Esta serie de fotografías que ilustran esta entrada de este Cuaderno de ruta puede verse, comentada desde un punto de vista de la técnica fotográfica, en Carlos en plata. Estado de situación de mi actividad fotográfica y comentario del uso de la Olympus Pen F con película Kodak Gold 200.
En estos momentos tengo un montón de “trabajo” fotográfico acumulado. Me llegaron el lunes los negativos en blanco y negro del viaje a Japón revelados. Como son Ilford XP2 Super, los mandé a revelar en proceso C-41 a un laboratorio comercial. He digitalizado uno de los tres rollos y llevo revisadas y procesadas la mitad de las fotos. Me queda bastante todavía, porque son de medio fotograma, expuestos con las Pentax 17. Poco a poco, lo iré haciendo. Tengo pendientes de revelar en casa tres rollos de película en blanco y negro, uno de Ilford FP4 Plus que hice antes de viajar a Málaga, y dos de Ilford HP5 Plus. Una vez que los revelé, el procesado irá más rápido porque son de fotograma completo. El FP4 Plus expuesto con Leica M6 y los HP5 Plus con Olympus Trip 35. Pero lleva su tiempo.
En dos semanas, quizá un poco menos, espero tener los cuatro rollos de negativos en color expuestos con la Leica M6 durante el viaje a Málaga. Que también llevarán un tiempo. Así que, como veis, faena no me va a faltar. Y el otro día, en mi tienda habitual, habían recibido la nueva película Kentmere Pan 200, que no he probado todavía. Cogí un par de rollos, y este fin de semana pretendía salir a fotografiar con uno de ellos… ya veremos. Así que, mientras voy avanzando con todo este trabajo, os dejo con algunas fotos de paseos por la ciudad hacia finales del mes de agosto.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Tokio, alrededores de Senso-ji, en Asakusa.
Decidir en agosto que en los primeros días de octubre nos íbamos a Japón, determinó que leyera una serie de libros procedentes del País del Sol Naciente seguidos. Uno ya lo comenté recientemente. Y, como tengo muchos pendientes de comentar, hoy voy con los dos siguientes. Y especialmente me viene bien combinarlos en la misma entrada porque ambos tienen en común que sus protagonistas son mujeres que viven en el entorno del entretenimiento, la noche y el «placer». «Placer» entrecomillado, por que es el placer de los hombres y no de las mujeres, como ya comprobaremos. En cualquier caso, dos libros muy distintos, pero que nos perfilan muy bien algunas cosas de cómo ha sido la relación de los japoneses con el «mundo flotante» ukiyo 浮世, como se le llamó tradicionalmente. Vamos con historias de geisha 芸者, oiran 花魁 y otras mujeres de menor rango en los servicios de ese placer, fundamentalmente masculino.
Geishas rivales – Kafū Nagai
Kafū Nagai fue un escritor japonés activo en la primera mitad del siglo XX. Procedente de una familia de intelectuales, estuvo activo como escritor y como académico hasta que sus posturas contrarias al militarismo de los años 20 y 30 que culminó en la Guerra del Pacífico hizo que fuera relegado. En ese período de lúcida actividad intelectual y creativa escribió el libro que aquí nos ocupa, entre 1916 y 1917, en el que recorreremos el mundo de las geisha de Shimbashi y Asakusa, de los actores de teatro, de los hombres de negocio que mantenían a estas mujeres y las rivalidades entre ellas, cuando su carrera era corta pues estaba condicionada por el inevitable envejecimiento, cuando envejecer es llegar a los treinta o treinta y pocos años.
El relato se centra en una joven geisha de 23 años que se retiró unos años antes por un matrimonio con un rico provinciano… que falleció muy tempranamente dejándola viuda en una ciudad de provincias, muerta de aburrimiento, y con una familia política con la que empatizaba/simpatizaba poco, y sin haber tenido un hijo que garantizase su posición. Así que vuelve a Tokio, donde conecta con viejos conocidos, mientras navega entre el interés hacia aquellos hombres que la pueden mantener económicamente, y el enamoramiento por aquel actor de fama que le atrae. Pero es un mundo traicionero, donde surgen rivales entre las jóvenes de su gremio, y donde nunca hay nada seguro en el terreno de las relaciones y los sentimientos.
