[Cine] Dune: Part Two (2024)

Cine

Dune: Part Two (2024; 13/20240225)

Cuando comenté en septiembre de 2021 la primera parte de la adaptación de la novela homónima de Frank Herbert realizada por Denis Villeneuve, lo dejaba muy claro. Aquella película, larga película, estaba realmente muy bien hecha, y tenían interpretaciones muy notables,… pero estaba tan inacabada que no podía manifestar entusiasmo final real alguno. Su carácter de presentación, de puesta en marcha de los acontecimientos que realmente importan era de tal calibre, que a pesar de sus bondades dejaba un poso de insatisfacción. En estos momentos, después de ver la película que nos ocupa hoy, me pregunto hasta que punto era necesario realizar una película de dos horas y media de duración simplemente para situar las piezas sobre el tablero. Desde luego, agruparlo en una única película hubiera supuesto un ejercicio de adaptación más intenso. La película hubiera sido menos fiel al original literario. Lo que no siempre es malo. Al fin y al cabo, literatura y cine, son dos medios distintos con lenguajes diferenciados. A partir de aquí, el comentario que sigue puede desvelar elementos importantes de la trama.

Seguiré ilustrando Arrakis con el semiárido paisaje de La Palma. Aunque ni los plátanos, ni la sal tengan la trascendencia política y económica de la especia de Arrakis.

Pero el meollo de la historia de Herbert, y también de la adaptación de Villeneuve, es esta segunda parte. Dune es una novela política. Tenemos un sistema político basado en en una mezcla de aristocracia y plutocracia, con un primus inter pares al frente, el emperador, un miembro de la aristocracia. Y tenemos una situación de crisis cuando hay un bien, la especia que sólo se produce en Arrakis, es dominado por una sola facción de forma monopolística, incluso si es en forma de concesión imperial. Pero este sistema de concesión ha quedado corrompido por la colusión del emperador con una casa aristocrática, Harkonen, en contra de otra casa, Atreides. De fondo, un juicio moral. Los Atreides son superiores éticamente a los Harkonen. Son más justos, son menos crueles. Y de fondo, una población que no cuenta, pero que, como tantos desposeídos, ha generado un sistema de supersticiones religiosas potencialmente desencadenante de un fanatismo religioso. A Paul Atreides (Timothée Chalamet) se le presenta un dilema. ¿Recuperará el poder sobre Arrakis por las vías tradicionales de la noble casa Atreides? ¿O desencadenará la jihad fanática de los fremen? ¿Cuál de estas vías es el mal menor? ¿Cuál es su obligación ética?

Leía hace un tiempo que uno de los motivos por los que Herbert dio continuación a la historia en libros sucesivos fue la mala interpretación que los lectores hacían de Paul Atreides. Paul Atreides no es un héroe. No es un figura admirable en sus valores. Sin embargo, eso es lo que parece al leer el libro. Probablemente como consecuencia de la extrema dicotomía entre los desagradables y crueles Harkonen (Stellan Skarsgård), la naturaleza taimada y traicionera del emperador Corrino (Christopher Walken) y los guapos y nobles Atreides. Pero Paul es responsable de desencadenar una guerra santa interestelar que va a sumir a ese imperio humano en la guerra, la muerte y el sufrimiento. Es un mesías que va a ocupar el poder absoluto, rompiendo los elementos moderadores del sistema tradicional, por imperfecto que fuese, y va a generar una espiral de violencia sin precedentes. Las variaciones que Villeneuve introduce en el carácter de Chani (Zendaya) están encaminadas, muy acertadas en mi opinión, están encaminadas a romper la imagen heroica que acompañó la novela de Herbert y que exigió la escritura de unas secuelas que pusieran al personaje en el lugar que le correspondía. Pero que nunca tuvieron la misma repercusión que la novela original. Me he encontrado con frecuencia lectores de la misma que ven a Paul como un héroe, y no como una catástrofe.

