[Breve – foto] Berlin de la era comunista, Nueva York nocturno, y la adolescencia entre la candidez y la sensualidad | La Lettre de la Photographie

Fotografía

Berlin,Thomas Hoepker Pictures of East Germany.

New York, Night Vision: Photography After Dark.

Toulouse, Claude Nori The Geometry of the flirt.

Mis recomendaciones de hoy entre las novedades que nos presenta La Lettre de la Photographie. El Berlín de la era comunista, una ciudad de la que vi retazos cuando por primera vez visité la ciudad, pero de la que ya queda poco por el empeño del gobierno alemán y de sus ciudadanos de irla reconvirtiendo. En el otro polo, en el del mundo capitalista, la noche en Nueva York vista por distintos fotógrafos, varios de ellos clásicos que hay que conocer como Robert Frank. Finalmente algo totalmente distinto. Imágenes de adolescentes a principio de los años 80, con actitudes muy diversas entre la ingenuidad y la sensualidad, pero siempre con el deseo de encantar.

Libro: Violetas de Marzo

Literatura

Tras unas cuantas lecturas más o menos trascendentes en su contenido, aunque razonables para los calores veraniegos, me voy a algo que es típico de los meses de verano. La novela negra. Los detectives privados metidos en eternos líos.  Hace tiempo que había visto esta serie de novelas en las estanterías de las librerías, pero hasta ahora no me había decidido a probar. Así que nada. A por ella. La primera novela de la serie Berlin noir de Philip Kerr. Y esto es lo que me ha parecido.

Violetas de marzo
Philip Kerr
RBA bolsillo; Barcelona, 2007
ISBN: 9788479013516

En esta novela, que como he dicho anteriormente es la primera de una serie, nos trasladamos al Berlín de 1936, en vísperas de las Olimpiadas, y se nos presenta a Bernie Gunther, un antiguo miembro de la Kripo, reconvertido en detective privado por su mala adaptación a los nuevos tiempos políticos dentro de los cuerpos de policía alemanes tras la llegada de Hitler al poder. Han asesinado a la hija de un empresario del acero del Ruhr y a su marido, miembro de las SS. Los cuerpos han aparecido carbonizados por un incendio, y también ha aparecido abierta la caja fuerte. Ha desaparecido un collar de diamantes, que el empresario piede a Gunther que busque. Pero han desaparecido más cosas, y eso hará que el detective se vea involucrado en las miserias políticas del régimen. Lo cual no es bueno para la integridad física de nadie en la Alemania nazi.

Lo cierto es que durante buena parte del libro, te da la impresión de que estás leyendo un sucedáneo de novela negra americana. Bernie Gunther puede ser lo mismo un trasunto del Philip Marlowe de Raymond Chandler, o el Sam Spade de Dashiell Hammet, o muchos otros. La policía corrupta lo mismo puede ser la Gestapo que cualquier cuerpo policial de San Francisco o Los Angeles; los políticos corruptos lo mismo pueden ser lo jerarcas nazis que cualquier alcalde o gobernador americano típico de la novela negra de ese país. Y desde este punto creo que la novela está mal aprovechada al no tener en cuenta las especificidades del lugar y del momento histórico. Sólo en el último tramo nos encontramos con una experiencia en el campo de concentración de Dachau que salva un poco esta carencia.

Resumiendo, una novela que si bien es entretenida, no acaba de convencer del todo, quizá por la sensación de déjà vu que mantiene a lo largo de casi todo su recorrido. Puede valer para una lectura veraniega, y quizá si eres un fanático de la novela negra a cualquier precio. En caso contrario, más vale dedicarse a los productos originales que hemos mencionado antes. Aunque no tengo nada en su contra de forma grave, dudo que siga leyendo otros volúmenes de la serie.

