[Cine] Nuremberg (2025)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Unas imágenes de la ciudad bávara que da título a la película mucho más amables que las que surgieron de los años 30 del siglo XX.

Nuremberg (2025; 56/20251130)

Ya adelanto una cuestión; esta, para mí, ha sido una de las decepciones de la temporada. Esperaba con ganas esta película. Por el tema, los juicios de Núremberg, a los que se les puede sacar mucha punta desde muchos niveles. Por el reparto, con Russell Crowe como Hermann Göring y Rami Malek como psiquiatra que atendió a los principales acusados durante un tiempo, y el cuestionamiento ético del trabajo que realizó. Por un director, James Vanderbilt, que se ha prodigado escasamente como tal, se ha dedicado más a tareas de guionista y productor, pero de vez en cuando asociado a películas interesantes. Y por lo antecedentes, puesto que siempre me viene a la memoria la impresionante película de 1961 que trató también este tema, aunque con un enfoque muy distinto. Que menudo reparto tuvo aquella. Y sin embargo…

La película nos traslada a la detención de los oligarcas nazis tras el final de la guerra que no pudieron huir o suicidarse. Centrándose en la figura del asqueroso de Göring, una de las figuras más desagradables, y ya es decir, del perverso régimen fascista alemán. Y junto a él, un psiquiatra enrolado en el ejército al que se le ofrece la oportunidad de ser el responsable de que los encausados lleguen a juicio, y a la ejecución de las hipotéticas sentencias. Y que él ve como una oportunidad para estudiar a estos individuos, escribir un libro y ganar fama y prestigio. Así que… tampoco es una hermanita de la caridad, precisamente, puestos que sus motivos no son precisamente altruistas. Y alrededor, los organizadores del juicio, que quieren aprovechar los conocimientos sobre los acusados que el psiquiatra obtiene en la relación médico-paciente en favor de la acusación. No muy ético, ¿verdad? Dijéramos que en aquella época la bioética y la ética asistencial, aunque tenían unos principios establecidos, también tenían unas carencias que ahora sería largo detallar. Hablar de «ética militar» o «ética política»… parecería que estamos hablando del algún que otro oxímoron.

Hay muchos temas interesantes en este filme. Un análisis detallado de aquellos juicios es importante. De la naturaleza perversa del régimen nazi y de sus jerarcas caben pocas dudas entre las gentes de bien. Sin embargo, no existían precedentes, y siempre se ha puesto en duda la imparcialidad de la justicia de los vencedores. Los juicios fueron mucho más amplios que el juicio principal e inicial que se trata en la película. Y los juicios secundarios se realizaron en circunstancias muy diversas, y no siempre con las garantías procesales adecuadas. Y cuando interesó, especialmente con el estallido de la guerra fría, se frenaron e incluso se invitó a antiguos nazis, no muy conspicuos, a participar en la organización de lo que sería la República Federal de Alemania. En Japón todavía fue más escandalosa la manipulación de los norteamericanos con MacArthur al frente. Hirohito, al fin y al cabo, que fue obvio que había tenido graves responsabilidades en el conflicto, acabó siendo uno de los emperadores más longevos del País del Sol Naciente, y murió pacíficamente en la cama honrado por su súbditos/ciudadanos. Estados Unidos y Rusia, entonces Unión Soviética, fueron promotores de los juicios, pero hoy en día no reconocen la autoridad de los tribunales internacionales encargados de depurar crímenes de guerra y contra la humanidad. Fundamentalmente porque se reservan la potestad de perpetrar estos crímenes sin conceder el derecho a nadie de juzgarlos.

La figura de Göring, y su entorno familiar, que no renegó especialmente nunca de las acciones del jerarca nazi, hubiese merecido también un análisis detallado. Pero también algunas de las contradicciones derivadas de los cargos contra el desagradable militar de aviación. Uno de los cargos fueron los crímenes de guerra por los bombardeos que impulsó como responsable de la aviación de guerra alemana. Que fueron ampliamente superados en número, extensión y víctimas civiles por los aliados que ganaron la guerra y formularon las acusaciones. ¿O no? Y luego está la figura del psiquiatra, que es un manual absoluto de conductas inapropiadas por parte de un profesional médico hacia sus pacientes, y que también hubiera merecido un análisis más profundo.

La cuestión es que todos estos temas, en la película quedan diluidos, simplemente esbozados, queriendo abarcar mucho y apretar poco. Y especialmente el protagonismo que se le da al personaje interpretado por Malek, que acaba cansando y resultando muy desagradable, condiciona mucho al conjunto de la película. Malek no está especialmente afortunado con la interpretación en esta película. Aunque pongo una buena valoración por el trabajo del resto del reparto, y muy especialmente de Crowe… que se convierte en un Hermann Göring convincente e interesante. La película va constantemente lastrada por no saber donde quiere ir, por flirtear constantemente con cierto sensacionalismo y por no centrarse en los temas realmente importantes que realmente hubieran hecho del largometraje un filme de referencia. Me ha faltado poco para suspenderla. Pero bueno… se deja ver, aunque me dejase muy decepcionado.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; 23-F, de la realidad al libro y, de ahí, a la televisión

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta están comentadas desde el punto de vista de la técnica fotográfica en Fotos en serie. Los alrededores del Palacio Real en Madrid, que no es donde vive el rey de España. Pero una de las cuestiones menos claras de aquel 23-F es cuál fue el papel del JuanCar en todo aquello en realidad, y más sabiendo como sabemos ahora que no todo en él ha sido trigo limpio nunca, aunque nadie lo vaya a juzgar nunca por nada. Cosas de esta «democracia».

El 23 de febrero de 1981 yo estaba estudiando C. O. U. …. o sencillamente COU. Acrónimo de «curso de orientación universitaria». No se en qué medida es equivalente al 2º de bachillerato actual, que se estudia a la misma edad, y al final se realiza la prueba de acceso a la universidad, la selectividad de entonces, la EBAU de hoy en día… o EVAU, o PAU… como narices lo quieran llamar. En aquellos momentos nos daba la sensación de que el COU era otra cosa. Yo había estudiado desde infantil hasta 3º de BUP, el bachillerato de entonces, en el mismo colegio, privado subvencionado, regentado por una orden religiosa, como era de esperar en aquellos tiempos. Y sigue siendo en los actuales, aunque siendo un estado laico cabría esperar otras situaciones. En COU, para amortiguar gastos, nos juntaban a los alumnos de seis centros educativos similares, tres de chicos y tres de chicas. Así que por primera vez, era mixto. Lo cual estaba muy bien desde una diversidad de puntos de vista.

En las primeras semanas de aquel mes de febrero había hecho bastante frío, recuerdo las fuentes del paseo de la Constitución congeladas (creo recordar que ya se llamaba así y no con su antiguo nombre franquista). Pero el día 23 de febrero de aquel 1981 salió un buen día. Muy agradable. Y después de terminar las clases a las seis de la tarde, con al que compramos para merendar, un grupo de chicos y chicas, compañeros de curso, nos quedamos zascandileando en la plaza de los Sitios (estoy convencido que ya se llamaba así no con su antiguo nombre falangista). Y cuando empezó a caer la tarde cerca de las siete de la tarde fuimos desfilando hacia nuestras casas. Durante buen trecho del camino acompañado de un par de compañeros/as. Mi sorpresa fue que cuando llegué a casa, cerca de las siete y media de la tarde, con tiempo de sobra para cenar, cosa que hacíamos hacia las ocho y cuarto u ocho y media, cuando llegaba mi padre de trabajar del taller, mi padre estaba ya en casa y me echó una bronca por haber estado por ahí. No entendí nada; no había hecho nada fuera de lo habitual. Mi madre se dio cuenta enseguida que yo no tenía ni idea de porqué era todo aquello y, calmadamente me explicó que unos guardias civiles había entrado en el Congreso de los Diputados y se habían liado a tiros con las pinturas del techo del hemiciclo. Lo mejor es que no hubiera habido tiros. Pero puestos a haberlos, mejor con las pinturas que no con los diputados. Del mal el menos.

No entraré a detallar lo que dio de sí en conversaciones, debates y especulaciones durante el tiempo que pasó entre el fracasado golpe militar y las elecciones de octubre de 1982, cuando ganó el PSOE por primera vez y los temas de debate sociopolíticos evolucionaron. Lo que más recuerdo es algo que quizá no tenga mucha importancia. En aquellos tiempos, teníamos compañeros que se declaraban abiertamente fascistas/franquistas y que solían adoptar aires bravucones y en alguna ocasión hasta amenazadores. Y después del 23-F cambiaron de actitud y todo fu un «pelillos a la mar», aquí no ha pasado nada, todos amigos. Nunca me he fiado de aquellos, y en la medida de lo posible los expulsé de mi vida. Convencido de que si las cosas cambiasen, volvería a la chulería y a la bravuconería. Años atrás, alguno tuvo la osadía de preguntarme que por qué me mostraba siempre tan distante y «poco sociable». Qué cosas.

