[TV] Cosas de series; el anime de otoño de 2025 ya ha empezado a cerrar temporadas

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. El santuario de Futami Okitama con las rocas Meoto Iwa, en Ise.

El título de la entrada ya lo dice todo. Estamos llegando a las últimas semanas de diciembre, hoy es el solsticio de invierno, por lo que termina el otoño, y con él, el último trimestre del año en lo que a programación televisiva se refiere también llega a su fin. Y el anime, la animación japonesa, suele organizar sus temporadas siguiendo los trimestres. Es cierto que hay temporadas que duran dos trimestres. O eventualmente alguna serie tiene una temporada cortita, o que empieza a mitad de trimestre para luego prolongarse por otro trimestre entero. Pero lo habitual, entre diez y trece episodios, por lo que las temporadas de diez a doce episodios han ido terminando en su mayoría, y las de trece, o de doce que se han saltado alguna semana, irán terminando la semana que viene.

No hay sido una temporada en la que hay encontrado grandes emociones. Series que me hayan enganchado de forma absoluta. Recomendaciones de las de «no te lo puedes perder». Nop. Hay algunos géneros que en los dos últimos años me han cansado. Como los isekai, ya sabéis, esos en el que el protagonista es trasladado a otro mundo, o las herederas de dragones y mazmorras… que con alguna honrosa excepción son todas demasiado similares como para que me interese el género durante mucho tiempo. Y lo que abunda también es el de grupos de amigos en su vida cotidiana, instituto, trabajo, aficiónese, deportes, que hablan de relaciones de amistad, eventualmente románticas, con algún punto de diferenciación entre ellas, aunque con esquemas muy similares. Estas, aunque también se repiten en sus tópicos más que el pepino de la ensalada, por algún motivo no me importa seguir viéndolas.

Pero vamos a mencionar alguna curiosidad. Por ejemplo, Let’s play: Quest-darake no my life es una serie que he visto más por curiosidad que por su interés neto. La verdad es que es flojita. Pero lo curioso es que es una serie de animación japonesa que adapta una historieta publicada inicialmente en internet, una webtoon, de una autora estadounidense, y la localización de la acción es Los Ángeles, o algo parecido. No conozco la obra original en cómic, pero tengo la sensación de que no está conseguida la adaptación. Y desde luego no está siendo muy valorada. Pretende profundizar en algún tema serio como la inseguridad social, la depresión, el estrés… hay apuntes de romance… pero ninguna de estos temas se trata con profundidad ni plantea un análisis mínima serio.

Es curiosa también una serie de amores y romances entre robots humanoides, Towa no yūgure [永久のユウグレ, algo así como crepúsculo eterno], e incluso tríos con algún ser humano incluido. Una serie de ambiente posapocalíptico, en el que los pocos humanos restantes tras una catástrofe mundial que enfrentó a inteligencias artificiales con los seres humanos, con un muy costosa victoria de estos últimos ayudados por los robots humanoides, se han ido organizando en sociedades organizadas reducidas con un nivel de desarrollo tecnológico inferior. Prometía más, pero se ha ido desinflando en una serie de tramas enrevesadas y con algún deus ex-machina que otro que no me gustan. Tampoco me ha convencido. En ingles/español la encontramos con los títulos Dusk beyond the end of The World/Yūgure. Aunque lo del título de la versión en español, no lo tengo claro.

Con la que me lo he pasado bien en bastantes ocasiones es con Saigo ni hitotsu dake onegai shitemo yoroshii deshou ka [最後にひとつだけお願いしてもよろしいでしょうか, toma ya título largo que viene a significar ¿puedo pedirte un último favor si te parece bien? ], en inglés May I ask one final thing?, muy similar, pero más corto. Es un isekai. Pero no lo parece. Porque la única que ha sido trasladada del mundo nuestro actual a un mundo de una época imprecisa donde existe la magia es la mala. Los principales protagonistas están en su propio mundo. La gracia es que la protagonista, una joven de la nobleza, comprometida con un príncipe, que la trata bastante mal, con desprecio, es finalmente rechazada por este, y ella decide prescindir de sus buenos modales y educación para dedicarse a acabar con los corruptos y enemigos del reino a puñetazos, mientras comienza una relación con el otro príncipe el bueno. Lo de los puñetazos en una coña tremenda. Claramente tiene su punto de parodia, que la hace divertida. La gente la puntúa alto. Para mí, va de más a menos, porque pasado el efecto de los primeros episodios de ver a una noble pija y mona dedicándose a dar puñetazos a diestro y siniestro, la cosa pierde un poco de interés. Pero es entretenida. Pero ya lo digo, sin tomársela en serio, más bien como la parodia que me parece que es.

Y de momento no voy a comentar más. Otras las dejo para cuando lleguen al final las que quedan pendientes.

[TV] Cosas de series; segundas temporadas de comedias de episodio corto agradables de ver

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. En la bahía de San Francisco, una mañana con algo de niebla..

En estas últimas semanas he terminado de ver las segundas temporadas de dos comedias de Netflix, que me resultan agradables de ver. Aunque hay una que me gusta mucho más que la otra… que quizá está empezando a cargarme un poquito en algunas cuestiones, aunque sigo pasándolo bien. Son comedias que se ven rápido porque tienen unos 30 minutos por episodio. Algo más en alguna ocasión, ya que al no depender de los cortes publicitarios programados de las cadenas de televisión tradicionales, muestran cierta libertad con la duración de cada episodio. Es algo que se empieza a ver con frecuencia. Ya no sé si llamar a estas series comedias de situación. Los episodios tienden a ser cortos, pero creo que el espíritu de estas series no es el mismo que las sitcom clásicas. No sé. Creo que sí que son comedias de situación, pero actualizadas y modernas, alejándose de aquellas de realiza con múltiples cámaras y risas enlatadas.

La primera que vi fue la segunda temporada de Nobody wants this, protagonizada por Kristen Bell y Adam Brody, una podcaster sin religión alguna y un rabino judío, que ligan, y comienzan una relación en la que tendrán que salvar las diferencias entre sus muy distintos entornos y escalas de valores. En general, y en un tono de comedia, con algún toque de drama aquí y allá, vemos como progresa la relación y como van encajando una con el otro, llegan a términos medios o aceptación de las singularidades del otro. Recordemos que a su alrededor hay otros familiares o amistades, que tienen sus propios problemas de relaciones y parejas, que aportan o condicionan a la pareja principal. Si la primera temporada nos presentaba la situación y el comienzo de la relación, en esta segunda temporada los problemas van haciéndose más profundos, y las soluciones a los mismos no pueden ser de compromiso. En mi opinión ha estado un peldaño por debajo de la anterior, porque el desenlace a la crisis de final de temporada ha tenido una resolución excesivamente rápida y poco satisfactoria. Y porque queriéndose mover en lo políticamente correcto, comete errores típicos de lo políticamente correcto, como es la equidistancia entre valores distintos, que no siempre se pueden admitir como equidistantes.

En un tono muy distinto tenemos a un estupendo Ted Danson, representando a un profesor universitario jubilado en San Francisco que, triste y aburrido tras quedar viudo, empieza a colaborar como infiltrado con una agencia de detectives llevada por una inteligente y dedicada investigadora privada (Lilah Richcreek Estrada), en A man on the inside. En esta ocasión, en lugar de infiltrarse en una residencia de personas mayores, lo hace en una pequeña universidad privada, principalmente orientada hacia las letras y humanidades, con problemas de monetario, y que tiene miedo de perder la importante donación de un multimillonario (Gary Cole) por los ataques de agentes desconocidos, opuestos a los extremos capitalistas del individuo. En la serie se mantienen algunos fijos de la anterior, como la hija del protagonista (Mary Elizabeth Ellis), pero también la directora de la residencia de la primera temporada (Stephanie Beatriz), que tiene unos escarceos con la investigadora, de evidente resonancia romántica, pero que son desaprovechados en general, a pesar de la química que tienen en pantalla. Quizá en la tercera temporada. Y aparece un potencial interés romántico para el protagonista (Mary Steenburgen), que genera bastante diversión.

Esta serie me ha divertido más que la anterior, y de hecho me he visto su segunda temporada en pocas tardes. También es cierto que es mucho menos arriesgada en los temas que trata, y eso hace que lo tenga más fácil. Pero es de las que te pone de buen humor, de las que hasta el «culpable» es de los buenos, y hay sus motivos, y quien queda castigado es otro, realmente malo, aunque no sea el culpable. Pero lo que hace que la serie sea especialmente apreciable no está en las tramas sino en la simpatía del reparto, y el ingenio de los guiones, que hace que sea una serie dinámica y divertida.