Hoy en día nadie confundiría en Japón a una geisha con una prostituta como tanta gente en occidente hace. Pero aunque en el Japón de antaño también había notables diferencias, había elementos difusos. Como se nos cuenta en la novela, no era infrecuente que una geisha fuera mantenida por un hombre, con el correspondiente intercambio de favores sexuales. Incluso por más de uno. No obstante, el negocio de la geisha era el entretenimiento; la compañía, el canto, la danza, la preparación del té, con refinamiento. Pero ese principio de siglo es tiempo de cambios, y la competencia es feroz, con nuevas geishas que abandonan el refinamiento por la voluptuosidad y la atracción sexual. Un mundo duro, donde ganarse el sustento, no sólo para comer sino para mantener la presencia, el vestuario y el estilo no es tan fácil como parece. Y comprobamos de forma espléndida en esta novela las dificultades de la joven Komayo para navegar en ese mundo, en el que sobra esa fondo de idealismo y romanticismo que tiene. Aunque la vida se encargará de ponerla en su sitio y encarrilarla. Me gustó mucho esta novela, en la que se aprende mucho del ambiente de la noche tokiota de principios del siglo XX.
A woman of pleasure – Kiyoko Murata
Esta novela es muy distinta. Kiyoko Murata es una escritora contemporánea, aunque de largo recorrido ya que nació en 1945. La novela, no obstante, es reciente. Tiene un fuerte componente feminista, dentro del concepto de sororidad que tan de moda se ha puesto en las últimas décadas. Y nos traslada al barrio rojo de Fukuoka, ciudad importante, portuaria, del norte de la isla de Kyushu, la más sureña de las cuatro islas principales del archipiélago nipón. Una historia de ficción inspirada en un hecho real, ya que fue el lugar donde se realizó la primera huelga de prostitutas del País del Sol Naciente, en protesta por las condiciones abusivas en las que se realizaba su trabajo. Unas condiciones que eran una servidumbre prácticamente a una esclavitud.
La protagonista es una adolescente de quince años, originaria de una pequeña isla del pescadores al sur de Kyushu, que es vendida por sus padres a un prostíbulo ante la imposibilidad de mantener a todos sus hijos. Tras un período de aprendizaje con una de las oiran del establecimiento, las prostitutas de primera fila, de lujo, que estaban en la cúspide de la sociedad de castas de la prostitución, comenzará a trabajar, a conseguir sus primeros clientes, para pagar la onerosa deuda que ha contraído con el propietario por el dinero que este dio a su padre. La relación con otras compañeras, y con la maestra, una antigua prostituta, también vendida por su padre, un samurái venido a menos por la restauración Meiji, la pondrá en el camino de rebelarse con el sistema de servidumbre con pocas esperanzas en el que ha entrado. Más siendo una joven inculta, que habla un dialecto difícil de entender para la mayor parte de la gente.
Como ya he dicho, es una novela de superación y de solidaridad entre estas mujeres que, a pesar de legislaciones recientes que deberían protegerlas, vivían en ese estado de semiesclavitud. Estamos en la primera década del siglo XX, todavía en la era Meiji. El país está cambiando, y las influencias extranjeras se hacen notar, pero muchas costumbres permanecen, y la sociedad no ha roto todavía con la sociedad de castas que dominó el período Edo. La novela ofrecerá esperanza; pero es una novela dura. Las descripciones del proceso, humillaciones y degradación de estas mujeres, de la joven protagonista, poco más que una niña, sin recrearse en ellas son lo suficiente duras como para que de vez en cuando pares de leer y dejes un tiempo a la digestión. No en vano, a pesar de la excelente calidad de la obra y del interés que me despertó, me llevó casi tres semans en terminarla. Pero indudablemente es de lo mejor que he leído este año, y es muy recomendable. Que yo sepa no está disponible en castellano, y la leí en inglés. Merece la pena.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Pensaba en otra película que trataba el escenario de una hipotética catástrofe nuclear, en la que la única esperanza parecía llegar de una señal telegráfica de la costa de California… no necesariamente San Francisco como en las fotos… pero de allí.
Como la semana pasado fue «corta» en términos de actividad de este Cuaderno de ruta, no me dio tiempo a comentar la película que vimos de estreno la semana anterior. Y además se nos acumuló otra más. Bueno… pues vamos con la de hace dos semanas, y ya veremos cuando comento la de hace una semana. El caso es que esa película de hace dos semanas nos impresionó considerablemente, siendo que, además, su recuerdo la ha mejorado más todavía. Una película que sabíamos que íbamos a tener disponible en Netflix en pocos días, pero las buenas películas se saborean mejor en pantalla grande. Y más si las dirige Kathryn Bigelow.
