[Fotocomentario] Según el color del cristal con que se mira

Fotografía

Cuando uno bucea en la red de redes buscando información sobre fotografía con película fotográfica tradicional, no es difícil encontrar artículos que hablan de cosas. Lo difícil es encontrar artículos escritos por gente de la que te fíes. Entusiastas hay unos cuantos. Pero rigor en sus comentarios… pues todo es muy subjetivo. Y especialmente cuando te hablan de las características del color, el contraste, la tonalidad y otros aspectos visuales de las emulsiones fotográficas, a partir de los archivos digitales de los negativos escaneados o digitalizados de la forma que sea. Revisando las fotos del rollo de película que comento en Segunda oportunidad con la Orwo Wolfen NC500 – Con Canon EOS 650 y Takumar SMC 35 mm f2, me he dado cuenta de los sesgos que se pueden cometer, y se cometen.

La tonalidad de las fotos de este rollo me ha salido más cálida que la de otro de la misma marca que hice unas semanas antes. Pero esto puede deberse a varias cosas.

  1. Al capricho del laborante que ha digitalizado los negativos ya revelados, y que le han salido así los tonos. Cuando se “evalúa” el rendimiento de una película a partir de los ficheros digitalizados es algo a considerar seriamente.
  2. A que las horas a las que hice muchas de las fotos, o las condiciones atmosféricas, favorecían un dominio de luz más cálida. Podría ser muy fácilmente.
  3. A que el Takumar, por los elementos radioactivos de sus vidrios, presente una tonalidad amarillenta que da un rendimiento cálido a las fotos. Esto es seguro, aunque cuando las digitalizan, sin que yo le diga nada al laboratorio, suelen corregirlo y no se nota. Pero cuando lo uso con la Canon EOS RP, digital, canta un montón, aunque es fácil de corregir.

Es decir… a saber. Por eso, ya os digo, salvo que os conste que el comentarista es un profesional serio y riguroso… no os fiéis ni un pelo. Pero bueno… es lo que hay.

[Libro] Exhalación – Ted Chiang

Literatura

Hasta 2016 no había oído hablar de Ted Chiang, escritor norteamericano de ciencia ficción dura, especialmente relatos cortos, de origen chino. Sus padres nacieron en la China continental, emigraron a Taiwán con la victoria de Mao Zedong sobre Chang Kaishek, y finalmente recalaron en Estados Unidos donde nació el escritor. Quizá por ese recorrido de los progenitores he decidido ilustrar la entrada con fotos de la torre Chihkan en la ciudad de Tainan en Taiwán. Su familia tenía niveles de educación elevados, padre ingeniero y madre bibliotecaria, y él estudio ciencias de la computación. Pero se le conoce como escritor.

En 2016 se adaptó al cine uno de sus relatos cortos, con gran éxito, una fenomenal película sobre el primer contacto con una civilización extraterrestre, si bien es cierto que la película de Denis Villeneuve me parece muy superior al relato corto. Pero bueno, soy un incondicional de Villeneuve. Deseando estoy ver como concluye su adaptación de Dune. En cualquier caso, poco después de ver la película decidí leer, en el idioma original, la colección de relatos cortos en la que estaba incluido el que dio origen a la excelente película citada. Hace unos poco meses oí hablar de la traducción al castellano de una nueva colección de relatos cortos de Chiang y me hice con ella, y la comencé a leer poco antes de comenzar el viaje a Estocolmo, terminándola en el vuelo de ida a la capital sueca.

Al igual que lo que sucedía con su primera colección de relatos, estos tienen más una naturaleza especulativa que dramática. De hecho, las tramas que en ellos se narran son más o menos ingeniosas, pero no es lo que destaca en ello. Están al servicio de una especulación de naturaleza científica o filosófica, más que buscar generar un suspense, una emoción, una intriga o lo que sea en el lector. No voy a ponerme escribir ahora la sinopsis de los nueve relatos que se incluyen en la colección. Sí que diré que, coherentemente con mi gusto con los viajes en el tiempo, el que más disfruté, y lo disfruté mucho es el primero de ellos, El comerciante y la puerta del alquimista, localizado en el tiempo y en el espacio en una época, lugares y estilo compatibles con los cuento de Las mil y una noches. Me parece una historia sensible, con corazón, más que cualquier de las otras, y en la que se expone con brillantez la idea de que incluso si el viaje en el tiempo fuera posible, las cadenas causales no cambiarían. El determinismo intrínseco del universo, incluso si aceptamos ciento componente aleatorio en los fenómenos que en el suceden. Mucho me gustó su forma de analizar las consecuencias de la segunda ley de la termodinámica, en un cuento en el que no se menciona, porque se utiliza un símil, basado en presiones atmosféricas para explicar el destino final del universo a la muerte por aburrimiento. Es el cuento que da nombre a la colección, Exhalación. Por el contrario, su cuento más extenso, El ciclo de vida de los elementos de software, sobre las inteligencias artificiales,… me aburrió. El más melancólico, El gran silencio, con esas reflexiones de un ser vivo, una especia en extinción, que no es oída, y menos escuchada, por el ser humano que búsqueda de inteligencia más allá de sí mismo.

