Así como otros años he seguido el torneo de las Seis Naciones de Rugby, que enfrenta a los países con más tradición y más destacados en este deporte del hemisferio norte, con más intensidad, este año me he moderado más. Seis horas de televisión en cada fin de semana de competición dedicadas a un mismo tema me parecen excesivas. Así que este año me he ido limitando a los partidos más destacados, uno por jornada, dos como máximo. Hasta que hemos llegado a la última jornada, donde se han producido una serie de hechos que me han llevado a que viera en la tarde del sábado de un tirón, y no me arrepiento, todos los partidos de la última jornada de este torneo de 2015, que tan buenos momentos nos ha hecho pasar.

Italia, representada por una bella vista de la ciudad de Florencia.
Matemáticamente, en la última jornada podían quedarse campeones cuatro de los seis equipos participantes. Tres de ellos, Inglaterra, Irlanda y Gales, empatados a puntos, y con el average de puntos favorable en ese orden. Matemáticamente favorito Inglaterra. El único que dependía de sí mismo. Porque siendo el último de los tres en jugar, dependía de si mismo. Sabría por cuanto tenía que ganar para proclamarse campeón. Y los otros días tenía que enjugar la distancia que les llevaba, y además meter muchos puntos para impedir que Inglaterra remontara. Francia tenía un partido ganado menos. Pero si se hubiese dado la carambola de una derrota de los otros tres, y que además venciera a Inglaterra por al menos ocho puntos, era campeona. Prácticamente imposible… Veamos lo que pasó.

País de Gales, representado por una vista sobre el parque nacional de Snowdonia desde la cima del monte que le da nombre, el monte Snowdon.
1:30 de la tarde, hora de la Europa Central, que es la que rige en España. Comienza en el Olímpico de Roma el enfrentamiento entre Italia y Gales. Italia no se juega nada. Dado que venció a Escocia, ni siquiera teme por la Cuchara de Madera. Pero planta cara a Gales durante el primer tiempo con dureza, mientras que los del XV del dragón se tienen que emplear a fondo para llegar al descanso con un mísero punto de ventaja. Así difícil ganar el torneo. Pero el segundo tiempo fue otra cosa. Con los italianos desfondados, los galeses se gustan y dan un recital de ensayos dejando un marcador final de 20 – 61, un +41 que sumado al +12 que llevaba, le supone un colchón de +53 que le da momentáneamente el título. Que conste que el ensayo final de Italia supone un broche negativo a la actuación galesa. Ese ensayo les supondrá perder una posición en la clasificación final del campeonato. Pero bueno. Al final del partido, el equipo a batir es el de los chicos de rojo, que han cumplido con la misión de acumular un buen paquete de puntos en la mochila italiana.

Los escoceses, siempre guerreros como este en el castillo de Edimburgo.
2:30 de la tarde, tiempo medio de Greenwich, que es la hora que rige en las islas Británicas. Una hora más, 3:30 de la tarde, en España. En Murrayfield, un campo que les resulta antipático a los irlandeses, a los de verde les espera Escocia con ganas de sacudirse de encima la vergüenza de la cuchara de madera, para lo cual necesitan evitar la derrota. Curiosamente, hace un tiempo espléndido, soleado. Nada que ver con el barrizal pesado que puede ser el campo escocés. Y con tiempo excelente para jugar al rugby, los escoceses poco pueden hacer para frenar las ganas de los del trébol, que quieren revalidar el título del año pasado. Aguantan un poco en el primer tiempo, en el que llegan a anotar un ensayo, pero son barrido por completo en el segundo, en el que no consiguen anotar ningún tanto. Mientras, con orden y con ganas, los irlandeses hacen su trabajo y dejan el marcador final en un 10 – 40. Han superado sobradamente a Gales, que a esas horas se dan cuenta de que han regalado demasiados puntos a Italia. Esos 20 puntos en contra que han encajado los alejan definitivamente del título. Ahora es Irlanda quien se ve campeona.

Irlanda, representada por las costas del sur de la península de Connemara, además del encabezado con una escena de musica tradicional en un pub de Dublín.
5:00 de la tarde. tiempo medio de Greenwich, que es la hora que rige en las islas Británicas. La hora del té. Una hora más, 18:00 de la tarde, en España. La hora de la merienda. Qe en nuestra península se cena tarde y hay que aguantar hasta ese momento. Tengo invitados en casa que se han sumado a la fiesta televisiva. Son los que han traído la merienda. Se enfrentan Inglaterra y Francia. Enemigos mortales y declarados en esto del rugby. Bueno. En realidad, en esto del rugby, todos quieren ganar a todos, pero especialmente todos quieren ganar a Inglaterra. O si no juegan ellos, que pierda. Francia no se juega pues nada, porque las victorias de Irlanda y Gales la eliminan matemáticamente del título. Pero está dispuesta a amargar la noche a los ingleses en Twickenham. El honor es lo primero.
Y empieza un impresionante partido en el que se anotarán entre ambos equipos un total de 90 puntos. Un verdadero combate a puñetazos a ver quien aguanta más. Un intercambio constante de golpes. 7 ensayos para Inglaterra y 5 para Francia, tres faltas a palos tiradas a palos por los ingleses por cuatro de los franceses. Si todo se hubiera convertido, el resultado final hubiese sido de 58 a 44, un +14 que hubiese estado lejos en todo momento de los +26 que necesitaba para ganar el torneo. La cuestión fue que los franceses tuvieron una efectividad de sólo el 44% en los lanzamientos a palos, frente al 90% de los ingleses. Y eso hizo que a falta de 5 minutos para finalizar el partido Inglaterra ganase por 55 a 35, un +20 que los situaba a un ensayo convertido de ganar el título. Lamentablemente para ellos, gozosamente para Irlanda (y para buena parte del resto), no consiguieron ese ensayo, y se quedaron a 6 tantos de conseguir el triunfo absoluto.

Inglaterra, representada por el puente del Milenio y la majestuosa cúpula de la catedral de San Pablo.
Todos los equipos contribuyeron a la emoción y al éxito rugbístico de la tarde del sábado. Todos hicieron lo que tenían que hacer. Pero debemos a Francia el mérito, por lo bueno y por lo malo, de que la emoción durase hasta el final. Por lo bueno, porque plantó a cara a Inglaterra de tú a tú. En un momento dado, en el primer tiempo, llegó a ir ganando de ocho tantos, que hubiera supuesto que Inglaterra hubiera quedado en cuarto puesto en el torneo… por hacerse a una idea. Mostraron que Francia tiene jugadores geniales capaces de lo mejor. Y de lo peor. Sin los siete tiros a palos fallados, los ingleses nunca hubieran puesto una diferencia en el marcador que les hiciese soñar con el título. Esa es la realidad. No es normal semejante cantidad de fallos. Por cierto, los comentaristas de la televisión nunca dieron trascendencia a este dato. La verdad es que se enteran más bien poco. Pero bueno. El partido fue divertido a más no poder. Para recordar durante mucho tiempo.
En otoño, la Copa del Mundo 2015 se celebrará en Inglaterra, con algún partido también en Cardiff. Después de lo visto, ¿es suficiente el potencial mostrado por el hemisferio norte para poner en jaque a los equipos del hemisferio sur? Probablemente, no para ganar el campeonato. Pero algunos de ellos, especialmente los equipo celtas e Inglaterra, pueden dar algún susto que otro a los del sur. Francia mucho tendrá que mejorar como equipo… Nos vemos en otoño.

Finalmente, Francia, un poco difuminados, como estos visitantes del Centro Pompidou en un bello atardecer parisino.