[Recomendaciones fotográficas] Francesca Woodman y otros

Fotografía

No traigo mucha cosa hoy a las recomendaciones fotográficas de este domingo. Como ya he comentado en alguna otra entrada últimamente, en este final de primavera y principio del verano no ando con mucho tiempo disponible. Pero bueno, alguna cosa tengo. Vamos a verlo.

Hacía mucho que no se publicaba nada, o que yo no lo veía, en Cartier-Bresson no es un reloj. Parece que su autora está más entretenida con sus videos y esas cosas que con el blog. Una pena. Siempre he pensado que la lectura proporciona más poso y conocimiento que los vídeos, mucho más pasivos en la actitud del receptor. En cualquier caso, recientemente hacía un repaso a la figura de Francesca Woodman, esta joven fotógrafa que trágicamente se suicidó con 22 años hace más de 40 años, y que al ser descubierta en los últimos diez años se ha convertido en una figura importante de referencia, especialmente entre las féminas. Pero el artículo demistifica algunas de las ideas preconcebidas sobre Woodman. No rebaja ni un ápice su calidad como artista, pero si contextualiza su obra en las coordenadas de edad, tiempo, época, lugar, entorno,… que me parece muy apropiada. Por cierto, me parece muy acertada la reflexión sobre el hecho de que NO es lo mismo un selfi que un autorretrato. Muy acertada.

Akihiko Okamura es un fotógrafo japonés de quien pocos se acuerdan en estos tiempos. Falleció en 1985 con unos 55 o 56 años. Pero fue un fotógrafo que se batió el cobre por el mundo fotografiando los múltiples conflictos que «calentaron» la mal llamada «guerra fría»… como si realmente no hubieran habido abundancia de tiros, bombas y muerte en esa época de la historia reciente de este loco mundo. El caso es que Okamura se trasladó con su familia a Irlanda, donde vivió hasta su muerte. Y durante ese tiempo documentó dos realidades muy distintas. La pacífica, e incluso poética, vida con su familia en la República de Irlanda, confrontada con la compleja y violenta realidad del conflicto de Irlanda del Norte. Me enteré de ello en Conscientious Photography Magazine.

Y tengo varias recomendaciones que proceden del Photosnack de Tomasz Trzebiatowski.

La primera de ellas es la fotografa neerlandesa Nanda Hagenaars, especialmente sus interesantes estudios de la figura humana, con perspectivas y contrastes poco usuales, un bello blanco y negro sobre película fotográfica tradicional, en el que la estructura de la emulsión ayuda a dotar la imagen de una cualidad orgánica muy interesante.

La segunda de ellas es el fotógrafo Jack Sorokin. Nacido en la vecina Nueva Jersey, vive y trabaja en Nueva York, donde realiza un trabajo de fotografía documental con unos colores muy expresivos. Hay tantos fotógrafos apuntando su cámara hacia las escenas que transcurren en las calles de la Gran Manzana, que a veces siento cierto hartazgo sobre este tema. Pero el color de la fotografía de Sorokin me parece muy interesante; su forma de ver en general. También hace mucho retrato y trabajo comercial.

La tercera de ellas es Jaschi Klein. Para esta fotógrafa alemana, la fotografía es más bien una forma de inmortalizar, o de presentar, su trabajo basado en instalaciones más o menos estables, más o menos temporales, y las performances que realiza con actores o danzantes, y en las que el paisaje adquiere un protagonismo esencial, al mismo tiempo que es reinterpretado. Muy interesante.

[Fotos] La antigua cartuja de la Concepción en la Cartuja Baja, pero en color

Fotografía

Ya os hablaba el martes de la caminata a la Cartuja Baja y el paseo entre sus calles reconociendo las estructuras de la antigua cartuja de la Concepción que da nombre al barrio. En un futuro, habrá que seguir explorando fotográficamente el lugar. Pero más hacia el otoño. Que ahora hace mucho calor, y para conseguir buena luz, o hay que madrugar una enormidad, o hay que esperar hasta muy tarde.

En cualquier caso, también hice unas cuantas fotografías con película en color. Que me quedaron mejor que las de blanco y negro. La película que llevé se adapta bien a las circunstancias de luz intensa y dura que tuvimos esa mañana de sábado. Para saber más de las cuestiones técnicas fotográficas, podéis visitar la correspondiente publicación en Substack. Para los que no os interese, como de costumbre, os dejo algunas fotos. Con más interés documental que artístico.

