[Recomendación fotográfica] Ana Palacios y los niños esclavos (y algo más)

Arte, Fotografía

Este verano esta siendo abundante en exposiciones fotográficas de calidad en Zaragoza. A las tradicionales del festival PhotoEspaña, tanto en el Centro de Historias como en la Lonja, hemos de sumar a Robert Capa en Caixaforum y, finalmente, a Ana Palacios en el IAACC Pablo Serrano. Finalmente, no porque merezca estar a la cola de los anteriores, sino porque ha sido la última exposición que he visitado de todas ellas.

A Ana Palacios tuvimos ocasión de conocerla en persona hace algo menos de dos años, cuando Fotógraf@s en Zaragoza organizó una visita a su exposición en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza sobre la difícil vida de los albinos en África, en concreto en Tanzania. En aquel momento, la fotógrafa, una persona simpática y accesible, se prestó a guiarnos en su propia exposición, contarnos sus antecedentes personales en el mundo de la producción cinematografíca y su giro, arriesgado, a la fotografía en el marco de la cooperación con organizaciones humanitarias. Aquel trabajo, Albino, ya nos resultó notable, y aunque no tuvo la misma repercusión que el actual en los medios de comunicación, ya nos pareció meritorio e interesante, no sólo desde el punto de vista fotográfico, sino también desde el social y humano.

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Más repercusión está teniendo en los medios de comunicación y en otros niveles su exposición actual en el IAACC Pablo Serrano. Niños esclavos. La puerta de atrás es el nombre de esta exposición. Palacios sigue con el mismo esquema de trabajo, la colaboración con organización humanitarias de carácter no gubernamental, con las que colabora en el proyecto The Back Door. En esta ocasión no cuento con el testimonio directo de la fotógrafa. Si en algún momento se celebró alguna visita guiada por la misma a la exposición, en esta ocasión no pude asistir. Y de hecho he tardado varias semanas en encontrar un momento para visitar tranquilamente la oferta expositiva actual del centro especializado en arte y cultura contemporánea. Pero a mí me parece un proyecto más complejo.

La esclavitud es un fenómeno que mucha gente asocia al pasado y a determinadas situaciones históricas. Pero sigue siendo un fenómeno actual en muchas partes del mundo. Incluso en nuestras sociedades occidentales encontramos situaciones de trabajo en condiciones de esclavitud o semiesclavitud asociadas a la inmigración clandestina. Y no digamos ya los tristes fenómenos de la esclavitud de mujeres asociada a la explotación de mujeres de todas las razas, por favor que no volvamos a escuchar hablar de «trata de blancas» ignorando el fenómeno en toda su extensión, para las redes dedicadas a la prostitución. Fenómenos en los que no sólo hay responsabilidad por parte de las redes de engaño, secuestro, traslado y explotación de estas mujeres, sino también por parte de los clientes, «consumidores» de estos servicios, muchos de los cuales se encuentran entre nuestros vecinos. Tanto a nivel local, como aquellos que hacen esos viajes exóticos, por ejemplo al sudeste asiático, con el fin de poder salvar las trabas a la prostitución de menores. Siempre debemos aprovechar estas ocasiones para reflexionar sobre las responsabilidades colectivas e individuales en el mantenimiento de las situaciones de injusticia y de violación de los derechos humanos más fundamentales.

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El trabajo de Ana Palacios se centra en los niños esclavos. Un fenómeno que se da en todo el mundo, pero es especialmente en determinadas zonas de África, sobre todo en el África occidental, donde ha trabajado la fotógrafa, con decenas de millones de niños afectados. La extrema pobreza de muchas gentes, la incapacidad de sostener y criar a su progenie, hacen que caigan muchos de estos niños en un comercio en el cual se ven obligados a trabajos forzados impropios de su edad, y a abusos de todo tipo. Todo ello queda reflejado en la exposición de la fotógrafa, que no se limita mostrarlas imágenes, sino que también nos proporciona datos e información para la reflexión.

Por lo tanto, una exposición totalmente recomendable, que permanecerá en Zaragoza hasta el 30 de septiembre, y que se complementa con un libro, no sé si es adecuado llamarlo catálogo, sobre el proyecto, editado por La Fábrica, y que también merece la pena.

