El sábado pasado me desperté de forma espontánea relativamente pronto. Y viendo cómo caía la nieve, eché al macuto algunas cámaras de fotos y algún rollo de película negativa en blanco y negro y estuve un par de horas buscando algo interesante que fotografiar. Los detalles técnicos en Día de nieves – Fujifilm GS645S Wide 60 + Bergger Pancro 400 @ 1600.
Lo cierto es que justo cuando está nevando no suele ser el mejor momento para hacer fotos a un paisaje nevado. Hay muy poca luz, es extraordinariamente difusa y apenas hay contraste sobre un paisaje que además está uniformemente cubierto de blanco. Pero bueno… buscando elementos que destacaran en el mismo… aun conseguí quedarme con algún recuerdo del acontecimiento meteorológico.
Cuando perdí la cámara en Aveiro en septiembre, con ella se fue una de mis ópticas más queridas, el pequeño PanaLeica 15 mm f/1.7. Bueno… pues ya he repuesto esta pérdida. Imprescindible para las micro cuatro tercios.
Acabo de llegar de las vacaciones de primavera. He estado en París, con familia. Ya sabéis… esa famosa pregunta,… «Las vacaciones, ¿que tal? ¿bien… o en familia?» En este caso las dos. Bien y en familia. Pero ya os contaré un poco más mañana. Que llegué de viaje a las once y cuarto de la noche, y prácticamente no he tenido ocasión de ver las fotos. Porque además, en esta ocasión, sin necesidad de informar a la familia de qué tal me iba por el mundo, porque venía conmigo, mi hermana y mi sobrino, he decidido desconectarme y no he publicado absolutamente nada desde la capital francesa. Pero para aquellos más ansioso,… Notre-Dame… no tan mal como parecía.
El caso es que después de estos días tenía pendientes por comentar tres lecturas, siete series (o temporadas) de televisión y una película. Mientras preparo para mañana un resumen del viaje, voy a ir quitándome lista de espera con una de las lecturas que terminé unos días antes de salir de viaje. Y nos iremos con un autor, Kawabata Yasunari (escrito al estilo oriental, con el apellido delante), uno de los escritores más importantes de Japón, el primero de este país en recibir el premio Nobel en 1968.
Dejada de lado la introducción con las fotografías de Notre-Dame, nos trasladamos a Japón para ilustrar el libro de hoy.
Yukiguni [雪国], país nevado, fue la primera novela de Kawabata. En ella, el protagonista visita en varias ocasiones la región montañosa del centro del país. Es un acomodado diletante de Tokio, prácticamente desocupado, que vive de rentas; excéntrico, se dice experto en ballet clásico occidental y escribe sobre él, pero nunca ha visto una representación. El lugar se ve afectado en invierno por los vientos fríos y húmedos que llegan desde Siberia atravesando el mar de Japón, sufre copiosas y persistentes nevadas, cubriéndolo de nieve. En estos viajes conoce a Komako, una geisha de montaña, de apenas 20 años, una mezcla de profesional del entretenimiento que parece incluir servicios más personales, prostitución, entre sus actividades. Komako se enamora del protagonista, mientras que este mantiene una relación más distante, aunque no puede evitar seguir viéndola. Una tercera persona, la joven Yoko, se convierte en una presencia constante, obsesiva para el protagonista, en estas visitas a la montaña.
He de reconocer que es una de las novelas japonesas que más me ha costado leer y comprender. No porque el lenguaje sea complejo, sino porque no siempre tienes claro, por falta de referencias culturales, cuál es la naturaleza de las relaciones entre los personajes. Ya he comentado que la geisha de montaña parece ser un figura a caballo entre la mujer que entretiene las fiestas con delicadeza y elegancia en la ciudad, la geisha tradicional, y una prostituta de cierto nivel, dispuesta a pasar la noche con el cliente. Pero también las relaciones entre los distintos personajes son confusas. Quién está enamorado de quién, quién está obsesionado con quien, quién odia a quién… una trama de relaciones más complejas de lo que parece.
Y todo ello aderezado con un lenguaje calmado, no exento de poesía en muchos de sus párrafos. Una descripción de un modo de vida, de un entorno, que como lector de principios del siglo veinte sabemos desaparecido. La acción transcurre en los años treinta del siglo XX, y uno sabe que ese ambiente no va a durar.
Dicho todo lo cual, considero que es una lectura que merece la pena. Con la que hay que hacer algún esfuerzo cuando la afrontas desde la separación en el espacio y en el tiempo, pero que te transporta a sensaciones, formas de ser y relaciones que resultan de alguna forma «inéditas» para ti mismo.