[Cine] Mothers’ Instinct (2024)

Cine

Mothers’ Instinct (2024; 30/202400625)

En las últimas semanas he estado muy liado con diversas cosas. Y a eso hay que sumar que no estaba inspirado por la cartelera para ir a las salas de cine. Pero hace unos días nos sacudimos esa pereza para ver esta película dirigida por Benoît Delhomme, un director de fotografía que se estrena como director con este largometraje, no excesivamente largo, y que nos atrae al cine por su reparto. Especialmente por sus dos actrices protagonistas, Jessica Chastain y Anne Hathaway. Por cierto… números redondos. Esta es la película número 30 de este año en mi base de datos de estrenos, y la 1600 desde que empecé a cumplimentarla un 28 de diciembre de 1997.

La película es una adaptación al idioma inglés y a un ambiente nortemericano a principios de los años 60 del siglo XX de una película francesa que yo no he tenido oportunidad de ver. La película, en castellano, lleva el estúpido título de Vidas perfectas, que orienta poco sobre la esencia de la producción, y que da la sensación de que corresponde a una película que ya hemos visto, de algún modo. Dos familias de clase media acomodada, en algún barrio residencial de alguna ciudad norteamericana, todo parece perfecto. Las dos con un hijo de similar edad. Buenos vecinos, buenos amigos… todo bien. Hasta que la muerte de uno de los niños en trágicas circunstancias pone a prueba esta amistad… y muchas más cosas.

La película tiene varios problemas. Ninguno de ellos es la interpretación, ya que el reparto, todo él, incluido el niño, pero en especial las dos actrices protagonistas, hacen lo que pueden, lo que mejor saben. Pero esto quizá no baste, salvo para que la película obtenga el aprobado pelado. El realizador se preocupa mucho por la estética, por el diseño de producción. Todo perfecto. Pero sin alma. Para empezar, porque la película no sabe qué quiere ser. Parece que va a ser una disección del duelo por la pérdida del niño… pero pronto toma tintes melodramáticos hasta que… ¿esto es cine negro… casi terror psicológico? No sé… te pasas la película desorientado, sin saber a donde vas. Afortunadamente es corta, muy poquito más de hora y media.

Aunque, como ya digo, se le puede dar el aprobado por el trabajo de su reparto, lo cierto es que no me atrevería a recomendarla. Le falta sustancia. Y nos olvidaremos pronto de ella. Mal comienzo para este director novel en este tipo de tareas.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[TV] Cosas de series; militares corruptos, periodistas que no mienten y familias de «superhéroes»

Televisión

Hace bastantes semanas que no dedico una entrada a las series surcoreanas. Y es que entre unas cosas y otras… últimamente me he enfriado bastante hacia este placer inconfesable. Últimamente he colgado varias tras ver uno o dos episodios. Quizá están dejando de divertirme. O no. Quién sabe. Pero aquí traigo tres de ellas, de muy distinto pelaje.

Gungeomsa Dobereuman [군검사 도베르만], en inglés Military prosecutor Doberman, es un drama militar y judicial, con toques de comedia y el inevitable romance, que se puede ver en Netflix, aunque sin doblaje ni subtítulos en español, hay que ponerlos en inglés, originalmente estrenado en su país de origen en 2022. Dos fiscales militares se alían contra un entramado de corrupción que abarca a altos grados militares y al mundo empresarial. Él, un vividor, que originalmente busca su propio beneficio, ella,… busca venganza. Y a partir de ahí, con un tono más desenfadado que dramático, una serie de aventuretas que se benefician del buen hacer de sus protagonistas (Ahn Bo-hyun y Jo Bo-ah) y de la buena química entre ellos. Un guilty pleasure bien hecho, pero bastante inverosímil, por lo demás.

