En las dos primeras semanas de enero de este 2022, las mañanas amanecía frías pero con una luz agradable. Los sábados, sin tener que ir al lugar de trabajo, invitaban a caminar un buen rato, bien abrigado, con una cámara de fotos al hombro. Así que en una de ellas, aproveché para probar un tipo de película que no recuerdo cuanto hace que la usé… y si entonces era igual que ahora, incluso bajo la misma marca.
Los detalles técnicos, como siempre, en mi blog más técnico: Kodak Gold 200, una desconocida para mí – con Canon EOS 3. Aquí os dejo algunas de las fotos, de las cuales, dos de ellas, no son de esa mañana… son de una tarde. Véase la extraña guitarra y el palacio.
Esta semana Lenscratch es mi principal fuente de recomendaciones. Principalmente, aunque no únicamente porque han dedicado buena parte de la semana a fotógrafos que crean su obra en forma de dípticos o partes de fotografías o imágenes de algún tipo en las que se incluyen técnicas fotográficas.
Al igual que Mencarini y el dúo Albarrán Cabrera, yo también soy de los que experimentan una cierta fascinación por Asia, hoy en día inalcanzable por la pandemia. Pero recordemos viajes pasados con algunas escenas urbanas en Shangái.
Así el miércoles nos mostraban la obra de John Bernhard, con dípticos emparejados por sus características compositivas y formales, aunque también puedan tener relaciones temáticas; el jueves fue el turno de Gail Samuelson (instagram) y sus fotografías tomadas en Maine, dípticos en los que combina interiores y exteriores o paisajes; y finalmente, el viernes, con mucha más intervención sobre las imágenes, y técnicas mixtas, Cédric Zuwala (instagram) realiza una reflexión entre los paisajes interiores del ser humano y los paisajes exteriores del medio en el que vive.
Los dípticos o trípticos, por no hablar de los retablos, más complejos, han sido durante toda la historia del arte una constante. Grupos pequeños o grandes de imágenes que se complementan formalmente a la hora de representar un concepto estético, de narrar una historia, complementar una idea, o confrontar ideas contrapuestas o en conflicto. En la últimas década se ha dado un fenómeno curioso, espontáneo. Con el resurgimiento de la fotografía con película tradicional, no pocos fotógrafos han abrazado las pequeñas Olympus Pen, y similares de otras marcas, con sus negativos de 17 x 24 mm, algo menos de la mitad del habitual 24 x 36 mm. Y los laboratorios, al digitalizar los negativos revelados, por la configuración de sus escáneres, los digitalizan con frecuencia en pares. Lo que ha hecho que muchos fotógrafos presentaran su obra en pares, en dípticos. Yo también lo he hecho en ocasiones. Y me parece una idea interesante. Pero más difícil de llevar a buen término de lo que parece. Es necesario trascender el emparejamiento casual, que puede funcionar, hacia un díptico pensado, coherente y que transmite un mensaje mejor definido e intencional.
En Lenscratch también, el lunes se habló también de pares. Pero no de pares de imágenes, si no de personas; ocasionalmente algún trío. Elisa Haber (instagram), de una forma humorística y festiva fija su mirada en los pares de gemelos. Con algún trío de trillizos que otro. Son diversos los fotógrafos u otros artistas que se fascinan con la identidad física de dos personas distintas, cada una con una personalidad propia. Pero en su trabajo, se traslada a la localidad de Twinsburg [twins = gemelos], para retratar a los participantes en un concurso de gemelos disfrazados. Publicaron la entrada a tiempo de celebrar la fecha del 22 02 2022.
Vamos a otro par curioso, y cuya relación la he establecido yo… porque me ha parecido así. En Photography of China nos han hablado de la obra de Juan Mencarini Pierotti. A pesar de tan italianos apellidos fue un español empleado en China en distintos puestos de los servicios de aduanas marítimas y de exportación e importación de bienes. Y que encontró su tiempo para fotografiar el paisaje, natural y humano, del gigante asiático. Fotografías de tamaño contenido, 13 x 19 cm, probablemente positivadas por contacto, realizadas en la última década del siglo XIX. Un pequeño tesoro que acabó adquirido por un empleado de aduanas francés y donado a una sociedad geográfica del país vecino. Fue miembro de algunas de las primeras sociedades fotográficas en China.