Sip. Las dos cámaras que más he utilizado esta semana tenían en común que tenían sensores de 20 megapíxeles con una formato de una relación de lados 3:2. Los modelos es lo de menos ahora. También he usado alguna cámara para película tradicional, pero aun estar por verse los resultados… dentro de un par de semanas algunos de ellos, por lo menos. En cualquier caso, nieves y trenes. Que he decidido transformar en imágenes monocromas para ilustrar mis recomendaciones fotográficas semanales en: Recomendaciones semanales – del 18 de febrero al 5 de marzo de 2018.
El día 30 de enero me cogí fiesta. Algo que hice también el año pasado, y que intentaré hacer en un futuro con frecuencia. Aproveché para dar uso a mi más prestigioso equipo fotográfico para pelícual tradicional en el ámbito del paisaje en blanco y negro. Los detalles técnicos los encontraréis en el artículo «Paisajes en blanco y negro con Ilford Delta 100 en los Pirineos aragoneses«.
Para quienes las cuestiones técnicas no tengan interés, os dejo como de costumbre las fotos. O algunas fotos.
Esta mañana, llegando a Huesca, las sierras prepirenáicas estaban impresionantes. Cubiertas de nieve, se perfilaban totalmente blancas contra un cielo limpio. Totalmente azul. Pero llegaba muy justo de tiempo, y no he encontrado lugar ni momento para parar un momento a tirar unas fotos.
Picado por el gusanillo fotográfico, cuando he salido a las tres he decidido tomarme con calma lo de volver a Zaragoza, y he cogido la carretera que va de Huesca a Nueno. Pero no la fea y funcional autovía, sino la estrecha carretera que pasando por Apiés y Sabayés va recorriendo la parte norte de la Hoya de Huesca. No había ni la mitad de superficie blanca por la nieve que la que había por la mañana. Pero algo me he encontrado. La hora no era la mejor para las fotos. El sol estaba todavía muy alto. Pero bueno…
He llegado una hora más tarde a casa, pero me he desfogado un poco.
En los alrededores de Apiés, al fondo el Gratal - Panasonic Lumix LX3
El Salto de Roldán es característico en las sierras prepirenáicas - Panasonic Lumix LX3
La luna menguante sobre el pico de Guara que asoma entre las lomas - Panasonic Lumix LX3
Estos días ha sido noticia la tempestad de nieve que tantos problemas ha causado en el centro del país. Pero lo que es un problema para unos, crea oportunidades para otros. Y para quienes tenemos la fotografía como afición, puede ser un motivo para romper la monotonía, sacando la cámara y otros bártulos a pasear.
Puesto que en Aragón, las nevadas más notables se han producido en el sur de la Comunidad Autónoma, cojo el cocho ayer sábado por la tarde y viajo hasta Villarreal de Huerva, todavía en la provincia de Zaragoza a unos 70 km de la capital, para ver que se puede hacer. Me encuentro con que todavía hay mucha niebla y que la luz es muy mala. No resulta fácil fotografíar el paisaje.
Un árbol azotado por las inclemencias - Canon EOS 40D; EF 200/2,8L USM
Visto lo cual, me decido acercarme a la estacion de Villarreal de Huerva, lugar que hace unos años tenia un estupendo sabor ferroviario. Aunque ahora desconocia su aspecto, ya que la linea Zaragoza-Teruel se ha remozado para mejorar la marcha de los trenes. Veamos un poco las diferencias. En imagenes. Con la diferencia de que en el año 2006, cuando hice las imagenes previas, era primavera, mientras que ahora… hay nieve.
Andén principal en 2006 - Canon EOS D60; EF 28-135/3,5-5,6 IS USM
Andén principal en 2009 - Canon EOS 40D; Tokina AT-X Pro 12-24/4
Salida dirección Teruel en 2006 - Canon EOS D60; EF 28-135 IS USM
Salida dirección Teruel en 2009 - Canon EOS 40D; EF 200/2,8L USM
Depósito de mercancías en 2006 - Canon EOS D60; EF 28-135/3,5-5,6 IS USM
Depósito de mercancías en 2009 - Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM
Señalización de los desvíos en 2006 - Canon EOS D60; EF 28-135/3,5-5,6 IS USM
Señalización de los desvíos en 2006 - Canon EOS 40D; EF 200/2,8L USM
Como podéis ver, algunas cosas han cambiado. Incluido el fotógrafo, que hace 3 años fotografiaba a mano, y hoy tiene un trípode que de vez en cuando le permite salir en la foto. Y despedirse así con estas imágenes de nieve.
Estación de Villarreal de Huerva - Canon EOS 40D; Tokina AT-X Pro 12-24/4