Ultimátum a la Tierra (1951)

Cine

Ultimátum a la Tierra (The Day The Earth Stood Still, 1951), 8 de diciembre de 2008.

Klaatu Barada Nikto

Si alguien quiere presumir de «friqui», y quiere ser algo más original que los «trekies» que saben hablar «klingon», nada como repetir la frase anterior y dar una conferencia espontánea sobre su significado. Es una de las frases que viene en la película que hoy voy a comentar y que tuve la oportunidad de ver de nuevo hace una semana en el mi ordenador portatil, camino de París.

The Day The Earth Stood Still

Ultimátum a la Tierra en el TGV con destino París-Montparnasse - Panasonic Lumix LX3

¿Y a qué fin viene lo de comentar esta película, que ni siquiera he visto en pantalla grande? Pues a que un día de estos, más pronto que tarde me iré a ver la nueva versión, con la que es muy probable que me acabe llevando un berrinche. Pero para entender el berrinche, hay que saber qué opino de la versión original.

El filme, dirigido por Robert Wise, habría que encuadrarlo dentro de la serie B. La serie B, pese a lo que muchos crean, no implicaba malas películas, sino presupuestos bajos. No había dinero para grandes directores, ni para grandes estrellas, ni para grandes escenarios. Ni mucho menos para efectos especiales que en aquellos momentos no estaban de moda, como desgraciadamente sucede ahora. Pero las historias podían ser interesantes e incluso buenas, y la factura correcta.

En este caso, como sucedió en otras películas de ciencia ficción de la época, se jugaba con el miedo a la guerra nuclear. En 1951, apenas estaba empezando la carrera armamentística nuclear, y faltaba aún algo de tiempo para que la guerra fría estuviera en su apogeo. Pero ya hubo quien vio los peligros de la situación, y con altas dosis de ingenuidad, nos ofrecieron esta historia en la que un extraterrestre (Michael Rennie), que recorre 250 millones de millas para llegar a la Tierra (debía de proceder de una asteroide o algo así; como cerca de Marte según su posición orbital), llega para advertirnos de los peligros de la belicosa actitud de los seres humanos, y para darnos una lección, acompañado de Gort, un antepasado de Robocop a escala sideral. En sus andanzas por nuestro planeta, por Washington DC para ser más exactos, recibe la ayuda de una viuda de guerra (Patricia Neal) y su hijo. Nada de tensión sexual. Todo casto y puro.

La película tiene una clara moralina. Se defienden una serie de valores tradicionales, y se critica la actitud de políticos y militares que actúan de forma egoista poniendo en peligro al conjunto de la humanidad por cuestiones de interés propio o baladíes. Es muy ingenua. Pero la película es ágil. La historia es pequeña pero bien adaptada a un largometraje de 90 minutos de duración. No te aburres nada. En general, es una película honesta, aunque determinadas cuestiones levanten una sonrisa condescendiente al ciudadano actual. No es una gran superproducción, pero se puede ver, especialmente si eres aficionado a la ciencia ficción.

Los efectos especiales son absolutamente rudimentarios. Se reducen al platillo volante y al robot Gort. Desde luego, para los parámetros de hoy en día, resultan como de juguete. Pero no importa, porque están al servicio de la historia que es en lo que te fijas y no al revés.

En resumen, una película artesanal, digna, que ha pasado a la historia del cine como un producto razonablemente bueno dentro de sus pretensiones. Yo le pongo un siete, con la misma nota en dirección e interpretación.

Veremos qué pasa con la nueva versión, que ya la semana pasada pude ver anunciada por París por todos los lados y que ya está estrenada en nuestro país.

Metro Père Lachaise

Metro Père Lachaise, París - Panasonic Lumix LX3

El mundo de hoy cuando imaginamos el de dentro de 1000 años: Futurama

Televisión

El verano zaragozano es propicio para hacer actividades domésticas, especialmente si disfrutas de aire condicionado en casa. En Zaragoza, en verano, hace calor. Incluso mucho calor. No es que este año haya sido especialmente agresivo, ha sido normal. Es decir, insisto, hace calor.

Con esta cuestión en consideración, llevo un par de años que aprovecho el verano para rescatar productos televisivos que en su momento me pasaron desapercibidos, o que por las características de su emisión, sencillamente no me vino bien verlos. Este año le ha tocado a Futurama.