Bimir-eun eops-eo [비밀은 없어, sin secretos] recibe en castellano el título de Hablando con franqueza o en inglés Frankly speaking. Parte de una premisa que no es nueva en series surcoreanas, ya la vi en una serie hace unos años. Un periodista o similar que es incapaz de mentir. En este caso un presentador de televisión (Go Kyung-pyo). Y eso le lleva a que le vaya mal profesionalmente. Para salir del atolladero, se alía con una guionista de reality shows (Kang Han-na), pasando a formar parte de los participantes en uno de sus programas. A partir de ahí, enredos y romances. Es una serie bastante intrascendente, estreno reciente de Netflix, y que se salva también por el buen hacer del reparto y porque los guiones no están mal.

Finalmente, una serie un tanto atípica, Hieoroneun animnidaman [히어로는 아닙니다만, no soy un héroe], que ha dado en titular en castellano/inglés como Una familia atítpica/The atypical family. Mezcla de comedia y drama romántico. Quizá más drama que comedia, aunque de todo hay. Una mujer joven (Chun Woo-hee), huérfana, que forma parte de una banda de estafadores, se infiltra en una familia con dinero, con el fin de casarse con el hijo viudo (Jang Ki-yong), con una hija preadolescente, y desplumarlos de su dinero. Pero con lo que no contaba es que fuese una familia con superpoderes. Aunque ahora no los pueden utilizar por culpa de las enfermedades asociadas a los estilos de vida modernos. La una vuela, pero no lo consigue porque se ha vuelto obesa. Otra tiene sueños premonitorios, en los que basan la riqueza familiar, pero no lo consigue por culpa del insomnio. El viudo es capaz de viajar al pasado, a sus momentos felices, pero no lo consigue porque está permanentemente deprimido desde que enviudó. Y en doce episodios se desarrolla un complejo enredo, en el cual, no faltan los dramas familiares y el romance, inicialmente ficticio pero luego… lo de costumbre. Tiene sus cosas originales, pero el ritmo y el desarrollo de la serie no siempre es acertado. Lo de los viajes en el tiempo es un plus, y está bien resuelto. Pero me he quedado con ganas. Podría haber sido muy buena. Quizá convertida en un largometraje, podría haber tenido su miga.

[Fotos] La antigua cartuja de la Concepción en la Cartuja Baja

Fotografía

A principios de mayo me entró el interés por explorar los restos de la antigua cartuja de la Concepción, que dan nombre al barrio rural de la Cartuja Baja de Zaragoza. Se cuenta que Zaragoza tenía un cinturón de nueve monasterios cartujos de los que queda íntegra la cartuja de Aula Dei, y elementos del antiguo monasterio que he comentado en este barrio zaragozano.

En un primer acercamiento, un sábado por la mañana, hice unas cuantas fotografías, tanto con película para negativos en blanco y negro como en color. En esta entrada muestro algunas fotos del rollo en blanco y negro, de cuyas cuestiones técnicas hablo en la correspondiente publicación en Substack. Más adelante pondré fotografías en color. Pero me quedó pendiente el volver a una hora con una luz más agradable para fotografiar, que no sean las horas centrales del día. Estamos ya en pleno verano, tiempo poco propicio para esa luz agradable… así que probablemente será ya en otoño cuando retomemos esta cuestión.

[Libro] Giant’s Star – James P. Hogan

Literatura

Tercera entrega de la trilogía de cinco libros dedicada a los Gigantes de James P. Hogan. La primera entrega me pareció muy divertida de leer, ciencia ficción especulativa, que ahora, casi cinco décadas después notamos que se basa en una ciencia viejuna, pero que despertó mis nostalgias por la ciencia ficción que leía en mi adolescencia y en mi juventud. En los años ochenta del siglo XX. La segunda entrega no me atrajo tanto… esto de traer a los gigantes vivos de regreso al sistema solar… bueno… era entretenida… pero ya no lo mismo. A pesar de ello, me animé con la tercera entrega sobre la que…

Sobre la que ya… creo que Hogan se fue un poquito de la olla. Porque se monta una guerra de las galaxias a nivel local, con una serie de inventos para saltarse a la torera el tema de que la luz se arrastra lentamente por el espacio tiempo, haciendo que un conflicto bélico a nivel estelar sea difícil de encajar. Y tampoco es que haya muchos disparos ni enfrentamientos entre acorazados estelares,… ni nada de eso. Aquí los buenos ganan porque además de ser los buenos, son más listos. Y científicos. Por algún milagroso milagro… en estas novelas los políticos tan apenas aparecen. En fin.