Bigelow ya nos ha ofrecido ejemplos espléndidos de buen cine político, a veces disfrazado de cine bélico… pero no, es cine político. Son relatos que nos hablan sobre el poder, el ejercicio del poder político, con todas sus contradicciones y debilidades, propias de las actividades humanas. Especialmente cuando los intereses se mezclan y se confunden. En todos los significados de la palabra «confundir«. Escuchaba hace un rato una entrevista, que no he podido terminar, lo haré más tarde, con el guionista de la película sobre las motivaciones para hacer esta película. Y la explicación era clara y pertinente. Aunque ha habido incidentes en las ocho últimas décadas que han podido provocar el desastre catastrófico de un conflicto nuclear, un conflicto que nadie podría ganar nunca si nadie se achica, este es el momento de la historia en la que el riesgo es mayor. Porque no es una mera tensión a dos bandas conocedoras de que una guerra nuclear es una mutua destrucción asegurada. En la actualidad hay diversos, e incontrolados, actores capaces de lanzar un ataque nuclear. Aunque sea un solo misil. Y que eso desencadene un dominó de destrucción sin sentido. Es curioso que ayer, en una de mis series de televisión favoritas en activo, viese como también trataba el problema de las crisis nucleares, aunque de forma distinta. No necesariamente con un fondo distinto.
El escenario que plantea Bigelow es sencilla en su planteamiento, y muy complejo en su desarrollo. Una potencia desconocida lanza un misil intercontinental desde algún punto del Pacífico, que alcanzará una populosa ciudad de los Estados Unidos en 18 minutos. En ese tiempo hay que intentar pararlo, y si no se para, hay que decidir que viene a continuación y como prepararse para lo que venga. Esos 18 minutos son narrados en tiempo real desde la perspectiva de distintos agentes. En el primero, de los militares de la unidad de detección e intercepción de misiles, al mismo tiempo que desde el centro de crisis de Washington. La segunda desde la perspectiva del mando militar para las cuestiones relacionadas con la guerra nuclear, junto con una asesora especialista en estas cuestiones. La tercera desde la perspectiva de otro asesor especializado en gestionar riesgos para la seguridad, y el propio presidente de los Estados Unidos.
Lejos de las limpias y eficientes actuaciones que tradicionalmente muestran las películas de acción, nos encontramos con gente que se mueven en la inseguridad, en la indecisión, en las probabilidades de acierto o de fallo. En las dificultades de la comunicación entre los distintos actores, en el miedo a lo que les pase a ellos mismos o sus seres queridos. Y últimamente, en una pregunta que queda sin responder, ni falta que nos hace, una pregunta es… ¿qué hacer si un escenario así se produce? ¿Se deja derrumbar el dominó, o alguien es capaz de pararlo y detener la locura pese a las presiones del entorno?
Un reparto coral, muy amplio, en el que mencionaré gente como Idris Elba, Rebecca Ferguson, Gabriel Basso, Jared Harris, Greta Lee,… entre otros muchos, que funcionan perfectamente. Es curioso contemplar tantos nombres británicos, o de otros países europeos o de fuera de Estados Unidos, en una película que sobretodo habla de ese país y de sus responsabilidades ante el mundo. Una realización precisa, funcional en el apartado técnico, aunque destaca sobretodo en montaje complejo ante el dinamismo de una acción que sucede en apenas media hora, en tres ocasiones, con los mismos diálogos, pero de los que no siempre escuchamos su integridad. Sólo al ver las tres partes los podemos reconstruir por completo.
El ejercicio de reflexión política es excelente. Aunque asusta. Y mucho. Porque los políticos y militares que desfilan en la pantalla nos parecen humanos, y por lo tanto falibles, pero razonables. Lo cierto es que en la actualidad, muchas veces parece que son mayoría los que no son sensatos y razonables, los que están henchidos de orgullo personal y tendencias autoritarias. Así que,… da mucho miedo que a alguien se le escape un «pepino», como en varias ocasiones ha parecido o ha estado a punto de ocurrir en las siete últimas décadas.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías digitales realizadas en Andalucía con Fujifilm X100VI.