Producto del creador de Los Simpson, Matt Groening, narra las aventuras de un grupo de personajes, humanos, mutantes, alienígenas y robots, en torno a Fry, el personaje central, un joven e inadaptado repartidor de pizzas del año 2000, que es crionizado por error (o quizá no, el que se quiera enterar que vea la serie), volviendo a la vida en el año 3000. Se emitió entre los años 1999 y 2003, aunque en la actualidad se están realizando largometrajes para televisión con el mismo entorno y personajes.

La base de la teleserie es la utilización del futuro para realizar un conjunto de críticas mordaces a la socidad actual, especialmente a la sociedad norteamericana. El consumismo, la política, las relaciones familiares, las relaciones de pareja, el racismo, la religión, la fama… no deja títere con cabeza. Fry es el antihéroe por el excelencia; mediocre, débil tanto en lo físico como en la personalidad, dependiente de los demás. Sus soportes principales son Bender, un robot que ejerce el papel de pícaro por excelencia, el lado negativo pero simpático, y Leela, una guapa mutante con un solo ojo, con quien surgirá la inevitable tensión sexual, y que a la vez representa lo más cercano a la ética y la integridad personal. A su alrededor, el resto de los empleados del Planet Express, empresa de mensajería espacial, y una serie de personajes recurrentes, algunos realmente divertidos. Mis favoritos son Amy Wong, Nibbler y las amazonas gigantes que ejecutan a los hombres haciéndoles «snu-snu«.

Otra carácterística notable de la serie es su elevado índice de «geek-ismo«. Por un lado, son continuas las referencias a aspectos científicos, especialmente de las matemáticas y de la física moderna que aparecen continuamente en los diversos episodios. Universos paralelos, códigos binarios, la teoría de la relatividad, juegos numéricos diversos,… incluso se han dedicado páginas en internet y trabajos científicos a este aspecto de la serie. Por otro lado, los guiños al cine o al cómic de ciencia ficción son constantes, y hay que estar muy puestos para pillar todas las referencias. Las referencias a Star Wars, los alienígenas de Roswell, Star Trek, Forbidden Planet y muchas otras están a la orden del día. Lo dicho, la delicia de un buen geek.

Dicho lo cual, la serie es muy recomendable. Es muy divertida y es mordaz sin caer en ningún momento en el chabacanismo o en el mal gusto. Ha sido una buena forma de pasar las calurosas horas de las tardes de verano. La recomendación no se puede extender a los largometrajes más actuales. Los 90 minutos de duración son más exigentes desde el punto de vista del guion que los ágiles episodios de 22 minutos de la serie, y no se ha conseguido acercarse al elevado listón del producto original. Así que son prescindibles, salvo para fanáticos de la serie.

Quizá nuestros descendientes del siglo XXX conserven todavía algunos de los objetos en los museos de los museos de la técnica del siglo XX, como los aeroplanos del Deutsche Museum de Munich.

Deutsche Museum, veleros y otros aeroplanos

(Pentax K10D; SMC-DA 21/3,2)

Lecturas de vacaciones; algo serio y algo «menos serio»

Literatura

Siempre las vacaciones son un buen momento para leer. Incluso cuando uno se va de viaje con el correspondiente ajetreo de los desplazamientos y las visitas, es posible encontrar momentos para enfrascarse en la lectura de buenos libros.

Es mi costumbre llevarme dos libros a los viajes, en formato de bolsillo, y al menos uno de ellos procuro que esté relacionado de alguna forma, directa o indirectamente, con el destino del viaje. Con esta filosofía, a mi reciente viaje por Munich y alrededores me he llevado un clásico del siglo XX de la literatura alemana. No es otro que Sin novedad en el frente de Erich Maria Remarque. Como segunda opción, he optado por algo menos trascendente, en concreto El restaurante del fin del mundo de Douglas Adams.

Hacía tiempo que quería leer algo de Remarque, de quien conocía su obra por las adaptaciones al cine de algunas de sus novelas. En concreto, la interesante Tiempo de amar, tiempo de morir (el título original de la novela es Tiempo de vivir, tiempo de morir, pero ya se sabe que las cosas del cine…), la floja adaptación Arco de triunfo, y la más que interesante y temprana adaptación Sin novedad en el frente. Me encontré en una librería una versión de bolsillo de esta última novela, y me dije… «para el viaje a Munich».

