[TV] Cosas de series; y cosas que pasan en Navidad

Televisión

Debería hablar de más cosas de las que voy a hablar,… pero quería dejar una entrada que no fuera tan diversa, más homogénea en sus contenidos. Así que ya me daré prisa con lo que tengo atrasado… mmmm, ¿la semana que viene? No sé.

Hoy vamos con producciones que tienen sabor hispano. Incluso se alguna de ellas se habla en alemán. Me explicaré. Pero antes decir que le he dado una oportunidad a Isabel Coixet y su incursión en HBO con Foodie Love. Ya el título me ha empalagado en exceso por su «postmodernidad» instagramera. Porque antes había gurmés o gastrónomos, o simplemente gentes de buen comer; pero desde el advenimiento de las redes sociales, al más pedante estilo de la «postmodernidad» mal entendida que nos asuela desde hace varias décadas, hay «foodies». Y pedante por demás es la relación entre los dos personajes, según lo que he podido ver en los dos primeros capítulos, en los que se me han atragantado tanto y me han caído tan mal, que he sido incapaz de ver más. Si alguna vez consigo seguir, ya os diré. Con lo que me gustó la chica esta, Laia Costa, en cierta película y lo insoportable que me parece ahora [siempre el personaje, contra la persona real no tengo absolutamente nada que no sea respeto].

Ilustraremos la entrada con paisajes y pueblos pirenaicos, que le van a la serie española de hoy.

Y hace ya unas cuantas semanas, creo que fue a finales de noviembre o así, apareció en Netflix una serie alemana bajo el título Zeit der Geheimnisse (traducción, tiempo de secretos), titulada en castellano Secretos por Navidad, en la que sen vemos la evolución de tres generaciones de mujeres mientras la mayor de ellas, la abuela se acerca al final de sus días, mientras se preparan para celebrar la Navidad. Con frecuentes flashbacks a épocas pasadas, vemos que las relaciones entre ellas ha estado envenenada por hechos del pasado que nunca han sido resueltos con franqueza entre ellas. La acción que transcurre en una casita la mar de mona junto a una playa, que no sé si situar a orillas del mar del Norte o del Báltico y sus estrechos. No está mal. Son sólo tres episodios que están bien interpretados y dirigidos, aunque quizá le falte un poquito de alma. Los hechos del pasado que marcan la vida de la familia, además de conflictos del pasado, tienen que ver con la época de la banda terrorista de la Baader-Meinhof.

Lo curioso de la serie alemana es que en los créditos se puede leer que está basada en la serie Días de Navidad de Pau Freixas. Freixas es conocido por el éxito de algunas de sus producciones para televisión, especialmente para los canales autonómicos catalanes. Y es bastante respetado, aunque yo no estoy muy puesto en su obra. Pero cuando se estrenó la serie alemana, la de Freixas… estaba a la espera todavía de ser estrenada. También en Netflix, unas semanas más tarde, más próximas a la Navidad. Y se anunciaba con un reparto de campanillas… Victoria Abril, Elena Anaya, Alicia Borrachero, Antonio Dechent, Verónica Echegui, Verónica Forqué, Charo López, Ángela Molina,… son algunos nombres más conocidos en un reparto muy amplio.

La historia no es la misma que en la serie alemana. Los temas están relacionados, pero no son dos series idénticas. Si la alemana, en lo interior de la familia está en las relaciones entre madres e hijas con algún misterio sobre lo que pasó con los hombres, en la española el conflicto está entre las cuatro hermanas de la historia, con algún misterio entre los padres de las mismas. Si ya hemos comentado la época histórica del origen de la serie alemana, aquí en la española tendremos la posguerra dominada por el fascismo y la represión como telón de fondo. Si allí era la playa y el mar, aquí es la montaña con sus bosques y un lago. Si allí dominaban los flashbacks, aquí tenemos tres cortes en el tiempo. Tres navidades distintas. La serie está bien. La serie podría estar mucho mejor. ¿Cuál es el problema? Los intérpretes jóvenes españoles no está a la altura. El tercer episodio, con cuatro pesos pesados de la interpretación femenina española, es casi antológico. El segundo no está mal, con buenas interpretaciones de actrices jóvenes pero ya maduras profesionalmente, y otras, no tan buenas. Y el primero… las niñas y adolescentes rozan lo repelente, aunque las apariciones en pantalla de los personajes maduros, salvan la papeleta y permiten seguir adelante.