El comentario principal sobre esta colección ya lo he mencionado. Quien busque aventuras y emociones,… no es el escrito adecuado. Su intención fundamental es la reflexión filosófica, utilizando conocimientos científicos, conocidos o especulativos, para hacer reflexionar sobre el destino del universo, de los seres humanos, de los seres sintientes, de la inteligencia, la creencia o la voluntad. Si es eso lo que buscas, lo encontrarás, y te resultará una lectura muy satisfactoria. Si eres de los que crees que Star Wars es ciencia ficción… entonces cometerás dos errores. Uno, probablemente esta colección no es para ti, aunque seria bueno que te acercases a ella. Dos, Star Wars no es ciencia ficción, es fantasía. Pues eso.

[TV] Cosas de series; una ronda de surcoreanas con mejor o peor fortuna

Televisión

Creo que 2022 fue mejor año para las series surcoreanas de Netflix que el 2023. Me cuesta encontrar títulos de este año que me generen la misma simpatía que en aquel momento. En fin. En cualquier caso, durante el verano, para mis fines de semana, he buscado la comedia romántica, que es la que más me libera de la obligación de pensar, y más me relaja del mundanal ruido. Y todos son muy guapos.

Sólo una de las series de hoy tiene algunas escenas en un entorno histórico, pero aprovecho la excusa para ilustrar la entrada con una fotos del palacio real en Suwon.

De todas formas, me he encontrado con una serie fallida, de la que vi bastantes capítulos, 12 o 14, pensando que iban a ser los 16 de costumbre, pero extrañado por la evolución de la trama, lo comprobé, y me encontré que iban a ser unos 50 y que iba a ser un culebrón que iba a entrar por unos derroteros que no me gustaban. Las aventuras y desventuras de una profesora de academia que queda embarazada de su novio, que pasa de ellas, con un ginecólogo, miembro de una familia poderosa empresarialmente, pero tremendamente disfuncional, que acaban simulando por interés mutuo, y tras unos choques iniciales, que el bebé de la mujer es del ginecólogo. Dejando de lado que muchas de las situaciones de la serie son absurdas en España, y sólo se entienden desde el patriarcado extremo de la sociedad surcoreana, ya digo que la deriva de la serie no me gustaba y la abandoné. Una pena, porque tuvo un comienzo prometedor desde el punto de vista de lo que es una comedia con momentos realmente cómicos. Por cierto, la serie es Jinjjaga Natanatda! [진짜가 나타났다!], en inglés The Real Has Come!, que es la traducción aproximada del original, y se puede ver en Netflix, pero creo que sólo si tienes la interfaz en inglés. No aparece como producción de la cadena.

Ibeon saengdo jal butakae [이번 생도 잘 부탁해], que significaría Cúidame en esta vida o algo así, se ha titulado en inglés See you in my 19th life y Nos vemos en mi 19ª vida en castellano. La protagonista tiene la peculiaridad de que recuerda sus vidas pasadas. Recordemos que estamos en cultura oriental, con influencia del budismo y otras religiones, en las que se admite la reencarnación o cosas similares, y juegan con ello en las tramas de las series. Y en la 18ª vida murió en un accidente siendo una preadolescente, protegiendo a un niño de familia rica, y ahora en la 19ª se lo encuentra siendo un adulto mayor que ella y con sus problemas. Y a partir de ahí, entramos en una historia, bastante previsible, con un punto de drama por encima del de comedia, que abre muchas posibilidades, pero aprovecha pocas. La química entre los protagonistas es muy baja, y las interpretaciones más flojas de lo habitual últimamente en estas series. En Netflix, con el sello de esta plataforma, disponible para todos los abonados.

Y finalmente King the land, título original de la serie, que tiene alguna cosa en común con la anterior. En ambas el protagonista masculino es de buena familia y aspira a dirigir un hotel de lujo y prestigio, y en ambas la protagonista femenina es una trabajadora del hotel. En esta, sin fantasías y sin reencarnaciones. Es el típico caso de chico serio, un poco sieso, y de chica simpática, empática y sonriente, vocacionalmente entregada a sus clientes. Y unos malos, algunos miembros de la familia de él, que es hijo del mandamás y de una empleada del hotel, reconocido por él, pero extrañado desde niño de su madre. Siendo la peor la hermana mayor, antipática, avarienta, maltratadora de empleados y tal. Domina más el lado romántico, y la serie tiene altibajos, pero en esta ocasión la química de los protagonistas y secundarios es muy superior, y la cosa funciona pese a las limitaciones interpretativas de la protagonista, que procede de uno de los grupos de k-pop tan prolíficos en el país asiático y que están dando el salto al resto del mundo. Una serie en la que sientes que alguna de las secundarias daría más de sí como protagonista como la protagonista. Es el caso de una actriz que también apareció en un drama histórico sobre casamenteros que comenté no hace mucho. También en Netflix.

Como vemos, no son grandes series, ni de las más recomendables, aunque adecuadas para olvidarse de todo y de todos durante un rato en los ratos modorros de los fines de semana.

