[Fotos] Paisaje intervenido por el ser humano

Fotografía

Ayer fue la inauguración de la exposición anual de ASAFONA (Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza), que precede a las jornadas anuales de la misma asociación, a final de mes. Me las perderé. Estaré de viaje. La exposición es una exposición de fotografías de socio, un acto social. Cada socio es libre de enviar una fotografía, la que quiere, simplemente con unas prescripciones técnicas de tamaño y resolución lineal para que haya una uniformidad en las copias impresas, de 45 x 30 cm. Luego se agrupan en la sala de exposiciones en tres temas generales; paisaje, flora y fauna. Es el primer año que presento una fotografía, que entra dentro de la categoría «paisaje». Es esta que presento a continuación:

Amanecer en las montañas Huangshan, República Popular China. Son característicos los alrededor de 60.000 escalones que permiten recorrer estas montañas caminando. Se dice que algunos de ellos están ahí desde hace 1.500 años.

Creo que hace un papel digno en el conjunto de la exposición. No es una fotografía directa, tomada tal cual; es el resultado de unir dos fotografías que se solapan en parte mediante software, en concreto, Affinity Photo. Y con algunos retoques para eliminar algún artefacto con la unión. La fotografía está realizada con una Panasonic Lumix G9 y un objetivo Venus Laowa 7.5/2 MFT. Este objetivo es un supergranangular, con un ángulo de visión de 98º en horizontal (el fabricante suele hablar de 110º, pero se refiere a la diagonal… que no es un dato que aclare mucho para la mayor parte de las personas). Esto hace que no sea fácil unir las fotografías realizadas con este objetivo en una única imagen. Especialmente si la toma no se ha realizado con la cámara perfectamente horizontal, en paralelo al horizonte del paisaje. Aun así, conseguí encajar en una sola fotografía al macizo de la Pico de la Puerta Celestial con el punto donde se encontraba el sol naciente. Calculo que el ángulo de visión final de la imagen es de entre 110 y 120º en horizontal.

Intervenciones sobre el paisaje ya desde la prehistoria, en las sierras prepirenaicas, como es el caso del dolmen de Ibirque, Aragón (España).

Pero también, hace unos meses, la directiva de ASAFONA anunció a sus socios que podían disponer de una galería personal de fotografías, de un porfolio, dentro de la página web de la asociación, el conjunto de las cuales está disponible a través de las opciones de menú de la página principal «SOCIOS -> GALERÍA DE SOCIOS». No estoy seguro de que sea la ubicación definitiva de las mismas, porque todavía estaría, según creo, en cierto grado de desarrollo. Pero la forma de acceder no creo que varíe mucho. Yo decidí crear la mía propia. Pero no quería que fuese una mera acumulación de fotografías, más o menos conseguidas, de naturaleza. Quería que tuviesen un hilo conductor. Un tema. Replico a continuación la introducción a mi galería en ASAFONA.

Las cataratas del Niágara, entre Estados Unidos y Canadá, es uno de esos grandes espectáculos que nos ofrece la naturaleza, pero que desde su descubrimiento por los europeos, los nativos americanos hace siglos que las habían descubierto ya, han sido sometidas a contantes intervenciones sobre su paisaje por los humanos que allí se han asentado.

En 2013, en una exposición de fotografía del norteamericano Robert Adams en el Museo Centro de Arte Reina Sofía, entré en conocimiento de la exposición que bajo el título «New Topographics» se celebró en 1975 la Eastman House de Rochester, estado de Nueva York. Colectiva cuyos integrantes reflexionaban sobre el concepto de «paisaje alterado por el ser humano». Por mucho que busquemos esos restos de paisaje virgen, de bosques primigenios, de montañas no holladas, la casi totalidad del paisaje del planeta Tierra ha sido modificada por el Homo sapiens. En esta galería indago en esos paisajes alterados, añadiendo un sentido histórico, conocer cómo evoluciona la interacción del ser humano con el paisaje. Actualmente, podéis encontrar los siguientes paisajes.

