Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Excursión de muy caluroso festivo en viernes a Fitero y Tudela con Fujifilm GS645S Wide 60 y película Cinestill 400D.
La gran diferencia entre las dos cámaras, que incluso son del mismo fabricante, está en que estas fotos que presento hoy están realizadas sobre película fotográfica tradicional, de formato medio, con un tamaño de negativo de casi 6 x 4.5 cm, seis veces más grande que el de la digital, y que digitalizado en alta resolución alcanza ficheros de 100 megapíxeles, más del doble de lo que ofrece la cámara digital, que está muy de moda. Y es que la película tradicional sigue siendo capaz de registrar imágenes fotográficas detalladas de gran calidad. El problema es que su extracción y explotación es más compleja y menos inmediata que la imagen digital.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Un paseo fotográfico con Fujifilm GS645S Wide 60 y Cinestill 400D.
En una visita anterior a Casetas, vi un cartel en el que señalaban el inicio de una ruta circular entre este barrio rural de Zaragoza y la desembocadura del río Jalón. A la ida se pasa por las poblaciones de Sobradiel y Torres de Berrellén, mientras que el regreso se propone por la ribera sur del río Ebro. Y en un día de mis vacaciones en mayo decidí hacer esta ruta. Los días anteriores habían estado con temperaturas y luz agradable, y me apeteció.
Las cosas no fueron exactamente como había pensado. El día salió totalmente despejado con una luz muy dura. Aunque llegué relativamente pronto, no madrugué en exceso, y a lo que empecé la caminata el sol estaba relativamente alto. Y equivoqué el camino un par de veces, añadiendo kilómetros. En realidad, la segunda vez es que no vi camino alguno por la ribera del Ebro y retrocedí a volver por Torres de Berrellén.
Me llevé una cámara de formato medio, una cámara ligera, adecuada para una caminata. La cuestión es que las fotos no son nada del otro mundo. Una iluminación muy plana, podría haber llevado una película menos sensible y también hubiese funcionado bien, incluso mejor. O mejor todavía, quizá no era el día para hacer fotos. Y encima, el recorrido acabó durando casi hora y media más de lo previsto. Es lo que hay.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Paseo fotográfico por el casco antiguo de Utebo, ciudad emergente en el área metropolitana de Zaragoza.
Si todo hubiese ido como debería, ayer u hoy tendría que haber comentado las fotografías de los negativos en color que hice en mi escapada alemana de Semana Santa. Pero algo no ha debido ir bien. Quizá un apagón inconveniente. Quizá el festivo entre semana. El caso es que no los tengo. Lo cual me contraría. Voy a comenzar dentro de muy un viaje, y querría haber tenido organizado de forma definitiva el anterior.
Si en la visita anterior había aprovechado las últimas horas con luz suficiente de la tarde, en esta ocasión madrugué. Cogí el tren que salía algo después de las 7:30 de Miraflores, para llegar a Utebo en torno a las 8 de la mañana. Con el sol ya en el cielo, pero con una luz matizada. Y la principal diferencia es que opté por película para negativos en blanco y negro.
Por lo tanto, seguiré comentando mi exploración fotográfica del casco viejo de Utebo, de la que ya comencé a hablar hace unas semanas en digital, y hace unos días con negativos en color de formato medio. Una semana después de mi primera “expedición” en el tren de cercanías, volvía a acercarme a esta ciudad del área metropolitana de Zaragoza, de reciente expansión demográfica, que conserva sus rincones que denotan su origen rural y más agrario.
Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta pueden verse, comentadas desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata.
Este es uno de esos rollos de película que acaban no teniendo un fin bien definido, y al que le pasan cosas. Empecé usándolo para hacer pruebas con el nuevo flash que me regalaron para Navidad, después de un sonoro fracaso el día anterior. Aquí funcionó. Pero hice muy pocas fotos.
Una semana más tarde, un sábado por la mañana en el que salimos a caminar, y a hacer otro tipo de fotos, hice unas cuantas fotos más mientras hacíamos un amplio recorrido por el Canal Imperial de Aragón, entre nubes y claros, hasta que nos retiramos por que amenazó lluvia de forma relativamente seria. También hice pocas fotos.
Así que lo terminé esa misma tarde, en la que mejoró mucho el tiempo, en la Cartuja Baja, dentro de este proyecto que estoy llevando a cabo en el que documento los restos de la antigua cartuja que da nombre a este barrio rural de la ciudad de Zaragoza. En fin. De lo más diverso. De lo de la Cartuja Baja, hablaré más cuando me lleguen revelados los rollos en color del mes de enero.
