No traigo mucha cosa hoy a las recomendaciones fotográficas de este domingo. Como ya he comentado en alguna otra entrada últimamente, en este final de primavera y principio del verano no ando con mucho tiempo disponible. Pero bueno, alguna cosa tengo. Vamos a verlo.
Hacía mucho que no se publicaba nada, o que yo no lo veía, en Cartier-Bresson no es un reloj. Parece que su autora está más entretenida con sus videos y esas cosas que con el blog. Una pena. Siempre he pensado que la lectura proporciona más poso y conocimiento que los vídeos, mucho más pasivos en la actitud del receptor. En cualquier caso, recientemente hacía un repaso a la figura de Francesca Woodman, esta joven fotógrafa que trágicamente se suicidó con 22 años hace más de 40 años, y que al ser descubierta en los últimos diez años se ha convertido en una figura importante de referencia, especialmente entre las féminas. Pero el artículo demistifica algunas de las ideas preconcebidas sobre Woodman. No rebaja ni un ápice su calidad como artista, pero si contextualiza su obra en las coordenadas de edad, tiempo, época, lugar, entorno,… que me parece muy apropiada. Por cierto, me parece muy acertada la reflexión sobre el hecho de que NO es lo mismo un selfi que un autorretrato. Muy acertada.

Akihiko Okamura es un fotógrafo japonés de quien pocos se acuerdan en estos tiempos. Falleció en 1985 con unos 55 o 56 años. Pero fue un fotógrafo que se batió el cobre por el mundo fotografiando los múltiples conflictos que «calentaron» la mal llamada «guerra fría»… como si realmente no hubieran habido abundancia de tiros, bombas y muerte en esa época de la historia reciente de este loco mundo. El caso es que Okamura se trasladó con su familia a Irlanda, donde vivió hasta su muerte. Y durante ese tiempo documentó dos realidades muy distintas. La pacífica, e incluso poética, vida con su familia en la República de Irlanda, confrontada con la compleja y violenta realidad del conflicto de Irlanda del Norte. Me enteré de ello en Conscientious Photography Magazine.
Y tengo varias recomendaciones que proceden del Photosnack de Tomasz Trzebiatowski.
La primera de ellas es la fotografa neerlandesa Nanda Hagenaars, especialmente sus interesantes estudios de la figura humana, con perspectivas y contrastes poco usuales, un bello blanco y negro sobre película fotográfica tradicional, en el que la estructura de la emulsión ayuda a dotar la imagen de una cualidad orgánica muy interesante.

La segunda de ellas es el fotógrafo Jack Sorokin. Nacido en la vecina Nueva Jersey, vive y trabaja en Nueva York, donde realiza un trabajo de fotografía documental con unos colores muy expresivos. Hay tantos fotógrafos apuntando su cámara hacia las escenas que transcurren en las calles de la Gran Manzana, que a veces siento cierto hartazgo sobre este tema. Pero el color de la fotografía de Sorokin me parece muy interesante; su forma de ver en general. También hace mucho retrato y trabajo comercial.
La tercera de ellas es Jaschi Klein. Para esta fotógrafa alemana, la fotografía es más bien una forma de inmortalizar, o de presentar, su trabajo basado en instalaciones más o menos estables, más o menos temporales, y las performances que realiza con actores o danzantes, y en las que el paisaje adquiere un protagonismo esencial, al mismo tiempo que es reinterpretado. Muy interesante.
























































