[Cine] Wicked little letters (2023)

Cine

Wicked little letters (2023; 20/202400413)

Esto de no respetar las versiones en la lengua original de las películas, esto de no respetar los títulos, traducirlos para que queden bien en español… No. Las cartas de esta película no son indiscretas, como pregona el título en castellano. Son maliciosas. Incluso malvadas o perversas, como indica el título inglés. Película de época británica, lo cual es un buen antecedente, dirigida por Thea Sharrock, lo cual es un antecedente regular, por esto, e interpretada por dos estupendísimas actrices, inglesa la una, irlandesa la otra, lo cual es lo que nos llevó a la sala de cine.

En los años 20 del siglo XX, tras la Gran Guerra, en algún lugar de Inglaterra, una solterona que vive con sus padres (Olivia Colman) recibe cartas anónimas de carácter fuertemente ofensivo y con un lenguaje bastante salaz y desagradable. La principal sospechosa es su joven vecina (Jessie Buckley), madre de una niña, viuda, irlandesa inmigrada para pasar de la miseria a la simple pobreza. Una mujer que, a pesar de los reveses de la vida, intenta disfrutar de ella, aunque se gane la fama de casquivana y vulgar. Pero que es acusada, sin pruebas, de ser la autora de las cartas, encarcelada preventivamente, prácticamente condenada de antemano y sin juicio. Salvo que una joven agente de policía (Anjana Vasan), que pelea constantemente porque la tomen en serio en la patriarcal sociedad de la época, decide que algo no cuadra y, con la ayuda de un grupo de vecinas, decide encontrar la verdad.

A ver. De este tipo de películas se han visto unas cuantas. Especialmente británicas. Estupendas en general. Y esta, está bien hecha, en el sentido artesano de la palabra; bien filmada, bien fotografiada, con buen sonido… Está excelentemente interpretada, porque a este trío de actrices, incluso la menos conocida Vasan, les sobra oficio por todos los lados. Pero la ves, te entretienes un rato y poco a poco te vas olvidando. No te deja poso. Le falta algo. Le falta profundidad. Y es algo que le pasaba a la película anterior que vimos de Sharrock, una historieta de amor bienintencionada, pero con mucha menos enjundia de la que parecía. Y que conste que no sabíamos quién era la directora de la película cuando fuimos a la sala. No llevábamos ese prejuicio. Es algo que averiguamos después. Ni siquiera en los créditos asociamos a la directora con sus antecedentes.

Es una pena, porque la película tiene mimbres para haber sido algo más. Pero un guion convencional y una dirección funcional sin más le restan potencial y la dejan en un mero pasatiempo, del que nos olvidaremos en poco tiempo. Se deja ver. Entretiene. Y ya está. Te cabrea que desperdicie el enorme talento actoral que acumula.

Nota: Colman y Buckley coincidieron en una película con anterioridad, aunque nunca salieron juntas en pantalla. Porque hacían el mismo personaje, una de joven y la otra de mediana edad.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Cine] Fingernails (2023)

Cine

Fingernails (2023; 63/20231108)

Cuando me enteré que en Apple TV se estrenaba una película con aire de cine independiente y que la protagonizaba Jessie Buckley, decidí que tenía que verla. Además, supe que aparecía también Jeremy Allen White, uno de los más apreciables hermanos de la disfuncional familia de Shameless. Rodada en Canadá y dirigida por el ateniense Christos Nikou, su premisa de mostrarnos una sociedad distópica, más sutil que las que suelen aparecer en las pantallas de cine y televisión habitualmente, aumentaba su interés. En español la han titulado Esto va a doler. Supongo que titularla Uñas les parecía poco comercial.

La película está rodada en Canadá. En Toronto, entre otras localizaciones. Así que es la segunda vez esta semana que la capital de Ontario se asoma a estas páginas.

