[Cine] Programa doble; el más que probable adiós a dos directores significativos

Cine

Víctor Erice tiene 83 años, y es un director de referencia, fundamental, del cine español. Uno de los maestros, de los imprescindibles. Ha llevado una vida aparentemente normal, discreta, dedicada sobretodo a la docencia. Sólo ha estrenado cuatro largometrajes a lo largo de su vida.

Woody Allen tiene 87 años, y también es un director de referencia, fundamental, del cine universal. También lo podríamos considerar magistral, y algunas de sus películas pueden figurar sin lugar a dudas entre las más estrictas y selectas listas de mejores películas de la historia. Aunque fíjate tú, no necesariamente mejor que Erice. Sus últimos años y su última etapa creativa ha venido salpicada por sus escándalos familiares y sobre su cuestionable ética en las relaciones con los miembros femeninos más jóvenes de su familia. Nunca ha sido condenado por ningún delito, y mi punto de vista es que el problema es más ético que delictivo. Lo cual no es banal. Esto ha afectado a su capacidad para producir en Estados Unidos, obligándose a buscar producciones desde Europa. No llevo la cuenta de sus películas; pero es muy probable que el número de largometrajes de ficción para la gran pantalla, no cuento los telefilmes y demás, sea 50.

Ha de ser París. Porque una de las dos películas transcurre íntegramente en París. Y la otra, parcialmente. O al menos en algún lugar de Francia.

Hay obvias diferencias entre ambos directores. Diferencias muy significativas que hacen, que a día de hoy, quien despierte nuestras simpatías sea Erice. Aunque no podemos negar que de Allen nos quedarán sus películas, aunque su persona haya quedado borrosa, desenfocada, como aquel Harry deconstruido, una de su mayores genialidades. Octogenarios ambos, han estrenado en la cartelera española prácticamente al mismo tiempo las que pueden ser con muy muy muy alta probabilidad sus últimas películas, sus despedidas. Y decidimos aceptar la «invitación» a estas despedidas, y en sendas matinales de fin de semana, en días consecutivos, las vimos antes de salir de viaje hacia San Sebastián.

Cerrar los ojos (2023; 56/20231007)

Erice se despide por todo lo alto. Lo cual no quiere decir que su película vaya a ser un taquillazo, o tampoco que vaya a tener la repercusión o el reconocimiento que debería. Los temas por los que circula hoy en día el cine español son otros, a veces de forma cansina, o mal enfocada, por lo que el sabor a clasicismo, a referencias de largo recorrido a su propia obra o la de otros escritores y cineastas que Erice plantea puede pasar desapercibida. Pero hacía tiempo que una película española no me absorbía tanto. Simplemente con las primeras secuencias de la película filmadas en película de 16 mm y estupendamente iluminadas por el director de fotografía, Valentín Álvarez, la película ya me tuvo de su parte. ¿Quién lo dijo? ¿Lubitsch? ¿Más probablemente Wilder, su discípulo? En las primeras secuencias, sé contundente, deja al espectador bien pegado a su butaca, y luego tómate tu tiempo en contar tu historia. Pues eso. Pero con estilo, sin fuegos artificiales, a base de luz, granos de plata y José Coronado y José María Pou en un peculiar mano a mano homenajeando a Marsé. O recordando el intento de Erice de adaptar a Marsé, algo que al final haría Fernando Trueba, en una película que no me acabó de convencer en su momento.

Y la historia es una historia de nostalgia. El director de éxito fugaz (Manolo Solo), que terminó 30 años atrás cuando su mejor actor (Coronado) desapareció nada más comenzar el rodaje de su película en común, y que comienza una búsqueda de su antiguo amigo, una búsqueda que le llevará a reconectar con su antiguo ayudante (Mario Pardo), con la antigua amante de ambos (Soledad Villamil), o con la hija del desaparecido (Ana Torrent), hasta recalar en una residencia de ancianos del litoral andaluz, donde puede que se encuentre un hombre desmemoriado que podría ser el antiguo galán.