En 2010 compré el libro Anatomía de un instante de Javier Cercas. Un libro que suele aparecer calificado como novela histórica, pero que a mí siempre me pareció siempre un ensayo especulativo que aunaba lo que se conocía del intento del golpe de estado, y de sus previos durante la transición de la dictadura a la democracia, con un cierto grado de especulación, especulación bien informada, plausible de los hechos que nunca llegamos a saber del todo, de lo que algunos implicados principales o secundarios callaron. En aquellos momentos faltaba muy poco para que se cumplieran tres décadas desde los hechos, tiempo de sobra para empezar a mirar con cierta perspectiva. Si no fuera porque ya empezaban los principios indicios de un resurgimiento de las ideas fascistas en el país. Lo cual embrolla cualquier debate sereno que se quiera hacer. Pero ya digo que nunca lo consideré una novela. Una ficcionalización de unos hechos históricos. Pero es así como se presenta hoy en día aquel libro. El libro me gustó. Lo leí con ganas. Me enteré de muchas cosas que ignoraba. Y me abrí a la interpretación de los hechos de formas que no había pensado. No entraré ahora en los detalles, pero esa visión de Alfonso Armada de sí mismo como un De Gaulle español, que iba a dar un golpe de timón en el titubeante régimen democrático español, al estilo del golpe militar de 1958 en Francia que instaló al héroe de la guerra mundial en la presidencia de la república, y que instauró la constitución de la Quinta República, una de las causas, no la única, que hace que la República Francesa sea clasificada como una democracia defectuosa y no como una democracia plena. Eso buscaban algunos golpistas, al parecer. Claro que,… al aliarse con unos brutos fanáticos que fusilan a las pinturas del hemiciclo a la primera de cambio,… resulta difícil creerse lo del «golpe blando». Pero bueno, hay muchas otras cosas que hacen interesante el libro. Tanto por los hechos constatados de los que habla como por la especulación bien informada que nos plantea.

Recientemente se estrenó en Movistar Plus la serie del mismo nombre, Anatomía de un instante, basada en la «novela» de Cercas. Yo no estoy a esa plataforma de contenidos, pero he hecho por que alguien me permitiera verla. Y es una serie que está bien hecha, con rigor. Con buenas interpretaciones… aunque es difícil tragarse las caracterizaciones de personajes históricos con los que has estado familiarizado desde muy jovencito a través de la radio y la televisión, y otros medios de comunicación. Pero consideremos que sin esos prejuicios, están bien. Es recomendable. Tiene cuatro episodios que oscilan, si no recuerdo mal, entre los 40 y los 55 minutos, más o menos. Cuatro episodios que son cuatro de las cinco partes en las que se divide la novela, descontando el prólogo/epílogo. Son las partes dedicadas a Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellado, los tres miembros del parlamento que no se echaron al suelo, y que fueron sacados del hemiciclo en un momento dado, y la parte dedicada a los golpistas y a lo hechos de la tarde-noche-madrugada del 23 y 24 de febrero. La cosa es que me falta un episodio que se dedique, como la primera parte del libro, a lo que en este se llama la placenta del golpe. Todos aquellos elementos que incubaron la intentona golpista. Y que me parece que tienen más trascendencia que algunas de las cosas que se cuentan en los otros capítulos o en la serie. Algunas cuestiones se intercalan entre los episodios emitidos… pero como de pasada. Es lo único que le reprocho a la serie. La falta de un quinto episodio… o de un primer episodio, que nos hable de otros protagonistas de aquellos tiempos que influyeron en lo que allí pasó. Se estrena esta serie pocos años después del cuarenta aniversario de aquellos hechos. Y no dejo de hacerme una pregunta preocupante, ¿en qué situación se encontrará España para conmemorar dentro de unos añitos el cincuentenario? Porque hay muchas cosas que preocupan. Nunca ha dejado de ser de interés lo que entonces sucedió, y hoy en día menos que nunca.

[Libro] Les enfants de l’empire T01 y T02 – Yudori

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Jóvenes coreanas en un día de fiesta con vestido tradicional en el palacio de Gyeongbokgung en Seúl.

En los últimos tiempos he estado con mucho trabajo y con mucho lío en otras cuestiones. Se verá que hay más días en los que no publico nada en este Cuaderno de ruta que de costumbre. Esta semana me he saltado el martes y el jueves. Y casi el viernes, porque estoy cansado y me daba pereza. Y también ha influido en mi ritmo de lectura. Normalmente, el comentario de estos dos primeros volúmenes del relato gráfico de la coreana Yudori, pero que escribe en francés, lo tendría que haber escrito la semana pasada. Pero no terminé a tiempo el segundo volumen. Ahora explico lo de los volúmenes. Digamos que todo empezó un día que, haciendo tiempo, me metí en la FNAC a hojear libros. No con intención de comprar, hace tiempo que no compro libros en grandes superficies. Más bien con la curiosear novedades.

Entre las novedades de novela o relato gráfico, o cómic, como lo queráis llamar, vi el primer volumen de los dos que voy a comentar hoy. Traducido al castellano. Lo hojeé. Y así de entrada, me pareció que tenía unas ilustraciones muy bellas, muy estilizadas, muy limpias, pero también expresivas. Así que me interesé por la reseña argumental,… dos jóvenes coreanos a finales de los años 20 del siglo XX, o principio de los 30, en plena colonización de la península coreana, Chosón, por los japoneses. Inmediatamente supuse por dónde irían los tiros. Un mezcla de romance juvenil con mirada atrás a unos años conflictivos en todo el mundo, esos que precedieron a la sucesión de guerras que azotaron el mundo. Tiempos de inquietud política y social, de cambios profundos, especialmente en esas sociedades asiáticas, cerradas al cambio durante siglos, y que se enfrentaban a una modernización, no siempre bien digerida. No lo compré, porque miré el título original, y comprobé que el título original estaba en francés, no en coreano. El coreano no lo entiendo, pero el francés sí lo leo sin problemas. Así que me fui a casa y lo busqué en alguna tienda en línea. Lo encontré sin problemas, y ademas comprobé que estaba a punto de salir al mercado el segundo volumen. En octubre leí el primero, en noviembre el segundo. Ahora, lo que más lamento, es que hasta dentro de un año no podré seguir con la lectura, porque obviamente no ha terminado, y tengo la sensación de que va para largo. Y eso que son tomos de generoso grosor.

Los protagonistas son dos adolescentes, que viven bajo el mismo techo mientras estudian su bachillerato o equivalente. Ella es la hija mimada de un empresario, que juega a ser una chica moderna. Coqueta, consentida, inteligente, con ganas de una libertad que en principio no está al alcance de las mujeres. Él es el hijo de un noble o alto funcionario del antiguo régimen del país, muy venido a menos, su padre fallecido, y su madre y él mismo acogidos y protegidos por el padre de la chica. Entre los dos surgen disputas, y diferencias de visión de la vida y de la sociedad. Ella, moderna; él, tradicional. Ella adopta un nombre japonés; él es fiel a su nombre coreano. Ella es caprichosa y algo insolente, aunque buena chica; él es austero y moralista. Y sin embargo, es evidente un hecho, aunque no lo quieren reconocer, se atraen mutuamente y poderosamente.

El primer volumen actúa como presentación de los principales personajes, y de los secundarios habituales, así como del entorno social y político en el que se mueven. El segundo, todavía en el instituto, empiezan a tomar conciencia sobre las realidades de ese entorno. Él, hacia los movimientos izquierdistas que se mueven en la oposición nacionalista; ella, en el conformismo con el statu quo y con ganas con ir a estudia a Japón, como lugar que representa la modernidad para la tradicional sociedad coreana. Y de fondo, el colonizador. Opresor, y represor.

Yudori se lo toma con calma y presta atención al detalle. Procura constantemente ser fiel en sus ilustraciones a la época. Ilustraciones que como digo son limpias y elegantes. Y el nivel de los textos es bastante bueno también. No he conseguido conocer muchos detalles sobre la vida de la autora. Surcoreana. Pero que escribe en francés. Supongo que es en el país vecino donde ha estudiado y ha comenzado a desarrollar su trabajo. Desde luego, estoy muy interesado en seguir la lectura de esta saga. Y no descarto que, mientras tanto, busque alguna de las otras obras ya publicadas, por alguna de ellas tiene muy buena pinta.

