La última película del mejicano Alfonso Cuarón, un gran director, uno de los mejores de nuestros tiempos, eso ya no cabe duda, está en boca de todos. Por diversos motivos. He dicho, y lo digo convencido, uno de los mejores directores contemporáneos, incluso si no siempre me gustan sus películas. Pero así son las cosas. En esta ocasión había dos cuestiones a priori que condicionaban la visualización de esta película, en la que vuelve a sus raíces mejicanas. La crítica se ha rendido a la película de forma incondicional, con unos niveles de aplauso por aclamación casi desusados. Lo cual eleva mucho las expectativas del espectador. La segunda es la polémica de los estrenos directos en la plataformas de vídeo bajo demanda. En esta ocasión, hubo una disposición de los responsables de la película para estrenar en cines, pero con la negativa de Netflix de retrasar su estreno en su plataforma televisiva. La película ha conseguido un estreno limitado en salas, lo que le permitirá optar a determinados premios cinematográficos, pero en muchas ciudades no la hemos podido ver en pantalla grande.

Ante esto tengo que decir dos cosas. Los distribuidores y exhibidores de cine, al menos los españoles, hace tiempo que hacen cosas que no sé si realmente les permiten atraer espectadores al cine, pero que realmente molestan a los amantes del cine. Que no son los mismos que la mayoría de los espectadores. No voy a desgranar ahora esta cuestión… pero cada vez me molestan más las políticas de distribución y exhibición del cine en España, con numerosos atentados hacia el producto artístico, cuando merece este nombre. Pero parecen estar más interesados en atiborrar al público de palomitas grasientas y con toneladas de sal a precio de oro, que en fomentar el amor por el séptimo arte.
La segunda cosa es que es una pena no poder ver esta película en una sala con pantalla grande y en buenas condiciones. Es una película de cine, no de televisión. Su imagen, un blanco y negro de alto nivel iluminado por el propio Cuarón, y su sonido, son matizados, sutiles, y especialmente este último es más difícil de apreciarlo en el ambiente más ruidoso de un domicilio particular. Yo hubiera pagado, sin dudarlo, una entrada por ver esta película a pesar de disponer de ella gracias a la suscripción a Netflix.

En cuanto a la película… no apta para quienes consideran las películas de la Marvel el no va más del séptimo arte. Está en las antípodas. Estamos en una película del tipo, «un año en la vida de…». Un corte en la realidad. No hay propiamente planteamiento, nudo y desenlace, el esquema tradicional del canon narrativo occidental, aunque cada vez encontramos más excepciones. Y la posibilidad de asomarnos a otras culturas para experimentar otras opciones. En esta ocasión, seguimos a una familia de clase media mejicana entre el verano de 1970 y el de 1971. Centrado el foco sobre una criada indígena, mixteca, de veintipocos años. Que lleva su drama particular cuando queda embaraza de un tipo que no quiere saber nada de ella ni del bebé. Pero de fondo tenemos también las vicisitudes de una familia «ideal» que quizá no sea tan ideal.
Película de reivindicación de las personas de raíces indígenas, pero también una película de reivindicación de las mujeres de toda clase social en el profundo y arraigado machismo de la sociedad mejicana. Todo ello aderezado por una realización primorosa, con planos y movimientos de cámara tranquilos pero de elevado contenido artístico y conceptual, y por la interpretación más que notable de la novata Yalitza Aparicio y en la que hay que destacar también el papel, secundario en teoría, pero fundamental, de Marina de Tavira como señora de la casa. Por la edad de Cuarón, funcionará también como ejercicio de nostalgia, ya que estaría en su niñez en la época en la que transcurren los hechos, con toda la agitación social y política del país en aquella época.

La recomendación es simple. Si tienes Netflix, no sé, no entiendo, no comprendo por qué no la has visto todavía. Y si no lo tienes, y no te interesa, cógete el mes de prueba gratis para verla. Y luego haz lo que te convenga con la suscripción. ¿Está claro?
Valoración
- Dirección: *****
- Interpretación: ****
- Valoración subjetiva: *****

Apostilla: To All Boys I’ve Loved Before (2018)
To All Boys I’ve Loved Before (2018; 60/20180826)
Leo el otro día que esta película se ha convertido en uno de los grandes éxitos de Netflix. Es de las más vistas, y de las más revisionadas. Es decir, que además de ser vista por mucha gente, hay mucha de esta gente que la vuelve a ver. Hay que decir que yo la vi en agosto. Pero luego no encontré momento para comentarla. Es un producto claramente dirigido al público juvenil, relaizado por Susan Johnson, y protagonizado por una dinámica y simpática Lana Condor. Fue más noticia en su momento por el protagonismo de una chica norteamericana de origen asiático y no europeo, que por otras cualidades. Es una comedia romántica que se deja ver bastante bien. Pero esta sí que es un producto que se puede disfrutar tranquilamente en casa, no la hubiera visto en una sala de cine. No me hubiese molestado. Aunque ambas películas que comento hoy comparte su estreno en una plataforma de vídeo bajo demanda, son dos productos claramente distintos. No obstante, la voy a incluir entre mis estrenos del año para el resumen que haga dentro de unos días.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: ***
