El miércoles de la semana pasada os hablaba de mis actividades fotografiando aves durante las fiestas navideñas. Pero ha habido más. Como consecuencia de los ciclos de desgaste y, hasta cierto punto, obsolescencia, de las cámaras fotográficas digitales, ha tocado hacer cambios significativos en el equipo después de casi seis años desde los últimos en el mismo sentido. Os hablo más despacio de ello en Renovando equipo para una buena temporada – Panasonic Lumix G9 Mark II.
Aunque el equipo fotográfico micro cuatro tercios llegó a mí como la mejor solución para disfrutar de la fotografía en mis viajes, en el último año y medio, y como consecuencia de mi pertenencia a ASAFONA Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza, se ha despertado en mí el deseo de hacer más fotografía en este ámbito. Especialmente en la macrofotografía y en la fotografía de aves. Sin una ambición excesiva. Simplemente como algo de lo que se puede disfrutar durante mis caminatas, eligiendo las zonas verdes de Zaragoza para el ejercicio conveniente y necesario para mantener un buen nivel de salud. Y eso ha influido en la elección del equipo. Espero ofrecer con el tiempo más ejemplos de este tipo de fotografía. Aunque de momento estoy muy lejos del nivel de los compañeros de la asociación que se dedican preferencialmente a esa dimensión de la práctica fotográfica.
En estos días he visto varios artículos en distintos medios hablando del petirrojo como «el pájaro de la Navidad». Me da la impresión de que todos ellos han tirado de la misma fuente, algún artículo, probablemente en inglés, que hablaba de este tema… y, ale, para qué vamos a pensar si nos dan el tema intrascendente y navideño ya servido. Pues eso… algo propio de los británicos trasladado a España porque sí. Es cierto que los petirrojos, familiarizados y confiados, hasta cierto punto, con el ser humano, se acercan más a los asentamientos urbanos en época navideña, cuando la comida en el campo es más escasa. Un petirrojo forma parte de las aves que he estado fotografiando durante esta Navidad.
Petirrojo (Erithacus rubecula) en la arboleda de Macanaz. En el encabezamiento, un mito (Aegithalos caudatus).
Pero no ha sido el único. He renovado algunos elementos de mi equipo fotográfico. En mi blog especializado ya he hablado de uno de ellos, un objetivo de focal variable, teleobjetivo de cierto alcance, con el que he estado fotografiando algunas aves los días de las fiestas navideñas en los que no he tenido que ir a trabajar y ha hecho un tiempo razonablemente bueno. Me considero todavía muy bisoño, falto de práctica y técnica, en esto de la fotografía de aves. Especialmente cuando se trata de pequeños pájaros, inquietos y volanderos. Pero algunas cositas he conseguido y os las quería dejar puestas aquí.
Garza real (Ardea cinerea).Andarríos (Actitis hypoleucos).Polla de agua o gallineta (Gallinula chloropus).Tórtola (Streptopelia decaocto).Cormorán grande (Phalacrocorax carbo).Grajilla (Coloeus monedula)Zorzal (Turdus philomelus) y torcaz (Columba palumbus).Herrerillo (Cyanistes caeruleus).
No tengo claro si en algún momento he comentado sobre este tema o no. Es algo sobre lo que pienso de vez en cuando, y ya no recuerdo cuándo lo pongo por escrito y cuándo no. En cualquier caso, me ha venido a la cabeza cuando elaboraba la entrada fotográfica La luz de las mañanas de julio en blanco y negro – Pentax MX con SMC-A 35 mm f2.8 y Lomography Potsdam Kino 100, y he decidido trasladarlo aquí. Comentar algo sobre los pinares de Venecia, lo que muchos zaragozanos llaman el «pulmón» de Zaragoza. Alguna vez habrá que explicar que los pulmones sirven para captar el oxígeno del aire y consumirlo, mientras que los pinares hacen al contrario, consumen el dióxido de carbono que exhalamos y nos devuelven el oxígeno en forma molecular respirable.
Los pinares de Venecia son reciente. El nombre procede de la góndola que surcaba el Canal de Imperial de Aragón a principios del siglo XX. Y en esas primeras décadas del siglo se procedió a plantar un bosque de pino carrasco en los montes de Torrero a ambos lados del Canal Imperial, por donde navegaba la góndola, y por analogía con la capital de la Serenissima Repubblica, pues se les llamó «de Venecia». Una parte de los pinares quedaron integrados en el actual Parque Grande de Zaragoza. Sometidos a mejores cuidados y riegos, son altos y lozanos. También, por la cercanía al agua, los próximos al canal, también tienen buen porte. Pero conforme se alejan del preciado líquido elemento, con la escasa pluviosidad de Zaragoza, se muestran más magros, a veces raquíticos. Y no obstante, a pesar de ser un bosque artificial, en terrenos no extraordinariamente fértiles, con poca agua, han conseguido mantener un ecosistema básico que, para los entendidos, presenta algunas sorpresas desconocidas para los legos.