  1. Dolmen de Ibirque – calcolítico o principios de la edad de hierro; proceso digital.
  2. Escalones en Huangsan (China) – últimos 1500 años, quizá; proceso digital.
  3. Cataratas del Niágara – descubiertas en el siglo XVII; proceso fotoquímico.
  4. Búnqueres en el cabo Skagen – Segunda guerra mundial; proceso digital.
  5. Pasarela sobre el río Ebro – contemporánea; proceso fotoquímico.
En el encabezado y sobre estas líneas, las playas y dunas de arena blanca de Skagen, al norte de Jutlandia en Dinamarca. No sé si los geólogos consideran este punto parte de la península de Jutlandia, por esta región está separada del resto de la península por un canal que yo crucé en Aalborg, por lo que en realidad es una isla al norte de Jutlandia. En cualquier caso, es el lugar donde se unen las aguas de Skagerrak y Kattegat, dos de los estrechos o canales que unen el mar del Norte con el mar Báltico. Y además de la población ancestral de los pueblos de la zona, se encuentra marcada por los búnqueres, restos de las fortificaciones de la Alemania nazi que invadió Dinamarca durante la Segunda Guerra Mundial.

En total, hay 20 fotografías, cuatro por cada uno de los cinco escenarios escogidos, que podrán cambiar en un futuro, que es el máximo admitido, según se nos ha informado. Y me parece un número adecuado. A lo largo de esta entrada os he ido dejando algunos ejemplos. La fotografía de la exposición está incluida en la galería. Espero que os guste. Si en un momento dado cambian las direcciones de los enlaces que he puesto relacionados con las galerías de ASAFONA, modificaré este artículo y lo comentaré en las redes sociales.

He querido incluir también un paisaje cercano. El del río Ebro y sus sotos cerca del barrio rural de La Cartuja Baja, perteneciente al municipio de Zaragoza. Está marcado ese paisaje por la pasarela del camino natural que comunica la capital aragonesa con los humedales del galacho de la Alfranca. Esta pasarela es muy apreciada por los zaragozanos.

[Cine] Gangbyeon hotel [강변호텔] (2018)

Cine

Gangbyeon hotel [강변호텔] (2019; 44/20190831)

Esta es la tercera película con el director coreano Hong Sang-soo tras la cámara y con la actriz Kim Min-hee delante de ella que podemos ver en el plazo de dos años. Y si hacemos caso de IMDb, entre estas tres hay dos más que no han llegado a nuestras pantallas. Por lo menos de momento. Una un medio metraje de poco más de una hora, y otra un largometraje de hora y media de duración. Todas ellas rodadas entre 2017 y 2019, con tiempos récord de rodaje, por la rapidez en qué se hicieron.

Fotografías de Corea del Sur, del monte de Ingwangsan en Seúl, en blanco y negro, para acompañar la estética de la película de hoy.

De acuerdo a las tres que he visto, son películas sencillas, de bajo presupuesto, que fundamentalmente le dan vueltas a los problemas de las relaciones humanas. Las dos primeras que vi, una en clave de drama y la otra con un tono más ligero, eran catarsis derivadas del hecho de que el director, en la vida real, dejó a su familia para iniciar una relación con la actriz, varias décadas más joven. Lo cual tuvo un gran impacto mediático en la sociedad coreana, bastante conservadora, resultando especialmente perjudicada la actriz… aunque el que traicionó la confianza de su familia fue el hombre. Pero es lo que pasa con las sociedades conservadoras, y algunas que dicen que no lo son, esencialmente machistas, donde siempre es la mujer la que es «condenada» por este tipo de asuntos que, básicamente, pertenecen desde mi punto de vista al ámbito privado de las personas.

En cualquier caso, eso nos proporcionó dos películas, con muy distinto tono como ya he dicho, de las que disfruté. La que ha llegado recientemente a nuestras pantallas fue premiada en el Festival Internacional de Cine de Gijón el año pasado, y supongo que eso ha sido un acicate para que se haya distribuido en nuestro país, mientras que hay dos películas realizadas por este tándem de director/actriz que no lo han hecho y que la precedieron. Nos traslada a un hotel a orillas de un gran río en pleno invierno. Se rodó a principios de febrero, de forma relativamente improvisada como es propio de Hong. En el hotel se encuentran alojados dos personas. Un escritor, poeta, ya mayor (Gi Ju-bong), que ha sido invitado por el dueño del hotel y que se ha citado con sus dos hijos (Kwon Hae-hyo y Yoo Joon-Sang). Una mujer, en sus treintaytantos (Kim Min-hee), que se ha refugiado allí tras un problema con su pareja, con quien parece tener una relación tóxica. Y en el hotel se ha citado con su mejor amiga (Song Seon-mi). Eventualmente, en el plazo de 24 horas, en el frío y nevado paisaje del lugar, ambos grupos interaccionaran brevemente en varias ocasiones mientras internamente conversan sobre sus problemas.

