Ya hace más de un mes que os hablé, en un par de ocasiones, de la escapada a Barcelona que hicimos en un día con el que alargamos el puente de la «Inmaculada Constitución». Pero en ese viaje también aprovechamos para probar y familiarizarnos con la cámara compacta para película fotográfica, de medio fotograma, que adquirimos en grupo con el fin de usarla en nuestro viajes conjuntos. Con un rollo de película para negativos en color.
La verdad es que, aunque Barcelona es fuente de frecuentes oportunidades fotográficas, las más de 72 fotos que se pueden obtener con estas cámaras a partir de un rollo convencional de 36 exposiciones, pueden hacerse eternas. Salvo que dispares sin ton ni son, para mayor alegría de los escasos fabricantes de película quienes, a pesar de decirnos que cada vez fabrican más, y que ya no vamos a tener las deficiencias de suministro de los últimos años, siguen ofreciendo un producto muy encarecido. Y en el caso de la película en color, en la práctica, monopolizado por Kodak.
Pero bueno… ese es tema para Carlos en plata, mis publicaciones sobre técnica fotográfica, y en las que comento las características técnicas de las fotografías que os muestro aquí. La cámara está muy lejos de ser perfecta. Y es demasiado cara en su precio de venta oficial al público. Pero, en buenas manos, puede ser muy divertida de usar y fuente de imágenes majas, interesantes, y potencial generadora de recuerdos estupendos.
Llegamos al final de 2024. Un año… que, en lo que se refiere a viajes, no ha estado mal. Ya el 2023 marcó una recuperación muy clara a los niveles anteriores al nefasto 2020. Y comienza el repaso de fin de año, fundamentalmente un repaso fotográfico, que es lo que me apetece, como de costumbre desde hace ya un buen montón de años en este Cuaderno de ruta. En mi carpeta con fotografías de viaje he registrado dieciocho subcarpetas, es decir, dieciocho viajes de mayor o menor duración. Van desde la excursión en el día a algún pueblo aragonés, incluso de la propia provincia de Zaragoza, en cuya capital vivo, hasta algún viaje intercontinental saltando al otro extremo del continente euroasiático durante una o dos semanas. Así que mi concepto de lo que es viajar con la cámara al hombro es muy amplio. Así que sin más, vamos con el repaso. Con fotos.
Comenté ya hace unos días el viaje en el día a Barcelona que hice el 10 de diciembre último. Los habituales de estas páginas saben que suelo llevarme a los viajes, además de alguna cámara digital, alguna cámara con película fotográfica tradicional. A Barcelona me llevé dos cámaras para película fotográfica; una para negativos en blanco y negro y otra para negativos en color. Esta última en periodo de pruebas.
Todavía tardaré un tiempo en mostrar los resultados de los negativos en color. Pero los negativos en blanco y negro los tengo disponibles desde hace unos días. No son los que mejor me han quedado en estos viajes. Algo (o muy) subexpuestos. Lo explico con más detalle en Carlos en plata. Aquí os dejo una selección de los que más me gustan.
Ayer estuve en Barcelona. Pasando el día. No como visita turística o para ver algo en concreto. Por la mañana, comprando alguna cosa, llevando alguna cámara a reparar, haciendo alguna gestión. A comer con algunos amigos con los que no había coincidido en mis últimas visitas a la Ciudad Condal. Y luego sí un paseo, charlando, hasta la hora de coger el tren de vuelta.
Llevé dos cámaras a reparar. No me fio mucho de las posibilidades en Zaragoza para arreglar estas cámaras, así que aproveché el viaje a Barcelona para dejarlas allí, en un servicio técnico de confianza. De las dos cámaras, una de ellas quedó desahuciada para los restos. Pero el desajuste del obturador de la Olympus Trip 35 sí que es reparable. Algo es algo. Que le había cogido mucho cariño a esta camarita.
Aparte de eso, como paseamos bastante, aproveché para hacer fotos con un par de compactas para película fotográfica tradicional de las que espero mostraros ejemplos en un futuro no muy lejano… pero tampoco inmediato. Mientras, comparto con vosotros algunas de las fotos realizadas con la compacta digital, como comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata.
