Como de costumbre en los últimos tiempos, sigo prefiriendo las versiones originales subtituladas, porque respetan la obra original. Pero para quienes gustéis de sucedáneos, es posible ver esta película en la cartelera española bajo el título Tenemos que hablar de Kevin.
A priori, no tenía mucha intención de ver esta película dirigida por la escocesa Lynne Ramsay. Estas películas de niños raritos que amargan la vida de sus padres, muchas veces han acabado en tonterías sobrenaturales que me cargan un poco. Pero las críticas hacia esta película eran realmente buenas, el reparto interesante y las alternativas poco apetecibles. Así que a por ella.
Al principio del filme conocemos a Eva (Tilda Swinton), una mujer solitaria, que vive en una casita sencilla, con malas relaciones con sus vecinos, que le tiran pintura a la casa, le miran mal, e incluso le insultan y le agreden. Busca trabajo. Lo consigue como auxiliar administrativo en una agencia de viajes. En el proceso que lleva limpiar la pintura roja con la que han ensuciado la fachada de su casa, en una serie de flashbacks, conoceremos su historia anterior. Poseedora de una prestigiosa agencia de viajes y autora de libros sobre este tema, conoció, se enamoró y se casó con Franklin (John C. Reilly), con quien formó una familia aparentemente de ensueño. Pero desde el principio tuvo problemas para conectar con su hijo mayor Kevin (Jasper Newell, niño; Ezra Miller, adolescente). Un niño problemático que por un momento pareció sufrir autismo, luego mostró una inteligencia notable, especialmente para la lucha constante que sufrió con la madre. Y de niño problemático, a adolescente más inquietante todavía. Sabremos, porque la película nos lo cuenta pronto, que en el tiempo actual se encuentra en una carcel de alta seguridad, siendo visitado periódicamente por su madre, aunque no hablan prácticamente. Intuiremos que algo grave sucedió, y que Kevin tuvo mucho que ver.
No voy a decir que las premisas de inicio de la película sean originales. Pero quizá es importante que en esta ocasión no hay maldiciones, ni demonios, ni anticristos, ni fenómenos paranormales de ningún tipo. Estamos ante la historia, difícil e incómoda, de un niño sociópata y una madre que parece ser que es la única que lo ve venir. Con una realización austera, con un presupuesto evidentemente ajustado, sin embargo tenemos una producción de gran calidad en su factura, con una fotografía muy moderna, basada en grandes angulares que te acercan al personaje pero abriendo la perspectiva al entorno, en la que resaltan esos colores primarios, especialmente el rojo, muy saturados, en un entorno de tonos suaves, apagados. Y con una banda sonora, muy interesante. Realmente, en los aspectos técnicos y creativos, está muy conseguida.
Pero donde destaca especialmente el filme es en la excelente interpretación de su elenco, especialmente de madre e hijo. Tanto Swinton como los dos actores, el infantil y el adolescente, que dan vida a Kevin son la columna vertebral de esta película, que nos dejará un innegable desasosiego.
Es curioso. El desenlace de esta película lo ves venir. Supones de antemano que va a pasar. No creo que sea intención de la directora el ocultarlo. Te va dando todos los elementos, la afición deportiva del chaval, algunas escenas de los flashbacks, la soledad y el aislamiento actual de la protagonista, para que adivines el «final» con antelación. Pero no importa. Porque lo que importan en este interesante filme es el proceso. Y este está estupendamente contado. Una película de las que mejora conforme la vas recordando. Mi opinión en este momentos es mejor que cuando salí del cine. En estos momentos, la considero superior a varias de las que comenté en su momento como candidatas a los óscar. Donde no apareció. Muy recomendable. Salvo para mujeres que vayan o quieran tener un hijo. Pueden cambiar de idea.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ****
Recientemente, camino de ver una película que al final no vimos, llevaba mi Pentax K-x y tomé algunas imágenes del atardecer por el camino. Es curioso que en una serie en las escalinatas del Batallador del Parque Grande de Zaragoza, me aparecieran constantemente un tipo de naranja. Sólo recuerdo haberlo incluido voluntariamente en la toma en la última de ellas. ¿Será un fenómeno paranormal?

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