Y Asia, sus paisajes, su cultura y sus gentes, sigue siendo una fuente de inspiración y polo de atracción para muchos artistas occidentales. Como, por ejemplo, así que emparejemos a Mencarini con los también españoles Albarrán Cabrera (instagram). Ya que estamos con pares, un dúo fotográfico, formado por Anna Cabrera y Ángel Albarrán. En Another Magazine nos presentan varias de las series del dúo, aquellas en las que dirigen su mirada al paisaje japonés, con fotografías actuales pero de aspecto atemporal, muy pictóricos en ocasiones, emulando la estética oriental, utilizando procesos de copia e impresión, así como dobles exposiciones, alternativos a los procesos habituales.
Siempre he dicho que, en tecnología fotográfica, siempre he sido más aficionado a las ópticas que a las cámaras. Una cámara no deja de ser una caja oscura con una superficie sensible y un orificio en el otro extremo, que con el tiempo hemos complicado hasta grandes extremos. Pero las ópticas, las responsables de que la imagen que contemplamos y seleccionamos se reproduzca con fidelidad, o con intencionada infidelidad, en esa superficie sensible… y sus variedades y compromisos. Eso me parece apasionante. Para quienes compartan mi fascinación, en Lens Rentals han publicado un artículo donde dan un repaso a los diseños más primitivos, originados en el siglo XIX o en las primeras décadas del XX, y que progresivamente perfeccionados han sobrevivido hasta hace muy poco tiempo, donde nuevas técnicas de diseño y fabricación los han ido sustituyendo.
No hace muchos días os presentaba fotografías realizadas con película en blanco y negro en Olite. Ese rollo de fotografía se agotó antes de que terminase mi excursión a la bonita ciudad navarra. Y lo cambié por otro, del que proceden las fotografías de hoy. Más contrastadas, más expresivas, ni mejores ni peores, distintas. Cada cual, según sus gustos preferirá unas u otras.
Sigo probando las posibilidades de usar mi nueva cámara de formato medio digital con las ópticas que ya tengo para otros sistemas. Con más o menos limitaciones, algunas de ellas son opciones muy interesantes. Por lo menos hasta que consiga ahorrar para comprar más objetivos propios del sistema, que no son especialmente baratos.
En la entrada Sumando accesorios al adaptador Fringer EF-GFX – Fujifilm GFX 50R, hago un amplio repaso de varias ópticas, con distintos resultados. Especialmente pensando en disponer de algún teleobjetivo medio competente, así como en la posibilidad de hacer fotografía de aproximación. Incluso macrofotografía en un momento dado. Posibilidades hay. Aunque sólo algunas merecen la pena.
En el plazo de unos días vamos a ver dos estrenos de Kenneth Brannagh. El director británico, norirlandés por más señas como veremos a propósito de la película de hoy, ha realizado cosas muy muy interesantes a lo largo de su carrera. También como intérprete. Y sin embargo, también da la sensación de que hay cierta irregularidad en su carrera. En cualquier caso, la película de hoy llega con halo de ambiciones en la temporada de premios, y con probabilidad de premio gordo. No sé si mucha o poca, pero la posibilidad existe.
Confío en visitar Irlanda del Norte en algún momento. De momento, tengo que conformarme con fotos de la República de Irlanda. Las que traigo hoy, en blanco y negro para acompañar el tono de la película, de la península de Connemara.
Brannagh nos traslada a su ciudad natal Belfast, con un alter ego de nueve años, Buddy (Jude Hill), que de repente despierta a la dura realidad sociopolítica de Irlanda del Norte cuando un grupo de matones unionistas irrumpe en su pacífica calle donde conviven familias protestantes y católicas para atacar a estas últimas. A través de los ojos del niño y sus correrías por el barrio iremos conociendo las entretelas de esa ciudad en conflicto y dividida, pero no sólo entre protestantes y católicos, sino también entre quienes quiere paz y quienes buscan bronca, representada por el enfrentamiento entre su padre (Jamie Dornan) y un matón unionista (Colin Morgan), a pesar de ser ambos protestantes. Y con la poderosa presencia de la madre (poderosa presencia también la de Caitriona Balfe), y la no menos poderosa e importante presencia de los abuelos del niño (prestigio a raudales con Judi Dench y Ciarán Hinds).
