[Cine] Una odisea espacial, 48 años después, a lo grande

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Una tarde de finales de invierno, cerca de Almudévar, en la que hubo un eclipse de luna; la película de hoy juega con eclipses, alineamientos, conjunciones, oposiciones… astronómicas, claro.

2001: A space odyssey (1968; extra/20251128)

Debió ser en 1977. Un año en el que en España pasaran muchas cosas, después del referendo de la ley de reforma política en el més de diciembre de 1976, y de la convocatoria de cortes constituyentes en junio de ese 1977. No sé llamó así a la convocatoria. Simplemente elecciones generales. Pero bueno, todo el mundo sabía que tenían que redactar una constitución nueva. Y por aquel entonces, no recuerdo exactamente la fecha, supongo que al socaire de los nuevos tiempos y las nuevas tolerancias, el cine Rialto, tradicional cine de reestreno, lo que en otros ámbitos se llamaba un cine de barrio, se convirtió para asombro de un vecindario de clase obrera, en cine de arte y ensayo. Ahí es nada. La cuestión es que, estando yo acostumbrado a ir al cine los domingos por la tarde al Rialto, en la cuesta de la avenida de San José de Zaragoza, a cinco minutos escasos de mi casa, cuando era un cine de reestreno, de péplums y espagueti-westerns, seguí yendo a ver las películas que de repente allí empezaron a proyectarse.

Tengo el recuerdo de que fue allí donde vi por primera vez, en una sala de cine, la película 2001: A space odyssey, aunque doblada al castellano, o sea, 2001: Una odisea del espacio. Y tengo el recuerdo muy nítido… aunque no puede ser. Porque el Rialto se convirtió en sala de arte y ensayo en octubre de 1977. Yo acababa de empeza 1º de BUP, el bachillerato unificado y polivalente del ministro tecnócrata franquista Villar Palasí. Que conste que todavía hay muchos que piensan que aquella EGB y aquel BUP eran mejores que casi todo lo que ha venido después. No tengo criterio. No soy ducho en pedagogía y no tengo hijos que me lo pongan en perspectiva. Pero lo que sí recuerdo es que, unos meses antes, cuando todavía estaba en 8º de EGB, u octavo de básica, el profesor de ciencias, el señor Ibarra, quien sabe si había llegado todavía a los 30, pero era serio y con la barba me parecía muy mayor, nos preguntó una tarde si alguien había visto la película. Y yo levanté la mano. La había visto. Luego no pudo ser el Rialto. Fui el único que levanté la mano. Me preguntó que me había parecido y qué había entendido. No recuerdo qué respondí, pero sonrió levemente, ya he dicho que era serio, y dijo que muy bien. Existe la posibilidad que viese la película en el cine Arlequín, que había recibido este nombre en 1976, antes era el Fuenclara, por estar en el palacio de este nombre. Y que aunque formalmente no era de arte y ensayo, recuperaban películas prohibidas durante la dictadura, para estrenarlas con los nuevos tiempo. Recuerdo perfectamente El gran dictador de Chaplin. Pero no estoy seguro. Me gustaba ir al Arlequín con las personas que iba…

En cualquier caso, aquella visualización de 2001… fue uno de los hitos que me marcó en mi afición al cine. En lo que se refiere a 1997, también fue el estreno de La guerra de las galaxias, pero también, como he dicho, el año del Rialto como cine de arte y ensayo, lo que me condicionó mucho. Les vacances de monsieur Hulot, Solyaris,… y otras muchas, película impensables para un adolescente, entonces y ahora, pero que devoraba con pasión… y me convirtieron en un «raro» de por vida. Fíjate tú que forma de enfocar mi afición a las aventuras espaciales; 2001… de Kubrick, la galaxia de Lucas y Solyaris de Tarkovsky, en un espacio de dos años. Dos de arte y ensayo, aunque la de Kubrick se estrenó en salas convencionales en todo el muno y una supercomercial. Dos norteamericanas y una soviética. Y tres estilos totalmente distintos.

Con el tiempo, volvía a ver 2001… en salas de cine varias veces más. Al menos dos veces en los cineclubs universitario mientas estudiaba en la facultad. Y en los años 90 algún reestreno con versiones restauradas. Desde el momento en que salió al mercado la película en formato DVD la compré, la tengo por ahí, muerta de asco, pero la vi con frecuencia, una vez al año durante varios años. Y en su momento compré, con más calidad, la versión blu-ray, aunque probablemente sólo la viese un par de veces en ese formato cuando compré en 2007 el televisor de plasma que todavía tengo y uso, al que estoy acostumbrado. Y siempre encontraba algo nuevo. Algún detalle que ampliaba mi comprensión de la película. No sólo eso, en casa de mis padrinos, con una de cuyas hijas iba al cine arlequín, siendo ella una veinteañera cuando yo tenía 13 o 14 años, tenían la biblioteca Salvat, una colección que se vendió por entregas de 100 libros de la literatura mundial. Y allí estaba la novela de Arthur C. Clarke, escrita tras la película, en la que la Discovery, en lugar de a Júpiter, se dirigía a Japeto, una de las lunas de Saturno. Como me gustaba el capítulo sobre la maniobra de aceleración en la órbita de Júpiter. La leí varias veces. De las secuelas que escribió Clarke nada diré, porque no pegan ni con cola. Además, son secuelas de la película y no de la novela. Todo pasa en Júpiter.

En estos momentos, en Zaragoza, en el cine Palafox, se está emitiendo de nuevo la película en pantalla grande. En la sala 4, que es la tradicional del cine Palafox, antes de que se convirtiera en multicines. Una proyección de una copia de época, de los años 60, en buen estado, en formato 70 mm, para ver la película en toda su gloria visual, como la vieron los espectadores de la época del estreno mundial, y con la banda sonora incorporada, con sus defectillos acumulados. Qué espectáculo más maravilloso. Qué grande era Kubrick. Hacía tiempo que no me sentía tan emocionado por una experiencia cinematográfica. De las que son raras en estos momentos. Donde algunas cosas ya no maravillan… porque se dan por descontado. Pero en aquellos momentos… qué maravilla. Y qué historia. Qué momentos. Ganas me dan de volver a ir antes de que la quiten para siempre… o hasta el próximo evento dentro de unos lustros o décadas. Quién sabe.

Valoración

Dirección: *****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: *****

[TV] Cosas de series; tradicional ronda de aventuras galácticas, con flotas estelares y fundaciones varias

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Carlos en plata. En el recinto de la Exposición Zaragoza 2008 con Hasselblad 500CM y película experimental Harman Phoenix, primera generación.

Como la aventura espacial ha sido un género que siempre me ha resultado atractivo, no es de extrañar que me apunte a ver, al menos en sus primeras temporadas, las series que se estrenan de este género. Miedo me da… que me acabo de enterar que va a haber una tercera versión de Battlestar Galactica, con lo estupenda que fue la segunda, y con lo entrañable que resultó la cutredad de la primera. Qué se le va a hacer. Pero hoy vamos con dos series que van más o menos a la par, y ambas han llegado este verano a su tercera temporada. Eso sí, dos series muy muy muy diferentes.