[TV] Cosas de series; 23-F, de la realidad al libro y, de ahí, a la televisión

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Los alrededores del Palacio Real en Madrid, que no es donde vive el rey de España. Pero una de las cuestiones menos claras de aquel 23-F es cuál fue el papel del JuanCar en todo aquello en realidad, y más sabiendo como sabemos ahora que no todo en él ha sido trigo limpio nunca, aunque nadie lo vaya a juzgar nunca por nada. Cosas de esta «democracia».

El 23 de febrero de 1981 yo estaba estudiando C. O. U. …. o sencillamente COU. Acrónimo de «curso de orientación universitaria». No se en qué medida es equivalente al 2º de bachillerato actual, que se estudia a la misma edad, y al final se realiza la prueba de acceso a la universidad, la selectividad de entonces, la EBAU de hoy en día… o EVAU, o PAU… como narices lo quieran llamar. En aquellos momentos nos daba la sensación de que el COU era otra cosa. Yo había estudiado desde infantil hasta 3º de BUP, el bachillerato de entonces, en el mismo colegio, privado subvencionado, regentado por una orden religiosa, como era de esperar en aquellos tiempos. Y sigue siendo en los actuales, aunque siendo un estado laico cabría esperar otras situaciones. En COU, para amortiguar gastos, nos juntaban a los alumnos de seis centros educativos similares, tres de chicos y tres de chicas. Así que por primera vez, era mixto. Lo cual estaba muy bien desde una diversidad de puntos de vista.

En las primeras semanas de aquel mes de febrero había hecho bastante frío, recuerdo las fuentes del paseo de la Constitución congeladas (creo recordar que ya se llamaba así y no con su antiguo nombre franquista). Pero el día 23 de febrero de aquel 1981 salió un buen día. Muy agradable. Y después de terminar las clases a las seis de la tarde, con al que compramos para merendar, un grupo de chicos y chicas, compañeros de curso, nos quedamos zascandileando en la plaza de los Sitios (estoy convencido que ya se llamaba así no con su antiguo nombre falangista). Y cuando empezó a caer la tarde cerca de las siete de la tarde fuimos desfilando hacia nuestras casas. Durante buen trecho del camino acompañado de un par de compañeros/as. Mi sorpresa fue que cuando llegué a casa, cerca de las siete y media de la tarde, con tiempo de sobra para cenar, cosa que hacíamos hacia las ocho y cuarto u ocho y media, cuando llegaba mi padre de trabajar del taller, mi padre estaba ya en casa y me echó una bronca por haber estado por ahí. No entendí nada; no había hecho nada fuera de lo habitual. Mi madre se dio cuenta enseguida que yo no tenía ni idea de porqué era todo aquello y, calmadamente me explicó que unos guardias civiles había entrado en el Congreso de los Diputados y se habían liado a tiros con las pinturas del techo del hemiciclo. Lo mejor es que no hubiera habido tiros. Pero puestos a haberlos, mejor con las pinturas que no con los diputados. Del mal el menos.

No entraré a detallar lo que dio de sí en conversaciones, debates y especulaciones durante el tiempo que pasó entre el fracasado golpe militar y las elecciones de octubre de 1982, cuando ganó el PSOE por primera vez y los temas de debate sociopolíticos evolucionaron. Lo que más recuerdo es algo que quizá no tenga mucha importancia. En aquellos tiempos, teníamos compañeros que se declaraban abiertamente fascistas/franquistas y que solían adoptar aires bravucones y en alguna ocasión hasta amenazadores. Y después del 23-F cambiaron de actitud y todo fu un «pelillos a la mar», aquí no ha pasado nada, todos amigos. Nunca me he fiado de aquellos, y en la medida de lo posible los expulsé de mi vida. Convencido de que si las cosas cambiasen, volvería a la chulería y a la bravuconería. Años atrás, alguno tuvo la osadía de preguntarme que por qué me mostraba siempre tan distante y «poco sociable». Qué cosas.

En 2010 compré el libro Anatomía de un instante de Javier Cercas. Un libro que suele aparecer calificado como novela histórica, pero que a mí siempre me pareció siempre un ensayo especulativo que aunaba lo que se conocía del intento del golpe de estado, y de sus previos durante la transición de la dictadura a la democracia, con un cierto grado de especulación, especulación bien informada, plausible de los hechos que nunca llegamos a saber del todo, de lo que algunos implicados principales o secundarios callaron. En aquellos momentos faltaba muy poco para que se cumplieran tres décadas desde los hechos, tiempo de sobra para empezar a mirar con cierta perspectiva. Si no fuera porque ya empezaban los principios indicios de un resurgimiento de las ideas fascistas en el país. Lo cual embrolla cualquier debate sereno que se quiera hacer. Pero ya digo que nunca lo consideré una novela. Una ficcionalización de unos hechos históricos. Pero es así como se presenta hoy en día aquel libro. El libro me gustó. Lo leí con ganas. Me enteré de muchas cosas que ignoraba. Y me abrí a la interpretación de los hechos de formas que no había pensado. No entraré ahora en los detalles, pero esa visión de Alfonso Armada de sí mismo como un De Gaulle español, que iba a dar un golpe de timón en el titubeante régimen democrático español, al estilo del golpe militar de 1958 en Francia que instaló al héroe de la guerra mundial en la presidencia de la república, y que instauró la constitución de la Quinta República, una de las causas, no la única, que hace que la República Francesa sea clasificada como una democracia defectuosa y no como una democracia plena. Eso buscaban algunos golpistas, al parecer. Claro que,… al aliarse con unos brutos fanáticos que fusilan a las pinturas del hemiciclo a la primera de cambio,… resulta difícil creerse lo del «golpe blando». Pero bueno, hay muchas otras cosas que hacen interesante el libro. Tanto por los hechos constatados de los que habla como por la especulación bien informada que nos plantea.

Recientemente se estrenó en Movistar Plus la serie del mismo nombre, Anatomía de un instante, basada en la «novela» de Cercas. Yo no estoy a esa plataforma de contenidos, pero he hecho por que alguien me permitiera verla. Y es una serie que está bien hecha, con rigor. Con buenas interpretaciones… aunque es difícil tragarse las caracterizaciones de personajes históricos con los que has estado familiarizado desde muy jovencito a través de la radio y la televisión, y otros medios de comunicación. Pero consideremos que sin esos prejuicios, están bien. Es recomendable. Tiene cuatro episodios que oscilan, si no recuerdo mal, entre los 40 y los 55 minutos, más o menos. Cuatro episodios que son cuatro de las cinco partes en las que se divide la novela, descontando el prólogo/epílogo. Son las partes dedicadas a Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado, los tres miembros del parlamento que no se echaron al suelo, y que fueron sacados del hemiciclo en un momento dado, y la parte dedicada a los golpistas y a lo hechos de la tarde-noche-madrugada del 23 y 24 de febrero. La cosa es que me falta un episodio que se dedique, como la primera parte del libro, a lo que en este se llama la placenta del golpe. Todos aquellos elementos que incubaron la intentona golpista. Y que me parece que tienen más trascendencia que algunas de las cosas que se cuentan en los otros capítulos o en la serie. Algunas cuestiones se intercalan entre los episodios emitidos… pero como de pasada. Es lo único que le reprocho a la serie. La falta de un quinto episodio… o de un primer episodio, que nos hable de otros protagonistas de aquellos tiempos que influyeron en lo que allí pasó. Se estrena esta serie pocos años después del cuarenta aniversario de aquellos hechos. Y no dejo de hacerme una pregunta preocupante, ¿en qué situación se encontrará España para conmemorar dentro de unos añitos el cincuentenario? Porque hay muchas cosas que preocupan. Nunca ha dejado de ser de interés lo que entonces sucedió, y hoy en día menos que nunca.

[TV] Cosas de series; terceras temporadas de universos e historias reimaginados, entre «jedis» y «Alicias»

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. En los alrededores y cerca del gran santuario de Izumo.

