Este verano esta siendo abundante en exposiciones fotográficas de calidad en Zaragoza. A las tradicionales del festival PhotoEspaña, tanto en el Centro de Historias como en la Lonja, hemos de sumar a Robert Capa en Caixaforum y, finalmente, a Ana Palacios en el IAACC Pablo Serrano. Finalmente, no porque merezca estar a la cola de los anteriores, sino porque ha sido la última exposición que he visitado de todas ellas.
A Ana Palacios tuvimos ocasión de conocerla en persona hace algo menos de dos años, cuando Fotógraf@s en Zaragoza organizó una visita a su exposición en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza sobre la difícil vida de los albinos en África, en concreto en Tanzania. En aquel momento, la fotógrafa, una persona simpática y accesible, se prestó a guiarnos en su propia exposición, contarnos sus antecedentes personales en el mundo de la producción cinematografíca y su giro, arriesgado, a la fotografía en el marco de la cooperación con organizaciones humanitarias. Aquel trabajo, Albino, ya nos resultó notable, y aunque no tuvo la misma repercusión que el actual en los medios de comunicación, ya nos pareció meritorio e interesante, no sólo desde el punto de vista fotográfico, sino también desde el social y humano.
Más repercusión está teniendo en los medios de comunicación y en otros niveles su exposición actual en el IAACC Pablo Serrano. Niños esclavos. La puerta de atrás es el nombre de esta exposición. Palacios sigue con el mismo esquema de trabajo, la colaboración con organización humanitarias de carácter no gubernamental, con las que colabora en el proyecto The Back Door. En esta ocasión no cuento con el testimonio directo de la fotógrafa. Si en algún momento se celebró alguna visita guiada por la misma a la exposición, en esta ocasión no pude asistir. Y de hecho he tardado varias semanas en encontrar un momento para visitar tranquilamente la oferta expositiva actual del centro especializado en arte y cultura contemporánea. Pero a mí me parece un proyecto más complejo.
La esclavitud es un fenómeno que mucha gente asocia al pasado y a determinadas situaciones históricas. Pero sigue siendo un fenómeno actual en muchas partes del mundo. Incluso en nuestras sociedades occidentales encontramos situaciones de trabajo en condiciones de esclavitud o semiesclavitud asociadas a la inmigración clandestina. Y no digamos ya los tristes fenómenos de la esclavitud de mujeres asociada a la explotación de mujeres de todas las razas, por favor que no volvamos a escuchar hablar de «trata de blancas» ignorando el fenómeno en toda su extensión, para las redes dedicadas a la prostitución. Fenómenos en los que no sólo hay responsabilidad por parte de las redes de engaño, secuestro, traslado y explotación de estas mujeres, sino también por parte de los clientes, «consumidores» de estos servicios, muchos de los cuales se encuentran entre nuestros vecinos. Tanto a nivel local, como aquellos que hacen esos viajes exóticos, por ejemplo al sudeste asiático, con el fin de poder salvar las trabas a la prostitución de menores. Siempre debemos aprovechar estas ocasiones para reflexionar sobre las responsabilidades colectivas e individuales en el mantenimiento de las situaciones de injusticia y de violación de los derechos humanos más fundamentales.
El trabajo de Ana Palacios se centra en los niños esclavos. Un fenómeno que se da en todo el mundo, pero es especialmente en determinadas zonas de África, sobre todo en el África occidental, donde ha trabajado la fotógrafa, con decenas de millones de niños afectados. La extrema pobreza de muchas gentes, la incapacidad de sostener y criar a su progenie, hacen que caigan muchos de estos niños en un comercio en el cual se ven obligados a trabajos forzados impropios de su edad, y a abusos de todo tipo. Todo ello queda reflejado en la exposición de la fotógrafa, que no se limita mostrarlas imágenes, sino que también nos proporciona datos e información para la reflexión.
Por lo tanto, una exposición totalmente recomendable, que permanecerá en Zaragoza hasta el 30 de septiembre, y que se complementa con un libro, no sé si es adecuado llamarlo catálogo, sobre el proyecto, editado por La Fábrica, y que también merece la pena.
Como he dicho, la visita fue al conjunto de propuestas expositivas del IAACC. Además de un exposición sobre el tenor Miguel Fleta, personaje que no despierta en mí excesivas simpatías, había también una exposición de la pintora Cristina Huarte, nacida en Zaragoza en 1988, una artista joven, que sí que nos impresionó favorablemente, y que también recomendaría que visitarais… si es que está abierta todavía. En estos momentos no la localizo en la página del IAACC, ni entre las exposiciones actuales ni entre las pasadas ¡¡??