Una nueva tanda de finales de temporada. Tres. Lo que venga ya después serán cierres ocasionales de temporadas de las series con pocos episodios por temporada y que comenzaron su emisión a finales del invierno o a principios de primavera. De hecho, uno de los cierres de temporada es de esos. Pero los otros dos, son de los pesos pesados de la ficción seriada en la televisión estadounidense. Dos productos totalmente distintos pero de gran éxito.
Pero empecemos por lo más anecdótico.
Don’t Trust the B—- in Apartment 23 (temporada 1)
Por si a alguien no le queda claro b—- es bitch. Y se traduce por el calificativo cariñoso hacia mujeres que no nos caen bien del todo por su conducta, perra o zorra. Como para los americanos es una palabra mal sonante, pues no la ponen explícitamente en el título, aunque a nadie le queda duda de qué palabra es. Pura hipocresía.
Esto es una comedia de situación que estuve a punto de abandonar a la primera. Pero las comedias de situación son muy socorridas para rellenar un rato tonto. Y la seguí. Sus puntos claves son sus dos personajes claves y alguno de sus personajes secundarios. De sus personajes clave, la que podemos considerar protagonista por el número de minutos que aparece en pantalla es June (Dreama Walker), una pazguata, remilgada e histérica que fue el principal motivo para querer abandonar esta serie. Luego está la protagonista espiritual, Chloe (Krysten Ritter), que fe el motivo por el que persistí. Una individua sin escrúpulo alguno que se dedica a abusar de todo y de todos los que se encuentran alrededor y que permite a la anterior ser su compañera de piso. Es el personaje que da salero a la serie. Y luego está James Van Der Beek, el protagonista de Dawson’s Creek, que hace de sí mismo, pero como en un universo alternativo. Entre algunos detalles de Chloe y el surrealismo de las escenas de Van Der Beek salvan a la serie de ser del montón. Y lo que hará que después de esta breve temporada de siete capítulos, la siga viendo al año que viene. Salvo que humanicen a Chloe. Entonces irá a la basura, seguro.
Modern Family (temporada 3)
Desde el episodio piloto, esta comedia de situación es una de las absolutamente imprescindibles en mi cartelera televisiva. Con ese reparto coral en el que todo el mundo es protagonista en algún momento, y en el que todos demuestran estar a la altura, gracias a unos guionistas capaces de imaginar las mejores situaciones y los mejores diálogos. Qué se podría resaltar de esta temporada…
El fallido intento de Claire (Julie Bowen) de meterse en política para poner una señal de stop,…
La interacción fraternal entre Alex (Ariel Winter) y Haley (Sarah Hyland), cada vez más divertido, con aquel profético «algún día tus admiradores servirán el café a mis admiradores» de Alex a su hermana mayor,…
Luke (Nolan Gould) ese taruguillo demostrando que a su padre Phil (Ty Burrell) no hay quien le gane a tarugo. Que es el mayor tarugo del universo televisivo actual, con la única competencia de algún personaje de 30 Rock que son otra cosa,…
La frescura que una Lily (Aubrey Anderson-Emmons) más crecidita ha introducido al matrimonio de Cameron (Eric Stonestreet) y Mitchell (Jesse Tyler Ferguson),…
El tremendo cliffhanger que nos ha dejado en bandeja la divertidísima Gloria (Sofía Vergara), que nos va a dejar tremendos momentos en la próxima temporada…
Escoged lo que queráis. Esta comedia está un escalón por encima de todas las demás. Un gran escalón.
Revenge (temporada 1)
Si hubiese tenido que escribir esta reseña hace una semana, antes de ver el último capítulo de la temporada, el tono y el contenido de la misma habrían sido muy distintos. De hecho, para poder escribirla con coherencia, no me queda otra que desentrañar alguno de los elementos finales de ese final de temporada, así que como diría mi querida River Song,…
Hello sweeties! Spoilers!
Al principio de la temporada, este culebronazo me parecía la sucesora y la actualización del concepto que nos trajo en los años 80 Falcon Crest. Con dos novedades fundamentales. La producción de esta serie es de bastante buen nivel, alejada de ciertos tonos casposillos que acompañaban a aquel culebrón. El traslado de California a los Hamptons le ha sentado bien a la fórmula. La segunda, es que si en aquella la malicia, astucia e inteligencia de la Angela Channing (Jane Wyman), la reina absoluta de la serie, no tenían rival, en la actual a la «reina» Victoria (Madeleine Stowe) de los Hamptons, le aparece una contrincante, la joven Amanda Clarke/Emily Thorne (Emily VanCamp) que está claramente a su nivel.
Pero superado el inicio «procedimental» en el que cada episodio consistía en una demostración de las mañas vengativas de Emily contra uno de los que arruinaron la vida de su padre, pronto la trama se serializó, e inició una serie de arcos argumentales, unos más conseguidos y otros menos, pero que nos han mantenido pegados frente al televisor a pesar de la profunda sensación de guilty pleasure que nos produce un culebrón a estas alturas de la vida.
En una serie tan tramposa como esta, en la que los guionistas se sacan de la chistera constantemente los elementos que necesitan para que el enredo sea superior y mantener la tensión, no merece la pena analizar estos arcos argumentales. Que sean como quieran, lo importante es que nos diviertan. Bien es cierto que la mayor parte de los personajes son de tal cariz que merecen que los apiolen en un momento dado en otro. Pero no los que importan. Y hasta ahora los que importan eran Victoria, Amanda/Emily, y el Grayson por excelencia, Conrad (Henry Czerny). Tampoco hay que desdeñar el buen trabajo de un personaje secundario, el de Lydia (Amber Valletta), un guadiana que siempre ha aportado interés a la trama.
Pero en el cuarto de hora final, y al ritmo del Seven Devils de Florence + The Machine, nos han puesto la serie patas abajo. No ha habido un cliffhanger, no. Cuidado con lo que leéis a continuación.
Nos aparece la zarrapastrosa de la auténtica Emily (Margarita Levieva) preñada, supuestamente del soso de Jack (Nick Wechsler).
La insoportable de Charlotte (Christa B. Allen) se toma un bocadillo de pastillas al comprobar que es una cretina y que nadie le hace caso, como es normal, para desesperación de su padre que no es su padre.
Apiolan a Victoria y a Lydia en un accidente aéreo y, aunque está por ver si es así, esto supone un cambio de reglas tremendo. Sobre todo porque la presencia de Madeleine Stowe era uno de los puntos más fuertes de la serie.
Una desesperada Amanda/Emily que se había ido calmando en sus deseos vengativos, ve como todo el plan se desmonta, y encima se entera de que su madre está viva y puede ser responsable de muchas de estas cosas. Esto puede ser indicativo claro de que la Stowe está fuera y nos van a traer a otro mala de nivel.
En cualquier cosa, con sus tremendos defectos y sus no pocos aciertos, nada me impedirá comenzar a ver la segunda temporada de este guilty pleasure hasta comprobar que derroteros toma. Porque está por ver si puede sobrevivir a determinados cambios o si puede mantener el ritmo y tensión de la primera temporada.