Empecemos por la que menos me interesa. Se trata de Star Trek: Strange New Worlds, que viene a ser la precuela de la serie original, o una de ellas. La Enterprise, pero con otra tripulación, aunque algunos de sus miembros ya estaban aquí… en edades más jóvenes. Nunca he sido un especial aficionado a Star Trek, lo he comentado en más de una ocasión. Le tengo un cierto cariño a la serie original, algunos de cuyos episodios vi en la infancia. En aquella época, cierto grado de cutredad, desde el punto de vista actual, era inevitable. Pero estaba bien para los estándares del momento. Y yo era un niño al que aquellas aventuras atraían mucho. Pero a partir de los largometrajes que se hicieron después desde finales de los años 70 y durante los años 80 y 90… esa cutredad me resultó chirriante. Porque eran cutres. Y decidí que no era mi cosa. Diversos relanzamientos posteriores tampoco me interesaron por distintos motivos. Pero en las últimas décadas ha habido alguna serie que me ha parecido curiosa, y he seguido en mayor o menor medida.

La que hoy nos ocupa, siendo fiel a los esquemas de tiempos pasados, lo cual no necesariamente es una buena referencia salvo que sea la serie original, no me disgustó en sus dos primeras temporadas. El reparto trabajaba de forma bastante competente, con algunos personajes que generaban cierto grado de empatía, algo indispensable que un producto de mero entretenimiento que recorre caminos trillados atraiga. Sin embargo, en esta tercera temporada… algo no ha cuajado. Y aunque ha habido algún episodio entretenido, he vuelto a tener en no pocos momentos la sensación de apatía que me despertaban muchas de las producciones del universo Star Trek en el pasado. Incluso algunos personajes que me resultaban especialmente simpáticos en el pasado… han empezado a resultarme antipáticos. Creo que tienen previstas al menos dos temporadas más, pero en estos momentos no puedo asegurar que me enganche a la serie de nuevo.

Seguiremos por Murderbot, una serie de aventuras planetarias en el espacio, que se puede ver en Apple TV+, de capítulos cortos, que oscila entre la aventura, la comedia y la parodia. Un robot androide, aficionado a los culebrones televisivos espaciales, que se libera en un momento dado de sus restricciones para hacer daño a los seres humanos, siendo un potencial asesino, que es asignado para garantizar la seguridad de una expedición científica a un planeta. Un grupo de científicos idealistas, pacíficos, cándidos, bienpensantes, sin jerarquías, dialogantes, y un tanto flower power, que se ven obligados a enfrentarse a amenazas imprevistas en el planeta, cuando se encuentran que no están solos, que hay otras expediciones en el planeta, y que los miembros de una de ellas han sido asesinados. No creyendo en la violencia, siempre a desconfiado de su androide de seguridad; pero tendrán que aprender a confiar en él si quieren sobrivivir. Porque en su candidez, son presas fáciles, muy fáciles.

Sinceramente, me asomé a esta serie porque era una aventura espacial, y porque me generó cierta curiosidad. Aunque no sabía qué me iba a encontrar. Al final resultó una sensación ambivalente. Mejor de lo que esperaba, pero con la sensación de que podía estar mejor todavía. Pero no está mal. Se deja bien. Tiene buenas críticas, y con razón. También los votantes en IMDb la apoyan. No será un exitazo, pero contenta a crítica y público. Parece que habrá una segunda temporada. Veremos que derroteros lleva. Está basada en unas novelas de Martha Wells, y la serie de libros es bastante extensa. Material tienen en abundancia.

Mucho más interés me despertaba la tercera temporada de Foundation. La serie inspirada, y hasta cierto punto basada, en la obra original de Isaac Asimov me enganchó mucho en su segunda temporada, que me pareció excelente. La primera no estuvo mal. Pero fue una temporada de «aclimatación» para los que habíamos leído (repetidamente) los libros de Asimov. Porque obviamente… no era lo mismo. Y como esperabas algo,… muy parecido,… pues hubo que aclimatarse. En la segunda temporada, asumiendo ya que se trata de una historia distinta, aunque los nombre de los personajes y los lugares se parezcan o sean los mismos que en los libros, aunque ni siquiera se parezcan, lo que nos estaban contando era interesante. Y además estaba bien contado. Lo cierto es que fue una temporada que disfruté bastante. Lo cual estaba bien… Pero también, preocupante. ¿Sería posible mantener el nivel?

El nivel de realización y de interpretación de la tercera temporada a estado al mismo nivel que las anteriores. Pero se enfrentaba a uno de los arcos argumentales más importantes de la trilogía de Asimov, la segunda parte de Fundación e Imperio, el segundo libro de la trilogía, con el surgimiento del Mulo desbaratando el plan Seldon. No pongo a idea los nombres de los intérpretes que actúan, para no destripar las sorpresas de la trama. No. No suceden las cosas como en los libros. Se desvían bastante. En varios aspectos principales. Quien es el héroe o la heroína en los libros puede convertirse en villano o villana en la serie, y viceversa. Los cambios, que quizá indignen a los puristas de la versión literaria, me parecen aceptables. Aquellos relatos empezaron en los años 40 del siglo XX. Desde 1942, hace 80 años aproximadamente, en forma de relatos cortos, y como novelas integradas a partir de 1951. Que se hayan actualizado las historias, los personajes, los perfiles,… me parece bien. El personaje del Mulo, aunque no conserva su personalidad, ni siquiera es el mismo personaje, si que conserva la esencia. Y ese arco argumental está bien. Pero en el arco argumental de los emperadores clones… tengo miedo de que hayan desbarrado algo, e incluso que, para mí por lo menos, tal vez no para otros, en el último extremo hayan saltado el tiburón. Quizá no sea para tanto… pero en varias ocasiones la historia de los Cleon y Demerzel me rayó un tanto. Este último personaje, Demerzel,… o R. Daneel Olivaw, es probablemente el que peor llevo que se haya modificado tan profundamente su personalidad… Sip. Mucho cariño le tuve a R. Daneel Olivaw en mi juventud. Pero seguiré fiel a la serie. Seguro.

[Libro] Antimatter blues – Edward Ashton

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Las cárcavas de los alrededores de Daroca me servirán para ilustrar la geología de Nilfheim, el planeta que colonizan Mickey Barnes y sus «amigos».

Sinceramente, no voy a perder mucho tiempo comentando este libro. Que, ya adelanto, es un entretenimiento razonable, pero poco más. Terminé de leerlo en el viaje de ida a Sicilia. Aunque como digo es entretenido, se me había atascado, y llevaba arrastrándolo desde el viaje de vuelta de Berlín. Un montón de semanas para lo que es. Y lo que es no es otra cosa que la segunda parte, la continuación o una aventura más de Mickey 7, un libro que comenté hace unos meses, y cuya adaptación cinematográfica comenté hace unas semanas. Escrito por supuesto por Edward Ashton, el mismo autor que su aventura predecesora.

Y cogemos a Mickey, su novia y algunos otros conocidos personajes más un par de años después del final de la anterior aventura, cuando las cosas parece que van bien para la colonia humana, que está en paz con los aborígenes del planeta. Parecen. Porque en realidad, unos problemas con la fuente de energía de la colonia hace que las cosas pinten mal, especialmente si el buen tiempo actual termina y vuelven los fríos gélidos que se encontraron los colonos al llegar. La única solución será recuperar la bomba de antimateria que Mickey entregó a los aborígenes. No les llaméis alienígenas. Que en este planeta los alienígenas son los humanos. Y el encargado de recuperarla será Mickey con unos cuantos más, que lo tendrán complicado cuando descubran que en el planeta hay una guerra latente entre distintos grupos alienígenas. Y que establecer pactos y compromisos con unos o con otros es muy muy muy complicado.

