Todavía con fotografías del mes de octubre. En formato medio, negativos grandotes, y blanco y negro. Buscando la gradación tonal sutil. Pero con algún problema de técnica fotográfica, como comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata.
En cualquier caso, este tema, el de los árboles, sus formas y texturas, es algo que quiero ir explorando con mayor frecuencia en un futuro. Pero hay temas fotográficos que pareciendo sencillos, o incluso banales, tienen su complejidad. Así que, poco a poco. O dejo aquí algunas fotos.
Este año, como consecuencia de los rollos de película en color que he gastado en mis viajes de vacaciones, tras la época de viajes, me quedaban en la nevera cinco rollos de película en blanco y negro, de la variedad específica que uso en los viajes, cuando lo normal es que quedase uno o ninguno. Por lo tanto, decidí usarlos en los viajes cortitos, de uno o dos días, que me quedasen por hacer en la recta final del año. Y a Martín del Río me llevé dos de ellos. Uno para cada día.
Sólo usé uno. El resultado de las fotos ha sido mixto. Algunas están muy bien, pero hay varias, demasiadas, que han quedado claramente subexpuestas. No soy consciente de haber sido descuidado en la medición de la luz. Y lo mismo me ha pasado con el otro rollo, que usé en mi reciente escapada en el día a Barcelona.
Como ya comentaba recientemente, el sábado pasado fui con unos amigos de visita por algunas de las localidades de las comarcas zaragozanas del Aranda y Valdejalón. Chodes, Mesones de Isuela y Tierga fueron los pueblos visitados, con el castillo de los Luna en Mesones de Isuela como plato principal. Pero fotográficamente hay otro motivo por el que es interesante la excursión, estaba estrenando una Pentax 17.
¿Qué es la Pentax 17? Es la primera fase de Ricoh Imaging Co., bajo la marca Pentax que posee, para revitalizar el ámbito de la fotografía con película fotográfica tradicional, ofreciendo cámaras nuevas, sin tener que depender del mercado de segunda mano, y buscando atraer nuevas generaciones de fotógrafos al medio. Lo cual, en principio, suena bien.
Aquí no voy a entrar en las características de la cámara, lo que tiene de bueno y lo que tiene de malo. Todo ello lo he expresado con cierto detalle en una entrada en Carlos en plata. Aquí os dejo con una selección de fotografías, que no está mal.
Ya comentaba el lunes el viaje en el día con la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza ASAFONA al valle de Nocito, ese estupendo rincón poco conocido en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Pero no sólo me llevé la cámara digital con la que hice las fotografías que os mostraba ese lunes. También me llevé una cámara de formato medio con película tradicional en blanco y negro.
En lo que se muestra en internet no se pueden percibir las bondades de la combinación de cámara y película que me llevé, y que comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Pero sobre un negativo que es cuatro veces y media más grande que los habituales negativos de formato pequeño, paradójicamente llamado pomposamente full frame por los fotógrafos digitales, y con una película de sensibilidad media-baja y de grano muy fino se pueden hacer grandes ampliaciones sin mucho problema.
Digitalizada en el modo de alta resolución de mis cámaras digitales micro cuatro tercios, entre 70 y 90 megapíxeles según la cámara que use, se pueden hacer grandes ampliaciones sin mucho problema. Mayores que sobre fotografías digitales de la mayor parte de las cámaras que usa la gente habitualmente. Otra cosa es que mi habilidad al componer me permita obtener con frecuencia fotografías que merezca la pena ampliar a tamaños de entre 90 y 105 cm de largo por entre 75 y 85 cm de alto. En la práctica, casi se podría imprimir en un DIN A-0. Ahí es nada.
En el mismo tono que la entrada de hace tres días, hasta que me lleguen los revelados de los rollos de película fotográfica del reciente viaje a Singapur, retrocedo hasta el mes de julio, cuando el único momento civilizado para salir a caminar y hacer algunas fotos era a primeras horas de la mañana. Que, como ya dije, tiene dos ventajas; no hace tanto calor y la luz es mucho más agradable para fotografiar.
En los últimos días de julio, seguí con una de las cámaras de formato medio, la más cómoda de usar cuando uno sale a caminar. Los detalles técnicos de las fotografías los encontraréis en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Aquí os dejo algunas de las fotos.
Terminados los recorridos fotográficos con película fotográfica tradicional por el norte de Alemania, voy con los de la escapada a Sigüenza hace un par de semanas. El primero de ellos con película en blanco y negro. Y como fui usando una cámara de medio fotograma, a pesar de que por razones que no vienen al caso perdí una parte del rollo, saqué 62 fotografías con un solo carrete. Había donde escoger. Podría haber llegado a 72, sin los incidentes que me hicieron perder un trozo de película.
En cualquier caso, aquí no me voy a extender sobre las cuestiones técnicas que acompañan a estas fotografías. Aunque aquellos que estén interesados en estas cuestiones, especialmente los aficionados a la película tradicional y a las cámaras de hacer unas décadas, seguro que les interesará saber la forma en que utilicé la cámara para exponer estas fotografías, que no fue la que muchos pensarían. Lo explico en una publicación de Carlos en plata, como vengo haciendo habitualmente.
