Empecé a leer este libro cuando regresaba de mi viaje a San Sebastián, a mediados de octubre. Pero me estanqué. Sigo con la tónica de los últimos años. Cuando estoy de vacaciones me relajo y leo a buen ritmo, pero cuando no,… me estanco, no encuentro concentración para la lectura, y me cuesta terminar los libros. Así es que este libro de la surcoreana Shin Kyung-sook conseguí terminarlo durante los días de permiso que tomé al empezar diciembre, coincidiendo con las múltiples fiestas laborales que salpican esos días. Básicamente, en los trayectos en tren en los viajes en el día a Calatayud y Barcelona. El libro que traigo hoy se puede encontrar traducido al castellano como Por favor, cuida de mamá. Pero debe estar descatalogado, y no existe en versión electrónica que yo sepa. Sólo le he visto de segunda mano y con precios exorbitantes. En inglés existen dos versiones, una de una editorial inglesa que es el que yo he leído, y otra de una editorial americana, con un sutil cambio en el título, Please Look After Mom.

Shin Kyung-sook es una escritora nacida en 1963, en un entorno de familia humilde, en provincias, aunque se trasladó a Seúl a vivir con su hermano mayor cuando era una adolescente, donde, simultaneando trabajos y estudios consiguió una educación y llegar a convertirse en escritora. Pertenece a lo que se ha dado en llamar la generación 386, una generación de escritores que vivieron su juventud en los años 80 del siglo XX, que participaron en esa época en la transición democrática del país, y suponen el grupo calificado como de izquierda liberal, sea lo que sea eso en Corea del Sur. Me imagino que algo parecido a las posiciones más progresistas de los Demócratas americanos… o quizá haya alguna postura más a la izquierda, en un país fundamentalmente conservador. En cualquier caso, doy estos datos biográficos por ser importantes para la novela que nos ocupa.
En ella, un matrimonio de personas mayores, que vive en una ciudad pequeña de provincias, que vivieron en su juventud la guerra contra la mitad norte comunista de la península, viajan a Seúl para pasar unos días. Y al ir a coger el metro en la estación central de trenes a la que han llegado, se separan. El esposo se introduce en el tren metropolitano, mientras la esposa se queda en el andén. Y desaparece, ya no la encuentran. Sabremos al ir leyendo que esta afectada de cierto grado de deterioro cognitivo. En cuatro partes, con distintos puntos de vista, vamos recorriendo los esfuerzos de la familia para encontrar a la mujer, pero sobretodo conoceremos su pasado y el pasado de la familia. La primera parte es narrada desde la perspectiva de la hija escritora, culta, viajada, que se curró los estudios viviendo en la capital con su hermano mayor (a que resuena con lo que he comentado en el párrafo anterior). La segunda parte es narrada desde la perspectiva del hijo mayor, el preferido de la madre, como era tradicional en la sociedad patriarcal coreana, tema que ya se exploró en otra novela coreana que me gustó mucho, un hombre de éxito profesional, aunque no al nivel que le hubiera gustado. La tercera es la perspectiva del marido, que se casó en matrimonio de conveniencia con la desaparecida cuando esta tenía 17 años, y vivía pobremente en una aldea de montaña. La cuarta mezcla el punto de vista de la hija pequeña, la que fue cariñosa y alegría de la madre, farmacéutica que despuntó y acabó yendo a Estados Unidos y teniendo tres hijos, por lo que ha renunciado a su carrera, con el hipotético punto de vista de la madre, que observa externamente a sus hijos que la buscan.

La novela, en principio de ficción, no sé hasta qué punto la autora se inspira en su propia biografía para escribirla, en parte sí, está claro, es una reivindicación de una generación de mujeres en un época difícil, en un país profundamente patriarcal y conservador. Mujeres que vivieron en su juventud una guerra durísima y cruel, una posguerra en pobreza y dictadura, incultas, analfabetas incluso, con complejas relaciones familiares por el patriarcado oficial del país, y que a pesar de ello engendraron la generación mucho más culta que ha dado lugar a la Corea del Sur actual, una democracia liberal entre las de mayor calidad del mundo, con altos niveles de educación y de desarrollo tecnológico. Es un cuestionamiento también sobre las actitudes que los hijos de esas mujeres han mantenido hacia esa generación, a la que le deben mucho, pero que también les avergüenza porque les recuerda las miserias y la incultura en las que vivió el país.
Es un libro duro. Sin una resolución satisfactoria, pero con unos personajes que a pesar de todo están obligados a seguir con su vida, siempre con la sombra amarga de dónde estará la madre perdida. Un libro muy recomendable, bien escrito, profundo, engarzado en la realidad, alejado del glamour que desprenden los productos habituales de la cultura popular que nos llegan del país asiático como son los dramas televisivos o la música pop, que habla de contradicciones y de patrones sociales profundamente negativos para las mujeres, que en mayor o menor medida se dan en muchos países del mundo. No siempre es fácil de leer. Obliga a hacer pausas, y quizá ese sea uno de los motivos por los que me ha costado encontrar los momentos de concentración para seguir adelante con él. Pero es un oportunidad innegable de acercarse con veracidad a una realidad que en nuestro país quizá resuene menos entre los lectores más jóvenes, pero que sonará más a los que tuvieron padres que vivieron la guerra civil española y la posguerra en dictadura posterior, especialmente si vivieron en medio rural.



