Las fotos de hoy tienen ya más de dos meses. Son de finales de agosto. Un día que quedé con un conocido para dar un amplio paseo fotográfico dando la vuelta al meandro de Ranillas en Zaragoza. Saliendo desde el puente de la Almozara sobre el Ebro, recorrimos el Recinto Expo 2008, el parque del Agua, cruzamos el Ebro por la pasarela junto a la autopista A-2, y volvimos por la orilla derecha de nuevo hasta el puente de la Almozara. Un buen ejercicio matutino de verano, desde la salida del sol hasta un momento donde ya se empezaba a notar el calor veraniego.
No hicimos muchas fotos. Y la mayor parte de ellas muy a primera hora, entre las siete menos cinco, cuando amaneció, y las ocho y media, cuando la luz empezó a hacerse demasiado dura. Los detalles técnicos de las fotografías los encontraréis en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Aquí os dejo las fotografías. O algunas de ellas.
Comentaba hace diez días la excursión con la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza ASAFONA a los Pirineos franceses. En aquel momento, ilustraba el comentario sobre el viaje en el día de ese domingo con fotografías digitales en color. Pero, además, me llevé una cámara para película fotográfica tradicional que usé también. Con la peculiaridad de que lo hice fotografiando en el espectro del infrarrojo cercano.
En el mismo tono que la entrada de hace tres días, hasta que me lleguen los revelados de los rollos de película fotográfica del reciente viaje a Singapur, retrocedo hasta el mes de julio, cuando el único momento civilizado para salir a caminar y hacer algunas fotos era a primeras horas de la mañana. Que, como ya dije, tiene dos ventajas; no hace tanto calor y la luz es mucho más agradable para fotografiar.
En los últimos días de julio, seguí con una de las cámaras de formato medio, la más cómoda de usar cuando uno sale a caminar. Los detalles técnicos de las fotografías los encontraréis en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Aquí os dejo algunas de las fotos.
Hasta que me lleguen los revelados de los rollos de película fotográfica del reciente viaje a Singapur, tomo un descanso en las fotografías de viaje. Y retrocedo hasta el mes de julio, cuando el único momento civilizado para salir a caminar y hacer algunas fotos era el amanecer. Que tiene dos ventajas; no hace tanto calor y la luz es mucho más agradable para fotografiar. Y un gran inconveniente; hay que madrugar… bastante.
En cualquier caso, hacia mitad-finales de julio, rescaté del semiolvido en que la tenía últimamente relegada alguna de las cámaras de formato medio. Los detalles técnicos de las fotografías los encontraréis en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Aquí os dejo algunas de las fotos.
Ya lo he comentado en alguna ocasión. La fotografía en infrarrojo es para el verano. Abundancia de luz durante muchas horas. Entre ella, aunque no la registre nuestra visión, abundancia de radiación infrarroja. Que es reflejada intensamente, aunque no lo sepamos ver, por las abundantes hojas verdes de las plantas. Mientras que el cielo o las superficies de agua quedan oscurecidas por su incapacidad para reflejar o dispersar estas longitudes de onda. Sin embargo, en los últimos tiempos, no había salido tan apenas con material sensible al infrarrojo. Hace unas semanas lo hice.
Los avatares que sufrí para ello, debido a mis despistes, los narro en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Pero en general,… acabé contento. Pasado el «sofoco» inicial del despiste inicial que me impidió usar el trípode, que me hubiese generado paz de espíritu, la cosa fue razonablemente bien. Os dejo aquí algunos ejemplos de esa mañana de verano. En el infrarrojo cercano. Como los telescopios espaciales, que también observan en el universo en esta longitud de onda para descubrir los misterios del pasado remoto de nuestro universo, cuando era un universo jovencito.
El calor está siendo intenso en la canícula de este 2024. Canícula… término usado por los latinos refiriéndose a la época del año en la que se producía el orto helíaco de las estrellas de la constelación del Can Mayor, y en especial de su estrella principal, Sirio. Que conste que actualmente el orto helíaco de Sirio ya no se corresponde con la época que llamamos canícula, la cual podemos situar aproximadamente entre el 15 de julio y el 15 de agosto. Imaginaos en Roma en esa época del año, con humedad y calor elevado,… y sin aire acondicionado. Afortunadamente en Zaragoza la humedad no es alta… aunque cuando el aire es bochorno, y viene del este o sudeste con la humedad del Mediterráneo…
En esta época del año no apetece hacer ejercicio. Salvo que madrugues mucho, cuando la temperatura en el ambiente es la más baja y alejada del calor sofocante que se produce más adelante. Por eso, cuando el calor aprieta, aprovecho el momento en que me despierto para evitar que se me peguen las sábanas y salir a caminar un ratito. Hacia mediados de julio empecé a hacerlo. Y uno de los días, en los que aproveché también para hacer algunas fotografías de aves en el Ebro, también aproveché para probar una nueva película fotográfica, de la que os traigo algunos ejemplos en esta entrada.