Ya no es lo mismo. No es que me aburriese leyéndola. Ni que estuviese a punto de dejarla o algo de eso. Nop. En realidad, creo que la leí con una perpetua sonrisa en la boca, porque tiene una importante carga de ingenuidad. Sinceramente, en estos momentos no me veo leyendo la cuarta y quinta entrega de la trilogía. Hasta cierto punto, esta tercera entrega me ha sacado de ella. Pero, oye, nunca se sabe. Si me las encuentro de ofertón,… quien sabe.

[Recomendaciones fotográficas] Pentax, exposiciones PhotoEspaña 2024 y alguna más

Fotografía

Para los aficionados a la fotografía con película tradicional, las noticias de esta semana ha estado marcada por un acontecimiento cuya trascendencia real se verá con el tiempo. Ricoh Imaging, que posee los derechos de la marca Pentax, ha lanzado al mercado la Pentax 17. Una cámara compacta para película de 35 mm que permite obtener 72-75 exposiciones de 24 x 17 mm en un rollo de 36 exposiciones estándar, en lugar de las previstas 36-38 exposiciones de 24 x 36 mm. En principio, con algunas diferencias, como el flash incorporado, su capacidad para enfocar por estimación, y algún modo de exposición dentro del automatismo total de la cámara, algo muy similar a la Olympus Pen EE3 que uso con cierta frecuencia.

No voy a entrar aquí en detallar las cuestiones más importantes de la cámara, las que gustan y las que no. Si leéis en inglés os propongo este artículo de Wesley Verhoeve. Pero ya advierto, la mayor parte de lo que se ha escrito sobre la cámara lo está más como fenómeno hipster, como tanto sobre fotografía fotoquímica, que como análisis objetivos sobre el aparato. En fin… muchos son muy optimistas… pero sólo es una cámara sencilla, aunque aparentemente bien hecha, lo que se nota en su precio, que todavía hay que ver qué tirón tiene más allá de la novedad inicial. Así que vamos con el tema principal de las recomendaciones de hoy. Las exposiciones de PhotoEspaña que he podido ver. La que he visto en Zaragoza y las que me dio tiempo a ver en Madrid. No hablaré de todas. Sólo de las que me interesaron más.

En Zaragoza, en la Lonja, tenemos la exposición retrospectiva de Pilar Aymerich, una de las pocas fotógrafas, mujeres, que se movió en la prensa española en el tardofranquismo y en la transición, y que se han puesto de moda en los últimos años. Porque lo merecían en la mayor parte de los casos. Y desde ese punto de vista, la exposición que he visto está bastante bien. Y como profesional me parece bastante más interesante que alguna otra que se puso de moda, y me pareció más circunstancial. Puestos a recomendar mujeres fotógrafas, la emparejaría, aunque tengan estilos muy distintos, con la venezolana nacida suiza Barbara Brändli, una modelo que tuvo su momento en el París de los años 50, y que se pasó al otro lado de la cámara cuando se trasladó a Venezuela, donde realizó su actividad profesional como fotógrafa durante décadas, con reportajes en el mundo de la danza y el teatro, pero también entre los pueblos indígenas de la región amazónica del país, entre otros temas. Se puede ver en CentroCentro, aunque palacio de Correos y Telecomunicaciones, en Madrid.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid siempre tiene una actividad destacada durante PhotoEspaña. Dos de las exposiciones actuales me interesaron y voy a comentar. Aunque una de ellas no aparece en el programa del festival. Supongo que ha coincidido su programación por el CBA con la programación del festival. No sé. La que no está es un clásico de la fotografía española de la segunda mitad del siglo XX, la España oculta de Cristina García Rodero. Una de las obras magnas de la fotografía española, ese recorrido por la España profunda buscando las tradiciones sobre el mundo religioso, místico, mágico, en una España que, para mí, daba mucho miedo. Por las connotaciones que sugería de incultura y fanatismo. Pero es una serie que es interpretada de muchas formas. Imprescindible. También en el CBA encontramos la serie Karasu 烏 (Cuervos) de Masahisa Fukase. Otra imprescindible sobre el amor, el duelo y la pérdida, que surge a partir del divorcio de su esposa Yoko. Me pone muy nervioso ese caracter, 烏, cuervo, por su semejanza con el de pájaro, 鳥 tori. Sólo se diferencia en un trazo… que si no estás habituado, es muy sutil. En cualquier caso, para muchos, una obra maestra.