Sinceramente, este libro no aporta gran cosa a las propuestas de su predecesor. Para mí es simplemente un intento de ingresar unos buenos dineros aprovechando el éxito del libro original, y la expectación generada por su adaptación cinematográfica. Así que mantiene ese tono de aventura entre la comedia y el drama, y nos encontramos ante el típico viaje del héroe y sus compañeros de ida y vuelta en territorio hostil, para conseguir un fin que parece imposible de conseguir. Entretenido. Sin más. Si este hubiese sido el primer libro de la saga, no hubiese repetido. Tampoco me arrepiento de haberlo leído. Pero si se aventura el autor en una tercera entrega, tampoco me ha dejado con ganas de más. Es lo que hay.

[TV] Cosas de series; cuando las parodias y las imitaciones me complacen más que el original

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Un clásico en Star Trek es que el cuartel general de la Flota esta en San Francisco, y las correspondientes vistas del Golden Gate.

Desde hace unos días, está disponible en Netflix la séptima temporada de Black Mirror, una de las series de televisión de más éxito, y al mismo tiempo más valorada por la crítica, de los últimos quince años. Hasta la fecha, no me he perdido ningún episodio. Salvo por el hecho de que de esta séptima temporada sólo he visto dos de momento y me faltan cuatro. Es decir, voy a ponerme a comentar cosas sobre la misma sin haberla visto entera. Lo entenderéis, más adelante. No puedo negar que la serie tiene sus altibajos, dentro de su buena factura general. Y que suelo preferir cuando entra en modo comedia, parodia o exageración que cuando entra en modo terror. Pero es una serie imprescindible para ofrecer una mirada crítica a los adelantos que los avances en las tecnologías de la información nos han aportado a nuestras vidas en este primer cuarto del siglo XXI. Qué cosas… parece que hemos estrenado siglo hace nada, y ya nos hemos comido una cuarta parte. En fin.

El caso es que ayer mismo vi la primera continuación o segunda parte de un episodio dentro de la serie. Se sobrentiende que la mayor parte de los episodios transcurren en el mismo universo de ficción. Obsérvese la cantidad de San Juníperos (hospitales, escuelas, hoteles,…), que llevan este nombre dentro de la serie desde el exitoso episodio que llevaba ese título, uno de los mejores, que allá por la tercera temporada. Imprescindible y propio de una antología. Pero otro de los mejores, y que también puede entrar en una selección antológica, fue el dedicado a la nave espacial USS Callister. En esta séptima temporada podemos presenciar la continuación de aquella aventura protagonizada por Cristin Milioti, Jesse Plemons y Jimmi Simpson, entre otros. Como he dicho, la única clara continuación de la misma historia, aunque pueda haber guiños al hecho de que todo suceda en un mismo universo de ficción.

El hecho de que aquella historia haya merecido una segunda parte, no estrictamente necesaria en mi opinión, se puede deber a dos motivos. El primero es que es uno de los episodios más valorados de la serie, de más éxito. En lo que influye mucho el carisma de Milioti, una actriz que, en la práctica, no ha salido del ámbito televisivo, aunque cuando me la he encontrado por ahí me ha parecido siempre que tenía potencial para más cosas. O quizá simplemente hace papeles que le van a su forma de actuar y a su físico. A lo tonto modorro, cuando fui consciente de su existencia como la chica del paraguas amarillo en una divertida y entrañable serie, era todavía una veinteañera, cuando ahora ya se acerca ya a los cuarenta si no los tiene ya. Pero también influye, y es el segundo motivo, que además de los elementos de crítica que acarreaba aquel episodio, como todos los de la serie, era una parodia, al mismo tiempo que un homenaje, a una de las sagas/franquicias más celebradas de la ficción televisiva y cinematográfica, Star Trek.

A pesar de que siempre me han gustado las aventuras espaciales, literarias, televisivas o cinematográficas, que me han aportado muchos buenos momentos (y no pocas decepciones), Star Trek no ha formado pare de las que me hayan enganchado. Tengo recuerdos muy cariñosos de la serie original, que se emitió en España durante mi infancia bajo dos títulos diferentes, La conquista del espacio y Viaje a las estrellas. No creo que viese todos los episodios. Pero sí unos cuantos, que me gustaban bastante. Era antes de que llegase mi adolescencia en la que vi 2001: A Space Odissey, Star Wars y Solyaris, tres aventuras espaciales muy distintas, pero que definieron mi afinidad por el género. Las tres las vi en el cine entre los años 1977 y 1979. 2001 y Solyaris en el cine Rialto de Zaragoza, tradicionalmente cine de barrio en San José, en el breve periodo en que fue cine de arte y ensayo. Y la otra… como todo el mundo en algún popular cine de la ciudad. El Don Quijote creo que fue, uno de los más grandes y nuevos de aquella época. Ambos desaparecidos. Pero siguiendo con lo que estaba, siempre he tenido la consideración de que todo era muy cutre, desde el relanzamiento de la franquicia en cines en el año 79 con una película que me pareció horrenda, como todas las que siguieron en la década y media siguiente. El aumento del nivel en la producción que llegó con J. J. Abrams hizo que dejará de ser cutre, pero pasaron a ser películas efectistas, sin mucha sustancia real en sus historias. Hasta las narices de los flares originados en los objetivos anamórficos de los que abusa en sus producciones.

Con posterioridad, alguna serie me ha parecido interesante y menos cutre, y alguna serie de animación me ha divertido… pero sin más. Y lo más curioso es que siempre me lo he pasado bien con las parodias/homenajes. La primera que me viene a la memoria fue la infravalorada Galaxy Quest (Héroes fuera de órbita), en la que lo que se parodia no es a la propia serie, sino a los actores y productores de la misma, cuando se ven en la obligación de llevar su simulación en la pantalla a la vida real ante una amenaza alienígena. Un cachondeo en la que sus prestigiosos intérpretes se lo debieron pasar muy bien, a la que quizá le faltó un poquito más de mala baba. Yo la recuerdo con cariño. Creo que me lo pasé muy bien. Quizá porque me parecía bien parodiar una serie que yo asociaba con cierto grado de cutredad a pesar de su popularidad, como sucedía con los protagonistas de la ficción en la película. La disfruté infinitamente más que cualquier largometraje de la franquicia original hasta ese momento. Creo que con el tiempo se le ha valorado mejor que lo que fue en su estreno.

Y la serie que también disfruté un montón, un plagio en las formas, consentido, sin duda, de la franquicia original, fue The Orville. En las formas, que no en el fondo y contenido. Si la franquicia original iba de «vamos a llevar por toda la galaxia el buen rollito, la paz y la amistad», cosa que han valorado mucho los trekkies por los «valores» que representa la serie, la serie de Seth MacFarlane era una respuesta directa clara y concreta al trumpismo. MacFarlane vio venir el triunfo del populismo del aprendiz de dictador, y sacó, coincidiendo con el comienzo del mandato de ese personaje, una serie que detrás de su aspecto paródico estaba llena de críticas sociales y políticas a los nefastos valores del populismo de derechas. Y además los personajes eran simpáticos, tenían carisma, estaban bien interpretados, y si la serie no tenía un nivel de efectos especiales de primera, maravillosos y pirotécnicos, daba igual porque no iba de eso. Y además, a pesar de ello, como no se avergonzaba de lo que quería ser, no resultaba cutre. Cutre no quiere decir sin recursos. Quiere decir «quiero y no puedo», pretendo ser lo que no soy.