Hay historias literarias o cinematográficas que llegan para quedarse. Atrapan el imaginario de los lectores o los espectadores, y pasan al acerbo de las historias «de siempre». Leyendas cuyo origen conocemos perfectamente, quién las imaginó. Y cómo otras personas, otros creadores, las acogen, las reimaginan, cambian la perspectiva, expanden esos universos, a veces las elevan, a veces las hunden. Hoy tenemos dos de esas historias y universos. Muy distintos. Pero cuyas reimaginaciones han sido llevadas a la pequeña pantalla, a series que, en este caso, ambas han llegado a su tercera temporada.

La primera de ella es una serie de animación, que podéis ver en Disney+, porque al fin y al cabo es una iniciativa de esta megaproductora que tiene los derechos del universo Star Wars. Se trata de Star Wars: Visions. Cada temporada es una antología de historias cortas de animación, nueve en cada temporada, que duran entre los 10 y los 25 minutos, generalmente más cortos que un episodio de animación japonesa al uso, de 22-23 minutos. Y son realizados por autores de animación japonesa que, libremente, pero con la venia de Disney, idean y realizan una historia que transcurre en algún momento de línea temporal del universo Star Wars. Antes de la república, durante la república, en las guerras clon, durante el imperio, durante la rebelión… cuando sea. Y con personajes que no aparecen en las historias clásicas. Y con estilos de animación diversos, muy diversos, con libertad creativa para los autores.

La calidad y el interés de estas pequeñas historias es muy diversos. Algunas son más previsibles, otras son más arriesgadas, unas más accesibles, otras más experimentales, unas más fieles al canon del universo oficial, otras exploran situaciones y posibilidades más divergentes. En cualquier caso, el nivel general de creatividad es alto. Y hay varias que me dejan con las ganas de más. De eso que te quedas pensando que ojalá Disney dejase de lado alguna de las tonterías que ha estrenado en los últimos años y que están quemando a los aficionados, y adoptase algunos de estos enfoques para renovar la frescura del universo de ficción, e incluso atraer nuevos espectadores. Pero supongo que seguirá siendo una rareza. Una simpátíca y afortunada anécdota cuyo previsible final sucederá en cualquier momento. Algunas de las de esta temporada han sido continuaciones de las anteriores.

Y luego ha estado la tercera temporada de Imawa no Kuni no Arisu [今際の国のアリス, Arisu en la frontera], más conocida como Alice in Borderland. Recordemos que el nombre del protagonista (Kento Yamazaki), Arisu 有栖/アリス, es homófono con Alice en japonés. Pero no es una niña. Es un hombre joven que en la primera temporada se encontraba repentinamente en una realidad alternativa, con un Tokio despoblado, en el que los que allí se encuentran se ven obligados a jugar a una serie de juegos para sobrevivir. Aunque pueden perder la vida en esos juegos. Me intrigó mucho. Una extraña versión japonesa del Juego del Calamar, inspirada por la historia de Alice in Wonderland. Recordemos que la protagonista femenina (Tao Tsuchiya) se apellida Usagi 宇佐木/ウサギ, conejo en japonés. Así que ya tenemos dos personajes de la historia de Carroll. A partir de ahora, posibles espóileres de las dos primeras temporadas, quedáis avisados.

Al final de la segunda temporada quedó claro que la intención de la serie no es la crítica social como en la reconocida serie surcoreana. Y que ese país fronterizo en el que se encuentran los personajes de la historias es el país que está entre la vida y la muerte. Algunos de aquellos que estuvieron en esa situación próxima a la muerte, han seguido sus vidas. Arisu y Usagi se han casado y son felices. Pero tienen la inquietud de que algo pasó durante el tiempo que estuvieron en coma, algo vivieron, que apenas recuerdan, que es trascendente. Y acabarán volviendo al país fronterizo y a los juegos. Mmmmm… Lo voy a resumir. Aunque bien hecha, con nuevos juegos muy currados, me parece una temporada superflua. La historia ya estaba contada y cerrada. Estos es meramente intentar ordeñar la vaca aprovechando la buena acogida de la serie. Y la cosa es que al final de esta tercera temporada nos amenazan con secuelas localizadas en otros países del mundo… Dudo que me apunte. Esta temporada, de sólo seis episodios, me ha costado un horror terminarla. Sobre todo por que los dos últimos episodios duran ochenta minutos y nunca encontraba el tiempo suficiente para verlos. Pero si hubiera estado más motivado…

[TV] Cosas de series; entretenida serie surcoreana, realmente peligrosa para la salud de los televidentes (de verdad)

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Ingwangsan es una montaña que está en Seúl, y no en una provincia lejana a la capital surcoreana. Pero servirá de forma adecuada para ilustrar esta entrada.

En los últimos tiempos, creo que ya lo he comentado en alguna ocasión con anterioridad, me cuesta encontrar teleseries surcoreanas que me enganche. Ya he dicho muchas veces que, con frecuencia, son guilty pleasures que me entretienen los fines de semana. O sea que no se trata de calidad. Pero se trata de simpatía, a veces empatía, o simplemente diversión sencilla. Hasta tal punto es así que, en unas semanas en las que he estado un poquito abrumado con distintas cuestiones, y necesitaba algo de relax sin pensar al llegar a casa, he tirado de «archivo» y he vuelto a ver Resident Playbook, derivada de la excelente Hospital Playlist. La serie de los residentes de obstetricia y ginecología ha crecido en mi memoria. Y efectivamente la he disfrutado mucho, más, en su segunda visualización.

Pero previamente acabe de ver las dos temporadas de Sulkkundosiyeojadeul [술꾼도시여자들, mujeres bebedoras de ciudad], que en inglés/castellano la encontramos como Work later, drink now / Más beber y menos trabajo. Una serie que podemos encontrar en su primera temporada, de 2021, en Amazon Primer Video, pero cuya segunda temporada, de 2022-2023, hay que buscar en BiliBili, necesariamente en versión original subtitulada en inglés. Lo cual no me supone un problema, pero es un rollo para ver. Cada una de estas temporadas consta de 12 episodios de entre 30 y 45 minutos. Los primeros episodios de cada temporada son más cortitos, y se van alargando. De la misma forma que esos episodios cortitos tienen sabor a comedia de situación, mientras que conforme se alargan en la temporada adquieren más tono de drama.

La fórmula de la serie no es la primera vez que me la encuentro en las series surcoreanas. Tres amigas, de personalidades muy diferentes, pero muy unidas, que se llevan muy bien, confían unas en otras, mientras navegan por la vida con sus problemas laborales, familiares y algún romance que otro. Una es muy profesional y responsable, guionista de televisión, Lee Sun-bin, otra es muy atractiva físicamente, pero de carácter superficial, profesora de yoga, Han Sun-hwa, y la tercera, reservada y con un fracaso profesional como profesora de instituto, dedicándose a la papiroflexia en una canal de algo parecido a Youtube, Jung Eun-ji. El único fijo masculino es un colega de la primera, y principal interés romántico de esta, Choi Siwon. Las interpretaciones son bastante buenas, y es una serie bien hecha, con buenos guiones, muy entretenida, y cuyas protagonistas generan mucha empatía y simpatía. Pero…

Sí. Tiene algunos peros. Y es que la serie es aberrante en una serie de cuestiones que, si influyen en los telespectadores, especialmente en las telespectadoras, pueden influir muy negativamente en la salud de las mismas. Y lo digo en serio. Soy profesional de la salud, médico, y ha habido momentos en los que, sencillamente, me he horrorizado con la propuesta. Especialmente grave por la simpatía de la serie. La primera está ya en el título; la desmesura en la ingesta de bebidas alcohólicas, que en ningún momento se ve como un hábito tóxico de consecuencias nefastas, más allá de los chascarrillos cómicos asociados a la embriaguez. Con el ritmo de ingesta que muestran en la pantalla, estas mujeres de treinta años tienen que tener un alcoholismo implantado, alteraciones físicas y metabólicas importantes y descomposición del ambiente laboral y familiar. Y si no en ese momento de su vida, sucederá pronto. Y nada de eso se ve ni se plantea. Hay que considerar que por el metabolismo propio de la mujer, el impacto del alcohol y sus metabolitos en las mujeres es mayor que en los hombres. Esta glorificación del consumo de alcohol me ha parecido un horror. Y se da con frecuencia en las series surcoreanas, en las que los consumos desmesurados de soju y cerveza son frecuentes. Desconozco la realidad del alcoholismo en el país asiático, pero si las series son un reflejo de la realidad, será un problema importante.