He de confesar que últimamente estoy desanimado con la fotografía instantánea. No me salen los resultados que esperaba, me desaliento, pierdo concentración, y todavía es peor. Es cierto que las cámaras de las que dispongo no son para tirar cohetes, y que el tipo de fotografía que pretendo hacer no se ajusta a la intención inicial de estas cámaras. Pero esperaba haber evolucionado mejor.
Mi último intento fue con la película y cámara Polaroid, con película en blanco y negro. En otras ocasiones es con el sistema Instax de Fujifilm. Pero no me fue bien. Lo comento en una publicación de Carlos en plata. Estoy considerando dar un descanso de este tipo de fotografía, interrumpiendo durante un tiempo mi actividad en la cuenta de Instagram correspondiente. Ya veré.
Lo prometido es deuda. Dije que algo hablaría de la versión en blanco y negro de la mejor sorpresa que el cine de monstruos ha dado desde… ¿siempre? ¿el King Kong original? ¿ha habido alguna otra película sobre monstruos que me haya gustado realmente más allá de considerarla un divertimento puntual? Y cuando digo monstruos digo monstruos monstruosos. No me refiero a malvados muy malos, o a malvados muy feos, o a personas deformes, ni a extraterrestres, ni a dibujos animados. Tampoco a cuando salen monstruos de refilón, como los dragones en los medioevos fantásticos, o los gusanos asteroidales en las aventuras espaciales. No. Me refiero a cuando un monstruo monstruoso. Grande, peligroso, que llene la pantalla con facilidad… y tal. Lo que se dice… MONSTRUOS. Godzilla, King Kong, dinosaurios a cascaporrillo, dragones como protagonistas, otros kaijus diversos,… Ya me habéis entendido, ¿no?
En realidad, hoy, recién llegado de un viaje, tocaría hacer el resumen fotográfico del mismo. Pero es que llegué pasadas las once de la noche ayer a casa y he tenido que ir a trabajar. Así que no me ha dado tiempo casi ni a descargar la tarjeta de la cámara digital, y no digamos lo de enviar y revelar los rollos de película argéntica. Mañana, pues. Por eso aprovecho para hablar de esta versión en blanco y negro del Godzilla genuinamente japonés más reciente. El que realmente recoge la esencias del original, lo reinventa siendo fiel a la idea, mejora la idea, mejora la realización hasta la enésima potencia, le da sentido y la hace apta para todo el mundo. La hace apta para todo el mundo con dos dedos de frente y no sólo para los consumidores compulsivos de palomitas con exceso de sal y aceite u otras grasas, para deleite de otro tipo de monstruos, los cardiólogos, cirujanos cardiacos, intensivistas coronarios, neurólogos en unidades de ictus, y otras ciencias médicas afines.
Pero vamos a ver. Sobre la película, cuando se estrenó en cines, ya hablé. Estupenda. Un hallazgo. Un joyita inesperada. Lo de que se emita en los cines japoneses, y de algunos otros países, a partir de enero de 2024 una versión en blanco y negro, ¿tiene sentido desde un punto de vista creativo? ¿estamos ante otra película? ¿es al menos una variante de interés de la versión en color? ¿o es un mero truco de mercadotecnia para conseguir más beneficios, vendiendo más entradas, incluso al público que ya vio la versión en color? Pues sí, no, sí, y probablemente también. Desgranaré estas cuatro respuestas a estas cuatro preguntas.
En realidad, la primera y la tercera son más o menos lo mismo. Así que argumentaré primero la respuesta a la segunda pregunta. No estamos ante otra película. Se nos cuenta la misma historia, se nos lanzan los mismos mensajes. La valoración global de la película no cambia gran cosa. No estoy de acuerdo en los que argumentan que básicamente estamos ante otra película. Nop. Bajo ningún concepto.
Pero. Sí, creativamente es distinta. Es una variante muy interesante de la película. La expresividad es totalmente distinta. La película en su concepción comercial inicial, no sé si en su concepción original, en color, está muy bien. La gradación del color de la imagen es muy buena. Contribuye a establecer un tono, un estado de ánimo y un sentimiento. Y necesariamente nos remite a la época en que suceden los hechos que se narran… o mejor dicho, a la filmografía de la posguerra japonesa. Frente al en ocasiones chirriante Technicolor de los Estados Unidos,… en Japón… la verdad es que no se rodaba en color. No había ni dinero ni disponibilidad técnica. Por lo que hasta los años 60 no se empezó a experimental con el color en el cine japonés. Por lo tanto, la versión en color juega con la idea de generar una impresión sobre una época y un lugar… que no es real, porque no hubo cine con estas características, hasta esos años 60. En algún lugar he leído que la segunda película de la saga, de 1955, estaría rodada en color, pero en IMDb dice que en blanco y negro. La tercera película, de 1963, sí que se rodó en color. En Technicolor… o sea qué… difícilmente tendría las características de color de la reciente película dirigida por Takashi Yamazaki e iluminada y fotografiada por Kōzō Shibasaki. De hecho, salvo acentos de color en determinados momentos, como el azul de los rayos del monstruo, la película es casi monocromática, aunque con cierta mezcla de tonos cálidos y fríos, de ocres y azules. De ocres fríos y azules cálidos. Casi monocromática es la clave. De ahí a quitarle el color completamente, no va nada.