Todo lo anterior está perfectamente contenido en esta segunda entrega de la historia, muy superior a la primera. No tanto en su calidad técnica o en su puesta en escena, que son equiparables, sino en el planteamiento, desarrollo y culminación de la historia. En el desarrollo de los personajes, no sólo los mencionados sino también Lady Jessica (Rebecca Ferguson) o el conjunto de los fremen, cómo va a surgir el fanatismo entre ellos, incluso si inicialmente no está generalizado. La religión como fuerza impulsora de las mayores catástrofes políticas. Ni que decir tiene que, las interpretaciones están también a un nivel muy alto. Y que nos quedamos con más ganas de saber más de la princesa Irulan (Florence Pugh) o de Lady Fenring (Léa Seydoux).

Como conclusión final, estamos ante la que probablemente es la mejor película de ciencia ficción de los últimos años, cuando los últimos años son… ¿los 10,… 15,… 20 años? Una aventura espacial impecable, de excelente factura, con profundidad argumental y temática, que no quita para que además haya aventura y diversión. El único «pero» que le puedo poner es que sea necesario verla en dos partes, y que el total sean cinco horas de cine. Cuando la primera parte no es tan esencial en su detalle y se podría acortar y reorientar. Por lo demás, para mí no es necesario ir más allá en la historia. Que cada uno la siga mentalmente con su imaginación. Pero si Villeneuve decide seguir, con el mismo estilo y saber hacer, estaré encantado de ver qué nos tiene que contar. Y cómo reencaja a Chani en su papel de concubina imperial. Salvo que decida apartarse de la continuación concebida por Herbert.

De Javier Bardem… podría hablar un ratito… pero no es tan trascendente. No lo hace mal. Pero nunca imaginé a un Stilgar como el que encarna Bardem. Y Feyd-Rautha… nada que ver con Sting… pero no está mal. Aunque que distinto el personaje que encarna Austin Butler aquí del aviador que estamos viendo en cierta serie de televisión que está en marcha en estos momentos.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Oppenheimer (2023)

Cine

Oppenheimer (2023; 42/20230722)

Por «culpa» de un «error», hemos tenido un fin de semana intenso. Hemos podido abarcar, cinematográficamente hablando, el conjunto de la propuesta Barbenheimer. La idea original era que el domingo, tras ir a votar, quedábamos para un almuerzo de media mañana de algo apetitosos, y luego nos íbamos a meter, sin apetitos materiales, durante tres horas en una sala de cine para ver la película que hoy nos ocupa. Pero la persona encargada de las entradas se equivocó y las sacó para la matinal del sábado en lugar de la del domingo. Como todos, los siete, pudimos asistir, algunos, al día siguiente, retomamos el plan original, pero con la muñeca de Mattel. En cualquier caso, la película que más nos interesaba era la de Christopher Nolan, un director que en estos momentos consideramos imprescindible.

Dado que Oppenheimer fue profesor en Berkeley, en la bahía de San Francisco, ilustraremos la entrada con fotografías de la ciudad recientemente visitada. Y, por qué no, realizadas con película fotográfica en blanco y negro, como algunos segmentos de la película que hoy nos ocupa, para la que Kodak desarrolló una variante de película de 65 mm biperforada de su emulsión cinematográfica Kodak Eastman Double-X 5222.

En esta película, Nolan, que también es en gran medida responsable del guion, nos ayuda a reflexionar sobre los dilemas políticos y éticos a los que se enfrentó J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy), físico teórico que trabajo en el ámbito de la mecánica cuántica y la física nuclear, aunque con extrapolaciones a la astrofísica y otros ámbitos de la física. Tras estudiar en Europa, desarrolló su actividad investigadora y docente en Berkeley, centro de la Universidad de California en la bahía de San Francisco. Tuvo inquietudes sociales y políticas que lo llevaron a relacionarse con miembros del Partido Comunista de los Estados Unidos de América y a apoyar la causa de los leales a la República Española. La película pone el foco en su relación como amante de la doctora Jean Tatlock (Florence Pugh), miembro de ese partido. Tras casarse con Katherine Puening (Emily Blunt), una bióloga alemana naturalizada estadounidense, que apenas ejerció su actividad científica y también tuvo cierto grado de militancia política, el general Leslie Groves (Matt Damon) le propuso la dirección científica y organizativa del Proyecto Manhattan que desarrolló las primeras bombas atómicas, dos de los cuales se usaron sobre Hiroshima y Nagasaki, aunque el origen del proyecto fuera contrarrestar la posibilidad de que la Alemania nazi se adelantara en la consecución de esta arma. Tras la guerra, con mucho prestigio, ocupó puestos de influencia, pero desarrolló una sensibilidad pacifista y contraria a la proliferación nuclear que le generó enemigos, como el banquero y político Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) o el físico Edward Teller (Benny Safdie), impulsor de la bomba termonuclear basada en la fusión del hidrógeno, que aprovecharon la época de la caza de brujas y la guerra fría para acabar con la influencia de Oppenheimer.