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Como he dicho, la visita fue al conjunto de propuestas expositivas del IAACC. Además de un exposición sobre el tenor Miguel Fleta, personaje que no despierta en mí excesivas simpatías, había también una exposición de la pintora Cristina Huarte, nacida en Zaragoza en 1988, una artista joven, que sí que nos impresionó favorablemente, y que también recomendaría que visitarais… si es que está abierta todavía. En estos momentos no la localizo en la página del IAACC, ni entre las exposiciones actuales ni entre las pasadas ¡¡??

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[Libro] The Handmaid’s Tale

Literatura

Comentaba hace unas semanas, un mes apenas, una de las series de televisión de nuevo cuño que más repercusión han tenido y más comentarios han provocado en esta última primavera. Se trata de The Handmaid’s Tale, el Cuento de la criada en castellano. Como ya comentaba en su momento, esta historia nos presenta una sociedad distópica, no sé si denominarla futura o alternativa, en la que una teocracia cristiana de ultraderecha se ha instalado en el poder en los antiguos Estados Unidos de América, reconvertidos en la República de Gilead. Una república teocrática y ultrapatriarcal, en la que las mujeres tienen un papel totalmente subordinado al hombre, hasta el punto que aquellas de ellas que son fértiles son utilizadas de modo forzoso como «criadas» que han de servir para la gestación surrogada de la clase dirigente del régimen. Una verdadera pesadilla. Una verdadera pesadilla, que en estos momentos en los que podemos ver cómo se pasean en manifestación los ultraderechistas norteamericanos envalentonados por la subida al poder de un presidente como el que tiene este país actualmente, se convierte en una posibilidad mucho menos teórica de lo que muchos creerían.

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Fotográficamente no nos iremos a la «república de Gilead»; homenajearemos a la escritora en su país, paseando por Toronto, la ciudad en la que actualmente reside.

La serie está basada en un libro de la canadiense Margaret Atwood que, nada más ver la primera temporada de la serie, me entraron ganas de leer. Es curioso la relación que tienen los canadienses con su poderoso vecino del sur. Desde hace tiempo aparentemente buenos vecinos y aliados, nunca han dejado de especular con el momento en el que se volverá contra ellos, culminando el proceso que quedó pendiente en la guerra angloamericana de 1812, contienda que terminó en tablas, pero que escondía el deseo de los estadounidenses de aglutinar en un único país a toda Norteamérica. Por ello, existen varias pruebas de escritores de todo género que expresan esas miedos. Ahora estoy leyendo, por entregas, una historieta que también trata de ese miedo. Ya llegará.

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Una cuestión tenía clara en el momento que comencé a leer el libro. Dado que la serie está destinada a tener varias temporadas y el libro es una única obra, y partiendo del hecho de que la primera temporada de la serie se anunciaba como una adaptación del libro, en algún momento ambas historias podrían diverger, por el distinto planteamiento de partida. En efecto, la serie es muy fiel al libro en buena parte de su contenido, hasta que en el último tercio aproximadamente de la temporada empieza a tomar caminos distintos. El libro está planteado como una narración de la protagonista, Offred. He leído el libro en inglés, publicado en libro electrónico en el Reino Unido por la editorial Vintage, del grupo Penguin, por lo tanto para mí es Offred y no Defred, como parece que es en las traducciones al castellano. Una narración recogida en cintas magnéticas que son analizadas en un futuro. Más que una narración amplia de lo sucedido, es un corte en la vida de esta mujer esclavizada, y tiene un final abierto sobre el que sólo podemos especular, como lo hacen en el apéndice final, los eruditos que las analizan en ese futuro. Una narración de sentimientos y determinados sucesos que acontecen en su vida, al mismo tiempo que mediante recuerdos va repasando cómo llegó a esta situación. Algo que conocemos de modo imperfecto. Al fin y al cabo es un individuo con un conocimiento parcial de todo el mural que describiría el periodo histórico. Conocemos la sociedad de esa distopía de modo muy limitado, puesto que las referencias a guerras, colonias y otros modos de vida distintos del de la clase dirigente y sus sirvientes apenas es referenciado.