Y antes y después, llegó la USS Callister de Black Mirror, que con una visión distinta, un buen nivel de producción, y un buen trabajo interpretativo, nos trajo también unas historias interesantes, necesarias y encomiables. Ambas, especialmente la segunda, con 90 minutos de duración, son prácticamente largometrajes, que cuentan su historia con competencia. Y que marcan definitivamente el hecho que me ha hecho escribir esta entrada como lo he hecho. Las parodias de Star Trek me gustan y me interesan mucho más que la franquicia original. Es lo que hay.

[Cine] Mickey 17 (2025

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Glaciares e icebergs en Islandia.

Mickey 17 (2025; 16/20250319)

Me enteré de que se iba a estrenar esta película hace dos meses, cuando preparaba mi comentario sobre la novela en la que se basa y que había terminado de leer unas semanas antes. En ese momento, ni siquiera había una fecha de estreno para España. Para la mayor parte del mundo estaba prevista para principios de marzo… y al final ha resultado que en España también. Lo cierto es que la novela me gustó. No es la octava maravilla de la ciencia ficción, pero era bastante disfrutable. Muy divertida. Y su adaptación al cine venía avalada por estar dirigida por Bong Joon Ho, oscarizado director surcoreano, que ha hecho una variedad de películas bastante interesantes.

Es cierto que había un detalle que me mosqueaba. Ese ‘1’ delante del ‘7’. Eso implicaba que la adaptación se tomaría sus libertades. Y tal y como yo percibía la obra literaria original, era fácilmente transplantable al cine sin necesidad de adaptaciones especiales. Si ya estaba bien… ¿necesariamente los cambios la llevaría a ser mejor? Este tipo de cuestiones me generan serias dudas. Y, desde mi punto de vista, y a pesar de que la película ha recibido buenas críticas, aunque no unánimes, de alguna modo falla.

La película tiene un planteamiento inicial similar al del libro, Mickey 17 (Robert Pattinson), un clon considerado «trabajador prescindible» en una incipiente colonia humana en un exoplaneta que ha resultado estar en una fase de bola nieve, cae por una grieta de un glaciar, se le da por muerto, y se «imprime» un nuevo clon, Mickey 18 (también Pattinson, claro). Pero los seres vivos originales del planeta lo salvan, y eso crea una situación tabú. No puede haber seres humanos «repetidos». Ambos Mickeys intentarán evitar ser exterminados, pero todo acabará viéndose enredado, incluso con la colaboración de la novia de… ¿ambos? (Naomi Ackie). Además la colonia está gobernada por un dictadorcillo fascistoide (Mark Ruffalo) y su esposa (Toni Collette). Y está la «amenaza» de las criaturas que han salvado a Mickey 17.

Con una realización correcta y con interpretaciones correctas, tendentes al histrionismo, a la exageración, pero porque así lo pide el planteamiento de la película, esta adquiere un tono de comedia satírica, ácida. En ocasiones comedia negra. La novela original, mucho menos cómica, más aventurera y de acción, llevaba consigo un cierto comentario social y político, asociado a los intereses económicos de las civilizaciones, a los riesgos de la colonización de lo desconocido, convirtiendo los nuevo asentamientos en lugares sin ley o con una ley arbitraria, y sobre los genocidios. Podría ser incluso un western de frontera, en el que los «indios» son las criaturas del planeta. Incluso si no tiene el aspecto o las formas del western. También sobre los fanatismos religiosos y el desprecio al trabajador «prescindible» de una forma u otra. Algunos de estos elementos permanecen en la película, pero en un segundo plano, tomando protagonismo el fantoche dictadorcillo de la colonia, una mezcla de distintos dictadores fascistas con políticos y empresarios modernos fácilmente reconocibles.

Pero el desarrollo no me convence. Todo resulta atropellado. Y unas situaciones no siempre son una consecuencia clara de las anteriores. El papel de Mickey 18 está muy modificado con respecto al Mickey 8 del relato escrito, y eso cambia muchas perspectivas. Y genera de forma residual un cambio en la personalidad y la importancia de la novia de Mickey. De ser el contrapunto humano y comprensivo de la colonia frente a los fanatismos, o las rigideces paramilitares, se convierte simplemente en una persona a la que le gusta follar con los Mickeys. Y puestos a innovar, la científica modosita (Patsy Ferran) que recoge el testigo del humano empático y comprensivo, un personaje que no está en el libro, apenas recibe desarrollo. Todo ello me lleva a que conforme transcurre el metraje, me voy alejando de la película, llegando en la práctica a salirme de ella y sentirme insatisfecho. No sé si plantar una franca NO recomendación, porque tal vez quien se acerque a la película desde la falta de prejuicios por no haber leído el libro la pueda disfrutar. Pero… no sé.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: **

[Libros] The Flight of the Aphrodite – S. J. Morden

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. El capitán de la Aphrodite, la nave espacial de la novela de hoy, es italiano… y parece ser que «vivió» en Florencia. Así que nos daremos un paseo por las calles de la capital toscana.

No recuerdo dónde me recomendaron este libro. Supongo donde… y que venía acompañada la recomendación de una comparación con alguna otra obra… pero no lo recuerdo. Una aventura espacial. Nada de viajes interestelares y desplazamientos a velocidades superluminales mediante uno u otro de los recursos argumentales para justificar algo que prohíbe la teoría de la relatividad general. Vuelos interplanetarios o transferencias entre órbitas dentro de un sistema estelar o planetario usando propulsores basados en ciencia conocida y siguiendo las leyes de la gravitación. Escrito por Simon Morden, bajo S. J. Morden, es ciencia ficción dura… en gran medida. Ya veremos por qué.

Al principio de la novela nos encontramos a bordo de la Aphrodite una nave espacial en órbita alrededor de Júpiter, en una misión científica, pero en un entorno sociopolítico difícil, por el deterioro en las condiciones de vida en la Tierra, sometida a una crisis global del clima extrema, escasez de recursos, e inestabilidad política. La tripulación de la nave, internacional, esta formada por un cierto número de ingenieros, que controlan el funcionamiento de la nave, y científicos, que llevan a cabo un programa de observaciones y experimentos, y entre los cuales encontramos la médica y el psicólogo que velan por la salud de la tripulación. Pero algo va mal en la nave. El comportamiento de los tripulantes está empezando a mostrar anomalías. Y la explicación más posible (según el libro) es la exposición a la intensa radiación en la magnetosfera de Júpiter, que pone a dura prueba las capacidades de aislamiento de la nave para sus equipamientos y para la salud de los tripulantes. A las alteraciones del comportamiento de la tripulación, hay que añadir el descubrimiento de unas señales entre las lunas de Júpiter, una especie de gran reloj cósmico, que llevan a plantear la hipótesis de que en algunas de esas lunas hay estructuras activas de origen extraterrestre. Lo cual no es aceptado por todos y llevará a una completa desestructuración del funcionamiento de la nave con graves consecuencias.

