Tengo un cierto acúmulo de series para comentar. Por diversas circunstancias, no he ido sacando adelante determinadas reseñas… y ahora no sé muy bien como organizarlas. Así que voy a ir con una de cosas diversas que vienen de extremos oriente.
De Japón nos llegó la quinta parte de Terrace House: Opening New Doors. En esta iteración del programa de telerrealidad tan resultón que emite Netflix, poco se puede añadir a lo que he comentado en otras ocasiones. Cotidianeidad, sin gritos, sin desplantes, con mucha educación, conflictos que se manifiestan a través de actitudes pasivo-agresivas que pueden resultar muy divertidas, y unos comentaristas que suelen ser muy divertidos. La serie tiene altibajos, dependiendo del juego que den la media docena de participantes de turno. Estos últimos ocho episodios han estado un poquito más bajos que otros ciclos. Parece que se despedirán definitivamente de las montañas del centro de Japón en el siguiente ciclo.
Ya que tenemos un ambiente postapocalíptico en una de las series, volaremos a Japón, y pasearemos por el parque de la Paz de Hiroshima, para recordar las cosas que nos pueden pasar si no tenemos cuidado…
La segunda temporada completa de la animación nipona de Nanatsu no taizai [七つの大罪 ] (Los Siete Pecados Capitales) pone de manifiesto una serie de cuestiones que ya veíamos en la primera parte; la peculiar y folclórica visión que tienen los japoneses de los mitos y las religiones orientales, su afición a los monstruos y a los combates épicos, y lo que les gusta el fan service, es decir, incluir momentos o escenas de carácter eróticofestivo para alegría de la audiencia masculina particularmente. Si a eso unes las habitualmente desproporcionadas glándulas mamarias de los personajes femeninos… Quizá este sea el puntito oscuro, por el sexismo implícito, incluso si luego los personajes femeninos pueden tener un desarrollo propio aceptable e incluso bueno. Pero bueno,… es lo que hay. Es una serie de aventuras entretenida. Sin más.
Se nos viene para dentro de poco una adaptación de la historieta GUNNM, popularmente conocida en occidente como Alita, ángel de combate, o sus variantes en otros idiomas. En su momento, se intentó una adaptación a animación en Japón, pero sólo se hicieron dos episodios de unos 25 minutos, orientados al consumo doméstico en vídeo, lo que llaman OVA. Pues me los he visto, por si me da por ver la película, que vendrá firmada por Robert Rodriguez. Hecho todavía no decidido. En los países occidentales destrozaron en la traducción el original japonés. El nombre original de la ciberchica es Gally [ガリィ; dado que para los japones la «r» y la «l» es el mismo fonema, la transcripción del nombre también puede ser «garyi»], y no Alita. Y hay más cambios… la mala costumbre de ser irrespetuoso con las obras originales, que parece que continuará con la película anunciada. Bueno… estos dos episodios cortos saben a poco, pero están bien.
La serie coreana de intriga policia, política y judicial, Bimilui Sup [비밀의숲], que aparentemente quiere decir bosque secreto, pero que internacionalmente han «traducido» como Stranger. Cosas que pasan. Me interesó en su momento por la presencia en papel coprotagonista de la actriz coreana Bae Doona (se puede ver escrita de distintas forma, pero su nombre suena algo así como ‘pe duna’). Esta chica ha trascendido a occidente por su participación en distintas producciones, varias vinculadas a las Wachoski. A mí me parece que trabaja bien y, siendo mona, no es ya ninguna jovencita, se sale del estereotipo de actriz mona coreana. La cosa va de como esta, haciendo de inspectora de policía, y aliada con un extraño fiscal, carente por completo de empatía hacia el resto del mundo, que el auténtico protagonista de la serie (Cho Seung-woo), se dedican a luchar contra una trama de corrupción judicial, económica y política, a partir de unos asesinatos e intentos de asesinato. No está mal. Pero no acaba de ser un producto redondo. Por lo habitual de las series coreanas; excesiva duración de episodios y de la serie en general, buenas actuaciones limitadas a pocos personajes, y argumentos complejos pero mal pulidos. Pero se ve que le han puesto ganas en la producción y en hacerlo lo mejor posible.