[Libro] Shattered Sword – Jonathan Parshall y Anthony Tully

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. En el puerto de San Francisco encontramos en exposición barcos de la Segunda Guerra Mundial; algunas fotos realizadas con película en blanco y negro de algunos de ellos.

Leí este libro, un ensayo histórico sobre la batalla de Midway, la primera gran victoria naval de los Estados Unidos sobre Japón a principios de junio de 1942, entre el 2 y el 10 de agosto de este 2025. Unos días antes, había quedado a cenar en casa del hermano de una buena amiga, y con otras gentes, y el susodicho decidió unilateralmente que íbamos a ver una película con la libertad de poder comer, hablar, reírnos, criticar o lo que fuera, algo que no hacemos en las salas de cine. Algo que detestamos en las salas de cine cuando lo hacen otros, y desgraciadamente en las salas de cine de Zaragoza, en determinados días de mayor afluencia, es algo frecuente. Claro… si ese era el tono, la película no podía ser algo que nos tomáramos muy en serio, y seleccionó Midway de Roland Emmerich. Un director que, en líneas generales, consideramos infame. Por supuesto, cuando se estrenó la película en 2019, no la fuimos ver a salas de cine. Entre otras cosas porque pensábamos que iba en la línea de otra película infame de otro director infame, que desgraciadamente sí que vi en su momento en las salas, pero de eso han pasado 23 o 24 años. Éramos «jóvenes». Pero lo que pasó es que la película de Emmerich, aunque con algún que otro exceso visual de los suyos… no estaba mal. Incluso parece que disfruta de un cierto rigor histórico, lo cual, en un director de este tipo, y en Hollywood, es algo absolutamente excepcional.

En mi adolescencia, con unos 13 de años de edad, se estrenó otra película sobre la mencionada batalla, que en aquellos momentos me encantó. Hasta tal punto, que en los quioscos se publicó una versión novelada de la película, y la compré y la leí varias veces. Lo cierto es que aquella película de 1976, con un reparto lleno de nombres de relumbrón,… era tan infame como alguna de las que he mencionado antes. Con secuencias que procedían de los descartes de Tora! Tora! Tora!, de documentales de la época de la guerra mundial, y con argumento que mezcla las acciones de la propia batalla, de forma bastante confusa, con un drama romántico-familiar absolutamente deleznable y superfluo, hoy en día la consideraría una de las peores películas bélicas que he visto en mi vida, y mira que las hay malas. O simplemente una de las peores película que he visto, bélicas o no bélicas. Así era la cosa. La cuestión es que me quedé con curiosidad de saber hasta qué punto la película de Emmerich era precisa, y de enterarme qué pasó en aquella dichosa batalla, glorificada por los USAmericanos, ignorada durante mucho tiempo por los japoneses, y que a mí me dejó la sensación tras ver las películas y algunos vídeos en Youtube que fue una batalla ganada por el bando que metió menos la pata.

En uno de esos vídeos se recomendaba el libro que aquí comento, escrito por Jonathan Parshall y Anthony P. Tully. El primero es un tipo que estudió algo parecido a lo que en España llamábamos Ciencias empresariales y, actualmente, Administración de empresas, pero que ha dedicado mucho tiempo de su vida al estudio de la Segunda Guerra Mundial como historiador, especialmente de la Marina Imperial Japonesa, junto con su compañero Tully, que parece que estudio cuestiones relacionadas con las tecnologías de la información, pero que también ha acabado dedicándose a la historia. Puedo estar cometiendo algún error involuntario, pero no grave en este brevísimo currículo de los autores… porque las informaciones que tengo siempre ponen más énfasis en sus cosas como historiadores, que en sus trabajo dedicados a otras cosas. Así que lo busqué en versión electrónica y lo leí.

He de decir que lo encontré muy ameno de leer. Tras una presentación con los antecedentes previos a la batalla y la explicación de los motivos de Japón para buscarla, hay un relato de la misma casi hora a hora. Y finalmente, algunos capítulos con conclusiones. Y la novedad de estos autores frente a la mayor parte de los libros previos es que parte del material de los Japoneses y no de los escritos ya desarrollados por los historiadores USAmericanos. Especialmente de historiadores japoneses recientes, y no de los relatos poco fiables de algunos militares navales nipones que son en los que se han basado los historiadores yanquis. Aquí no voy a entrar en desmenuzar las cuestiones sobre lo que pasó en aquella batalla. En general se resumen en a) los japoneses prepararon la cosa de pena con muy mala inteligencia sobre lo que pasaba en el otro bando; b) los yanquis sí que sabían lo que se venía encima porque «escuchaban» a los japoneses», llevaban esa ventaja; c) ambos bandos ejecutaron una serie de acciones y decisiones calamitosas que les llevó a perder muchos recursos y vidas, siendo más importantes de los japoneses; y d) no fue una pelea de David (EE. UU.) contra Goliat (Japón), porque los recursos reales de los que disponían, y entraron en liza, estaban muy igualados. Los yanquis ganaron por una mezcla de buena inteligencia previa a la batalla, y algo de suerte ayudada por la mala planificación de los japoneses.

Pero lo importante del libro para mí, y es lo que me interesa resaltar aquí, es que es un texto destinado a romper con los dogmas e ideas preconcebidas que dominaban el relato de la acción desde hace muchas décadas, para presentar otra versión, bien documentada, de la acción bélica. En ciencias, solemos considerar que la primera e importante cuestión para el avance en cualquier disciplina científica, es un alta y saludable dosis de escepticismo y duda ante el conocimiento establecido. Considerar que cualquier teoría científica es tan buena como los datos, provengan de observaciones o experimentos, que la apoyen. Pero a lo largo de mi vida, me he encontrado que en las humanidades menudean las escuelas que asumen principios difíciles de contrastar con objetividad, que son asumidos de una forma un tanto dogmática. Los autores intentan, y probablemente lo consiguen, romper los dogmas sobre lo que se supone que sucedió en aquella batalla. Que ni siquiera fue decisiva como se ha venido afirmando. Por decisiva hay que entender que, al ganarla, se ganó la guerra, si la hubieran perdido, los EE. UU. habrían perdido la guerra. No tal. Fue importante porque cambió el curso de la guerra. Pero David (Japón), en aquellos años, con sus limitados recursos, nunca tuvo una oportunidad contra Goliat (EE. UU.). Tenían la guerra perdida desde el momento en la que la empezaron. Tarde o temprano, el poderío industrial americano se hubiera impuesto, como sucedió.

Para mí hay algo muy importante cuando lee un ensayo sobre un tema del conocimiento humano. Sea en el campo de las humanidades, las letras, las ciencias o la tecnología. Y ese algo es el no dar nada por sabido o por seguro. No existen los dogmas. Nuestras percepciones, nuestro sentidos, nos engañan en muchas ocasiones, por lo que si no disponemos de instrumentos fiables y precisos no podemos conocer lo que realmente pasa en el mundo/universo. No lo digo yo. Lo dijo Lord Kelvin. Obviamente, en el ámbito de las humanidades, de la historia, esas mediciones, esa recogida de datos que debemos convertir en información, está mucho menos sistematizada, puede estar dispersa, puede haberse perdido, o puede ser susceptible de interpretación. La interpretación de los hechos históricos está sujeta también a los intereses políticos, y sociales, de las distintas comunidades. Se ha dicho muchas veces que la historia la escriben los vencedores. Siempre me ha gustado aquel dicho que dice que «de la guerra de Troya existen tres versiones, la de los troyanos, la de los aqueos… y la verdad». Simbolizan bastante bien lo que estoy intentando expresar. En el ámbito de la historia de España, siempre tuve problemas para comprender qué pasó realmente en la llamada por nosotros guerra de la Independencia, entre 1808 y 1814, con la invasión y la ocupación francesa. La guerra o campaña de España para los franceses. La guerra peninsular para portugueses y británicos. Lo que se nos ha contado en España está fuertemente contaminada por las consignas nacionalista y patrioteras que han reinado en nuestro país. Para conocer mejor algunas de las más importantes cosas que sucedieron hube de recurrir a textos británicos y contrastarlos con otras fuentes. La realidad deja muy mal parada la participación de las fuerzas armadas españolas en aquel conflicto. Los que salvaron la cara de los españoles fueron los guerrilleros que aportaron información necesaria para que el ejército lusobritánico (con una pequeña participación española, los ingleses no se fiaban de los militares españoles, era recíproco) librara sus batallas con los franceses. Es un ejemplo.