Rodada con un sobrio blanco y negro, en el que destaca con frecuencia la soledad o la pequeñez de las personas o los grupos de personas sobre la inmensidad del paisaje nevado y el río helado, la película nos traslada de conversación en conversación, de pensamiento en pensamiento, en los que los personajes desnudan su pensamiento y sus sentimientos, especialmente los dos protagonistas. Apoyadas por unas interpretaciones impecables. De esas que te hacen pensar sobre si estos actores y actrices tan sobrios y competentes tienen que ver con los gritones y afectados intérpretes de los dramas de televisión de la misma nacionalidad.

Supongo que no es una película recomendable para todos los grupos. Cine de autor, o de ese que antaño se llamaba de arte y ensayo, más ensayo que otra cosa en esta ocasión, tienes que dejarte llevar por el breve intervalo de tiempo en el que nos introducimos en las vidas de estas personas en conflicto, empatizar con ellos y enriquecerte con las reflexiones que pudieran surgir. Los temas son universales; la nacionalidad de la película y sus responsables es indiferentes, aunque su cultura influya en cómo se presentan. A mí me vale y me apetecen estas películas. Pero para todos aquellos en los que una buena película consista en un despliegue pirotécnicos con protagonistas hormonados o siliconados poniendo poses mientras te empapuzas de palomitas y refrescos de cola… mejor abstenerse. Por lo demás, sigo «secretamente» enamorado de Kim Min-hee… cosas que pasan.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; pequeñas y grandes mentiras

Televisión

Dos interesantes series para esta semana, que he visto en las últimas. Ya me estoy poniendo al día con los comentarios de las series. Hace sólo 10 días que terminé de ver estas.

El concepto de héroe, de ser humano modelo, ha sido reflejado en el mundo del arte con frecuencia, incluso cuando los temas represente personas teóricamente comunes. Pondremos algunos ejemplos con las esculturas de Pablo Gargallo, del museo del mismo nombre en Zaragoza.

En primer lugar tenemos la segunda temporada de Big little lies, drama de HBO que comenzó con la idea de que fuese una miniserie de temporada única, pero que visto el éxito, decidieron intentar una segunda temporada. Este grupo de madres más o menos pijas, que viven en uno de los condados más acomodados de California, y que se vieron involucradas en la primera temporada en una trama que llevó a la muerte del marido de una de ellas. Un misterio que quedó aclarado para los espectadores, pero no resuelto a nivel policial. Pero la segunda temporada no se centra en esa trama policial, que permanece de fondo, pero como un macguffin más de la serie. Seguimos indagando en las dificultades de la vida en pareja y en familia, en los abusos de género, en los sentimientos de culpa por cosas de las que son otros responsables, en los sentimientos de culpa por cosas de las que sí que somos responsables, en cómo nos recuperamos de los traumas del pasado y en la hipocresía general de las relaciones sociales, que impide muchas veces la resolución práctica de muchos de esos problemas. Esta temporada no llega a tener el nivel de la primera, pero se deja ver bien de todas formas, destacando, como en la anterior, el buen nivel actoral de todos los participantes. Destacando el complejo y antipático personaje con el que ha de lidiar una impecable Meryl Streep, auténtica robaescenas, estrella de la temporada, por mucho que el rol principal esté destinado a Nicole Kidman.

La resolución de la temporada es buena, y vale perfectamente como resolución de la serie. Parece improbable una tercera temporada por la dificultad para encajar las agendas de todas las protagonistas, aunque probablemente HBO estaría encantada. Yo creo que ya está bien como está.