El párrafo anterior vale como resumen de la vida de Oppenheimer y como resumen de la película de Nolan. Más o menos. Cuando uno excesivamente sintético se fija en ciertos hechos por encima de otros, y siempre habrá quien considere que se podría contar de otra forma. Y tendría razón. Pero he querido destacar aquellas cuestiones y aquellos personajes/personas históricas con relevancia en la película y en el mensaje que quiere trasladar Nolan. En una película con un reparto coral, ¿por qué destacar a Teller interpretado por Safdie frente a otros nombres históricos con mucha más relevancia? Pues porque es desde mi punto de vista el más importante para contar lo que quiere contar Nolan. Que no es la vida de Oppenheimer, aunque haya que hacerlo. Ni la historia de la bomba atómica, aunque haya que esbozarla con cierto detalle y precisión. O la historia de los romances significativos de «Oppi», aunque sea necesario detallar uno, con (discutidos) desnudos o sin ellos. La película es un drama ético y político basado en hechos muy reales. El conflicto ético del científico, cuya contribución a la creación del arma de destrucción masiva nuclear despierta una reflexión profunda que choca con los intereses políticos de los años de posguerra, o con las ambiciones de determinados científicos o políticos, para quienes la posibilidad de destruir el mundo es secundaria a su medro personal. También es una reflexión sobre la libertad de pensamiento, especialmente sobre la libertad de la persona por encima de las organizaciones políticas; la visión política de personas comprometidas es siempre más rica y llena de matices que el simplismo ideológico que muestran los partidos políticos. es complejo. Y esa es a su vez la complejidad y la riqueza de la película.

La precisión técnica de la película, el oficio superlativo del director y de los principales responsables de la película (Ludwig Göransson en la música original, Hoyte Van Hoytema en la fotografía, Ruth De Jong en el diseño de producción, entre otros) se da por hecho cuando uno va a ver una película con estas características. Son propuestas que sólo pueden partir de la excelencia a priori, y no decepciona. Lo mismo puede decirse con respecto al trabajo actoral. El reparto es enorme y, obviamente, difícil de destacar a unos sobre otros más allá de total protagonismo de Murphy, y las importantes aportaciones de Damon, Downey y Blunt. El trabajo de Florence Pugh es muy importante para matizar y orientar el conocimiento del carácter del protagonista, pero su presencia en pantalla es puntual. Significativa… pero muy pequeña. Pero este reparto funciona como un reloj en los pocos minutos de trascendencia de los personajes fundamentales. Que muchas veces destacan, no tanto por su trabajo interpretativo, como por su presentación. La actitud de Teller en el test de Trinity comparado con el de otros compañeros del proyecto habla mucho del personaje. Por lo tanto, dada la excelencia técnica y artística, ¿la propuesta convence?