No puedo decir que pueda recomendar con carácter general este libro. El tema interesará a muy pocas personas, especialmente fuera de los países implicados en el conflicto. Pero yo lo leí con ganas y ya he dicho que me resultó muy ameno. Hay una abundancia de datos, pero no desborda. Y sobretodo, ayuda a formar el espíritu crítico. Ese sano escepticismo que he mencionado y que debe presidir todo acercamiento al conocimiento humano, siempre imperfecto y siempre necesario de avances, de nuevas ideas y nuevas visiones, para no quedarse estancados… y muertos.

[Libro] When we were orphans – Kazuo Ishiguro

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Las últimas fotografías que realicé en Shanghái en el viaje de 2019.

Kazuo Ishiguro es un autor que se ha convertido en un habitual en mi lecturas. Y poco a poco voy recuperando su bibliografía. No tremendamente extensa, pero que me dará para un tiempo. Japonés de nacimiento, británico de adopción, vive en Inglaterra desde niño, por lo que su lengua literaria es el inglés, y premio Nobel en 2017, sus relatos tienen siempre situaciones imprevistas o sorpresas para el lector. Especialmente cuando opta por un relato en primera persona. Técnica literaria que siempre nos debe hacer dudar de la veracidad de lo que se nos está contando. Y que a mí, cuando está bien desarrollada, me encanta.

Y este es uno de esos casos. El narrador es un hombre cuya infancia transcurrió en Shanghái, donde fue feliz, hasta que sus padres desaparecieron. Al parecer secuestrados. Trasladado a Inglaterra al cuidado de una tía con dinero, llevará una buena vida hasta, que ya graduado en la universidad, optará por dedicarse profesionalmente a las labores de investigador privado. Ámbito en el que alcanzará el éxito. Pero siempre con una obsesión; volver a la ciudad asiática a buscar a sus padres. Cosa que hará en 1937, justo cuando los invasores japoneses y los defensores chinos se disputan la ciudad en los primeros compases de la Segunda Guerra Chino-japonesa, uno de esos conflictos que salpicaron el mundo en el final de los años 30, y que si no fuese por la visión eurocentrista de la historia situarían el comienzo de la Segunda Guerra Mundial varios años antes a su comienzo oficial en 1939. Durante sus años de juventud, en sus 20 y sus 30, se irá encontrando con otra joven con un ansia desesperada por triunfar en sociedad. También huérfana. Y a pesar de su obvia atracción mutua no reconocida por ninguno de los dos, sus vidas se cruzarán repetidamente, pero sin llegar a cuajar una relación.

Estamos ante un libro complejo, en su planteamiento y en su desarrollo. Como ya he dicho, o insinuado, es el propio protagonista quien narra la historia. Pero siempre con la duda de si lo que nos cuenta es cierto o no. ¿Nos podemos fiar de sus recuerdos infantiles, cuando sucedió la tragedia de sus padres? ¿Nos podemos fiar de cómo vive su vida social, ante la inseguridad perpetua del huérfano que no tiene clara su lugar en el mundo? Este es un tema central. Él es huérfano. La joven que aparece y desaparece de su vida es huérfana. La niña canadiense que acoge y cría como si fuera su padre es huérfana. Y sobre todo, en las sobrecogedoras escenas de la guerra en Shanghái, ¿nos podemos fiar de que lo que nos cuenta es lo que realmente sucede? Incluso cuando conocemos el desenlace de lo que sucedió con los padres, algo que no esperas, algo con un punto tremendo, todavía más dramático que lo que creíamos conocer, te planteas dudas de qué es verdad y qué es mentira. Quien dice o cree decir la verdad y quien no. Como digo un relato complejo.

La novela, indudablemente bien escrita, tiene un argumento que nunca sabemos claramente dónde nos lleva. A mí me desconcertó en varias ocasiones. Y quizá por ello sea una de las obras más discutidas del autor. Alguno la califican de las más flojas, el propio Ishiguro dice no estar del todo satisfecho de ella, aunque la mayor parte de las revisiones la sitúan bien. Ishiguro es buen escritor, muy buen escritor, por lo que incluso sus obras más flojas pueden tener más interés y ser mejores literariamente hablando que las mejores obras de otros autores, bien conocidos, pero claramente inferiores. Por mi parte, cuando fui superando los desconciertos, y teniendo en cuenta que hace más de un mes desde que la terminé, lo cierto es que es una novela que ha ido creciendo poco a poco en mi memoria, y caba vez valoro mejor los valores que contiene. Así que me parece muy recomendable. En fin, llevo mucho retraso comentando cosas leídas, después de este comentario me quedarán cuatro lecturas pendientes, y voy por la mitad de otro libro… pero no me quiero precipitar acumulando comentarios, no vaya a ser que me entre algún parón lector de los que me suceden de vez en cuando y me quede sin libros de los que hablar.

[Libro] El libro de la almohada – Sei Shōnagon

Sin categorizar

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Cuando Shōnagon escribió su diario, la corte del Mikado se encontraba en Kyoto. Acompañaremos la entrada con un paseo fotográfico por el santuario Yasaka de la antigua capital imperial japonesa, entonces llamada Heian-kyō 平安京, la ciudad de la paz.

La literatura japonesa avanzó muy deprisa durante el llamado periodo Heian, en el que el centro de poder y de influencia se encontraba en Kioto, donde residía el emperador. No siempre ha coincidido el lugar de residencia del emperador con el centro del poder en el País del Sol Naciente. Hasta la era Meiji el emperador residió principalmente en Kioto, y sin embargo, en los tres siglos anteriores, el centro del poder se encontraba en Edo, actualmente Tokio. También hubo ocasiones en los que estuvo en Kamakura, u otras ciudades, según el lugar de residencia del shogun de turno. Pero en torno al año 1000 de la era común, era Kioto el centro político del país. Y un lugar de ilustración y refinamiento cultural.

Ya he leído con interés alguna obra de aquel período, algo anterior a la que nos ocupa hoy. Y es ciertamente célebre el Genji Monogatari 源氏物語 de Murasaki Shikubu, la Historia de Genji, contemporánea de la obra que comento hoy, a caballo entre el siglo X y el siglo XI. Genji Monogatari es una novela, y es considerada la primera novela moderna, o una obra con muchas de las características de una obra moderna, con el permiso de algunos precursores en la época clásica, en Grecia y Roma. En occidente, en los siglos XI y XII, los relatos se escribían en verso, y no se considera que hasta el siglo XIII comienzan a encontrarse relatos en prosa precursores de la novela actual. Esto nos da una idea del nivel de ilustración cultural de la corte nipona de principios de milenio, muy superior a la que encontramos en aquel momento en las cortes y en los feudos de la Europa medieval. El libro que hoy comento se escribe en aquel momento de refinamiento cultural en la corte del Mikado.

La autora del libro de hoy, Sei Shōnagon… bueno,… no se llamaba así. Shōnagon haría referencia al cargo de su esposo en la corte, mientras que Sei sería una referencia indirecta al apellido de la autora que se supone se llamaba Kiyohara Nagiko. Kiyohara es el apellido. Y el carácter con el que se escribe Sei, 清, es el primero de los usados para escribir este apellido. Shōnagon, como es denominada a lo largo del libro, en boca de otras personas de la corte, y era dama de compañía de la emperatriz consorte Fujiwara no Sadako, o Fujiwara no Teishi, como también es conocida, esposa predilecta del emperador Ichijō, 66º emperador de Japón. La antes mencionada Murasaki Shikubu ocupó una posición similar con la primera emperatriz consorte del mismo emperado, Fujiwara no Shōshi, y parece que hubo cierta competitividad entre ambas damas de compañía y escritoras.

Sin embargo, el libro de Shōnagon no fue escrito para ser publicado y leído. Era más bien una especie de diario en el que anotaba ideas o sucesos que le llamaban la atención, y que guardaba junto a su almohada, probablemente lo escribía cuando se retiraba a su alcoba antes de dormir. De ahí el nombre de Libro de la almohada (枕草子 Makura no Sōshi). No es un relato al uso. Aparece listas de cosas que le gustan, que no le gustan, que le desagradan, que considera encantadoras, que conviene hacer, o que no conviene hacer. También describe su entusiasmo por determinadas fiestas, o por la forma en que se comportan algunas personas que conoce. O también las que le desagradan. Hay frecuentes referencias a poemas de la época, y también más antiguos, tanto japoneses como chinos. Y no faltan descripciones más o menos veladas o claras sobre lances amorosos, o su atracción sobre tal o cual caballero de la corte. O las anécdotas que destaca en la vida cotidiana de la corte, en su relación con Sadako, la emperatriz o con otros cortesanos y cortesanas de cierto rango.