Brannagh abandona sus macroproducciones complejas y rueda con sencillez, en un delicado blanco y negro salpicado de alguna nota de color, un breve pasaje vital, varios meses en la vida de una familia que debe tomar la difícil decisión de si ha de quedarse en precario en la ciudad que ama y con la familia y los amigos que quieren, o deben emigrar, como tantos irlandeses en la historia, para abrir un futuro a sus hijos. Un tremendo retrato social de unos tiempos y unos conflictos, en la que el realismo de la historia no está reñido con no pocas dosis de poesía. Y poco más de hora y media de duración. Las pequeñas grandes historias no necesitan más para estar bien contadas.
Poderosas interpretaciones de un reparto mucho más coral de lo que parece, donde sólo la presencia del pequeño Jude Hill es constante, y que nos limita la historia, que podría tener otras interpretaciones u otras visiones. La misma historia, con distinto resultado, podría haber sido contada y resultar tremendamente interesante desde el punto de vista de la madre, esa madre guapa y garbosa, tanto en sus aciertos como en sus errores. O de la abuela. O del abuelo. O de un vecino. O de la prima mema. Todos ellos podrían generar su versión de esta pequeña historia y sería igualmente interesante, pero distinta. Hay muchas películas posibles en esta película concreta. Todo el reparto es irlandés, o con raíces irlandesas (Dench es inglesa de madre irlandesa), y nos acuna con su musical acento, que los irlandeses llevan la música hasta en el hablar.
¿Es recomendable? Es prácticamente imprescindible. Un canto al entendimiento, un homenaje a las familias modestas, a lo que emigran, a los pacíficos, a los sencillos de corazón, que también meten la pata en ocasiones. Una denuncia del conflicto por el conflicto, de los integrismos ideológicos dogmáticos, políticos o religiosos. Una visión necesaria de un norirlandés protestante que se aleja de todos los tópicos, al mismo tiempo que hace avanzar la historia bajo el impulso de la potente música y firmes letras de las canciones de Van Morrison, otro norirlandés de pro. No os la perdáis. Ah… y la sorpresa final sobre la niña de clase que trae loco a Buddy,… la guinda final en el mensaje de Brannagh con esta película.
En las últimas semanas se me habían acumulado muchos finales de temporada, y he ido comentando semana a semana primero las que me parecían más interesantes. Y por ello tenía varias series surcoreanas, muchas de ellas se remontan a los días de Navidad, pendientes de comentario. Aunque en el título de la entrada las he calificado de placeres inconfesables, el guilty pleasure de los anglófonos, no necesariamente merezcan todas ellas este calificativo.
Para ilustrar la entrada, unas fotos realizadas paseando una tarde de principios de octubre por la histórica ciudad de Gyeongju, República de Corea (o Corea del Sur, como prefiráis llamar al país).
Gan Tteoreojineun Donggeo 간 떨어지는 동거 [probablemente algo así como un desastre de compañeros de piso], conocida internacionalmente como My roommate is a gumiho [Mi compañero de piso es un ‘gumiho’] probablemente sí que merezca el calificativo. Es una de las dos series que he podido ver sin necesidad de suscripción de la plataforma china iQIYI, que en general no me interesa más. Sinceramente, tal y como se las gasta el gobierno chino con los datos personales, paso de cualquier servicio que propongan. Y es un drama romántico de carácter preternatural, que mezcla a un tipo guapo (Jang Ki-Yong) que interpreta a un gumiho de casi mil años de edad, zorro de varias colas mítico del folclore coreano, con una estudiante de historia actual (Lee Hyeri, cantante de un grupo de k-pop reconvertida en actriz), que por un accidente acaban compartiendo casa. Y por supuesto, acabaran siendo algo más que compañeros de vivienda. La serie es entretenida, no especialmente original; aunque sus protagonistas funcionan bien, especialmente ella, los mejores momentos los proporcionan algunos secundarios, especialmente otra gumiho recientemente convertida en humana (Kang Han-na), que interpreta cualquier cosa que se dice al pie de la letra, especialmente las frases hechas. Aunque es la más sensata de todos, a pesar de su bisoñez como humana. Bien valorada por la peña votante en internet, agradable de ver, con todos los vicios y virtudes de las comedias románticas del país asiático, puede funcionar como una introducción agradable para quien quiera iniciarse en este peligroso vicio. La principal pega… que se ve a través de una plataforma china… o pirateándola.