A mí, me gustaría verlos más frondosos y diversos. Pero menos es nada. Mi madre me contaba que de niña, antes de la guerra civil, fue alguna vez a plantar pinos. Así que… bueno, por respeto a las buenas intenciones de aquellos zaragozanos de hace casi 100 años, habrá que cuidarlos, conservarlos y, en la medida de lo posible, mejorarlos.
Como todos los años, me enfrento a la tarea de seleccionar una fotografía. Pero este es un proceso que me cuesta horrores. Me llena de incertidumbres. ¿La fotografía que más puede gustar a los visitantes? ¿Qué tema? ¿Paisaje que es lo que más hago? ¿Aves ahora que uso de vez en cuando el 75-300 mm de Olympus? ¿De los viajes? ¿De algo próximo,… propio,… cercano? ¿Oso llevar una foto realizada con película fotográfica como ya he hecho en algún momento? ¿O elijo esa que me genera recuerdos o sentimientos especiales aunque se salga de lo que se muestra o se espera habitualmente en estas exposiciones? Dudas.
Sí que os puedo decir una cosa. La fotografía elegida está entre las que os muestro en esta entrada, pero la tendréis que ver en la exposición para saber cual es. Las que aquí os muestro son las que han ido al último corte antes de la decisión final. Tampoco es que hubiera muchas más que me parecieran dignas.
Tradicionalmente he llevado paisajes. En más de una ocasión en considerado la fotografía de aproximación, especialmente con plantas, pero si no recuerdo mal, de momento no me he decidido todavía. O tal vez sí. Tal vez sean los crocus dorados fotografiados después de la lluvia, a orillas del río Lot, bajo Saint-Cirq-Lapopie. O esa playa en el Golden Gate, con el majestuoso puente de fondo, medio oculto por la niebla. Habiendo considerado también los paisajes del País Vasco, incluso el blanco y negro con película fotográfica.
Pero desde que compré de oferta el sencillo pero razonablemente eficaz 75-300 mm de Olympus, he sumado muchos bichos, especialmente aves, a mi archivo fotográfico. Empezando por las gaviotas reidoras del río Ebro o la polla de agua que surca las aguas del Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza, que he situado en el encabezado. Pero hay más aves registradas en mis paseos por los cursos de agua que atraviesan Zaragoza. Como los cormoranes o las garcetas comunes.
Mucho ha pesado este año la abundante fauna avícola que encontré recientemente en el viaje a San Francisco. Y fue una casualidad que la pudiese registrar. Porque nunca estuvo en mis planes llevar el zoom teleobjetivo de Olympus. Pero lo confundí por el Lumix 35-100 mm de Panasonic, con el que no hubiese podido tomar estas fotografías. Como el pequeño cormorán orjudo y el estornino que encontré en las marinas de Sausalito.
Muchas fotografías tomé en la isla de Alcatraz, especialmente tras charlar con una naturalista aficionada que estaba instalada en la isla con un telescopio terrestre para ofrecer a los visitantes unas vistas del nido de la garza azul. Mi mejor foto, o eso pensaba yo, fue la de una garceta nivea… pero quedó algo desenfocada, así que preseleccioné otra,… menos interesante, pero que ha entrado fuerte en la selección final.
Y también me interesaron las gaviotas occidentales, que no vemos por las costas europeas. Y especialmente los escurridizos pelícanos pardos de California, que no paran quieto, son rápidos, y a pesar de su tamaño, no fueron fáciles para las modestas prestaciones del equipo Olympus, más pensado para el reportaje que para la acción. Pero ahí está, en Crissy Field, con el Golden Gate de fondo. Pues lo dicho. Una de estas catorce fotos será la que se exponga en el mes de septiembre en la calle Lagasca de Zaragoza.
Durante unos días en una semana del mes de octubre, en los últimos años, en el Museo de Zaragoza se realiza una exposición de bonsáis en su patio, al mismo tiempo que se inaugura una exposición temporal de arte asiático, japonés por regla general, que permanecerá en sus salas durante unas semanas o unos meses. Y yo me suelo pasar. Más por la exposición de arte asiático que por los bonsáis. Las coloridas láminas de xilografías, del estilo de las ukiyo-e y similares, me gustan mucho. Así que este año también, me pasé un par de días a visitar las exposiciones, y de paso hacer unas fotos.