Lo he dicho hace tiempo. Antaño, los actores jóvenes se fogueaban en el teatro, y cuando pasaban al cine o la televisión, lo hacían muy bien. Ahora empiezan directamente en televisión, que es mala escuela de interpretación. Y tardan en madurar. Y cuando maduran, no siempre encuentran papeles interesantes, porque hay que vender al público joven y para eso hay que poner actores y actrices, jóvenes, guapos, clónicos, aunque no sepan actuar. En otras países pasa parecido. Fíjaos que en Estados Unidos, pocos intérpretes de televisión conocidos dan el salto con éxito artístico (no hablamos del pecuniarios) al cine. Al revés, funcionan todos perfectamente. En cualquier caso, dos series con tema navideño, pero distinto.

[Cine en TV] Always be my maybe (2019) / Elisa y Marcela (2019)

Cine

En los últimos días, ni hemos tenido tiempo u ocasión para ir a las salas de cine, ni la cartelera ha estado lo suficientemente atractiva como para que nos esforzáramos en encontrar tiempo o buscar la ocasión. Si a eso sumamos la pereza que da salir de casa en determinados días por el excesivo calor que padecemos… pues la solución a la dosis semanal de cine de estreno puede pasar por los servicios de bajo demanda, por las producciones exclusivas de algunos de estos. Así que vamos con dos de ellas.

Always be my maybe (2019; 34/20190630)

La comedia romántica es, desde hace mucho más tiempo de lo que parece, un género en decadencia. Es cierto que las taquillas acompañaron durante unas década a estas películas. Pero no podían esconder que eran producciones estereotipadas, prefabricadas, que recurrían sistemáticamente a las mismas fórmulas. Previsibles, poco a poco han ido perdiendo el favor del público, aunque siempre haya espectadores dispuestos a merendarse una tontada romanticona mientras se empachan de palomitas. Hete aquí que Netflix empezó a nutrir su fondo de producciones originales propias con algunas de estas. Yo, remiso a tropezar de nuevo en la piedra de los caminos trillados, he evitado muchas de estas. Pero de repente empecé a leer hace unas semanas reseñas sobre esta comedia usamericana, firmada por Nahnatchka Khan (desconocida para mí), con un reparto donde predominan los intérpretes de origen asiático, como una película que tenía cierto interés. Así que cogí, y en la sobremesa del domingo, después de haber pedido para compartir una ración de yakisoba y sashimi, nos dispusimos divertirnos con ella.

Si la primera película va de asiáticos… pues viajaremos fotográficamente a Asia, a China. Si la segunda película está rodada en blanco y negro,… pues lo mismo.

La cosa va de una chica de origen vietnamita, Sasha Tran (Ali Wong), que se ha convertido en una chef de éxito, que se reencuentra con un viejo amigo de la infancia de origen coreano, Marcus Kim (Randall Park), cuando vuelve a San Francisco para abrir una sucursal de su cadena de restaurantes. De niños y adolescentes fueron inseparables, pero al llegar el final de la adolescencia, cuando decidieron dar un paso más en la relación, no funcionó. Y a partir de ahí llevaron vidas separadas. Obviamente… el reencuentro…

Bien. Escribir 1000 veces en la pizarra, «no te fíes de los listos que pontifican sobre cine actual en internet». Esta comedia romántica es de una mediocridad pasmosa. Los dos protagonistas no son desconocidos para mí, me los he encontrado aquí y allá en producciones televisivas, generalmente haciendo trabajos razonablemente competentes. Pero aquí no pueden superar la avalancha de lugares comunes y previsibilidad, con unos gags pretendidamente cómicos que no funcionan.

Un producto prefabricado más en el ámbito de la comedia romántica, que lo único que me despierta es las sospechas de que muchos de estos individuos o individuas que opinan por ahí estén untados por las cadenas. No recomendable salvo para partidarios acérrimos de este género que quizá se sientan a gusto viendo lo de siempre.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

Elisa y Marcela (2019; 35/20190704)

Si la anterior era una película claramente comercial, en la que habíamos puesto erróneamente cierta esperanza de encontrar algo de calidad, aquí nos encontramos con una propuesta muy diferente. Estamos ante la última película de Isabel Coixet, directora española que siempre ha aspirado a hacerse un hueco entre los más prestigiosos directores de esos que hacen el llamado «cine de autor». En sus inicios parecía que llevaba el buen camino, y tengo recuerdos de un par de sus películas que realmente me parecieron excelentes. Pero luego… tengo la sensación de que se esfuerza tanto de las formas, que olvida dotal de fondo y alma a sus películas. Me ha pasado con varias.