Me queda en el tintero otra serie japonesa… pero la dejaré para otro día, emparejada con una británica…
Llevo unos cuantos días, demasiados, sin hacer recomendaciones fotográficas. Pero también es cierto que durante las fechas próximas al fin de años, los sitios dedicados a la fotografía, o a casi cualquier cosa, se dedican a hacer balance del año, y pocas novedades aportan. Pero algunas cosita he recogido, y voy a hacer un completo dedicado a los nuevos propósitos de año nuevo, que en fotografía suponen dos cosas; o aprendemos nuevas cosas, nuevas técnicas, o nos planteamos nuevos proyectos. O el más simple de practicar más a menudo la afición.
Años llevo documentando los límites entre la ciudad y el campo en el entorno de las huertas de Miraflores y Las Fuentes, en Zaragoza. Quizá algún día debería ordenar ese material, darle forma y exponerlo de alguna forma de un modo coherente. Transformación y paisaje alterado por el ser humano.
En primer lugar, podemos centrarnos en un proyecto sobre un color. Todos los años, Pantone nos habla de su propuesta como color del año, que para el 2019 es el llamado «living coral», coral viviente. A mí me gusta. No es extraño que en mis presentaciones profesionales, o en los álbumes de fotografías de los viajes, escoja para el texto resaltado un color similar, en lugar de usar negritas o cursivas. En Magnum Photos se han dedicado a buscar en su catálogo fotografías en las que este color o similar esté presente de forma significativa. Podéis hacer el mismo ejercicio con vuestros catálogos fotográficos. O plantearos como proyecto uno en el que este color sea predominante. U otro color de vuestro gusto. Que para gustos, los colores.
Pero si de proyectos nuevo estamos, los propios de Magnum han rescatado un texto de uno de sus más destacados y divertidos fotógrafos, Philippe Halsman, en el que nos propone una serie de claves para desarrollar nuevos proyectos fotográficos creativos. No estará de más echarle un vistazo. Y además las fotos de Halsman, que aparecen en el artículo, suelen poner de buen humor al contemplarlas.
Pero también viene bien el plantearse proyectos concretos. En varios sitios, por ejemplo en la NPR, ha aparecido estos días atrás el uso terapéutico de la fotografía. Y en particular nos han hablado del proyecto de la fotógrafa Tara Wray, que sufre episodios periódicos de depresión endógena, grave enfermedad mental que puede tenes consecuencias fatales. Su Too Tired Project, («Proyecto Demasiado Cansada»; el cansancio o sensación de fatiga permanente es uno de los síntomas de la depresión), es la consecuencia de este uso terapéutico de la fotografía para combatir la depresión. Que también se ha convertido en un libro.
Y si no queremos convertirnos en el objeto principal de nuestro propio trabajo, nos queremos fijar en un aspecto externo de la realidad, siempre podremos plantearnos realizar un ensayo fotográfico, un fotoensayo. Un ensayo, tradicionalmente una forma literaria diferente de la literatura de ficción, conlleva un análisis, una interpretación y una evaluación de los hallazgos realizados sobre un determinado tema. Cuando este análisis, esta presentación de hechos y esta interpretación y evaluación se realiza mediante fotografías, acompañadas o no de textos, estamos ante un fotoensayo. Y dicen en Magnum Photos que el maestro del fotoensayo por excelencia fue W. Eugene Smith. Y puede que no les falte algo de razón. Desde su visión de la realidad de la España rural de la dictadura en la posguerra, concretada en su visión de la población de Deleitosa en 1951, hasta las consecuencias del envenenamiento por mercuriales y otros metales pesados en la bahía de Minamata en 1971, pasando por otros ensayos célebres como Country Doctor, es desde luego una fuente de inspiración importante. Aunque no podemos olvidar que también se metió en algún proyecto que le sobrepasó… como el dedicado a su ciudad, Pitsburgh. Un proyecto de tres semanas al que al final dedicó un año, y consideró inacabado.
Comienzo la entrada con una introducción totalmente similar a la de años anteriores en la que intento explicar mi proceso para comentar y puntuar mis películas.