En una ciudad indefinida, Anna (Jessie Buckley) y Ryan (Jeremy Allen White) son oficialmente felices. El descubrimiento que el amor se puede apreciar científicamente por un cambio de color en las uñas ha permitido comprobar a las parejas si están enamoradas o no. Se arrancan una uña de la mano de cada uno de los miembros de la pareja, esto va a doler, por algún motivo hay que hacerlo a lo bruto y sin anestesia, se analizan en un aparato que parece sacado de las películas de ciencia ficción de los 50 y 60 del siglo XX y… si la puntuación es 100 %, pareja perfecta, si es 50 %, hay uno que finge estar enamorado, pero no sabemos quien, y si es 0 %,… ¿por qué narices están juntos? Y esta pareja puntuó en su momento un 100 %. Anna, una profesora de instituto que está buscando trabajo, opta por entrar a trabajar en la empresa que hace los análisis, en la formación y asesoría de parejas previa al análisis. Hay que garantizar el amor perfecto. Y hace pareja con Amir (Riz Ahmed), un veterano de la empresa con excelentes resultados, con quien empieza a trabajar a gusto. Pero claro… como los epidemiólogos sabemos, los tests diagnósticos pueden dar falsos positivos y falsos negativos… Y ¿qué pasa entonces?

Como sospechaba, el principal activo de la película está en las interpretaciones. Buckley es una actriz sumamente competente, con mucho oficio, que consigue que empaticemos con los caracteres que interpreta con sorprendente facilidad. Tiene una considerable naturalidad. Y el resto del reparto está muy bien también. Es a White al que le toca lidiar con el personaje menos agradecido, un tipo muy sieso, y hace que se diluya frente al resto del reparto. Pero bien. Y todo bien contado por un director con poco bagaje todavía como tal, ha sido segundo directo o ayudante de dirección con frecuencia, pero muy solvente, en una película muy bien ambientada en un tiempo indeterminado del pasado, ¿años 70, 80, 90? La banda sonora da una pista de que estamos en un pasado indefinido, al igual que los modelos de los coches, o los chismes electrónicos, de aspecto viejuno.

Ya digo que es una distopía. Nada de dictaduras, represiones policiales o cosas similares. Simplemente, un invento que se supone va a garantizar la felicidad en las relaciones de pareja. Y aquí es donde brilla el tono agridulce, de tragicomedia, de la propuesta de Nikou, más interesante como guionista junto a dos escritores más que como director, aunque no lo haga nada nada mal. Y es que no hay soluciones, ni mágicas ni científicas para las cosas del querer. La narración y los diálogos están llenos de sutiles ironías, que tanto podemos interpretar como historias con final triste como feliz, con ganadores y perdedores. Una película que crece en el recuerdo, y que igual habría merecido un estreno en la gran pantalla para permitir al espectador sumergirse con más intensidad en lo que sucede ante sus ojos. Muy recomendable.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] The Lost Daughter (2021)

Cine

The Lost Daughter (2021; 13/20220226)

La siempre interesante Maggie Gyllenhaal debuta como directora de largometrajes adaptando una obra de Elena Ferrante con el título algo distinto del de la película, La hija oscura, que sin embargo es el que figura en la versión doblada al castellano en España. Lo de la hija perdida es porque es el título de la edición inglesa de la novela de Ferrante. Líos de títulos que pocas veces entiendo. Elena Ferrante es un pseudónimo. Aunque hay sospechas fuertes de la identidad de la autora, probablemente mujer, por lo que nos referiremos a ella en femenino, no me consta si hay certeza o no. No he leído nada de ella. Rara es mi estancia vacacional en Italia en la que no vea en las librerías las promociones de alguna de sus novelas. Y está muy traducida a otros idiomas. La película ha estado muy presente en toda la temporada de premios cinematográficos, logrando algunos éxitos, aunque no en los más prestigiosos, donde no ha pasado de algunas candidaturas. Fundamentalmente para su directora y su protagonista principal, la siempre solvente Olivia Colman.