No diré otra cosa más que me la merendé en el viaje de ida. En un día. Es una novela poco extensa, que con gran acierto va narrando diversos episodios en la vida de un soldado reservista alemán de apenas 20 años cuando comienza el relato, durante la Primera Guerra Mundial. El estilo es directo y claro tanto en la narración de la acción como en las descripciones de las personas y los ambientes. Pero sobretodo, es claro y directo en sus opiniones y en sus sentimientos puestos en boca del soldado protagonista. Remarque participó también como soldado en esa contienda, y se ve que sabe de lo que escribe. La novela es una de las piezas fundamentales de la literatura antibelicista, ya que expone sin ambages el sinsentido de la guerra. Pero también es una obrá básicamente antimilitarista, al describir la deshumanización y la alienación del soldado en una estructura, la militar, donde todo lleva a la eliminación de la personalidad del individuo que si no no podría enfrentar la idea de la muerte en un acto tan absurdo e irracional como la guerra. Después de leerlo, creo que es un imprescindible. Absolutamente recomendable.

El otro libro, al que le dediqué algunos ratos esporádicos del resto de las vacaciones, es la continuación de la acción narrada en La guía del autoestopista galáctico. No sé muy bien porque la elegi, porque la obra original que continúa me divirtió pero no me entusiasmó. Siempre he bordeado el friquismo en los temas de ciencia ficción, pero siempre he conservado un punto de escepticismo y de racionalidad que me ha impedido caer en «el vicio». Reconozco que el cachondeo sobre los vogones, el 42, o el campo de improbabilidad me divierten mucho… y que quedé enamorado de Trillian en su adaptación cinematográfica… pero, tampoco esta novela nunca me pareció para tanto (la película me parece incluso bastante fallida).

La cuestión es que, tal vez por las bajas expectativas, esta continuación me ha parecido divertida y entretenida. No entraré en mucho detalle. Humor absurdo basado sobre diversas teorías científicas reales o hipotéticas, que sirve al interés del autor por criticar los comportamientos más estandarizados de la especie humana, y en especial de eso que se ha dado en llamar «la clase media». Bueno. Para los que gusten de un poco de ciencia ficción entretenida, recomendable. Los que no, que lean otra cosa.

La imagen de hoy, una belicosa escultura en la Frauenkirche de Munich, Alemania.

Frauenkirche

(Pentax K10D, SMC-DA 40/2,8)

El incidente (2008)

Cine

El incidente (The Happening, 2008), 2 de agosto de 2008.

Extraña sesión de cine. Por varios motivos. Primero, porque me habían dicho que la película podía ser de miedo, que en el cine actual suele querer decir de sustos. Y no me gustan. Me lo paso mal cuando me sobresalto. Segundo, porque hacía mucho tiempo que no iba al cine un sábado por la tarde. Si ya normalmente el público de Zaragoza es comilón y hablador en las salas de cine, ruidoso en una palabra; lo de los sábados puede ser insufrible. Y así fue. Tercero, porque me había propuesto NO ir a ver esta película ante la avanlancha de malas críticas. El cine de M. Night Shyamalan me produce sensaciones muy contrapuestas, habiendo películas que me han gustado, sin llegar al entusiasmo, mientras que otras me han aburrido o me han desagradado. Y no necesariamente en el mismo sentido que la mayoría del público.

Bueno, pues dos de tres. La única de las condiciones a priori que no se cumplió fue la primera. No te asustas nada. De hecho, todo el es tan plano, desde la sucesión de acontecimientos a las interpretaciones de los actores y actrices que llega un momento que te importa un rábano lo que sucede o lo que les sucede a los personajes. He leído en algún sitio que la película tiene un cierto tufillo a las películas de fantasía o ciencia ficción de la serie B de los años 50. Puede, en algunas cuestiones. Pero aquellos filmes, en su limitación de medios, tenían una mezcla de imaginación para salvar los obstáculos derivados del limitado presupuesto y de ingenuidad en los planteamientos que las hacen muy simpáticas. Aquí no hay nada.

Evidentemente, no soy tan superficial como muchos críticos o espectadores que se sienten defraudados ante la naturaleza del macguffin que provoca la situación de la película y su desenlance. Pero para ellos si no han entendido que la naturaleza del macguffin es secundaria. Lo importante es la naturaleza de las emociones que produce en los personajes y como estas se trasladan al espectador. Y la angustia que deberíamos sentir, no la sentimos. Debieramos tener miedo. Ante una muerte cuya naturaleza conocemos pronto, terrible, sin monstruos o sustos por el miedo, autoinfligida. Pero no tenemos miedo. Los cadáveres nos dejan fríos. Y el final, que hace que el argumento tenga un carácter cíclico, no nos aterra. Nos deja con la sensación de que menos mal que no tenemos que volver a aburrirnos. Que nos vamos a bebernos unas cervecitas y a olvidarnos de la cuestión.