Quizá se pueda considerar que la exposición estrella del festival es la dedicada a Erwin Olaf. La principal antológica retrospectiva del fotógrafo neerlandés tras su fallecimiento en 2023 por las complicaciones tras un trasplante de pulmón. Olaf es un fotógrafo que conocí pronto cuando comencé con mi afición a la fotografía. En un momento en el que empezaba a ser popular fuera de su país, pero no al nivel que habría de alcanzar. Un fotógrafo que me sorprendía por la perfección técnica de sus fotografías, en su mayor parte retratos o fotografías escenificadas, en las que lanza su mensaje sobre sexualidad, sobre la soledad, sobre la incomunicación,… una fotografía mucho más política de lo que parece en un primer instante. Es una excelente exposición que justifica el viaje para el amante a la fotografía.

Y termino con mi sorpresa agradable. Mi hallazgo de un fotógrafo que no conocía. No conocía tampoco la sala de exposiciones del Espacio Cultural Serrería Belga, unos antiguos talleres industriales reconvertidos en un centro cultural, cerca de Atocha, junto a Caixaforum. Allí se celebra la exposición retrospectiva dedicada al ucraniano Boris Savelev, un fotógrafo ucraniano, que fue de los pocos que trabajaron de forma independiente durante los tiempos de la Unión Soviética, habiendo residido en Moscú y San Petersburgo. Desde que en 2014 comenzaron los conflictos entre Rusia y Ucrania, se volvió a esta última, y con la guerra encima se refugió en Vigo. El caso es que tenemos una exposición con fotografías de muy alto nivel, algunas en blanco y negro, pero muchas en color. Un color maravilloso ya que durante años usó el material Kodachrome, en sus sensibilidades ISO 25, 64 y 200, que, junto con su capacidad para ver el momento y su capacidad para componer integrando el color como pocos en la composición, genera imágenes de muy alta calidad artística y conceptual. Me gustó mucho. Me gustaría tener algún libro de este fotógrafo. Pero solo encuentro de segunda mano y a precios muy elevados.

[Viaje] En el día, en Pamplona

Viajes

Ayer estuve en Pamplona. Fue, en cierta medida, una continuación del viaje el día anterior a Madrid. Pero la parte de asuntos personales que conllevaba el desplazamiento a la capital navarra se solventó en veinte minutos. Cuarenta minutos, si cuentas el desplazamiento por la ciudad para llegar al lugar donde estábamos citados. Así que a pesar no haber madrugado, y haber ido en un tren que salía de Zaragoza a las once y cuarto de la mañana y llegaba a Pamplona casi dos horas más tarde, enseguida nos quedaron un montón de horas para conocer la ciudad. El tren de regreso salía a las ocho y cuarto de la tarde.

Yo ya había visitado Pamplona en diversas ocasiones. Las más lúdicas, a principios de los años 90 cuando pasamos la noche del 6 al 7 de julio, en el inicio de los sanfermines, en la ciudad, habiéndonos desplazado desde Logroño, y en 2007, cuando estuvimos unas horas por la mañana en los sanfermines chiquitos, antes de ir a comer a Sorauren, a pocos kilómetros de Pamplona. Otras visitas tuvieron otro carácter, alguna familiar, alguna de trabajo, pero… nunca había visitado propiamente la ciudad.

Recorrer sus calles, conocer algunos de sus momentos. Entrar a tapear tranquilamente en los bares y restaurantes de la calle de San Nicolás. Fotografiar algunos de los rincones más típicos o más interesantes del casco viejo de la ciudad. Y tantear un poco el ambiente que se vive. Para esto último, hacerlo en viernes está muy bien, porque mezcla las rutinas del día laborable por la mañana y primeras horas de la tarde, con el relajo y el comienzo del fin de semana en las últimas horas de la tarde.

