Si no fuera porque estoy muy contento con mi cámara y objetivos para los viajes en torno al sistema Micro Cuatro Tercios, consideraría que el sistema de cámaras de objetivos intercambiables sin espejo más interesante del momento es el de Fujifilm. Con un tamaño en los cuerpos bastante razonable, con buena electrónica y unas ópticas muy notables, la «cuadra» de los Fujinon lleva muchos años dando ejemplares de muy buena raza, no dejan de ser objetos fotográficos muy interesantes. La única pega es que los objetivos abultan el doble que los de Olympus y Panasonic. La ventaja sobre el sistema Micro Cuatro Tercios puede ser las mayores posibilidad de jugar con los desenfoques, y mejor comportamiento en sensibilidades altas. Pero vamos, insuficiente para que me lleve a cambiar de sistema.
Pero para poder valorar lo mejor es probar. Y eso es algo que he podido hacer. El domingo pasado. Aunque eso sí, yo también bajé al centro de la ciudad con mi particular sistema «mirrorless». Baje con la M-E calzada con el Snapshot-Skopar 25/4 de Voigtländer, un objetivo que da sorprendentes buenos resultados para lo desapercibido que pasa, y el desafortunado nombre que lleva. Eso de «snapshot» suena como si sólo sirviese para fotos casuales.

Cada vez comparto más la opinión de muchos de que los grandes angulares pueden ser más discretos que los teleobjetivos para las tomas callejeras.

En general, la gente no tiene la impresión de que también sale en la foto. Te ven «apuntando» a otra parte. Especialmente si te pones a 3 metros de distancia todo lo más.

En fin, en una mañana de un fin de semana climatológicamente inestable me dirigí al centro, donde habíamos quedado.
El material con el que trastear es la Fujifilm X-E1 de un amigo, que ha pasado su primer año de vida pegada a un zoom estándar, aunque de buena calidad, y que ahora goza eventualmente de la compañía del Fujinon 35/1,4, una óptica estándar de excelente calidad y alta luminosidad. A mí me parece un acompañante ideal para la cámara. Un conjunto discreto y con muchas posibilidades. Durante un rato puse una de mis tarjetas. Las fotos no son nada del otro mundo, porque no estoy familiarizado con la cámara. Con las cámara más clásicas para película pocas veces necesito el manual de instrucciones. Pero cuando una cámara electrónica para toma digital tiene sus mandos donde al ingeniero japonés le sale de allí, sin ningún tipo de estandarización, pues te tienes que mirar el manual y acostumbrarte un poco. Pero bueno. Os dejo algunos ejemplos.

Una vez que te acostumbras a tener cuidado con el botón que memoriza la exposición, y que lo han puesto en donde normalmente va apoyado mi pulgar derecho, la medición de la luz con la cámara no supone ningún problema.

Un poquito más de velocidad de obturación tenía que haberle dado para fijar el movimiento de la pareja en el interior del arco del Deán; más teniendo en cuenta el buen comportamiento de la cámara a altas sensibilidades.

Un f/1,4 con un sensor APS-C nos ofrece una profundidad de campo similar a la de f/2 en el formato tradicional de 35 mm. Es decir, a un metro de distancia, muy escasa. Lo cual, gusta mucho. Está de moda. Aunque puede llegar a cansar.