Uno de los problemas de este viaje es que lo he montado, pero no lo he organizado. Es decir, tenía una idea aproximada de qué quería hacer en los cinco días, cuatro noches, que pasaré por estas tierras, pero ni he mirado guías, ni he consultado en internet, ni nada. Ni siquiera me había planteado visitar Ferrara. Pero después de una conversación en la que me desanimaron a visitar Rimini en la costa, la consideré como opción. Luego me acordé que era uno de los escenarios en los que sucedía una película de mi colección de Cine y fotografía, Al di là delle nuvole (Más alla de las nubes), aunque no esperaba encontrármela con las nieblas invernales del filme. Y no me arrepiento en absoluto de haber pasado unas horas en esta bella y tranquila ciudad.

Sigo liándome con la orientación en estas ciudades. Y el hecho de que tengan dos estaciones algunas, hacen que me líe en los mapas. Es me permite conocer Porta Paula, que si hubiese ido con el autobús por la vía directa al centro de la ciudad, me la hubiese perdido.

Una vez en el centro, pues nada, las vistas de rigor de los monumentos principales, como el Palazzo Comunale.

Pero lo más agradable es cuando te sales del centro siguiendo una de las rutas recomendadas por la oficina de turismo local. De entrada sigues viendo monumentos llamativos como el Palazzo dei Diamanti, que además es museo.

Y sobretodo, que en el interior de la ciudad, en el interior de la antigua muralla hay un inmenso espacio dedicado a la naturaleza. No es un parque; es más un entorno agrícola.