[TV] Cosas de series; Hollywood se mira al ombligo y se propone como candidata a premios

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. No he estado en Los Ángeles, y no se cuando iré. USAmérica no apetece últimamente.

Hace unos días se anunciaron los candidatos a premios en la próxima ceremonia de los premios Emmy, los premios dedicados a los programas de televisión por excelencia en el imperio USAmericano. El equivalente a los Oscar para la pequeña pantalla. Nunca han sido unos premios que me hayan llamado mucho la atención. Hay tantas y tantas categorías… que casi es difícil que de una u otra forma, las series de televisión más populares no se lleven uno u otro premio. Sí, me centraré en la ficción televisiva. No en otros programas. Y si ya los Oscar se centran principalmente en el cine USAmericano, por mucho que en los últimos tiempos, de vez en cuando, consideren las excelentes película que se hacen en otras cinematografías, en los Emmy todavía es mucho más acusado. Así que poco interés, más allá de uno anecdótico, despiertan en mí.

Este año, no obstante, me llamó la atención alguno de los titulares. Entre las tres series con más candidaturas a premios, luego ya veremos quien se lleva el gato al agua, hay dos de Apple TV+ y una de HBO. HBO ha tenido tradicionalmente un aura de calidad. Que no sé en qué medida mantiene. Y Apple TV+ sabemos desde hace tiempo que quiere competir más en calidad que en cantidad, frente a otras plataformas de contenidos en línea más populares. No veo HBO… uno no puede esta a todo, y es una plataforma que ha dado muchos bandazos en su organización y presentación de contenidos,… o esa es mi impresión. Apple TV+ sí. Como soy usuario de varios de su servicios, por un poquito más de dinero, comparado con el coste de otras plataformas, tengo también el acceso a sus series y películas originales. Y sí… tiene series muy interesantes. Muy probablemente me dé pronto de baja de alguna muy significativa y me centre en la más reducida oferta de esta plataforma, con un importante ahorro de dinero a la larga.

La serie con más candidaturas ya fue motivo de comentario en estas páginas. Y es que Severance es una serie excelente, tanto en su factura, como en sus interpretaciones. La segunda es The Penguin, que no he visto. Es de HBO y, además, su trama procede de un universo de superhéroes de esos. Que no me atrae en exceso. Aunque creo que en esta ocasión es más de supervillanos. No sé. Realmente está muy bien valorada, tanto por el público como por la crítica. Y la tercera, también de Apple TV+, y que terminé de ver, en su primera temporada, no hace muchas semanas, es The Studio, una comedia satírica y políticamente incorrecta, con episodios que duran entre 24 y 44 minutos, sobre un estudio de cine que pasa malos momentos, especialmente en su intento de combinar calidad y cine comercial, para no hundirse o ser absorbido por las nuevas empresas del mundo de las tecnologías de la información, tan ávidas de dinero.

Con Seth Rogen al frente del reparto, como el principal responsable del estudio, tiene un reparto muy coral, con abundancia de cameos y colaboraciones del famoseo hollywoodiense, haciendo de sí mismos o, más bien, de versiones autoparódicas de sí mismos. El siempre noble y sano ejercicio de saber reírse de sí mismos. El principio de la serie es básico, pero eficaz. Un equipo de profesionales en el estudio que se ven obligados a colaborar para sacar adelante los proyectos, pero que se coordinan de pena, hasta la hilaridad, y que además tienen una capacidad inmensa para meter la pata, para la ineptitud social. Se atribuye a Einstein, no está claro que realmente lo dijera o escribiera en realidad, aquello de que «Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro de lo primero». Pues bien, la serie juega fundamentalmente con la infinitud de la estupidez humana. Pero también con aquella fase de la planificación de proyectos que se formula como «Consecución inexplicable de los objetivos del proyecto».