La interpretación no puede con el planteamiento de la película. El peso principal lo lleva Mark Wahlberg, que no consigue apañar los fallos del filme. Es un actor relativamente inexpresivo; lo cual no es malo en determinados filmes, pero muy inadecuado en un largometraje que debería trasmitirnos sensaciones y sentimientos. La acompañante, la guapa Zooey Deschanel, tiene un papel mal definido. Se supone que es un personaje en crisis, especialmente en su matrimonio, pero no nos creemos nada, no nos transmite nada. Hay niña, pero esta vez no roba la película. Otros actores, como el interesante John Leguizamo, tienen un papel demasiado limitado para influir en el resultado final del filme.

En resumen, una película fallida. Técnicamente, correctamente realizada, pero que fracasa en el objetivo de transmitirnos la angustia y los miedos que debería transmitir. Un cinco y va que chuta, con otro cinco en la dirección y un seis en la interpretación.

Buena parte del filme transcurre en la campiña de Pensilvania. La foto de hoy, no pertenece a esa commonwealth norteamericana, sino a la campiña en los alrededores de Almudévar, Huesca.

Casita en la Violada

(Canon Digital Ixus 860 IS)

Lecturas de vacaciones – Ciberiada y Una mujer en Berlín

Literatura

Terminan hoy mis vacaciones. La primera y más sustanciosa parte de ellas. Tres semanas repartidas en dos tercios de viaje y un tercio de asuntos domésticos y dolce far niente. La vida contemplativa. Qué bien viene de vez en cuando. Y con la vida contemplativa, la ocasión de leer de forma más reposada.

En estas vacaciones han caídos dos libros; Ciberíada de Stanisław Lem y el anónimo Una mujer en Berlín. Dos libros muy distintos en el género, en el fondo y en la forma.

El primero de ellos me lo llevé de viaje a Polonia. Tengo la costumbre de intentar que la lectura que me llevo a los viajes tenga que ver de una forma u otra con el lugar donde viajo. Y en esta ocasión, la elección recayó sobre Ciberíada, una de las obras más conocidas del más famoso escritor polaco de ciencia ficción, Stanisław Lem. Nos cuenta las aventuras de Trurl y Klapaucio, dos constructores que van recorriendo la galaxia ofreciendo sus servicios por doquier, y metiéndose en unos líos considerables de los que siempre salen más o menos airosos. No es ciencia ficción dura. No hay una plausibilidad científica en las cosas que suceden, aunque refleja un notable interés por la revolución cibernética que el autor supone con buen criterio que está a punto de producirse. El libro, por ponernos en situación, es de 1967, momento en el que todavía no se había desarrollado como hasta el momento el mundo de los ordenadores. También es un libro que reflexiona sobre las virtudes y los defectos del ser humano, y especialmente sobre la búsqueda de la felicidad, eso sí, por medios bastante extravagantes. Es un libro entretenido, siempre y cuando estés dispuesto a admitir variantes imaginativas sobre los trillados caminos de la ciencia ficción.

El segundo libro lo he leído en la última semana. La verdad es que me ha durado poco. Me enganchó. Lo cogí con interés. Una mujer en Berlín es un diario autobiográfico escrito por una editora y periodista alemana entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945 en Berlín, durante la invasión soviética de la capital alemana y las semanas que siguieron al götterdämmerung nazi. El libro se publicó de forma anónima, ya que una de las cuestiones que más marca el contenido del diario es las violaciones repetidas que sufrieron las mujeres alemanas por parte de los soldados del ejército soviético. Entre las mujeres violadas en repetidas ocasiones, la propia autora del libro. Sin embargo, a pesar de la barbarie que nos cuenta, el estilo de la redacción consigue mantenerse relativamente frío. Muy descriptivo. Y evidentemente, la autora se pone de parte de las mujeres que en su conjunto quedan definidas como las auténticas heroínas en la demencia de la guerra. No obstante, permanecer en consideraciones sobre el aspecto más morboso del relato no nos debe confundir. El diario es un estupendo relato de un ambiente y de unos hechos que quizá no han sido contados y difundidos lo suficiente. El miedo a morir, el miedo al hambre, el miedo al otro; todo ello mezclado con ejemplos de solidaridad ciega o interesada. No hay reflexiones de naturaleza política. La autora, que claramente no pertenece al partido nacionalsocialista, no define con claridad su posición política. Simplemente, se limita a ser una observadora de una realidad. La escritura del diario, casi con toda seguridad, le sirve también como escape a la barbarie que la rodea. En general, me parece un libro recomendable.