Ya adelanté hace unas semanas con fotografías realizadas con cámara digital el resumen del viaje en el día a Sitges y Barcelona. No voy a enrollarme más con lo que dije entonces, y especialmente en el artículo que escribí sobre las cuestiones fotográficas en lo que al equipo digital se refiere. Pero ya me llegaron las fotografías realizadas con película fotográfica. Las cuestiones técnicas las encontraréis en,
Ayer fue fiesta local en Zaragoza. La Cincomarzada. Una de esas raras fiestas que no están asociadas a la Iglesia Católica. Casi al contrario… no exactamente… pero casi. El caso es que alguien sugirió hace unas semanas que pasásemos el día en Barcelona. Había una compra que hacer, con mayor oferta comercial en la Ciudad Condal, por lo que se podía aprovechar el festivo para hacerla allí, y hacer algunas cosas más durante el día. Salimos a las ocho de la mañana en el tren de alta velocidad desde Zaragoza-Delicias, llegando a Barcelona-Sants poco después de las nueve y cuarto, para regresar desde Barcelona-Sants a las ocho de la tarde, llegando a casa algo después de las diez de la noche, cenar algo, y a dormir porque hoy ha sido día de curro.
Barcelona es una ciudad que tenemos muy pateada. Y además, el año pasado estuve dos veces, con intención de explotar fotográficamente el Barrio Gótico y el Born. Por lo que a mí me apetecía hacer otras cosas. Además de la compra mencionada. Pero como íbamos cuatro personas, dos de ellas poco habituales en nuestros viajes, costó más ponerse de acuerdo. Aunque al final lo logramos, y no quedó mal la cosa.
Nada más llegar a Barcelona, nos desplazamos en tren de cercanías, las de Renfe más las de la Generalitat de Cataluña, hasta la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló. Esta Colonia Güell es un poblado industrial. En aquel lugar, que ha finales del siglo XIX era fundamentalmente agrícola, aun hoy a orillas del Llobregat el ambiente es agrícola, Güell, un industrial textil catalán, instaló su fábrica lejos de las «peligrosas» influencias de los que peleaban por mejorar la situación de los obreros. Construyó un poblado de inspiración modernista, Gaudí le diseñó la iglesia del lugar, y organizó una sociedad inspirada en el social-catolicismo. Viviendas dignas, comida asegurada, y una educación de los hijos controlada por la Iglesia Católica. Separación de funciones entre hombres y mujeres, y jornadas laborales de 12 horas, seis días a la semana, incluyendo, al principio el trabajo infantil. De lo más «piadoso». Pero con baja conflictividad, porque casa y comida estaban garantizadas, y estaban aislados de la gran ciudad. El lugar tiene su interés, porque físicamente estaba bien planteados, si bien éticamente es altamente cuestionable la explotación de los obreros. Y la llamada Cripta de la Colonia Güell, firmada por Antoni Gaudí, está incluida dentro del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, en el catálogo de Obras de Antoni Gaudí en Barcelona.
Tras realizar nuestras compras y comer algo en las horas centrales del día, por la tarde decidimos relajarnos paseando por Sitges. Que el tren de vuelta saliese a las 20:00 horas de Sants nos permitía estar en Sitges hasta casi la puesta del sol. Efectivamente, cogimos el cercanías de vuelta a Barcelona a las 18:45, momento en el que el sol desaparecía en el horizonte, para llegar a Sants a las 19:30, con tiempo de coger el tren de regreso sin agobios. Ya conocíamos Sitges desde hace tiempo. Así que el objeto era pasear, hacer alguna foto, tomarnos al llegar unos helados, y a mitad de tarde unas cervecitas, y relajarnos junto al mar. Pero que pena de costa catalana, qué destrozos le han hecho… qué pena de ley de costas de esta gente que tanta degradación ha causado en las últimas décadas. En fin. Si queréis saber más de cómo se hicieron las fotografías de la entrada… lo he publicado en Substack.
Llegamos al final de 2023. Un año… que no ha estado mal. Y comienza el repaso de fin de año, fundamentalmente un repaso fotográfico, que es lo que me apetece, como de costumbre desde hace ya un buen montón de años en este Cuaderno de ruta. En mi carpeta con fotografías de viaje he registrado quince subcarpetas, es decir, quince viajes de mayor o menor duración. Van desde la excursión en el día a algún pueblo aragonés, incluso de la propia provincia de Zaragoza, en cuya capital vivo, hasta algún viaje intercontinental saltando el Atlántico durante unos cuantos días. Así que mi concepto de lo que es viajar con la cámara al hombro es muy amplio. Así que sin más, vamos con el repaso. Con fotos.