A mí sí. Le compro la tesis a Nolan y en cierta medida la hago mía y reflexiono sobre ella. Nolan emite una crítica potente a la ética de las decisiones políticas, basadas en eso que llaman el «pragmatismo», la «necesidad» u otras excusas para realizar acciones totalmente rechazables. El uso de la bomba atómica forma parte de ellas. Como lo fue también el bombardeo de los barrios populares de Tokio, habitados por trabajadores, con viviendas de madera y papel, en la proximidad del día de la fiesta de los niños, con bombas incendiarias, y que causó más de 100.000 muertos, sin que se vieran afectadas las estructuras gubernamentales ni la industria de la ciudad. Quién sabe que razones de «pragmatismo» o «necesidad» en tiempos de guerra se pondrían encima de la mesa para semejante barbaridad sobre la población civil más indefensa. Este bombardeo, el más criminal de la Segunda Guerra Mundial, se menciona en la película. Oppenheimer desarrolló reparos éticos, que según la tesis de la película tenían una base ideológica previa, frente a un régimen político y unas acciones militares que ya carecían de escrúpulos, que ya habían desarrollado inmunidad ante lo que podría ser justificable o no en una guerra. Los países del Eje fueron decididamente criminales en la guerra, y a ellos hay que atribuir la mayores responsabilidades. Pero los países aliados les siguieron mucho más de cerca de lo que la narrativa y la historiografía oficial nos cuenta. En una guerra no hay «buenos» y «malos». Hay «malos» y «peores». Todo ejército que entre en guerra se convierte, en mayor o menor medida, en asesino y violador, no importa cuan nobles sean sus justificaciones para entrar en guerra. Si ha eso añadimos el claro en la libertad de pensamiento y asociación que se produjo en los Estados Unidos como consecuencia de la Guerra Fría… tenemos el cuadro completo del que de una forma u otra Nolan nos ha querido hablar alrededor de la figura de Oppenheimer. La forma en que lo cuenta ¿se puede considerar perfecta también? No tanto. Hay algunas irregularidades en el peso de los distintos actos en los que se desarrolla la película, alguna inconsistencia, así como la dispersión derivada de un reparto excesivamente numeroso. Por ejemplo, hay poca información sobre David Hill (Rami Malek), colaborador de Enrico Fermi (Danny Deferrari) durante el Proyecto Manhattan, para entender la importancia de su testimonio en los compases finales de la película. Un científico honesto que firmo también la petición de Szilárd (apellido de otro científico destacado del proyecto interpretado por Máté Haumann) para que Truman advirtiese a los japoneses de las consecuencias de la bomba antes de utilizarla, dando una oportunidad a evitar la devastación y las muertes. La cadena de mando nunca trasladó la petición… que dado el carácter de Truman tampoco parece probable que hubiese tenido efecto. Otro ejemplo de la degradación ética del mando norteamericano en la guerra.

La película es compleja, como se ve. E importan tanto el análisis de la persona, de Oppenheimer, como la reflexión sobre ética y política, perfectamente válida hoy en día en que contemplamos cómo una potencia nuclear gobernada por un ególatra ha ido a la guerra contra un vecino con sus «justificaciones», «pragmatismos» y «necesidades». Por lo tanto, película recomendable y muy bien venida. Y para el amante del cine considerado como una de las bellas artes, imprescindible.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; Hailee Steinfeld está de moda

Televisión

Hasta tres series que he estado siguiendo en los dos últimos meses y que he terminado recientemente tienen como protagonista, de una forma u otra, a la actriz norteamericana Hailee Steinfeld. Esta chica que ahora debe rondar los 24 o 25 años, pero que conocimos con doce o trece cuando coprotagonizó con Jeff Bridges, Matt Damon y Josh Brolin la nueva versión de True Grit (Valor de ley) dirigida por Ethan y Joel Coen. Quizá una de las menos «coenescas» películas de estos hermanos, pero que a mí me gustó bastante. Y me gustó ella. Aunque lo que ha hecho después y hasta la fecha me ha pasado totalmente desapercibido. Y sinceramente… no me interesa gran cosa recuperarlo… Lo cierto es que aquella adolescente se ha convertido en una mujer joven con gran presencia física, y con buenas mañas interpretativas.

Nos iremos a Nueva York,… la ciudad que parecen odiar los de Marvel… porque la destrozan continuamente. La deben odiar.