Más o menos, las cosas importante de esta película ya las he dicho. Obra de autor, clasicismo, buen hacer técnico, y excelentes interpretaciones, al servicio de un auténtico maestro del cine, del que sólo lamentaremos que no se haya prodigado más y nos haya ofrecido más ejemplos de su capacidad y sabiduría. Pero esta película es una excelente despedida, un auténtico testamento de una forma de entender el cine. Desgraciadamente, alejada de las tendencias actuales, en las que todo el mundo es un «creativo», pero pocos crean auténtico arte.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

Coup de chance (2023; 57/20231008)

La que puede ser, muy probablemente, última película de Woody Allen tiene un tono muy distinto. Muy probablemente será calificada, como tantas otras, como una «obra menor» del director. Con una filmografía tan amplia, es difícil que todo sean obras maestras o grandes películas. Quizá por ello se ha inventado el término «obra menor» para hablar de obras que, denotando las capacidades de su autor, las buenas o excelentes capacidades de su autor, no alcanzan ese nivel de gran película u obra maestra. Heredera de Match Point, película que rodó casi 20 años antes en Londres, y que fue una gran película, se mezclan ciertas dosis de comedia, con el romance, con los celos y el crimen.

Con una encantadora Lou de Laâge al frente del reparto, encarnando a una mujer treintañera, profesional, casada con un hombre de éxito en los negocios (Melvil Poupaud), con la etiqueta de mujer florero, y que encuentra una salida a la monotonía de su vida burguesa y convencional en el reencuentro con un antiguo compañero de instituto (Niels Schneider), convertido en escritor, nos encontraremos con una historia de intriga y crímenes, siempre con un tono más ligero del esperado por el tema.

Con un crítica a la burguesía acomodada, monótona y esnob, Allen vuelve a reflexionar sobre el efecto del azar, de la suerte, en nuestras vidas, como ya sucedía en la película mencionada con antelación. La película es agradable de ver, las interpretaciones son correctas, y cuenta con la estupenda iluminación de Vittorio Storaro en la dirección de fotografía, más una banda sonora de jazz clásico, con especial presencia de los particulares ritmos de Dave Brubeck, entre otras grabaciones clásicas de jazz. En fin, una serie de elementos que han hecho que haya sido fiel al neoyorquino a lo largo de mi vida, incluso si hoy en día ya no lo miro con la misma simpatía que antaño. La película se ve con agrado, pero tampoco será de las que perduren de forma indeleble en nuestra memoria. Una pena que no hay encontrado un mejor para el final de su carrera, quien ha sido un excelente director, pero en el que han pesado demasiado sus propias contradicciones personales.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Viajes/Fotos] 25 años después, me llevo de viaje una óptica de otros tiempos

Fotografía, Viajes

Existen dos motivos por los que sigo usando cámaras Canon. Una de ellas es que… funcionan. Eran punteras e innovadoras a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo XX cuando el desarrollo y comercialización de sus cámaras EOS (Electro-Optical System) y sus objetivos EF (Electronic Focus) impulsó a la marca a los puestos de liderazgo durante décadas. Aun hoy en día, pese al empuje de otras marcas como Sony, es la marca que más cámaras de objetivos intercambiables vende. Hoy en día, es una marca muy conservadora, arriesga poco. No se siente obligada a ello. Y por ello sus cámaras actuales resultan… ¿aburridas? Pero funcionan, son efectivas. Y eficientes. No te cuesta esfuerzo hacerte con ellas. Especialmente si has venido usando este tipo de cámaras durante treinta años.

El otro motivo es que con el parque de objetivos que fui acumulando a lo largo de este tiempo, es la opción más lógica, seguir fieles a la marca que permite seguir usándolos sin problemas. Y cuando digo sin problemas es sin problemas de compatibilidades ni historias, más allá de la necesidad de un adaptador para los objetivos EF en las modernas cámaras RF. Pero claro, los tiempo evolucionan y hay objetivos que quedan viejunos y acabas arrinconándolos.

Uno de estos es el EF 70-210 mm f3.5-4.5, que entre 1994 y 1999 se vino conmigo a todos los viajes de vacaciones, y lo usaba con frecuencia, siempre sobre la Canon EOS 100, mi primera cámara del sistema EOS. Pero desde el año 2000, tan apenas lo he usado. Que en la primera década del siglo XX conformara un dupla de ópticas de gama superior, el EF 24-105 mm f4L IS USM y el EF 200 mm f2.8L USM II, hicieron que me olvidara de él en gran medida. Muy de vez en cuando lo he sacado a pasear.