31 de enero – Una revisión de la actividad cultural en Madrid y una visita a los amigos desde hace 25 años
6 de marzo – En Barcelona, reparando cámaras fotográficas y una visita a los amigos desde hace 40 años.
Viaje de Semana Santa – Basilea, Friburgo, Colmar, el Jura… en una pequeña reunión con aficionados a la fotografía con película tradicional de Suiza y Alemania.
26 y 27 de abril – Reuniones de trabajo en Madrid.
16 de mayo – Excursión con AFZ Asociación de fotógrafos de Zaragoza a Torrellas y Tarazona.
Vacaciones de primavera – San Francisco y escapada a Yosemite Valley.
Puente de agosto – Reunión familiar en Estocolmo.
15 de septiembre – Nueva visita al Museo Würth La Rioja en Agoncillo y a Logroño.
Vacaciones de principios de otoño – Turín, Piamonte y Milán.
Escapada del Pilar – San Sebastián y otras localidades del País Vasco.
28 de octubre – Excursión a los hayedos de Sansanet y Le Somport en el Pirineo francés con ASAFONA Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza.
25 de noviembre – Excursión al Parque Geológico de Aliaga con ASAFONA Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza.
1 de diciembre – Una mañana de lluvia en Calatayud.
4 de diciembre – Segunda visita del año a Barcelona por similares motivos a la de marzo.
Pongámonos un poco irónicos. Hasta los años finales del siglo XX, el formato de negativo fotográfico de 24 x 36 mm era denominado por algunos sectores de la industria fotográfica como «estándar», por ser el más común, aunque había una gran variedad de estándares según el tamaño de la película y del negativo. Pero también fue llamado por muchos formato pequeño o miniatura. Realmente, mucho más pequeño los del formato medio (6 x 4,5 cm, 6 x 6 cm, 6 x 9 cm, entre otros), y no digamos si lo comparamos con el formato grande (12.7 x 10 cm, 18 x 13 cm, 25 x 20 cm y más). Pero como había también formatos más pequeños, estos fueron llamados en muchas ocasiones formatos subminiatura (más pequeños que el miniatura). Pensemos en los 17 x 13 mm que ofrecían las cámaras para cartuchos de formato 110, o los 11 x 8 mm de las cámaras espías de Minox y sus copias. Y gozó de cierta popularidad el llamado «medio formato» (en inglés half frame, que sería la mitad del encuadre; no confundir con el medium format, que sería el formato medio, mencionado ya, mucho más grande). Tenía la ventaja de que usaba la misma película de 35 mm, en los mismos carretes, que el formato más popular, pero era la mitad de tamaño (un poquito menos en realidad, 17 x 24 mm), por lo que hacías el doble de fotos con el mismo carrete. Eso sí, con una pérdida de calidad, poco apreciable en los tamaños de copia fotográfica habituales. Una de estás cámara me la llevé en las recientes excursiones al Parque Geológico de Aliaga, a Calatayud y a Barcelona, de las que ya os hablé hace unos días.
Me chiva el gestor de WordPress que esta es la entrada 6800 de este Cuaderno de ruta. El único mérito de este número es que llama la atención por ser múltiplo de 10, e incluso de 100. Vamos, que tiene ceros al final. Eso siempre llama la atención del personal. No es que estos números sean especiales. Es que tenemos diez dedos en las manos, y hemos construido nuestro sistema de numeración dominante, el base 10, sobre este número. Hay otros sistemas de numeración que podrían ser más útiles. El 10 sólo es divisible por 2 y por 5, además de por sí mismo y por el uno, como todos los números. Así que a la hora de hacer grupos, es limitado. O sea, de hacer divisiones enteras. Por ejemplo, el 12 es divisible por 2, 3, 4 y 6, además de… eso. Mucho más útil. En fin… disgresiones… ayer estuve en Barcelona.