[Viajes] En Estocolmo con película negativa en blanco y negro

Fotografía, Viajes

A mediados de agosto estuve unos días en modo «sólo fotos». Es decir, estuve de viaje, y en estas páginas se publicaban las fotos que iba subiendo sobre la marcha de las que iba haciendo durante el viaje. Y como de costumbre redacté al regreso una entrada de resumen, ilustrada con algunas de las fotografías digitales que fui haciendo. Vamos… las cosas que hago habitualmente en mis viajes.

Este viernes pasado me llegaron reveladas las fotografías que hice con película fotográfica tradicional en blanco y negro. De las cuestiones técnicas relacionadas con mi proceso fotográfico podréis encontrar más detalles en En Estocolmo con película fotográfica en blanco y negro – Minox 35 GT-E con Ilford XP2 Super. Aquí, simplemente os dejo algunos ejemplos de las fotografías realizadas. No tantas, ni tan centrado, como en otras ocasiones, pero bien en general. Espero que os gusten.

[Recomendaciones fotográficas] Feminismos cuestionados, recolectoras e investigadoras sobre el terreno

Fotografía

En la última semana han sido tristemente noticia continuada las consecuencias del comportamiento indebido del presidente de la Federación Española de Fútbol con una de las jugadoras de la selección nacional femenina de este deporte que gano el título en el reciente campeonato del mundo de esta disciplina. Lo lógico es que durante toda la semana se hubiera hablado del logro de las deportistas… pero desgraciadamente, no. Voy a dejar claras dos cuestiones sobre mi visión del tema. Dos cuestiones que explican que a mí, personalmente, el fútbol y su entorno no sólo no me gustan sino que históricamente me repelen. Como espectáculo, el fútbol me aburre soberanamente. Que los mejores equipos del mundo dediquen 90 minutos o más a corretear por una pradera de césped y sólo consigan meter un gol… me parece un tostón de mucho cuidado. Y sí. Mi exposición al deporte fue suficiente en mi juventud como para que entienda sin problemas lo que está sucediendo en el campo. No hay que ser físico cuántico para entenderlo. Y por otra parte, en lo que ha cultura se refiere, desde hace décadas, me parece que es uno de los fenómenos culturales más rancios y anticuados que existen. Un machismo dominante y agobiante, una cultura tóxica y de sustancias tóxicas, con el tabaco y el alcohol como tradicionales apoyos de los programas que se dedican al tema, cuando la legislación lo permite, un tribalismo no menos tóxico en el que no se celebra a los mejores sino a los de la tribu aunque sean unos negados o unos violentos, una incapacidad para hablar en público si no es con frases hechas («no hay enemigo pequeño», «hay que jugar los 90 minutos», «en este mundo no hay favoritos»,… por sólo indicar algunas tópicos de todos los días), y un sistema métrico absoluto, el campofutbolero, en el que todas las superficies se miden en unidades de «campos de fútbol», aunque el campo de fútbol reglamentario más grande sea casi el doble de grande que el reglamentario más pequeño. Todo absurdos. Pero en esta ocasión me servirá para traer aquí tres recomendaciones fotográficas relacionadas con mujeres.

En Oldskull nos han hablado recientemente del berlinés Helmut Newton. Un clásico de la historia de la fotografía, del que yo tengo algún que otro libro, de los más pesados, en kilogramos, de mi biblioteca fotográfica. El punto de vista del artículo es el de que Newton contribuyó con su obra al feminismo y a la liberación de la mujer. Mujeres poderosas, imponentes, las que aparecen con frecuencia en sus sesiones para el mundo de la moda. Independientes, sexualmente decididas y activas, enigmáticas… Pero hay otros puntos de vista para analizar o contemplar la vida y obra del fotógrafo. Para quienes lo conocieron, y hablan de su proverbial timidez, sería el fetichismo o la fantasía del tímido ante un sujeto, la mujer, mucho más inaccesible para él de lo que su obra nos hace suponer. Pero también hay quienes ven en la obra de Newton una fotografía explotadora del cuerpo y la sexualidad de la mujer, una obra que alimenta la fantasía de quien querría dominar a esas mujeres de apariencia poderosa. Si uno recorre la obra de Newton, probablemente encontrará ejemplos que apoyen cualquier de las tesis que se quieran plantear, siendo una obra amplia y compleja. ¿Donde se encuentra mi posición? Indecisa. He visitado al menos en tres ocasiones la Fundación Helmut Newton en Berlín, un interesante museo dedicado a la fotografía, que siempre tiene exposiciones de fondos propios dedicados al fotógrafo. Y siempre he considerado que es un fotógrafo de primer orden con una obra que, con más frecuencia de la que desearía, me confunde.