Esta es una de esas novelas que conviene dejar reposar. Hubo un momento, mientras la leía, en que mis sensaciones eran raras. Negativas, incluso. El relato comienza bien, un escenario verosímil, dentro del ámbito de la ciencia y la tecnología conocida, hay que considerar que la acción se sitúa en un futuro a finales del siglo XXI, con un panorama sociopolítico más bien negativo, consonante con la evolución política y con la crisis global del clima que sea está viviendo ahora que hemos llegado al final del primer cuarto del siglo. Pero hay momentos en los que, el comportamiento de la tripulación y algunas de las situaciones planteadas resultan absurdas. Te tienes que obligar a recordar constantemente que la tripulación tiene alteradas sus capacidades cognitivas por esa acción teórica, negativa, del enorme campo magnético del gigante del Sistema Solar. Es conocido que la intensa radiación de la magnetosfera joviana supondrá fuertes desafíos en una hipotética misión tripulada a ese sistema. Si es que merece la pena mandar una misión tripulada, la propia novela ofrece, quizá sin querer, argumentos para no hacerlo. Por ejemplo, evitar la contaminación biológica de las lunas de Júpiter si se sospecha la posibilidad de sistemas biológicos propios en ellas. Ya hay protocolos para evitarla con sondas no tripuladas, imaginad lo que sucedería con una misión tripulada. La cuestión es que esos síntomas cognitivos… y tan diversos, dado que soy profesional sanitario… a veces me cuesta creérmelos. Y si no te los crees… la digestión de la historia en sus núcleo central es difícil.

No obstante, si salvas esos contratiempos serios que asaltan la suspensión voluntaria de la incredulidad del lector, o al menos de este lector, el conjunto tiene un indudable interés. La novela no deja de ser una crítica a la deriva de la humanidad hacia un deterioro de las condiciones físicas del planeta que nos alberga, como de las condiciones políticas de las organizaciones humanas. Y también es una reflexión a cómo se puede reflejar estos hechos en misiones futuras tripuladas, grupo humanos confinados, en un medio, el espacio interplanetario/interestelar, extremadamente hostil a la vida organizada. Extremadamente hostil. Sean cuales sean los mecanismos por los que se puedan desencadenar las mezquindades del espíritu humano, es algo a tener en cuenta. La novela es relativamente pesimista, a lo largo de su desarrollo y en su desenlace. Pero quizá eso haga el mensaje subyacente más potente.

No voy a decir que esta aventura espacial pase a ser una de mis favoritas en el género. Pero a la larga me ha resultado interesante su lectura. Y el recuerdo y la sensación, unas cuantas semanas después de terminarla, la finalicé hace justamente un mes, ha mejorado con la reflexión y el paso del tiempo. Por lo que es, recomendable para los aficionados al género y a la ciencia ficción dura. No me atrevería a decir que es recomendable con carácter general para todo tipo de lectores. Un mínimo conocimiento de la ciencia hay que tener para disfrutar y valorar en su justa medida la obra. Es lo que hay.

[Libro] The mercy of gods – James S. A. Corey

Literatura

Las series de fotografías que ilustran las entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie.

James S. A. Corey es el seudónimo bajo el cual publican sus novelas conjuntos los escritores Daniel Abraham y Ty Franck. Y estos son los autores de la serie de ciencia ficción The Expanse, que se adaptó en una de las más interesantes series de aventuras espaciales de las últimas décadas. De las novelas en las que se basaba la serie, sólo leí una, que no estaba mal. Pero como ya me sabía la historia… pues no encontré mucho aliciente a seguir leyendo un montón de continuaciones posteriores. El libro era un producto digno, con razonable rigor… pero inferior a la serie de televisión. A pesar de ello, me he puesto con este primer libro de una saga… que igual sí que sigo… no sé si hasta el final, pero al menos mientras mantenga el interés.

No sé muy bien por qué diablos estas fotografías del entorno del puerto de Malmoe en Suecia me han parecido adecuadas para ilustrar la entrada. En cualquier caso, no he tenido ocasión de visitar y tomar fotografías en los planetas en los que transcurre la acción del libro.

He leído la versión original en inglés. La saga se denomina, traducida al castellano, La guerra de los cautivos, pero de momento sólo hay un libro publicado, que nos habla de esa piedad de algún tipo de dioses galácticos. Esencialmente, en la galaxia en la que viven los humanos, y a los que encontramos en un planeta que no es la Tierra, hay una guerra de dimensiones descomunales entre dos especies inteligentes. Una de ellas se dedica a conquistar los planetas en los que viven otras especies inteligentes y, si les son útiles, los aprovecha para sus fines bélicos. El planeta humano en el que viven nuestros protagonistas es conquistado. Y seguiremos las andanzas de un equipo de investigadores en biología molecular, que son llevados en cautividad a otro planeta. Si son útiles sobrevivirán, así como el resto de la especie, si no… no. Pero entre ellos, hay un «infiltrado» del otro bando.

He de reconocer que en los primeros episodios estuve a punto de dejarlo. Las cosas que me estaba contando sobre el equipo de científicos no me interesaban lo más mínimo ni veía una evolución clara. La cuestión es que como es una historia planteada con muy largo recorrido, los autores se han tomado el desarrollo de la historia con calma. Pero ya sabéis lo que decía Billy Wilder, de entrada hay que dejar al espectador sorprendido y sujeto a la butaca, y luego le cuentas tu historia. Aquí… esos primeros capítulos, no me dejaron sorprendido y sujeto al libro. Pero aguanté. Y la cosa va mejorando. Al final se nos dibuja un universo que no es carente de interés, con un problema a resolver que parece imposible para los protagonistas, pero que por algún sitio saldrá. Tiene cosas en común en su desarrollo con The Expanse… aunque no sé hasta que punto «copiará» el esquema en los siguientes libros. Pero al final esta primera historia dentro de la historia general me ha dejado buen sabor de boca.

Probablemente, cuando llegue el momento, me anime con la continuación. Luego… ya veremos.

[Libro] Mickey 7 – Edward Ashton

Sin categorizar

Hay varios motivos por los que decidí leer este libro de Edward Ashton, un autor incógnito para mí hasta ese momento. Un libro que, ya adelanto, me resultó entretenidísimo. El libro me vino recomendado por varias vías. Algunos comentaristas en internet,… de los que me fío a ratos,… y algún lector de carne y hueso de mi entorno,… de quien me fío bastante más. Pero además me enteré que próximamente se estrenará una película dirigida por Bong Joon Ho, el de Parásitos y Snowpiercer, entre otras, basada o inspirada, no sé muy bien, en esta novela. Se estrenará en un montón de sitios según IMDb, entre febrero y abril, aunque de España nada se dice. Así que, con esos antecedentes… tocaba darle una oportunidad. Además es una aventura espacial… un género de mis favoritos… a pesar de que también «me da muchos disgustos».

Los paisajes glaciares del Gornergletscher, en Suiza, cerca de Zermatt, me han parecido apropiados para ilustrar las aventuras en un gélido planeta.

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La cosa va de una nave de colonización lanzada a un planeta del que se tiene la confianza de que puede ser habitable, pero que acaba resultando una bola de hielo, en la que hay una probabilidad baja de que el intento prospere. Y además, hay una especie viviente demasiado hostil a los colonos. Uno de ellos es Mickey 7, el reemplazable. Lo de 7 es porque es la séptima iteración de una misma persona que, voluntariamente, porque tenía que huir de unos acreedores un tanto violentos, firma en este puesto. El reemplazable es un miembro de la colonia que realiza las misiones de mayor riesgo, con elevada probabilidad de morir. Pero cuyos datos biológicos y cuyos datos cerebrales, incluidos recuerdos, son conservados, por lo que es posible obtener un clon… y de alguna forma ser «inmortal». En una de las misiones se le da por muerto, pero no ha sido así, y regresa a la colonia encontrándose con que Mickey 8 ha sido activado. Y esto es un tabú en la colonia, por lo que uno de los dos tiene que ir a la escotilla de reciclaje de materia orgánica, si me entendéis el concepto. Aunque ninguno quiere. Y además el comandante de la colonia es un extremista religioso que odia a los reemplazables. Y hay una amante… a la que los dos creen tener derecho. Y la comida está racionada y se la tienen que repartir. Y Mickey 7 tiene un secreto… hay otra especie inteligente en el planeta.