The boys es un estreno reciente de Amazon Prime Video, una cadena que no recibe tanta atención de los medios como otras en sus producciones originales. Se apunta a la moda de los superhéroes, pero desde un punto de vista distinto. Aquí no tenemos superhéroes dispuestos constantemente a salvar el mundo frente a supervillanos que quieren destruir o dominar el mundo. Aquí nos movemos en el terreno de lo gris del mercado capitalista, donde ser superhéroe es una marca, con un valor, es una forma de generar dinero, y conformar una plutocracia como poder fáctico detrás de los poderes legítimos del estado. «Superhéroes» engreídos, que se creen con derecho a cualquier cosa, cuando dejando de lado sus «poderes», sufren las mismas debilidades y tentaciones que cualquier hijo de vecino, con el añadido de su mayor capacidad de ejecutar acciones éticamente discutibles, si no simplemente condenables. Frente a ellos, el grupo de pirados que, agravados de una forma u otra, quieren desenmascarar la falsedad del negocio superheroico. Unos buenos guiones, una producción de buen nivel y unas interpretaciones más que convincentes nos llevan a una serie que tiene muchos valores para ser considerada como una de las más interesantes del momento. Y, por supuesto, muy por encima que cualquier tontada que venga de los universos de superhéroes tradicionales. Final notable, que deja descolocados a todo dios, con ese Homelander (Antony Starr) que se confirma como uno de los villanos más inquietantemente interesantes que ha surgido recientemente en la ficción televisiva. Ganas tengo ya de una segunda temporada.

[Libro] A Chain of Thunder

Literatura

Después de leer la novela que comenté hace unas semanas sobre los jóvenes soldados del ejército de los Estados Unidos que participan en las guerras indias y en la Guerra civil nortamericana, vino a mi memoria una serie de lecturas que realicé hace ya 13 años largos, en 2006. Os pongo en situación.

No he visitado los teatros de la guerra civil norteamericana, aunque alguna vez hemos hablado de que si visitamos Washington D.C. nos acercaríamos al Parque Militar Nacional de Gettysburg y algún otro. Pero de momento no ha habido ocasión. Pero en Europa, no nos faltan recordatorios de las consecuencias de las guerras. Especialmente en Berlín, donde estuvimos hace pocas semanas.

En algún momento de final de año de 2005 me hice con una copia de la película Gettysburg, una monumental producción pensada como una miniserie para una cadena de televisión de cable, pero que tuvo un estreno como largometraje en 1993 con una duración de 254 minutos, que es lo que yo vi en aquel momento que menciono. No me pareció una película con grandes virtudes cinematográficas, pero sí interesante desde el punto de vista histórico. Supe que estaba basada en una novela histórica de Michael Shaara, The Killer Angels, publicada en 1974, y me hice con aquel libro. Me pareció muy interesante. Y no paré ahí. Supe también que el hijo de este autor, que murió en 1988, Jeff Shaara, escribió dos novelas más, God and Generals, publicada en 1996, y The Last Full Measure, publicada en 2000. En la primera narraba los acontecimientos de la Guerra civil norteamericana en el teatro de operaciones de Virginia y Maryland hasta las vísperas de la batalla de Gettysburg, mientras que en el segundo continuaba con esta historia, con la guerra en Virginia, hasta el final del conflicto bélico. Lo cierto es que el conjunto de estos libros funcionaban mejor como divulgación histórica que como novelas en sí mismas. Dijeramos que no era muy consciente de estar leyendo algo «novelizado», sino una narración entretenida de unos acontecimientos históricos, razonablemente bien documentados y presentados.

Siempre me quedé con la sensación de que la visión sobre este conflicto bélico, muy interesante, quedaba coja por centrarse en el teatro de operaciones oriental y sin tener en cuenta lo que pasaba en otros teatros de operaciones. Por poner una caso, que viene a cuento en lo que hoy presento, no hablaba tan apenas de que un día después del final de la batalla de Gettysburg, mientras el Ejército del Potomac de la Unión y el Ejército del Norte de Virginia de los secesionistas se miraban frente a frente sin decidirse a retomar las hostilidades, el sitio de Vicksburg llegaba a su fin, y los estados secesionistas quedaba separados en dos, y bloqueados económicamente por el ejército y la marina de la Unión.

Después de leer Días sin fin hace unas semanas, se me ocurrió volvió a repasar la película aquella, Gettysburg. Y encontré una copia de mejor calidad que la que vi hace 13 años; 1080p frente a VHS, nada menos. Y con más metraje, pues el el típico «montaje del director», que consiste en la mayor parte de los casos en introducir escenas descartadas en el primer montaje. Así, en lugar de 254 minutos, te tiene que merendar 271 minutos. De cuatro horas y cuarto a cuatro horas y media, aproximadamente todo, que sinceramente no aportan gran cosa. Pero también me entró la curiosidad por saber si Jeff Shaara había escrito algo más. Y me encontré con que había escrito mucho más. El hombre se ha especializado en contar guerras; la de la independencia americana, la agresión de Estados Unidos a Méjico, la Segunda guerra mundial, la de Corea, etcétera. Pero tardó bastante en retomar la Guerra civil. Y tiene cuatro libros publicados sobre el teatro de operaciones occidental, el que se desarrolló en el río Misisipí y los estados próximos al mismo y al Misuri. El libro de hoy es uno de ellos, el segundo, el que narra la campaña de U.S. Grant para la toma de Vicksburg y para conseguir entrar en control de todas las rutas fluviales dependientes del Misisipí, separando los estado secesionistas en dos partes, y cortando las rutas de suministro a los principales estados secesionistas y ahogarlos económicamente.