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Teniendo todo esto en cuenta, la serie es una buena adaptación del libro, pero tiene distinto alcance. El libro es una reflexión. Escrito en 1985, estaba muy cerca la revolución teocrática que convirtió Irán en la república islámica que hoy conocemos. Aunque era difícilmente previsible, estaba próximo el final de la Unión Soviética y la Europa del Telón de Acero, y opciones políticas fuertemente conservadoras se imponían en EE.UU. y Reino Unido dando comienzo a un ciclo, que aun hoy en día no ha terminado, de giro a la derecha de las sociedades occidentales. La autora, con fuertes preocupaciones feministas, como queda palpable en la novela, especialmente por algunos personajes secundarios más que por la protagonista, especula con la naturaleza de una teocracia en Occidente. Y la sitúa, cómo no, como he comentado antes, en el país «amigo» que despierta la desconfianza de los canadienses.

Estamos por la tanto ante un libro que exige una lectura poco apresurada. En la que la atención al detalle importa. No hay desperdicio en sus páginas. Hay economía de medios y aun así hay constantemente detalles que contar y que sirven para iluminar la naturaleza de esta aberrante sociedad distópica, y la respuesta del individuo, especialmente del más débil, ante la misma. Muy recomendable.

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[Libro] Todo lo que tengo lo llevo conmigo

Literatura

La concesión del Nobel en 2009 a la escritora germanorumana Herta Müller sorprendió un poco al personal. Aunque escritora en un idioma con amplia tradición literaria, y con potencia social y politica en el mundo actual, el alemán, Müller nació y creció dentro de una minoría, la de los denominados sajones de Transilvania. Un grupo étnicamente alemán que se asentó desde la edad media en esta región actualmente rumana, y que durante siglos convivió con otras etnias como las de origen magiar o rumano. Minoría que tuvo poder político y social durante mucho tiempo, pero a la que los avatares del siglo XX han colocado en una situación delicada.

Yo visité Rumania en dos ocasiones, en 1987 y 1995, y en alguna de sus ciudades, Brașov (Kronstadt) y Sighișoara (Schässburg), pertenecientes a las Siebenbürgen (Siete ciudades), región donde se asentaron estas comunidades, encontré testimonios de la presencia de la cultura germánica en la zona.

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Como digo en el texto en su momento realicé un par de viajes a Rumania. La primera dos años antes del fin de la dictadura de Nicolae Ceaușescu, la segunda seis años después. En esta segunda además de Brașov, en esta foto, visité también Sighișoara, en el resto de las fotos, ambas ciudades que históricamente acogieron a los alemanes étnicos en Transilvania.

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos de estos alemanes en el extranjero (Auslandsdeutsche), calificación que ahora les permite optar directamente a emigrar a la República Federal de Alemania y adquirir la nacionalidad alemana, abrazaron la causa del nazionalsocialismo ante el declive secular de su influencia social y política en la región. Las consecuencias para ellos cuando Rumania se dio la vuelta contra su aliado alemán y firmó la paz con la Unión Soviética fue tremenda. Prácticamente toda la población germanorrumana entre 17 y 45 años fue deportada a territorio soviético para trabajar en las «reparaciones de guerra». En la práctica, trabajo esclavo del que muchos no volvieron por las inhumanas condiciones en las que se vieron obligados a malvivir.

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Los padres de Müller vivieron esa época agitada. Su madre fue una de las trabajadoras forzadas que sobrevivió a los cinco años de esclavitud. Un tema que fue tabú en su casa. En un momento dado, en el cambio de siglo, la escritora inició un proyecto fruto de sus conversaciones con el poeta Oskar Pastior, también de origen germanorrumano, que fue un superviviente de la deportación, que conllevaba la publicación mano a mano de un libro basado en las memorias de este último. Sin embargo, la muerte de Pastior en 2006 hizo que Müller reconvirtiese el proyecto en una novela, poema en prosa lo denominan en algún lugar, de carácter ficticio, sobre un joven llamado Leo, basada en las vivencias del poeta. Este libro que en el original alemán se denomina Atemschaukel (algo así como la «oscilación del aliento»), y en la versión inglesa es The Hunger Angel («el ángel del hambre», expresión que aparece repetidamente en la novela) es el que he leído estas semanas atrás, en versión electrónica, publicado por Siruela en su colección Nuevos Tiempos. Un libro duro, muy duro, en el que el hambre, la nostalgia por el hogar, y las complejas y patológicas relaciones que se establecen entre los deportados, componen una historia, o más bien una imagen, sobre el ser humano que no invita especialmente al optimismo y a la fe en la especie.

