Este es para mí un fin de semana largo, de puente, aunque sin perspectivas lúdico-festivas más allá de lo que eventualmente surja. Hay cosas prácticas que hacer. No obstante, lo que ha surgido ha sido la posibilidad de ir dos veces al cine en dos días. Una con los amigos, y otra con la familia, a una infantil. Os las cuento las dos.
Jonathan Dayton y Valerie Faris, los responsables de la curiosa e interesante Little Miss Sunshine (Pequeña Miss Sunshine), vuelven a traernos otras película con sabor a cine independiente que buscar devolvernos las sensaciones de aquella aunque con un tema totalmente distinto. Confían para ello en uno de los actores de aquella comedia-drama-road movie familiar, Paul Dano.
La cosa va Calvin Weir-Fields (Paul Dano), un joven escritor que dio el pelotazo a una edad extraordinarimente precoz con una novela que le produjo fama y fortuna, pero que le ha impedido mantener unas relaciones personales adecuadas desde entonces, especialmente con las mujeres. Y para colmo de males está en una profunda crisis creativa, que le impide escribir una sola línea. En estas estamos cuando su terapeuta el Dr Rosenthal (Elliott Gould) le recomienda que escriba en un folio algo sobre una mujer sobre la que sueña con frecuencia. Y cuando lo hace, descubre que la mujer de sus sueños se hace realidad, que se llama Ruby Sparks (Zoe Kazan) y que aparentemente es ideal. Y lo es porque es capaz de cambiar sus comportamientos o sus características simplemente tecleando con su máquina de escribir lo que quiere de ella. Aunque probablemente el asunto no sea tan ideal como parece.
La historia que nos cuenta esta película, escrita por la propia Kazan, su protagonista femenina, va fundamentalmente de dos temas, desde mi punto de vista. Por un lado, del hecho de que cuando nos enamoramos de alguien nos enamoramos muchas veces de nuestra visión idealizada de esa persona y no de la persona real en sí misma, y de que queremos poseer esa visión idealizada de la persona… lo cual frecuentemente lleva al fracaso de la relación. Por otro lado, de la aventura creativa, de las dificultades para la creación artística, y de las consecuencias del éxito temprano conseguido con un esfuerzo escaso. En el plano técnico está bien rodada, como casi todo hoy en día, y la historia se sostiene razonablemente durante la hora y tres cuartos de metraje que tiene, aunque hay algunos altibajos. Es de las que tiene un buen planteamiento, se desarrolla razonablemente hasta cierto punto, en el que empieza a dar algún bandazo, y finalmente termina de una forma un tanto previsible. Muy previsible, en realidad.
Las interpretaciones son razonablemente adecuadas por parte de los dos protagonistas. Ella juega mucho con su imagen de chica joven, que sin ser una belleza, es resulta, mona, con encanto. El es el prototipo de joven un poco lelo y asocial que tan de moda está en el cine independiente. Resulta agradable la breve presencia en la película de Annette Bening como la madre del chaval, y Antonio Banderas como escultor algo pirado que es la pareja de la madre en ese momento.
Desde mi punto de vista, este filme no alcanza el nivel ni la profundidad de la anterior película de los directores, pero es agradable de ver, y puedes llegar al final con algún tropezón pero sin problemas. No sería mi primera opción en la cartelera actual, pero sí que puede merecer una oportunidad.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: ***

Pelirrojas. A pesar de la escasa proporción de la población que es auténticamente pelirroja, un número sorprendentemente alto de las chicas jóvenes con encanto de las películas de hoy en día son pelirrojas. Y Ruby Sparks no es una excepción.
Esta película no es de mi elección. Se trataba simplemente de pasar una mañana familiar con el sobrinillo, el peque de la familia, que aún no ha cumplido los cuatro años. Así que el comentario será breve. Es película de animación dirigida por Genndy Tartakovsky.
El Conde Drácula, tras perder a su querida esposa Marta, queda solo en el mundo con su pequeña Mavis y, ante la incomprensión de los humanos hacia los monstruos, decide construir un enorme castillo secreto en las montañas de Transilvania que sirva de hotel refugio para los monstruos de todo el mundo frente a la intolerancia humana. Cuando Mavis llega a los 118 años, mayoría de edad para los monstruos, se celebrará una gran fiesta con todos ellos, pero el Conde también está preocupado porque Mavis quiere conocer el mundo exterior, y aunque se lo ha prometido no quiere dejarla ir. Para ello organizará una farsa que demostrará que los humanos siguen odiando a los monstruos. Con lo que no contará es con la intrusión en el castillo-hotel de Jonathan, un joven mochilero de 21 años, entrometido, desenfadado y sin complejos, que además hará «tilín» en el corazón de Mavis.
A ver. Es fácil de resumir. Como muchísimas comedias de consumo fácil de hoy en día, una historia simplona, poco elaborada, y un montón de gags de los cuales, algunos hacen gracia y otro nos. Reconozco que me reí en unos cuantos de ellos, pero que si tuviera que calificar el guion diría que es muy pobre en su conjunto. Se puede tratar al público infantil con un poco más de inteligencia, creo. Curiosamente, en los títulos de crédito aparecen ¡¡¡cinco!!! guionistas. Parece que la inteligencia del guion está hoy en día en relación inversa al número de mentes que se aplican a la tarea.
De la interpretación diré poco. La película estaba doblada al castellano, y me pareció un doblaje horrendo, lleno de acentos regionales o extranjeros diversos, que pretenden ser graciosos pero a mí me chirrían muchísimo, y contribuyen a hacerme la cosa algo más pesada.
En fin, una película que si hay que llevar a un crío al cine pues tendrá que valer, y que se hace soportable a los adultos por alguna de las gracias que se sueltan. Pero nada más. En el cine actual, de donde no hay no se puede sacar. Aunque por comentarios oídos a mi alrededor, había muchos papás y mamás satisfechos. Supongo que sus expectativas son bajas… no sé.
Valoración
- Dirección: **
- Interpretación: No aplicable
- Valoración subjetiva: **

Vista desde las rejas de la ventana de un castillo. Pero no en Transilvania. Es el castillo de Chillon, a orillas del lago Lemán.