Lo bueno de la ciencia ficción que se escribe con un razonable nivel de inteligencia es que habla de los problemas reales de las sociedades humanas. Los integrismos, los tabúes, las ambiciones políticas, las ambiciones económicas, la distribución de la riqueza en situaciones de escasez, la falta de planificación de imprevistos, la explotación de algunos trabajadores, etcétera. Pero en este caso lo hace con unas dosis de aventuras espaciales, mezcladas con una intriga de confusiones y juegos del gato y el ratón, con bastante dosis de humor. Un humor irónico, a veces despreocupado, a veces amargo, pero que funciona.

Y así, el conjunto es realmente muy disfrutable y recomendable. Y afortunadamente, una rareza siendo una aventura espacial, es una historia que se termina en un único libro, y no acaba siendo una «trilogía» de cuatro o cinco volúmenes, cada más innecesario que el anterior, como sucede en muchas ocasiones. Aunque tiene publicado otro libro con otra aventura del mismo protagonista… que ya veremos si leeré. Aunque creo que antes que leer esa segunda aventura de Mickey 7, igual me aventuraría con otras aventuras del Ashton. Los comentarios indican que el humor es una presencia constante en este autor… y eso ya me viene bien.

[Libro] El invencible – Stanisław Lem

Literatura

Me encontré de oferta hace un tiempo esta novela del maestro polaco de la ciencia ficción, Stanisław Lem (léase stanisuaf lem). No recordaba haberlo leído y lo cogí. Luego tardé un tiempo en leerlo. Siempre se colaban con preferencia otras lecturas. Hasta que hace unas semanas decidí que ya tocaba. Me pasó una cosa. Cuando comencé a leerlo, de repente, sentí como si me fuese familiar. No sería la primera vez que he leído un libro pensando que era la primera vez y luego me he dado cuenta de que ya lo había leído con antelación. Incluso con libros que me han gustado, como el reverenciado en los enlaces anteriores. Sin embargo, conforme avancé la historia, me resultó menos familiar… con lo que,… no sé. Desde luego no está reseñado en el Cuaderno de ruta con antelación. Pero puedo haberlo leído en mi juventud, cuando era ávido lector de aventuras espaciales.

Polaco el escritor de la novela, nos paseamos por Varsovia, con vistas al «Palacio de la Ciencia y la Cultura», construido a imagen y semejanza de la estalinista Universidad Lomonosov de Moscú.

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Hay un género dentro de la ciencia ficción que se ha hecho relativamente popular en las últimas décadas. O no tan últimas, si consideramos Alien como un antecesor claro que ha inspirado tantas otras historias. Sí. Hablo de las amenazas ocultas en la exploración espacial, bien en forma de monstruos aterradores, como el ya mencionado, bien por formas biológicas carentes de inteligencia, pero muy agresivas. Y así, la historia de una tripulación amenazada por una de estas amenazas biológicas o pseudobiológicas es casi un clásico. Y a eso se enfrentan los tripulantes de la nave espacial El invencible. Narrada desde el punto de vista del primer oficial de la nave, esta ha aterrizado en un planeta en el que se perdió una gemela que iba de exploración. La encontrarán, con la tripulación muerta, menos un hibernado, que ha perdido la capacidad de razonar y tiene la mentalidad de un niño pequeño. Pronto observarán que la biología del planeta se limita a los mares. En tierra, algo compitió contra los seres biológicos. Una evolución de las máquinas que un antigua civilización ya desaparecida alguna vez construyó. Y la tripulación de El invencible corre el riesgo de sufrir los ataques de estos seres no biológicos, no inteligentes, pero evolucionados y agresivos.

El concepto de vida tiene muchas definiciones. Pero hay dos que me gustan, una desde el punto de vista desde la termodinámica, y otra la que aplica de forma operativa la NASA para sus misiones. Ambas están mucho más relacionadas de lo que a los más profanos en ciencias les parecerá. Citando la Wikipedia, «termodinámicamente, la vida ha sido descrita como un sistema abierto que utiliza gradientes en su entorno para crear copias imperfectas de sí mismo. Otra forma de expresar esto es definir la vida como un sistema químico autosostenido capaz de someterse a la evolución darwiniana». Pues bien, Lem explora en esta novela de 1964, sesenta años hace, el concepto de sistemas capaces de sufrir una evolución de carácter darwiniano, pero no basados en sistemas químicos autosostenidos, sino en otros tipos de procesos físicos. Y hace todas esas décadas ya exploraba conceptos de nanotecnología y de máquinas minúsculas adaptables y reconfigurables según las necesidades del sistemas. Elucubraciones de ciencia ficción dura, a las que se asocia la angustia de una misión que no acaba de ir bien… que corren el riesgo de que acabe mal, muy mal.

Lem es un valor seguro. Me da igual si tal vez leí o no leí esta novela en mi juventud. Lo que estoy segura es que, años más tarde, probablemente esté en mejores condiciones para comprender el alcance y la profundidad de la propuesta del escritor polaco que cuando tenía 20 años. En el intervalo de tiempo que media, he leído y estudiado mucho que me permite tener una visión más amplia y completa de lo que narra este libro, más allá de la aventura en la que la mayor parte de los lectores quizá se queden. Muy recomendable.

[Libro] The last emperox – John Scalzi

Literatura

Termino con esta tercera entra la trilogía de La Interdependencia de John Scalzi. Tras un primer libro que me pareció ingenioso y divertido, pasamos a una segunda entrega que se quedó en entretenida, perdiendo en parte la gracia del factor novedad y en parte porque se centra en unas intrigas que se separan de lo importante del asunto, el análisis a través de la ficción de los sistemas plutocráticos, a veces falsamente democráticos, y los diversos ingenios que utilizan los escritores de ciencia ficción que se dedican a la aventura espacial, para resolver los «problemas» que genera para el ritmo narrativo el hecho de que la luz se arrastra por el Universo a la desesperantemente lenta velocidad de 299 792.458 kilómetros por segundo, en el mejor de los casos, es decir, en el vacío. Como ya comenté con la segunda parte, las traducciones al castellano de las obras de ciencia ficción, y otros géneros, últimamente son relativamente mediocres. Por ello, en esta última entrega, opté por la versión original en inglés, algo a lo que voy a tender cada vez más.

La dinastía reinante en «La interdependencia» es de origen chino, los Wu, por ello, para ilustrar esta entrada, me voy a uno de los impresionantes mausoleos de la dinastía Ming, en este caso en Nankín, antigua capital china. Nankín significa «capital del sur» (南京, Nánjīng), mientras que Pekín es «capital del norte» (北京, Běijīng).

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Habíamos dejado a la emperox Grayland II/Cardenia Wu de La Interdependencia resolviendo un intento de golpe de estado, que supuso la detención de la tercera parte de las personas influyentes en el sistema. Pero su principal rival, Nadashe Nohamapetan, escapó y sigue siendo peligrosa. Mientras, su científico preferido, y amante, sigue buscando una solución al colapso de las rutas que permiten el viaje interestelar y la supervivencia de esta civilización humana. Pero los peligros políticos existen. Una nueva conspiración para derrocarla está en marcha. Y parece una amenaza seria, aunque la dignataria no está indefensa ni mucho menos. Pero sabe que desenmascarar esta conspiración no servirá más que para poner en marcha la siguiente. Detener un intento de asesinato es poner la cuenta atrás para el siguiente. Y es necesario abrir el círculo vicioso. Aunque suponga hacer sacrificios. Hay que poner en marcha una solución definitiva a la inestabilidad, y dar garantías a la que realmente será la última emperox para que pueda gestionar la crisis.