Berliner Mauer

Un lienzo del antiguo muro que dividió Berlín lo encontramos en la Niederkirchnerstrasse; que fue en la época nazi la Prinz-Albert-Strasse, donde se encontraba la sede de lindezas tales como la Gestapo y las SS, lugares por donde discurren algunas aventuras de nuestro protagonista de hoy - Panasonic Lumix LX3

20 años sin muro en Berlín

Historia

Lo cierto es que en 1989 estaba pasando una época en la que perdí un poco el sentido de la historia. Estaba yo pensando en otras cosas. Y a la televisión le hacía más bien poco caso. Sí recuerdo todo el revuelo que había en torno a la perestroika y la glasnost que Gorbachov había llevado a la Unión Soviética. Pero nada hacía pensar que el derrumbe del imperio comunista iba a ser tan absoluto y total, y tan rápido. De las cosas que recuerdo, las noticias sobre los alemanes orientales, que a través de otros países de la Europa Oriental más abiertos conseguían salir de su país y llegaban a la República FederalPolonia, Hungría y Checoslovaquia iban un poco más adelantados en su apertura, pero la República Democrática Alemana representaba las posiciones más duras de los regímenes comunistas.

En cualquier caso, en medio de una ceremonia de la confusión y de forma relativamente repentina e improvisada, las autoridades alemanas orientales abrieron la posibilidad a los libres desplazamientos a través de las fronteras entre las dos Alemanias, y eso supuso la caída inmediata del muro de Berlín, que comenzó tal día como hoy, 9 de noviembre, hace 20 años.

Berliner Mauer

Restos del muro de Berlín en la actualidad - Panasonic Lumix LX3

El muro duró casi 29 años, y su nombre oficial era Muro de Protección Antifascista; fue vendido como una protección contra una hipotética invasión occidental. Pero el diseño de las defensas, las armas, apuntaban hacia el interior. Era una cárcel para los habitantes de la Alemania Oriental. El número de víctimas, muertos en la zona del muro, es controvertido, y oscila entre los 120 y los 270 según las fuentes consideradas.

Marinetta

Marinetta Jirkowski, una de las víctimas del muro, nacida después de su construcción, murió con sólo 18 años - Panasonic Lumix LX3

A pesar de las críticas que recibió el muro, tras su caída, la reunificación de las dos Alemania, que era la consecuencia lógica y natural, no fue vista con agrado por todo el mundo. Los rusos, desde luego, aspiraban al mantenimiento de los dos estados, y quizá a conservar su influencia sobre el estado oriental. Pero desde el bando occidental también hubo reticencias. Especialmente por parte británica, que todavía conservaba los recuerdos de las dos conflagraciones mundiales del siglo XX, y prefería mantener dos estados alemanes débiles a uno fuerte.

Puerta de Brandemburgo

La puerta de Brandemburgo, hoy en día un animado lugar de paso y de visita turística, quedó virtualmente aislada por las estructuras del muro - Pentax *ist DS, SMC-DA 21/3,2 Limited

Desgraciadamente, la humanidad no ha aprendido la lección y se siguen construyendo muros para separar poblaciones y restringir los movimientos de las personas y las poblaciones. Es notorio el caso de la Barrera Israelí de Cisjordania, que con la excusa de la seguridad, sirve para limitar el desarrollo de las poblaciones palestinas cuando no para apropiarse de parte del territorio cisjordano en beneficio de los colonos israelitas. También se han construido muros o barreras en distintos países del mundo para limitar las afluencias migratorias de los países más pobres como entre Estados Unidos y Méjico, o entre las ciudades de Ceuta y Melilla en su frontera con Marruecos. Pueden parecer fenómenos distintos al de Berlín, pero desde mi punto de vista son variantes de lo mismo. Y provocan muertos.

En cualquier caso, hoy en día todo quedó como un recuerdo histórico que incluso se toma con humor o como un reclamo turístico más para la siempre interesante capital alemana. Pero merece la pena reflexionar de vez en cuando en el origen y en las consecuencias de este tipo de situaciones.