Siendo Kang Han-na la intérprete más interesante de la serie anterior, y que ya he visto en alguna otra serie, recalé en otra serie que se puede ver libremente en Youtube, Bite Sisters. Una web serie de diez episodios entre 9 y 13 minutos de duración, que se puede ver de una sentada, y que nos presenta a tres hermanas vampiras, que regentan una tienda de ropa de moda en el Seúl actual, pero que llevan viviendo durante siglos. Y que no son mala gente, puesto que para matar el aburrimiento de una existencia eterna, se dedican más a ayudar a otros que a comérselos. Producto sencillo, elegante, de gente guapa, pero también absolutamente intrascendente, donde Kang es la figura central. Realmente, no se puede negar que, además de sus aptitudes interpretativas, la chica es muy guapa.
Y finalmente, Gu Gyeong-i [la maravillosa Gu (o Ku)], conocida internacionalmente como Inspector Koo [Detective Ku (o Gu); lo de la transcripción fonética del coreano a lenguas indoeuropeas varía, con g (sonido en ga, gue, gui, go, gu) y k como un único fonema, y con determinadas vocales que se transcriben distinto según el idioma, como u en castellano y oo en inglés)]. La historia va de un equipo investigador en horas bajas dentro de una compañía aseguradora, que contrata a una alcohólica, otaku, y ludópata exdetective de policía (Lee Yeong-ae) para investigar unas muertes accidentales que podrían ser criminales. Y se tendrán que enfrentar a una joven asesina en serie (Kim Hye-jun), con quien la exdetective ya se cruzó en el pasado cuando la chica era una adolescente y murió alguien, así como el esposo de la protagonista. No es un placer inconfesable, está bien hecha y es muy entretenida. Mezcla acción, suspense, investigación criminal, corrupción política, en tono mezclado de comedia y drama, todo en dosis adecuadas para hacer de la serie, de 12 episodios de 70 minutos, muy divertida de ver. No es la octava maravilla del mundo, pero es un producto más que digno, y estupendo para evadirse Los intérpretes, tanto los protagonistas como los secundarios, lo hace bastante bien. Y el rollo entre la veterana expolicía y la psicópata veinteañera funciona de maravilla. Algunos la describen como una versión asiática de Killing Eve… pero no lo veo así… este tipo de interacciones entre policía y asesino simpático son un subgénero en sí mismo. Es divertido que los nombres de pila de los dos personajes protagonistas, Gu Kyung-yi y Song Yi-kyung, son muy similares, invitando a pensar que son dos variantes de una misma personalidad.
Cinco recomendaciones para este domingo, al que ya le queda pocas horas hábiles. Muy dedicado a caminar, haciendo fotos, y a revisar esas fotos. Aunque las que aparecerán aquí hoy no proceden de ese caminar, sino que son de los rollos de película negativa en color que hice en Madrid en mi escapada a principio de mes. Ya me han llegado revelados, dentro de unos días os hablo algo más de ellos. Vamos con las recomendaciones.
En primer lugar, un par de ellas dedicadas a la fotografía escenificada. Una género que,… mmmm… a veces me gusta mucho, otras no me gusta nada. Pero pocas veces me deja indiferente.
En primer lugar, Gregory Crewdson, que es uno de los fotógrafos más conocidos por este tipo de fotografía. Por aclararnos, se trata de fotografías que parece obtenidas de un reportaje, de la realidad, pero que están cuidadosamente planificadas, con actores o modelos interpretando roles en la escena. Perfectamente válida, siempre que no nos intenten dar gato por liebre, pretendiendo que se trata de la realidad. En el caso de las fotos de Crewdson, la perfección de la imagen hace sospechar de que se trata de fotografía escenificada, lo cual el reconoce abiertamente y avisa. Así que no hay engaño. La novedad, para mí al menos, de las que nos presentan en Blind Magazine es que es una serie en la que la iluminación y el ambiente es más realista que en otras de sus series. Con frecuencia monta complejos sets de iluminación, dignos de un plató cinematográfico, para sus fotografías. Con esta serie, nos traslada a un ambiente postindustrial y decadente. Y me han gustado las fotos.