En el viaje a Japón de 2019 visitamos Ise. Y próximo a esta ciudad, en la costa, en la ciudad de Toba, la Mikimoto Shinju Jima, la isla de las perlas de Mikimoto, dedicada al mundo de las perlas cultivadas que desarrolló Mikimoto Kōkichi. Pero antes de que las perlas fueran cultivadas, las ostras perlíferas eran recolectadas por mujeres que se sumergían sin equipo alguno en el mar en su búsqueda. Son las ama [海女], las mujeres del mar, que originalmente se sumergían para recolectar alimentos del mar. Las ama no son exclusivas de la prefectura de Mie, donde se encuentran Ise y Toba. Las hubo por todo el litoral japonés. Pero también por otros países del oriente asiático. Y se han hecho muy famosas las haenyeo [해녀], también mujeres del mar, de la isla de Jeju en Corea, en el estrecho de Tsusima, entre la península coreana y el archipiélago japonés, que se sumergen para recolectar moluscos y otros animales marinos comestibles. El mismo fenómeno. Pero si en Japón en estos momentos las ama de Mikimoto son un reclamo turístico, en Jeju estas muejres siguen trabajando, muchas de ellas con edades muy avanzadas, porque las mujeres más joven no quieren trabajar en esto. Un oficio en extinción. En Another Magazine nos han hablado del trabajo de Peter Ash Lee documentando recientemente el trabajo de estas mujeres. Muchos son también los que dan una interpretación feminista a la actividad de las haenyeo, especialmente dado el carácter profundamentamente patriarcal de la sociedad surcoreana. Sin embargo, se puede analizar desde una perspectiva más tradicional, si comparamos con los grupos de humanos cazadores-recolectores, previos a la revolución agrícola. Los hombres se dedicaban a la caza, a la pesca cuando estamos junto al mar o un gran lago; las mujeres a la recolección. Y aquí también, las mujeres son recolectoras, mientras los hombres salen a alta mar con sus barcos a pescar. Puntos de vista. Las ama japonesas fueron objeto de interés fotográfico hace unas décadas, por el trabajo de Yoshiyuki Iwase. Un trabajo que hoy en día es visto desde un punto de vista crítico por la potencial sexualización de los pechos desnudos de las mujeres en las fotografías. Las ama de Mikimoto nunca se sumergieron desnudas, llevaban y llevan unos atuendos blancos que les cubre el cuerpo de la cabeza a los pies.

Menos controversia en la interpretación de quién es y la naturaleza de su actividad despierta la primatóloga Jane Goodall. Goodall fue una de las primatólogas, chimpancés, que contrató el paleoantropólogo Louis Leakey para el estudio de los grandes primates, junto con Birutè Galdikas, orangutanes, y Dian Fossey, gorilas. Goodall, actualmente 89 años, se ha pasado casi sesenta años estudiando a los chimpancés. Y es una auténtica heroína para quienes amamos las ciencias en general, la biología en particular. Incluso si algunos han criticado su metodología… crítica absurda cuando nadie ha hecho algo y alguien tiene que abrir el camino. Es normal que los métodos de trabajo, las mentalidades y las premisas cambien con el tiempo. La cuestión es que sus fotografías interaccionando con los chimpancés han impactado fuertemente en el imaginario colectivo y han contribuido notablemente a alimentar la mentalidad conservacionista y de respeto hacia los animales. En PetaPixel han dedicado recientemente un artículo a una de las fotografías realizadas por Hugo van Lawick en 1964 en Tanzania. Y creo que está bien terminar hoy con una figura que no supone dudas sobre el papel de la mujer en el mundo. Salvo, quizá, para los presidentes de las federaciones de fútbol, vaya usted a saber. Y similares.

[Libro] Maïmaï – Aki Shimazaki

Literatura

Y llegamos a la quinta y última entrega del quinteto L’ombre du chardon de Aki Shimazaki, que me ha ido acompañando buena parte de este verano de 2023. La acción se sitúa en lo que podríamos estimar como la «época contemporánea», el momento en que se escribe la novel, a finales de la década de los 2010. Y que nos permite hacer cuentas sobre la cronología interna de la serie, en la que los protagonistas de las cuatro primeras novelas cortas están en su cincuentena en esta «contemporánea». son personas nacidas en algún momento de la década de los años 60 del siglo XX. Quizá por eso resuenan con facilidad en mí como lector, son gente de mi generación… suponiendo que sean comparables las generaciones nacidas en España y Japón en esos tiempos. Supongo que hasta cierto punto sí. Hay temas, hay cuestiones, que son razonablemente universales.

Varias de las fotos acompañantes están tomadas en Jinbōchō, distrito de Tokio donde abundan las librerías de viejo y usado. Lo cual viene bien dado que el protagonista de la novela se crio en el entorno de la librería especializada de su madre.

Como siempre, el título hace referencia a una flor o a un animal pequeño. Y el maimai [舞舞] del título es el caracol de tierra. No uso las diéresis fuera del título original de la novela. Sin ellas, un francés leería «memé», con las es muy abiertas. La pronunciación de la palabra japonesa, transcrita según normas oficiales, en castellano es idéntica a la de un japonés. Y la metáfora viene explicada en el propio relato. Somos como caracoles, que a lo largo de nuestra vida arrastramos nuestro caparazón, nuestra concha, a cuestas. Un caparazón construido por nuestras experiencias previas, por nuestras decisiones y sus consecuencias, o por las decisiones de otros y las consecuencias que para nosotros tienen. Pero, ¿quién es el maimai en este relato? ¿El hijo de la librera, el hijo de azami, el cardo que de alguna forma es el hilo conductor del quinteto, una mujer que acaba de fallecer? ¿Un joven adulto, un artista que va conociendo ya lo que es el amor y el enfrentarse a la vida? ¿La joven que fue durante un breve período su amiga en la infancia y que vuelve a su vida con la ilusión de ser algo más que una amiga? Ambos arrastran, sin saberlo , las consecuencias de las acciones de sus madres. ¿O la madre de la joven, que arrastra sus actos de juventud, su decisión de casarse con un diplomático, sus silencios? O simplemente todos.