Pero por distintos motivos, que explico más extensamente en Canon EF 70-210 mm f3.5-4.5 USM – 25 años después vuelve a salir de viaje, me lo he llevado al viaje a San Sebastián y sus alrededores de la semana pasada. Y no me quejo de los resultados, que más o menos podréis apreciar en las fotos que aquí os muestro.

[Libro] At the end of the matinee – Keiichirō Hirano

Literatura

Sinceramente, decidí adquirir este libro y leerlo porque el título me gustó. Al final de la «matinée» en su semitraducción al castellano. Ni siquiera sabía que tipo de matinée sería. Las más tradicionales son las de cine, a las que últimamente somos aficionados los fines de semana. No este, en el que la cartelera de Zaragoza está probablemente alterada por las fiestas populares. El caso es que cuando llegó el principio de mis vacaciones, una vez terminado el libro de Lagerlöf que comenté hace unos días, me dispuse a leer esta romántica novela de Keiichirō Hirano, en la que no me costó mucho comprender que la matinée iba a ser musical. El libro lo leí en su traducción al inglés, no me consta que exista una traducción al castellano.

La populoso y popular entorno de la estación de Chibuya en Tokio me servirá para ilustrar una entrada para la que también podría haber usado fotografías de París y Nueva York. De lo más cosmopolita.

Nos encontramos con una peculiar historia de amor en la que sus protagonistas, a lo largo del libro, sólo se encuentran cara a cara en tres ocasiones, además de intercambiar mensajes de correo electrónico y estas cosas. Ella es una periodista de agencia de noticias, hija de una japonesa y un director de cine yugoslavo/croata, de 40 años. Él es un prestigioso guitarrista clásico japonés de 38 años. Y se conocen en Tokio tras un concierto de este último. Conectan. Pero ella vive en París, y tiene que ir destinada una temporada a Bagdag, un lugar peligroso, donde estará a punto de morir en un atentado. Y el vive en Tokio, en una época de incertidumbres para su carrera. Cuando se vuelvan a encontrar meses más tarde, en París, la cosa seguirá adelante y harán planes de futuro. Pero cuando llega el momento del tercer encuentro, una serie de imprevistos y la mano «perversa» de la «villana» de la novela, harán que no se produzca. Los malentendendidos que surgirán los separarán durante unos años, en los que seguirán con sus vidas. Hasta el momento en que tengan una segunda oportunidad para ese tercer reencuentro en el que… Y hasta ahí puedo contar.

La novela me ha parecido una estupenda novela imperfecta, como ya comenté brevemente cuando terminé de leerla. Tiene algún altibajo en el ritmo de la narración. Hay sensación de que hay ideas que se repiten con demasiada frecuencia. Todo lo que pasa entre el fallido tercer encuentro y el tercer encuentro real… se me hizo algo prolijo. Entra en un detalle que no es preciso para entender la situación. Pero sin embargo, constantemente estás en vilo sobre lo que sucederá con esta pareja, que parece tener en contra al destino. Y las partes importantes están bien escritas, con elegancia. Por otro lado, empatizas con los personajes. Y a un cierto nivel, mi vida no es ni la cuarta parte de cosmopolita que la de estas gentes, hay elementos en la historia que resuenan mucho en mi memoria. Por lo que en general, me gustó.

Me gustó también algunas de las ideas que propone. Quizá la más evidente no es la que más me llama la atención. Las relaciones puntuales, de personas que se encuentran, que se gustan, que se enamoran, pero que no parecen estar destinadas a ser… las hay. Y muy interesantes. Pero la idea de que el presente y el futuro modifican constantemente el pasado, que este no es inmutable… es una de esas ideas que se ha metido en mi cabeza en estas últimas semanas y que me hace pensar mucho. Obviamente, los hechos del pasado no pueden cambiar. Pero las experiencias posteriores cambian su significado, su interpretación. Incluso pueden modificar sustancialmente el sentido de una vida. Por último, el final… no conozco a muchas personas que lo hayan leído. Pero casi todas dan un sentido a ese final… ¿abierto? Y yo no tengo tan clara en coincidir con ellas. Hay mochilas que vamos adquiriendo en la vida de las que es muy difícil desembarazarse.