Si no estoy equivocado, con frecuencia Elena Ferrante sitúa la acción de sus novelas o el origen de sus protagonistas en el sur de Italia, o al menos en Nápoles y proximidades. Así que algunas fotos de mi último viaje a la costa de Amalfi y el golfo de Nápoles vendrán muy bien para la ocasión.

Colman interpreta a Leda, una profesora de lenguas que se toma unas vacaciones por sí sola en Grecia. Permanece algo alejada de su familia; sus hijas veinteañeras han vivido con su padre. Un día, al lugar de vacaciones llega una bulliciosa familia, con una joven madre, Nina (Dakota Johnson), al frente de la que es prevenida por ser gente «poco recomendable». Pero surge un incidente, la niña pequeña de Nina se pierde. Leda la encuentra y la devuelve a Nina; pero se queda secretamente con una muñeca de la niña, incluso ante el berrinche continuo de la pequeña. Todo el incidente trae al recuerdo los recuerdos de cuando sus hijas tenían la edad de esta niña, y ella, interpretada en su juventud por la también muy estimable Jessie Buckley, mantuvo una aventura extramatrimonial que marcó el resto de su vida.

Historia escrita y dirigida por mujeres, protagonizada por mujeres, de carácter intimista e introspectivo, sobre las obligaciones de la maternidad y sobre como esta, en la sociedad actual puede interferir con las ambiciones profesionales de una mujer, y también cuando los estereotipos establecidos y las costumbres morales obligan a las mujeres y las castigan socialmente cuando se desvían del «buen camino». Pero también sobre el remordimiento que decisiones aparentemente valientes pueden dejar en la mujer que decide ser autónoma, independiente. El planteamiento y el tema es muy interesante… pero no acabó de engancharnos, y la puesta en escena estuvo a punto de sacarnos de la película en varias ocasiones. Incluso el macguffin del filme, la maldita muñeca, nos pareció un poco débil a la hora de desencadenar los conflictos que se plantean en la misma.

La película se salva y se sostiene por las bondades interpretativas de las mujeres de su reparto. Los hombres, por prestigiosos que sean los nombres de los actores, como Ed Harris, tienen un papel absolutamente accesorio y circunstancial en la trama. Sin ellas, no sé si para mí la película hubiera llegado al aprobado. Se deja ver… pero exige atención y, como ya he sugerido, la propia película no siempre colabora a la hora de mantenerla. No sé si recomendarla o no. Quizá sea buena opción para la reflexión en vísperas del 8 de marzo.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; Euphoria especial, marujonadas y Fargo

Televisión

Hay series que tienen especiales navideños. Especialmente las británicas. Suelen ser episodios amables. Eso… navideños. Aunque en ocasiones pueden hacer avanzar la trama de la serie de forma importante. Algunas lo han hecho. Pero en esta ocasión es una serie norteamericana la que nos ha ofrecido dos especiales… «alrededor» de la Navidad, más que navideños. Se trata de una de las series de moda en HBO, Euphoria. Especialmente después del reconocimiento interpretativo en los eventos de premios para su protagonista, Zendaya.

Hace ya año y medio que pudimos ver la primera temporada de este drama que explora las complejidades de la adolescencia, especialmente contemplando el consumo de drogas y los problemas de identidad sexual, o de identidad en general. Entre otros problemas de esa edad. Lo cierto es que es una serie que crece en el recuerdo. Hoy día, la aprecio más que cuando acababa de terminar de ver esa primera temporada. Todavía no hay, que yo sepa, fecha para la segunda temporada. Pero se nos han ofrecido dos especiales en torno al fin de año reciente. Uno, unas semanas antes (subido a HBO el 6 de diciembre de 2020), el otro, unas semanas después (subido a HBO el 23 de enero de 2021). Rodados con las precauciones necesarias por la pandemia con un equipo mínimo, el primero nos presenta una conversación de café de Rue (Zendaya) con Ali (Colman Domingo), un consumidor de drogas sobrio desde hace un tiempo, en el que eventualmente se apoya. Este episodio me pareció antológico; me dejó clavado al sillón. Excelente desde todo punto de vista. En el segundo encontramos a Jules (Hunter Schafer) en sesión de terapia, la primera, con una psicóloga (Lauren Weedman). No me ha impactado tanto, pero está también a un nivel muy elevado. Ambos nos han dejado con ganas de que vuelvan Rue y Jules con una segunda temporada que pueda mantenerse en los altos niveles que ha alcanzado la serie poco a poco.