En Feature Shoot, nos presentan las fotografías de Richard Tuschman (instagram). En esta ocasión, pocas dudas pueden presentar las fotografías de que están escenificadas. Con un aspecto cinematográfico pero moderno, percibimos una traslación a otras épocas, a los años 60, a los momentos del baby-boom norteamericano. En ellas, Ruschman trata de recrear su infancia, y de paso, lo que era en aquellos momentos el ideal o el sueño de vida de la clase media trabajadora de aquel país. También me han gustado las fotos.
La diversidad sexual está mal vista, prohibida o maltratada en buena parte de los países del mundo. En Méjico no se reconoce tal diversidad, y una mujer transgénero delincuente será internada en una prisión para hombres, donde frecuentemente será maltratada, además de negársele los tratamientos médicos para que pueda vivir físicamente de acuerdo a su género sentido. La fotógrafa italiana Giulia Iacolutti (instagram) se interna en la llamada Casa Azul, una prisión mejicana, en la capital, conocida así por sus paredes pintadas de ese color. Y en consonancia, traslada esa cruda realidad en imágenes utilizando… cianotipias, que con su color azul prusia, son especialmente idóneas en esta ocasión. Lo hemos visto también en Blind Magazine.
Otro fotógrafo que utilizan procesos fotográficos alternativos es el holandés Paul Cupido (instagram). Y nos hablan de él en Cartier-Bresson no es un reloj. Cupido realiza impresión al carbón, con diferentes pigmentos de calor y sobre diferentes tipos de papel artesanal japonés. Y se comparan sus fotografías con los pequeños haiku, poemas en tres versos no rimados que suelen hablar sobre la naturaleza y el paso de las estaciones. Me han gustado sus fotografías por su sencillez y capacidad evocadora.
Finalmente, sólo muy de vez en cuando traigo aquí recomendaciones procedentes de las páginas de las marcas y la industria fotográfica. Con frecuencia están tan sesgadas en sus selecciones y en su autoalabanza hacia sus propios productos… Pero en esta ocasión en las páginas de Hasselblad nos han recordado a Douglas Kirkland y sus sensuales fotografías de Marylin Monroe. Bueno… en realidad nos han recordado su trabajo retratando a una diversidad y gran número de estrellas del cine y el espectáculo con sus Hasselblad de la serie 500. Yo tengo una 500CM, pero no he conseguido que Marylin pose para mí todavía… Quizá si al morir vaya al cielo de las gentes del cine… el único cielo al que considero que merece la pena ir después de esta perra vida.
La verdad es que tengo bastantes rollos de película y otras cosas, también en el mundo de la fotografía digital, que comentar en estas páginas. Especialmente desde que me llegaron revelados los siete rollos de película del mes de enero que mandé a revelar a Carmencita Film Lab con el cambio de mes. Pero todo llegará. Como hoy no voy con mucho tiempo, voy un cartucho de fotografía instantánea reciente. Cambié a Fujifilm Instax hace algo menos de un par de años por el coste de la película Polaroid. En ocasiones es casi el doble por ocho fotos, mientras que las Instax ofrecen diez por cartucho. Pero claro, las fotos Instax son más chiquitas. Y por otro lado, la tecnología de Fujifilm está madura, las fotos se revelan pronto y tienen gran estabilidad en el tiempo… las de Polaroid…
Confieso que en las dos últimas semanas hemos sufrido un cierto desconcierto con nuestra actividad cinematográfica. No hemos encontrado tiempo para acercarnos a las salas de cine, a pesar de que hay unas cuantas películas que nos gustaría ver, y al mismo tiempo tampoco sentimos entusiasmos especiales por casi nada. Y en los dos próximos meses nos atraen más los eventos especiales de reestrenos de películas de hace un tiempo que los posibles estrenos. En fin… Para paliar un poco la cosa, tiro de plataformas en línea. Y como el cine asiático, y en concreto el surcoreano, están en alza, me lío hace unos días a ver una comedia romántica de este último país en Netflix, dirigida por Park Hyeonjin. Por aclararnos, es una directora, no un director. Y no tiene mucho recorrido. La traducción del título sería sentido moral, pero en castellano recibe el título de Amarrados al amor y en inglés el de Love and leashes (amor y correas).