Se nos cuenta que el libro se escribió en hiragana, uno de los silabarios de la escritura japonesa, que en aquellos momentos se consideraba la escritura de las mujeres, utilizando kanji, los caracteres propios de la escritura china adoptados en Japón, para los nombres propios de personas o lugares. Pero hay coincidencia en considerar que era una mujer muy ilustrada y culta, y con gran sensibilidad poética. Esas sensaciones nos traslada la traducción al castellano realizada y comentada por Jorge Luis Borges y María Kodama, que seleccionaron los pasajes que forman parte de esta edición. Por supuesto, la autoría de la traducción nos garantiza que esta tiene un nivel literario de un nivel más que apropiado. De alto nivel.

Se lee bien. Se lee fácil. Es de gran belleza estilística y poética a pesar de estar escrito en prosa. Y no es muy extenso, por lo que es definitivamente una obra que se puede recomendar a cualquier lector, aunque especialmente a quienes se quieran adentrar en la cultura del País del Sol Naciente, sus orígenes y su historia.

[Libro] Orlando – Virginia Woolf

Literatura

Virginia Woolf es una de las escritoras británicas más conocidas y más influyentes del siglo XX. Existen referencias a su legado literario en muchas obras posteriores, no sólo escritas, sino también en el mundo del cine, de la televisión y del teatro. Y por ello, hace mucho que se despertó en mí el interés por leer algunas de sus obras, al menos las más significativas. Sin embargo, ese interés no se ha reflejado en la realidad. Que yo recuerdo, sólo había leído hasta el momento un de sus obras, La señora Dalloway, hace algo más de 20 años, y por lo tanto no está reflejada en estas páginas, poco después de ver una película con un notable elenco inspirada por esta novela. Tampoco la película, de 2002, aparece en estas páginas. Este Cuaderno de ruta cumplirá 20 años el próximo 8 de febrero, por lo que vi la película y leí el libro antes de comenzar a redactar entradas en el blog.

La cuestión es que hace unos meses se me cruzó una oferta por la peculiar novela que traigo hoy a comentario, y la adquirí. Aunque tardé un tiempo en encontrar un hueco para leerla. También fue objeto de una adaptación cinematográfica, en 1992, con la siempre interesante Tilda Swinton en el papel principal, que vi en su momento, pero de la que no guardo mucho recuerdo, porque fueron tiempos convulsos para mí y mi nivel de atención era muy bajo en aquellos momentos para lo que veía en el cine. Me hubiera volver a ver la película antes de hacer este comentario, pero no la he encontrado en mis plataformas habituales, y no he tenido ocasión de buscarla más allá. Creo que uno de los canales de pago complementario de Amazon Prime Video está… pero no sé si estoy por la labor de pagar una suscripción más por este motivo.

El caso que la he denominado peculiar novela, porque Woolf la tituló en su idioma original el inglés como Orlando: A Biography, y en todo momento se dirige al lector bajo el supuesto de que está escribiendo una biografía. Una biografía que se extiende durante casi cuatro siglos. Pero que según se nos cuenta en los textos, fue inspirada por la vida de una de las amantes de Woolf, Vita Sackville-West, que no vivió tanto tiempo, pero cuyos acontecimientos vitales se incluyen de una forma u otra en la obra. Era poetisa, vivió en Estambul, amó a hombres y mujeres, vistió de mujer y vistió de hombre… Por Orlando, noble inglés nacido en tiempos de la reina Isabel I, de la que fue favorito y que le ordenó no envejecer, nació como hombre, pero a lo largo de su vida mutó su sexo a mujer. Y la novela nos va contando su vida, con sus acontecimientos más importantes, pero también otros que lo son menos, sus amores, sus aventuras, su pasión por la poesía, su empeños durante siglos de escribir y publicar su propio libro de poemas, y sus reflexiones sobre lo que significa ser hombre y, especialmente, lo que significa ser mujer a lo largo de los siglos. Dicen algunos que esta novela/»biografía» es una de las más hermosas cartas de amor que se han escrito, de Virginia hacia Vita.

La novela se lee bien. Alterna la reflexión con la aventura. Aventura amorosa, pero también aventura vital. Y no carece de humor. Al contrario, destila, incluso en los momentos más dramáticos de la vida de Orlando, cierto humor amable, algunas veces con un punto de ironía, pero sin hacer sangre. Hay momentos muy inspirados desde este punto de vista, como las descripciones de carácter que hace de algunos de los poetas y escritores, personajes históricos, reales, con los que se cruza el/la protagonista, y a los que desmitifica sin dejar de admirar su obra. Para los románticos, quedará la desesperación por la pérdida de la hermosa princesa rusa, cuando Orlando todavía es un hombre. Pero en general, como ya he dicho, tiene su punto de historia de aventuras, y se lee a gusto.

No obstante, su principal virtud es la reflexión continua sobre lo que se espera de la persona de acuerdo con su condición. Condición social, situación económica, el sexo con el que le ha tocado nacer, las convenciones de la época,… El largo recorrido por la historia y la sociedad inglesa permiten a Woolf poner en solfa estas convenciones, siempre cambiantes, sujetas a corrientes de pensamiento, al devenir de la política y de la economía, a las modas, y que, mientras permiten al hombre libertad para emprender aventuras y empresas, condena a la mujer a vivir la vida buscando alicientes más próximos a lo doméstico, a lo particular y lo interior. Me gustó cuando leí esta obra, pero la misma ha ido creciendo en mi recuerdo y en mi imaginación, ha ido dejando más poso con el paso de las semanas. Al cabo, hace ya dos semanas que culminé su lectura, y he tenido tiempo para que su recuerdo dé alguna vuelta por mi pensamiento. Muy recomendable.

[Libro] Plagues and Peoples – William H. McNeill

Literatura

Leí por primera vez este libro del historiador William H. McNeill en 1990 en su versión traducida al castellano, Plagas y pueblos. En aquellos momentos yo era un médico residente en la especialidad Medecina preventiva y salud pública, y me encontraba cursando el curso del Programa Superior de Salud Pública de la Escuela Nacional de Sanidad en Madrid. Lo que hoy se diría, y ya entonces se podría haber dicho, un máster de posgrado en Salud Pública para profesionales de la salud. Pero esta escuela no pertenecía a una universidad sino al Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad, o como se llamase entonces, y no había encontrado del todo su punto y su sentido. En cualquier caso, yo era un joven profesional de la medicina en formación, muy ilusionado con lo que aprendía. Y además, siempre me ha gustado la historia. Por lo que leer un libro que combinase mis conocimientos profesionales de epidemiología con una visión histórica de la epidemias a lo largo de la existencia del ser humano sobre la faz de la Tierra, no sólo me gustó. Me entusiasmó. En muchos aspectos, aquel libro marcó mi forma de pensar como profesional y como persona en varias dimensiones.

Comentaba recientemente el «Decamerón» de Bocaccio, que transcurría en Florencia durante la pandemia de peste bubónica del siglo XIV. Así que fotográficamente nos trasladaremos a la capital toscana.

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Pero de aquello han pasado 34 años, o lo que es lo mismo, 34 años más uno previo a la lectura del libro de actividad profesional, muchas vivencias, tres pandemias, la del sida, la de la gripe de 2009-2010, y la de la covid-19. Sí. Tres. No sólo, una la del coronavirus. Tres. Y una de ellas, la de sida, con más muertos. Aunque nunca ningún patriota haya puesto crespones negros en las banderas por los muertos de esa pandemia. Y un par más que he vivido en mi vida desde que nací. Que por ahí ha ido pululando una pandemia de cólera, la séptima pandemia de esta enfermedad, que comenzó en los años 60 en las islas Célebes de Indonesia. Y la pandemia de 1968 de gripe de Hong Kong, que afortunadamente no fue muy agresiva, la menos agresiva de las tres del siglo XX. Pero todas ellas han tenido su impacto en mayor o menor medida de en el devenir histórico de la humanidad, aunque no siempre sea evidente, ocultas tras otras noticias más llamativas como guerras, catástrofes naturales, revoluciones y otras cosas. McNeill, en su libro de 1976 hacía una contribución temprana, profunda e importante al papel de las epidemias en la historia del ser humano, tan ignorada por tantos historiadores hasta el momento.