El otro tiene que ver con uno de los arcos dramáticos de la serie. Algunos podrían considerar espóiler lo que voy a comentar a continuación, quedáis avisados…

… … …

Al final de la primera temporada, e indicando por dónde va a empezar la segunda temporada, a una de las chicas, con treinta años, se le diagnostica de un cáncer de mama, que ha de ser operado y en el que se encuentra incluso alguna progresión del tumor a ganglios linfáticos. A la joven se le indica tratamiento quimioterápico, como es lógico. Por mucho tumor que se haya retirado en la intervención quirúrgica, el cáncer de mama es más agresivo y propenso a recidivas graves cuanto más joven es la mujer. Y treinta años de edad es ser muy joven. Pero la joven, con sus amigas, se retiran durante un año a vivir en la naturaleza, vida «sana», ambiente puro, en lugar de tratarse. Y hay final feliz. El tumor no reaparece. ¡¡¡ ESTE PLANTEAMIENTO ES UNA IMBECILIDAD !!! Podría admitir que la intervención quirúrgica elimina el tumor, sin que existan micrometástasis a distancia. Pero la chica quedaría curada yéndose a la montaña como en la serie, quedándose en Seúl trabajando o de viaje en las Chimbambas. Lo que no se da es que se cure precisamente por irse al monte a un tienda de campaña conviviendo con los insectos y los jabalíes. Este tipo promoción de las pseudoterapias ha producido, y me consta por he conocido a pacientes en situaciones similares, muertes que se podrían haber evitado. Las series de televisión, especialmente las que tienen un impacto, tienen una responsabilidad. Y esta es aberrante al respecto.

La serie… ¿es recomendable? Pues no sé qué decir. Es buena desde ciertos puntos de vista, pero nociva desde otros. Muy nociva.

[TV] Cosas de series; versión japonesa, versión coreana, y otras versiones

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. En mi apreciación, las series japonesas de esta semana «ganan» a las coreanas, así que ilustraré con fotografías del jardín Kōraku-en de Okayama.

En los países asiáticos, Asia oriental y Sudeste Asiático, no es infrecuente que si una serie de televisión, sea de acción real, sea de animación, tiene éxito en un país se produzcan versiones en otros países de esa región del globo. Cuando me surgen, no suelo prestarles atención, especialmente si la serie original me ha parecido bueno. En los países occidentales también pasa que cuando un país europeo hace una película o serie que está bien, se produzca en Estados Unidos una versión propia. Alguna de ellas están bien, pero las más de las veces son superfluas. Especialmente en cine. No obstante, ya se ha dado el caso en que he visto la versión original surcoreana de una serie, y su copia japonesa. Para mi sorpresa, me pareció mejor la japonesa, hecha con más sencillez de medios y menos pretensiones «artísticas», pero… quizá por eso.

Recientemente he visto la situación inversa. Un original japonés y la copia coreana. La copia coreana, 컨피던스 맨 KR [Confidence man KR], se estrenó recientemente, se puede ver en Amazon Prime Video, y su título en inglés/castellano es Confidence Queen/La reina de la confianza. El original japonés, コンフィデンスマンJP [Confidence man JP], es de 2018, se puede ver en Netflix, y su título en inglés es The Confidence Man JP. O sea… prácticamente igual que el original. En ambas hay un trío protagonista de timadores, con una mujer al frente (Masami Nagasawa/Park Min-young), un miembro masculino de mediana edad (Park Hee-soon), algo mayor en la japonesa (Fumiyo Kohinata), y otro miembro masculino, más joven, y reticente a las actividades del trío (Masahiro Higashide/Joo Jong-hyuk). Los timos en ambas series son prácticamente los mismos o muy similares. Y en ambos casos hay una pléyade de colaboradores recurrentes en los timos, mientras que hay disintos primos en cada timo. Hay que decir que los timadores tienen un punto de justiciero, ya que los primos suelen ser malvados o egoístas, y suelen ser elegidos por haber perjudicado a algun inocente. O presunto inocente, que de todo hay.

Pese a todas estas similitudes, el tono de ambas series no es el mismo. La serie japonesa es una comedia en todo momento; incluso cuando parece ponerse seria, acaba saliéndose por peteneras. Los timos son extremadamente elaborados y alambicados, exigiendo una enorme cantidad de recursos, por lo que al final la ganancia es pequeña, y en algún caso pierden dinero. La coreana también, pero se sacan de la manga una historia de fondo con cierto tono dramático, por algo que le sucedió a la protagonista femenina en la infancia, y que se traslada a algunos momentos de los timos, y es la causa de uno de ellos, que busca venganza sobre alguien. La serie coreana tiene mucho más glamour, con la protagonista principal «protagonizando» un constante pase de modelos y en un ambiente de lujo. La serie japonesa pasa de esto, y la protagonista femenina, chabacana en ocasiones, es mucho más pedestre y cambiante. Eso sí, cuando se pone guapa,… yo diría que es más guapa que la coreana, que constantemente sale guapa… pero con ese aire artificial que muchas veces acompaña a las actrices surcoreanas. No pocas de ellas han pasado por el quirófano, para «perfeccionar» rasgos, lo cual no es el caso en la mayor parte de las actrices japonesas. Hay marcadas diferencias entre ambos países por vecinos que sean.

La cuestión es que… me quedo con la serie japonesa. Es divertida de principio a fin. Los personajes son más espontáneos y cómicos. Toca más tierra y el mundo real, y eso genera beneficios para la serie de cara a la identificación del espectador. Y creo que, al menos la protagonista femenina, que al fin y al cabo es la protagonista principal, es mejor actriz que la coreana. Aunque probablemente cobre mucho menos. Si vemos las valoraciones en IMDb, que reconozco que no son siempre fiables, la serie japonesa está apreciablemente mejor valorada que la coreana. Podrá parecer que entre 7.5/10 y 6.3/10 no hay mucha diferencia… pero sí que la hay. Mucha más de la que parece. Y os lo dice alguien que a trabajado con encuestas y estudios de opinión de usuarios y clientes.

Hay alguna otra pareja de series que están en la misma tónica. Y estaba esperando ha hacer este comentario a ver la versión japonesa que me falta. Pero como la estoy retrasando mucho, quizá porque no me atrae mucho, vista la coreana, que curiosamente tenía la misma protagonista que en la que he comentado hace un momento. Pero sí que surgió entre tanto una serie coreano-japonesa en Netflix, Tokumei no koibitotachi [匿名の恋人たち, amantes anónimos], internacionalmente conocida como Romantics Anonymous, que es una adaptación en serie de una película francobelga, Les emotifs anonymes. Que no he visto.

En la serie, la protagonista femenina es una joven coreana que vive en Japón (Han Hyo-joo), trabajando de forma anónima como chocolatera para una chocolatería pequeña pero de prestigio. Desde que perdió a su madre de niña padece escopofobia, un miedo irracional a ser visto o mirado por otros, y vive aislada, aunque con el apoyo del dueño de la chocolatería para la que trabaja. Este fallece, y la chocolatería es vendida a una chocolatera industrial, encargándose de su gestión el hijo del dueño (Shun Oguri), que sufre un trastorno obsesivo compulsivo, no soportándo ser tocado por otros, y con germofobia. En un tono de comedia romántica, ambos encontrarán su camino para ir superando sus lastres psicológicos, enterarse de quienes su auténtico amor, su auténtico romance, y salvar a la pequeña chocolatería de la desaparición. Lo cierto es que, aun con un comienzo titubeante, la serie ha resultado entretenida y con corazón. Una más en la que los japoneses renuncian a ese glamour en el que suelen basar los coreanos sus series, para dotar a la producción de más corazón y sentimientos. Ah, y un registro muy distinto el de Han Hyo-joo al de su papel de capitana pirata en un largometraje de hace tres años. Película bien interpretada, pero poco interesante.

[TV] Cosas de series; embajadoras, primeros ministros, vicepresidentes, presidentas y demás comparsas

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Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. En Londres, no lejos del número 10 de Downing Street y otros centros del poder británico.

Recientemente me vi casi de tirón la tercera temporada de The diplomat. Esta es una de mis series favoritas en la actualidad. Principalmente por dos motivos. Los guiones y argumentos son estupendos, bien planteados; no se si los escenarios que plantean son verosímiles. Pero lo parecen. Y por otro lado, por las excelentes interpretaciones. Decir a estas alturas que Keri Russell y Rufus Sewell son excelentes intérpretes a quienes me gustaría ver en pantalla grande en proyectos de nivel, es una obviedad. Son muy buenos. Russell, en especial, desde su papel de espía rusa trasplantada a Washington en tiempos de Reagan me tiene encantado.