Plaza del Castillo, plaza de San Francisco, calle Estafeta, la plaza Consistorial, el callejeo, la catedral, poco conocida… yo no había oído hablar de ella, pero que no está mal, la iglesia de San Nicolás, gótico temprano, y la de San Cernín o Saturnino, un pastiche gótico con un pegote barroco. En fin… que no da para mucho más allá de un día, pero que es un paseo agradable. Y con muy poquitos turistas. Pero muy poquitos. Para la inmensa mayoría de los extranjeros, España es Madrid y Barcelona. Para los más ilustrados, también Sevilla. Para determinados europeos, playas en islas y costas mediterráneas. Para unos cuantos pirados, el camino de Santiago, que pasa por Pamplona. Y para una minoría, el resto, que merece la pena tanto o más que lo anterior. Más. Porque la experiencia de visitar Barcelona o Madrid, hiperturistizadas, se ha vuelto una porquería. En fin. Un día agradable. Con un concierto final de una banda de chistus en la plaza Consistorial. Que solo estuvimos unos minutos, que para esto de los chistus hay que ser muy de por allí para que te vaya más allá de la curiosidad inicial. Que conste que los chistus no son exclusivos del País Vasco y Navarra como creen algunos de ellos. La flauta de tres agujeros, para tocar con una mano, está por toda Europa; en Aragón se llama chiflo. Aunque no es muy usada en los tiempos actuales.

[Viajes] Ayer, en Madrid, cosas privadas y PhotoEspaña 2024

Viajes

Ayer estuve en Madrid. Todo el día. Por la mañana, resolviendo unas cuestiones de carácter privado con unos amigos. Unas cuestiones que tienen segunda parte, dentro de un rato, salimos hacia Pamplona. Así que, mañana, otra entrada viajera. Que no tengo ni idea de qué pinta tendrá. En cualquier caso, estuve en Madrid hasta tarde, cogí el tren de vuelta a las ocho y media de la tarde, para tratar de visitar algunas exposiciones de PhotoEspaña 2024. En ese sentido, conocí un centro cultural, con salas de exposiciones, en el que no había estado nunca. Y que me gustó. Muy cerca de la estación de alta velocidad en Atocha, junto al Caixaforum. Se trata de la Serrería Belga. Y además la exposición que allí vi, también me gustó mucho. Durante el día hice fotografía con película tradicional predominantemente, pero obviamente no está revelada todavía. Más adelante os hablo de ello.

Antes de comer todos juntos, entramos en el Jardín Botánico, que nos pillaba de paso. Y donde también suele haber un par de exposiciones del certamen fotográfico anual. Antes ponían allí la tienda, de donde siempre me llevaba algún libro. Pero ya no. En cualquier caso, paseamos también, para hacer tiempo, por los invernaderos de los jardines.

Después de comer, me centré, en compañía de algunos amigos aficionados al arte en general, en las exposiciones más destacadas que nos dio tiempo a visitar. Muchas menos que otros años en los que me dediqué en exclusiva a ver exposiciones de una forma programada y organizada. Pero aun dio de sí. De las exposiciones, ya hablaré otro día. Quizá el domingo.

Hacia el final de la tarde, comentando que a finales de enero habíamos querido visitar los invernaderos del Palacio de Cristal de la Arganzuela, pero que no pudimos por estar cerrado ese día de la semana, era lunes, uno de los madrileños se ofreció a acercarnos en coche hasta el lugar, para desde allí ir luego a la estación a coger el tren. El sitio es majo, pero me gustaron más los invernaderos del botánico por la mañana. Y con esto, despedimos la jornada.

[TV] Cosas de series; un canalla antipático, varios canallas simpáticos y una familia nórdica

Televisión

Voy rápido que ando con poco tiempo. Tres series. Que llevo acumuladas unas cuantas sin comentar. Unas más interesantes que otras.

Con el Ripley por ahí, las fotos de la costa mediterránea de Italia o de Nápoles son obligatorias, casi.