Y aquí la tenemos de pronto, estrenando en Netflix, en blanco y negro, a lo Cuarón, con una de las tantas producciones que se presentan en esta cadena sobre tema LGTBI+ (espero no dejarme ninguna palabra, no quiero excluir a nadie). Y lo hace rescatando una crónica de la sección de sucesos en el cambio del siglo XIX a XX, cuando la noticia de que dos mujeres se habían casado (por la iglesia, porque era la única forma en la práctica en aquellos momentos), haciéndose pasar una de ellas por un hombre. La película se «inspira» en hechos reales. Obviamente, ese «inspira» ya nos va a indicar que se va a tomar muchas libertades con lo que sucedió entre Elisa Sánchez Lóriga, alias Mario Sánchez (Natalia de Molina) y Marcela Gracia Ibeas (Greta Fernández) en un periodo más o menos conocido que abarcó desde que se conocieron en 1885 hasta que se les pierde el rastro en 1909. Como veis, un período de 24 años, que no se corresponde con el paso interno del tiempo de la película.

La película se nos presenta como una representación de la intolerancia ante el amor homosexual (estamos en Galicia en el salto del siglo XIX al XX,… ¡qué diablos se podía esperar!; si estaban en su conjunto como sociedad más para dar pena que para ser criticados), mezclada con una serie de escenas de cama que, dada la época, resultan algo inverosímiles o forzadas. El guion es flojo; con tendencia al aburrimiento. El blanco y negro apenas se justifica, no es la mejor fotografía en blanco y negro que te puedes encontrar y, como he leído por ahí, más parece propia de un anuncio de perfumes que de un intento de recuperar un ambiente histórico y social. Nuevamente, Coixet se pierde en las formas descuidando por completo el ritmo y la emoción de la historia, o definiendo un enfoque claro sobre lo que nos quiere hablar.

Dicho lo cual, nos quedaba la esperanza de que las dos actrices pudieran salvar la papeleta. Pero no funcionan. De Molina no acaba de convencerme en sus capacidades interpretativas, no es la primera vez que me pasa, más que interpretar parece que declama o recita sus papeles. Y Greta Fernández, una joven actriz con pedigree familiar, presenta mejores maneras, se le ve más natural en su papel, pero no basta para levantar el conjunto, ni de lejos.

Película con pretensiones, que fracasa, desde mi punto de vista estrepitosamente, en contar una historia que enganche al público. Coixet sigue fallando en lo básico. Era mucho más interesante cuando rodaba cutre, pero tenía algo que contar con sustancia. Una pena. Oportunidad perdida. Nop. Coixet no es Cuarón.

Valoración

  • Dirección: **
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Cine] The Bookshop (2017)

Cine

The Bookshop (2017; 462017-1611)

Llegó hace un par de semanas casi a la gran pantalla la última película de la directora española Isabel Coixet, que nuevamente ha optado por rodar en inglés, con un equipo técnico y artístico predominantemente británico. Y en esta ocasión se ha rodeado de un reparto de lujo para rodar esta adaptación de la novela del mismo título de la inglesa Penelope Fitzgerald. En la cartelera española se encuentra más frecuentemente en su versión doblada al castellano bajo el título literalmente traducido de La librería.

Carlos Carreter

Margate, población inglesa que también mira hacia el mar del Norte, me servirá para ilustrar la ficticia Hardborough… «Pueblo Duro» traducido del idioma de Shakespeare al de Cervantes…

Florence Green (Emily Mortimer) es una viuda de guerra inglesa que a finales de los años 50 se instala en una pequeña población costera a orillas del mar del Norte para montar y llevar una librería, en la que no dudará en poner a la venta algunos de los títulos más osados y novedosos del momento. Pero se ganará la animadversión de la cacique del lugar, la todo poderosa Violet Gamart (Patricia Clarkson), que quería convertir el local donde se abre la librería un indeterminado «centro de arte». Con una niña, Christine (Honor Kneafsey) y un aristócrata ya mayor y retirado del mundo, Edmund Brundish (Bill Nighy), como improbables aliados, tendrá que luchar contra los embates de la prepotente señora del lugar.

