Lore (2012), 26 de diciembre de 2013.
No suele ser el sábado un día habitual para comentar cine en este Cuaderno de ruta, pero en los próximos días entraré en modo nostálgico/despedida del 2013, y además me apetecía mucho hablar de esta película que está pasando injustamente desapercibida por la cartelera. Una película extraña a priori, dirigida por una realizadora australiana, Cate Shortland, convertida al judaísmo por su matrimonio, que rueda en alemán una historia basada en la Alemania nazi tras el catastrófico final de la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, ha sido presentada sin éxito por Australia, un país de habla inglesa, al óscar a la película de habla extranjera, el alemán en este caso. Si es posible, ved la película en su idioma original; el doblaje pierde mucho. Y si os espabiláis un poco sabréis donde encontrarla.
El filme nos cuenta la historia de Hannelore «Lore» (Saskia Rosendahl), una adolescente, la mayor de cinco hermanos, cuyos padres son activos miembros de partido nazi, su padre es un SS, y que justo al final de la guerra, quedando en zona americana, se ven obligados a entregarse a las autoridades de este país invasor, dejando a los cinco vástagos al cuidado de la mayor, y con el encargo de que si no vuelven en tres días, se dirijan desde la Selva Negra, donde se encuentran refugiados, hasta la casa de su abuela en las cercanías de Hamburgo. Un viaje de casi 900 kilómetros por una país roto y desmoralizado, con las comunicaciones cortadas, con toque de queda, con refugiados vagando por los campos, y sin una autoridad clara en muchas partes. En el camino, se encontraran con Thomas (Kai-Peter Malina), un joven, aparentemente un judío liberado de algún campo de concentración, que se convertirá en el protector de los cinco hermanos. En Lore surgirán emociones contradictorias, entre lo que le han enseñado sobre los judíos durante años, la necesidad de protección y supervivencia, la dificultad por distinguir lo que está bien y lo que está mal, y la atracción que surgen entre los dos jóvenes.

La odisea que narra el filme comenzará en el suroeste de Alemania, en la Selva Negra, no lejos de las bellas calles y jardines de Baden-Baden.
He de decir que esta película me ha impresionado bastante. Es de las que llevas en la cabeza unos días después de verla. Con una realización potente, que se mete hasta dentro en los personajes, con difíciles primeros planos de sus rostros o de otras partes de sus cuerpos, maltrechos en ocasiones, con las secreciones, la sangre y el barro. No deja de recordar, a pesar de la diferencia de temas, a la realización de Kechiche en La vie d’Adèle. Y una película con pocas concesiones. Estamos en un país difícil, en el que contrasta la belleza de sus campos y sus bosques, con la ruina de sus ciudades, y con las contradicciones de sus desorientados habitantes. Poca generosidad encontrarán los niños en su camino. Y sí intentos declarados de aprovecharse de ellos. Y además, la violencia remanente, entre los propios alemanes entre sí, y los de los invasores. Encontrarán la muerte durante el camino, que será difícil.
La película descansa sobretodo en su personaje protagonista. La joven Rosendahl compone a pesar de su bisoñez un carácter notable, en el que las contradicciones se pugnan con las urgencias de su edad, y su rechazo a la tarea que se le ha encomendado pero en la que no cejará, transpiran en cada poro de su piel, en cada lágrima, o en cada moratón en sus piernas. Con un acto de rebeldía final, cuando definitivamente, cuando todo ha pasado, rompa con el pasado y con todo lo que ha creído hasta ese momento. Perfectamente respalda por el trabajo de Malina, sobrio y expresivo. Es una película de pocos diálogos y muchas miradas y actitudes. Entre los niños creo que merece destacar el discreto pero solvente trabajo de la hermana de Lore, Liesel (Nele Trebs), que tiene momentos muy inspirados.

El país está roto y dividido, incluso cruzar un río, por la ausencia de puentes, resulta un problema, quizá no tan gordo como cruzar el Rin por el derrumbe del puente de Remagen, pero casi.
Ya he dicho que me sorprende la escasa repercusión que la película ha recibido en los medios, puesto que me parece una película excelente y valiente. Es cierto que no es la primera película que nos narra el recorrido de adolescentes en la difícil Alemania nazi, y a principios de los años 90 del siglo XX, Agnieszka Holland, directora polaca, nos hablaba de un adolescente judío que intentaba sobrevivir en aquel difícil país mezclándose entre los no judíos. Es curioso que sean mujeres no alemanas las que atinen con tanta habilidad en reproducir aquella historia. Se echa en falta más cine alemán con capacidad para revisitar con rigor y con sentido crítico tan nefasto episodio histórico.
Valoración
- Dirección: ***** Me gusta mucho la dirección de esta película, me parece muy potente, sin concesiones pero sin regodeos en lo escabroso. Valientemente elegante.
- Interpretación: **** Intérpretes jóvenes, que destilan naturalidad y credibilidad.
- Valoración subjetiva: **** Película de alta calidad para revisitar un período histórico convulso.