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Comencé la lectura con fuerza, con mucho interés. Y la prosa de Müller invita a su lectura continuada. Pero tuve que hacer algún parón, dada la intensidad de los sentimientos expresados y de los hechos narrados. Una enésima versión del tema del homo homini lupus; el hombre es un lobo para el hombre. También es un reflejo que nos debiera hacer pensar sobre las consecuencias de determinadas políticas, sobre lo próximos que estamos siempre de caer en los vicios de los nacionalismos, de los populismos, de los autoritarismos, y de las consecuencias que traen para el ser humano corriente, que muchas veces opta por la pasividad cuando estas tendencias se arraigan en las comunidades. Muy recomendable. Pero no para momentos de depresión.

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[Cine] Dos reivindicaciones afroamericanas y el follón de los Óscar

Cine

Aunque parecía que el musical de moda podía arrasar en los Óscar, es cierto que había indicios que podía darse la sorpresa. Y que esta la diese Moonlight. Veamos…

Esta última ganó el Globo de Oro a la mejor película en la categoría de «drama», que siempre se ha considerado más prestigiosa que la de «comedia o musical». Es paradójico que La La Land sea un drama más que una comedia, pero…

En los premios del cine independiente celebrados poco antes que los Óscar, Moonlight arrasó.

El ambiente político y social como consecuencia de la campaña electoral estadounidense y de la presidencia de Donal Trump crean un entorno favorable a los gestos.

El año pasado hubo fuertes críticas al hecho de que tan apenas hubiera candidatos afroamericanos.

Así que tampoco es para extrañarse. Eso no quita para que yo siga considerando que mi preferida, emocionalmente hablando, siga siendo Manchester by the Sea.

Fue "La La Land" quien se llevó el Óscar a la mejor dirección de fotografía con su colorida puesta en escena. Pero he estado pensando en alguna muestra de cinematografía en blanco y negro que se ha podido ver recientemente, y por ello he optado por esta colección de vistas monocromas de Zaragoza para ilustrar esta entrada.

Fue «La La Land» quien se llevó el Óscar a la mejor dirección de fotografía con su colorida puesta en escena. Pero he estado pensando en alguna muestra de cinematografía en blanco y negro que se ha podido ver recientemente, y por ello he optado por esta colección de vistas monocromas de Zaragoza para ilustrar esta entrada.

El caso es que al final, casi llegan Bonnie Parker y Clyde Barrow y les roban el premio a los que se ven azules a la luz de la luna. Y mira que tuvo que darse cadena de errores para llegar a semejante follón. Y que nadie lo dude. Dos errores no hacen un acierto. Hacen un error más gordo todavía.

En cualquier caso, en el fin de semana previo, teníamos interés por ver un par de películas. Ambas prometía mucho en su momento de cara a los Óscar, aunque sólo una llegó con alguna candidatura.

The Birth of a Nation

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Juro por el niño Jesús de Praga que hace unos meses se hablaba de esta película dirigida por Nate Parker, como una seria candidata a los premios gordos. Había tenido un gran éxito en el festival de Sundance, por ejemplo.

La aventura de Nathaniel Turner (Nate Parker en un yo me lo guiso, yo me lo como) en 1931, pasando de ser un esclavo acomodado en su función de predicador para otros esclavos gracias que aprendió a leer, a encabezar una rebelión en el estado de Virginia contra sus amos, parecía tener todos los ingredientes para atraer la atención y poner la película en órbita hacia algo importante.

Sin embargo, una polémica sobre la posible participación de Turner en una violación hace bastantes años, cuando era estudiante universitario, hizo que la opinión pública se pusiera en contra. Y parece que todas las posibilidades se diluyeron. A pesar de las buenas críticas que recibió la película, incluso el público votante en IMDb le dio bastante la espalda. Poco más de un 6 se puntuación media es muy poco.

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Lo cierto es que la película no está mal. Las interpretaciones son buenas, la producción correcta y tiene sus cosas interesantes. No la veo yo tanto de todas formas como para ganar muchos premios, pero es una película que se deja ver.

