Es el último de estas minivacaciones por Italia que me he tomado en una semana tonta del mes de marzo. Tiene gracia que también es la primera entrada que escribo de este diario de viaje. Pero es que he pasado de actualizar el blog durante estos días. Así que iré colocando las fotos con mis andanzas en los días correspondientes conforme vaya «revelando» las fotos con el «desrawtizador», y las vaya colocando en Flickr. Así que efectivamente estoy ya en Zaragoza, en casa, de vuelta.
Pero esta última mañana ha dado tiempo ha dar una vuelta de tres horitas por la capital de la capital de la Emilia-Romagna. Y os lo cuento una vez más con fotos.

He empezado el paseo por la Piazza Maggiore, para ver los vistosos edificios de la plaza iluminados de otra forma. Es el primer día que veía el Palazzo Comunale iluminado por el sol. Pero la verdad es que la luz de la mañana, con el sol ya alto, no es el mejor momento del lugar.

También me he metido en la Basílica de San Petronio con toda la intención de burlar la prohibición de hacer fotos. Pero no he regulado correctamente los reglajes,... y ha quedado un poco movida. Es lo que pasa por ir de furtivo por la vida.

En la Via d'Azeglia he ido buscando los escaparates que colaboraban con la iniciativa "Vitrine in catastrofe", promocionando la obra de artistas adolescentes. Algunos no estaba mal,... otros...

En mi paseo he dado con la Biblioteca dell'Archiginnasio, que en el pasado fue sede de la Universidad de Bolonia, la que dicen es más antigua de Europa. Y bueno, no creo que la señal de "prohibidas las bicicletas" sea la más antigua de Europa, pero lo parece.

Sí que fue afamada la Universidad de Bolonia por ser la primera en contar con una sala de disección de cadáveres, práctica prohibida por sacrílega en el resto de Europa, por lo que atraía a quienes querían formarse como médicos.

Este encontronazo con lo universitario, me ha recordado que había una librería de las interesantes en la ciudad que no había visitado. Camino de la misma, los omnipresentes soportales de la ciudad, en este caso en Via Rizzoli, me han protegido del sol que empezaba a picar.

Por cierto, que entre que es sábado y que era por la mañana, no había prácticamente estudiantes por la Via Zamboni como otros días; alguno por ahí perdido.

La librería estaba cerrada. Paseo en balde. Así que me he ido a conocer el parque más céntrico de la ciudad, el Parco della Montagnola, que no es gran cosa, y cuyos árboles además todavía no se han recuperado de los rigores del invierno.

Saliendo ya del parque, tras pasar por un mercadillo al aire libre sin más interés, en Via Oberdan me he encontrado con una ventanita que da al Canale delle Moline, un canal, sin agua en este caso, escondido entre las casas de Bolonia.

Finalmente, camino de coger el autobús para volver al hotel a por el equipaje para ir al aeropuerto, me he encontrado con una callejón y lo que parecía la entrada a una recoleta capilla. Pues no, se trata de una entrada secundaria a la galería comercial Giovanni Acquaderni, con tiendas muy pijas, y cuya entrada principal afortunadamente daba a la parade del autobús que me interesaba en la mencionada Via Rizzoli. Y hasta aquí puedo contar.