[Viajes] Resumen del viaje a San Sebastián y otros lugares del País Vasco

Viajes

El primer lugar que visité en mi vida del País Vasco fue San Sebastián. Mi padre y mi padrino, socios en el taller de mármol que tenían, iban cada tres meses a Usúrbil, cerca de la capital guipuzcoana, a comprar tableros de mármol para trabajarlos en su taller. En alguna ocasión fueron a algún proveedor en Cataluña o Valencia, pero la mayor parte de las ocasiones iban al País Vasco. A mí me llevaron en alguna ocasión. Cogíamos un tren expreso nocturno hacia las tres de la madrugada de un sábado, llegábamos a Tolosa donde los de la empresa nos salían a buscar. Después de hacer las gestiones, nos invitaban a comer en Lasarte, entonces un barrio de Hernani, si no recuerdo mal. Y nos acercaban a primera hora de la tarde a San Sebastián, donde pasábamos la tarde hasta que íbamos a la estación de Atocha a coger el expreso de regreso, que nos dejaba en Zaragoza en la madrugada del domingo. En esas tardes conocí el barrio viejo de San Sebastián, la playa de la Concha, el Acuario, y subí en alguna ocasión al monte Urgull y al monte Igueldo. Lo básico de la visita a la capital guipuzcoana, hecha por entregas.

Pues bien, desde los años setenta y muchos, no había vuelto a visitar San Sebastián. En unas vacaciones de Semana Santa sí que visité algunas otras localidades vascas, próximas. Y en un viaje por trabajo a Bilbao, paré en una ocasión en el museo del ferrocarril de Azpeitia. Todo esto lo contaba hace un año cuando estuvimos en Bilbao, y entonces surgió la idea de repetir la experiencia que estábamos teniendo en ese momento en la capital vizcaína, escaparnos del bullicio de las fiestas del Pilar, pero en San Sebastián. Lo pusimos en nuestras agendas, y hemos cumplido. Las mismas cuatro personas que hace un año estuvimos en Bilbao y alrededores, este año hemos visitado San Sebastián y alrededores.

A San Sebastián le dedicamos un día entero, incluyendo la visita a Tabakalera, centro de cultura contemporánea, y al Museo San Telmo, un museo que mezcla historia, etnología y arte vascos, que estaría realmente muy bien, sino fuera por el toque de adoctrinamiento nacionalista al que las instituciones vascas someten a estas instituciones, incurriendo en ocasiones en garrafales errores conceptuales sobre el mundo y la historia, pero que como buenos doctrinarios dogmáticos que son los nacionalistas de todo tipo, bandera o nación, se lo creen a pies juntillas. Pero en fin dejémoslo. Así que lo dejaremos en que es un museo que esta simplemente bien, especialmente si lo miras con una mirada crítica, alejada de panfletos ideológicos. Muy maja la exposición de carteles. Además de ese día, paseamos y tapeamos la tarde en qué llegamos, e hicimos algunas compras por la mañana del día que nos volvíamos. El viaje lo hicimos en tren. Más largo que por otros medios, penoso el estado de las comunicaciones con Renfe en el País Vasco, pero mucho más cómodo y a horas convenientes.

Otro día nos dirigimos a Fuenterrabía, que yo ya conocía, en parte. Nos gustó mucho, en general, aunque la excursión que hicimos hasta el cabo de Higuer nos defraudó un poco a pesar de que nos la habían recomendado.

Había varias opciones para la tarde, yo estaba en la de visitar otros pueblos de Guipuzcoa, pero ganó la opción de cruzar el Bidasoa en un barquito y pasear por la playa de Hendaya, ya en la orilla francesa de la bahía de Txingudi. Como ya suponía, porque Hendaya la conocía mejor las poblaciones del País Vasco español, fue una experiencia con un interés limitado. Hendaya me parece una población aseada y agradable, especialmente si no es temporada alta de turismo, pero tampoco tiene mucho más que rascar. Se nos hizo tarde para ir a su principal atracción.

Para el día siguiente, el anterior al regreso, nos marcamos cuatro etapas a ir cubriendo, como todo el viaje, con los transportes públicos. Todos nos sacamos un tarjeta MUGI anónima, típica tarjeta de recarga que, aunque hay que pagar 5 euros a fondo perdido por ella, sale a cuenta porque con las medidas de incentivación del transporte público que hay en toda España, el precio por trayecto sale mucho más barato que si pagas el billete normal. Y así te despreocupas de si llevas cambio o no para pagar al conductor y esas cosas. Es similar a la LAZO en Zaragoza, pero en las líneas de tren, Renfe o Euskotren, no permiten la multivalidación, es decir el uso por varias personas. Ahora no sé como está la LAZO en esas cosas. Así que por la mañana visitamos el museo al aire libre Chillida Leku, nos gustó.

