Hoy es jueves, y venía siendo tradición que hiciera un comentario del estado de las series de televisión de ficción que veo a lo largo de la semana. Pero esta última semana he visto poco la tele, y quiero comentar un par de finales de temporada o de serie. Así que lo dejo para mañana o el sábado, según como me venga.
Así que finalmente, os voy a hablar de la mañana del pasado domingo, que junto con un grupo de gente del grupo de Flickr Fotógraf@s en Zaragoza (FeZ), la pase visitando el hangar que tiene la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y del Tranvía (AZAFT). Que también tiene grupo Flickr propio. Es algo que he ido adelantando en los pies de foto de las imágenes de las entradas de esta semana, y hoy ya toca.
Desde pequeñito sentí atracción por los trenes. Algunos de mis recuerdos más tempranos y emocionantes tienen que ver con estar parado en el extinto paso a nivel de la Almozara en Zaragoza, viendo maniobrar locomotoras de vapor antes de la entrada en funcionamiento de la también extinta estación de Zaragoza-el Portillo. Todavía existe algo con este nombre pero es una estación subterránea para cercanías y regionales. También recuerdo haber ido a bañarnos al río Ebro, y cruzar por el puente del ferrocarril con la esperanza de que en ese momento pasará algún tren tirado por alguna poderosa vaporosa. O cómo estos trenes cruzaban tras la arboleda de Macanaz en dirección a la Estación del Norte, en el Arrabal. O los paseos por el apeadero de Miraflores, próximo a mi casa viendo pasar los rápidos que iban o venían de la costa catalana, tirados por poderosas locomotoras diésel que más tarde aprendí que se llamaban las «cuatromiles».
No digamos ya la visita a aquellos lejanos parientes en Arcos de Jalón, de los cuales «el tío» trabajaba en Renfe, y nos llevaba a pasear en el depósito de aquella entonces animada estación, o nos hacía fotos a todos los sobrinos subidos en los estribos de las locomotoras.

En el depósito de Arcos de Jalón, cuando el autor de este artículo tenía cuatro años, todo lo más.
Posteriormente, ya de adulto combiné mi gusto por lo ferroviario con mi afición a la fotografía, y siempre que he podido he visitado museos ferroviarios o líneas con un sabor histórico o con recuperación de trenes históricos. Con una clara predilección por el vapor, pero sin desdeñar otros modos de tracción ferroviaria. Extiendo mi gusto a tranvías, funiculares y otros dispositivos ferroviarios. Quizá la mejor forma de conocer mis vivencias en este campo sea visitar mi página Trenes de ayer y de hoy. No hace mucho recuperé algunas diapositivas de mi viaje al Harz, con imágenes que se pudieron ver en este Cuaderno de Ruta.
Volviendo al principio del artículo, un grupo de fotógrafos aficionados fuimos invitados a visitar en Casetas la nave que situada en la estación de este barrio zaragozano alberga buena parte del material preservado por la AZAFT. Entendámonos. Esto no es un museo. Qué más quisiéramos todos nosotros que se hubieran cumplido las promesas de los políticos cuando anunciaron que en la moderna estación de Zaragoza-Delicias habría un espacio para un museo del ferrocarril en condiciones. Y con posibilidad de poner en la vía trenes históricos para disfrute de todos. Vieja aspiración que ya nos gustaría… No. Visitamos una nave en la que el material está resguardado de las inclemencias del tiempo, pero sin lujos, casi sin espacio, y por la que pudimos movernos para disfrute ferroviario y fotográfico. También pudimos conversar con responsable de la asociación, que nos explicaron sus cuitas para realizar su encomiable labor, en un país que tan poco respeto tiene por su pasado.
En cualquier caso, os dejo unas cuantas imágenes tomadas ese día, para que conozcáis un poco esta realidad y como agradecimiento a esta gente por su trabajo y por la oportunidad de compartirlo y comprenderlo durante un par de horas con ellos.

Los años de intemperie y descuido, el óxido, hace estragos en el material que tanto cuesta luego restaurar.

El material se alinea apretadamente entre las vías cubiertas por la nave para proteger de la intemperie.

La colección de furgones postales perfectamente restaurados es una de las partes de la colección que más gusta visitar.

La pieza que más me gusta a mí de la colección es la «Escatrón», una imponente 242 tanque, cuyas ruedas motrices apreciamos aquí.

Otro de los momentos que más disfruté fue cuando acompañado por un miembro de la asociación paseé por el interior de una imponente 4000, uno de cuyos potentes motores se aprecian en primer plano, apenas iluminado por la ventana lateral.

En este momento se nos explica la dificultad de conseguir piezas de repuesto, siendo necesario en ocasiones encargarlas para su fabricación artesanal, generalmente a empresas fuera del país.

Dos vehículos en marcha, el tractor de maniobras de la serie 10400 y la imponente locomotora eléctrica de la serie 7700.