Pero las exposiciones, y las fotos, me hacen reflexionar sobre estas aficiones. Realmente, algunas de estas plantas resultan muy bonitas, muy atractivas. Y el trabajo para presentarlas de esta forma me parece admirable. Pero por otra parte, no puedo olvidar el aspecto de estos árboles en su medio natural. Olivos, arces… lo que sean. Hay algo que no me encaja. Me pasa lo mismo con los perros domésticos. No tengo plantas ni mascotas animales. No porque no me gusten. Al contrario… me parecen estupendos. Pero considero que hay que responsabilizarse de ellos con entrega y talento. Y no sé si puedo ofrecer lo primero y si dispongo de lo segundo. Pero si pudiese tener una perro o un gato domésticos, creo que me gustaría uno con unas características lo más cercanas posible a su estado natural. Esto es un imposible. Todas las razas domésticas son resultado de siglos de selección genética por parte de sus criadores. Y se alejan en muchas ocasiones mucho del aspecto de los lobos, la versión salvaje de los perros. En el caso de los gatos, no se alejan tanto del aspecto del gato montés, su versión silvestre. Y, sobre todo en el caso de los perros, esas razas tan modificadas, que me parecen deformes, y que, por lo que he leído, pueden sufrir graves enfermedades por la obsesión por la «pureza de sus características raciales», me dan grima. Odio el concepto de «pureza racial», lo apliquemos a lo que lo apliquemos. Y además, especialmente en el ser humano, no tiene base científica en la que sustentarse, es un peligroso constructo de algunas sociedades, que hace más daño que otra cosa. La belleza está en lo que es libre. En lo que es resultado de la natural adaptación al medio. O eso me parece a mí.
… y cuanto más pan echamos, mejores ratos pasamos.»
Anónimo
Esta era la cancioncilla que cantábamos de adolescentes y hacíamos, más que el pato, el ganso. Parece como un pasatiempo nacional que si hay un curso de agua, o estanque, la gente, especialmente los mayores o quienes pasean con niños, se dedique a alimentar con sobras o con pan a las aves como patos y gansos. También están los que alimentaban con granos a las palomas en las más céntricas plazas de la ciudad. Las cuales, con el alimento fácil y asegurado, acaban por convertirse en una plaga para la propia ciudad.
Y la tendencia no parece cambiar. Cuando decido hacer ejercicio, caminando un buen rato y a buen ritmo, varias de mis rutas habituales discurren a orillas del Canal Imperial de Aragón. Y no es infrecuente encontrar rincones llenos de basura y excrementos de las aves por ser los lugares donde las gentes se dedican a alimentarlas. Cuando uno viaja por el resto de Europa, lo habitual es que encuentre avisos a la población informando que eso es algo que bajo ningún concepto se debe hacer. Por varias razones. Dos ya las he mencionado; por motivos higiénicos, para evitar acúmulos de desechos, y para evitar que estos animales se conviertan en plagas. En el caso de las palomas, con sus corrosivos excrementos, generan cuantiosos daños. Trabajé en hospital en Huesca que, cuando se producían tormentas torrenciales, el agua que caía sobre el tejado arrastraba estos desechos, que atascaban las bajantes de desagüe y producía eventualmente peligrosos desbordamientos que afectaban a las áreas de hospitalización donde estaban los enfermos.
Pero estos usos también afectan negativamente a las aves, ya que los alimentos que se les proporcionan en esta actividad lúdica están desequilibrados para sus necesidades. Y además de que pueden convertirse en plaga por su mayor capacidad para reproducirse, también pueden enfermar o transmitir enfermedades. Recuerdo los avisos que había a orillas del Ródano cuando desaguaba el lago Lemán en Ginebra: «No alimenten a las aves; son lo suficiente listas como para buscarse la alimentación que necesitan por su cuenta». Y los ginebrinos, respetaban estas señales. Aquí, el ayuntamiento de la ciudad, ni siquiera se cosca de que conviene incluir estas advertencias. Algún día aprenderemos. Quizá. Tal vez.
Desde hace unos años, participo en la exposición anual de los socios de Asafona (Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza), que se suele celebrar todos los años en el mes de septiembre. Una exposición a la que los socios remitimos una fotografía, de tema libre, dentro de la fotografía de naturaleza, claro, y que se podrá ver en la sede de la asociación en los locales de la Agrupación artística aragonesa. Este año además es el 20º aniversario de la asociación, y además de las tradicionales jornadas con ponente diversos e interesantes, habrá una comida de celebración. Parece que este año las jornadas no coincidirán con mi segunda tanda de vacaciones, y podré participar en todo. Y cuando volví de viaje a principios de junio comencé el proceso de selección de la que podía ser mi fotografía para la exposición. Pero mi mala cabeza, junto con lo liado que he estado en junio, hizo que se me pasara la fecha y remitiera una foto, escogida con precipitación, tres días más tarde. Los pacientes y bondadosos organizadores la han aceptado y estará presente en la exposición.