Antes de comer nos desplazamos a Zarautz, que apenas tiene nada que ver más allá de su generosa playa, un palacete y tal, pero recorrimos caminando el paseo costero que lo une con Guetaria, donde nos dimos una vuelta y comimos. Tuvimos mucha suerte de encontrar un sitio, porque siendo el día del Pilar, festivo en toda España por motivos absurdos, estaba lleno de gente aprovechando el tiempo anómalamente cálido, y eran muchos los que se habían acercado a la costa y a las playas.

Por la tarde nos acercamos a Zumaya, para visitar su parte del Geoparque UNESCO de la Costa Vasca, que nos pareció muy interesante, especialmente todo lo que se refiere al flysch. Estuvimos un buen rato intentando adivinar cual era el estrato correspondiente al límite K-T (Cretácico-Terciario), el de la extinción de los dinosaurios. Pero con las indicaciones que había en el cartel de interpretación sólo pudimos especular sobre cual era. Y finalmente, fotos en los afloramientos de estratos en la playa de Zumaya, Y más o menos, ya os lo he contado todo.

[Cine] programa doble; Lo nuevo de Koreeda y una vuelta de tuerca a la IA

Cine

Después de volver de vacaciones, nos encontramos con una oferta cinematográfica en la cartelera zaragozana de lo más interesante. Así que trazamos un plan para olvidarnos de las fiestas del Pilar y ponernos al día en lo que se refiere a películas interesantes. Vamos con las dos primeras.

Kaibutsu [怪物] (2023; 54/20231005)

Hace menos de un año que pudimos ver la incursión en el cine coreano del japonés, Hirokazu Koreeda. Una película que nos dejó un excelente sabor de boca y que es confirmo el interés que el cineasta siente por el tema de la familia. Familia que no siempre es la convencional ni mucho menos. En esta nueva película que en castellano se ha traducido como Monstruo desciende a mirar de cerca a una niñez con sentimientos contradictorios y mal definidos.

Comienza la película siguiendo la vida cotidiana, de una mujer de 30 y tantos años (Sakura Ando), que cría en solitario a su hijo (Soya Kurokawa) en los últimos cursos de la escuela primaria. Sospechará que está siendo maltratado por su profesor (Eira Nagayama). Pero Conforme cambiemos el punto de vista de lo sucedido comprobaremos que nada es lo que parece.

Una película japonesa y otra con muchos elementos asiáticos en ella, así que la ilustrare con algunas fotos tomadas en Kioto.

En mi opinión, Koreeda está magistral en la realización. Realización sobria, cuidada, de una película que se cuece a fuego lento. narrando la misma historia desde distintos puntos de vista, nos recuerda que el narrador en primera persona no es fiable. Y que la verdad de lo que sucede muchas veces es difícil de apreender. No en vano, fue otro director japonés, Kurosawa, quien nos dió la referencia sobre cómo presentar una misma historia desde cuatro puntos de vista. Si eso añades una fotografía excelente, y uno de los últimos trabajos, si no el último, de Ryuichi Sakamoto, a quien está dedicada la película, como compositor de bandas sonoras, tenemos el producto casi perfecto.

Las interpretaciones son de primer nivel. Y la maestría en dirigir a los dos niños protagonistas es un punto más a favor de la película tanto el día mencionado, como ese frágil niño (Hinata Hiiragi) sometido a abusos que acabará siendo su mejor amigo. Están fenomenales. Expresivos. Entrañables.