Contado en forma de vivencias de seis personajes, de los que sé que al menos cinco son reales. Por el lado secesionista, el general Pemberton, comandante del ejército en Vicksburg, el general Johnston, comandante de todo el ejercito del Misisipí, y Lucy Spence, una joven de Vicksburg, que acaba ejerciendo de enfermera en los hospitales de campaña. Por el lado unionista, el general Grant, comandante en jefe del ejército del Tennessee, el general Sherman, uno de los comandantes de uno de los cuerpo de ejército del mismo, y Bauer, un soldado de origen alemán integrado en una compañía predominantemente de origen irlandés de un regimiento de voluntarios de Wisconsin. Se narra el conjunto de la campaña, desde los preparativos para el cruce del Misisipí al sur de la ciudad, la campaña para limpiar la zona de posible apoyos secesionistas y el sitio propiamente dicho.

Al igual que en sus predecesores, es un libro entretenido. Pero cambia algo el enfoque. Hay una visión menos general, aunque esta se ofrece y se dan informaciones suficientes para cumplir la misión de divulgación histórica. Pero entra también a contar o especular sobre los sucesos a nivel micro, a nivel de lo que se vivía en una compañía del ejército, en cómo eran las relaciones entre generales y periodistas, cómo se gestionaban las frustraciones y las discrepancias entre los responsables de los ejércitos, o cómo sufría o se defendía la población civil de la catástrofe bélica. En su conjunto está bien, aunque no me ha enganchado tanto como los que leí en su momento. Siempre fue el libro de Michael Shaara el mejor de los que he leído y el más interesante, los de su hijo le han ido siempre a la zaga.

Ha estado bien, me he alegrado de haberlo leído. Pero no me han entrado ganas de completar el ciclo de cuatro libros que cubrirían la batalla de Shiloh, el primero, la batalla de Chattanooga y alguna cosa más, el tercero, y la marcha sobre Georgia y las Carolinas del ejército de Sherman. Puedo pasar sin ellos. He de decir que sobre el último de los hechos históricos, la marcha de Sherman, ya leí un libro de Doctorow,… y por lo que sé y he leído, dudo mucho que Jeff Shaara esté cerca del nivel y profundidad de la escritura de Doctorow. El libro de Doctorow también lo leí en 2006, y supuso mi introducción a la obra de ese autor americano, que ya no he abandonado.

[Recomendaciones fotográficas] Leopoldo Pomés y otras cosas

Fotografía

Una publicación en Instagram del museo Reina Sofía me avisó por primera vez de la noticia. El fotógrafo catalán Leopoldo Pomés (1931 – 2019) falleció hace pocos días. Es de estos fotógrafos que, a pesar de ser conocido y reconocido dentro del mundillo, ha tardado en recibir los reconocimientos oficiales. Premio Nacional de Fotografía 2018… sólo un año antes de morir, cuando ya contaba 87 años, cuando ya difícilmente se le podría contar como un fotógrafo en activo. Esos premios tardíos, por merecidos que sean, no me satisfacen. Creo que los reconocimientos hay que hacerlos cuando la persona que los merece está en activo y es un referente contemporáneo de quienes empiezan o están en el ajo. Si no, cuando llegan tarde, parece casi que nos están dando una clase de historia. Porque Pomés, que trabajó esencialmente en el sector de la publicidad, donde fue un creativo más allá de la fotografía, con una visión mucho más amplia, es historia, importante de la publicidad y la fotografía del país. Pero al mismo tiempo, muchas de sus obras o creaciones sea necesario interpretarlas ya en los términos del «aquí y ahora» propio de la historia de las artes. Algunas de sus creaciones, hoy en día no se sostendrían. Lo que no les quita valor, en absoluto. Simplemente, fueron productos de su tiempo. Es lo que tiene el mundo de la publicidad. Sus creaciones periclitan con mayor facilidad que las de otras disciplinas creativas o artísticas. Pero es recomendable, muy recomendable, conocer la obra de Pomés. Claro que sí.+

Las fotografías que acompañan esta entrada son de la mansión donde se celebro la infame Conferencia de Wannsee, donde se decidió el modo en se procedería al exterminio de los judíos de Europa. Tiene que ver con el contenido del artículo de hoy…

Un par de recomendaciones extraídas de Magnum Photos.