He de decir, que me costó un poco entrar en la serie. El desarrollo de los episodios es aparentemente caótico, y hay numerosos personajes, entre los que, si no estás muy atento a la pantalla, puedes perderte. Especialmente cuando estás en casa, y eventualmente surgen elementos de distracción que te hacen perder el hilo. Pero poco a poco fui cogiéndole el gustillo a estas historias sobre ejecutivos y productores de cine que tienen que navegar entre los dineros, el arte y los egos de los intérpretes y directores. Un cuadro general, satírico, una acto de autocrítica desde Hollywood, realizado con inteligencia, y desde una perspectiva actual, con los problemas actuales del llamado séptimo arte. No sé si es para que al final resulte muy premiada. No compite con las otras dos que he mencionado, están en distintas categorías. Ya he dicho que hay tantas, que la probabilidad que te caiga algún premio, aunque sea de la «pedrea» no es tan baja como parece. Pero sí que es recomendable.

[TV] Cosas de series; mujeres trabajadoras en las series surcoreanas

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Una mañana con buen tiempo en Seúl.

Llevaba casi dos meses sin redactar una entrada televisiva basada en alguna serie surcoreana. No es que hay dejado de verlas. Es que las últimas que he visto no me han motivado gran cosa. Las dos fuentes de este tipo de series, que se han convertido en el entretenimiento de pensar poco del fin de semana cuando no tengo cosas mejores que hacer, son Netflix y, en menor medida, Amazon Prime Video. Aunque en las últimas semanas estoy más con esta plataforma que con la anterior. El caso es que últimamente algunos de los estrenos, especialmente en Netflix, no me enganchan. Veo algunos minutos y me canso. No sé si estoy percibiendo un bajón en la calidad o, simplemente, que ya me he saturado. Porque la calidad es un concepto relativo con estas series. Ya he mencionado en muchas ocasiones que, cuando las veo, entran frecuentemente dentro de la categoría de placeres inconfesables. Guilty pleasures que dicen los anglófonos. Placeres culpables.

Pero hace unas semanas me llamó la atención un estreno reciente en Netflix, Mijiui Seoul [미지의 서울, Seúl desconocido], titulado en inglés/castellano como Nuestro Seúl por descubrir/Our unwritten Seoul. Y es la historia de dos hermanas gemelas, Mi-ji y Mi-rae, idénticas de aspecto pero con personalidades diferentes. Originarias de una pequeña ciudad de ambiente rural. Mi-rae, cuyo nombre 미래 significa futuro, estuvo enferma buena parte de la infancia, recibió la atención principal de la familia, y eso le llevó a refugiarse en los estudios. Mi-ji, cuyo nombre 미지 significa desconocida o incógnita, tuvo que apañárselas sola, sintió falta de atención, y se orientó a los deportes. Pero mientras Mi-rae progresó en los estudios, fue a la universidad, y entró a trabajar en una prestigiosa empresa pública del ámbito de las finanzas, en Seúl, Mi-ji tuvo una lesión que truncó su carrera deportiva y sus esperanzas de entrar en la universidad, sufriendo un revés del que le costó recuperarse y tira adelante como buenamente puede. Con 30 años, Mi-rae sufre una crisis por acoso en su empresa, y se intercambia con Mi-ji para tomar un descanso. Mi-rae vuelve al pueblo haciéndose pasar por Miji, y esta va a Seúl a la inversa.

Ambas están interpretadas por la misma actriz, Park Bo-young, muy popular, que ya ha aparecido varias veces en estas páginas. Generalmente en comedias, más o menos románticas, en esta ocasión opta por un(os) papel(es) dramático(s). Obsérvese que el nombre de una de ellas, Mi-ji, se encuentra presente en el título de la serie, y ciertamente se siente que este personaje es más importante y goza de más minutos que la hermana gemela. Es frecuente que en las comedias y dramas románticos surcoreanos haya dos parejas, la protagonista y otra formada por complementarios o antagonistas. Mi-rae sería la fémina de la pareja complementaria. Los chicos son un abogado (Park Jin-young), amigo del instituto de las chicas, que también arrastra sus conflictos del pasado, es el principal, y un ejecutivo de fama que durante un tiempo se refugia en el campo (Ryu Kyung-soo), plantando fresas y que sería el complementario. No son antagonistas.