Pero es que todo el resto del reparto, cada uno a su nivel, están estupendos. Buenísimo el actor británico, Rory Kinnear, que interpreta al errático primer ministro británico; lo borda. Me encanta Ali Ahn como responsable de la CIA en la embajada londinense, con ese toque entre responsable, cínico y vulnerable que muestra tras su máscara de dura agente de inteligencia. Pero es que seguir mencionando a todos los que me gustan sería excesivamente prolijo. Cierto es que una base importante para su buen trabajo es la excelente definición de caracteres que tiene la serie y los estupendos diálogos que les proporcionan los guionistas.

En esta temporada nos hemos encontrado a la embajadora con un doble papel. Tras frustrarse su posible candidatura a la vicepresidencia tras el fallecimiento repentino del presidente y el acceso al puesto de la entonces vicepresidenta (Allison Janney), se ve en un doble papel que no voy a mencionar para no chafar las sorpresas de los primeros capítulos a quienes no la hayan visto aún. La cuestión es que asistimos a una escalada de escapadas hacia delante conforme aumenta el riesgo de que los secretos de estado que no debieran desvelarse salgan a la luz. Y los tradicionales aliados, EE.UU/R.U., corren el riesgo de alcanzar un grado de desconfianza que rompa, sino para siempre, durante mucho tiempo la confianza entre ambos. Y la escalada no cesará y los secretos y las mentiras se acumularan… pillando a nuestra querida embajadora a contrapié las más de las veces.

Con la misma fórmula de una parte de humor, una parte de drama, una parte de intriga, una parte de crítica política, la serie se vuelve más ácida hacia las mentiras del poder. Llama la atención que justo cuando en cartelera hemos tenido una excelente película sobre los riesgos nucleares, estos hayan aparecido también en esta serie, de forma no menos preocupante. Pero si queréis conocer los detalles, tendréis que verla. En Netflix está. Y es absolutamente recomendable.

[TV] Cosas de series; reyes, reinas y otros figuras de la baraja española

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Supongo que cuando se decidió instalar estatuas de los reyes de los reinos hispánicos medievales en distintos lugares de Madrid, como la plaza de Oriente, nadie se lo plantearía como una parodia. Pero sus anacrónicos atuendos y portes a mí me parecen de los más paródico.

Breve entrada para comentar una serie española que he visto recientemente en Amazon Prime Video, para la que ya se anuncia una segunda temporada a estrenar en algún momento de 2026. No soy muy dado a las series españolas. De vez en cuando, cuando se estrena alguna en alguna de las plataformas de contenidos a las que tengo acceso, empiezo con el primer episodio… y generalmente no llego a terminarlo. El motivo por el que no me atraigan puede ser diverso; porque ya tengo bastante con la realidad del país que vivo a diario, porque los temas que tratan no me interesan, porque andan un poco escasos de guiones de cierta calidad… Pero hay un motivo que me parece que sobresale. Los intérpretes españoles, que pueden hacerlo muy bien en largometrajes, por lo menos los que tienen cierta experiencia en la profesión, en series de televisión suelen ser flojísimos.

No es el único país en el que pasa. Es algo que me llama la atención también en las series/películas surcoreanas. Lo que pasa es que las series surcoreanas me las meriendo en muchas ocasiones por el factor guilty pleasure, que ya he comentado en otras ocasiones. Supongo que la forma en que se ruedan las series hace que los directores, mucho menos importantes en televisión que en el cine, no se tomen tan en serio lo de dirigir a los actores, y como hay que cumplir con los presupuestos, pues no es cuestión de entrar en demoras en el rodaje y esas cosas que cuestan dinero. No sé. Es por buscarle explicaciones. Bueno… la serie que comentamos hoy, una comedia sobre monarquías hispánicas más o menos ficticias, tiene unas interpretaciones razonablemente sólidas. Y eso bastó como para que terminara el primer episodio… y siguiera.

La premisa… Pilar, princesa heredera (¿de Asturias?; se supone, nunca se menciona el título que yo recuerde), hija del rey Alfonso (¿XIV?; creo que tampoco se menciona), es una crápula de mucho cuidado, que ha pasado de su educación como futura heredera, y se ha dedicado a irse de juerga con algunas amigas (¿de fiar?) y a tener algún amorío con algún que otro príncipe de otras casas reinantes (a veces con consecuencias desagradables). Pero, huérfana de madre, su padre es un crápula de la misma estopa. Y metido en líos de corrupción con dineros, va a iniciar «una gira de meses» por Sudamérica, aparatándose de los focos de la prensa y de la justicia. Y durante esos meses, la princesita tendrá que asumir el rol de forma interina.

Desde el punto de vista de lo que critica, o pretende criticar, la serie, es decir, la monarquía como forma de gobierno… pues lo consigue sólo a medias. No trata de los problemas globales de esta forma «elegir» al jefe del estado, que es de todo menos democrática, puesto que rompe de plano con el principio de igualdad de oportunidades y de soberanía popular a la hora de elegir sus gobernantes, sino que se centra en el carácter de dos individuos, la princesita y el monarca coronado, de calibre moral ínfimo, aunque la cosa vaya de que la princesita vaya por el camino de la redención. Se queda un poco en la anécdota de la situación. Desde ese punto de vista, y dado que ignora en gran medida el papel del ejecutivo y el legislativo en todo esto, con quien se ceba de forma notablemente ácida es con el judicial, presentando a unos jueces de Tribunal Supremo y similares de una calaña tal que… ¡jodo! Así que, desde este punto de vista, no suspende, pero tampoco saca buena nota la serie.

Pero en lo que consigue ir prosperando es en sus cualidades como ficción televisiva razonablemente realizada e interpretada. Especialmente, interpretada. Su protagonista, Anna Castillo, y el que hace de secretario, el veterano Ernesto Alterio, lo hacen muy bien. El resto del reparto acompaña adecuadamente, en papeles más o menos serios. Más bien menos. La serie no deja de ser una sátira. Una sátira blandita, pero sátira al fin y al cabo. Creada y escrita por Borja Cobeaga (que también dirige varios episodios, y quizá eso explique que se preocupe por la dirección de actores) y Diego San José, me parece mejor que lo que el público votante en IMDb está por la labor de reconocer. Podría ser mejor, pero es un entretenimiento más que razonable, que además no te hace perder mucho tiempo, con episodios de 30 minutos que transcurren con agilidad. Supongo que, cuando se ponga a disposición de los abonados, seguiré con la segunda temporada, a ver si al menos mantienen el nivel.

[TV] Cosas de series; recuperando la afición por las series surcoreanas

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. El último episodio de una de las series, el sobrante, desde mi punto de vista, transcurre en Zurich,… y allí nos vamos fotográficamente.

Desde que me suscribí a Netflix… ya no me acuerdo muy bien cuánto hace, las series surcoreanas han sido mis acompañantes habituales en mi descanso de los fines de semana. Series que invitan a no pensar mucho en nada, entretenidas, donde sale gente guapa,… muchas veces placeres inconfesables sin pies ni revés,… el cachondeo del emplazamiento de producto publicitarios, no pocas veces rayando el ridículo más cómico,… Pero también de vez en cuando con series de una calidad innegable. Descubrir que algunos de esos actores y esas actrices realmente tienen capacidades interpretativas notables. Y las series que se salen de la norma, producciones interesantes y estimulantes. Pero en los últimos tiempos… pues como que no. Les estaba perdiendo el gusto… o me he cansado de determinados argumentos y situaciones. Porque repetitivas son un rato. Repiten tópicos hasta la saciedad. No obstante, en torno al mes de septiembre he encontrado algunas series que realmente me han gustado. Vamos con ellas.

Esquire (título original en inglés), en inglés/español se ha titulado Beyond the bar/El sinuoso camino del derecho, y es un drama legal con unas gotitas de romance. Nada que empalague, muy moderado y alejado de los tópicos de la comedia romántica surcoreana. Una joven abogada (Lee Jin-wook), de buena familia, pero que busca salir adelante con su esfuerzo y por sus medios, entra a trabajar en un prestigioso bufete… a pesar de que casi la caga en la entrevista. No dudará en aceptar al equipo menos glamuroso del bufete, pero en el que más hay que aprender y bregar, al frente del cual hay uno socio (Jung Chae-yeon), recto, que no admite frivolidades y espera rigor y honestidad en el trabajo. Se deberán enfrentar a los casos en los tribunales, y a los socios con menos escrúpulos en el bufete. Y a las dificultades de sus vidas personales, más privadas. Entre el procedimental, y el desarrollo personal, es una serie que intenta lanzar un mensaje ético sobre las formas de hacer, frente a los muchos dramas legales que hay en la televisión coreana que se centran en torno a la corrupción y los personajes excéntricos. Sus protagonistas lo hacen bastante bien, y acabas enganchándote porque les has cogido cariño. Diponible en Netflix. Te deja con buen rollo. Fundamentalmente drama, poca comedia.