Hemos estado en el sur de España unos días. Desde el año 2020, el famoso, el de la pandemia, hemos ido adquiriendo la costumbre de hacer una escapada de cuatro o cinco días en el fin de semana del cambio de hora. Para aprovechar los últimos días en la que las tardes son largas en horas de luz solar. Empecé escapándome yo sólo, pero poco a poco se ha ido sumando más gente.
Este año el destino principal ha sido Málaga. Aunque ha habido años que hemos ido al País Vasco, adelantando alguna semana la escapada, generalmente nos vamos a Andalucía, donde hay más garantía de buen tiempo en estas fechas de final de octubre. Eso no quiere decir que no pueda salir algún día lluvioso… pero las temperaturas suelen ser agradables.
Este año… no han sido tan “agradables”, por exceso. Temperaturas de cerca de 30 ºC de máxima, con algún día, en la propia ciudad de Málaga, sobrepasando esta temperatura. Aunque ese día visitamos otras ciudades. Nos escapamos a Antequera por la mañana y ha dar un paseo por el Albaicín de Granada por la tarde. Todos los movimientos, en tren. Lo cual, con Renfe por el medio, es deporte de riesgo. Mira que hacen difícil un acto tan sencillo como coger un tren… Qué desdicha de gestores de servicios públicos tenemos en este país.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Volvemos a las fotos de mi último viaje a Japón para ilustrar la entrada, el antiguo barrio de comerciantes Bikan de Kurashiki.
El último gran éxito de Studio Ghibli y Hayao Miyazaki, que en inglés/castellano se tituló The boy and the heron/El chico en la garza, en japonés se tituló Kimitachi wa dō ikiru ka [君たちはどう生きるか]. Literalmente, Vosotros, ¿cómo vivís?. Nada que ver, ¿verdad? Pasa con frecuencia con los títulos de las películas, libros y series japoneses. Sus traducciones directas no son consideradas como «comerciales» o «atractivas» por las distribuidoras, editoriales o plataformas de televisión. Y les ponen muy diferentes títulos. El caso es que el título de la película en japonés procede de la novela que traigo hoy aquí, escrita por Genzaburō Yoshino, que es considerada un clásico de la literatura juvenil japonesa del siglo XX. Obsérvese que, en los títulos originales en japonés, el sujeto, kimitachi 君たち, es plural. Pero en las traducciones al castellano se usa el singular. En las traducciones al inglés… pues es que you vale tanto para tú como para vosotros. Así que como gustéis.
Esta novela… más que una novela es una serie de episodios en la vida de un adolescente de quince años en los años 30, previos a la guerra mundial. Y me recordó mucho, al menos hasta cierto punto, al famoso libro del italiano Edmondo de Amicis, Cuore. En parte porque también sigue la vida de un escolar de clase acomodada que ha de relacionarse con compañeros de clases medias o trabajadoras, porque va acompañado de reflexiones de carácter ético, y porque ambos escriben una especia de diario con sus experiencias. Al mismo tiempo que reciben consejos de sus familiares adultos cercanos. El libro japonés no incluye cuentos o relatos autónomos, como lo hace el italiano. Pero las similitudes son similares. El protagonista es huérfano de padre, vive con su madre, y es apoyado en su educación por su tío materno.
Aunque dirigido a una audiencia juvenil, el libro me gustó bastante. Como he mencionado, las reflexiones son de carácter ético. No moral. Mucha gente no distinguen entre ética y moral. Yo sí lo hago. Moral viene del latín mores, costumbres, y es un código de comportamiento basado en las costumbres aceptadas por una comunidad, por una sociedad. Pero algunas de estas costumbres pueden tener consecuencias negativas para una parte de la comunidad, general discriminaciones y, en casos extremos, ser perjudiciales para el conjunto de la comunidad. La ética es un comportamiento que procede de la reflexión personal, de los valores propios, y se dirige a hacer lo correcto, incluso cuando eso suponga contravenir otros códigos de comportamiento aceptados por el conjunto o impuestos al conjunto de los integrantes de la comunidad. El tío del protagonista le ofrece pocas respuestas, pero le invita a plantearse muchas preguntas, a partir de las cuales el joven desarrolla sus propios valores y sus propias respuestas. Es curioso que el libro se publicó en una nefasta época en el sistema social y político japonés, con un gobierno militarista y autoritario que llevó a la catástrofe física y moral de la sociedad nipona. Y sin embargo, el libro destaca por sus valores de tolerancia.