Me llama la atención que Coixet haya sentido la necesidad de buscar en la ficción literaria británica para hablar del caciquismo prepotente y arbitrario, de la ignorancia y el despreción hacia la cultura, y del conservadurismo ciego y necio de las sociedades rurales. Como si no hubiese ejemplos por toneladas en su Cataluña natal y en general en toda España; como si no apreciásemos constantemente sus efectos en nuestra sociedad y en las noticias cotidianas. Indudablemente, a la hora buscar las oportunidades comerciales internacionales, ha despreciado de hablar más directamente y sin ambages a sus compatriotas. Por lo demás, Coixet demuestra una vez que es una directora con mucho oficio, muy preocupada por la belleza formal del producto, pero que resulta fría en el planteamiento. Ha perdido la frescura de alguna sus primeras producciones, formalmente más «cutres» (no lo eran, ni mucho menos), pero emocionalmente mucho más cálidas y cercanas.

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Afortunadamente, el reparto es un acierto rotundo. El trío de adultos protagonista son capaces de elevar cualquier producción a un nuevo nivel. La solidez británica de Mortimer y Nighy, este último lo mismo sirve para una comedia alocada que para un drama clásico sin despeinarse, más la expresiva sobriedad de la norteamericana Clarkson, una actriz que cada vez me sorprende más, cómo es capaz de desprender tanta maldad con tas pocas palabras, sitúan a este drama entre las películas indudablemente recomendables de la cartelera española actual. Aunque no sea más que por ver a esta gente trabajar, id a verla.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ***

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[Cine] Nadie quiere la noche (2015)

Cine

Nadie quiere la noche (2015); vista el 30 de noviembre de 2015.

Supongo que hay que dejar el título en castellano, porque parece que ese es el título oficial. Aunque la película está rodada en inglés. Y en inuit. Y porque desgraciadamente a Zaragoza no ha llegado más que la versión doblada (¡horror!). Aunque yo tenía mis dudas porque había leído algo de las peripecias de esta película en su presentación en Berlín, la presencia de Juliette Binoche y algún otro nombre conocido, añadido a que todavía hay quien espera cosas interesantes de la directora Isabel Coixet, nos hizo optar por esta película, a pesar de que había otras igualmente interesantes o más.

La protagonista de la película es Josephine Peary (Juliette Binoche), la esposa del autoproclamado primer hombre en pisar el Polo Norte. En una realidad alternativa a la realidad histórica, Josephine habría ido a esperar a su marido a su regreso de la expedición polar. Primero a la isla de Ellesmere, la más al norte de los territorios árticos canadienses, y desde aquí, atravesando el estrecho de Nares, al norte de Groenlandia, cuando el invierno se está acercando. Allí se encontrará con Allaka (Rinko Kikuchi), la amante inuit de Peary, y juntas decidirán esperar el regreso de este, afrontando la noche del invierno ártico.

Paisajes nevados, para ilustrar una película gélida ambiental y conceptualmente.

Paisajes nevados, para ilustrar una película gélida ambiental y conceptualmente.

Como digo, esta es una historia alternativa. Aunque Josephine Peary acompañó en su juventud a su marido en alguna expedición ártica, hasta el punto de dar a luz a su hija mayor en una de ellas, lo cierto es que esperó confortablemente el regreso del explorador en Estados Unidos en 1909. Por lo tanto, si tal cosa es sabida, la pregunta es ¿cuál es la tesis de Coixet al hacer esta película? ¿este ejercicio de ucronía? El personaje de Josephine Peary es mostrado como una mujer irracional, soberbia, racista, vana y con tendencias dictatoriales. Tal es así… que en un momento dado te da igual lo que le pase. El personaje de Allaka, por el contrario, es una variante del «buen salvaje». El ser humano en estado natural en contacto con la naturaleza, generoso, sencillo, solidario,… pero la estereotipada definición del personaje la hace igualmente impersonal. Poco interesante. A partir de aquí… una descripción de 18 o 20 semanas en la frío noche ártica, tan inverosímiles como faltas de interés… Ni aun con el tercero en discordia. Un enorme esfuerzo de rodaje, tanto en el plano técnico como en la contratación de un equipo artístico notable para ¿qué, exactamente?

