajaba como director fotográfico para el Rockefeller Center, en construcción en aquel momento. La fotografía se titula Lunchtime atop a Skycraper, y durante décadas aparecía en el carteles tan abundantemente vendidos al público general y en otros productos como de autor desconocido, ya que el propietario de los derechos no reconoció la autoría de la fotografía hasta 2003. Qué canallas, ¿verdad? Como curiosidad, la última versión de King Kong reproduce Nueva York basándose en fotografía de aquella época y hay una brevísima escena en la que se reproduce este almuerzo en lo alto del rascacielos.

En cualquier caso, para los aficionados a la fotografía puede merecer la pena conocer el resto de la obra del fotógrafo, bastante prolífico. Para lo cual, lo mejor es visitar EbbetsPhoto-Graphics.com.

Pocos rascacielos hay en Zaragoza, pero la Expo 2008 nos ha dejado una Torre (del agua) para desquitarnos un poquico.

Canal de aguas "desbravadas" (mod)

(Canon EOS 40D; EF 70-210/3,5-4,5 USM)

Caballería roja, de Isaak Babel

Historia, Literatura

Hay guerras que se llevan todos los titulares y hay guerras que pasan desapercibidas y son olvidadas. Esto sucede hoy en día, en el que hay guerras que son prácticamente televisadas en directo, mientras tremendos conflictos armados son olvidados y quedan enquistados en las sociedades que los padecen.

Todo el mundo sabe de la I Guerra Mundial; pero pocos saben que las actividades bélicas no terminaron con la armisticio solicitado por los imperios centrales. Varios focos bélicos quedaron durante varios años, y una inestabilidad general se mantuvo, lo cual acabaría abocando al tremendo conflicto de la II Guerra Mundial.

Una de las situaciones bélicas poco conocidas en los países de la Europa Occidental derivó de la caída del Imperio Ruso, la subida al poder de los soviets y la (re)creación de Polonia como país independiente tras más de un siglo de reparto de sus territorios y su población entre los imperios ruso, alemán y austriaco.

El Imperio Ruso fue sustituido por la hoy extinta Unión Soviética, quedando sumida al final del conflicto mundial en una sangrienta guerra civil entre el Ejército Rojo y los rusos blancos, partidarios de la monarquía o simplemente contrarios a los bolcheviques. Conforme se fueron imponiendo estos últimos, entraron en colisión con el nuevo estado polaco. Los polacos ambicionaban recuperar todos los territorios al este de su indefinida frontera oriental que les pertenecieron antes de los repartos del siglo XVIII. Los soviéticos, por su parte, deseaban recuperar las fronteras occidentales del Imperio Ruso, previas a la ofensiva alemana de 1914 y a los desastres de Tannenberg y los Lagos Masurianos., y especialmente de la ofensiva de Gorlice. La imprecisión de los límites nacionales en el nefasto Tratado de Versalles colaboró a desencadenar las hostilidades.

La lucha fue dura y cruel, y así queda reflejado en el conjunto de relatos cortos de Isaak Babel publicados bajo el título de Caballería Roja. El autor, un ruso de origen judío, fue adscrito al célebre Primer Ejército de Caballería del general Budyonny. Probablemente, esta fue una de las últimas guerras en las que la caballería tradicional tuvo alguna influencia. El conjunto de relatos tiene un estilo directo, con descripciones de ambientes y situaciones crudas. Babel está representado por Liutov, uno de los personajes que actúa como observador en la mayor parte de las ocasiones, pero también como actor en alguno de los relatos. Oscila entre descripciones una vez de la crueldad de la guerra, otras de la miseria del ser humano, a veces del heroísmo, y en ocasiones de la comicidad y ridiculez del comportamiento de los hombres y mujeres. No siempre es fácil de leer. Desde luego, se atragantó en las mentalidades de los rígidos dirigentes soviéticos. Babel se ganó nos pocos enemigos y acabo muriendo en las purgas estalinistas en 1940. El libro termina con algunos extractos de los Diarios de 1920 del propio escritor, que son la base para los relatos cortos de Caballería Roja.

La guerra polaco-soviética, en principio favorable a los bolcheviques bajo el empuje de la caballería de Budyonny, cambió de tornas en la batalla de Varsovia, donde el mejor conocimiento del terreno y una mejor preparación táctica concedieron una victoria decisiva a los modestos polacos, que siguió de la retirada soviética, y permitió la supervivencia de Polonia como estado hasta 1939.

En resumen, un libro muy interesante que nos permite acercarnos por un lado a una literatura muy desconocida para los europeos occidentales en general y para los españolitos en particular, y por otro lado a un período histórico cuya herencia tanto condicionó la Europa del siglo XX e incluso la Europa actual.

Caballería roja. Diario de 1920. Isaak Babel
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
ISBN: 9788497593250
Colección: CONTEMPORANEA DEBOLSILLO
Nº Edición:1ª 
Año de edición:2003
Plaza edición: BARCELONA 

La imagen de hoy, una vista de Varsovia hacia el Vístula y su orilla oriental donde se desarrolló la decisiva batalla que salvó al estado polaco.

Tras los edificio feos esta el Stare Miasto (Ciudad vieja)

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)

Recordar (fotográficamente) la primavera de Praga

Fotografía, Política y sociedad

El pasado viernes, además de publicar la entrada dedicada a Cartier Bresson, como homenaje al maestro me dediqué a visitar mucha fotografía en la red de redes. Y en una de estas descubré otra efeméride. En estas fechas, hace 40 años, los tanques soviéticos aplastaron el movimiento aperturista conocido como la Primavera de Praga. Una de tantas primaveras que hubo aquel año a lo largo del mundo y que tan poco se notan hoy en día. Pienso yo.

En cualquier caso, no es mi intención hacer un comentario sociopolítico de aquel acontecimiento, sino ofrecer una recomendación fotográfica. La intervención del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia fue admirablemente recogida por el fotógrafo Josef Koudelka, en un amplio reportaje que recoge con una expresividad desusada los sentimientos que se vivieron en la capital checa en aquel momento. Cuando se publicaron se publicaron por primera vez en 1969 lo fueron de forma anónima, ya que había miedo sobre la seguridad del fotógrafo en caso de que las autoridades prosoviéticas conocieran quien fue el fotógrafo que expuso la barbaridad de la intervención. Un par de años más tardes, ya fuera de Checoslovaquia, el autor se unió a la Agencia Magnum donde podemos apreciar una estupenda selección de aquel reportaje. Merece mucho la pena visitar el sitio.

Debería poder acompañar esta entrada con una foto de la capital checa, pero por una desidia imperdonable no tengo digitalizadas las diapositivas de aquel viaje hace 11 años en estas fechas. Así que lo haré con una imagen de la huella soviética en la capital donde se firmó el Pacto de Varsovia.

Palacio de la Ciencia y la Cultura

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)