[Televisión] Cosas de series; adiós a las «chicas» de Nueva York

Televisión

A partir de hoy paso durante unos días al modo «solo fotos», y tenía dudas si esta última entrada en unos días con texto iba a ser «libro» o «tele». Al final, dado que recientemente he terminado de ver la última temporada de Girls, una serie que ha recibido mucha atención mediática, me he decantado por esta última opción.

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Inevitablemente, nos vamos a Nueva York, la otra «chica» protagonista de la serie. En una serie de fotografías al ocaso, para sintonizar con el tono de despedida de la entrada.

Durante seis temporadas de unos 10 o 12 episodios de media hora, a veces más, hemos tenido con nosotros las andanzas de Hanna Horvath (Lena Dunham) y sus amigas, un grupo de veinteañeras que acababan de terminar sus estudios universitarios cuando las conocimos, y se tienen que enfrentar a la difícil tarea de ser «adultas». En una sociedad en la que los comportamientos adolescentes se prolongan durante décadas. Donde nadie parece especialmente entusiasmado por madurar y tomar la responsabilidad de su propia vida. Así por lo menos entendí yo la tesis de partida que planteaba la creadora y protagonista de la serie. Por supuesto, desde el punto de vista de las mujeres, de las chicas jóvenes que tarde o temprano tendrá que asumir, de mala gana, que alguien les llame «ma’am»…. «señora».

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Entrar ahora a analizar con detalle lo que ha sido la serie se pasa de las aspiraciones de este Cuaderno de ruta. Es una serie con muchas capas, con muchos temas flotando en el ambiente, además del principal que ya he planteado. No cometeré el error de compararla con Sex in the City (Sexo en Nueva York), serie que afectaba a mujeres al menos una década mayores que las «chicas» y que desde mi punto de vista tenía un punto de vista mucho más frívolo. Aunque es cierto que también incidía sobre el comportamiento de «adolescentes» que parece que nos acompaña hoy en día durante décadas. Incluso si ese no era el propósito de la serie; o sí. Sólo vi una temporada y me cansé. Creo que Dunham ha pretendido hacer una serie mucho más comprometida con el feminismo y con la reivindicación de las mujeres que aquella. Que siempre me pareció que tenia un tufillo machista por detrás. Aunque es cierto que Dunham no se para en mientes a la hora de criticar las propias actitudes de las «chicas», muchas veces las principales enemigas de sí mismas.

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En cualquier caso, he de reconocer una serie de cuestiones. Ni por edad, ni por sexo, ni por origen geográfica me he sentido fuertemente implicado en la serie, que siempre he visto con una cierta distancia emocional. Eso hizo en su momento, tras la primera temporada, que me plantease abandonarla. Pero al final no lo hice. ¿Por qué? Por la expectativa de ver maravillosos episodios o momentos de excelente cine/televisión en cualquier momento. Es un poco como en Mad Men. Aquella, aunque excelente en su conjunto, tenía sus episodios mejores y peores. Pero en todos ellos tenías las escenas, la secuencia, que te dejaban pegado al sillón, y que estabas esperando cada vez que empezaba el episodio. Con las «chicas», mis expectativas no han sido tan altas, pero también he estado esperando a los magníficos episodios que de vez en cuando. Por poner un ejemplo, el estupendo, profundo, y cínico, mano a mano que Dunham y Matthew Rhys nos ofrecieron en el tercer episodio de esta sexta y última temporada.

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Siempre hay un debate cuando termina una serie sobre su final. A mi me parecen vacuos estos debates. En el medio televisivo, no me parece oportuno, ni justo, juzgar una producción que dura años por la última hora de emisión. La sexta temporada ha sido una temporada de cierre. Donde se han cerrado conflictos, y se ha mandado a cada chica por su lado. Y se ha buscado un hilo conductor para este final, que no mencionaré, para que no pille avisados a quienes la vean. Decir sin embargo que de todas las «chicas» el final más triste ha sido el Marnie (Allison Williams), la guapa del grupo, que ni siquiera he entendido muy bien a la hora de tomar sus decisiones finales en la serie.

Pero bueno, ahí queda esta serie. Ahora ya no tiene vida propia. Ahora que está terminada, tiene la vida que le quieran dar sus espectadores. Y esa puede ser mucha todavía.

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[Cine] Kazoku wa Tsurai yo (家族はつらいよ) (2016)

Cine

Kazoku wa Tsurai yo (家族はつらいよ) (2016; 212017-1505)

Después de una semana cinematográficamente en blanco, en lo que se refiere a acudir a la salas de cine, gracias a la «fiesta del cine» que deja la cartelera hecha un erial, volvemos para ver una película que nos llama la atención por sus circunstancias. La película la han titulado en las versiones dobladas al castellano Maravillosa familia de Tokio, traducción modificadadel título «internacional», o sea en inglés, What a Wonderful Family! Me explico.

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Lógicamente, nos vamos a Tokio con las fotografías, pero no a lugares o gentes llamativos, sino a la gente corriente, que es de lo que va la película de hoy.

Hace unos años, no muchos, el director Yōji Yamada, nos presentó bajo el título Tōkyō Kazoku (東京家族) (Una familia de Tokio), que fuimos a ver, una nueva versión de un clásico del cine japonés, un imprescindible como es Tōkyō Monogatari (東京物語) (Cuentos de Tokio) de Yasujirô Ozu. Como digo, esta última, una película de 1953, es una película imprescindible, un verdadero tratado de cine, especialmente de cómo romper muchas de las normas escritas o no escritas de cómo hacer una película y hacer una obra maestra. Una película que te llega a lo más profundo del corazón y que te asombra como aficionado al cine en cada fotograma. La versión de Yamada, en la que actualizando al color y a los tiempos modernos, intentó reproducir el cine del maestro Ozu, pero no lo consiguió más que hasta cierto punto. Siendo una película perfectamente visible, de esta serie de películas que nos están llegando desde Japón, preocupadas fundamentalmente por las relaciones de familia.