Lo planeé desde hace tiempo. Prácticamente desde que terminé las vacaciones de principios de otoño. Y es que había varias cosas que me apetecía hacer en la ciudad condal. Pero me canso de gastar el dineral que cuesta el viaje en tren de alta velocidad si improvisas el viaje con pocos días. Aparte de que la limitada oferta de plazas hace que puedas encontrarte con muchos trenes completos. Esto está pasando incluso en algunos regionales, en determinados días de la semana. En España los trenes son escasos e impuntuales. Cada vez entiendo menos que, con la relativamente baja densidad de circulación en las líneas férreas españolas, sea tan elevada la proporción de viajes que llegan a destinos con un cierto grado de retraso. He viajado por otras redes ferroviarias en el mundo con muchísima más densidad de tráfico y con una proporción mucho menor de retrasos, aunque sean mínimos. Las que más me sorprenden es Suiza y Japón. Estos retrasos, que la gente no da importancia en la alta velocidad por ser de cuatro o cinco minutos, y la gente asume que en España hay retrasos y se da por contenta, sólo pueden deberse a problemas de gestión. O de la infraestructura, mal mantenida o inadecuada. Las estación de Barcelona-Sants es paradigmática en esto último. O de los procesos de control de la circulación. En fin. Es lo que tenemos. Es el país que tenemos.
A Barcelona… he estado decenas y decenas de veces en la capital catalana. Que no es lo que fue. Entre el agobio turístico y el agobio político, cada vez es menos agradable visitar Barcelona. Todo tan vulgarizado por el turismo, y tan degradado culturalmente por la politización constante de la vida cotidiana. No olvidemos que, los nacionalismos, me da igual que sean de señeras que de rojigualdas, son empobrecedores culturalmente. Establecen dogmas sobre lo que debe pensar y sentir los ciudadanos, aunque sean mentiras o errores, y todo lo que se escape de esto no es aceptable. Las consecuencias son horrendas. La tergiversación de lo que fue la Guerra de Sucesión como excusa para los presuntos agravios de «España» hacia «Cataluña» es uno de los más desagradables. Y es opinión de quien es vecino de un «reino» que también perdió su autogobierno en esa guerra. Pero que no le da más importancia. Porque preferiría mirar al futuro que no han un pasado que ahí está y no se puede cambiar. Y sobretodo, sobre el que no podemos prever si las consecuencias de la alternativa hubiesen sido mejor para las personas. Mitos. [Por si algún catalán se me enfada, que se calme un poco. Que considero que los de la rojigualda alteran o deforman la historia en igual medida o más. Pero mal de muchos es consuelo de idiotas. En estas cosas siempre me las apaño para «caerles mal» a todos.]
Quería hacer dos cosas. Pasarme por el servicio técnico de Casanova Foto, con la esperanza de poner en marcha de nuevo tras una limpieza una cierta cámara fotográfica, y comer y conversar con los amigos de antaño con los que cada vez me veo menos. Lo primero fue un fracaso, ahora soy dueño de un caro pisapapeles, lo segundo fue un éxito. Salvo porque comimos en un sitio muy agradable pero con una cocina horrorosa. En fin… nos lo tomamos con humor. En Casanova Foto me encontré con que disponían de la nueva película Harman Phoenix 200, de la que hablaré en su momento, así que aproveché para comprar unos rollos, y dedicar los paseos de ayer por Barcelona para ir probándolos. Hasta dentro de unos días no sabré que tal. También compré algunos libros. Hacía años que no visitaba librerías que me gustan como La Central y Laie.
En fin… poco más que contar. Las fotos con las que ilustro esta entrada son de las pocas que hice con cámara digital, la pequeña compacta Sony ZV-1 que me llevé justamente para esto, para compartir en redes sociales y similares algunas cosas del viaje. Lo podría haber hecho con el móvil, como tanta gente. Pero teniendo un cámara bolsillera que ofrece mucha más calidad y versatilidad, me parece tontería. En fin… dentro de unos días, con los rollos de película revelados, más.
Última de las tres entradas que estoy dedicando a las fotografías con película fotográfica tradicional del viaje en el día que hice a Barcelona a principios del mes de marzo. En esta ocasión, el rollo de película para negativos en color, una emulsión con la que ya estoy bien familiarizado, cuyas características técnicas y procesado en detalle podéis encontrar en Viaje en el día a Barcelona (III) – Leica M6 con Kodak Ultra Max 400. Ahora… a esperar el siguiente viaje, probablemente ya en Semana Santa.
Segunda de las tres entradas que estoy dedicando a las fotografías con película fotográfica tradicional del viaje en el día que hice a Barcelona a principios del mes de marzo. En esta ocasión, el rollo de película para negativos en color, una emulsión que nunca había usado, cuyas características técnicas y procesado en detalle podéis encontrar en Viaje en el día a Barcelona (II) – Leica M6 con Cinestill 400D. Si todo va bien, el sábado la tercera y última parte. Si no algo no va bien… pues ya llegará.