Ripley. El de toda la vida. El de Patricia Highsmith. No sé cuantas versiones se han hecho de esta novela. Yo he visto tres. El largometraje de Alain Delon, el de Matt Demon, y esta serie que comento hoy, protagonizada por Andrew Scott. Tres ripleys muy diferentes para un mismo personaje. Tres interpretaciones muy diferentes de la misma historia. La historia tiene miga. Pero nunca me he sentido satisfecho con sus adaptaciones. No con los largometrajes. Especialmente el más moderno. Y con la serie actual, siento que estoy dividido. Con una factura exquisita, un blanco y negro suntuoso, un cuidado al componer el cuadro, al rodar como pocas veces se ve, mezcla algunos episodios absolutamente antológicos, especialmente el tercero y el quinto, con otros que me resultan pesados. El personaje siempre me resulta desagradable, lo cual no quiere decir que el actor lo haga mal, ni mucho menos, al contrario. Por lo que si lo que sucede en pantalla no tiene un plus… me tira para atrás. Pero creo que es una serie que hay que ver. Es distinta, y tiene cosas muy buenas. Aunque hay más libros sobre el personaje, parece que es temporada única. En Netflix.

The Gentlemen es una derivada de la película del mismo título que no tuve el gusto de ver. Una trama de mafias criminales, en las que se generan alianzas entre los capos de estas mafias y la más rancia de la nobleza británica. Con buena química entre los dos protagonistas, Theo James y Kaya Scodelario. Un reparto que funciona en general, por el buen hacer habitual de los elencos británicos. Y una trama que no es original. La típica de la persona que NO es en principio un criminal mafioso, pero acaba involucrándose en estos negocios, metiéndose en problemas, y utilizando como mecanismo para salir de ellos el típico huir hacia adelante, echándola más gorda. Aunque hay una serie de referencia en este esquema argumental que me parecerá siempre superior, al menos en sus primeras temporadas. Me lo pasé muy bien. Quizá esté sobrevalorada por muchos espectadores, pero es bastante recomendable. Ni idea si tendrá o no tendrá segunda temporada. En Netflix también.

Y también en Netflix, en temporada única, Midtsommernatt. El término se refiere a la noche del equinoccio de verano que se celebra con hogueras, juegos y fiestas en buena parte de Europa y derivados. Es equivalente a la noche de San Juan en España, aunque no coinciden en el mismo día (21 de junio frente a 24 de junio en España). En los países nórdicos coincide conque suele anochecer muy muy muy tarde. Incluso en el norte de estos países, más allá del círculo polar, no llega a anochecer. Sol de medianoche. En algún lugar de la costa noruega, una familia en la que hay miembros que son suecos, celebran una fiesta familiar. Está la familia y algunos amigos. La idea es comer, beber, hacer juegos, cantar canciones,… como mandan las tradiciones. Suecas o noruegas. Pero empiezan a aparecer conflictos familiares, unos larvados, otros que surgen de nuevo. Una serie simpática. Cinco episodios de media hora que se ven enseguida. Incluso se pueden ver de tirón, como un largometraje de dos horas y media de duración. No dejará mucho poso, pero entretiene. Reparto desconocido por estos lares, salvo Pernilla August, la virgenmaría de los midiclorianos de una galaxia muy lejana, hace mucho mucho tiempo.

[Fotos] Fotografía que imita a la pintura… o lo intenta

Fotografía

A caballo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, hubo una corriente de fotografía artística que se denominó pictorialismo. Unas fotografías que imitaban en cierta medida el aspecto de la pintura, incluso si estaban realizadas en su inmensa mayoría sobre soportes monocromos. Hubo pictorialistas que usaron los autocromos para hacer fotografías en color también. Pero en proporción mucho menor. Durante el siglo XIX la mayor parte de los usos de la fotografía habían sido experimentales, documentales o científico-técnicos. Aunque una inquietud artística había surgido con los retratos, y los grandes paisajes del Oeste americano contenían propiedades estéticas notables. Con el pictorialismo, la fotografía abraza por completo su dimensión de disciplina artística.

Yo no soy muy fan del pictorialismo, aunque reconozco que hubo grandes fotógrafos que lo practicaron. Hoy en día, sigue habiendo profesionales y aficionados que buscan efectos pictóricos en sus imágenes. Especialmente con el uso de materiales químicos tradicionales fotosensibles en color. Aunque también en blanco y negro, claro. Algunas emulsiones que han surgido en los últimos tiempos, con reproducciones del color poco fieles a la realidad, demasiado saturadas, o demasiado poco saturadas, con una estructura granular muy marcada y con una deficiente reproducción del detalle fino, se prestan especialmente bien a estas técnicas. Y con el rollo del que proceden las fotos que muestro, y que comento en su publicación de Substack oportuna, alguna intención en este sentido tenía. Si lo he conseguido o no, eso es otro cantar.