"Soldados" en la Puerta de Brandemburgo

Mimos caracterizados con antiguos militares de la RDA junto a la Puerta de Brandemburgo atraen a los turistas,... y a sus euros - Pentax *ist DS, SMC-A 50/2

Final en Berlín, y regreso (no sin incidentes, como me temía)

Viajes

Hoy ha sido día de regreso a la dura y calurosa realidad. Prácticamente 15ºC de diferencia en las máximas de allí y la de aquí, que se dice pronto. Pero bueno, antes de ir al aeropuerto de Tegel, ha habido un ratito para despedir a la compañía que se piraba en dirección a Wroclaw y a dar una vueltica por los alrededores de Zoologischer Garten, con una última visita y compra en la librería de la Fundación Helmut Newton.

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Cómo me gusta la estación de metro de Wittenbergerplatz.

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Hace unos añitos esta característica estación era la principal de Berlín; ahora sólo es una estación de regionales.

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Y hablando de estaciones que me gustan, como la decorada de Savignyplatz del S-Bahn... ninguna.

Y luego… la crónica de un problema anunciado. Desde que tras los problemas con los billetes el lunes me di cuenta al llegar a Berlín que a la vuelta tenía una escala de sólo 30 minutos en Munich para coger un segundo avión, me di cuanta que había una serie de posibles problemas que me podían amargar el viaje. Al final sólo ha sido uno, y es la segunda vez que me pasa y en el mismo aeropuerto. Pero la vez anterior había la disculpa de un retraso en el primer vuelo. En esta ocasión no. El vuelo de Berlín a Munich ha ido como un reloj. Y el de Munich a Madrid ha salido con 10 minutos de retraso, aunque ha llegado con cinco minutos de antelación. ¿Ideal, verdad? Lástima que en esa media hora los empleados del handling de equipajes no se han dignado en transferir mi maleta de un avión a otro. Han decidido que llegaría a Madrid en el vuelo que llega a las 21 horas. Momento en el que mi AVE ha llegado a Zaragoza. Supongo que el lunes tendré mi maleta en casa.

Eso sí. Perderse, no se ha perdido. Sólo ha prolongado sus vacaciones.

La Bauhaus, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en Dessau

Viajes

Tranquilamente, hoy sin madrugar, dando un paseo, nos hemos llegado hasta la Hauptbanhof (estación central) de Berlín. Hemos cogido un tren que nos ha llevado a algún lugar del lander de Sajonia-Anhalt, más concretamente a Dessau, donde los diversos edificios que dejó en herencia la Bauhaus, que tuvo allí su sede en su segunda época, han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

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Extraña y vistosa escultura equina en una de las fachadas de Berlin-Hauptbanhof.

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Edificio principal de la Bauhaus en Dessau.

En primer lugar, hemos visitado el edificio que albergó la escuela, hoy en día todavía en activo. La verdad es que para poder apreciar plenamente la originalidad del edificio conviene verlo a vista de pájaro, o en su defecto en una maqueta. Como la que se encontraba en la exposición permanente que hemos visitado. Junto con una temporal en la que hemos apreciado diferentes películas mudas de la época, donde queda establecida la tremenda creatividad que tenía esta gente.

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Esta película de los años 20 me recuerda a los rayogramas de Man Ray.

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Maqueta del edificio de la Bauhaus en Dessau en forma de estrella de tres puntas.

Hemos comido allí mismo, en la cafetería, y luego nos hemos ido a visitar las Meisterhäuser (Casas de los Maestros), que son algo digno de verse, especialmente en su entorno y dándose una vuelta a su alrededor. Allí vivieron Kandinsky, Klee, Gropius, Feininger, Moholy-Nagy, Muche, Slemmer,… los principales maestros de la escuela.

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Entre los pinos, Haus Klee/Kandisky; cómo me gustaría vivir en un sitio así.

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En la maqueta vemos separadas las dos viviendas adosadas de las que constan las Meisterhäuster.

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Y todavía más me gustaría tener un estudio como el de Haus Feininger.

Tras la visita, que nos ha llevado un rato hemos decidido dar una vuelta por Dessau. Pero ha sido breve. Aparte de un bonito palacio convertido en museo en un frondoso parque, y una apacible zona peatonal, poco más hay que contar de esta ciudad de casi 100.000 habitantes.