Con posterioridad a su lectura, he averiguado que la segunda edición en Alemania, de la que es traducción la que yo he leído, sólo se produjo tras la muerte de la autora, que ante la frialdad y las críticas negativas que recibió en su primera edición en los años 50, se negó a que se volviera a publicar en vida. En la actualidad, el libro parece haber tenido una acogida mucho mejor, probablemente porque la distancia sobre los hechos acontecidos, el progresivo mejor papel de la mujer en la sociedad y el cambio en las condiciones políticas lo han permitido. Incluso conocemos ya quién fue la autora. Y como no creo que nada de lo que narra sea un oprobio para su honor, todo lo contrario, diremos quién fue. La periodista alemana Marta Hillers.

Al igual que Berlín quedó destruida por la guerra, también lo fueron muchas de las ciudades que he visitado en mis vacaciones. Afortunadamente, se ha reconstruido con fidelidad partes de sus cascos históricos, para que podamos disfrutar de cómo fueron. Como el bello Rynek de Wrocław, durante la guerra la alemana Breslau, totalmente destruida en los últimos meses del conflicto bélico. Fue una de las últimas ciudades alemanas en rendirse; lo hizo seis días después que Berlín, y sólo un día antes de la rendición incondicional alemana. Alguna de las personas que salen en el libro son refugiados de la región de Silesia, donde se encuentra esta hermosa ciudad.

Rynek - Wroclaw

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)

‘Mid-season finale’ para Galactica… odio a muerte a los productores de esta serie

Televisión

La semana pasada hacía un repaso a las temporadas de las teleseries más destacadas en el último año, y dejaba para más tarde un comentario para la temporada de Battlestar Galactica. Llegué tarde a la versión ‘reimaginada’ del «clásico» de los años 70. Esto tiene un motivo muy claro. La primera versión de la historia siempre me pareció una secuela extremadamente casposa del estilo que inauguró La Guerra de las Galaxias. Siempre he sido un seguidor crítico de la ciencia ficción, tanto literaria como cinematográfica. El calificativo ‘crítico’ que he utilizado me ha impedido caer en el ‘friquismo’; cualquier cosa no me vale, ha de haber una calidad. Pero he aquí que este ‘reimaginación’ del universo de Galactica ha mostrado desde el principio una calidad tanto en la factura técnica como en la acción dramática poco usual en este tipo de producción. He incluso en el aspecto interpretativo, tradicionalmente uno de los más flojos en estos productos televisivo, podemos encontrar sus virtudes. No de forma generalizada pero las encontramos.

Hace algo más de un año, se nos anunción que tras la miniserie inicial y tras las tres primeras temporadas, la serie no constaría más que de una cuarta temporada más, antes de la cual se realizaría un largometraje para televisión que permitiese mantener a los aficionados entretenidos. Después se nos informó que la cuarta temporada se dividiría por la mitad en dos años consecutivos. Vamos… que había que estirar la gallina de los huevos de oro de SciFi, sin gastar demasiado en la producción. Acaba de terminar la primera mitad de esta temporada cuarta, para cuyo desenlace podemos tener que espera todavía entre seis meses y un años, y voy a comentar como están las cosas.

AVISO: EN LOS COMENTARIOS QUE SIGUEN PUEDEN DESVELARSE DETALLES DEL ARGUMENTO QUE TAL VEZ HAYA QUIENES PREFIERAN NO CONOCER Y VER LO QUE SUCEDE CON SUS PROPIOS OJOS.