No tengo fotos que se ajusten a las series de hoy, así que pongo algunas de un rollo que comentaré pronto en mi blog específico de fotografía. Paisajes urbanos, a este lado del Misisipí. Y del Ebro.

En el entorno de las fiestas de fin de año, sentí la necesidad de la intrascendencia. Hace unos meses hubiera apostado por una serie surcoreana. Un buen placer inconfesable perfecto. Pero no tenía ninguna a mano de las que me hubieran apetecido. Así que me fui a por una serie de la que me llegaban avisos constantemente en Netflix, aunque a priori no me había interesado. Era Virgin River, en español con el cursi título de Un lugar para soñar, que es un drama romántico culebronesco, que yo hubiera apostado que sólo se pueden ver en el canal Cosmo, pero que ya veis. Un enfermera altamente cualificada que, tras perder una niña en el parto y un marido en un accidente de tráfico del que se culpa… (culebronesco, os decía), opta por dejar Los Ángeles por ir a trabajar a un pueblo perdido en las montañas y los bosques del norte de California, donde… bueno. Da igual. Hay un tipo guapo y rudo con el que bueno… ya os imaginaréis. Pues eso… puro placer inconfesable. Si tuviera más sentido del humor, podría ser recomendable… pero le falta. Y no, por favor, que nadie lo compare con Northern Exposure (Doctor en Alaska). De verdad. Semejante comparación debería ser considerada crimen de lesa humanidad.

Y he visto la temporada cuarta de Fargo. Que me ha llevado muchas semanas. Y no porque sea mala, ni mucho menos. No sé si llega al nivel de las tres precedentes, pero sigue siendo una producción televisiva notable. Tradicionalmente, las historias de esta serie transcurrían en las frías llanuras del medio oeste americano, entre Dakota del norte y Minnesota, en cuyo límite está la ciudad de Fargo. Pero esta vez nos hemos desplazado a Kansas City, en el límite de los estados de Misuri y Kansas. Hay dos ciudades con este nombre, totalmente contiguas, perteneciente cada una a cada uno de estos estados. Por lo que entiendo, hemos estado en Misuri. Y allí hemos asistido al enfrentamiento entre la mafia italiana, ya establecida, a cuyo frente encontraremos a Josto Fadda (Jason Schwartzman) tras la extraña muerte de su padre bajo los cuidados de la excéntrica enfermera Oraetta Mayflower (Jessie Buckley), contra la mafia afroamericana, emergente, a cuyo frente encontraremos a Loy Cannon (Chris Rock). A ambos bandos dará abundante servicio la funeraria regentada por los padres de la joven e inteligente diecisieteañera Ethelride Pearl Smutny (Emyri Crutchfield), procedente de una familia multirracial. No voy a entrar en detalles de la trama, que es lo suficientemente enrevesada como para justificar que sea una serie de episodios. Últimamente vengo pensando que hay series innecesarias. Que lo que cuentan se puede contar en un largometraje. Y no necesariamente largo. Pero bueno. Las interpretaciones de los mencionados, así como de otros caracteres como los de Timothy Olyphant o Jack Huston o Ben Whishaw, son notables. Encontramos también curiosidades como el episodio 9 de los 11 que consta la temporada, rodado en su mayor parte en blanco y negro… con curiosas referencias al mago de Oz. Y lo único que encuentro a faltar es que esta temporada es la más seria de la serie, la que menos combina el absurdo o el humor negro con la seriedad de los argumentos. ¿Por qué me ha llevado semanas ver estos 11 episodios? Porque no se pueden ver de cualquier forma. Hay que centrarse en lo que ves. Y no siempre tengo la cabeza lo suficientemente en su sitio últimamente para ello.

