Si habéis estado siguiendo este Cuaderno de Ruta, habréis comprobado que de vez en cuando aparecía alguna entrada con una fotografía y, ocasionalmente, algún brevísimo comentario. He estado fuera. Pasando el fin de semana en una casa de turismo rural en el valle del Baztán, con excursiones por la comarca y por el País Vasco francés. Hemos estado alojados en la Casa Indaburúa en Zuaztoi, un barrio de Azpilkueta. Un caserío colgada en la ladera de los suaves montes que configuran esta parte de los Pirineos.
No recorrimos mucho el valle, aunque sí que visitamos Arizkun, donde entablamos conversación con un curioso señor llamado Enrique, que había vivido dos años de pastor de ovejas en California durante su juventud, y que había pasado ciertas vicisitudes con una novia y un cura en las que no vamos a entrar.
Es cierto que el plato fuerte del fin de semana fue el sábado, y fue en Francia. En primer lugar nos dirigimos al tren de La Rhune, pequeña línea de tren de cremallera de poco más de cuatro kilómetros de longitud, con unas curiosas locomotoras por sus aparatosos pantógrafos, ya que se alimenta mediante corriente eléctrica trifásica.

Mientras estamos apartados a mitad de ascensión para permitir el cruce con el tren que baja, podemos apreciar el sistema de cremallera que permite a los pequeños trenes salvar las fuertes pendientes que no podrían subir por adherencia.

Las vistas desde el Col de la Rhune, que es frontera entre Francia y España, se extienden hasta el mar Cantábrico, donde domina la bahía de San Juan de Luz.
Tras la «aventura» ferroviaria, carretera y manta, en un momento nos plantamos en San Juan de Luz, bonita población playera del País Vasco francés, donde comimos y nos dimos, algunos al menos, un amplio paseo por la playa. Que no estaba muy concurrida por un inoportuno nublado.

A modo de Place du Tertre provinciana, la Place de Louis XIV de San Juan de Luz se llena de pintores que esperan vender sus obras a turistas y veraneantes.

Con un nubes, una brisilla fresca, y resaca en el mar, poca gente había por la playa de San Juan de Luz en condiciones de darse un remojón.

Luis XIV en la entrada del Hôtel de Ville de San Juan de Luz donde, siendo un sábado de primavera, se celebraban abundantes bodas.
El domingo estuvimos más perezosos, pero aun así nos dio tiempo a visitar la cueva de Zugarramurdi, donde presuntamente se reunían las brujas del lugar hace cuatrocientos años, y la gruta de Ikaburu o Urdax, formación kárstica, con sus estalactitas y sus estalagmitas. Quizá más interesante a priori esta última, lo ciertos es que el entorno de la de Zugarramurdi es muy bonito y agradable. Después ya, coche, y a Zaragoza de vuelta.