En Arcane, el último gran éxito de Netflix en animación adulta, la oímos pero no la vemos. Da la voz a Vi, el personaje protagonista de la serie. Una serie que además de éxito entre los espectadores, está recibiendo desde su estreno grandes alabanzas de parte de la crítica. De estilo steam punk, en un mundo en el que se mezcla la ciencia con la magia, asistimos a las disputas entre una ciudad superior, rica y privilegiada, y una inferior, enterrada, pobre y necesitada. Y cada una de las dos con su propia dosis de corrupción entre los poderosos. Y está el conflicto entre dos hermanas separadas en la adolescencia y convertidas en rivales, Vi y Powder/Jinx (Mia Sinclair Jenness/Ella Purnell). Rodada en una mezcla de animación plana y tres dimensiones, diseñada por ordenador, de indudable mérito,… a mí me costó entrar en ella. Creo que lo que cuenta, una historia basada en un videojuego, no da para tanto como para los nueve episodios, divisibles en tres grupos de tres episodios, a modo de tres actos en el desarrollo de la historia. Y por lo tanto, uno de los actos, el segundo, me costó sacarlos adelante. Empieza muy bien, y tiene un final bastante conseguido, al que casi no llego… por aburrimiento. El estilo de animación, como ya he dicho, tiene mucho mérito… pero no es de los que más me gustan.

Hawkeye es una serie del universo Marvel dedicada a uno de los Vengadores menos vistosos, el que tradicionalmente se ha denominado en España, en traducción directa del inglés, Ojo de halcón. Un tipo sin poderes, pero que tira muy bien con arco. Si lo pensáis bien, puestos a pensar en un universo de superhéroes,… mmmmm… resulta más bien sosete. Protagoniza, teóricamente, la serie de seis episodios Jeremy Renner. Pero la serie resulta interesante cuando está el personaje de Kate Bishop (Steinfeld) en pantalla. Ahí, la chica es una auténtica robaescenas. El personaje en sí, pero sobretodo el carácter que le da la actriz, es mucho más interesante que el taciturno personaje protagonista. La chica pija que sueña con ser una gran arquera… pero que es gamberra, movida, poco reflexiva, aunque buena persona, da mucho más juego. Y por ella… porque si no, esta serie que ha resultado razonablemente entretenida, no me hubiera interesado nada en absoluto. Sale por ahí también Vera Farmiga en una papel muy poco aprovechado, y Florence Pugh, en una subtrama paralela que no va a ninguna parte y que claramente sobra. Quizá para tentar si merece la pena dedicarle una serie a su personaje o no. Hay otras caras conocidas, pero sin más interés. La serie me parece muy maja… cuando no se dedica a referenciar al resto del universo Marvel. Cuando lo hace se convierte en un tostón sólo apto para los aficionados con el cerebro lavado. Por lo tanto, irregular.

Y finalmente, Dickinson, serie de Apple TV+ que cuenta en tres temporadas una versión reimaginada de la vida de la celebrada poetisa norteamericana Emily Dickinson. Cuando la cogí había empezado a emitirse, con un episodio a la semana, la tercera y última temporada. Así que me vi las dos primeras de forma ágil, con algún episodio, de media hora de duración, casi todos los días, para llegar a los dos últimos teniendo que esperar al viernes correspondiente para verlos. Como digo, es una reimaginación de la vida de la poetisa. Se basa en lo que se conoce o lo que se supone de la vida de esta mujer que vivió toda su vida retirada, y sin publicar prácticamente nada, escribiendo continuamente, en la casa de sus padres Amherst, cerca de Boston, Massachusetts. Fue su hermana, interpretada por Anna Baryshnikov, quien se encargó de sacar a la luz su obra, convirtiéndola en una de las más grandes autoras de la lengua inglesa… postumamente.

La serie juega constantemente con esta paradoja. Y nos presenta una mujer joven, tremendamente imaginativa, con una mente inquieta, muy activa, constantemente creando, mientras a su alrededor, los dramas familiares, sociales y políticos de mediados del siglo XIX sirven para reflexionar sobre los problemas de principios del siglo XXI. Al fin y al cabo, ambos siglos solo parecen diferenciarse en la posición del palo, I. Sexismo, feminismo, homosexualidad, racismo, desigualdades, las guerras, familias prósperas y felices que quizá no lo sean… Todo ello con una buena ambientación de época, pero con personajes que hablan, o bailan, u otras cosas, al estilo contemporáneo. Entre la realidad y la fantasía… quizá en el realismo fantástico, la serie tiene unos guiones suficientemente inspirados para que, gracias un reparto mucho más inspirado, liderado con gran resolución por su protagonista, llegue a buen término, en una apuesta con cierto riesgo, que podría haber resultado más chirriante. Pero nó… resulta una comedia seria, fresca y atractiva. Desde mi punto de vista, muy recomendable.

[Cine] Black Widow (2021)

Cine

Black Widow (2021; 46/20210710)

Cada vez que voy a ver una película de superhéroes me hago el propósito de no volver. De no gastar mi dinero en productos que, sinceramente, me suelen parecer absurdos y malos. Pero luego, de vez en cuando vuelvo. Porque gente que me cae bien, que me apetece ver, va. Y me invita. Y no me voy a poner talibán en negarme a ir, perdiéndome el placer de relacionarme con gente con la que me apetece estar. Y más, después de las restricciones impuestas por la pandemia. Así que nos fuimos a ver el sábado pasado esta película dirigida por Cate Shortland, y que, a priori, no me interesaba nada.

Últimamente se rueda mucho en Budapest, debe ser barato. Y además, llenito de partidarios de dictaduras y otros populismos.

Y a posteriori… pues tampoco. Es una de aventuras de superhéroes con un esquema tipo, es el mismo siempre, es como ver la misma película una y otra vez, cambiando elementos más cosméticos que de fondo. Se supone que en esta ocasión se mejora en que las principales protagonistas son todas chicas (Scarlett Johansson, Florence Pugh y Rachel Weisz), y que es una reivindicación del concepto de familia, aunque sea más falsa que un duro de cuatro pesetas. Y eso sí… se confirma el cambio de villanos, los terrenos, no los extraterrestres, que pasan de ser musulmanes a ser rusos o eslavos o parecidos. El revival llega a los tiempos de la guerra fría.

La realización de la película es funcional y rutinaria. La dosis habitual de pirotecnia y otras escenas de acción inverosímiles hasta el aburrimiento, pero realizadas con oficio. Porque a estas alturas, nadie le va a negar a la industria de Hollywood el oficio de hacer películas de serie B o Z en sus contenidos, pero con presupuestos de grandes producciones.

Puestos a debatir, podemos comentar las cualidades interpretativas de las tres heroínas de la película. Si Johansson fue aquella chica tan prometedora que nos llegó de la mano del cine independiente y de Sofia Coppola, casi veinte años después resulta una actriz más o menos vistosa físicamente, pero con unos recursos limitados y viciados por su casi permanente adhesión a la superproducción de acción. Como contraste, vengo observando desde hace unos años que Florence Pugh es una actriz, 12 años más joven, haciendo poco verosímil las escenas iniciales del film, que tiene ganas, potencialidad y es mucho mucho más interesante. Incluso en una película inane como esta. Y Rachel Weisz… su calidad está bien contrastada en muchas ocasiones,… supongo que le habrán pagado bien, ha cumplido con lo poco que le pedían y… ya está. A los actores masculinos les han pedido que hagan de muy malos o de muy zafios… y ni siquiera consiguen arrancar las pretendidas sonrisas.

Película absolutamente prescindible y que espero olvidar con rapidez, y que no se la recomendaría a nadie, pero que hará las delicias de los devoradores de palomitas, aficionados a este tipo de cine.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Cine] Mujercitas yanquis y mujeronas francesas para finalizar el año

Cine

En estos últimos días, entre los de fiesta y los estrenos en Netflix, he acumulado varias películas que han ido a parar a mi lista de películas vistas este año. Que en total suman 72. Pero de las estadísticas cinéfilas de este año os hablaré, probablemente, mañana. Como me quedan cuatro película por comentar de 2019, hoy irá con dos, las dos últimas que he visto en sala de cine, y otro día de esta semana iré con las otras dos, los dos últimos estrenos que he visto en plataformas de vídeo o cine bajo demanda.