Después de pasado lo peor de la pandemia de covid-19 ha sido el momento adecuado de releer el libro. En su versión original, en inglés. Me gustaría pensar que no es necesario argumentar en estos momentos la importancia y el impacto de las epidemias y los fenómenos de salud y enfermedad en las poblaciones humanas. Me gustaría. Pero a pesar de la reciente pandemia, la memoria de los seres humanos es débil, y para muchos ya está casi olvidada, y ha quedado meramente como una anécdota más en sus vidas, de esas que en las conversaciones de amigos se comentan alegremente se comentan con el «¿Te acuerdas de lo que hacías cuando… (el Apolo XI llego a la luna, el golpe de estado del 23-f, los juegos olímpicos de Barcelona, el atentado de las Torres Gemelas, la pandemia de covid)?» Pues ese tipo de cosas. Para mí, volver a leer el libro ha sido importante. Ya no soy un joven profesional en formación. Soy un profesional que ya mira de cerca el final de su vida profesional. Con experiencias que han traído unas cuantas alegría, pero también unas cuantas cicatrices, desilusiones o desengaños. Qué ha ido aprendiendo a mirar con sentido crítico los acontecimientos. Que conoce bien el impacto de los fenómenos de salud y enfermedad no sólo en las personas, sino en los colectivos, en las comunidades, en las naciones y también a nivel global. Que sabe que no sólo importan las enfermedades infecciosas a las que McNeill dedica su libro, sino también las enfermedades crónicas, las enfermedades asociadas a los estilos de vida, las enfermedades condicionadas por los determinantes sociales, como nivel socioeconómico, cultura, pertenencia a grupos o minorías étnicas, riesgos profesionales, o riesgos ambientales. Por mencionar las más importantes.

No voy a detallar el contenido del libro. Es demasiado amplio. Las relaciones parasitarias en los humanos primitivos cazadores-recolectores en el África de origen y en su diáspora por todo el mundo. El surgimiento de la agricultura y la ganadería y las nuevas relaciones microparasitarias (infecciones e infestaciones de origen zoonótico) y macroparasitarias (aparición de clases militares, aristocráticas y religiosas). La emergencia periódica de nuevas infecciones algunas de origen desconocido como la peste de Atenas, o las que inspiraron las 10 plagas de Egipto en la Biblia, las exantemáticas como el sarampión y la viruela que impactaron en el Imperio Romano, y no digamos cuando los españoles llegaron a América causando una enorme mortandad, la peste bubónica en la edad media, la sífilis a partir del siglo XVI, el cólera épocas relativamente modernas,… y otros ejemplos. Quizá el episodio más poderoso es la llegada de los europeos al continente americano. ¿Cómo puede ser que tantos crea que los varios cientos de aventureros españoles que llegaron con Hernán Cortés o Pizarro pudieron acabar con los imperios con millones de súbditos de Méjico y Perú? Evidentemente fue la tremenda mortandad debida a las enfermedades importadas las que sitúo a los nativos americanos en situación de debilidad e inferioridad. Las cifras de muertos son estremecedoras y fueron debidas a las armas. Y desde luego no a la galanura, valentía y arrojo de los conquistadores, que se las habrían visto de otro color sin la ventaja epidemiológica.

También es cierto que ha habido avances científicos en las últimas décadas que hacen que algunos de los planteamientos de McNeill hayan quedado desfasados. Pero no voy a entrar en ellos. Tendrían un carácter demasiado específico. Propio de lo que es mi profesión y área de conocimientos específico en la que he trabajado durante toda mi vida profesional. Más o menos. Y este Cuaderno de ruta es muy generalista. De hecho, tan apenas tan apenas hablo de mi actividad profesional. Probablemente esta es una de las entradas de este blog en la que más me he definido. En cualquier caso, me alegro de haber vuelto a leer este libro de historia de la humanidad desde el punto de vista de sus relaciones con las enfermedades infecciosas epidémicas. Y, aunque sin duda me aprovechará más que al lector promedio por mis conocimientos relativamente avanzados en el ámbito de la epidemiología, puede ser leído por muchas otras personas. Es más profundo que un libro de mera divulgación histórica. Pero los ámbitos, temas y acontecimientos que trata lo pueden hacer recomendable a un público mucho más amplio de lo que podríamos pensar. Y es que, efectivamente, es muy recomendable. Quizá si McNeill no hubiese fallecido ya a la provecta edad de 98 años en 2016, hubiese convenido una actualización, en conceptos y visión tras lo acontecido en los últimos 50 años. Habrá que revisar que autores han cogido el testigo en este tiempo.

[Libro] Menudas historias de la Historia – Nieves Concostrina

Literatura

Hoy ando con poquito tiempo, pero no quería dejar de poner una entrada en el blog, en esta ocasión dedicada a uno de los últimos libros que he leído. Como no es un libro que me haya entusiasmado precisamente, no le dedicaré mucho espacio. Está escrito por una periodista, Nieves Concostrina, que al parecer ha participado en varios programas de radio a lo largo de su carrera. Y en una hora del café, los compañeros del trabajo me la sugirieron bajo la idea de que me gusta la historia y que, por lo tanto, me podría gustar sus libros de divulgación histórica.

Algún episodio dedica la autora a las guerras napoleónicas en la Península Ibérica. Pero al igual que en los tiempos del régimen… cositas anecdóticas como lo del tambor del Bruch, o el cañonazo de Agustina… y cositas de esas. Este país se quedará para siempre sin que alguien cuente de verdad lo que pasó en aquella desgraciada guerra.

El libro, que lleva como subtítulo Anécdotas, despropósitos, algaradas y mamarrachadas de la humanidad, es una colección de pequeños artículos que hablan de algún hecho histórico más o menos destacable, curioso o potencialmente interesante. Muchos. Y de muchas épocas. Y de muchos países. Y agrupados temáticamente de una forma que no me ha acabado de convencer, pero que hace que relatos muy relacionados aparezcan dispersos por el libro, por lo que pierde profundidad.

No es que tenga mucha en ningún momento. Profundidad, digo. Cada relato es como una introducción a algo que sucedió, y muchas veces destaca más la anécdota que el fondo. Y como veréis en el subtítulo, no esconde la intención. Es honesta en eso. Pero a cambio queda excesivamente superficial. Realmente, intenta ser tan para todos los públicos, y abierta a muchos niveles culturales, que al final te quedas con un montón de cosas… tantas… que te acabarás olvidando de ellas. Lo terminé hace ya tres semanas o así… y ya he olvidado mucho. Me queda la sensación general. Y encima, de cosas que ya sabía,… pues he encontrado alguna que otras inexactitud. O interpretación de los hechos que no me convence gran cosa. Así pues… no me ha gustado en exceso. No lo recomiendo. Ni siquiera para introducirse de forma amable en la historia, para alguien que ha rehuido la materia. A la postre, me parece tan ineficaz como las clases de historia tipo tocho del colegio o del instituto, de los que algunos se quejan. Aunque yo tuve suerte… y un buen profesor de historia en el bachillerato. Unificado. Y polivalente.

[Cine] Napoleon (2023)

Cine

Napoleon (2023; 66/20231124)

Hace más de semana y media que vi esta película de Ridley Scott, que ha desatado diversas polémicas por el tratamiento que el director norteamericano perpetra a los hechos históricos. Mostrando además una actitud despectiva hacia los que critican se desprecio por la veracidad. Según Scott, si es para dar espectáculo, todo vale. Sería el equivalente a ese malhadado dicho del periodismo que dice aquello de «no dejes que la verdad te estropee una buena noticia». La cuestión es que tampoco ha emocionado a esos espectadores que se supone que iban a quedar encandilados por el espectáculo, y la crítica no se pone de acuerdo. Hay críticas que ensalzan la película y otras que la critican con severidad. He de confesar, antes de empezar, que siento una profunda antipatía por el tirano francés. Aunque muchos le atribuyen el haber difundido la ilustración por Europa, creo que las ideas no se difunden a cañonazos al servicio de una ambición personal. Y el comportamiento del ejército francés que ocupó España entre 1809 y 1813 poco tiene que «envidiar» al del ejército de la Alemania nazi cuando ocupó países entre 1939 y 1945. Y sin embargo Napoleón es admirado en Francia. Hitler en Alemania, no. O por lo menos, no mayoritariamente. Bien es cierto que alguien como Napoleón surgió en gran medida gracias a las potencias absolutistas que decidieron atacar por todos los frentes a la Francia republicana, lo que propició el surgimiento de una clase militar en el país vecino que llevó a maltraer durante dos décadas a esas potencias absolutistas. Pero los perjudicados en las guerras no son los monarcas sino los pueblos. Nunca hay un único culpable de la barbarie bélica.