La serie desarrolla una diversidad de tramas. El concepto de familia, las relaciones familiares, tanto materno-filiales, como entre hermanas, las dificultades de la comunicación entre personas que se quieren bien, pero que se malinterpretan con frecuencia. Y el simbolismo de Seúl como el lugar donde alguien se abre al gran mundo, frente al pueblo, donde uno se refugia en los seguro, pero con menos horizonte. Pero el macguffin que pone en marcha los hechos, y que supera el concepto de macguffin al ser también un tema de fondo importante, es el acoso laboral que sufre Mi-rae, una profesional concienzuda, competente e inteligente, pero que cae en desgracia cuando se pone de parte de una compañera que ha sufrido acoso sexual por parte de un superior, algo que luego va afectar de forma similar a la coprotagonista de la serie. Las dificultades de las relaciones laborales en las empresas surcoreanas, especialmente para las mujeres, es un leitmotiv habitual en los dramas de este país.

Hay varios factores que parecen influir en ello. El primero es el origen confucianista del sistema de valores de la sociedad surcoreana. Esto conlleva que en la misma el patriarcado, la situación de dominancia social, e incluso legal hasta no hace muchos años, sea omnipresente en la sociedad del país asiático. Leí hace unos años una dura novela de una autora surcoreana que exponía las consecuencias de este hecho para un mujer desde el momento en que nace y hasta que forma una familia. Por otro lado, es una sociedad fuertemente jerarquizada, en la que un superior tiene un gran poder sobre sus subordinados, y más si son mujeres. Los criterios de edad y posición predominan sobre los de mérito y valor aportado. Esta jerarquización es importante en el sector público, mientras que en el privado, con un predominio de empresas en mano de grupos familiares, se establece una aristocracia plutocrática que condiciona la escala social. Por lo tanto, la palabra y el testimonio de una mujer joven, procedente de provincias del medio rural, por muy preparada e inteligente que sea, carecerá de valor ante un hombre mayor y jerárquicamente superior, que además podrá difamarla sin repercusiones. Por supuesto, esto se puede agravar con abusos sexuales que raramente serán denunciados, por la vergüenza social. Y con la complicidad de los propios iguales de la víctima que no querrán enemistarse con el superior.

En esta serie es tema principal, pero no es la primera vez, y sospecho que no será la última, que aparezca de forma importante o secundaria en otras series o ficciones audiovisuales del país asiático. Un país con un alto nivel tecnológico, con un alto porcentaje de titulados universitarios, con unos indicadores buenos en temas de salud, dentro de la OCDE se encuentra entre los peor clasificados en el índice de desigualdad de género, al mismo nivel que Turquía o Méjico, por poner unos ejemplos, países mucho peor situados en otros indicadores de desarrollo. Por lo tanto, una fuerte asignatura pendiente en el país asiático, que con cierta frecuencia se cuela en sus series televisivas, aunque quizá no con la contundencia que la seriedad del problema merecería.

[Libro] La insólita pasión del vendedor de lencería

Literatura

Desde hace unas semanas tengo acceso a una pequeña biblioteca de libros de literatura japonesa que me van a ir prestando. Es una herencia que le ha caído a alguien, que tampoco los ha leído. Por lo tanto, salvo cuando el autor es conocido previamente, hay que arriesgar un poquito, sin saber lo que vamos a encontrar. Es evidente que este libro de la autora Asako Hiruta me llamó la atención por el título. No he encontrado ningún enlace propio, ni en la wikipedia, así que la he enlazado a Goodreads, donde tampoco es que haya gran cosa al respecto. Que ha escrito esta novela de la que os hablo hoy. Por cierto que en estas páginas sobre lecturas podéis encontrar algunas de las mías. No es ni mucho exhaustiva. Cuando me acuerdo de algunas, las voy incorporando. Ya llevo listados 287 libros, incluido el que estoy leyendo en la actualidad. Pero bueno… faltan muchos.

