Indiana Jones and the Dial of Destiny (2023; 39/20230629)
Sería 1991 cuando conocí a Luis. Tenía tres perritas. Se llamaban Marion, Willie y Elsa. Y yo tenía el suficiente nivel de amor por el cine y por el buen cine de aventuras para coscarme de inmediato de cuál era la inspiración para los nombres de los animales de compañía de su familia. Un par de meses más tarde me enteré de que Luis iba a convertirse en el cuñado de una amiga de los tiempos de universidad, que con el tiempo regresaría a mi vida y se convertiría en una de mis mejores amistades, todos los tiempos incluidos. Pero siempre resultó raro incluir a las tres «chicas Indiana» en el mismo saco. Por que la última cruzada tenía una dinámica distinta. La cosa no iba de la dinámica entre el héroe y la chica, sino entre el héroe y su padre. Y Elsa Schneider no dejaba de estar del lado de los malos. Al menos una cosa estuvo clara desde el principio… nunca volvería a salir en una secuela. Algunos se han preguntado porqué es Marion Ravenwood (Karen Allen) y no Willie Scott la que permaneció en la saga. Olvidan que la acción del arca perdida es posterior en la cronología interna de la saga a la del templo maldito. Y al mismo tiempo, apareció antes en la vida del doctor Henry Jones Jr. (Harrison Ford)

En la última entrega de las aventuras de Indiana Jones, se rompe también la dinámica entre el héroe y la chica, aunque haya chica. Porque Helena Shaw (Phoebe Waller-Bridge) es familia. Es la ahijada de Jones. Por lo tanto… no puede haber el mismo rollo. De hecho, si de algo va es de que parece que es el último tenue hilo que le queda al anciano profesor universitario para alejarse de la soledad en la vida. Un profesor que está retirándose de la docencia al mismo tiempo que los norteamericanos celebran la llegada a la luna, que ya no conecta con sus alumnos… y especialmente con sus alumnas,… y que ha perdido las ganas de vivir, el humor, la ilusión, y más cosas. Un Jones más cínico que nunca, pero además desencantado. Pero es Helena la que lo va a sacar de esa pendiente descendiente hacia la soledad, en la búsqueda de un nuevo macguffin con propiedades sobrenaturales, en esta ocasión el mecanismo de Anticitera. Este mecanismo, una calculadora mecánica para conocer las fechas de determinados eventos, se atribuye en la película a Arquímedes (Nasser Memarzia), que se convierte en un personaje más de la historia. Junto con un buzo español (Antonio Banderas) que se pasea por las islas griegas, y el malo de la película (Mads Mikkelsen, muy en su salsa), un nazi, conforman el conjunto de personajes de la aventura. Ah bueno,… y un adolescente marroquí (Ethann Isidore), que no sé si pretendían que fuese el nuevo Short round/Tapón, en lo que fracasan notablemente.
La historia… es lo de menos. Con las variaciones apropiadas a las circunstancias, no deja de ser la historia de siempre. Pero está bien contada. El director de la fiesta deja de ser Spielberg, supongo que precavido por si la cosa no funciona, para no manchar su prestigio como en la cuarta entrega (que hoy en día valoro con menos optimismo que cuando la vi). Así que la papeleta se la han encargado a James Mangold, lo que se llamaba antaño un artesano frente a los directores de cine que se consideraban autores. Que conste que no es mal director y que su filmografía tiene títulos interesantes. Para mí la cosa tiene sus aspectos buenos y sus aspectos menos buenos. Es entretenida, y aunque dura más de dos horas y media, se te pasa en un vuelo. Es digna en su guion y dinámica, aunque es muy convencional y… hasta cierto punto,…. previsible. Pero le falta más humor. Más cinismo. Más socarronería. Waller-Bridge hace lo que puede para ello, pero el pesimismo gruñón del protagonista no le sienta bien al carácter. Están a punto de desbarrar en algún momento cuando se introducen en el berenjenal de los viajes en el tiempo… pero creo que acierta al no profundizar, y dar una salida rápida al asunto sin preocuparse por las paradojas de los ciclos infinitos que pueden generarse. Están ahí… que se le va a hacer si se va al garete la cadena causal; esto es para entretenerse y no para divagar.

En fin. Película nada original, película que procura ser fiel a la saga. Con unas interpretaciones entre buenas y muy buenas, a la que falta un poco de desparpajo y buen humor, y que cierra de forma razonable las aventuras de Indiana. Por contra… no aporta nada especialmente nuevo; lo que ya le pasaba a la cuarta entrega. Porque no ha habido nunca ninguna necesidad de cerrar nada. Si se han hecho más películas más allá de las aventuras originales, es porque la gente se lo pasaba bien, iba al cine, producían dinero a los empresarios, y un héroe popular bastante simpático para la cultura popular. Pero quizá ya no tiene sentido. Y parece que las cifras de taquilla indican que las nuevas generaciones ya no sienten tanto apego al personaje, y menos si ya es un abuelete. Pero vamos. Que se puede recomendar sin problemas para pasar un buen rato en el cine sin más trascendencia. Mejor en pantalla grande que en pequeña, estoy seguro. Ahora… teniendo en cuenta que la cosa está en manos de Disney… temamos con horror por un hipotético reboot del personaje. Quizá los malos datos de taquilla sean una bendición después de todo, porque igual lo impiden.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: ***