Samagwi: sarinjaui oechul [사마귀: 살인자의 외출, la mantis: la salida del asesino] es conocida en inglés/español como Queen Mantis/Reina Mantis. Y es una versión surcoreana de la serie francesa La mante, que vi hace unos años… y que no me gustó gran cosa. Por lo que en principio no pensaba darle una oportunidad a la versión coreana. Pero un día me puse… y me enganchó. Está mejor. Bastante mejor. A pesar del joven policía protagonista, cuyo actor, Jang Dong-yoon, no me acaba de convencer gran cosa. Y mira que es un actor popular y bien valorado en su país. Pero el resto lo hace muy bien, especialmente, la protagonista, Go Hyun-jung, la asesina en serie presa, que ha de ayudar a la policía a atrapar a un imitador que le ha salido. Lo cierto es que tiene más ritmo y más interés que el original, y la mayor parte de los intérpretes lo hacen mejor. No es la octava maravilla del género, pero me atrapó y me lo pasé bien. Y son solo ocho episodios. Poco para una serie surcoreana. También se ve en Netflix.

Eunjunggwa Sangyeon [은중과 상연, Eun-jung y Sang-yeon los nombres de los personajes de las dos protagonistas], que en inglés/castellano se titula You and everything else (o Two Women)/Tú y todo lo demás, es una serie exclusiva de Netflix. Quince episodios de una hora de duración para contarnos la historia de dos amigas/rivales, en tres periodos de su vida. Cuando comienza la serie, una de ellas es una guionista de televisión, Eun-jung (Kim Go-eun), que se defiende sin problemas en la vida, a sus cosas, y la otra, Sang-yeon (Park Ji-hyun), una productora de cine de prestigio a la que acaban de dar un premio. Se conocen desde la infancia, pero llevan sin verse ni hablarse desde diez años antes, cuando Sang-yeon el hizo un mala jugada a Eun-jung. A pesar de ello, le llama y le pide un favor como amiga. Tiene un cáncer avanzado, va a entrar en fase terminal, y quiere viajar a Suiza para terminar con su vida mediante la eutanasia. Eun-jung se escandaliza de que le llame para eso… y empieza a recordar su vida en común. La infancia, cuando Eun-jung era tirando a pobre y Sang-yeon tirando a rica, y además perfecta en estudios y deporte, pero de una forma u otra acaban relacionándose como amigas. La época universitaria, cuando Eun-jung lleva una vida normal, y Sang-yeon ha acabado pobre y a base de esfuerzos a conseguido entrar en la universidad, época en la que competirán por un joven. En esta época una cámara Leica M3 es coprotagonista, lo cual me encanta. Y la época cuando empiezan a trabajar en el mundo del cine, y cuando se produzca la traición de Sang-yeon.

Esta serie me ha gustado bastante, y parece que es algo que ha sucedido con mucha gente. Las interpretaciones son espléndidas, especialmente por parte de Park Ji-hyun, a pesar de que le toque el papel más feo… o quizá por eso. La había visto en alguna otra serie… como secundaria, y me parece una actriz muy competente. En cualquier caso, la relación de amistad-rivalidad está muy bien planteada. Dos chicas, dos mujeres, que envidian de la otra algo que creen que no tienen, sin pararse a pensar que no hay motivos para complejos, que cada cual arrastra su mochila. Una relación llena de malos entendidos, de falta de diálogo sincero entre ambas, siempre con la sombra de lo que envidian. Si tengo que poner un pero, está en el último capítulo, que quizá sobra, y solo sirve para satisfacer a los fanáticos de la tele-cebolla. En la que además plantean un contexto eutanásico absolutamente irreal, y sé de lo que me hablo por motivos profesionales. Un paciente que solicita la eutanasia no está en condiciones de salir a cenar con vestido elegante la noche de antes con su amiga y acompañante. Nop. Esto no funciona así. De hecho pensaba que, dado la moralidad conservadora del país asiático, no iban a llegar a ese punto de la historia. El caso es que para contarlo como lo cuentan, podrían haber cerrado la serie antes. Puesto que la historia principal e importante ya estaba contada. Pero a pesar de ello, me ha gustado bastante, como ya he dicho.

Con posterioridad, he visto alguna serie surcoreana más, especialmente aprovechando el periodo vacacional que he disfrutado recientemente, pero no entran en este bloque, son otra historia. Ya veremos si alguna de ellas la introduzco más adelante en alguna entrada de versiones coreanas/japonesas de la misma historia.

[TV] Cosas de series; algunas series de anime de la temporada de verano

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Los temas de alguna de las series invitan a ilustrar la entrada con fotografías muy recientes, de este lunes pasado, realizadas en el gran santuario de Izumo, en Japón.

Con el final de septiembre y el principio de octubre han ido cerrándose las temporadas de animación japonesa. Tanto aquellas que tienen una duración normal de entre 10 y 13 episodios, y que duran un trimestre, como las que se alargan hasta los 24-26 episodios y que venían emitiéndose desde la primavera. Hay algunas que he ido viendo durante este periodo que merecen un comentario. Así que vamos con ello.

Una de las sagas literarias que más adaptaciones ha recibido a televisión probablemente sea Anne of Green Gables, en castellano Ana de las Tejas Verdes. Pero aunque he visto comenzar alguna de estas adaptaciones, creo que nunca había visto terminar la historia nunca. Porque me empalaga mucho. Obviamente, son un conjunto de novelas que van desarrollando la vida de una joven huérfana canadiense en el cambio de siglo entre el XIX y el XX y en las primeras décadas del XX, y destinado a un público lector predominantemente femenino. Y aunque hay quienes han querido ver elementos de reivindicación feminista en el personaje, en realidad destila grandes dosis de nostalgia conservadora por un pasado agrícola y bucólico frente al ímpetu de la revolución industrial y la modernidad. La «bondad» extrema de todos los que aparecen me parece falsa, empalagosa e inverosímil. Pero en Japón, por motivos que ahora no vienen al caso, es un personaje popular, y de vez en cuando se adapta al medio televisivo. Como ha sucedido con la emisión en los últimos seis meses del anime Anne Shirley. No nos engañemos; mi opinión sobre el personaje y la historia no se ha modificado en gran cosa. Pero la serie está hecha con gracia, no es de extrañar que sea de las mejores valoradas por el público y la crítica. Adaptando momentos puntuales, los más significativos, de la historia global que abarca varios libros, consigue un buen ritmo narrativo sin que las elipses temporales despisten demasiado al espectador. Y por eso, al final, por primera vez, me he enterado del conjunto de la historia… o por lo menos de lo esencial. Por la autora, Lucy Maud Montgomery, estiró el personaje durante toda su vida, la del personaje y la de ella, al estilo de las «trilogías» de siete libros/películas actuales para «ordeñar» las gallinas de los huevos de oro…

Otra serie que ha abarcado dos trimestres, el de primavera y el de verano, es Kijin Gentōshō [鬼人幻燈抄, algo así como escenas de la vida de un hombre-demonio], que en en inglés/castellano se suele ver titualdo como Sword of the Demon Hunter: Kijin Gentōshō/Kijin Gentōshō: Cazador de Demonios. Es la historia de un joven que, en los últimos años del periodo Edo, tras una batalla con demonios [oni 鬼] para proteger a una sacerdotisa muy especial para él y para el pueblo donde viven, se convierte en medio hombre medio demonio. Pero en lugar de dejarse llevar por su lado demoniaco, dedica sus poderes a defender a otros seres humanos de los oni. Su privilegio y su maldición, es inmortal y no cambia, por lo que aquellos a los que conoce y ama irán envejeciendo y muriendo, mientras el permanece. A pesar de su lado fantástico y sus escenas de acción, tiene un tono muchas veces poético, y constantemente reflexiona sobre el significado de la familia y la amistad, del poder intrínseco de las relaciones humanas. Por lo que acabó enganchándome, por sus diversos, excéntrico y entrañables personajes secundarios, que acompañan al héroe. La mayor parte de la acción transcurre en las primeras décadas de la era Meiji, pero con flashbacks al pasado, y algún flashforward al presente actual. Es adaptación de una serie de novelas ligeras.