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Fotográficamente, hoy nos dirigiremos a Kioto y al santuario de Fushimi Inari,… el de las miles de puertas de color naranja. El papel de la mujer en la sociedad japonesa y las relaciones entre hombre y mujeres es uno de los aspectos más misteriosos para mí de esa cultura. Más todavía que en la occidental… donde tampoco la entiendo bien en ocasiones. Para ser sinceros.

La novela de Hiruta no nos habla de un vendedor de lencería. Lo hay. Y tiene su importancia. Pero de quien nos habla es de Satsuko Kunieda, una mujer de 32 años, trabajadora de una agencia de publicidad que ha conocido mejores tiempos, y que ella misma también ha conocido mejores tiempos. Desde los 14 a los 29 años tuvo un novio con quien pensó viviría toda su vida, y desde que este rompió con ella se ha descuidado y, básicamente, no ha conseguido recolocar su vida. Las visitas a la lencería donde trabaja el señor Yo Isaji actuarán de catalizador de cambios en esa vida un tanto desnortada.

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La novela se configura a modo de episodios en la vida de Satsuko, que se pueden leer casi como relatos independientes unos de otros, aunque se ordenan según la cronología vital de la protagonista. Como he dicho, las visitas a la peculiar tienda de lencería actuarán como agentes del cambio, y tras cada uno de estos relatos se introducirán cambios en la vida de Satsuko, en general positivos. El tono de la novela en su conjunto es de cierto grado de comedia, viéndose los conflictos que van apareciendo en la vida de Satsuko con cierto humor. Y podríamos argumentar que hay cierto grado de reivindicación feminista… o al menos femenina. Quizá las activistas feministas más aguerridas consideren insuficiente o timorata la actitud general de la escritora. Pero bueno, estamos en Japón, donde el recorrido que queda a la mujer para conseguir una igualdad efectiva con el hombre, una sociedad muy conservadora en el fondo, es mayor que en occidente. En general, la mayor parte de los episodios son entretenidos de leer.

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El tono de la novela cambia en los últimos episodios en los que tanto el elemento de romance como el de otros aspectos de la vida de Satsuko se tornan más serios y más dramáticos. La novela abarca unos tres o cuatro años de la vida de Satsuko, aunque la mitad de ellos se cuentan a gran velocidad en los episodios finales. Un final que, aunque relativamente previsible, aparece como apresurado y un poco forzado.

La novela entretiene bastante, se lee con facilidad. Pero al final deja un poso menos profundo de lo que podría haber sucedido con un tramo final más entonado. Relativamente recomendable.

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[Cine] Paterson (2016)

Cine

Paterson (2016; 662016-2112)

Entre las buenas críticas que estaba leyendo y el boca a boca que me estaba llegando, me habían entrado muchas ganas de ver esta película. Pero al mismo tiempo, no encontraba con quien ir. Que «para la semana de Navidad que tendremos fiesta», fue una contestación habitual. El caso es que temía que con la llegada de la época festiva, la versión original de esta película fuese fulminada dado «el interés de transmitir la cultura» que «suelen» manifestar los distribuidores y exhibidores de cine en determinadas fechas. Así que me fui solo a verla. No ha desaparecido de la programación, pero su presencia se ha reducido, y se la han llevado a un horario nocturno muy inconveniente. Lo dicho. Hay que dar paso a los «taquillazos» palomiteros.

Con Jim Jarmusch al mando, un director sobre el que tengo sentimientos contrapuestos, hay cosas que me gustan mucho de él y otras me resultan bastante indigestas, y con uno de los actores de moda, Adam Driver, que lo mismo se involucra en el cine independiente, que se asoma a las series de televisión de las cadenas más prestigiosas, que se convierte en el nuevo villano en una galaxia muy, muy, muy lejana.