Como todos los años llega el momento de hacer un repaso del cine que he visto durante el año anterior. Esta entrada trata de las películas vistas en salas de cine, independientemente de si han sido estreno durante el año o no. Este año se incluyen películas de estreno que no han pasado por las salas de cine, sino que se estrenan directamente en las plataformas de vídeo bajo demanda. Este tipo de películas van a ir tomando fuerza con los años, como iremos viendo. Aunque su inclusión o exclusión de estas listas es compleja. Se mezclan las películas que tradicionalmente se han considerado pensadas y realizadas con miras a una difusión televisiva, con las que no se diferencian de las que se estrenan en la gran pantalla en su planteamiento, pero que no se estrenan en gran pantalla. Lo que no incluiré es una película pensada y estrenada en la gran pantalla, que luego con el tiempo vea en televisión. Todas las películas están recogidas en mi base de datos cinematográfica que inicie el 28 de diciembre de 1997 . Para todas ellas incluyo cuatro valoraciones: dirección, interpretación, subjetiva y global. Para conocer los criterios por los que valoro las tres primeras, visitad la explicación correspondiente.
En los últimos días del año no he podido hacer muchas fotos por culpa de una infección viral. Mis últimas fotos fueron hechas con película tradicional y está sin revelar. Pero hice unas cuantas del sábado 29, todavía convaleciente, aprovechando que salió el sol y calentó un rato, lo suficiente para dar un paseo.
La valoración global es el resultado de aplicar una fórmula matemática de mi invención:
Global = (Subjetiva*3 + Dirección*2 + Interpretación)/6
–
Por supuesto, el dar más peso a unos elementos que a otros es algo totalmente personal. Pero es que si incluyo algo que se llama “valoración subjetiva” en la fórmula, pues tampoco podéis esperar más que eso. Una valoración subjetiva, pero motivada, de lo que más me gusta. Que no necesariamente tiene que ser lo que le guste a otros.
Hay otra cuestión. Si se contrasta la lista que ofrezco en la entrada de hoy con las valoraciones de cada una de las películas en el momento en que las vi y las comenté, pueden no ser iguales. La valoración personal de una película cambia con el tiempo, y también puede suceder que visionados posteriores, por ejemplo en vídeo o televisión, hagan cambiar también esa valoración. Aunque este año no ha afectado mucho a las películas que ocupan los primeros puestos.
Durante 2018 he visto un total de 67 largometrajes, entre las salas de cine y los estrenos directos en las plataformas de vídeo bajo demanda. Es un repunte de algo menos del 12 % sobre el año 2017. Pero que me parece que no tiene especial significación. Depende un poquito de las circunstancias.
La valoración media ha sido de 3,27 puntos; esta es la puntuación media más alta en 21 años de seguimiento. Y también he repetido el mínimo en variabilidad en las puntuaciones de la misma serie. Como digo habitualmente, podríamos decir que no selecciono mal las películas que voy a ver, aunque me he tragado algún pestiño que otro. Como he mencionado en otras ocasiones, el rechazo a ir por sistema a ver determinados blockbusters, me ahorra películas malas. Por ejemplo, evito en líneas generales el cine de superhéroes. Que sistemáticamente… no me gustan.
A continuación, las “diez” películas que más he valorado. Entrecomillo lo de “diez” porque debido a empates en puntuación casi siempre es una lista de más de diez. Diecisiete este año.
De las diecisiente, todas han conservado la puntuación que les otorgué cuando las vi. Hay que considerar que una de ellas, compartiendo el primer puesto, es un reestreno. El 50º aniversario de una obra maestra del cine. Que si no alcanza el pleno al 5 es porque la interpretación actoral es algo secundaria y meramente funcional. Las virtudes de la película hay que buscarlas en otro lado. Por lo tanot, hay una vencedora absoluta del cine que he visto este año, Roma de Alfonso Cuarón. Para los que se líen con los paréntesis y los corchetes en los títulos. Solemos ver las películas en versión original, y respeto los títulos originales. Cuando vemos la versión doblada, pongo el título en castellano, con el título original entre paréntesis. Y cuando el título original pertenece a idiomas demasiado poco familiares, entonces pongo entre corchetes el título que se le aplicó a la película en castellano, como aclaración.
Y como en años anteriores, este listado de más valoradas no es un feudo norteamericano. En esta ocasión, de las 17 películas sólo hay seis de Estados Unidos. He de decir que cada vez es más difícil asignar una nacionalidad a una película por los cruces de productoras que se producen. El resto de nacionalidades está muy repartido, destacando lo altas que se han situado un par de películas mejicanas.