No me atrevo a recomendarlo con carácter general, porque creo que las realidades de aquella época eran muy distintas, y los enfoques para hacer llegar a los jóvenes una reflexión ética y un desarrollo de los valores personales no pueden ser los mismos. No creo que funcionase. Me gusta valorándolo desde una experiencia de décadas de vida, pero ¿atractivo a jóvenes que no sean japoneses en el entorno de su propio sistema educativo, su historia y sus sistemas de valores colectivos? Difícil. Por otro lado, siguiendo con lo que he empezado, el libro fue una inspiración para la película de Miyazaki, pero su desarrollo no tiene nada que ver con la fantasía de desarrollo personal del filme. Inspira los valores, no el argumento.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías realizadas en Valderrobres con Leica M6 y Kodak Ektar 100.
Con una breve tregua en las experiencias fotográficas derivadas de los viajes principales, a la espera de la tradicional escapada del cambio de hora de otoño, en el próximo fin de semana, y la llegada de los negativos del viaje a Japón revelados, retomo las experiencias más modestas de los meses pasados. Entre ellas, algunas breves excursiones a lo largo de una mañana o a lo largo de una tarde en los últimos días de julio y primeros días de agosto.
Todas las fotos de hoy suponen un cierto desplazamiento, más o menos largo, de unas horas. No un día entero. Por ejemplo, una escapada acompañando a unos amigos que tenían que hacer algo en Tardienta para lo que cogimos un tren a primera de la tarde y volvimos con otro cuando el sol amenzaba con ponerse en el horizonte occidental.
O tambien, una madrugada de un sábado para ir caminando hasta el barrio rural de la Cartuja Baja en Zaragoza, y volver con el autobús al medio día. Y un domingo por la mañana en la que nos escapamos a Riglos, para llegarnos hasta un mirador en el que no estuvimos en la escapada similar de un sábado de junio. Estos días también usé película en blanco y negro, como ya comenté.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. El último episodio de una de las series, el sobrante, desde mi punto de vista, transcurre en Zurich,… y allí nos vamos fotográficamente.
Desde que me suscribí a Netflix… ya no me acuerdo muy bien cuánto hace, las series surcoreanas han sido mis acompañantes habituales en mi descanso de los fines de semana. Series que invitan a no pensar mucho en nada, entretenidas, donde sale gente guapa,… muchas veces placeres inconfesables sin pies ni revés,… el cachondeo del emplazamiento de producto publicitarios, no pocas veces rayando el ridículo más cómico,… Pero también de vez en cuando con series de una calidad innegable. Descubrir que algunos de esos actores y esas actrices realmente tienen capacidades interpretativas notables. Y las series que se salen de la norma, producciones interesantes y estimulantes. Pero en los últimos tiempos… pues como que no. Les estaba perdiendo el gusto… o me he cansado de determinados argumentos y situaciones. Porque repetitivas son un rato. Repiten tópicos hasta la saciedad. No obstante, en torno al mes de septiembre he encontrado algunas series que realmente me han gustado. Vamos con ellas.
Esquire (título original en inglés), en inglés/español se ha titulado Beyond the bar/El sinuoso camino del derecho, y es un drama legal con unas gotitas de romance. Nada que empalague, muy moderado y alejado de los tópicos de la comedia romántica surcoreana. Una joven abogada (Lee Jin-wook), de buena familia, pero que busca salir adelante con su esfuerzo y por sus medios, entra a trabajar en un prestigioso bufete… a pesar de que casi la caga en la entrevista. No dudará en aceptar al equipo menos glamuroso del bufete, pero en el que más hay que aprender y bregar, al frente del cual hay uno socio (Jung Chae-yeon), recto, que no admite frivolidades y espera rigor y honestidad en el trabajo. Se deberán enfrentar a los casos en los tribunales, y a los socios con menos escrúpulos en el bufete. Y a las dificultades de sus vidas personales, más privadas. Entre el procedimental, y el desarrollo personal, es una serie que intenta lanzar un mensaje ético sobre las formas de hacer, frente a los muchos dramas legales que hay en la televisión coreana que se centran en torno a la corrupción y los personajes excéntricos. Sus protagonistas lo hacen bastante bien, y acabas enganchándote porque les has cogido cariño. Diponible en Netflix. Te deja con buen rollo. Fundamentalmente drama, poca comedia.