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El caso es que Yamada ha cogido al mismo reparto que en 2013, exactamente el mismo, con roles muy similares, y nos ha retratado otra familia tokiota en tono de humor. Como digo, los dos abuelos son los mismos, los hijos e hija con sus consortes o novia son los mismos, y los dos nietos también. Pero es otra familia. Un en la que la abuela, tras cuarenta y cinco años de matrimonio, el día de su cumpleaños, que a su marido le ha pasado desapercibido, le dice al despreocupado setentón, aficionado al sake en su jubilación, que si le quiere hacer un regalo, que le dé el divorcio. Y aquí se monta el lío, con unos hijos que no se coscan de nada y que viven con sus propios problemas, en ocasiones reproduciendo los roles de sus mayores, aun en la moderna sociedad tokiota.

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El estilo de dirección de Yamada es similar al que ya vimos en la película del 2013, imitando a Ozu, con planos bajos, estáticos, o muy ligeramente dinámicos, pero el tono es mucho más informal, con un tono básicamente de comedia, con alguna escena dramática aquí y allá. No niega que sigue estando basada en la los cuentos de Tokio originales, y el esquema de la película sigue fiel, aunque cambios de dirección en determinados momentos. Hasta tal punto está clara la influencia, que en un momento dado, clave, se hace una referencia explícita a una de las escenas más hermosas de Tōkyō Monogatari.

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Las interpretaciones están bien, especialmente por parte del cascarrabias protagonista, Shuzo (Isao Hashizume), la sobriedad de su esposa, Tomiko (Kazuko Yoshiyuki), y te sigues enamorando igualmente de la novia del hijo más joven, Noriko (Yū Aoi). Curiosamente, aunque el apellido de la familia ha cambiado con respecto a la película de 2013, muchos nombres se conserva, y en el caso de esta última se conserva íntegro nombre y apellido, como si fuera una versión de la misma persona en un universo paralelo.

Por si a alguien le interesa, la traducción del título original no tiene nada que ver con irónicas «maravillas» sino que directamente viene a decir que «la familia es un dolor». No está al nivel de sus referencias anteriores, desde luego está muy lejos de la maravillosa película de Ozu, pero es una película buenrollista, bien interpretada, que se ven con ganas y que tiene un tono admisible para cualquier cultura, no es demasiado específica de Japón. Una historia similar se podría plantear en nuestro país. Se deja ver.

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Por cierto, en Japón ya se va a estrenar una segunda parte… que incluso está mejor valorada que esta primera por el público votante en IMDb,… que de momento son 12 personas. De algún pase privado, o para la prensa.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

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[Fotos] Recomendaciones semanales – del 7 al 15 de mayo de 2017 – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

Aunque sea en un día no habitual, un lunes en lugar del domingo anterior, no quiero dejar pasar mis recomendaciones sobre fotografía, habituales en mis fines de semana. Más cuando el próximo domingo no podré escribir esta sección habitual. Sólo estará activo mi Cuaderno de ruta, y en modo sólo fotos. Los habituales del Cuaderno de ruta ya imaginarán lo que significa. Nada malo, eso seguro. Las fotos acompañantes, paseos al atardecer por la Zaragoza periurbana y más verde, con película Fujicolor C200, una de las más baratas que se pueden comprar, si no es la más barata. Y que no va nada mal, si sabes elegir la luz adecuada, especialmente.

Origen: Recomendaciones semanales – del 7 al 15 de mayo de 2017 – Fotografía y otras artes visuales.

[Fotos] Dobles exposiciones sobre película tradicional – Fotografía y otras artes visuales

Fotografía

Replico el artículo que he publicado en mi sitio dedicado a la fotografía y otras artes visuales.

Origen: Dobles exposiciones sobre película tradicional – Fotografía y otras artes visuales.

Hoy tengo poco tiempo para escribir, pero quería aprovechar para comentar que estoy interesado en los últimos tiempos en las dobles exposiciones. Especialmente desde la charla organizada por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) en la que Fernando Roldán nos habló mucho de ellas, y de lo que hacen en su grupo, The Tank. Nos enseño mucho de su trabajo y nos sirvió de inspiración.

Hasta ahora, había hecho pocas dobles exposiciones, muchas veces más fruto del azar, cuando uso cámaras antiguas que no tienen mecanismos de prevención para evitarlas. Y si se te olvida pasar el fotograma… Aunque alguna sí que es intencional. Casi siempre en blanco y negro. 

Recientemente, por lo tanto, de forma muy tranquila y pensada, he empezado a hacer algunas dobles exposiciones pensándolas previamente. Para ello he «rescatado» la Canon EOS 100 que tiene un sistema relativamente sencillo para hacer exposiciones múltiples, hasta 9 sobre un mismo fotograma. Yo no he hecho más de dos. En principio, he hecho dobles exposiciones falsamente simétricas. En la que una misma escena aparece duplicada en el mismo fotograma, pero invertida. Ahora las veréis. Menos una que tiene una concepción totalmente distinta. Pero aquí ya no hay intervención del azar. La película utilizada es la sencilla, barata, pero eficaz, Fujicolor C200.