La película trata temas complejos. la identidad afectiva, los problemas de la educación, las dificultades de una madre soltera, los prejuicios de una sociedad conservadora. Desde mi punto de vista, una película que, más que recomendable, es obligatoria.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

The Creator (2023; 55/20231006)

Venía esta película anunciando fuerte desde hace unas semanas. Muchos voceros de la red de redes, listos en las cosas del cine, estaban creando importantes expectativas ante esta nueva película de Gareth Edwards, un especialista en cine de catástrofes, pero que para esta película venía promocionado como director de una de las películas colaterales de la saga Star Wars, una película interesante, como momentos muy inspirados, pero también con sus rémoras. Si queréis que os sea sincero, dada la evolución reciente del cine de acción… escéptico. Y sobretodo, por el oportunismo de rebautizar a los tradicionales robots o androides, como IA (Artificial intelligence), un concepto de moda, aunque mal comprendido. Para empezar, lo que en estos momentos se conoce como inteligencia artificial no lo es tal, es aprendizaje automatizado. O machine learning para los que lo prefieran en inglés, que no es un inteligencia artificial, por mucho que nos lo vendan así. No hay inteligencias artificiales a la vista en el mundo actual. Todavía.

En cualquier caso, estamos en la de siempre, se han desarrollado seres inteligentes artificiales, que ahora exigen su lugar en el mundo. Una explosión nuclear en Los Ángeles, de la que se culpa a estos seres, inicia una guerra entre Estados Unidos, como defensor de un mundo occidental libre de estos seres artificiales, frente a un país denominado Nueva Asia, en el que seres humanos y seres artificiales conviven. El protagonista (John David Washington), un militar de operaciones especiales desencantado por la muerte de su esposa (Gemma Chan) en una operación en la que esta encubierto, será reclutado para una operación en la que se acabe con el líder humano de las inteligencias artificiales, que ponga fin a la guerra y a estos seres. Pero las cosas no serán como parecen, sobre todo cuando aparezca un pequeño ser artificial (Madeleine Yuna Voyles), un arma que puede acabar con la estación aeroespacial que puede dar la ventaja a los norteamericanos.

Vamos a ver, porque esta película es valorable a dos niveles muy distintos. Como espectáculo de acción, como espectáculo visual, como entretenimiento palomitero, la película funciona de maravilla. Un espectáculo de primer nivel, que me parece superior a muchas de las cosas que se hacen en estos momentos, especialmente en las franquicias más populares, como las de superhéroes. Muy bien. Chula. Bonita en ocasiones. Bien rodada. Bien iluminada. Estupenda. Con unas interpretaciones funcionales, no es una película que se apoye en el trabajo actoral… así que no le daremos muchas mas vueltas a ese tema.

Sin embargo… a un nivel más profundo… es un pastiche. Si uno se va a la página de Wikipedia de la película, se nos cuentan cuales son los las influencias que Edwards tiene para realizar esta película. A ver. Para quien haya visto cine, no hace falta que te las cuenten. Se ven ahí. Porque es una mezcolanza de elementos sacado de un montón de películas. Desde Apocalipsis Now a Blade Runner, pasando por todas las que se ocurran. Lo que digo… no hay originalidad con influencias. Hay copia de elementos de unas y otras. Copia bien hecha, pero nada más. No hay profundidad. Con un planteamiento sensiblero, derivado de su elección como arma definitiva de una niña encantadora, esto ya se les ocurrió a los surcoreanos hace poco en una entretenida aventura espacial, hay muchas películas anteriores que plantean mejor los dilemas que se supone que acompañan al film. Es TOTALMENTE previsible, hay pocas sorpresas, y la única cuestión es que por una vez, los malos son los americanos.

Y a pesar de todo, si quieres pasar un rato entretenido, y teniendo en cuanta que está muy bien hecha, es recomendable.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Viajes/fotografía] En Saluzzo con un nuevo 28 mm para Canon RF

Fotografía, Viajes

El objetivo, del que hablo más extensamente en Un objetivo para ir ligero por el mundo – Canon RF 28 mm f2.8 STM (sobre Canon EOS RP), se anunció este verano y promete una calidad razonable, a un precio razonable, con un tamaño compacto muy contenido. En Turín lo vi y lo probé en una tienda de fotografía de la capital piamontesa, y lo compré. Y sólo me quedaba una tarde de viaje para usarlo y convencerme a mí mismo que no había hecho el tonto comprándolo. Las referencias a priori eran buenas.

Así que lo usé intensamente en nuestra visita a Saluzzo, a cincuenta kilómetros al sur de Turín, y he quedado encantado. La calidad de imagen es superior a lo que pensaba, su tamaño es muy muy contenido, y se lleva encima sin sentir, y el precio… contenido. Que no es lo mismo que barato. Pero teniendo en cuenta cómo está el patio, «tirado» de precio. Vamos, que lo aproveché, y lo aprovecharé abundantemente en un futuro.