Como curiosidad, el ganador del óscar al mejor actor protagonista, Casey Affleck, también se vio envuelto en acusaciones similares, que sin embargo no le afectaron a la hora de conseguir el premio. ¿Doble rasero, doble moral, después de todo? ¿O unas acusaciones eran más verosímiles que otras? No tengo ni idea. El caso es que la película que nos ocupa se deja ver.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

Fences

(2016; 132017-2502)

Otra de yo me lo guiso, yo me lo como. Esta vez de la mano de Denzel Washington, director y protagonista de la película, que junto con su PROTAGONISTA femenina, Viola Davis, ya había interpretado los mismos papeles en la versión teatral original hace unos años.

He destacado lo de protagonista, porque como ya he comentado en ocasiones, me parece fraudulento que se pueda escoger a voluntad por parte de los productores dónde competir, para tener más posibilidades. Davis lo hace bien, pero el no haber competido al premio de mejor actriz protagonista, me parece de bajo nivel ético. Aunque aplicando el ande yo caliente y ríase la gente, a ella le dará igual. Su eunuco dorado será para ella para siempre.

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Es teatro esta película sobre un matrimonio de clase obrera afroamericano en los años cincuenta en alguna ciudad norteamericana, en la que la actitud del padre, reñido y rencoroso con el mundo, con más o menos justificación, lleva a problemas en una familia aparentemente feliz. Y las adaptaciones de teatro al cine son complejas, puesto que tienen que ofrecer algo más o algo distinto de lo que es la obra en escena. Una mera puesta en escena filmada no basta. Y aunque los actores no se encuentren en un escenario, ese patio de la casa de los Maxson no es más que un escenario teatral. Washington aporta poco como director. Y como consecuencia, las casi dos horas y media de duración se hacen largas, aportan poco, porque cinematográficamente hablando, con otro lenguaje, se podría contar la historia mejor y en noventa minutos.

Artes escénicas ambas, el teatro y el cine, sus lenguajes son distintos no obstante. Y por lo tanto son pocas y muy especiales las películas que triunfan adaptando fielmente obras teatrales. Aunque cuando lo hacen, suelen ser espectaculares. Aportan la calidad del libreto teatral a una buena película. No es el caso.

No obstante, se deja ver. Y sus intérpretes lo hacen bien. Tanto los dos protagonistas, con especial mención a Davis, como los secundarios, donde destacaría la bonhomía que transmite a su personaje Stephen Henderson.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

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[Cine] 12 Years a Slave (2013)

Cine

12 Years a Slave (2013), 13 de diciembre de 2013.

Dejo constancia que tengo pendiente una entrada de recuerdo a algunas figuras del séptimo arte que nos han abandonado en los últimos días. EleanorPeterJoan, … los rigores del invierno están sentando fatal a los más veteranos de los rostros que han iluminado las pantallas de cine y nuestros sueños… Volveré a ello. De momento, comentaré la que posiblemente sea la película del año, cuyo título original conservo ya que la vimos en versión original subtitulada en castellano. En la cartelera española es posible encontrarla también bajo el título de 12 años de esclavitud.

En cualquier caso, con sólo tres largometrajes a cuestas, el norteamericano Steve McQuen (nada que ve con el magnífico actor de hace unas décadas), se está convirtiendo en uno de los directores más interesantes, más a tener en cuenta del panorama cinematográfico actual. Y nos trae una visión de la esclavitud en Estados Unidos, probablemente una de las más interesantes, honestas y realistas que el cine nos ha ofrecido. Más adelante profundizaré un poco en esto.

La historia que se nos cuenta está basada en el libro de memorias que Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), el personaje protagonista, dejó escrito de su experiencia cuando, siendo un hombre afroamericano libre en el estado de Nueva York a principios de la década de los años 40 del siglo XIX, mediante engaño fue secuestrado y convertido en un esclavo en el estado de Louisiana, donde fue obligado a trabajar carente de libertad en diversas plantaciones durante 12 años, hasta que pudo comunicar con su familia y conseguir su liberación.

Muchos años han pasado, y los Estados Unidos de hoy en día, Nueva York en particular, en cuyo estado vivía Northup, son un país más diverso y tolerante.

Muchos años han pasado, y los Estados Unidos de hoy en día, Nueva York en particular, en cuyo estado vivía Northup, son un país más diverso y tolerante.