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Rodeado por un frondoso parque, el Schloss Georgium, hoy en día un pequeño y coqueto museo.

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Rathaus de Dessau.

Después otra vez tren a Berlín. Hemos cogido un directo. Y nos hemos arrepentido. Nos ha costado casi media hora más de viaje que por la mañana haciendo un transbordo y más kilómetro. Estos RegioExpress tienen poco de Express. Pero bueno, como mañana poco nos dará tiempo a hacer, hemos dado una vuelta antes de cenar, y hemos hecho unas últimas fotos. Mañana, de vuelta. Yo por lo menos. Que mis acompañantes se van para Polonia (la del Báltico, no «la del Mediterráneo»).

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La Berliner Dom a la puesta de sol.

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La Fernsehturm al anochecer.

Hoy ha sido el día estrella; hemos visitado la exposición Modellbauhaus

Viajes

Lo cierto es que el día no ha salido exactamente como estaba previsto. Alguien ha tenido la idea de cambiar el plan, que mira a ver si vemos unas tiendecicas a primera hora de la mañana, que luego cunde mucho el día,… Y luego no ha cundido. Nos hemos dejado el Schloss Charlottenburg en el tintero. Entre el ir de tiendas y una metedura de pata colosal al coger un metro,… se nos ha hecho tarde. Bueno… los que no hemos tenido la idea de cambiar de plan, ¡ya conocíamos el Schloss Charlottenburg!

Así que a primera hora de la mañana nos hemos dividido. Como no me apetecía lo de las tiendas, me he cogido el S-Bahn hasta Zoologischergarten, y me he ido a ver el Museo de la Fotografía de Helmut Newton. Me ha encantado, oye. Este fotógrafo, que al principio me tenía un poco frío, cada vez me gusta más. Especialmente en sus fotos menos conocidas.

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Me gusta bajarme a mirar en la estación de Savignyplatz del S-Bahn; ese miliciano republicano me hipnotiza.

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Las altísimas y esbeltísimas modelos desnudas de Newton presiden el museo.

Después de pasar un momento por el hotel (a dejar las compras), nos hemos ido al Martin Gropius Bau a ver la exposición dedicada a la Bauhaus. Yo tenía una cierta idea de este movimiento. Pero lo que he aprendido, que ha sido mucho, me ha encantado. Una exposición magnífica. Pintura, escultura, diseño, arquitectura, fotografía,… todo. De todo. Impresionante. También hemos aprovechado para ver una exposición temporal de la fotógrafa alemana Herlinde Koelbl. No la conocía. No está mal. Durante la guerra fría, el edificio que alberga el Martin Gropius Bau quedó de cara a la pared, o sea, de cara al infame muro. Justo al lado, está el único lienzo del mismo que han dejado en pie.

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Estos pavos son los prohombres de la Bauhaus; la gente se ponía en los huecos para la foto... pero me han hecho más gracia con los óvalos amarillos.

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Contemplando uno de los diversos audiovisuales de la exposición.

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Una declaración de principios: "Lo que la gente necesite, no lo que dicte el lujo". Unos rojos, eso es lo que eran estos de la Bauhaus... y qué bien vendría en el mundo un poco de esa "rojez".

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Admirando las fotografías de Herlinda Koelbl.

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Lo que queda del famoso muro.

Después, tras los titubeos sobre si llegamos o no llegamos al Schloss Charlottenburg, y cuando hemos visto que no, nos hemos ido a visitar distintos puntos característicos de la ciudad. Para hacer las fotos, que se note que hemos estado en Berlín.

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Mira que es fea por fuera la iglesia esta "conmemorativa"... pero por dentro tiene algo... azul.

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Alguien se ha empeñado en que fueramos al archivo de la Bauhaus; yo he dicho, "estará cerrado por que mira que hora es... y ten en cuenta que mucho de lo que exponen estará en exposición que hemos visto"... y tenía yo razón. Cerrado.

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Otro de mis monumentos favoritos en Berlín; el memorial del Holocausto. Y encima con la luz del atardecer...