Samagwi: sarinjaui oechul [사마귀: 살인자의 외출, la mantis: la salida del asesino] es conocida en inglés/español como Queen Mantis/Reina Mantis. Y es una versión surcoreana de la serie francesa La mante, que vi hace unos años… y que no me gustó gran cosa. Por lo que en principio no pensaba darle una oportunidad a la versión coreana. Pero un día me puse… y me enganchó. Está mejor. Bastante mejor. A pesar del joven policía protagonista, cuyo actor, Jang Dong-yoon, no me acaba de convencer gran cosa. Y mira que es un actor popular y bien valorado en su país. Pero el resto lo hace muy bien, especialmente, la protagonista, Go Hyun-jung, la asesina en serie presa, que ha de ayudar a la policía a atrapar a un imitador que le ha salido. Lo cierto es que tiene más ritmo y más interés que el original, y la mayor parte de los intérpretes lo hacen mejor. No es la octava maravilla del género, pero me atrapó y me lo pasé bien. Y son solo ocho episodios. Poco para una serie surcoreana. También se ve en Netflix.
Eunjunggwa Sangyeon [은중과 상연, Eun-jung y Sang-yeon los nombres de los personajes de las dos protagonistas], que en inglés/castellano se titula You and everything else (o Two Women)/Tú y todo lo demás, es una serie exclusiva de Netflix. Quince episodios de una hora de duración para contarnos la historia de dos amigas/rivales, en tres periodos de su vida. Cuando comienza la serie, una de ellas es una guionista de televisión, Eun-jung (Kim Go-eun), que se defiende sin problemas en la vida, a sus cosas, y la otra, Sang-yeon (Park Ji-hyun), una productora de cine de prestigio a la que acaban de dar un premio. Se conocen desde la infancia, pero llevan sin verse ni hablarse desde diez años antes, cuando Sang-yeon el hizo un mala jugada a Eun-jung. A pesar de ello, le llama y le pide un favor como amiga. Tiene un cáncer avanzado, va a entrar en fase terminal, y quiere viajar a Suiza para terminar con su vida mediante la eutanasia. Eun-jung se escandaliza de que le llame para eso… y empieza a recordar su vida en común. La infancia, cuando Eun-jung era tirando a pobre y Sang-yeon tirando a rica, y además perfecta en estudios y deporte, pero de una forma u otra acaban relacionándose como amigas. La época universitaria, cuando Eun-jung lleva una vida normal, y Sang-yeon ha acabado pobre y a base de esfuerzos a conseguido entrar en la universidad, época en la que competirán por un joven. En esta época una cámara Leica M3 es coprotagonista, lo cual me encanta. Y la época cuando empiezan a trabajar en el mundo del cine, y cuando se produzca la traición de Sang-yeon.
Esta serie me ha gustado bastante, y parece que es algo que ha sucedido con mucha gente. Las interpretaciones son espléndidas, especialmente por parte de Park Ji-hyun, a pesar de que le toque el papel más feo… o quizá por eso. La había visto en alguna otra serie… como secundaria, y me parece una actriz muy competente. En cualquier caso, la relación de amistad-rivalidad está muy bien planteada. Dos chicas, dos mujeres, que envidian de la otra algo que creen que no tienen, sin pararse a pensar que no hay motivos para complejos, que cada cual arrastra su mochila. Una relación llena de malos entendidos, de falta de diálogo sincero entre ambas, siempre con la sombra de lo que envidian. Si tengo que poner un pero, está en el último capítulo, que quizá sobra, y solo sirve para satisfacer a los fanáticos de la tele-cebolla. En la que además plantean un contexto eutanásico absolutamente irreal, y sé de lo que me hablo por motivos profesionales. Un paciente que solicita la eutanasia no está en condiciones de salir a cenar con vestido elegante la noche de antes con su amiga y acompañante. Nop. Esto no funciona así. De hecho pensaba que, dado la moralidad conservadora del país asiático, no iban a llegar a ese punto de la historia. El caso es que para contarlo como lo cuentan, podrían haber cerrado la serie antes. Puesto que la historia principal e importante ya estaba contada. Pero a pesar de ello, me ha gustado bastante, como ya he dicho.
Con posterioridad, he visto alguna serie surcoreana más, especialmente aprovechando el periodo vacacional que he disfrutado recientemente, pero no entran en este bloque, son otra historia. Ya veremos si alguna de ellas la introduzco más adelante en alguna entrada de versiones coreanas/japonesas de la misma historia.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Si no recuerdo mal, la astronauta japonesa es de alguna isla o lugar costero del mar interior de Seto… o algo así. Así que Honmura, en la isla de Naoshima, servirá para ilustrar la entrada.