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En Estados Unidos sólo he visitado Nueva York… así que representaré el espíritu de las ciudades pequeñas norteamericanas con las tranquilas calles de Kingston (Canadá). Aunque tal vez no necesariamente sea tan similares sociológicamente hablando. Es un pálpito que me entra viendo los desaguisados electorales en los EE.UU.

En esta película, Driver interpreta, muy coherente con su apellido, a un conductor de autobús urbano en la ciudad de Paterson, Nueva Jersey, que se llama a su vez Paterson. Casado con Laura (Golshifteh Farahani), de la que está muy enamorado, su vida transcurre en una rutina repetitiva. Se levanta pronto para ir a trabajar, desayuna, conduce su autobús, vuelve a casa, saca a pasear al feo perro familiar, se toma durante el paseo una cerveza en el bar de Doc (Barry Shabaka Henley), y vuelta a la cama. Mientras, Laura, que se queda en casa, se muestra inquieta porque quiere más. Aunque de forma poco clara. O bien se dedica a decorar la casa con múltiples motivos geométricos en blanco y negro, o le propone a su marido tener gemelos, o se dedica a hacer pastelitos para el mercadillo del sábado, o quiere aprender a tocar la guitarra para convertirse en una estrella del country. Paterson rompe la monotonía escuchando a sus viajeros, conversando con la gente con la que se encuentra, pero sobre todo, escribiendo poesía.

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La película es sencilla y compleja al mismo tiempo. Comienza un lunes a las 6:15 de la mañana, y termina al lunes siguiente a la misma hora. Y acompañamos a Paterson cada día, con una rutina que cada día va cambiando ligeramente. Y así comprendemos que detrás de la calmada rutina, de la bonhomía pacífica y solidaria de la que hace gala, algunos conflictos están larvados. Jarmusch trata al espectador con inteligencia. No cuenta mucho sobre la historia y el trasfondo de los personajes, pero nos va dejando pistas en toda la película, en los decorados, en determinados sucesos que nos hablan de los conflictos internos de los personajes, que inevitablemente afloran. Todo ello enmarcado por la ciudad de Paterson, una ciudad aparentemente anodina a poco más de 30 kilómetros de Manhattan, pero que parece encerrada en sí misma, y excelentemente retratada por el excelente aunque poco intrusivo trabajo del director de fotografía Frederick Elmes.

Y como piezas fundamentales de este mecano, las contenidas pero altamente convincentes interpretaciones de su reparto, empezando por un sobrio pero fenomenal Adam Driver, que muestra que puede estar destinado a ser uno de los grandes actores, sin necesidad de caer en el exceso que muchas veces muestran los actores masculinos más notables. Perfecta en su papel Farahani, que nos transmite esa mezcla de candidez e inquietud, capaz de enamorar o volver loco a cualquiera. Actriz iraní que merece que se le den oportunidades, alejadas de la notoriedad alcanzada por motivos políticos. Está condenada al exilio en su país por haber aparecido parcialmente desnuda en alguna publicación, acto que respondía también a una denuncia de la falta de libertades, especialmente entre las mujeres, en su país. Y no nos olvidemos de esos personajes secundarios que van apareciendo por el filme y dejando sus pequeñas perlas, aportaciones siempre interesantes. Imperdibles las conversaciones de los extraños en el autobús urbano.

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Realmente, en estas fechas del año en las que todo el mundo pretende ir de buen rollo cuando tanta gente practica el egoísmo más recalcitrante, esta película nos traslada a unos valores mucho más auténticos, ejercidos en el día a día. De alguna forma, el modesto conductor de autobús Paterson en Paterson, Nueva Jersey, se convierte en un héroe de lo cotidiano. Una propuesta de hombre sencillo y tranquilo, pero sensible y creativo, quizá un modelo a seguir, del que además te puedes montar su propia historia con los datos que el director te va dejando aquí y allí. Muy recomendable.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

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