  • Los diez capítulos que hemos visto en esta primavera de 2008 pueden constituir una temporada por derecho propio. La diferencia que existe sobre otras temporadas es que no ha habido capítulos de relleno. Estos suelen ser historias secundarias o capítulos dedicados a personajes no protagonistas que salpicaban la historia principal de la serie, y que permitían mantener temporadas de 20 capítulos. Historias de epidemias, de mercado negro, de gangsterismo, de rivalidades interpersonales, cosas diversas que han constituido capítulos enteros sin los cuales la teleserie hubiera sido más corta pero sin perder su sentido. En esta temporada 4.0 (denominaremos a la que queda como 4.5, como parece ser que va a ser constumbre por la red), todo ha sido historia principal. Tensión en lo más alto.
  • La mayor parte de los capítulos de la temporada, con alguna excepción, han tenido un nivel elevado, con abundancia de dramatismo y tensiones entre los personajes tanto protagonistas como secundarios, notándose una cierta deriva hacia la tragedia. Las cosas, por momentos, se han vuelto oscuras, muy oscuras.
  • Sin embargo, tengo la sensación de que globalmente ha habido cierta falta de coherencia en el conjunto de los diez capítulos. Me da la sensación de que para según que «viajes» no hubieran hecho falta según que alforjas. Pondremos algunos ejemplos a continuación.
  • El personaje principal de la serie entre los cylon ha sido tradicionalmente las números «Seis». Fundamentalmente, a través de las visiones de Baltar. Pero eventualmente, con otras declinaciones, todas ellas interesantes. En esta temporada también empezó así, incluso ganando mayor protagonismo. Sin embargo, de golpe y plumazo, en apenas episodio y medio han pasado a ser comparsas, siendo las aparentemente secundarias números «Tres» la clave del cotarro. Todo ello un poco forzado.
  • Parecía escrito que el personaje Kara «Starbuck» Thrace había de jugar un rol principal en la evolución y el desenlace de la serie. Y todo indicaba que iba a ser así. Pero en los importantes dos últimos episodios casi desaparece de la escena, y al final lo han metido casi con calzador.
  • Relacionado con lo anterior, todos suponíamos que el hallazgo final de la Tierra se produciría mediante un Deus ex Machina… probablemente el último de los cinco cylones finales… Pero no… La Tierra ha sido sorprendentemente hallada, aunque esto no ha hecho más que aumentar las cuestiones a resolver. Pero el conejo que se han sacado de la chistera los guionistas, otra forma de llamar a los Deus ex Machina, ha sido el Viper de Starbuck. El nuevecito que pilota cuando vuelve de entre los muertos… Un poco forzado y metido con calzado, como decía, ¿no?…
  • Los dos últimos episodios han ido a un ritmo frenético, lo cual puede ser bueno en ocasiones, y en otras… simplemente apresurado. Y creo que en esta ocasión les ha salido apresurado. En prácticamente diez minutos, saben donde está la Tierra, después de una tensión sobre otro aspecto de la trama, el de la identidad de los últimos cinco, y llegan a ella como si tal. Para desembocar en un final de (semi)temporada, en el que sólo faltaba la Estatua de la Libertad un poco rota… uy, perdón, que esto es de otro universo de ficción.
  • Esto nos lleva a que la clave de todo tiene que estar en el último cylon… el que todavía no conocemos, ni nosotros ni ninguno de los personajes, salvo la número «Tres», que en un momento dado establece que no está en la flota. Claro que en ese momento, lejos de la flota, a bordo de la nave baso cylon, encontramos gente tan destacada como Roslyn, Baltar, Helo,… O la «Tres» miente y estaba en la flota pero no sabe quién es, o sí sabe quién es pero igualmente miente, o podemos descartar a unos cuantos como el cylon final… ¿Quién será el misterioso personaje que ha de traer el equilibrio a la Fuerza?… uy, perdón otra vez, que esto es de otro universo de ficción.

En fin. La serie no es perfecta, pero tiene mucha fuerza dramática, y a quienes nos gusta este tipo de productos, nos engancha. Incluso dejando aparte que se trate de un producto de ciencia ficción, es de lo mejor que se ve en estos momentos en teleseries, todos los géneros incluidos. Aunque precisamente el que sea de ciencia ficción probablemente hace que muchas personas la rechacen sin más. Como si fuera un género menor o superficial. Error. Los malditos productores han estirado la culminación… supongo que será la estrategia más rentable para ellos. Pero a nosotros nos tienen en un sinvivir.

Os dejo la promoción de la temporada 4.5. En inglés. Se oye un «You’re the fifth», y se ven unas imágenes de lo más inquietantes.

La foto de hoy,… Apolo, en la fachada del Museo de Zaragoza. Qué apropiado, teniendo en cuenta el protonismo de Lee «Apollo» Adama en el último episodio de la teleserie.

Apolo en el Museo

(Pentax *ist DS; SMC-DA 70/2,4)