Pero no es solo eso. No es simplemente una cosa de quitarle el color. El ajuste del contraste y la reproducción de los tonos no ha sido una labor rápida y sobre la marcha. El cuidado en la conversión al blanco y negro es mucho más cuidado que todo eso. Esos rayos azulados, de repente se convierten en un blanco extremadamente luminoso, impactantemente luminoso. Y las ominosas lesiones en la piel de algún personaje protagonista, sin el color, adoptan otro significado incluso más ominoso todavía. Y de ahí que me haga una pregunta que no he podido responder buscando por la red de redes. Rodada en digital… es rodada en color. Pero, ¿pudo estar pensada inicialmente para ser una película en blanco y negro a la hora de su exhibición? La cosa cuadra bastante viendo la versión Minus color, que en España no se ha estrenado en salas, que yo sepa, desde luego no en Zaragoza, y que hemos tenido que ver directamente en Netflix. Una pena. En salas hubiese sido mucho mejor.
Así que vamos con la última de las preguntas, si es una maniobra de mercadotecnia, para vender más y obtener más recaudación. Pues, hombre… mujer… Sí. Claro. Nadie se mete en esto por mero amor al arte. De hecho, como Will Gompertz escribía, ni los más grandes artistas hacían arte por amor al arte. Todos querían ganar dinero. Dejémonos de tontadas. Lo que yo me planteo, y no sé si alguien me podrá responder, o si algún día en algún artículo encontraré la respuesta, es si al final decidieron estrenarla en color para no espantar a la posible clientela. Para luego, comprobando que la cosa funcionaba, y muy bien, estrenar la versión en blanco y negro que tan bien le va a la película. Es una hipótesis. Es algo que se me ha ocurrido. Y es que las dos versiones me gustan, pero finalmente, la de blanco y negro más. Aunque sea la misma película. Está muy bien. La tenéis que ver. De todas formas, no la consideraré como un nuevo estreno. Para mí, es la misma película, o una variante de la misma película. Valoraciones globales, las mismas. Altas.
Hoy ando, como suele suceder últimamente, con el tiempo un poco escaso. Y tengo mucho de lo que podría hablar. Un montón de libros en espera de comentario. Tres largometrajes vistos en salas de cine de los que no he hablado. Y otras cuestiones de las que quizá me gustaría hablar. Pero no encuentro el momento ni la ocasión para ordenar mis ideas. Hace un tiempo que quería diversificar este Cuaderno de ruta con otros temas… pero no me centro.
En cualquier caso, por lo menos muestro algo de lo que hago en fotografía en los tiempos recientes. Porque sigo intentando encontrar momentos para caminar, y para hacerlo con una cámara de fotos al hombro. El fin de semana pasado, fotografías instantáneas para alimentar mi cuenta de Instagram dedicada a este tipo de fotografía. Y aunque rápida, mi publicación en Substack sobre las cuestiones técnicas de las fotografías.
Nada de especial hoy. Algo rápido, porque tengo el día muy ajetreado. Incluso tengo que trabajar por la tarde, algo absolutamente extraordinario en un viernes. Incluso tuve que trasladar a ayer jueves mis compras habituales semanales.
Pero aun así, ayer dejé programado un comentario en Substack, sobre unas fotos que hice para comprobar que los problemas que me dio la Minox 35 GT-E durante el viaje a Japón fueron unas baterías a punto de agotarse y nada más. Como así ha resultado, afortunadamente.
Ya mostré hace unos días algunas fotografías realizadas con una cámara que compré recientemente para usar con mis ópticas, la mayor parte de ellas fabricadas en los países que estuvieron bajo la influencia soviética y durante los años de la Guerra Fría. Probando la compra mientras paseo por Zaragoza, fotografiando algunos de los paisajes urbanos típicos de la ciudad.
Por supuesto, en el apartado técnico, sigo comentando las características de la cámara, pero eso lo podéis leer en mi publicación en Substack correspondiente. Ya sabéis que los interesado en las cuestiones técnicas podéis visitar carlosenplata.substack.com, que es donde en estos momentos estoy publicando mis comentarios técnicos. Es una plataforma muy cómoda para ello. Muy ágil y rápida.
He comenzado una serie de publicaciones en Substack sobre una estupenda cámara comercializada en 1964, aunque mi ejemplar vendría a ser fabricada entre el 1967 y el 1968. Poco a poco iré comentando allí sobre sus características. Y aquí poniendo algunas de las fotos realizadas con ella.
Pero en la primera publicación aprovecho para insinuar el morro de algunos fabricantes actuales de objetivos que venden versiones de ópticas de hace siete u ocho décadas, muchas de ellas de gama baja por su concepción, a precios de artículos de lujo… o casi. En fin…