De los diversos monumentos y nombres de calles y plazas que hay en París que recuerdan el periodo napoleónico, muchas veces rememorando sangrientas batallas o a los generales del corso, sin duda el más conspicuo es el Arco del Triunfo. Que por muy fotogénico que sea… a mí me da bastante grima.

Scott realiza un recorrido por los 28 años de la vida de Napoleón (Joaquin Phoenix) entre la etapa del Terror revolucionario en 1793 y su fallecimiento en Santa Elena en 1821. Y lo hace contando dos historias en paralelo. Su peripecia bélica, destacando algunas de sus batallas más importantes, aunque se quedan muchas muy importantes en el tintero, por un lado. Por otro, su relación con Josephine de Beauharnais (Vanessa Kirby), una relación que nunca se ha traslado bien a la pantalla. Y tampoco en esta ocasión.

Vayamos por partes. La película que hemos visto en los cines, de dos horas y media, está incompleta. El montaje definitivo de cuatro horas de duración, según dicen, se podrá ver desde enero en Apple TV. Y los recortes pasan factura, con un montaje deficiente. O quizá, más que un montaje deficiente, con un ritmo narrativo muy cuestionable. Scott fía el éxito de la película en la espectacularidad de sus escenas bélicas. Que realmente están rodadas con maestría. Nadie va a dudar que el director conoce su oficio. Aunque lo de Austerlitz y el lago helado fuera una pequeña anécdota sin mucha importancia en lo que fue la batalla, diga lo diga Scott en su película. Pero con la historia que vemos, nadie va a entender a Napoléon, porqué surgió, cuales eran sus motivaciones reales. Y sobretodo, como ya he dicho, cómo fue su relación con Josephine, y como influyó esta mujer en el joven oficial que era cuando se conocieron.

Por otro lado, el reparto es fenomenal, con gente de gran valía, entre quienes he destacar necesariamente a Vanessa Kirby, por delante del propio Phoenix como protagonista. Que Phoenix se luzca menos de lo que debería hay que atribuirlo al maltrato que Scott inflige al personaje principal, a veces ridículo, a veces un tópico andante. Pero Kirby… ¡cuánto me gustaría ver una película que se titulase Josephine, protagonizada por Kirby, con un buen guion y un director con sensibilidad! Soñar no cuesta dinero.

Me cuesta recomendar la película. Aunque quien vaya al cine no se aburrirá. Si fuese una película no basada en nadie en particular, sobre un general ficticio, una película bélica de acción, podría haber sido estupenda. Que se titule Napoleon y que pase lo que pase… hay es donde, si aprueba, es porque técnicamente está muy bien hecha. No sé si la versión completa en Apple TV arreglará algo la cosa. Lo dudo. No sé si le daré la oportunidad. Desde luego no como largometraje. Quizá la divida en tramos de alrededor de 45′ y la convierta en una miniserie. Tal vez así… ya veré. Napoleón Bonaparte ha sido llevado a la pantalla en diversas ocasiones, pero sin que su figura se haya analizado convenientemente. Siempre se ha tratado de forma muy tópica. Mi madre era muy aficionada a Desirée, sobre su presunto enamoramiento de Desirée Clary. Prometida de Bonaparte durante un tiempo, el compromiso se rompió cuando este conoció a la Beauharnais. Clary acabó casándose con el mariscal Bernadotte y, por lo tanto, acabó siendo reina consorte de Suecia. Aunque no ejerció… realmente. Tampoco es una película que se caracterizara por la fidelidad a la historia, y especula más que otra cosa. En fin… que no hay una buena película sobre el tirano francés, lo interprete Marlon Brando o Joaquin Phoenix.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Libro] La agonía de Francia – Manuel Chaves Nogales

Literatura

Unas semanas antes de irme de vacaciones, me llamó la atención en las ofertas de mi tienda habitual de libros electrónicos este libro del periodista español Manuel Chaves Nogales. Del cual en ese momento no sabía gran cosa. Pero lo que me llamó la atención fue el tema. Me explico. Aunque la cultura francesa siempre me ha atraído mucho, hablo el francés desde joven, no muy bien, pero soy capaz de conversar. Y leo en francés sin muchos problemas. Creo que es un país que ha ofrecido grandes cosas en las artes, las ciencias y el pensamiento. Pero al mismo tiempo, su historia moderna, desde la revolución de 1789 hasta nuestros días, está tan llena de contradicciones… que muchas veces he pensado que esos logros se alcanzaron a pesar de los propios franceses. En alguna ocasión, hace ya muchos años, en clase de francés en COU, la profesora, que era buena profesora pero con una falta de empatía por los alumnos masculinos que ocasionaba roces, nos dijo que los franceses tienen el corazón a la izquierda, pero el bolsillo muy a la derecha. Algunas de las cuestiones que ensombrecen mi opinión sobre Francia son algunas como el hecho de que celebren todavía a Napoleón, que no dejó de ser un tirano de mala especie, su nefasta política colonial, su hipocresía durante la Primera Guerra Mundial, ya que creo que la buscaron por revancha tanto o más como los alemanes, siendo responsables de muchas muertes, y su connivencia con el ocupante alemán en la Segunda Guerra Mundial, mucho más prevalente que las actividades de la resistencia. En los últimos tiempos, que fueran prácticamente el primer país de la Europa Occidental que diera cancha a un partido fascista, tampoco hace que mejor mi opinión. Y no olvidemos que la Quinta República francesa es consecuencia del golpe militar en Argelia en 1958 que devolvió el poder a De Gaulle, que lo usó para finiquitar la parlamentaria Cuarta República, para instaurar un régimen presidencialista, de menor calidad democrática, aunque reformas posteriores lo hayan suavizado a «semipresidencialista». Muchos analistas creen que el golpe de estado fracasado de 1981 en España estuvo inspirado, en lo que se refiere a sus actores menos radicalizados a la derecha, por aquel mayo de 1958 en Francia.

Pero quizá una de las cuestiones que más me han sorprendido es la facilidad con la que Francia se acomodó a la ocupación del ejército de la Alemania nazi tras la derrota sin paliativos de junio de 1940, y especialmente la ignominia que supuso el régimen de fascista del mariscal Pétain con capital en Vichy, especialmente colaborador en la represión de los elementos democráticos de la sociedad y en el exterminio de judíos. Nunca he considerado a Francia como uno de los victoriosos de esa guerra. Fueron derrotados y luego liberados. Que a las otras potencias aliadas les conviniera darles un trato de favor de cara al futuro de Europa y a la confrontación con la Unión Soviética… es otro cantar. Por eso «parece» que fueron de los ganadores. El caso es que este libro de Chaves Nogales nos habla de las razones por las que Francia sucumbió tan fácilmente ante el empuje alemán.

Chaves Nogales fue un periodista republicano español. Republicano moderado, en buenas relación con Manuel Azaña, lo que lo sitúa en posiciones políticas de centro izquierda. En cualquier caso, viajero incansable en su profesión, conoció las realidades de los estados totalitarios, tanto en la Unión Soviética como en Italia y Alemania. En 1933 entrevistó a Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, a quien consideró como un personajes ridículo. Previamente había escrito artículos y libros previniendo los males del régimen soviético. Cuando se desencadena la Guerra Civil en España, como es lógico, se pone al servicio de la República. Pero en 1937 se autoexilia ante los desmanes de la izquierda radical en su área de influencia, bajo el convencimiento de que ya no era posible un régimen democrático como resultado de la guerra; o se caería en una dictadura fascista, como sucedió, o se caería en una dictadura comunista, títere de Stalin. Hace tiempo que esta idea se instaló en mi cabeza también. Se instaló en París, donde se mantuvo muy activo, y conoció de primera mano la situación francesa en los años previos a la contienda mundial, así como vivió en directo la caída de Francia y del gobierno francés antes de huir a Inglaterra donde murió muy joven, pocos años después. Fue juzgado en rebeldía y condenado tras su muerte por el Tribunal de Represión de la Masonería y el Comunismo del régimen fascista español; lo cual no deja de ser triste y chusco al mismo tiempo en diversas dimensiones.