Ni siquiera las esforzadas interpretaciones de las dos protagonistas consigue salvar esta historia. No entiendo tampoco, si quiere reivindicar a los pueblos aborígenes frente a la soberbia occidental, por qué no ha buscado para el papel de Allaka a una actriz inuit en lugar de buscarse a una pijita nipona. Ni entendemos para qué es necesario contratar a Gabriel Byrne para el papel que hace.

Pero no las nieves árticas, donde no he llegado... nos conformaremos con los Pirineos en invierno.

Pero no las nieves árticas, donde no he llegado… nos conformaremos con los Pirineos en invierno.

Me entero después de ver la película que después de la gélida acogida en la Berlinale, más que gélida habría que hablar de rechazo al filme, se volvió a montar el metraje, se recortó y se intentó hacer más digerible. No me puedo ni imaginar el pestiño insufrible que debió ser aquella presentación. No la puedo recomendar. Y difícilmente creo que le llegue a perdonar a Coixet que haya conseguido que Juliette Binoche, una de mis actrices preferidas, me caiga durante dos horas profundamente antipática.

Valoración

  • Dirección: *
  • Interpretación: **
  • Valoración subjetiva: **

En el alto valle del río Gállego y en el puerto de Portalé... Pirineos aragoneses.

En el alto valle del río Gállego y en el puerto de Portalé… Pirineos aragoneses.

[Cine] Aprendiendo a conducir (2015)

Cine

Aprendiendo a conducir (Learning to drive, 2015); vista el 28 de julio de 2015.

Después de una semana dedicada a la animación, volvemos al cine más considerado para adultos con la última película de Isabel Coixet, directora española que no ha dudado en rodar en inglés a lo largo de su trayectoria, con repartos internacionales, que nos ofreció en su momento un par de más que interesantes filmes, pero que luego nos ha ido dejando un poco decepcionados. Películas un poquito pedantes, en mi humilde opinión más vacías de lo que parecen. En esta ocasión, por lo menos, nos atrae su reparto. Aunque nos decepciona no poder acudir a una versión original de la película, estando obligados a ver una visión adulterada, con las voces dobladas al castellano.

En esta película conoceremos a dos personas, residentes en Nueva York, cuyas vidas se cruzarán durante unas semanas. Por un lado, está Darwan (Ben Kingsley), un exiliado político sij, que se mantiene en la metrópoli norteamericana trabajando durante el día como profesor de autoescuela y por la noche como taxista. Vive solo, con un sobrino, inmigrante ilegal, y su familia en el Punyab, le está arreglando un matrimonio con una mujer que consideran adecuada, Jasleen (Sarita Choudhury). Por otro lado, está Wendy (Patricia Clarkson), cuyo marido Ted (Jake Weber) la deja por una mujer más joven, quedándose sola ya que su hija, Tasha (Grace Gummer), una universitaria, está dedicándose un semestre a la vida agrícola. El deseo de poder ir a visitar a su hija hará que Wendy quiera aprender a conducir, y Darwan será el profesor.

De acuerdo al ambiente de la película, hoy nos sumergiremos en el tráfico de Nueva York, con sus taxis amarillos,...

De acuerdo al ambiente de la película, hoy nos sumergiremos en el tráfico de Nueva York, con sus taxis amarillos,…

Estamos ante la típica película en la que dos personas ya maduras entablan una relación, en principio de carácter no romántico, pero en la que conectarán a un nivel intelectual y emocional, sirviéndose ambos de apoyo mutuo ante los retos y los cambios a los que se enfrentan, en una edad en la que dichos cambios ya no resultan tan fáciles ni tan bienvenidos como cuando uno es joven. Por supuesto, en un momento dado aparece una cierto grado de tensión sexual no resuelta… sobre la que no voy a desvelar si al final se resuelve o no. La historia es correcta. Dando por hecho que estamos ante un drama, con bastante dosis de buenrollismo, se hubiera beneficiado de alguna dosis más de cierto grado de humor. Pero no sé si Coixet es una directora capaz de semejantes «frivolidades». Hay, de hecho cierto grado de humor, pero muy tímido.