No perderé mucho tiempo en el comentario. Porque sería repetirme sobre mis apreciaciones del segundo volumen. Aunque creo que este último volumen tiene algo más de ritmo y de interés que el anterior. Ciertamente, da más protagonismo a uno de los personajes secundarios, la malhablada y gran aficionada a los juegos de cama Kiva Lagos, que se ha convertido en una de sus personas de confianza. El capítulo de dedicado a la cautividad de esta en cierta nave espacial es realmente de lo más entretenido, me ha recordado a uno de los volúmenes más divertidos de la serie Astérix el Galo. En resumen, estamos ante una lectura entretenida, pero no tan brillante como prometía el primero de los libros de la trilogía. Incluso algunos aspectos del cierre de la crisis son cuestionables. Y no vamos a hablar de la existencia de un deus ex machina… porque el deus ex machina es parte del argumento desde el primer volumen, adquiriendo más importancia conforme avanza la trama, así que en realidad no se puede considerar un deus ex machina en el sentido de ser un malhadado recurso argumental, aunque casi.

Dicho lo cual, el conjunto de la trilogía es entretenido. Y puede ser una lectura recomendable para una situación de relax, o para circunstancias en las que una lectura que exija más concentración y atención no sea posible. Por ejemplo, como ha sido el caso, para leerla en los trenes y aviones que en los últimos tiempos me han desplazado de un lugar a otro de la geografía nacional o mundial. Este libro lo leí entre el viaje de vuelta en tren desde Sigüenza a Zaragoza, y el viaje de ida a Singapur.

[Libros] Emperadores espaciales de la mano de Arkady Martine y Allen M. Steel

Literatura

Durante esta temporada de primavera-verano, la aventura espacial ha vuelto con frecuencia a mi lista de lectura. Es un género que siempre me ha gustado. En parte por el anhelo de aventura, en parte por la ciencia que puede estar detrás de la aventura espacial realista, y en parte porque es un género capaz de generar reflexiones sobre el ser humano muy interesantes si el escritor sabe utilizar su potencial. Es fácil, en una persona de mi generación, echarle «la culpa» a Star Wars de estos gustos. Al fin y al cabo yo era un adolescente predispuesto a entusiasmarse con esa historia cuando se estrenó la primera de las películas de la saga, la que luego resultó ser el episodio IV. Pero el germen estaba puesto de antes. En mi niñez y primera adolescencia ya había leído alguna aventura más o menos interesante. Aun antes del estreno de la saga galáctica de George Lucas ya me había merendado 2001 A Space Odissey en un cine de arte y ensayo, y un par de años después, en el mismo cine el Solyaris de Andréi Tarkovski, adaptando la novela de Stanislaw Lem, que también leí. Qué decir la trilogía de la Fundación y otras novelas y sagas que fui leyendo en mi adolescencia tardía y en mi juventud. Algunas novelas las he vuelto a leer en varias ocasiones, como el Viaje interminable de Marion Zimmer Bradley, que me gustaría volver a leer en versión original en inglés, o la maravillosa Cita con Rama de Arthur C. Clarke, o la delicada Cánticos de la lejana Tierra, también de Clarke. Estoy hablando de obras que vi o leí antes de los 30 años.

Hay una tendencia desde hace unos años a crear universos espaciales de ficción basados en culturas extrañas inspiradas en muchas ocasiones en culturas del Asia oriental. No puedo asegurar que sea así en el imperio espacial que crea Arkady Martine. ¿Quizá los nombres sugieren que está más bien inspirado en alguna cultura mesoamericna? Es muy posible. En cualquier caso, he optado por fotografías procedentes del Asia oriental. Del monasterio de los Diez Mil Budas en Sha Tin, en los Nuevos Territorios de Hong Kong.

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Porque después de esa edad empecé a llevarme desilusiones. Había leído o visto historias tan estupendas, de las que hacen soñar, imaginar o pensar, que de repente empezaron a llegar a mí películas o novelas en las que se habían perdido los elementos que habían provocado estas reacciones para entrar en la fórmula… del superventas aplicado a la ciencia ficción. No entraré en detalles. No me merece la pena. Es cierto que de vez en cuando he vuelto a encontrar aventuras y epopeyas espaciales interesantes o de gran calidad. Pero incluso algunos derivados de las anteriores se convirtieron en pestiños de preocupar. Cita con Rama nunca debió tener secuelas. No vamos a entrar ahora en la segunda trilogía de Star Wars y sus múltiples defectos. En las trilogías de cinco, seis u ocho volúmenes. En la precuelas de la Fundación de Asimov en la que se estira la idea y los argumentos hasta el absurdos. En fin… cosas. Pero en los últimos tiempos he encontrado diversión en alguna cosita.

Me encantó el relato corto The emperors of Mars de Allen M. Steel. Lo encontré recomendado en un hilo de Twitter. Y me entró la curiosidad. Ciencia ficción dura, en el sentido de que hay elementos que, con el tiempo, harán que esta historia sea posible en la realidad. Quizá en un plazo más largo del que los más optimistas imagina. Pero con alma. Una base en Marte, con científicos y trabajadores que pasan un tiempo para ganarse un buen dinero y luego hacer realidad sus planes de vida de vuelta en La Tierra. La versión moderna de ir a «hacer las Américas» para encontrar un futuro. Y el duelo, cuando uno de esos trabajadores, en la distancia, sin poder hacer nada, pierde lo que más quiere, a su prometida embarazada. Y un duelo patológico le lleva a convertirse en el «Emperador de Marte». Es una historia estupenda, muy recomendable, ganadora de varios premios, que se lee tranquilamente en una tarde, bien escrita, con empatía. Lo que decía. Con alma, con corazón.

Otro tono muy distinto tiene la también premiada A memory called Empire de Arkady Martine. Fue la primera novela de esta autora norteamericana, que previamente tenía una trayectoria de escribir relatos cortos. Martine crea un universo en el que la especie humana se ha extendido por la galaxia, ha formado un gran imperio que dura ya siglos, aunque permanecen algunos asentamientos independientes en la periferia de ese imperio, siempre en riesgo de ser absorbidos, por las buenas o por la fuerza. Existen también alienígenas que, o bien son amenazados por el imperio humano, o pueden ser una amenaza para este. En este entorno, una joven embajadora de una serie de estaciones espaciales independientes, dedicadas a la minería, se dirige a tomar su puesto en la capital del imperio. Dispone de una tecnología propia de su cultura, un implante cibernético cerebral, que le permite compartir la memoria de sus antepasados en el puesto. Y sus misiones son mantener por la vía diplomática la independencia de las estaciones a las que representa, y dilucidar la muerte de su antecesor en extrañas circunstancias. Pero el implante fallará cuando se encuentra ante el cuerpo muerto del anterior embajador. Y se ve metida en un ambiente de inestabilidad política por la sucesión imperial, mientras que también sufre un atentado contra su vida, en un entorno y en una cultura, refinada, pero extraña, y a veces violenta. También encontrará aliados, a veces inesperados, para salir adelante en su misión.