Y conforme ha caído la tarde, nos hemos ido a mirar escaparates y librerías por Mitte, antes de acercarnos a la Hauptbanhof para sacar billetes para mañana. Nos vamos de excursión a Weimar. Tras las huellas de la Bauhaus, un día más. Pero eso, sí, antes hoy hemos cenado estupendamente a orillas del Spree. Me he tomado una sopa fría de pepino con gambas ahumadas que es de lo mejor que he comido en mi vida. Sí, de pepino; y estaba excelente. Ideal para el verano.

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Los siempre animados aledaños de la estación de Friedrichstrasse.

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Un S-Bahn se dispone a salir de la estacion de Friedrichstrasse al atardecer.

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El Dom iluminado a orillas del Spree con la noche casi cerrada.

Nos hemos retirado pronto. Mañana vamos a madrugar un poquito.

Tras un viaje accidentado, llegamos a Berlín, y pasamos nuestro primer día

Viajes

No voy a contar las vicisitudes del viaje. Hubo un par de ellas, o tres si contamos la llegada al hotel,… pero no merece la pena. El caso es que estamos aquí, y pasándolo bien.

Nos ha salido el día nublado, muy nublado. Incluso amenazando lluvia. Por lo que hemos decidido pasar la mañana visitando museos. En la Museuminsel (la Isla de los Museos), que para eso están todos junticos. Nos hemos sacado un bono para todo el día… Y ale. En primer lugar, y visitándolo casie entero el Pergamonmuseum. Este es una brutalidad que construyeron alrededor de una serie de edificios que se trajeron enteros de Asia Menor en tiempos del Kaiser. Luego nos hemos ido a la Alte Nationalgallerie, a ver un poquito de pintura mona del siglo XIX, y finalmente hemos visitado el Alte Museum, a decir hola a Nefertiti y a Pericles.

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El altar de Pergamo, una de las principales atracciones en la Museuminsel.

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El Pergamonmuseum exponía una monográfica dedicada a los dioses de la Griega clásica; en la fotografía, la diosa Atenea.

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No podía faltar un vistazo a los frisos de los leones de Babilonia; impresionantes.

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En la Alte Nationalgallerie, un poquito de pintura y escultura del siglo XIX.

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Me gustaba más cómo quedaba Nefertiti, alias "la Tuerta", en el antiguo Museo Egipcio de Charlottenburg; pero su actual ubicación en el Alte Museum parece provisional.

Después de comer hemos seguido paseando bajo el cielo gris y nublado por los alrededores de Alexanderplatz, y luego paseando por Unter den Linden hasta llegar a la puerta de Brandemburgo, casi invisible porque a su alrededor están instalando todo tipo de escenarios y cosas para algún espectáculo. Por lo menos, mientras tanto, nos ha salido el sol.

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Un paseo después de comer por las orillas del Spree.

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Poco respeto se le tiene ya a Marx por estas tierras.

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La línea de metro más querida por los amantes del rock de todo el mundo.

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Buscando nuevas formas de fotografíar la Neue Wache (me estaba copiando mi punto de vista, de una toma anterior).

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Esto es lo más que hemos podido ver de la Puerta de Brandemburgo.

Con más sol, hemos mirado de subir a la cúpula del Reichstag. Pero la espera era larga, así que, aprovechando que la tarde estaba buena, hemos decidido pasear por el Tiergarten hasta la estación de S-Bahn de Bellevue.

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Muy agradable y soleada la tarde en los alrededores del Bundestag (antiguo Reichstag).

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La Casa de las Culturas del Mundo, conocida por los berlineses por el prosaico nombre de "la almeja".

Desde allí, hemos vuelo hacia los alrededores de la Museuminsel, donde por la mañana habíamos encontrado una librería de arte estupenda. Yo me he comprado algún libro de fotografía. Qué variedad tenían, oye. Después nos hemos ido a tomar unas cervezas, en los chiringuitos bajo las vías en las cercanías del Spree. Como los intentos de hacer fotos después de las cervezas no tenían mucho éxito… no sé por qué será… nos hemos ido a cenar, y luego al hotel. Mañana más.

