De nuevo con un libro que nos sirve para conmemorar el 100º aniversario de aquella barbaridad que llamamos Primera Guerra Mundial. Y como ya más o menos indiqué, de nuevo utilizando la historieta como medio adecuado para reflejar algunos de los horrores de aquella contienda. En esta ocasión, nos referiremos a uno de los escenarios de la guerra menos conocidos. Seguramente, la mayor parte de la gente asocia la Gran Guerra con los eventos del Frente Occidental, aquella línea interminable de trincheras que iban desde el Canal de la Mancha hasta la frontera francosuiza. Sin embargo, hubo otros escenarios notables. Hoy comentaré el escenario alpino, donde se desarrollaron algunas de las más tremendas batallas entre italianos y austrohúngaros.
La muerte blanca
Texto de Robbie Morrison; ilustraciones de Charlie Adlar
Colección Independientes USA; Planeta DeAgostini, 2014
Estamos en los Alpes Dolomitas. En un puesto de avanzada italiano atrincherado frente a las posiciones austriacas en el ficticio altiplano Alighieri. Un nuevo soldado se incorpora a la trinchera, donde manda un sargento comisionado como teniente, que impone una disciplina y unos modos poco convencionales. En el frío, entre la nieve, el enemigo es confuso. Lo mismo puede ser el soldado imperial de enfrente que tu propia cadena de mando. El nuevo soldado es de etnia italiana, pero procede de los territorios austriacos próximos a Trieste. Algunos de sus vecinos y amigos pelean en el bando de enfrente. A los terrores habituales de la guerra, se suma la «muerte blanca». Pronto los «estrategas» de ambos ejércitos comprenden que un bombardeo adecuado de las laderas de las montañas puede provocar tremendas avalanchas que pueden sepultar a batallones enteros de enemigos. O de los propios. A veces eso da igual.

Festung Hohensalzburg, la fortaleza de Salzburgo, allí me supe por primera vez con cierta profundidad de la tremenda guerra que se libró en los Alpes.
Motivada por las historias de cadáveres momificados de soldados que murieron hace un siglo, y que aparecen ahora en los glaciares alpinos como consecuencia del deshielo producido por el calentamiento global, los dos autores de esta historieta nos trasladan a un particular infierno helado. No es casualidad que el nombre del lugar sea Alighiere, en honor al poeta florentino que nos traslado a los infiernos y al purgatorio en su Divina Comedia. También juega con la ironía cuando algunos de los soldados tienen el nombre de Cadorna o Diaz, igual que los dos generales italianos que asumieron el mando supremo del ejército. El primero de los cuales considerado como un ineficaz y cruel militar que llevó a la muerte a muchos de sus compatriotas sin resultado de ningún tipo.
A pesar de la fama mundial de la novela Adios a las armas de Hemingway, llevada a la gran pantalla por Frank Borzage con protagonismo de Gary Cooper, y que se desarrolla en la batalla de Caporetto, batalla que estuvo a punto de dar la victoria final a los austriacos, la historia del frente alpino es poco conocida. Italia no entró en guerra en 1914 al mismo tiempo que la mayor parte de los contendientes principales. De haberlo hecho, tal vez tendría que haber honrado la Triple Alianza, que le obligaba a un pacto de mutua defensa con los imperios centrales. Sin embargo, aduciendo que sólo estaba obligado a responder ante una agresión a cualquiera de los firmantes de la alienza, y que en este caso Austria-Hungría, que fue quien empezó las hostilidades, lo hizo como agresor. No les faltó su punto de razón a los italianos.

Así como los italianos habían constituido tropas especializadas en montaña, los alpinos de los que se ven monumentos por toda la península itálica, los austriacos, a pesar de su montañoso país, no los tenían.
Sin embargo, más criticable es que desde el primer momento el gobierno italiano viese la guerra como una posibilidad de ganar territorios, especialmente azuzado por los partidos irredentistas. Dos posibilidades había. Entrar de parte de los imperios centrales, con la esperanza de recuperar los territorios de Saboya que arteramente les fueron birlados por Napoleón III, o hacerlo de parte de la Entente con el fin de apoderarse de territorios austriacos en el Tirol del Sur, en Trieste o en Istria, donde se localizaban algunas minorías de habla italiana. Entre otras de habla eslava o alemana. Dudosa la legitimidad en la reclamación. Finalmente, en 1915 firmó un pacto secreto en Londres con la Entente, y declaró la guerra al Imperio Austro-húngaro, que no a Alemania, abriendo un frente que resultó igualmente un trampa mortal de trincheras inhumanas para cientos de miles de hombres de ambos bandos.
A punto de perder la guerra en 1917, consiguieron rehacerse y dar un golpe mortal al agotado imperio de los Habsburgo en octubre de 1918. Las ganancias territoriales fueron pequeñas, y dado el coste humano y material que tuvo la guerra para Italia, la victoria para ellos se puede considerar pírrica. No sólo eso, la ruina que siguió a la guerra abrió el paso al surgimiento del fascismo y a la dictadura de Mussolini. Triste papel el del reino de Italia en aquellos tiempos. De los más tristes.
La novela gráfica que tenemos aquí se centra en la dureza del escenario alpino, donde se luchó en condiciones increíblemente hostiles por la dureza del terreno y del clima, que se unían a la crueldad de la guerra, tanto la ejercida por el enemigo como por los propios mandos. El expresionismo del dibujo de Adlar, con sus trazos al carboncillo, os trasladan a un ambiente infernal en sí mismo. Conocido este dibujante por su participación en The Walking Dead, muestra sin duda alguna en esta historieta que el terror no tiene por qué tener un carácter sobrenatural o fantástico para ser tal terror. Que el ser humano se basta y se sobra.
El guion es más simplón, más maniqueo y más previsible, no está desde mi humilde punto de vista a la misma altura que el expresionismo de las viñetas. Pero un duro final, lo pone a la altura de esta historia de terror que, siendo ficticia, bien pudo ser real o resumir otras muchas que sucedieron y no se documentaron en aquellos malhadados tres años de guerra. Considero que el libro es bastante recomendable.

Hubieron de reconvertir regimientos de infantería en tropas de montaña, entre los cuales el número 59 que se conmemora en la gran fortaleza que domina la ciudad austriaca.