El libro analiza la situación de Francia en los años previos a la catástrofe, así como lo sucedido en los dos meses desde la invasión alemana de Bélgica y los Países Bajos en mayo de 1940. El tono de cada capítulo es periodístico, por lo tanto habrá que ser cautos a la hora de valorarlo como libro de historia. Es como un compendio de artículos de opinión sobre la situación y los hechos acontecidos en Francia en ese periodo de tiempo, más que un análisis histórico del periodo. Podemos considerar al periodista como un profesional ecuánime, un buen profesional, y desde ese punto de vista el libro es un documento de un valor excepcional. Pero como todo texto periodístico, no conlleva el mismo rigor que el texto del investigador historiador, documentado y filtrado. Conlleva consigo su carga ideológica. Chaves Nogales dibuja una situación con la que en general es fácil estar de acuerdo, puesto que se dio en muchos países. Tras la crisis del capitalismo más liberal en 1929, las democracias liberales se tambalearon y se vieron fuertemente tensionadas y amenazadas por los totalitarismo que al atenazaban por derecha e izquierda. Es lo que había pasado en España y en algunos países centroeuropeos, con consecuencias nefastas, y es lo que tensionaba la Francia de la Tercera República. Régimen que estuvo en vigor entre dos derrotas francesas ante los alemanes, la de 1870 y la de 1940. Francia, para Chaves, estaba atenazada entre una burguesía, clase industrial y ejército claramente atraídos por los regímenes fascistas, y unos movimientos obreros que estaban siendo manipulados y sirviendo a los intereses del estalinismo a través de la Tercera Internacional. Vamos,… que observaba la misma deriva que la que le había hecho ser pesimista con el final de la guerra española tal y como lo podía prever en 1937.

Chaves transmite un tono muy desesperanzado por la Francia de aquel momento. Admirador del pasado del país galo como tierra de libertades, padre de las democracias liberales, tierra de acogida a los perseguido, se muestra pesimista con su presente y su futuro por haber abandonado estas ideas ante los cantos de sirena de los populismo de extrema derecha y extrema izquierda. Está convencido de la capacidad de Francia para haber derrotado a Hitler, especialmente en los primeros compases del conflicto bélico antes de que se entrara en esa fase que se llamó la drôle de guerre, que para él fue determinante para minar por completo la capacidad defensiva y ofensiva del ejército francés. Nos dice estar convencido de que entre los oficiales jóvenes franceses hay muchos que saben cómo hacer una guerra moderna, pero las decisiones están en manos de los viejos dinosaurios que vivieron la Gran Guerra. Y al mismo tiempo, esa misma oficialidad ha sido seducida por el fascismo. Chaves no deja títere con cabeza en su crítica a la sociedad y a la clase política francesa.

Como libro de opinión, que es, debemos afrontar su lectura con espíritu crítico. Evidentemente, se notan desde el principio dos cosas. Una, el profesionalismo y saber hacer del periodista experimentado y bregado. Dos, la profunda convicción ideológica a favor de la democracia liberal, de la moderación y del diálogo que mueve al autor. Creo que es una lectura que merece la pena. Creo que es pertinente. Creo que es fácil que las poblaciones caigan con relativa facilidad en las tenazas entre fuerzas extremas o populistas. Algo de eso estamos viendo hoy en día, donde el diálogo entre moderados es mucho más raro que la tensión constante, y donde vemos aliarse a quienes representan fuerzas teóricamente centradas con los extremos antidemocráticos. En cualquier caso, es evidente que las ideas que yo me había hecho sobre la Francia que abrió con facilidad sus puertas al fascismo alemán, son compartidas por este testigo directo de los hechos que fue Chaves Nogales.

[Libro] Momentos estelares de la humanidad – Stefan Zweig

Literatura

Esta colección de catorce ensayos literarios del austriaco Stefan Zweig lleva un subtítulo que ya indica qué nos vamos a encontrar; Catorce miniaturas históricas. Zweig, nacido en el último cuarto del siglo XIX, fue no obstante, además de escritor, un pensador del siglo XX, que pronto tomó conciencia de las consecuencias irremediables y negativas de la Primera Guerra Mundial. Muy afectado por el resultado de esta guerra, que iba a acabar con todas las guerras, y que dio la puntilla al ya decadente imperio de los Habsburgo, que dominaron la política centroeuropea desde el siglo XV y que tuvieron una larga decadencia, emperrados en no cambiar, en no moverse un ápice en su visión tradicional, conservadora, católica y absolutista del mundo. Progresivamente ha ido perdiendo influencia, quizá porque algunas de sus ideas tampoco se adaptan bien a cómo ha evolucionado el mundo y el pensamiento. En el libro que hoy comento se nota que al fin y al cabo él fue también un producto de esa Viena imperial conservadora y católica, aunque fuese antibelicista y aborreciese a Hitler y afines. Pero siento cierta simpatía hacia él.

El libro que hoy nos ocupa tiene un título en castellano que es directa traducción del original en alemán, Sternstunden der Menschheit. En otros idiomas, como en inglés, el título habla de Momentos decisivos en la historia. Lo cierto es que son catorce historias que tienen cierta trascendencia histórica, bien para el devenir del mundo, bien para el pensamiento. Algunos de los de trascendencia histórica pueden ser la caída de Constantinopla, la batalla de Waterloo o el fracaso de Woodrow Wilson a la hora de conseguir un acuerdo razonable para el Tratado de Versalles que puso fin definitivo a la Primera Guerra Mundial, aunque propiciase un siglo de guerras y turbulencias a nivel mundial. Pero también hay momentos más íntimos, como un anciano Goethe de 73 años enamorado de una jovencita de 17 años escribiendo la Marienbader Elegie, o la decisión de Tolstoi de legar los derechos de sus obras al pueblo ruso contra los deseos de su esposa. O la gloria y caída de aventureros como Vasco Núñez Balboa alcanzando las orillas del Pacífico, o Robert Scott alcanzando el Polo Sur, pero pereciendo en el intento de retornar. Y otros que no parecerían tan estelares como Rouget de Lisle escribiendo La Marsellaise, pero siendo casi olvidado por ello, los últimos tiempos y la muerte de Cicerón, o el viaje clandestino de Lenin a través de Alemania en 1917 para ponerse al frente de la revolución rusa dura bolchevique frente a la revolución blanda menchevique, con las consecuencias que eso trajo.

Como vemos, son diversas las situaciones. Y la trascendencia percibida por un lector cualquiera. Pero todos ellos presentan elementos comunes. Fundamentalmente, son todos ellos situaciones en las que se mezclan la grandeza de lo alcanzado frente al fracaso posterior o relativo de la misma. Scott alcanza el polo, pero en segundo lugar, y fallece al volver. Mehmed II consigue la conquista de Constantinopla de forma sistemática, planificada, organizada, por delante de las tecnologías de su tiempo en ocasiones, pero culmina en un pillaje salvaje y brutal. Nuñez de Balboa consigue llegar al Pacífico en un viaje infernal, y regresar, pero con una vida aventurera, tramposo y mentiroso en ocasiones, acabó su vida en el patíbulo. Goethe escribe un maravilloso poema de amor, que no deja de ser un desvarío de un anciano que se pierde por una adolescente, cuando va a entrar en la decadencia física y en sus últimos años de vida. Napoléon es uno de los militares más brillantes de la historia, pero en la última oportunidad que tiene para demostrarlo, un subordinado timorato y poco proactivo, le lleva a su última y definitiva derrota. Los momentos estelares de Zweig son también ejemplos de las debilidades y de la fragilidad humanas. La tesis de Zweig está a caballo entre dos frases latinas, el Audentes Fortuna iuvat (A los audaces ayuda la Fortuna), y el Sic transit gloria mundi (Así pasa la gloria del mundo, siempre fugaz).

La obra que he leído completa, traducida al castellano, con sus catorce miniaturas ordenadas por el orden de la cronología histórica de los acontecimientos que se narran, fue publicada en distintos momentos y con más o menos relatos. Su primera versión, en alemán, de 1927, sólo tenía cinco relatos. La segunda edición en alemán, de 1940, tenía doce relatos. Pero ese mismo año, publicó su primera edición en inglés con las catorce miniaturas que he podido leer, pero ordenadas por orden de redacción. Literariamente, son impecables; la traducción me ha parecido de alto nivel, no entiendo el alemán. Y me parecen una lectura recomendable. Aunque conviene que insista en la advertencia de que a Zweig no deja de notársele la nostalgia por un pasado idealizado, que probablemente nunca existió. Desde luego no se materializó en su presente, en el que hubo de huir de su país ante el miedo al nazismo, y acabando el mismo con su vida en el exilio en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial.