No perderé mucho tiempo comentando esta película, que había que ver por las posibilidades de su protagonista de conseguir un oscar, pero cuyo tema no me atraía mucho.
Dirigida por el chileno Pablo Larraín, nos habla de las vivencias de Jacqueline Kennedy (Natalie Portman) días siguientes al asesinato en Dallas de su marido, el presidente John F. Kennedy (Caspar Phillipson). Al parecer, está basada en una entrevista que concedió a la revista Life unos días del ajetreo de los funerales de estado, y trata de poner sobre la mesa las características, aparentemente contradictorias, de una mujer que llegó a ser la primera dama de su país con sólo 30 años de edad, y que además de la traumática pérdida de su marido, a los treinta y tres años había sufrido también la pérdida de dos hijos y había estado sometida al escrutinio de la opinión pública de forma intensiva.

Buena parte de la acción de la película se rueda en un cementerio o en torno a un funeral; la muerte esta presente constantemente en este filme. Así que lo ilustraré con unas fotografías que tomé con mi pequeña Olympus Pen EE3 en el cementerio de Torrero en Zaragoza hace unas semanas, bajando de un velatorio.
No obstante, la película, formalmente correcta, me resulta fría. No empatizo con nada ni con nadie. Conocía de forma general los hechos por los libros de historia, pero más allá de las erráticas decisiones de una mujer más o menos traumatizada, y un tanto histriónica tal y como la muestran, la película no siento que me aportara nada nuevo. Jackie Kennedy, la mujer florero por excelencia, no me parece un personaje especialmente atractivo, ni creo que aporte especiales valores a la humanidad. En el fondo, la impresión que tenemos mucho es que en realidad fracasó en muchas cosas, a pesar de haber sido una privilegiada. La apariencia idílica de su matrimonio con JFK ha sido puesto en solfa en muchas ocasiones, y su posterior aventura matrimonial griega tampoco fue un éxito que digamos. Aunque la considero digna de respeto como a cualquier otro ser humano.
Portman hace un esfuerzo por mimetizarse con el personaje real, pero yo a lo largo de la película no llegué a acostumbrarme o a aceptar el tono impostado de voz que supongo viene dado por la intención de imitar la de la mujer real. El caso es que no veo a Jackie Kennedy por ningún lado, y no me engancha al personaje. De la misma forma, el otro posible personaje atractivo del sarao, el hermano del fallecido, Robert F. Kennedy (Peter Sarsgaard), no acaba de tener la trascendencia que podría haber tenido. Ni ninguno de los otros personajes reales, aunque me hace gracia ver a Greta Gerwig en un país muy distinto de los que nos tiene acostumbrados, y podemos destacar también la presencia de John Hurt en uno de sus últimos papeles antes de su fallecimiento hace unas semanas.
Por lo tanto, esta película no ha logrado despertar mi interés. Y me resulta difícil aconsejarla a nadie. Y no, no le daría el oscar a Natalie Portman. Ni de coña.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: **