Y lamentablemente, tampoco este año entra ninguna película española en el «top ten» de diecisiete películas. Me cuesta encontrar atractivo en el cine nacional. Simplemente pensar que algo como Campeones fue lo elegido para representar a nuestro país en los Oscar, me desazona notablemente. Y algunas propuestas que esperaba esperanzado me dejaron un poco frío. Esperaba más de la mejor clasificada, en el puesto 22, con 3,5 puntos de valoración global, empatada con otras dos, la última propuesta de Carlos Vermut, de la que me acabo de dar cuenta que no existe reseña en el Cuaderno de ruta. Algo que tendré que remediar. La buena labor de realización y producción y de interpretación no fue acompañada de una historia que me acabase de enganchar.
Veamos cómo ha ido la cosa por meses, para hacernos una idea de cómo ha ido el año estacionalmente.
Enero – Three Bilboards… es la clara vencedora de este mes, en plena temporada de premios. Una temporada que nos resultó agotadora, para lo que luego resultó en calidad. Este año estamos ignorando deliberadamente la carrera hacia los oscar a la hora de elegir las películas a ver. Lo que veamos se verá, y lo que no mala suerte.
Febrero – La sorpresa la dio The Party, una película con pocas pretensiones aparentes, pero que nos hizo pasar un rato excelente, con no menos excelentes interpretaciones. Nos defraudó mucho Phantom Thread, muy preciosista pero con unos personajes que nos resultaron pesados y con los que nunca empatizamos.
Marzo – Aquí entramos en la habitual travesía en el desierto, con sólo dos películas que destacaron fundamentalmente por su interpretación, siendo normalitas en otros aspectos, I, Tonya y The Death of Stalin. Se ha dado con frecuencia este año,… excelentes interpretaciones que aúpan sobre la media a películas normalitas en otras de sus dimensiones.
Abril – Dos películas que nos gustaron mucho, Lucky e Isla de perros (Isle of Dogs). Esta última, una «falsa» película de anime japonés, no es de esa nacionalidad, mientras que se estrenaba una auténtica animación japonesa, en estos momentos llega con más facilidad a las carteleras gracias al fenómeno Kimi no na wa…, pero que no alcanzaba los logros de otras producciones de animación niponas a pesar de algún punto positivo.
Junio – Siendo un mes donde disfruté de vacaciones, lo único destacable de las dos películas fue el reestreno por su 50º aniversario de 2001,… La otra película fue tan decepcionante que ni la menciono.
Julio – Ninguna película de este mes ha entrado en el cuadro de honor, pero hubo tres que nos resultaron bastante majetas, desde el Reino Unido, On Chesil Beach, desde Francia, Au revoir là-haut, y la simpática película coreana La caméra de Claire, que confirma que estoy «enamorado», cinematográficamente hablando, de Kim Min-hee. Hay que tener en cuenta que las dos primeras son adaptaciones de obras literarias muy potentes, que no llegan a captar todo lo que estas se incluye, y por lo tanto sufren por las expectativas depositadas.
Agosto – Mes anodino. No vimos nada destacable, ni nada catastrófico. Como estábamos cabreados con las películas de precios de los exhibidores, sólo fuimos dos veces a las salas de cine. Las otras dos películas que aparecen en la lista son de vídeo bajo demanda. Muy decepcionante la nueva entrega de ciertos superhéroes de animación.
Septiembre – Potente película alemana, Der Hauptmann, muy notable. Por lo demás, intentando comprobar si el cine español va mejorando, con resultados excesivamente moderados.
Octubre – A pesar de las vacaciones, hubo ocasión de ver películas con altas expetativas. Relativamente defraudadas en los productos nortemericanos o españoles, sorpresas de muy buen nivel en lo que viene de Polonia, Cold War, y Corea del Sur, Burning, entrando ambas en el cuadro de honor.
Noviembre – Animado mes en el que disfrutamos del mejor promedio del año, con cuatro películas que han entrado en el cuadro de honor, El ángel, Lazzaro felice, The Ballad of Buster Scruggs (vídeo bajo demanda) y Museo.
Diciembre – Mucho cine en este mes, en el que destaca el estreno de Roma. Se esperaba un estreno limitado en salas de cine, pero no ha llegado a Zaragoza. Una pena. Porque es película que mejoraría más todavía en pantalla grande. Pero lo mejor del año. Me sorprendió mucho la japonesa Manbiki kazoku [Un asunto de familia] de Kore-eda. Especialmente por la excelente interpretación.