No tengo la sensación de que haya un gran número de películas norteamericanas en las que la esclavitud sea el tema principal. Y no hay muchas en las que el tema esté tratado con rigor. Hay que tener en cuenta incluso, que no pocas producciones de Hollywood nos han pretendido transmitir una visión del sur de los Estados Unidos en el siglo XIX como de un lugar poco menos que paradisiaco, de caballeros de honor y damas elegantes, donde los esclavos trabajaban apaciblemente en las plantaciones convertidos al cristianismo, como en un escalón por encima de su estado semisalvaje en África. Esto ha sido así. Tuvieron que pasar décadas hasta que empezaron a surgir producciones realmente  críticas con la esclavitud en un país que tiene a gala la tradición democrática, y la igualdad de oportunidades para todos sus ciudadanos. Existen profundas contradicciones en un país en el que convivieron durante décadas una constitución modelo con un sistema económico basado en la esclavitud, y durante cien años más con sistemas de segregación racial legalmente sostenida en amplias zonas del país, sin contar con otras formas de segregación en la moral de la ciudadanía. Aun hoy en día, las diferencias socio económicas según el origen étnico son profundas, y los afroamericanos sufren menores niveles de riqueza, de salud, de seguridad, etcétera. Pero no todos los acercamientos a la cuestión de la esclavitud han sido eficaces o realistas. Tampoco han faltado las que han caído casi en el panfleto. Como si el problema no fuera lo suficientemente tremendo tal cual fue, sin necesidad de maquillarlo panfletariamente. Por ello, y como gran virtud de la película, McQueen nos ofrece un filme muy equilibrado, basado en unas memorias que seguramente tendrán sesgos, pero son un valioso testimonio, y que es capaz de evitar maniqueísmos en el conjunto de las personajes que aparecen, aunque inevitablemente el repugnante sistema social de los estados esclavistas dieron lugar a individuos que hoy nos causan profunda repugnancia y que se ven reflejados en el filme. Un filme técnicamente impecable en todos sus aspectos, fotografía, sonido, banda sonora, diseño de producción, y que no carece de atrevimiento y personalidad en sus encuadres, en su acercamiento a los personajes y a la situaciones.

La convivencia entre las diversas etnias parece mucho más fluida y normalizada.

La convivencia entre las diversas etnias parece mucho más fluida y normalizada.

Y si la factura técnica y realizadora del filme es de gran nivel, hay que decir el trabajo del británico Ejiofor es merecedor de un amplio reconocimiento. Gran capacidad para transmitir muchas cosas con muy pocas palabras; para que sintamos es hundimiento personal, junto con los momentos de esperanza, simplemente con la actitud corporal y personal. Impresionante también el trabajo de la desconocida Lupita Nyong’o en uno de los trabajos que más nos impresionan, en un acierto monumental de «casting». Una tercera pata interpretativa fundamental es el personaje compuesto por Michael Fassbender, profundo foso de contradicciones, y personalización de todas las perversiones del sistema social que aun hoy en día probablemente envenena el profundo sur norteamericano. Perfectamente flanqueado eso sí por otros intérpretes con pequeñas pero significativas intervenciones como Paul Dano, una versatil Sarah Paulson, un desconcertantemente contradictorio Benedict Cumberbatch, o un comercialmente despiadado Paul Giamatti, sin que ninguno caiga en la inverosimilitud melodramática. Pequeño papel, aunque importante, el que se reserva para sí Brad Pitt, uno de los productores de la cinta. Pero hay muchos más pesonajes con sus intérpretes, cada uno aportando su grano de arena, y todos ellos funcionando en conjunto como una máquinaria de precisión.

Estamos sin duda ante la película del año, o al menos de la temporada, y de lo mejor que se ha rodado en los últimos 10 a 15 años en su conjunto. No me atrevo a darle la mayor nota en términos absolutos, porque quizá el guion, que no es malo en absoluto, podría haber planteado ciertas cuestiones o ciertos tiempos con un poquito más agilidad. No todo lo que cuenta es trascendental en sí mismo. Pero esto es por poner alguna pega. La película es muy buena, desde mi modesto punto de vista. Probablemente este año no dedique entradas al seguimiento de los óscar. Salvo la carencia de una actriz protagonista, me resulta difícil pensar, de lo que he visto hasta la fecha, alguna categoría en la que esta película no merezca su candidatura y probablemente el premio principal. Aunque aun han de llegar algunas películas con aspiraciones en la temporada de premios a la cartelera española.