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Difícil enfocar después de unas "weissbier" mientras paseamos a orillas del Spree.

Un viaje por el sistema solar, una exposición de arquitectura alemana, y nos hablamos desde Berlín

Arte, Televisión, Viajes

Esta semana, en la que celebran en Huesca, donde trabajo, su fiesta grande, yo he optado por celebrar mi fiesta particular. Me he cogido unas mini-vacaciones. Hasta el próximo lunes 17, nada de curro. Así que este fin de semana me lo he tomado con especial relax, animada por la agradable bajada de temperaturas.

Una de las cosas que he hecho ha sido ver con ansiedad los dos primeros episodios de una nueve serie yanqui de ciencia ficción, Defying Gravity. Tras la finalización de Galactica y otras, estábamos un poco huérfanos de aventuras por el espacio, y como a mí es un género que me gusta… pues a ver. Los dos primeros episodios no están mal. Ocho astronautas del dos mil cincuenta y tantos en un viaje de 6 años por el sistema solar. Visitando siete planetas. El primero Venus. Y con un misterio de fondo. Que algunos conocen y otros no. Visualmente y conceptualmente heredera de 2001, una odisea del espacio y Sunshine, tengo miedo de que por algunos detalles de la trama pueda convertirse en una anatomía de Grey espacial. Pero después de que la prometedora Virtuality, con la que tiene muchos parecidos, se quedará en el episodio piloto, habrá que mantener la esperanza.

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Iapetus, satélite de Saturno, fue uno de los protagonistas de la edición literaria de 2001, una odisea del espacio (imagen publicada en Astronomy Picture of the Day, NASA).

Por otra parte, como hago de vez en cuando, ayer me pasé dando una vuelta por el Centro de Historia de Zaragoza, para ver si había algo nuevo en exposiciones. Y me encontré con una interesante exposición sobre la arquitectura alemana de la posguerra, con interesantes muchas maquetas, fotografías y explicaciones. Estaba enfocada a explicar la evolución paralela entre la arquitectura de la República Federal de Alemania y la extinta República Democrática de Alemania.

Exposición Arquitectura Alemana

Exposición 2 Arquitecturas Alemanas en el Centro de Historia de la Zaragoza - Panasonic Lumix LX3

Exposición Arquitectura Alemana

Maquetas en la exposición 2 Arquitecturas Alemanas - Panasonic Lumix LX3

Todo lo cual me viene al pelo para contaros que me voy. Cinco días. De escapada a Berlín. Estuve no hace mucho. Pero me ha surgido la ocasión de volver. La excusa, una serie de exposiciones celebrando el 90 aniversario de la Bauhaus. Así que a partir de mañana, os iré contando cosas en estas páginas, dependiendo de cómo me vaya encontrando las conexiones a internet. Y si no os lo subo cuando vuelva. Que tampoco me voy a dar mucho mal. Hasta la vuelta.

Universidad de Humboldt

Universidad Humboldt en Unter den Linden, Berlín - Pentax *ist DS, SMC-DA 21/3,2

Lecturas de vacaciones – Ciberiada y Una mujer en Berlín

Literatura

Terminan hoy mis vacaciones. La primera y más sustanciosa parte de ellas. Tres semanas repartidas en dos tercios de viaje y un tercio de asuntos domésticos y dolce far niente. La vida contemplativa. Qué bien viene de vez en cuando. Y con la vida contemplativa, la ocasión de leer de forma más reposada.

En estas vacaciones han caídos dos libros; Ciberíada de Stanisław Lem y el anónimo Una mujer en Berlín. Dos libros muy distintos en el género, en el fondo y en la forma.