Escenas nocturnas en Seúl para ilustrar la entrada de hoy.
Estrenada claramente con intención de estar disponible para el día de San Valentín, la historia nos habla de la relación entre dos compañeros de trabajo. Ella, Jung Jiwoo (Seohyun), seria, eficiente, crítica con el ambiente sexista del lugar de trabajo. El, Jung Jihoo (Lee Joonyoung), popular, cordial, superior en el escalafón, atractivo para las mujeres. Pero por la similitud de nombres, ella recoge un día un paquete que llega para él. Lo abre… y encuentra que al tipo le va el rollo BDSM. Lo cual… le da igual. Pero a partir de ahí, se planteará la posibilidad de una relación muy especial, con ella como figura dominante y el como figura sumisa. Pero todo consensuado.
La película parte de una premisa que a nosotros se queda corta. La sociedad surcoreana es muy conservadora, y los previos a la película indicaban que allí había cierta expectación por este tipo de temas, poco adecuados para sus ídolos del espectáculo, que suelen presentar una imagen de moralidad intachable. Pero lo cierto es que su contenido es muy poco transgresor, y hace décadas que está superada este tipo de cuestiones en el cine en nuestro medio. Parece ser que ambos protagonistas proceden de grupos musicales de K-pop; a ella la vi en una serie, también de Netflix,… pero es de las flojitas. Es una chica mona, pero no es una actriz que destaque en lo que le he visto. Pero es este tipo de perfil lo que aparece en la serie.
De todos modos, la película no acaba de despegar, pero no es culpa de los intérpretes. Creo que tiene un guion flojo y un ritmo irregular. Está correctamente filmada, pero le falta garra. En parte por las diferencias culturales entre su público oriental y el público occidental. Pero también porque no acaba de desarrollar plenamente su premisa de partida, quedándose en una comedia romántica de corte relativamente tradicional en su desarrollo, que hace que no destaque por nada. No especialmente recomendable, sin ser ninguna catástrofe. Entre el telefilme y la película convencional de salas de cine, de las que se estrenan en verano.
De vez en cuando llegan a mi poder muestras de películas fotográficas exóticas. Algunas me las dan, algunas las compro, otras las «heredo»… En cualquier caso, me llegó un lote de películas de origen diversos reenvasadas en Lituania. Cuatro rollos de distintas características. He empezado con el de muy baja sensibilidad. Pero no estos contento con los resultados. Muy muy muy subexpuestos.
Las fotos parecen estar realizadas casi en el crepúsculo, cuando había sol radiante por el anticiclón que tuvimos durante todo el mes de enero. Los detalles técnicos están en Experimento fallido – NocolorStudio nº 5 High Contrast con Pentax MX y SMC-M 40 mm. Aquí os dejo las fotos más «salvables» tras digitalizar los casi transparentes negativos, que a pesar de todo aun conservaban una cierta información. Lástimas que al extraerla también se hayan exagerado los pequeños defectos, habitualmente invisibles, de los negativos.
Dos series centrarán nuestra entrada de aventuras espaciales de esta semana. Con una no nos detendremos mucho… con la otra… ya veremos.
Sol y futurismo en las fotos que acompañan a la entrada de hoy. Desgraciadamente, de este sistema solar en el que vivimos, sólo tengo fotos de un planeta. Y no creo que pueda resolver esta carencia en mi vida actual… ¿Quizá en la siguiente?