Naturaleza en la ciudad o en el entorno periurbano.
Pero os voy a mostrar lo que he considerado este año, por temas y localizaciones. La foto remitida para la exposición,… tendréis que ir a visitarla para saber cuál es, pero es una de las que aquí muestro.
La mayor parte de las fotografías proceden de mis viajes. Pero alguna he considerado realizada en el entorno urbano o periurbano. Cierto es que generalmente mis paisajes urbanos se centran en la presencia del ser humano. Pero siempre hay algo de naturaleza presente, como las fotografías anteriores. El periodo que he incluido, desde julio del año pasado, después de remitir la foto para la exposición del año pasado, empezó con un viaje a Suiza y varias jornadas alpinas. Así que los paisajes de montaña han sido un fuerte posibilidad. Claro está. Tanto fotografía digital como con película tradicional.
Paisajes y flora alpina; el color, digital, el blanco y negro, con película tradicional.
En estos momentos, no es fácil encontrar paisajes puros, desprovistos de la presencia humana. Evidentemente, y la mayor parte de los fotógrafos, creo, lo hacen, podemos apuntar nuestras cámaras evitando esa presencia. Buscando el paisaje más puro posible. Sin embargo, si queremos ser testigos veraces de la realidad, tendríamos que incluir, integrar en nuestras fotografías, esa presencia humana. Son raros los rincones del mundo, y no digamos en Europa, en el que el paisaje no está alterado por la presencia del ser humano. Para bien o para mal.
Paisajes alpinos con figura.
Participo en las excursiones de la asociación con mucha menos frecuencia de la que me gustaría. Pero este año fui, y muy a gusto, lo pasé muy bien, a la excursión a Aínsa y al Geoparque mundial Unesco Sobrarbe-Pirineos. La posibilidad de remitir a la exposición las margas del Pueyo de Araguás fue una solidad posibilidad. También, tanto en versión digital como en película tradicional.
Texturas y patrones estratificados en las margas del Sobrarbe, en el Pueyo de Araguás.
Y si el periodo de selección de la foto había comenzado en los Alpes, también terminó en los Alpes. En esta ocasión en los Alpes Dolimitas en Italia, y también en el Tirol austriaco. No me faltan los paisajes de los imponentes macizos dolomíticos o de los densos bosques de las zonas más bajas de esos montes.
Alpes Dolomitas en el Tirol del Sur.
Y en este viaje le sacamos mucho partido a las aplicaciones de identificación de la flora alpina. Así, entre gencianas, calderones, y otras flores y plantas, fuimos disfrutando también del micropaisaje alpino.
Flora alpina en los Alpes Dolomitas.
Las medidas de la fotografía a exponer están predeterminadas con antelación. Con el fin de dar uniformidad, aprovechando adecuadamente los marcos que posee la asociación para estos eventos, las fotografías son reproducidas a una tamaño de 45 x 30 cm, por lo que se pide que tengan unas dimensiones adecuadas para una copia de buena calidad. Esto restringe algo los formatos. Y la verdad es que la mayor parte de mis fotografías digitales no son homotéticas con la razón 3:2 solicitada. Tengo que hacer reencuadres en mis originales, a veces posibles, a veces no. Incluso concebí la posibilidad de incluir un panorama, dejando un amplio espacio blanco a su alrededor. Un panorama no planificado a partir de dos negativos de película en blanco y negro.
Las montañas de la Nordkette, al norte de la ciudad austriaca de Innsbruck, capital del Tirol.
Pero todo este proceso de reflexión para la elección de la foto es un poco teórico. Porque como ya he dicho al principio, por mi mala cabeza, la foto la escogí al vuelo, pasado ya de plazo. En fin. Esperemos que haga un papel digno en el ámbito de la exposición. Los socios ya hemos podido ver las fotos, a la hora de votar las que formarán parte del calendario 2023 de la exposición, y algunas muy muy muy buenas.
Como ya he comentado en ocasiones anteriores, durante el mes de marzo realicé frecuentes visitas a la floración de las bulbosas (tulipanes, narcisos y algún iris) y de los cerezos japoneses ornamentales en el Parque Grande de Zaragoza. Quería explorar el rendimiento de distintos medios de adquisición de la imagen, digital y película fotográfica tradicional con estos motivos florales.
