De los autores norteamericanos contemporáneos, indudablemente John Irving es uno de los que más me ha impactado en un momento dado. Entendámonos, hasta que llegué a esta novela, sólo había leído dos de sus obras, y había iniciado una tercera que en algún momento habré de retomar. Pero Principes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra, libro al que llegué tras haber visto su adaptación cinematográfica, marcó mucho mi forma de orientar ciertos comportamientos éticos. No es que revolucionase mi forma de pensar ni nada por el estilo, porque para entonces ya tenía establecidos los valores básicos de mi existencia. Pero sí la forma de enfocarlos, la forma de argumentarlos y de defenderlos. Es curioso cómo hoy en día, el análisis del conflicto de valores como elemento básico de los conflictos éticos es algo que me resulta natural no como consecuencia de haberme formado específicamente sino de haber leído, entre otros, algunas de las obras de Irving.
Así que cuando vi la posibilidad de leer el último libro de este autor de Nueva Inglaterra, no lo dudé. En inglés, que cuesta la mitad de dinero, y es el doble de rico por ser el idioma original de la obra. Y por favor, evitad la entradilla propagandística que la editorial que lo ha traducido al castellano utiliza para su promoción. Es una memez.
In One Person: A Novel
John Irving
Simon & Schuster, 2012
Edición electrónica
Cuando conocemos a Bill, está entrando a su adolescencia en una pequeña ciudad de Vermont. Nacido poco antes de la entrada en la guerra mundial de los Estados Unidos, su padre se divorció de su madre tras su participación en el conflicto, de tal modo que en algún momento ha dudado de la identidad o de la existencia del padre tal y como se lo han contado. El nuevo novio de su madre, con quien se acabará casando y que adoptará a Bill, le anima a ser un lector y a sacarse el carné de la biblioteca pública. Y allí conocerá a Miss Frost, la espectacular bibliotecaria. Y pronto conocerá lo que es estar enamorado de la persona equivocada, y sobretodo no tener claro quién, qué o cómo son las personas equivocadas. A partir de ahí seguiremos su vida en determinados momentos importantes hasta que se aproxime a los setenta años de edad.
Estamos ante una novela que nos relata una vida, la de Bill, y como consecuencia la de las personas que lo acompañan. Una vida que viene marcada por algo muy importante. Sus elecciones en materia sexual. Su decisión de vivir su sexualidad de la forma que prefiere. Estamos también ante una reivindicación potentísima de la diversidad humana, en este caso de cómo se expresa la sexualidad humana. Estamos ante una reivindicación de la tolerancia hasta las últimas consecuencias. Contra los prejuicios tengan la naturaleza que tengan. Para ello, Irving dota a su personaje principal de una orientación bisexual bien definida. Alguien que decide que puede disfrutar de la compañía, de la afectividad y del sexo con una persona por la que se sienta atraído, sea hombre, mujer, o cualquier estado intermedio. Porque es un libro contra las etiquetas, las definiciones tajantes o los apriorismos. Todo ello con una prosa muy fluida, muy viva, que nos transporta a momentos de absoluta hilaridad, a momentos de gran emoción, y a dramas profundos que nos hundirán en la butaca en la que estamos leyendo el libro.
De fondo tenemos un fresco de la sociedad norteamericana de la segunda mitad del siglo XX, que va del conservadurismo de la sociedad rural de los años de posguerra, a los años de experimentación y libertad sexual de los setenta, al mazazo de la epidemia de sida y la ola neoconservadora de los ochenta y los noventa, para terminar en la posibilidad del reconocimiento formal, oficial y legar de la variabilidad sexual en la sociedad civil de los últimos años.
Este es un libro con el que he disfrutado mucho, con una serie de personajes, todos ellos imperfectos, pero muchos de ellos entrañables en su imperfección, que nos van llevando a través de diversos dilemas éticos para los que no siempre hay una respuesta única o correcta. Salvo quizá aquellas que pasan por la comprensión, la tolerancia y la aceptación. Desde mi punto de vista, totalmente recomendable.