Probablemente esta quinta novela corta de la serie sea la más compleja. Y dura. Porque nuevamente el narrador, el joven sordomudo, honesto per se, pero no fiable como narrador, no tiene toda la información de la que sí dispone el lector que ha llegado a este último relato tras leer los anteriores, especialmente el segundo de ellos, donde conocemos la historia de su nacimiento. Dura para el joven. Muy dura para la mujer que siente, décadas más tarde, que su vida se derrumba a su alrededor, como consecuencia de las mentiras y los secretos que lleva arrastrando desde su juventud. Todos son un poco caracoles. Pero esta mujer, que quiso huir de su pasado a través del matrimonio con un diplomático, se encuentra con que ni ha podido huir de su pasado, ni su prestigioso casamiento le ha proporcionado la felicidad ideal que soñaba. Y aun así, eso es lo que busca para su hija. Que encuentra su propio camino… en el último lugar en el que su madre querría.

Los dilemas quedan planteados. Pero no resueltos. Shimazaki no da una respuesta definitiva. El joven hāfu [ハ​ーフ], sordomudo, inteligente, guapo, artista… enamorado profundamente, tiene delante de sí y dos alternativas. Aceptar una realidad y renunciar, o negar la realidad y seguir adelante, cargando siempre con la pesada concha del caparazón. Junto con Hōzuki, esta novela, Maïmaï, forma una unidad en sí misma, una historia en dos actos, que implica a dos generación. Tres si incluimos a la abuela del joven… pero fundamentalmente dos. Y probablemente es el arco argumental, el arco vital más intenso e interesante. Quizá previsible en un momento dado; pero esta novela es de las que crecen en la memoria. Muy recomendable.

[Fotocomentario] Datar las fotografías; la fecha impresa frente a los datos EXIF

Fotografía

Lo reconozco. Me cuesta horrores mantener correctamente mi archivo fotográfico. Mmm… Me corrijo. Me resulta relativamente sencillo mantener mi archivo fotográfico digital, aunque sea manifiestamente mejorable, pero en lo que se refiere a las negativos, diapositivas y fotografías físicas, tradicionales, soy un caos. Y por eso a veces me cuesta recordar cuándo fueron tomadas algunas fotos. He tenido discusiones y anécdotas divertidas al respecto, cuando me he hecho un lío con las fechas de unas determinadas fotografías. Por eso… benditos sean los datos EXIF de las fotografías digitales.

El caso es que no faltaron las cámaras para película fotográfica que dispusieron de sistemas de fechado de las fotografías. Generalmente se trataba de un respaldo de la cámara que, en el momento de realizar la foto imprimía con luz en la emulsión fotográfica la fecha, la hora o ambas a las que se realizaba las fotografía. Las fotografías que muestro hoy, y sobre las que hablo más extensamente en Una cámara olvidada durante 20 años o más, también en color – Canon Autoboy Tele QD con Kodak Ektar 100. Son un ejemplo de ello. Si son horizontales, en el ángulo inferior derecho de la fotografía se puede ver la fecha con números rojos. Si son verticales, entonces depende de cómo sujetes la cámara, en mi caso se puede ver en el ángulo inferior izquierda. Se puede leer «JUL 1 ’23». O sea, 1 de julio del 23. Donde el 23 es el año 2023, porque en 1923… esto no estaba disponible. Claro.

Pero tiene algunos problemas. Primero, que si los colores de esa zona de la foto coinciden con los de la fecha, o son muy luminosos, puede no verse correctamente. Y segundo… pues que hacen feo. Para uso en aplicaciones técnicas o científicas… pues bien. Para usos documentales… pues allá cada cual. Pero para un uso más artístico, muchas veces no se justifica que aparezcan esas cifras. Hubo cámaras que imprimían la fecha en el espacio entre los negativos, por lo que no aparecían en el fotograma, pero se podía consultar sobre la mesa de luz. Y claro… salvo que lleves una libreta y lo anotes, nada de valores de parámetros de exposición y esas cosas. Sip. A algunos nos gusta la experiencia de fotografiar con película tradicional. Pero la electrónica ha traído muchas ventajas a la eficiencia del proceso fotográfico. Será más aburrido, pero muy conveniente.