El primero de ellos me lo llevé de viaje a Polonia. Tengo la costumbre de intentar que la lectura que me llevo a los viajes tenga que ver de una forma u otra con el lugar donde viajo. Y en esta ocasión, la elección recayó sobre Ciberíada, una de las obras más conocidas del más famoso escritor polaco de ciencia ficción, Stanisław Lem. Nos cuenta las aventuras de Trurl y Klapaucio, dos constructores que van recorriendo la galaxia ofreciendo sus servicios por doquier, y metiéndose en unos líos considerables de los que siempre salen más o menos airosos. No es ciencia ficción dura. No hay una plausibilidad científica en las cosas que suceden, aunque refleja un notable interés por la revolución cibernética que el autor supone con buen criterio que está a punto de producirse. El libro, por ponernos en situación, es de 1967, momento en el que todavía no se había desarrollado como hasta el momento el mundo de los ordenadores. También es un libro que reflexiona sobre las virtudes y los defectos del ser humano, y especialmente sobre la búsqueda de la felicidad, eso sí, por medios bastante extravagantes. Es un libro entretenido, siempre y cuando estés dispuesto a admitir variantes imaginativas sobre los trillados caminos de la ciencia ficción.

El segundo libro lo he leído en la última semana. La verdad es que me ha durado poco. Me enganchó. Lo cogí con interés. Una mujer en Berlín es un diario autobiográfico escrito por una editora y periodista alemana entre el 20 de abril y el 22 de junio de 1945 en Berlín, durante la invasión soviética de la capital alemana y las semanas que siguieron al götterdämmerung nazi. El libro se publicó de forma anónima, ya que una de las cuestiones que más marca el contenido del diario es las violaciones repetidas que sufrieron las mujeres alemanas por parte de los soldados del ejército soviético. Entre las mujeres violadas en repetidas ocasiones, la propia autora del libro. Sin embargo, a pesar de la barbarie que nos cuenta, el estilo de la redacción consigue mantenerse relativamente frío. Muy descriptivo. Y evidentemente, la autora se pone de parte de las mujeres que en su conjunto quedan definidas como las auténticas heroínas en la demencia de la guerra. No obstante, permanecer en consideraciones sobre el aspecto más morboso del relato no nos debe confundir. El diario es un estupendo relato de un ambiente y de unos hechos que quizá no han sido contados y difundidos lo suficiente. El miedo a morir, el miedo al hambre, el miedo al otro; todo ello mezclado con ejemplos de solidaridad ciega o interesada. No hay reflexiones de naturaleza política. La autora, que claramente no pertenece al partido nacionalsocialista, no define con claridad su posición política. Simplemente, se limita a ser una observadora de una realidad. La escritura del diario, casi con toda seguridad, le sirve también como escape a la barbarie que la rodea. En general, me parece un libro recomendable.

Con posterioridad a su lectura, he averiguado que la segunda edición en Alemania, de la que es traducción la que yo he leído, sólo se produjo tras la muerte de la autora, que ante la frialdad y las críticas negativas que recibió en su primera edición en los años 50, se negó a que se volviera a publicar en vida. En la actualidad, el libro parece haber tenido una acogida mucho mejor, probablemente porque la distancia sobre los hechos acontecidos, el progresivo mejor papel de la mujer en la sociedad y el cambio en las condiciones políticas lo han permitido. Incluso conocemos ya quién fue la autora. Y como no creo que nada de lo que narra sea un oprobio para su honor, todo lo contrario, diremos quién fue. La periodista alemana Marta Hillers.

Al igual que Berlín quedó destruida por la guerra, también lo fueron muchas de las ciudades que he visitado en mis vacaciones. Afortunadamente, se ha reconstruido con fidelidad partes de sus cascos históricos, para que podamos disfrutar de cómo fueron. Como el bello Rynek de Wrocław, durante la guerra la alemana Breslau, totalmente destruida en los últimos meses del conflicto bélico. Fue una de las últimas ciudades alemanas en rendirse; lo hizo seis días después que Berlín, y sólo un día antes de la rendición incondicional alemana. Alguna de las personas que salen en el libro son refugiados de la región de Silesia, donde se encuentra esta hermosa ciudad.

Rynek - Wroclaw

(Canon EOS 40D; EF 24-105/4L IS USM)