Poco antes de salir de viaje hacia China en mis dos semanas de vacaciones de final de primavera, se conocía en la prensa que el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019 se concedía a Siri Hustvedt. No soy muy dado a interesarme por estos premios que otorgan fundaciones a través de prestigiosos jurados y esas cosas. Suelo dar más importancia o me interesan más aquellos premios en los que los premiados son elegidos entre sus pares. No es que esta fórmula carezca de vicios, véase los Oscar; pero bueno,… nunca se conocerá la naturaleza de cómo un jurado «de prestigio» delibera, y que razonamientos se exponen. En un premio como el Princesa de Asturias, uno sospecha lo políticamente correcto juega un papel muy importante sobre la calidad o las cualidades de los candidatos. Pero qué queréis que os diga, me alegro que se lo hayan dado a Hustvedt.
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Conocida por muchos… en realidad en este país es conocida por pocos. Pero, de esos pocos, muchos la conocen más por ser la segunda esposa de Paul Auster que por sus méritos propios. Que no son pocos. Yo la conocí a propósito de la literatura. Y en aquel momento, yo no sabía quién era su conyuge. La editorial La Fábrica publicó una breve colección, una pena que ya no siguiera sacando más títulos, en la que unía relatos literarios de buen nivel con las fotografías de fotógrafos también de gran calidad. Y uno de ellos unía a Hustvedt y al iraní Reza en un estupendo libro de relatos en torno a la figura de Simbad el marino.
Para celebrar el premio, decidí adquirir este «verano sin hombres», que iba a ser mi lectura durante el viaje a China. En él, una mujer, poetisa, en sus cincuentaytantos se refugia en su ciudad de origen, donde vive su anciana madre, después de una ruptura con su marido, que se ha liado con otra mujer más joven, lo cual desencadena un episodio de trastorno psicótico breve que la lleva a un hospital. Recuperado del cual, durante un verano, antes de reincorporarse a su trabajo académico, se refugia como decimos en la localidad de origen. Allí, reflexionará sobre su vida, se relacionará con su madre y su grupo de ancianas amigas, y dará clases de poesía a un grupito de treceañeras, que llevan sus conflictos inter e intrapersonales a cuestas.
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En su conjunto, Hustvedt nos plantea su visión de la vida de la mujer, desde que sale de la niñez y se tiene que enfrentar a la sociedad y a las relaciones interpersonales por primera vez, sometida a tensiones (trata bastante el tema de abuso entre adolescentes) hasta la vejez, el miedo a la pérdida de la autonomía personal y a la muerte. A no ser. También cómo las convenciones sociales han condicionado tradicionalmente las vidas de las mujeres, forzándolas incluso a vivir una doble vida; una pública, de acuerdo a la moral dominante, y una privada, de acuerdo con los propios valores y creencias. Una reflexión que evita los tópicos de este tipo de situaciones, frecuentemente vistos en otras obras literarias y en el cine, para ir a una visión feminista pero no carente de autocrítica hacia el propio género femenino.
No está mal el libro. Tengo la sensación de que no es su obra más conseguida, de hecho ya tengo otra en espera que me despierta más expectativas. Pero está bien. Es recomendable. Se lee bien, teniendo una escritura y un planteamiento cuidados, y sabe evitar una linealidad monótona en el desarrollo de una historia, que no es una tanto una historia en sí misma como un corte en el tiempo, un segmento en la vida de una mujer que le sirve de recapitulación de lo que ha sido hasta ese momento y de lo que puede ser en un futuro. Con un aire de optimismo general hacia las capacidades de las mujeres, representado en lo que ha sido la madre y su grupo de amigas, como en la energía vita de la hija.
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