Los detalles técnicos de las fotografías de hoy los podéis encontrar en Sakura y tulipanes – Canon EOS 3 y Kodak Portra 400. Y son de las mejores que han resultado en rendimiento del color y de los tonos. Aunque prefiero otras. En fin, os dejo unas cuantas fotos para que valoréis.
En primavera hay más oportunidades para salir al aire libre para hacer fotos. Y eso lo podemos ver en las actividades de las últimas semanas. Como cuando salimos a fotografiar la maratón, de lo que ya os hablé, aunque también con película tradicional como os muestro ahora.
También con fotografía de naturaleza. Ambas, situaciones en las que es necesario usar teleobjetivos, que son más pesados y complejos de usar, desde un punto de vista físico, que los objetivos normales o los grandes angulares.
Sí. Este año he fotografiado los tulipanes y los narcisos del Parque Grande de Zaragoza, también algunos iris, de formas muy diversas. Y también con el superior negativo del formato medio fotográfico, casi cuatro veces más grande que el más habitual 24 x 36 de la película de 35 mm.
Como todos los años, ya se está preparando la exposición anual de las fotos de los socios de la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza ASAFONA. En esta exposición, que se suele celebrar en el mes de septiembre, coincidiendo con las jornadas de la asociación, los socios pueden remitir una de sus fotos para ser expuesta en compañía de las de otros compañeros. Ahora no recuerdo si es la tercera o la cuarta vez que participo. Por supuesto, el tema de la exposición es la naturaleza en sus diversas vertientes; paisaje, flora, fauna, etcétera.
El cometa C/2020 F3 (NEOWISE) era una opción muy representativa del año. Dejando aparte el coronavirus y otros accidentes.
Cuando me hice socio, en las dos primeras convocatorias en las que tuve ocasión, no participé. Vamos a ver… aunque soy socio de esta asociación, que me ha aportado cosas interesantes, aunque no sea uno de los miembros más activos ni mucho menos, no me considero fotógrafo de naturaleza. Lo cual no quiere decir que la naturaleza no esté representada en mis fotos. Pero no me considero especializado en esta modalidad, ni mucho menos. De hecho, en la página web de la asociación, los socios podemos tener nuestra galería de fotos. Y la mía es temática; hablo, con fotos, del impacto del ser humano en el paisaje con una perspectiva histórica. Y es que ese sí es un tema que me interesa, el paisaje alterado por el ser humano, generalmente para mal, aunque no siempre.
Paisajes marinos y volcánicos en la isla de la Palma, toma fotográfica digital.
La cuestión es que, desde que participo en la exposición, el acto de escoger una fotografía para la exposición es una actividad que me estresa. Mira tú que tontería, se dirán algunos… ¡pues sí! Como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. En primer lugar, pocas veces hago fotos pensando en la foto individual. Generalmente, hago fotos pensando en un conjunto. Para contemplar varias de ellas que me cuentan algo, o representan un lugar, o un fenómeno, por lo que las fotos aisladas nunca me satisfacen por completo. En segundo lugar, me siento inseguro sobre si lo que a mí más me apetece exponer es lo más apropiado. Y si lo que me gusta a mí, complacerá al público que lo observe… lo cual quizá hable de mis inseguridades y de mis dependencias que de mi actitud como aficionado a la fotografía. En tercer lugar, me cuesta decidirme por una. ¿Elegiré una composición más clásica? ¿Buscaré otra más arriesgada? ¿Naturaleza pura o alterada por el ser humano?
Paisajes marinos y volcánicos en la isla de la Palma, toma fotográfica con película tradicional.
Finalmente, mi proceso consiste en repasar las fotos realizadas en el año anterior, desde la anterior convocatoria, seleccionar unas quince o veinte, y luego ir eliminando. Hasta que de alguna forma, me quedo con la que en ese momento me convence más. En esta entrada de hoy, os presento las candidatas. Proceden de los tres viajes que hice en 2020, con un predominio masivo del viaje a la isla de la Palma, porque fue el más orientado a la naturaleza, y alguna del cometa C/2020 F3 (NEOWISE), que nos alegró el cielo estival. Bueno, en realidad, del viaje a Portugal no hay nada, porque entre que fue un viaje muy urbano y que perdí la cámara digital… lo poco que tengo de la ría de Aveiro y playas adyacentes no dan la talla. No os digo cuál he elegido. Eso, lo tendréis que saber visitando la exposición. En septiembre, en la Agrupación Artística Aragonesa, en la calle de Mariano Lagasca 23 de Zaragoza.
Parque Nacional de Doñana y áreas adyacentes, toma digital y con película tradicional.