No sé muy bien qué me hizo empezar con Seishun Buta Yarō wa Santa Claus no Yume wo Minai [青春ブタ野郎はサンタクロースの夢を見ない, los sinvergüenzas no sueñan con Santa Claus]. Normalmente, no veo temporadas que son secuelas directas o segundas temporadas o sucesivas de otras ya pasadas. Pero la premisa de la serie me llamó la atención y la vi. Al final, he visto esta serie sin ver la original, pero viendo dos de los largometrajes que la precedieron y que me ayudaron a centrarme, este y este. La cuestión es que estamos en un universo en el que los adolescentes y jóvenes pueden ser sufrir un síndrome que les produce alteraciones como dejar de ser vistos por los demás, o sufrir heridas espontáneas, o viajar a otros universos paralelos donde sus alter ego, viven vidas distintas. Si en las series y películas anteriores (hay tres largometrajes y la serie original), el protagonista está en el instituto, ahora lo cogemos en la universidad, novio de una actriz y modelo de fama, y que, a pesar de su antigua fama de «sinvergüenza», sigue empeñado en ayudar a la gente que le rodea. En esta ocasión, una joven que se pasea vestida de Santa Claus, sin que nadie la vea salvo él. Y con una serie de premoniciones que hablan del riesgo de un ataque contra su novia. La cosa es que al final le cogí el tranquillo, y es otra de esas series japoneses que bajo su apariencia de drama de instituto con toques fantásticos, se dedica a hablar de los problemas de la adolescencia y la juventud que afectan a la salud mental de las personas en estas edades. Y está muy bien valorada por crítica y público, y es que a mí también me parece que está muy bien.

Y finalmente una serie que me ha parecido absolutamente encantadora, a pesar de que pasen muy muy muy poquitas cosas. Se trata de Ame to kimi to [雨と君と, contigo y la lluvia]. Basado en un manga, la protagonista es una joven escritora… en sus treinta y pocos diría yo. Que vive sola. Aunque tiene amigos y sociabiliza bien con sus vecinos y otras gentes con los que se encuentra, es introvertida y pasa tiempo sola en su casa, trabajando. Un día se encuentra un animal, que semeja un tanuki, aunque el bicho, que se comunica con un cuaderno y escribiendo, dice que es un perro, y se lo queda. El bicho es al contrario que se ama, extrovertido y causa de vez en cuando pequeños desastres, sin mucha consecuencia. El caso es que se genera una divertida interacción, mientras que por el camino la vida de la escritora se va ampliando con nuevos encuentros y con nuevos proyectos que, aun con dudas, abraza y sale adelante. De alguna forma, el «perro» es el reactivo que le permite avanzar en su vida. Una serie en la que pasan pocas cosas… aparentemente. Unos recuentos de la vida que son entrañables, a ratos poéticos, buenrollistas, y que te dejan muy buen sabor de boca. Yo acabé enamorado de la joven escritora. Qué queréis que os diga. Es la serie más adulta de las cuatro, aunque es tolerada para todos los públicos. Adulta por sus temas, no por sus truculencias. Y es de las que demuestran que la sencillez en los planteamientos no está reñida con la calidad y la profundidad de los temas.

[TV] Cosas de series; tradicional ronda de aventuras galácticas, con flotas estelares y fundaciones varias

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. En el recinto de la Exposición Zaragoza 2008 con Hasselblad 500CM y película experimental Harman Phoenix, primera generación.

Como la aventura espacial ha sido un género que siempre me ha resultado atractivo, no es de extrañar que me apunte a ver, al menos en sus primeras temporadas, las series que se estrenan de este género. Miedo me da… que me acabo de enterar que va a haber una tercera versión de Battlestar Galactica, con lo estupenda que fue la segunda, y con lo entrañable que resultó la cutredad de la primera. Qué se le va a hacer. Pero hoy vamos con dos series que van más o menos a la par, y ambas han llegado este verano a su tercera temporada. Eso sí, dos series muy muy muy diferentes.

Empecemos por la que menos me interesa. Se trata de Star Trek: Strange New Worlds, que viene a ser la precuela de la serie original, o una de ellas. La Enterprise, pero con otra tripulación, aunque algunos de sus miembros ya estaban aquí… en edades más jóvenes. Nunca he sido un especial aficionado a Star Trek, lo he comentado en más de una ocasión. Le tengo un cierto cariño a la serie original, algunos de cuyos episodios vi en la infancia. En aquella época, cierto grado de cutredad, desde el punto de vista actual, era inevitable. Pero estaba bien para los estándares del momento. Y yo era un niño al que aquellas aventuras atraían mucho. Pero a partir de los largometrajes que se hicieron después desde finales de los años 70 y durante los años 80 y 90… esa cutredad me resultó chirriante. Porque eran cutres. Y decidí que no era mi cosa. Diversos relanzamientos posteriores tampoco me interesaron por distintos motivos. Pero en las últimas décadas ha habido alguna serie que me ha parecido curiosa, y he seguido en mayor o menor medida.

La que hoy nos ocupa, siendo fiel a los esquemas de tiempos pasados, lo cual no necesariamente es una buena referencia salvo que sea la serie original, no me disgustó en sus dos primeras temporadas. El reparto trabajaba de forma bastante competente, con algunos personajes que generaban cierto grado de empatía, algo indispensable que un producto de mero entretenimiento que recorre caminos trillados atraiga. Sin embargo, en esta tercera temporada… algo no ha cuajado. Y aunque ha habido algún episodio entretenido, he vuelto a tener en no pocos momentos la sensación de apatía que me despertaban muchas de las producciones del universo Star Trek en el pasado. Incluso algunos personajes que me resultaban especialmente simpáticos en el pasado… han empezado a resultarme antipáticos. Creo que tienen previstas al menos dos temporadas más, pero en estos momentos no puedo asegurar que me enganche a la serie de nuevo.

Seguiremos por Murderbot, una serie de aventuras planetarias en el espacio, que se puede ver en Apple TV+, de capítulos cortos, que oscila entre la aventura, la comedia y la parodia. Un robot androide, aficionado a los culebrones televisivos espaciales, que se libera en un momento dado de sus restricciones para hacer daño a los seres humanos, siendo un potencial asesino, que es asignado para garantizar la seguridad de una expedición científica a un planeta. Un grupo de científicos idealistas, pacíficos, cándidos, bienpensantes, sin jerarquías, dialogantes, y un tanto flower power, que se ven obligados a enfrentarse a amenazas imprevistas en el planeta, cuando se encuentran que no están solos, que hay otras expediciones en el planeta, y que los miembros de una de ellas han sido asesinados. No creyendo en la violencia, siempre a desconfiado de su androide de seguridad; pero tendrán que aprender a confiar en él si quieren sobrivivir. Porque en su candidez, son presas fáciles, muy fáciles.

Sinceramente, me asomé a esta serie porque era una aventura espacial, y porque me generó cierta curiosidad. Aunque no sabía qué me iba a encontrar. Al final resultó una sensación ambivalente. Mejor de lo que esperaba, pero con la sensación de que podía estar mejor todavía. Pero no está mal. Se deja bien. Tiene buenas críticas, y con razón. También los votantes en IMDb la apoyan. No será un exitazo, pero contenta a crítica y público. Parece que habrá una segunda temporada. Veremos que derroteros lleva. Está basada en unas novelas de Martha Wells, y la serie de libros es bastante extensa. Material tienen en abundancia.

Mucho más interés me despertaba la tercera temporada de Foundation. La serie inspirada, y hasta cierto punto basada, en la obra original de Isaac Asimov me enganchó mucho en su segunda temporada, que me pareció excelente. La primera no estuvo mal. Pero fue una temporada de «aclimatación» para los que habíamos leído (repetidamente) los libros de Asimov. Porque obviamente… no era lo mismo. Y como esperabas algo,… muy parecido,… pues hubo que aclimatarse. En la segunda temporada, asumiendo ya que se trata de una historia distinta, aunque los nombre de los personajes y los lugares se parezcan o sean los mismos que en los libros, aunque ni siquiera se parezcan, lo que nos estaban contando era interesante. Y además estaba bien contado. Lo cierto es que fue una temporada que disfruté bastante. Lo cual estaba bien… Pero también, preocupante. ¿Sería posible mantener el nivel?