Esta novela tiene un comienzo interesante, lo que me hizo cogerla con ganas, pero tras este comienzo, durante unos capítulos se embarra en una larga presentación de situación, supongo que la autora está especialmente interesada en mostrar la riqueza de su imaginación a la hora de crear este universo, y en narrar algunos incidentes con más o menos trascendencia a largo plazo. Para mí, que soy partidario de cierta economía de medios, me produjo cierto atasco en la lectura. Pero poco a poco se va animando, avanzando en paralelo la peripecia criminal y la peripecia política, ambas interrelacionadas, por lo que al final consideré que la lectura del libro había merecido la pena. Es cierto que hay cosas que están sacadas por los pelos, como la historia romántica que sucede de repente en el tramo final del libro entre dos de los personajes, entre dos mujeres, que sinceramente me parece que no aporta y que no se justifica del todo por el transcurso de la novela. Pero bueno… parece que la autora convive con otra mujer, y quería dejar su apunte de diversidad en su libro. Pues vale. No tengo absolutamente nada en contra de la diversidad. Al contrario. Pero los elementos argumentales tiene que tener que ver con lo que se cuenta, y no forzar las cosas, cosa que sucede con frecuencia.. Me dicen, me cuentan, que hay una segunda entrega en este universo, en la que tal vez esta historia romántica tenga su papel. No lo sé. Tampoco he decidido si voy a seguir adelante con su lectura. El balance final ha sido positivo,… pero con un entusiasmo limitado. Creo que la novela tiene una extensión que no justifica lo que cuenta. Pero es lo que hay.

Lo de Arkady Martine es un pseudónimo de AnnaLinden Weller. Y me ha recordado a un personaje de la Segunda Fundación de Asimov, Arcadia Darell, una adolescente que quiere ser escritora y que insiste en ser llamada Arkady. No he encontrado ninguna referencia a si ambas cuestiones están relacionadas. Es una ocurrencia mía repentina.

[Libro] El imperio en llamas – John Scalzi

Literatura

Lectura de tono ligero propia de la época veraniega, se supone, aunque yo nunca me he fijado en ese tipo de cosas. Si me apetece algo ligero, lo leo sea cual sea la época del año. Si me apetece algo con más enjundia,… pues los mismo. En cualquier caso, decidí a mediados de julio seguir con la serie de La interdependencia de John Scalzi, dado que con el primer volumen de divertí bastante. Con la esperanza que siguiese en el mismo tono. Y no se cumpliese el dicho aquel de que «Nunca segundas partes fueron buenas». Veamos pues cómo ha evolucionado la crisis de ese imperio plutocrático que Scalzi denominó La interdependencia.

El imperio espacial que imagina Scalzi es plutocrático. La clase aristocrática la constituyen los comerciantes. Las plutocracias han sucedido en diversas épocas de la historia humana. La civilización fenicia-cartaginesa, las ciudades estados italianas como Venecia o Génova, o la Hansa en el norte de Alemania y el mar Báltico, como en las ciudades que visitamos recientemente en nuestra escapada alemana. Algunos críticos de la política actual dicen que las democracias liberales occidentales son plutocracias disfrazadas de democracia.

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Habíamos dejado terminado el primer con las dificultades de la nueva emperox de La interdependencia para afrontar el colapso que amenaza al imperio plutocrático humano. Cuyos primero síntomas ya se manifiestan con la ruptura de las rutas de comunicación con uno de los planetas del imperio. Y además, con el atentado fallido contra su vida. En este segundo volumen, la emperox, y su científico favorito, no sólo en el ámbito académico, también en el dormitorio, tendrán que comenzar a buscar soluciones al problema del colapso, al mismo tiempo que sortear las conspiraciones que buscan derrocarla del puesto.

Este segundo volumen se ha caracterizado para mí por dos cuestiones principales. Con carácter general, sigue siendo una lectura muy entretenida de aventuras espaciales, con algún momento muy logrado en el que mezcla la acción y el humor, pero ha perdido profundidad en el comentario social y político que conllevaba el primer volumen. Es un libro que ha perdido profundidad, se sitúa a un nivel de mero entretenimiento. Buen entretenimiento, pero nada más. En otro nivel, es lamentable el bajo nivel de las traducciones. Desconozco como funciona ese mundo, como es el mercado de los traductores, sus costes, cómo se eligen… no sé nada. Lo que más he llegado a bucear en el tema fue cuando hace años vi un documental sobre las dificultades de traducción de una novela en japonés, de Haruki Murakami, a un idioma europeo. En cualquier caso, constantemente me chirriaban conceptos fuera de lugar en su traducción, imaginando cual sería el original en inglés.

Voy a poner un ejemplo. Pero que no es el único. Nunca me quejo de algo a propósito de un caso. A propósito de un caso nunca se demuestra nada. Así que tomadlo como ilustración de un problema más general. En los puestos políticos de cierta responsabilidad, también en las organizaciones militares, existe un cargo adjunto al del político o el militar importante que en inglés se denomina chief of staff. Si te vas al traductor de Google, te dirá que es el jefe de personal. Pero cualquiera que tenga una cierta información sobre la cosa sabrá que, en castellano, ese término no se traduce como jefe de personal, como sistemáticamente encontramos en esta novela. Cuando se refiere a un político, es el jefe o jefa del gabinete del cargo político de relevancia. El jefe de gabinete del presidente de Estados Unidos actual es Ron Klain. El jefe de gabinete del presidente del gobierno español hoy en día es Óscar López. Yo trabajo en el Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón, y el Consejero de Sanidad tiene su jefe o jefa de gabinete, un puesto de funcionario eventual, que es nombrado por el consejero de turno cuando accede al cargo, y es cesado automáticamente cuando cesa el consejero. No jefe de personal, que es un puesto técnico que lleva la gestión cotidiana de los trabajadores y funcionarios del departamento. Y en el ámbito militar, el chief of staff es el Jefe de Estado Mayor de la Defensa o de uno de los ejércitos, o similar. En la actualidad, el Jefe de Estado Mayor de la Defensa en España es el almirante general Teodoro Esteban. El actual jefe de estado mayor del ejército de Estados Unidos, Chief of Staff of the United States Army, es el general Randy George. Este es uno de los ejemplo más claros, existen otros, de un nivel malo de traducción. Porque este es un error, lo de traducirlo como jefe de personal, que NO debería suceder.

Hace tiempo que me quejo de traducciones, doblajes, subtítulos de obras extranjeras. Los percibo de un nivel muy bajo, como promedio. Y esto afecta especialmente a determinados géneros y a determinadas editoriales. Supongo que por cuestiones económicas, acceden a traductores con menos experiencia o menos nivel general. Por lo que sé existen grados universitarios de traducción e interpretación, de los que he de suponer que se nutren las editoriales. Pero también leo que en un momento dado se produjo una inflación en la oferta, en parte por un aumento de la demanda, siendo muy populares entre las universidades privadas, que en España no son necesariamente sinónimo de máxima calidad, por lo que en las dos últimas décadas me ha mostrado la experiencia en aquellas áreas del conocimiento en las que me desenvuelvo mejor. Y eso, u otros factores a los que mis limitaciones sobre el tema no alcanzan, parece limitar la calidad de estas actividades, lamentablemente. Porque es importante y porque debería exigirse lo mejor. He observado que géneros como los superventas, la ciencia ficción, la fantasía, cierto tipo de policiaco y cierto tipo de histórica, sufren especialmente esta lacra. Por lo que cada vez tiendo más a leer los originales si entiendo suficientemente el idioma. Lo cual es válido para el inglés y el francés. Y hasta cierto punto el italiano. Pero siempre me cuesta más esfuerzo que leer en castellano. Desde luego, la tercera parte de esta trilogía la leeré en inglés.