Desde luego, ante una película que no tiene especiales complejidades en su realización, la base para su sostén está en el buen trabajo de sus protagonistas principales, acompañado por el del resto del reparto, especialmente por Choudhury, a quien ya había visto por ahí haciendo papeles con cierta solidez. El resto cumple. Gummer se comporta, aunque parece difícil que alcance las cotas interpretativas de su «eternamente candidata al oscar» madre.

sus largos y embotellados puentes,...

sus largos y embotellados puentes,…

En fin, drama comedido que se deja ver sin mayor problema, pero que tampoco me lo imagino guardando una memoria imborrable en la historia del séptimo arte. Aceptable en esta época de pobreza en la oferta de la cartelera española.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

y sus avenidas, con más de sus amarillos taxis.

y sus avenidas, con más de sus amarillos taxis.

Mapa de los sonidos de Tokyo

Cine

Mapa de los sonidos de Tokyo (Map of the Sounds of Tokyo, 2009), 1 de septiembre de 2009.

A pesar de que su última película me resulto un poco decepcionante, siempre estoy con ganas de ver las nuevas películas de Isabel Coixet. Creo que casi siempre ha tenido alguna cosa interesante que decir desde el punto de vista cinematográfico. Si además añadimos que el papel protagonista masculino es para Sergi López, pues mejor que mejor.

En este caso, la realizadora catalana nos lleva a la ciudad de Tokyo, que en la práctica es un protagonista más del filme, y tengo la sensación de que  se convierte en el principal protagonista. Lo que no tengo claro si es lo adecuado o no. En ella se desarrolla un drama, que es a su vez consecuencia de otro drama. Un español afincado en Tokyo, Sergi López, acaba de perder a su novia japonesa, quien se ha suicidado. Se encuentra triste y desorientado. Conocemos también al padre de la chica, que se sume en una profunda depresión y en el dolor de la pérdida, y a su ayudante, quien obviamente también sentía algo por ella. Estos últimos creen que el culpable de la pérdida es el español, y contratan a una asesina a sueldo, interpretada por Rinko Kikuchi, para que mate al español. Pero cuando se encuentran asesina y víctima surge algo entre ellos que ninguno de los cuatro personajes tenía previsto.

La realización es impecable. Sumamente cuidada. Cada encuadre está pensado hasta el más mínimo detalle. La iluminación, la fotografía, es de primer nivel. Como ejercicio estético visual es muy notable. Dado el título de la película, es también muy notable la calidad del sonido. Aunque también puede ser un lastre para la película, ya que se nota un esfuerzo extraordinario por que el espectador capte los sonidos que la directora nos quiere mostrar, resultando en alguna ocasión un poco forzado y artificial.

Y todo ello tiene otro problema. Estos aspectos estéticos son tan predominantes que el desarrollo de la historia se queda cojo. Las distintas situaciones quedan un poco forzadas. No te queda claro porque una chica japonesa, extraña, de veintitantos años va a sentirse atraida por un españolito cuarentón, no especialmente guapo, y de quien tampoco nos muestran nada especial en la película que pueda ayudarnos a entender esa atracción. No ayuda tampoco la voz en off, perteneciente a un quinto personaje de quien no sabemos nada más que de vez en cuando se ve con la chica, en una extraña relación de amistad. Pero que a veces nos cuenta cosas superfluas, para que están las imágenes en el cine sino para contar visualmente cosas que no es necesario contar con palabras, y otras veces nos cuenta de más, de modo que el final puede resultar previsible para muchos espectadores, de una forma u otra. Y todo ello es una pena, porque el comienzo de la historia prometía.

En cuanto a la interpretación de actores, creo que Sergi López no está del todo convincente. Incluso parece desganado; más que deprimido, a veces parece simplemente aburrido. Pero no puedo ser tajante en esta apreciación. Este personalísimo actor ha cometido el error de doblarse a sí mismo al castellano, lo que suma dos errores consecutivos. Uno, general en el cine español, el doblar las películas, que deberían verse en versión original. Dos, los actores reales pocas veces son buenos actores de doblaje, y este caso no es una excepción. Rinko Kikuchi y el resto de los personajes cumplen con su tarea con razonable competencia.