Ha habido películas muy interesantes este año. Y se confirma que, pese a la potencia de la industria cinematográfica de los Estados Unidos, no es el país que proporcionalmente haga propuestas más interesantes. Méjico, Argentina, Corea del Sur, Japón, Polonia,… y el siempre buen papel del Reino Unido, son países en los que hay que fijarse en estos momentos. Y así lo haremos, si los distribuidores y exhibidores nos dejan. Y si no, cada vez nos quedaremos más en casa para disfrutar del cine. Creo que la política actual de distribución y exhibición en España, no sé si es positiva para la cuenta de resultados de los empresarios, pero sí que sé que es mala para el cine de calidad.
José Luis Cuerda nos hace un guiño con el título de esta película a una de sus obras más recordadas y celebradas, objeto de culto por los amantes del cine donde los haya, aquel Amanece que no es poco, que sirvió para despertar no pocas inquietudes y algunas conciencias. Nos hace creer que funciona como una segunda parte, y así la han publicitado en algunos sitios o la han comentado en otros, de aquella película célebre. A al menos, que es una historia del mismo universo. Pero situada en 9177, en un mundo que ha quedado circunscrito a un enorme edificio de carácter brutalista, donde existe el «buen orden» capitalista, y un poblado chabolista a poca distancia. Todo ello rodeado de un paisaje sospechosamente parecido a alguno de los más famosos de las películas del far west rodadas en el estado de Arizona.
Bueeeno,… no es Monument Valley, pero la sierra de Armantes tiene su encanto.
A mí no me funciona como tal. Tampoco es el primer intento tras el «Amanece…» que hace Cuerda de trasladar la crítica social a un entorno de absurdo donde las cosas están o parecen fuera de lugar. Ya nos ofreció en los años noventa su visión particular del Cielo católico, en un evidente intento de continuar con la fórmula que le dio el éxito unos años antes, aunque el resultado, simpático, no dejase de resultar relativamente fallido. Y por otra parte, si el «Amanece…» no dejaba de ser una extrapolación al absurdo de la sociedad española más tradicional, la nueva película es una clara crítica política en la que se defienden los conceptos de la izquierda, sin ahorrar en varios momentos la crítica a la propia «izquierda» organizada, aparte de la tradicional puesta en solfa de los conceptos tradicionales de la derecha ultramontana española; Dios (el clero), Patria (los militares), y Rey (las oligarquías). Sin embargo, esos conceptos de izquierda que defienden, no dejan de resultar también periclitados, por lo que la conclusión de la trama de la película es prácticamente inevitable tal y como es.
La película es coral, aunque creo que merece la pena que se destaque el trabajo de Roberto Álamo, que es lo más parecido que tenemos a un protagonista en esta película, y de un absolutamente entrañable César Sarachu, que cada vez que lo veo no puedo evitar evocar aquellos divertidísmos Yapecoyoportí de Los Güebones, y que aquí nos toca profundamente la fibra cardiaca, entendiendo el «corazón» como es lugar imaginario donde residen los sentimientos y lo más íntimo de la persona. Luego hay una larga de retahíla de caras conocidas, muchas de las cuales no pasan de cameos, con interpretaciones unas veces más y otras menos afortunadas. Como curiosidad, es la primera ver que veo a Blanca Suárez que, además de estar guapa, no lo hace mal. Tampoco es para matarse… por ello.
No me puedo sustraer a dejaros por aquí a César Sarachu en sus mejores tiempos de los Güebones… Riamos un ratito.
La película también abunda en referencias a la cultura popular, y menos popular. Que no voy a desgranar pero que van desde algún que otro rey pasmado (¿dónde se metió Laura del Sol?) hasta el monólogo de Roy Batty bajo la lluvia. Y globalmente resulta una película… simpática. Con chascarrillos quizá demasiado previsibles, más tendente a la sonrisa que a la risa, aunque no faltaron espectadores en la sala, profundos nostálgicos de un mundo que no es, y que probablemente nunca fue, que se animaron ha soltar alguna carcajada al principio ante cualquier tontorrona alusión, hasta que entendieron que el rollo no era esa. No creo que alcance nunca, ni de lejos, el nivel de apreciación colectiva que la película de hace treinta años. Pero en cualquier caso, como suena a despedida, lo único que se me ocurre decir para terminar es ¡Gracias José Luis! ¡Sinceramente, muchas gracias!