Perfect days (2023; 04/20240115)
Wim Wenders rueda en japonés esta película ambientada en el distrito tokiota de Shibuya. Incluso si en ningún momento nos sacan la concurrida estación de tren, la escultura del fiel perro akita Hachikō, o el célebre y concurrido paso de peatones en cuadro con diagonal incluida. Me parece curioso comentar cómo se gestó la película. Cuando amainó el pandemonio pandémico, Wenders fue invitado a conocer el proyecto Tokyo Toilet, por el cual se rediseñaron los 17 aseos públicos del distrito de Shibuya, a cargo de 16 diseñadores y arquitectos. Como consecuencia de esa visita, se le propuso que trasladase su visión de este proyecto a un proyecto audiovisual; inicialmente pensando en algún documental o algunos cortometrajes. Esto evolucionó hacia cuatro historias cortas alrededor de un personaje, un limpiador de los aseos, pero que finalmente se integraron con
Takuma Takasaki como coguionista en el largometraje que vimos este lunes pasado.
Podemos intuir con relativa facilidad las cuatro historias. Aunque en la película se van imbricando, más o menos, unas sobre otras. Está la propia historia o presentación del protagonista, Hirayama (Kōji Yakusho), un hombre en sus sesenta y tantos, que trabaja en la limpieza de los aseos públicos, siguiendo una rutina personal muy estructurada alrededor de la pequeñas tareas de la vida cotidiana. La principal curiosidad de esta línea argumental es la partida de tres en raya que juega con un desconocido contrincante en uno de los aseos públicos. La segunda historia es la de la relación del trabajador del otro turno de limpieza, un joven que aún no ha cobrado su primer sueldo, pero que quiere impresionar a su novia, una chica modernita y peculiar. La tercera historia se nos presenta cuando delante de su casa se presenta una guapa adolescente que resulta ser su sobrina, hija de su hermana más joven, que se ha escapado de casa al discutir con su madre. A pesar de la modestia con la que vive Hirayama, la familia de su hermana vive de forma acomodada. E intuiremos, más que sabremos, que hay un pasado complejo en la vida de este hombre que, por lo demás, es educado e instruido, amante de la lectura y de la música de los años 60 y 70. Finalmente, esta la historia de la dueña de un pequeño bar, que canta una estupenda versión en japonés de The House of the Rising Sun que popularizaron The Animals, y de su exmarido que la dejó para casarse con otra, pero que ahora, en puertas de la muerte por una enfermedad terminal, a quien quiere ver es a su antigua mujer.
La película se desarrolla con parsimonia, pero con firmeza, ante nuestros ojos. Wenders es un maestro con la cámara y demuestra que los años no le han restado maestría aunque últimamente se prodigue poco en el largometraje de ficción. Por otro lado, se nota su amor por la fotografía, los encuadres son estupendos, y además dota al protagonista, y a su sobrina, de la misma afición a la fotografía. Ambos poseen una Olympus mju-1, de la que yo también tengo un ejemplar, que no uso, porque el enfoque automático le falla mucho. Pero sí uso su sucesora, una Olympus mju-II. Importa también la banda sonora, a cargo de los grandes músicos de rock de los años 60 y 70 del siglo XX. Cada mañana, cuando sale de casa con su vehículo, introduce un vieja cinta de cassette en el reproductor del coche. Y la hace sonar cuando ante sus ojos aparece la esbelta figura de la Skytree. Quizá deduzcamos de ahí que el hombre no vive en Shibuya, sino cerca de Asakusa o algún barrio vecino. No hay muchos diálogos en la película. El protagonista apenas dice unas cuantas líneas a lo largo de la película. Pero no hacen falta diálogos superfluos para que nos llegue la esencia de la propuesta de Wenders.
Con la contenida interpretación del protagonista, pero llena de humanidad y de expresión, bien acompañada por los secundarios con los que se encuentra cotidianamente, los nueve días en los que transcurre la acción, nueve porque nueve son las casillas del tres en raya, estos son los detalles que guían al espectador en el paso del tiempo y el espacio, este bello fragmento de la vida de una persona en los días de un mes de octubre cualquiera, son una propuesta absolutamente recomendable, que ayuda a reconciliarse con el mundo, e invita a tomarse la vida con otro ritmo, con otra mirada, más amable, más serena. Incluso si no disponemos de los modernos y estilosos aseos públicos del distrito de Shibuya. En cualquier caso, una de las película que más nos ha gustado esta temporada. Sin duda.
En otro orden de cosas, no, The House of the Rising Sun no es propia de The Animals, pertenece al folclore popular norteamericano. Y no, no nos pusimos de acuerdo en si la elección de esta canción para aparecer dos veces en la película, en inglés y en japonés, tiene o no que ver con el hecho de que Japón sea The Land of the Rising Sun 日本 (sol que se levanta). El título original de la película está en inglés, y es evidente su relación con la canción Perfect day de Lou Reed, que también forma parte de la banda sonora de la película.
Valoración
- Dirección: ****
- Interpretación: *****
- Valoración subjetiva: ****