[Cine] I’m thinking of ending things (2020)

Cine

I’m thinking of ending things (2020; 48/20201004)

Aunque ya están abiertas las salas de cine, la oferta actual llega de forma irregular y con calidad irregular. Los estrenos más atractivos (a priori, que luego…) se están retrasando un año. Y aunque se recuperan cosas interesantes que no encontraron distribución en su momento, también llega mucha furrufalla. Mientras, las plaformas de contenidos audiovisuales van a la suya y siguen promoviendo estrenos. Netflix se ha confirmado como una plataforma que busca fundamentalmente entretenimiento puro, de las que cada vez paso más, como pasaría de ellas si se estrenasen en la gran pantalla. Pero de vez en cuando impulsa y estrena alguna película con más ambición artística o conceptual. La cuota de prestigio. En esta ocasión, de la mano de Charlie Kaufman, más valorado por su carrera como guionista, pero que ya ha dirigido alguna película interesante en el campo de la animación.

Más adelante hablaré del equipo con el que están hechas las fotos de hoy… pero como no sabía muy bien cómo ilustrar esta entrada cinematográfica,… pues me limito a poner fotos de mi último amplio paseo de sábado por la mañana, en gran medida por la ribera del Ebro a su paso por Zaragoza.

Veo la película con cierta prevención, pues no pocas críticas o reseñas han advertido de su naturaleza críptica, en incluso de marcianada. Protagonizada por la actriz irlandesa Jessie Buckley, un valor en aumento, y con razón, nos encontramos con una joven, cuyo nombre extrañamente varía durante la película que acompaña a su novio Jake (Jesse Plemons) a visitar a los padres de este, tras una relación no muy larga de ¿seis… siete semanas,… meses? Y eso a pesar de que está pensando en cortar la relación. La visita a los padres del novio, Toni Collette y David Thewlis, ya nos muestra que la película no es convencional ni con una trama espacio temporal al uso. Y hasta aquí puedo contar. Solo diré que quizá el personaje protagonista no sea la chica de nombre indeterminado que protagoniza Buckley, sino el anodino Jake.

Formalmente, la dirección de Kaufman es de gran nivel, casi diría excelente. Cuidada puesta en escena. Cuidados encuadres y selección de focales. Gran labor de iluminación y fotografía de la mano de Lukasz Zal, cuyo excelente oficio ya habíamos apreciado aquí y aquí. Y qué decir de la interpretación. De gran nivel por parte de todos, más vistosa la de Buckley que la de Plemons, pero no por ello a distinto nivel, y los recitales que ofrecen Collette y Thewlis. Y luego está el misterioso personaje que aparece de vez en cuando, el conserje de un instituto interpretado por Guy Boyd.

La película no tiene un argumento convencional. Y conforme avanza va entrando en un terreno que muchos calificarían, quizá con razón, de surrealista. Lleno de símbolos. Y al igual que el surrealismo, buscando bucear en el subconsciente del personaje principal de la película. Esto puede descabalgar a muchos espectadores. Pero si no sucede, si te dejas llevar y entrar ese simbolismo y ver más allá de la realidad aparente, la película se entiende. Y cuando la entiendes… te das cuenta que, quizá no llegue a nivel de obra maestra, pero es una propuesta muy interesante y atractiva. Aunque probablemente con esta afirmación no consiga convencer a mucha gente.

La película, en mi caso, crece en el recuerdo, conforme va dando paso en mi pensamiento de la extrañeza y la sorpresa a la comprensión y a la humanidad con la que Kaufman se acerca a un protagonista… que nunca es el protagonista de las películas. Cuando profundiza en el fenómeno de la soledad, del deseo de afecto insatisfecho, de la angustia que produce no ser nadie y ser olvidado con facilidad. Mucho más notable de la que esperaba.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****