Como de costumbre, las cuestiones técnicas fotográficas sobre esta nueva emulsión… o no tan nueva, sino modificada,… las encontraréis en la publicación de Substack acompañante. Aun me quedan algunos rollos más de esta película. Ya iréis viendo con el tiempo más ejemplos de ella.
Llegadas las fechas navideñas, es costumbre que algunos viejos amigos que llevan “exiliados” varias décadas, vengan a pasar unos días a Zaragoza. Cuando digo “exiliados” me refiero a personas que encontraron su futuro profesional, familiar o ambos lejos de nuestra ciudad. Pero siguen teniendo familia en Zaragoza, a la que visitan en Navidad. Nada original. Una costumbre, probablemente, con fecha de caducidad. Porque tan apenas nos quedan ya miembros de la generación de nuestros padres, que han ido falleciendo. Pero todavía vienen y siempre buscamos una ocasión para vernos. En los últimos años, si el tiempo lo permite, una mañana.
Las fotos con retratos de personas y de grupos forman parte de la esfera privada, pero hice algunas tomas del paisaje urbano. La mayor parte de este grupo de amigos es partidario de tener una presencia discreta en las redes sociales y en internet. Especialmente, si hay menores involucrados. Por eso, lo que traslado a esta entrada son simplemente vistas de la ciudad. Pero hay fotos muy chulas de gente.
Para algunas personas, ir con una cámara fotográfica te hace sospechoso. No sé muy bien de qué. A lo largo de mi vida como aficionado a la fotografía me han pasado todo tipo de situaciones con todo tipo de gente. Desde fuerzas policiales o guardas de seguridad con ganas de propasarse en su trabajo y en sus atribuciones, gentes con una preocupante tendencia al autoritarismo dado los trabajos que realizan, hasta personas comunes que deciden cuándo y cómo los demás pueden o no hacer fotografías en la vía pública. No hablo de lugares privados. Ni estoy hablando de hacer fotos de personas en contra de su voluntad ni nada por el estilo. Simplemente, estar en la calle y hacer una fotografía del paisaje urbano. Sin más. Pues puede salirte un energúmeno o una energúmena y arruinarte el paseo.
La foto que supuestamente hice los individuos de los que hablo en el texto. Han salido favorecidos ¿verdad?
Recientemente,… bueno, hace dos meses ya,… estuve haciendo fotos en una mañana lluviosa en el paseo del Canal de Zaragoza. Los detalles técnicas de las fotos los podéis ver en Formato medio y chubascos – Fujifilm GS645S Wide 60 con Kodak Gold 200. De repente, se me acercaron dos personas, hombre y mujer de entre 50 y 60 años, o más bien de una edad imprecisa dado su aspecto, y me empezaron a imprecar de porqué les había hecho fotos. No les había hecho ninguna foto. Y no era consciente de que aparecieran personas en ninguna de las que había hecho. Ciertamente procuraba evitar que hubiera personas, o si no había más remedio, que pasaran desapercibidas, integradas en el paisaje urbano. Así intente explicarlo, sin ningún éxito, porque no atendían a razones. Imposible llevar a cabo ningún tipo de conversación racional. La mujer en especial era muy agresiva en su verborrea. Lo que más me sorprendió es que el individuo dijo, confesó, que no quería fotos porque estaba en busca y captura. ¡¡¡Y por qué lo confiesas en voz alta???
El caso es que por donde estábamos pasan con cierta frecuencia coches de la policía local que vienen de su cuartel en el Tercer Cinturón. A algunos los he visto parar a tomar café en unos bares no muy alejados, en ocasiones con policías nacionales. Por lo tanto, este individuo, montando el pollo corría el riesgo de atraer sobre sí una atención policial obviamente muy indeseable para él. Cuando conseguí alejarme de ellos, dado lo desagradable del asunto, llegué a plantearme decir algo a algún vehículo policial si pasaba. Pero no sucedió. Ya no pude centrarme en nada y me fui a casa. En unos tiempos en que el 90 % o más de la población lleva una cámara de fotos en el bolsillo en algo que llama «teléfono móvil» y te pude hacer fotos cuando quiera, se preocupan de los que llevamos a la vista una cámara de fotos sin escondernos. Atavismos autoritarios, restos de un pasado fascista que no ha abandonado todavía a nuestra ciudadanía.