Valoración

  • Dirección: ***** Tengo la sensación de que si sigue por este camino, estamos ante uno de los grandes directores de la época..
  • Interpretación: ***** Muy bien, todos. Un premio al elenco, y no sólo a los individuos.
  • Valoración subjetiva: ****  Totalmente recomendable, creo que le falta algún leve pulido para alcanzar el grado de obra maestra absoluta. Muy honesta.
Sin embargo, en el reino de lo políticamente correcto, no hace falta ser un lince para notar que la igualdad social es todavía una utopía. Pero no miremos la viga en el ojo ajeno, que en todas partes cuecen habas.

Sin embargo, en el reino de lo políticamente correcto, no hace falta ser un lince para notar que la igualdad social es todavía una utopía. Pero no miremos la viga en el ojo ajeno, que en todas partes cuecen habas.

[Cine] Django Unchained (2012)

Sin categorizar

Django Unchained (2012), 20 de enero de 2013

Esta película ha sido vista en versión original subtitulada en español, y por eso conservo su título original en inglés. Es posible encontrarla también en la cartelera española con su título literalmente traducido al castellano, Django desencadenado.

Hace tiempo que Quentin Tarantino dejó de entusiasmarme. Y mira que me gustaron sus primeras películas. Pero luego ya,… qué queréis que os diga. Hace tiempo que me parece un director de los de mucho ruido y pocas nueces. Y le reconozco su saber cinematográfico. Pero no necesariamente su capacidad para contar historias, o para llevarlas por el buen camino. Escéptico era antes de ver esta su última obra, que opta a algunos premios en las próxima ceremonia de los Óscar, lo cual nos ha llevado a verla.

Y nos cuenta la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo en los estados del sur de los EE.UU. a mitad del siglo XIX, liberado por un cazarrecompensas alemán, Dr. King Schultz (Christoph Waltz), quien se compromete que si le ayuda a coger a unos criminales, le ayudará a su vez a liberar a su esposa, Broomhilda (Kerry Washington), una joven a quien de niña su ama enseñó a hablar alemán, bastante rebelde, y que ahora es propietaria de un rico terrateniente aficionado a las peleas de esclavos, Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), cuya casa gobierna un viejo esclavo que le es muy fiel, Stephen (Samuel L. Jackson).

No perderé mucho tiempo en el comentario de este filme. Tiene los mismos defectos y algunas de las virtudes de la película anterior de Tarantino. Se hace larga, con diálogos interminables que pretenden ser ingeniosos pero que resultan pedantes o sin interés, nada que ver con los de sus primeras películas, y que sólo se ve salpicada por algún momento de brillantez. A ratos juega a espagueti western. Luego imita la estética de ciertos westerns crepusculares. Para finalizar en una larga estancia en la hacienda de Candie, larga por lo que dura en el metraje, no por lo que dura en el tiempo interno del filme, y cuya duración difícilmente viene justificada por las cuatro cosas que pasan. En el plano técnico no está mal hecha, pero… qué se yo. Realmente no sé si me interesa mucho lo que tiene que contar y cómo lo cuenta.

Las interpretaciónes son correctas, incluso buenas algunas de ellas. Siempre competentes WaltJackson, a DiCaprio se le ha dado más bola de la que realmente creo que tiene su interpretación. Pero bueno. Probablemente, salvo porque se ven obligados a unas parrafadas interminables en sus diálogos, es de lo mejor del filme. Las interpretaciones.

Una película que no está del todo mal como entretenimiento, pero que desde luego no justifica que la hayan calificado como una de las mejores del director, ni la expectación que está levantando. Por lo menos desde mi humilde punto de vista. No ha progresado mucho desde el anterior filme. Que quizá me gustó más. Y soy consciente que con esta opinión parece que me sitúo a contracorriente de la opinión general que se intuye por ahí.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

En lo que se refiere a mis preferencias en la carrera a los Óscar, he colocado a sus candidatos en su posición, que en ningún momento es ganadora. No porque esté mal, sino porque otros están claramente mejor.

La Churrería

Típica churrería ambulante, de las que se encuentran en las calles de Zaragoza en invierno. No voy a decir que la película sea un churro, ni mucho menos. Pero tampoco es para tanto como dicen…