Lo he dicho un montón de veces ya. Inge Morath es una de mis fotógrafas favoritas. Por diversos motivos. Y una de los momentos que hicieron que mi mirada se desviara hacia el trabajo de Morath tiene que ver con mi afición al cine. El hecho de que formara parte del grupo de fotógrafos de Magnum Photos que documentó el rodaje de The Misfits (Vidas rebeldes en España) necesariamente me llamó la atención sobre sus fotos. El libro que narra visualmente el viaje en coche que hizo desde Nueva York a Reno, donde se rodó la película, en compañía de Cartier-Bresson, y que es uno de mis favoritos de mi biblioteca, afianzó mi querencia por el trabajo de la austriaca. El conocimiento del resto de su obra poco a poco la hizo imprescindible. Pero no sólo fue en The Misfits donde trabajó como fotógrafa de plató. En 1959 documentó el rodaje de The Unforgiven, donde orientó su cámara y su mirada especialmente hacia Audrey Hepburn. Uno de los pocos western clásicos que lanzaban un piedra contra el racismo y la intolerancia. ¡Y yo que no conocía estas fotos…!

Hice una escapada a Berlín y otras ciudades alemanas a mitad de agosto, de donde proceden las fotos de hoy. Un grupo numeroso. Viajamos juntos hasta la capital alemana ocho personas un sábado. Yo me volví a Zaragoza el jueves siguiente; el viernes trabajaba. No eran vacaciones, sino unos pocos días libres. Buena parte del resto del grupo siguió recorriendo Alemania durante dos semanas. Ocho personas es mucha gente, sobretodo a ciertas edades, en las que has consolidado tus gustos y tus formas de viajar. Por ello, y muy civilizadamente, nos dividíamos en grupos más pequeños para atender a nuestros centro de interés, para luego reunirnos para visitar determinados lugares o para cenar juntos y tomar unas cervezas. Resultó bien.

El pequeño grupo de tres personas en el que yo me integré decidimos visitar a orillas del lago de Wannsee la mansión donde se reunieron unos cuantos jerarcas de la administración alemana nazi para decidir el modo en que se realizaría el exterminio de los judíos en Europa. Si alguno accedéis a HBO, tienen en catálogo una excelente película que lo explica muy bien, y está rodada en esa misma mansión. En la cena de ese día, algunos de los miembros del gran grupo nos acusaron de ser adeptos al «dark tourism», concepto sobre el que se reflexiona en un reciente artículo de Magnum Photos. El placer que encuentra alguna gente en visitar y fotografiarse en lugares reconocidos por las atrocidades que en ellos se cometieron. Argumentamos contra esa acusación, por supuesto. En primer lugar, en Berlín es difícil no visitar lugares célebres por las atrocidades que se cometieron en ellos. El siglo XX está llena de negros borrones en la historia alemana y de la humanidad, que tuvieron su epicentro en la capital alemana. Pero es que además no podemos confundir la necesidad que podemos sentir algunos de respirar la trascendencia de algunos momentos de la historia de la humanidad, con el morbo y la frivolidad de hacerse un selfi haciendo el memo sobre las teselas del monumento a los judíos asesinados en Europa que hay en Berlín o haciendo equilibrios en las vías del tren de Auschwitz. En esos lugares y en otros muchos, me he sorprendido viendo como la gente no entiende nada de lo que allí se conmemora. Quizá el lugar donde más agradablemente me sorprendí por el respeto generalizado de los visitantes fuese el Parque de la Paz de Hiroshima. Pues así siempre.

Para finalizar, referirme a un artículo reciente en la versión en línea del British Journal of Photography, sobre qué hace de una fotografía una buena fotografía. En diálogo con Clément Chéroux, el conservador de fotografía del SFMoMA (Museo de Arte Moderno de San Francisco). Os dejo un vídeo con los puntos de vista de este experto.