Había leído muy buenas críticas de este libro de Samantha Harvey. Que no sé si llamar novela. Es ficción. Pero se ajusta poco a la mayor parte de las narrativas. Aunque tampoco es que sea una rareza. Ciencia ficción. Porque la ciencia tiene un papel importante en este relato. Pero va de otras cosas, en realidad. La parte científica es una excusa o un medio para hablarnos de los temas que realmente preocupan a la autora. En cualquier caso, un libro muy premiado de esta autora inglesa, entre otras cosas el Booker Prize, uno de los premios más prestigiosos en lengua inglesa.
Este relato es un libro reciente, publicado en 2023, y que he leído en su idioma original. El libro nos emplaza a acompañar a seis astronautas en la Estación Espacial Internacional, procedentes de distintos países. Cuatro hombres y dos mujeres procedentes de Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Italia y Rusia. Y los acompañaremos durante 24 horas mientras cobren una órbita alrededor del planeta cada 90 minutos, 16 órbitas en 24 horas, con distintos paisajes apareciendo a su vista en cada órbita. Conoceremos sus rutinas y sus obligaciones. Y la autora reflexiona con ellos sobre diversos temas filosóficos tradicionales como el sentido de la vida, la trascendencia del ser humano o los riesgos y peligros existenciales, tanto los naturales como los que emanan de la propia actividad humana.
Dicen que este relato es heredero de los planteamientos de Carl Sagan en lo que se refiere a la relación del ser humano con el universo, y a la posición que ocupamos en el mismo y que nos sirve para relativizar muchos conceptos. Puede ser. Desconozco si la autora se ha pronunciado al respecto. Lo que percibo yo es que la autora, a través de la mirada y el pensamiento de los seis astronautas de su creación, mira más hacia abajo, hacia el planeta que orbitan sin cesar, que hacía arriba, hacia las estrellas y el resto del universo. Temas como la muerte, el duelo, la añoranza del ser querido, los desastres humanos como son la guerra, o los riesgo ambientales, surgen constantemente.
Personalmente, los primeros compases del libro, las primeras órbitas en las que acompañamos a los seis astronautas, cosmonautas si nos referimos a los rusos, me resultaron interesante y estimulantes. Simultáneamente conocemos y nos familiarizamos con el entorno de estas seis personas, al mismo tiempo que nos maravillamos de su experiencia, de su observación del universo, del planeta, de sus experimentos. Pero eso tiene un límite en el tiempo. Conforme avanzan las horas de ese día en la estación espacial, las situaciones empiezan a ser más repetitivas, y la escritora se centra en los pensamientos de los astronautas, o lo que es equivalente, se centra en filosofar, en poner en sus bocas o en sus mentes sus tesis personales. Y a veces me engancha, pero las más de las veces… me desengancha. Un libro que empecé con ganas, lo terminé un poco a la fuerza. No es que esté mal escrito ni nada de eso,… es que a veces las filosofadas de la autora me resultan un poco simples… pero les dedica mucho tiempo. No lo sé… no acabó de engancharme en su reflexiones. No porque no sean válidas, si no porque, como he sugerido,… son obvias.
Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. Comentario técnico de las fotografías realizadas en Valderrobres con Leica M6 y Kodak Ektar 100.
Comenté ya hace unas semanas el viaje en el día que hicimos un grupo de aficionados a la fotografía con película fotográfica y otros métodos alternativos fotoquímicos a la bonita población de Valderrobres, en la comarca del Matarraña/Matarranya, en Aragón. Aquella entrada la ilustraba con las fotografías realizadas con una cámara digital. Hoy tocan algunas de las fotografías realizadas con película para negativos en color.
Quiero recordar que el motivo que nos llevó a montar la excursión era visitar la cámara oscura instalada recientemente, el año pasado si no estoy mal informado. Como aficionados a la fotografía, especialmente la fotoquímica y procesos alternativos, cualquier elemento que nos recuerde los principios básicos de la fotografía nos mueve a conocerlo y aprender algo más.
En cualquier caso, Valderrobres es uno de los pueblos más bellos. Y mejor conservados en lo que se refiere a su antiguo casco urbano de origen medieval, con sus murallas, castillo, y otros elementos que salpican el paisaje urbano, aunque no siempre son fáciles de identificar. Cada visita a la población nos permite aprender algo nuevo. De momento, aquí os dejo estas fotografías.