The Book of Boba Fett se puede considerar como un derivado, spin-off que se dice en inglés, de las aventuras del Mandaloriano y Baby Yoda (me niego a llamarlo por su nombre que, al menos en castellano, es H O R R I B L E). Boba Fett, en la trilogía original, era un villano instrumental, que no tenía mucho tiempo en pantalla, y que finalmente se convertía en un personaje chusco por su final en las azarosas manos de un Han Solo cegato. Sinceramente, nunca tuvo más trasfondo, un personaje utilitario dentro de la historia. La flojísima trilogía de los episodios I, II y III lo presentaba de niño, como un clon del mercenario original del ejército de clones, cuyo actor, el adulto (Temuera Morrison), ha sido rescatado para dar cara al Boba Fett adulto… como son clones. El personaje ya apareció en la interesante que precedió a esta, y Disney vio una oportunidad de explotar al personaje, acompañándolo de otro personaje, que no aparece en las películas, la asesina Fennec Shand, interpretada por una mucho más interesante Ming-Na Wen. Y aquí viene mi principal crítica a la serie. Aparte de estar rodada claramente con menos medios que sus predecesora, ni el personaje principal ni su actor tiene el nivel para arrastrar esta serie. Si además la historia no está especialmente bien trenzada, con idas y venidas a base de flashbacks,… pues ha tendido en muchas ocasiones al aburrimiento. Lo cual… es una lástima, por que una serie con más acción, y buenas dosis de humor e ironía protagonizada por Wen, hubiera funcionado sin duda mucha mejor. Pero se está viendo que los fans de Star Wars son en su mayoría misóginos… muy lamentablemente, y Disney dosificará los protagonismos femeninos lo justito para no ser acusada de ser poco diversos. Creo que sus creadores eran tan conscientes de las debilidades de la serie, que acabaron cediendo el protagonismo de dos de los siete episodios al muñequito más famoso de la actualidad y al cara de metal brillante que le acompaña. Producto fallido, aunque no catastrófico.
Y hemos asistido a la temporada final de The Expanse. Sin duda, la mejor aventura espacial televisiva desde la versión renovada de Battlestar Galactica. No es casualidad que el creador de estas aventuras rebautizase la abandonada MCRN Tachi como Rocinante, el jamelgo sobre el que Don Quijote, acompañado del realista Sancho inició sus aventuras por las llanuras manchegas y más allá en el llamado Siglo de Oro español. Siglo de Oro en la cultura, porque al final significó el retroceso de la capacidad política del país a unos niveles de los que nunca se ha acabado de recuperar, gracias a una tradición de gobernantes incompetentes, sólo salpicada por breves y honrosas excepciones en estos últimos 400 años. Y hago este comentario al parecer no pertinente, porque la serie en cuestión es ante todo una reflexión sobre la política y la dirección de los asuntos humanos como especie social, como la sociedad que conformamos. Una sociedad que, en este universo imaginado, se ha extendido por el Sistema Solar y comienza su expansión más allá.
Debemos considerar que toda la historia de la protomolécula no es más que el enorme macguffin que sirve para desarrollar lo que realmente importa en esta serie sobre la expansión de la serie humana en el espacio y en el humano. Que lo que importa realmente es hablar de los desequilibrios del poder, de las desigualdades de la especia humana en el acceso a los recursos, a la riqueza, de la carencia de ética de los políticos, del militarismo como peligro constante para la resolución justa de los asuntos, de la importancia de la diversidad cultural y humana… esos son los temas importantes de la serie. Y Holden (Steven Strait) a bordo de la Rocinante, junto con su conflictiva pero leal tripulación de sanchos más o menos juiciosos, se convierte en el quijote idealista que intenta ofrecer un punto de vista ético, justo y equitativo a las soluciones a la sucesión de crisis que amenazan constantemente a la especie humana. Sin pararse en concesiones a las consecuencias de los actos injustos, que ocasiones millones de víctimas humanas. Y sin maniqueísmos, pues el presunto canalla criminal puede tomar la decisión ética adecuada si se le da la oportunidad, mientras que el respetable político u hombre de negocios, en el fondo, y también muchas veces en la superficie, es y siempre será un desalmado sin escrúpulos. Mención especial a algunos intérpretes de un reparto muy coral como para hacer justicia a todos; Shohreh Aghdashloo en uno de los más complejos e interesantes papeles, la secretaria general de Naciones unidas Avasarala, Thomas Jane en su limitado papel de detective Joe Miller, unos de los impulsores de la acción inicial, y Cara Gee, la cinturiana Camina Drummer, de cuyo personaje no me importaría nada ver un buen spin-off. Muy recomendable. Altamente recomendable. Aunque hay que verla con paciencia y atención para encontrarle la sustancia. Porque, en muchas ocasiones, es un buen guiso que se cuece a fuego lento.