Little Women (2019; 69/20191226)

Dice que esta versión de Greta Gerwig es la cuarta adaptación de la más famosa novela de Louisa May Alcott. Estoy casi seguro que he visto las cuatro. Aunque las que tengo más en mente son la versión de Mervyn LeRoy, de la que lo que más recuerdo siempre es lo insoportable que resultaba la adolescente Elizabeth Taylor como Amy, y la de los años 90 dirigida por Gillian Armstrong que recuerdo por que me resultó fácilmente olvidable. No aportaba absolutamente nada nuevo. Aparte, telefilmes y series de televisión…

Como de costumbre, estamos ante la historia de las hermanas March (Emma Watson, Saoirse Ronan, Florence Pugh y Eliza Scanlen), hijas de unos convencidos abolicionistas de Massachussets, que con su madre al frente (Laura Dern) han puesto su fortuna al servicio de los pobres, para cabreo de su tía paterna (Meryl Streep), mientras el padre, piadosamente, se dedica a matar rebeldes durante el conflicto civil norteamericano (Bob Odenkirk). Por otro lado, está los pegajosos vecinos, abuelito (Chris Cooper), adolescente mal criado (Timothée Chalamet) y preceptor más bien sosito (James Norton). Y el extranjero de Nueva York (Louis Garrel), claro Vamos, lo de siempre.

Las dos películas de hoy tienen en común, entre otras cosas, que transcurren en todo o en parte en la capital francesa. Así que allá nos vamos.

Lo que nos preguntábamos cuando entrábamos en la sala de cine es si la enésima musa del cine «indie» norteamericano, reconvertida en directora, y con un presupuesto (una nadería comparado con las producciones superheroicas o starwarianas) y un reparto que muestra su deseo de pasar a la primera división, iba o no a aportar algo distinto, modernidad, actualización del mensaje, punto de vista de los mileniales, a una historia tantas veces contada.

Lo más destacable de entrada es la ruptura de la linealidad temporal en el guion de la película, que también firma Gerwig. En un ejercicio hipertextual, el guion de la pelicula, mediente alternancias entre un momento actual y flashbacks al pasado, va narrando al mismo tiempo la gestación y el argumento de la novela original. Con algunos detalles que podrían haber dado un nivel superior a la película con cierto beso final, que podría tener un lectura irónica en ese ejercicio hipertextual… pero que se ve arruinado por el «síndrome de Spielberg», el no saber cerrar a tiempo la película y añadir unos minutos de metraje que, o no añaden nada, o se cargan, como es el caso, lo que podría haber sido la sal y la pimienta de la película. Que de repente, lejos de mostrar innovación notable con respecto a las versiones anteriores, adquiere una convencionalidad excesivamente almibarada. Unos minutos de más… y se carga el esfuerzo de dos horas. No digo más, para no desvelar, y que cada espectador saque sus consecuencias.

La película está muy bien hecha y muy bien interpretada, por lo demás, aunque me falta algo de entusiasmo por parte de alguna de las actrices que tienen mucho oficio a pesar de su juventud, las que son jóvenes, y que quizá tenga su máxima revelación, no en su protagonista, Ronan, que estando bien ha estado mejor en el pasado, sino en la habitualmente repelete Amy (Pugh) que consigue que su papel adquiera una dimensión más profunda e interesante de lo que otras versiones nos tienen acostumbrados. Bien por la joven británica, que ya me gustó anteriormente en alguna otra película.

Trabajo mucho más convencional y academicista de lo que esperábamos de Gerwig, que está bien hecho, pero no nos satisface en la medida de nuestras expectativas. Carente de riesgo. Mucho miedo a remover la historia y darle nuevas lecturas. Debe ser de los fans de Star Wars que se horrorizó con el episodio VIII.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

La vérité (2019; 70/20191227)

Nos sorprende el japonés Koreeda Hirokazu con una película realizada en Francia, en francés, con alguna parrafada en inglés, y con dos grandes de la interpretación gala, en una confrontación que da a priori mucho interés a la película.