El nivel de realización y de interpretación de la tercera temporada a estado al mismo nivel que las anteriores. Pero se enfrentaba a uno de los arcos argumentales más importantes de la trilogía de Asimov, la segunda parte de Fundación e Imperio, el segundo libro de la trilogía, con el surgimiento del Mulo desbaratando el plan Seldon. No pongo a idea los nombres de los intérpretes que actúan, para no destripar las sorpresas de la trama. No. No suceden las cosas como en los libros. Se desvían bastante. En varios aspectos principales. Quien es el héroe o la heroína en los libros puede convertirse en villano o villana en la serie, y viceversa. Los cambios, que quizá indignen a los puristas de la versión literaria, me parecen aceptables. Aquellos relatos empezaron en los años 40 del siglo XX. Desde 1942, hace 80 años aproximadamente, en forma de relatos cortos, y como novelas integradas a partir de 1951. Que se hayan actualizado las historias, los personajes, los perfiles,… me parece bien. El personaje del Mulo, aunque no conserva su personalidad, ni siquiera es el mismo personaje, si que conserva la esencia. Y ese arco argumental está bien. Pero en el arco argumental de los emperadores clones… tengo miedo de que hayan desbarrado algo, e incluso que, para mí por lo menos, tal vez no para otros, en el último extremo hayan saltado el tiburón. Quizá no sea para tanto… pero en varias ocasiones la historia de los Cleon y Demerzel me rayó un tanto. Este último personaje, Demerzel,… o R. Daneel Olivaw, es probablemente el que peor llevo que se haya modificado tan profundamente su personalidad… Sip. Mucho cariño le tuve a R. Daneel Olivaw en mi juventud. Pero seguiré fiel a la serie. Seguro.

[TV] Cosas de series; médicos, cirujanos, técnicos de radiología y otros sanitarios en Japón

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Como no tengo fotos de hospitales o servicios médicos en Japón, me limitaré a poner algunas escenas urbanas de Gifu.

En su momento ya comenté algunas cosas relacionadas con las series surcoreanas que se desarrollan en ambiente sanitario. También cuestiones relacionadas con la ética asistencial o la bioética, donde se manifestaban claramente conservadores; maniqueamente conservadores. Y como no hablar de la que es una de mis series favoritas surcoreanas, y su derivada, también en un ambiente de hospital. En todas las filmografías televisivas, periódicamente aparecen series sobre cirujanos, urgencias y otros servicios médicos, que suelen atraer a los espectadores. Claro… a costa de sacrificar notablemente la verosimilitud de las situaciones planteadas. Aunque siempre hay honrosas excepciones. En los últimos meses, he podido ver varias series en Netflix con estos temas, pero realizadas en Japón. Que siempre tienen un punto distinto, muchas veces excéntrico o raruno. Vemos.

Kōnodori [コウノドリ, cigüeña], conocida por el mundo como Dr. Storks (Doctor Cigüeña), nos lleva por las vidas y andanzas de un servicio de obstetricia en un hospital japonés. Un poco como sucedía en Resident Playlist, pero menos centrada en los residentes, y con un protagonista excéntrico, que se apellida como el título de la serie, aunque en ocasiones se oye pronunciar konotori. Tori 鳥 es ave en japonés, aunque muchas veces, cuando se usa solo o en el ámbito gastronómico suele significar pollo. Así pues, el doctor Cigüeña es el héroe de la función, que rodeado de residente, matrona, otros compañeros, y algún antagonista cascarrabias, va tratando situaciones complejas en cada episodio. Suele pasar en estas series japonesas que se utilizan también para lanzar mensajes educativos a los espectadores. No falta la escena en la que se suelta una parrafada claramente dedicada a que los espectadores aprendan algo útil. El protagonista (Gô Ayano), además, es un consumado pianista, aunque su identidad como pianista es anónima, y pocos saben que es a la vez obstetra. También es costumbre que el protagonista, macho, suela estar acompañado de una coprotagonista, hembra, que suele ser una residente (Mayu Matsuoka), algo torpona, pero muy voluntariosa, monilla, y de buen corazón. Tópicos constantes en la representación de género en las series niponas. En cualquier caso, se deja ver con agrado, y funciona razonablemente bien. Tiene dos temporadas.

Hace años, en Amazon Prime Video, me lo pasé muy bien con la serie Dokutā X 〜 gekai Daimon Michiko [ドクターX〜外科医・大門未知子〜, Doctora-X, cirujana Michiko Daimon], comúnmente conocida simplemente como Doctor-X. Una serie muy divertida, que llevaba al absurdo la incompetencia general de los cirujanos de una hospital universitario ficticio en Tokio, frente a la infalibilidad de su protagonista (Ryôko Yonekura). Me lo pasé muy bien. Y cuando visitamos Japón en 2019, en un anuncio luminoso en el famoso cruce de Shibuya pudimos ver que se anticipaba una nueva temporada de la serie. Nunca llegó a estrenarse en Prime Video. Ni esa, ni la siguiente. En total, la serie tiene siete temporadas, de las que en la plataforma de Amazon están disponibles cinco. Y curiosamente, una película, un largometraje, de 2024, que de alguna forma sirve para cerrar definitivamente la historia de los personajes principales, al mismo tiempo que nos informa sobre su pasado. La serie estaba muy bien, la película es floja, floja, floja… No voy a entrar más. En cualquier caso, cualquier parecido de las situaciones planteadas por la serie y la película con la realidad es pura coincidencia. Una parodia de tomo y lomo.

En estos momentos, está en emisión, no ha terminado todavía, una serie, 19 Banme no Karute [19番目のカルテ, algo así como la especialidad médica nº 19] que me ha dejado absolutamente atónito. En inglés español se titula The 19th medical chart/La 19ª especialidad. Y esa especialidad es… médico general. Es decir,… lo que tradicionalmente es el médico no especialista. Es cierto que en España la situación es confusa, y lo digo desde el punto de vista de que soy médico y corro el peligro de cabrear a algunos de mis compañeros, y se creó una especialidad, Medicina de Familia y Comunitaria, que por la trasposición de una directiva europea a la norma española ha acabado siendo el requisito para trabajar de médico general para el sistema público de sanidad. Lo cual entra en una contradicción esquizofrénica en la que una especialidad, y los que la cursan defienden a capa y espada que son especialistas, capacita para ser… médico general. Cosas que pasan. En la serie, en un hospital… contratan a un médico general… que utilizan unas técnicas extrañísimas, casi esotéricas, para definir lo que es la visión integral del médico general… o del médico de familia. Nada que ver con la realidad. Se repite el binomio de protagonista masculino sabio (Jun Matsumoto) y pupila femenina joven, mona, voluntariosa,… y torpona al principio (Fuka Koshiba). Pero no me ha convencido… he visto seis episodios, y tengo pocas ganas de ver más. Ya veremos. Aquí lo dejo.

Y luego tenemos Radiation house, en inglés en el original. También hay dos temporadas, pero de momento sólo están disponibles en Netflix la primera temporada y un episodio especial que sirve de resumen global de la primera temporada. Y aquí también entramos en el terreno de lo extraño e incomprensible. Aquí los héroes no son médicos, sino técnicos de radiología. Los siete técnicos del servicio de radiología de un hospital, al que llegan dos nuevos, un joven extraño (Masataka Kubota) y una joven normal (Alice Hirose)… joven, mona, voluntariosa, torpona, etc etc etc. Aunque el personaje principal femenino es una radióloga (Tsubasa Honda)… menos joven, mona también,… y sorprendentemente incapaz tal y como la presentan en la serie. Y que es la amiga de la infancia del protagonista que, aunque es médico especialista, sin que nadie lo sepa, o casi nadie, trabaja de técnico para apoyar a su antigua amiga, que parece no acordarse de él y por la que está colado. Situaciones irreales, con técnicos haciendo tareas no habituales en ellos, al menos en España, y… desconcierto absoluto para quien conozca el ambiente de estos servicios en nuestro medio. Casi nada que ver con la realidad. Pero es razonablemente entretenida. Qué se le va a hacer. Por lo demás, sigue esquemas similares a las anteriores series.

Lo que comentaba, comedias/dramas o mezcla de ambos, que siempre tienen un punto extraño, raruno, que nada tiene que ver con la realidad que conozco, siendo médico, de lo que pasa en los hospitales. Es lo que hay.