Resumiendo, segunda película de Coixet que no está a la altura de las expectativas depositadas. Es indudable que a la directora le sobra oficio, pero parece haberse olvidado que sus mejores logros se han debido a que tenía excelentes historias que contar. Le pongo un seis en mi valoración subjetiva, con la misma nota a la interpretación y a la dirección.

Algunas bellas imágenes de la película transcurren en un cementerio; os dejo, una foto de otro bello cementerio. En Weimar.

Historischer Friedhof

Viejas tumbas en el Historischer Friedhof de Weimar, Alemania - Panasonic Lumix LX3

Elegy (2008)

Cine

Elegy (2008), 20 de abril de 2008.

Ayer nos dirigimos a ver la última película de Isabel Coixet. La directora catalana se ha puesto a sí misma el listón muy alto tras sus dos últimas películas, por lo tanto siempre da un poquito de morbo ver si va a ser capaz de mantener el nivel. El filme también tiene el aliciente de sus dos protagonistas. Se ha vendido como una película de la española Penélope Cruz, aunque comprobamos tras su visualización que el auténtico protagonista es el solvente Ben Kingsley.

El filme tiene tres partes bien diferenciadas. Por una lado, comienza con el rollete de un maduro profesor con una joven estudiante cubana que asiste a uno de sus cursos. Un rollete que poco a poco va a más, pero que termina cuando nuestro maduro profesor es incapaz de dar ciertos pasos hacia adelante. Es una fase que está bien realizada, pero que a mi me produce ciertas dudas… entiendo por qué el profesor quiere enrollarse con la alumna… ¡está buena!… pero no acabo de entender por qué querría ir más allá. Lo que conocemos del personaje de la alumna, en mi opinión, no justifica el nacimiento de sentimientos más profundos.

La senguda parte, tras la ruptura, creo que es la más lograda. Nos enfrenta con las sensaciones que el maduro profesor recibe, como consecuencia de su propia sensación de evolución y de envejecimiento, unido a lo que les pasa a sus amigos y familiares. El maduro profesor entra además en un estado de «duelo» ante la pérdida de su joven alumna. Empieza a entender que ha perdido bastante más de lo que pensaba.

La tercera parte supone un reencuentro, y…

ATENCIÓN: DETALLES DEL ARGUMENTO QUE PUEDE QUE NO QUERÁIS CONOCER.

la película se convierte en una variante de Love Story. O si lo preferís, de aquel rollo aburrido que fue Otoño en Nueva York. Cierto es que este filme creo que es superior a los dos mencionados, por muy diversos motivos; planteamiento, dirección, interpretación, sentimientos en juego, etc. Pero lo que nos pasa es que tenemos la sensación de recorrer terreno trillado.

FIN DE LOS DETALLES DEL ARGUMENTO QUE PUEDE QUE NO QUERÁIS CONOCER.

En su conjunto, la realización del filme muestra el buen oficio y saber hacer de la directora, que no deja lugar a la improvisación, que hace una puesta en escena cuidadosísima, meditando y componiendo cada plano con un detalle magnífico.

La interpretación de Kingsley es excelente, y se pone de manifiesto especialmente cuando interactúa con los secundarios del filme, algunos tan prestigiosos como Dennis Hopper, la «blondie» Deborah Harry, o los menos conocidos, como la excelente Patricia Clarkson, o Peter Sarsgaard. La española «Pe» cumple con su cometido, no está mal, aunque no la encuentro al mismo nivel que su oponente masculino. No sé muy bien porque no han buscado alguien de la edad que correspondía al personaje. Bien es verdad que como es menuda, da el pego… pero no sé… algo faltaba en el carácter que interpretaba.

En resumen, un filme que no está al mismo nivel que los anteriores largometrajes de la directora, pero que probablemente podemos considerar de lo mejor que hay en estos momentos en la cartelera, y por lo tanto, recomendable. Aunque a mí, subjetivamente, hubo cosas probablemente inherentes a la historia que no me acabaron de convencer. Por eso le pongo un seis, aunque con un siete en la dirección, y un ocho en la interpretación.

Por cierto, que la historia está basado en un libro de Philip Roth, titulado The Dying Animal.

Para la foto de hoy, me voy a un rincón intimista en El Tubo de Zaragoza.

Ortopedia La Francesa

(Canon EOS 40D; EF 50/1,8)