[Libro] Agujero – Hiroko Oyamada

Literatura

En las últimas semanas me he hecho un lío con el comentario de los libros que he leído en los últimos tiempos. Como consecuencia de un tirón en mis ganas de leer que me dio en las semanas previas a las vacaciones y durante las mismas, tengo acumulados unos cuantos. Y al saltarme el orden cronológico en los comentarios con alguno, me olvidé de retomar los anteriores. En algunos casos… en otros no. Vamos. un desorden. Pero voy a ir acabando con el caos, y lo hago con esta novela, así me la vendieron, que más bien es una colección de tres relatos cortos, dos de ellos interrelacionados, de la escritora japonesa Hiroko Oyamada. El primer libro que leo de esta autora, que tampoco ha sido muy prolífica hasta ahora.

Propiamente dicha, Agujero es el primero de los tres relatos. En muchas reseñas la denominan novela, pero por su extensión, yo, ni siquiera la denominaría novela corta. Más bien un relato corto… un poco largo. En él, la protagonista es una mujer casada que deja su empleo con motivo de un cambio de destino laboral de su marido, que les lleva a aceptar vivir en una casa de la familia del marido, contigua a la familia de sus padres. En una zona rural. Allí, la protagonista empezará a tener problemas de adaptación. Para empezar, para encontrar un empleo, más por tener el tiempo dedicado a algo que por necesidad económica. Pero también de comunicación con su familia política y con sus vecinos. Un día ve a un extraño animal, y persiguiéndolo cae en un agujero. Aparentemente creado por el animal. Y a partir de ahí tendrá una serie de encuentros que le harán poner en dudas la realidad de lo que está viviendo. Los otros dos relatos se centran en la amistad y la relación entre dos matrimonios. Uno de ellos lleva bastante tiempo casados, ella no había tenido la necesidad de ser madre, pero va cumpliendo años, siente que o tiene ahora un bebé o no lo tendrá nunca. En el otro matrimonio, la mujer es bastante más joven y al poco de casarse queda embarazada. Los dos relatos nos hablan de dos encuentros entre los matrimonios, uno antes del nacimiento de la niña, el otro después. Y también tienen su punto de misterio.

Oyamada se mueve dentro del género del realismo fantástico. Sus relatos transcurren en un mundo de apariencia realista, similar al que vivimos, localizado en el Japón rural. Pero las vivencias de sus protagonistas se mueven en el terreno de la fantasía. Si no francamente, si bordeándola. ¿Existe o no existe el animal que ve la protagonista de Agujero, o el cuñado, o los niños del konbini? ¿Son reales las características de las comadrejas del segundo de los relatos? ¿Qué pasa con la niña, la comida y la tormenta de nieve en el tercero de los relatos? Los relatos, que tienen finales poco conclusivos, se alejan del esquema tradicional occidental del relato, planteamiento, nudo y desenlace, tiene un fuerte componente metafórico. Puede que de la vida de la propia escritora, no sé, puede que de la vida de muchas mujeres, al menos en el País del Sol Naciente. El papel de la mujer en la familia japonesa, en el mundo laboral, la maternidad, las jerarquías familiares, el miedo a establecer tus propios criterios y tus propias reglas, el aislamiento y el agobio del mundo rural,…

En la valoración que permite Goodreads para las obras que lees, una puntuación de 1 a 5, le puse 3. Pero con el tiempo he dudado en subirla a 4. No me he decidido a ello. Al menos todavía. Estos relatos crecen en la memoria y en la reflexión. Uno corre el riesgo de quedarse en un nivel anecdótico. Pero hay una profundidad no desdeñable en los textos de Oyamada. En el simbolismo de sus metáforas y sus planteamientos. Por ello, creo que es un libro de relatos interesante, recomendable, al que cada cual debe encontrar su propia enseñanza o reflexión. Lo leí un par de semanas antes del viaje a Japón. Quizá pensando que serviría para ir entrando en ambiente. Pero aunque con elementos muy propios de la cultura de aquel país, creo que las reflexiones que propone son bastante universales.