[Libro] La casa de Liljecrona – Selma Lagerlöf

Literatura

Cómo noto las vacaciones. Para bien. En lo que a la lectura se refiere. Y en otras cosas, claro. Comencé a leer este libro de la escritora sueca ganadora del premio Nobel Selma Lagerlöf, supongo que podemos decir que jugaba en casa con lo del premio, poco después de volver de Estocolmo en agosto, cuando lo encontré de oferta en mi tienda habitual de libros electrónicos. Y me estanqué. Y desde que comencé las vacaciones hace casi dos semanas, no sólo lo terminé sino que he leído cuatro más. Ciertamente, como es habitual últimamente, no muy extensos. Pero en total cinco libros he terminado en lo que llevo de vacaciones. Pero hablemos primero de esta novela de Lagerlöf, en la que traslada el cuento de Blancanieves a una novela escrita dentro de la corriente del realismo en 1911.

Fotografías de un parque etnológico en Sollentuna, en el área metropolitana de Estocolmo.

En primer lugar, no me gusta la traducción del título de esta edición en castellano. Creo que sería más acertado, por lo que he visto por ahí, y de acuerdo al contexto de la novela, El hogar de los Liljecrona. Pero igual estoy siendo demasiado quisquilloso. El problema de los idiomas germánicos donde home/hem/heim puede ser tanto casa como hogar. En cualquier caso, casa con el sentido del hogar de alguien. Aunque escrita en tercera persona, hemos de asumir que, hasta cierto punto, la historia se ve desde el punto de vista de una jovencita de doce o trece años que entra a servir en la casa del párroco local, en la Suecia rural de 1800, un puesto de prestigio. Más si además combina su situación como párroco con la de ser terrateniente. Viudo con una hija de diecisiete años a quien todo el mundo en los alrededores quiere, se casa con la que fue ama de llaves de una condesa, que toma las riendas de la hacienda y comienza a hacer la vida imposible a la joven adolescente. A partir de ahí se desarrolla una intriga que combina las maquinaciones de la malvada madrastra con los sentimientos románticos de la chica hacia un herrero de una parroquia próxima. O lo que parece un herrero…

No sé si es la primera novela que leo de Lagerlöf. Me explicaré. Cuando tenía doce o trece años, sé que fue tras la muerte de Franco, «leí» la que se considera una de las novelas más famosa de la escritora sueca, El maravilloso viaje de Nils Holgersson. Pero si entrecomillo el «leí» es porque no sé si realmente leí la novela de Lagerlöf o si fue alguna edición abreviada, resumida o adaptada para niños y preadolescentes que eran tan frecuentes en aquella época del tardofranquismo. Y no puedo comprobarlo porque no tengo el libro, fue un préstamo de biblioteca. Lo que mas recuerdo del libro es al protagonista volando agarrado a un ganso, con una bandada de estas aves recorriendo el país. En cualquier caso, me entró la curiosidad. Y motivado por la estancia en Estocolmo, lo adquirí, muy económico.

Lo cierto es que parece que dentro de la obra de Lagerlöf sería una obra menor. En cualquier caso, es un cuento moral, con la extensión de una novela. Las aventuras de Nils también tenían un fuerte componente de cuento moral, por lo menos, el texto que yo leí, destinado a quitar malos hábitos de los niños y adolescentes. Ya he comentado, y la sinopsis que he planteado así lo muestra, que se inspira en el cuento de Blancanieves. Pero rompe con todo elemento de fantasía. No hay reyes y brujas, ni enanitos, ni príncipes azules. Párrocos, amas de llaves, campesinos, herreros y administradores de herrerías. De lo más cotidiano. Pero indudablemente, escrito con encanto. Y con el personaje secundario, Pequeñita, con la que nos colamos por la casa del párroco, también descubrimos elementos «fantásticos» en las historias que se cuentan del valle donde transcurre la acción, cuando era el fondo de un lago. Y donde la malvada madrastra, ¿sería el espíritu maligno del hada del lago desaparecido? Bueno, como lo veáis. Simplemente, el hogar de los Liljecrona no es el de los protagonistas; es el del «príncipe encantador». Más o menos. Me ha gustado. Bastante.