[Cine] Vanskabte land/Volaða Land (Godland) (2022)

Cine

Vanskabte land/Volaða Land (2022; 46/20230820)

Una de las cosas que llama la atención, si te pica la curiosidad y tiras de traductores o de otro tipo de informaciones, es que el título «internacional» de esta película del islandés Hlynur Pálmason, o sea, en inglés, y su título original en danés e islandés, la película es bilingüe en estos dos idiomas germánicos nórdicos, son distintos. Contradictorios. Si en inglés es tierra de Dios, en los idiomas nórdicos sería más bien tierra miserable… una tierra dejada de la mano de Dios. Lo cual ya llama la atención notablemente. Venía esta película precedida de buenas críticas y de una escasa campaña promocional… típico relleno de las temporadas bajas de final de verano. Momento en el que eventualmente nos encontramos con estupendos hallazgos o maravillas cinematográficas que, por su calidad y valores narrativos y visuales, dejan en absoluto ridículo los taquillazos palomiteros que pueblan la cartelera en estas fechas. Y ya adelanto que esta es una de esas ocasiones.

En la segunda mitad del siglo XIX, cuando Islandia era un dominio danés, un pastor luterano (Elliott Crosset Hove) es enviado desde Dinamarca a la volcánica isla para construir una iglesia y fundar una parroquia en una pequeña comunidad islandesa. Aunque advertido por su obispo de las dificultades de adaptación que supone la isla, opta por desembarcar en el extremo opuesto al lugar dónde se encuentra la comunidad, y recorrer el interior de la isla con mulos. Lleva además una pesada cámara fotográfica de placas, que usa preparando su propio material sensible a base de colodión húmedo sobre la marcha. Pero la marcha le pasará factura. La mala relación con su guía islandés (Ingvar Sigurðsson), con quien no se puede comunicar, no conociendo la lengua. La muerte de su traductor debida a una desafortunada decisión suya. La enfermedad. Finalmente se irá recuperando cuando llegue a destino, gracias a un comerciante y granjero danés (Jacob Lohmann) y sus hijas (Vic Carmen Sonne y Ída Mekkín Hlynsdóttir). Pero nada será ya como esperaba.

Siendo el protagonista un pastor luterano, la mayor parte de las críticas y comentarios que he leído en castellano inciden en la pérdida de fe del protagonista ante el choque con la dura geografía física islandesa y el carácter de sus locales. Sin embargo no es ese el aspecto que más me llama la atención a mí. De acuerdo con alguna reseña que he leído en inglés, parece que Hlynur Pálmason ajusta cuentas con el pasado colonial de la isla. El protagonista, danés, monolingüe, incluso se niega a aprender el idioma islandés, contempla a través de su cámara y su placas fotográficas a los locales con condescendencia, desprecia las características singulares de la isla, que acabarán quebrando su determinación y abocándolo a un final poco halagüeño. Y en esa crítica al colonialismo específico encontramos una crítica global a todos los colonialismos y al desprecio por quien encontramos primitivo, poco civilizado. Hacia quien habla otros idiomas que, por desconocidos, despreciamos. El siglo XIX fue el siglo de los nacionalismos, lacra que arrastramos todavía hoy. Pero frente a un nacionalismo reivindicador que surge de un grupo étnico en desventaja, siempre encontramos un nacionalismo dominante, con un falso sentido de superioridad. Siguen encontrándose estas actitudes hoy en día.

La factura de la película es primorosa. Rodada en un austero formato académico, para evitar que la magnificencia del paisaje islandés se apodere de la experiencia humana, no deja de ser una película de gran belleza visual. Que se cuece a fuego muy lento, pero de forma imparable e implacable. En varios momentos, las imágenes que nos ofrece Pálmason y su excelente directora de fotografía Maria von Hausswolff nos hacen especialmente conscientes del paso del tiempo y de cómo este va generando transformaciones. En el paisaje, en las cosas, en las personas. Y se sustenta especialmente en un reparto fenomenal, de intérpretes que no serán conocidos en nuestro entorno, pero que dotan de carácter y alma a la película.

No sabía que esperar de esta película, aunque confiaba en que fuese una agradable sorpresa. Y me he encontrado con un largometraje, son más de 140 minutos de duración, que compite en calidad y profundidad con las mejores películas del verano y del año. Quizá no lo disfruten los aficionados al cine palomitero, con mucha acción y esas cosas, pero es fenomenal.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; lo sobrenatural en series británicas, con suspense y con humor

Televisión

Las series británicas siempre tienden a despertar mi interés. Aunque no necesariamente vea todas que se me ponen a tiro. También depende un poco de que el tema que traten me interese más o menos. Una de las virtudes que tienen es que son cortas en el número de episodios. Muchas veces no pasan de seis por temporada. Y por supuesto, la excelente calidad interpretativa de la que hacen gala los actores y las actrices británicas, muchos de ellos fogueados también en el teatro, lo que se nota. Traigo dos aquí que he visto recientemente. Las dos flirtean con lo sobrenatural, o algo así. Las dos tienen buenos repartos. Y, como curiosidad, en cada una de ellas, uno de los papeles protagonistas es desempeñado por un actor que fue el Doctor en diversas reencarnaciones del personaje principal de Doctor Who.