Una grande de la interpretación francesa, Fabienne Dangeville (Catherine Deneuve), recibe la visita en París de su hija, Lumir (Juliette Binoche), guionista de cine y televisión, establecida y casada en Nueva York (con un irónico Ethan Hawke, si uno compara con las trilogías de Linklater, donde también se casa con francesitas), y con una niña jovencita. Está un tanto alarmada por la publicación de las memorias escritas por su madre, en las que encuentra carencias, por no decir, puntos de vista muy sesgados sobre determinados hechos. Se quedará durante el rodaje de la última película de Fabienne, en la cual, además, se verá confrontada con una actriz joven (Manon Clavel) en una película de ciencia ficción que provocará reflexiones sobre su propia vida.

Después de la magistral película que nos ofreció hace un año, Koreeda sigue con su tema favorito y preferencial en su filmografía, la familia y los asuntos de familia. Y en este caso, las difíciles relaciones entre dos mujeres, madre e hija, en la que la fuerte personalidad de la primera han marcado la vida de la segunda. Pero con la necesidad, a veces amarga, de reconocer que la vida de una está llegando a sus últimos capítulos, que las cosas para ella, ni para nadie, volverán a ser lo que fueron. Que por fin está siendo desplazada, de la misma forma que ella desplazó a su principal rival de antaño, la misteriosa Sarah [¿hay referencias a una posible rivalidad entre la Deneuve y su malograda hermana Françoise Dorléac? No son infrecuentes las referencias indirectas al pasado de Deneuve, como ese cartel de una ficticia «La belle de Paris», quiza trasunto de Belle de jour]

No obstante, la película, digna, no llega a los niveles y profundidad de las mejores películas del japonés. Es cierto que el duelo interpretativo entre las dos protagonistas, duelo cordial, es interesante, con una Deneuve especialmente en estado de inspirada ironía. En su conjunto, quedamos satisfechos con lo ofrecido, aun siendo conscientes que es una película con aspiraciones menores.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Lady Macbeth (2016)

Cine

Lady Macbeth (2016; 202017-3004)

A pesar de lo que se pueda pensar por el título, esta película no está directamente inspirada por la cruel Lady Macbeth del drama de Shakespeare. Sí indirectamente, ya que la película es una adaptación del relato de Nikolái Leskov titulada «Lady Macbeth del oblast the Mtsensk», en la que el personaje principal estaría inspirado por la falta de escrúpulos de la noble escocesa teatral.

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Unos paisajes escocesas, curiosamente en la misma capital Edimburgo, nos servirán para recrear hasta cierto punto el ambiente de algún lugar del norte de Inglaterra, que parece lo más propio para un drama así.

Dirigida por William Oldroyd, es su ópera prima como largometraje, nos cuenta por lo tanto la historia de Katherine (Florence Pugh), una joven, prácticamente una adolescente, que es casada con un hombre mucho mayor que él, Alexander (Paul Hilton), y con cuya familia, al frente de la cual está un tirano padre, Boris (Christopher Fairbank), va a vivir en un ambiente rancio. Sintiéndose olvidada e infeliz, buscará el consuelo en Sebastian (Cosmo Jarvis), uno de los caballerizos. Y ahí se liará todo.

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Con una ambientación que nos recuerda a las adaptaciones de los dramones de las Brontë, en un principio la cosa nos parece prima hermana de Wuthering Heights (Cumbres borrascosas), pronto la trama nos llevará a un ambiente enfermizo de traiciones y falta de escrúpulos a la hora de resolver los problemas, con una violencia basal, a veces sólo sospechada, otras manifiesta, que afecta de un modo u otro a todos los personajes del drama. Una dura crítica al puritanismo y conservadurismo de las clases pudientes del siglo XIX. Ni que decir tiene que, como es habitual en los dramas de época ingleses, la ambientación es perfecta. Tienen mucho oficio para esto.

Todo ello apoyado en una muy buenas interpretaciones, especialmente aunque no únicamente la de la joven Pugh, que lleva a cuestas buena parte de la película. Interpretaciones sobrias, de diálogos secos y mucha intensidad en las miradas.

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A pesar de su apariencia de drama de época convencional estilo Brontë, estamos ante una producción que es difícilmente clasificable por la dureza intrínseca de la historia, por la falta de escrúpulos de los que en ella actúan, por el alejamiento de cualquier sentido de la ética en las relaciones humanas, que es lo que acerca esta obra a su referente shakesperiano.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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