The devil’s hour es un drama policiaco que flirtea con lo sobrenatural, o algunos dirían con nociones de la ciencia ficción. Temas de universos paralelos y esas cosas. No voy a detallar mucho para no destripar el argumento. Protagonizado por Jessica Raine en el papel de una trabajadora social, en proceso de separación (pero no del todo) de su marido, el cual no acepta el extraño carácter de su hijo, tiene a su lado a Nikesh Patel como policía que busca a un extraño asesino que lleva actuando décadas, y en frente a Peter Capaldi (12ª encarnación del Doctor) como el asesino, con unas peculiares motivaciones. La trama de la acción se centra en los problemas familiares de la protagonista, así como en las consecuencias de permitir que se impida o no se impida una acción aparentemente mala, pero cuando las consecuencias de que no suceda son peores. En el lado de lo positivo, las buenas interpretaciones. Apetecía ver a Raine diez años después de encarnar a la uber charming comadrona de los años cincuenta en Londres. En el lado menos positivo, la trama es interesante, pero tan compleja que las piezas del rompecabezas no siempre encajan con precisión. No obstante, ha sido razonablemente atractiva tanto para público como para crítica.

Y luego está la segunda temporada de Good Omens, basada en la novela del mismo título del inefable, y lamentablemente ya fallecido, Terry Pratchett, en compañía de Neil Gaiman. Hay que decir que fue la primera temporada de la serie la que adaptó la novela de Pratchett y Gaiman, en la que el ángel Azirafel (Michael Sheen) y el demonio Crowly (David Tennant, la 10ª encarnación del Doctor), antiguamente Crawly, «el que se arrastra», la serpiente que tentó a Eva en el Paraíso, se aliaron para detener la batalla entre el Cielo y el Infierno en el Armagedón. Como consecuencia, ambos se han convertido en unos marginados para sus respectivos bandos, por lo que viven eternamente en paz en Londres, a lo suyo. Hasta que un día el arcángel supremo, Gabriel (Jon Hamm), aparece desnudo ante la librería de Azirafel, lo cual genera una nueva crisis en las relaciones entre el Cielo y el Infierno. Y nuevamente serán nuestros héroes los encargados de evitar que esto acabe con el mundo.

La nueva temporada es material original. Se inspira en el universo literario, pero explora en profundidad y desde otros puntos de vista las relaciones entre Crowly y Azirafel. No sólo en los acontecimientos contemporáneos, sino en el contexto de lo que fue su relación desde antes de la caída de Crowly junto con todos los partidarios de Lucifer, y a lo largo de todas las épocas. La historia es más personal, más íntima, más emocional. Más romántica. Romance que se expande a otros personajes, a veces de formas insospechadas. Si ya en el original se destilaba con maestría una parodia de las idea bipolar del bien y del mal, para dotar al mundo y a la ética de los seres pensantes de una amplia gama de matices y colores más allá del blanco y el negro, se insiste en ello en la obra actual, donde nunca es posible identificar al Cielo con «los buenos», ya que incluso ellos tienen planes cuestionables para el futuro del Universo y de la especie humana. Se acortan distancias con el Infierno, aunque aparezcan como blancos, limpios y guapos. Una serie fundamentada por una buena historia, por su fino humor, y por las excelentes interpretaciones de sus protagonistas. Y de secundarios como Derek Jacobi y Miranda Richardson, por señalar algunos nombres entre muchos otros menos conocidos, pero también excelentes intérpretes, como Nina Sosanya, Maggie Service, Shelley Conn… … … Muchos intérpretes aparecen en las dos temporadas, pero con distinto papel.

[Fotocomentario] Colores naturales y poco «carácter»

Fotografía

Cuando en el ámbito de la fotografía se nos «vende» una película fotográfica, o un objetivo fotográfico, o cualquier otro aparato o accesorio con la «virtud» de que tiene «carácter»… algunos nos echamos a temblar. Sencillamente… tiene defectos. Pero aplicando el viejo dicho de «hacer de la necesidad virtud»,… pues les llamamos «carácter» en lugar de defectos o debilidades, y publicitamos la increíble oportunidad de aprovechar ese «carácter» para potenciar la «creatividad».

Alguna vez lo he hablado de las ópticas. Los grandes defensores de los objetivos fotográficos de antaño utilizan el argumento de que tienen «carácter». Es decir, que sus aberraciones son notorias. O que, pensados como estaban para un medio como la película fotográfica tradicional, cuando los usamos con un medio más exigente como los sensores digitales de alta resolución, con muchos megapíxeles, se les ven las goteras. Pero incluso hoy en día, hay quien fabrica nuevos objetivos con «carácter» con precios excesivos en ocasiones, los incluye en el epígrafe de «objetivos creativos» y a vender. Es lo que hay.

Con las películas fotográficas pasa lo mismo. Tres emulsiones que han salido al mercado en el último año y medio vienen con granos como balones de playa de Nivea, con baja fidelidad de los colores, con escasa nitidez,… pero son «películas creativas», cuestan lo mismo o más que las de toda la vida, que cada vez son más difíciles de encontrar… y a vender. y no negaré que si conoces las limitaciones del material no hay motivo por el que no puedas conseguir fotografías interesantes. Pero creo que primero hay que saber usar las películas «no creativas», con colores más fieles, nítidas, polivalentes, sacarles partido y aprender bien con ellas. Como la película con la que he hecho las fotos que podéis encontrar aquí y en Colores naturales en película negativa en color – Olympus mju-II con Kodak Gold 200.

[Libro] Fuki-no-tō – Aki Shimazaki

Literatura

Tras un interludio en forma de historia gráfica, y con unos días en los que no he tenido ocasión de seguir comentando mis lecturas por mi reciente viaje corto a Suecia, retomo el comentario de las cinco novelas cortas de Aki Shimazaki que configuran el ciclo, el quinteto, de L’ombre du chardon. O en castellano, La sombra del cardo. Un cuarto relato que, aunque claramente relación con los otros del quinteto, es el que parece al mismo tiempo más ajeno al eje central de esta serie. Esa flor del cardo, ese azami, que es la protagonista de la segunda historia, y cuya presencia real o intuida es central en el resto de los relatos. Aquí sin embargo… parece que nos vamos a situar en una derivada colateral de los personajes del quinteto.

Como ya hemos comentado en las entradas correspondientes a los tres personajes interrelacionados desde la infancia en su edad adulta, en esta ocasión nos vamos a la esposa de uno de ellos. Del enamorado de Azami, que a punto estuvo de arruinar su matrimonio y su familia por una aventura con ella, a la que renunció, rehaciendo su vida como editor de una revista cultural y trasladándose con su esposa, agricultora, a una zona rural, no lejos de Nagano. Pues esta esposa es la que, unos años más tarde, va a protagonizar el relato. Con su negocio agrícola prosperando, precisa de ayuda, y contrata a alguien para que le ayude. Y por casualidad ese alguien va a ser una íntima amiga suya de los tiempos del último curso de instituto, y de la que lleva extrañada 20 años o más. Una mujer animosa, trabajadora, que está superando un divorcio. Divorcio de un matrimonio que aceptó en su juventud por la convenciones sociales, puesto que sus sentimientos, su afectividad, se ha dirigido siempre hacia otras mujeres. Entre ellas, a la protagonista de nuestro relato, que verá complicada su existencia, especialmente cuando inicien un viaje inicialmente prevista para ir con su marido.

Sigue existiendo en esta historia un motivo común a las anteriores. Unas jóvenes que dejaron asuntos pendientes en su momento, que siguieron con su vida, una vida con altibajos, y que vuelven a encontrarse. Y vuelve a aflorar los asuntos pendientes. ¿Cuál era la naturaleza de sus sentimientos cuando tenían diecisiete años? Parece claro que en la mujer divorciada y que ha vivido dos décadas de mentiras, era algo más que amistad. Pero no está tan claro en la protagonista. Y no está tan claro hacia donde van en estos momentos.

Shimazaki toma una ruta colateral desde el eje central del quinteto para explorar la relación afectiva y física entre dos mujeres. El relato es interesante y la escritura de Shimazaki sigue siendo sólida como para atraer el interés del lector. Sin embargo, quizá es el más irregular de los relatos que le he leído. Desconozco la naturaleza de la afectividad de la autora, y si habla o no desde la experiencia de las relaciones homosexuales. Un tema complejo en cualquier parte del mundo, pero probablemente con el añadido de la naturaleza conservadora del País del Sol Naciente. Intenta tratar el tema con delicadeza, y desde la honestidad del personaje. Pero en algún momento me parece que la situación resulta un tanto forzada. Como digo, sigue siendo bastante recomendable, pero no deja de ser un desvío sobre el eje central del quinteto. Dentro de pocos días, cerraré el comentario del mismo, con la compleja historia final.

[Fotografía/Arte] Fotografía y arte moderno en Estocolmo para el Día Mundial de la Fotografía

Arte, Fotografía

Pues sip. Hoy es uno de esos numerosísimos «Días Mundiales de Algo» y, en concreto, el Día Mundial de la Fotografía. Alguien eligió este día por ser el aniversario de la presentación de la patente del daguerrotipo por Daguerre, o algo así. Lo que hace que me deje un poquito frío, porque Daguerre fue un aprovechado, no me cae especialmente bien, porque hubo otras personas importantes en el nacimiento de la fotografía, al fin y al cabo el daguerrotipo fue un callejón sin salida, y las cosas fueron por otro lado, y porque al fin y al cabo este día es por capricho de un individuo que a nivel privado promovió la celebración. Pero bueno… la fotografía es mi afición, a diversos niveles. Porqué no celebrarla. Y lo haré adelantando, de alguna manera, la entrada que iba mañana sustituyendo a mis habituales recomendaciones fotográficas. Y es que en el fin de semana laaaaargo pasado que pasamos en Estocolmo, tuve ocasión de escaparme a visitar a centros culturales que me gustan, relacionados con la fotografía.

Para mí, un imprescindible en Estocolmo es Fotografiska Museet. Este estupendo museo, o centro cultural, como queráis verlo, dedicado a la fotografía, siempre me ha gustado y me ha deparado excelentes experiencias. Buenas y significativas exposiciones, bien comisariadas. Siempre interesantes. En esta ocasión, la principal de ellas fue la retrospectiva póstuma dedicada al fotógrafo alemán Peter Lindbergh, fotógrafo que se hizo especialmente popular en los años 90 por sus fotografías de las «supermodelos», tan de moda en aquellos momentos, así como los retratos de otras celebridades. Casi siempre en blanco y negro, he de reconocer la maestría de Lindbergh con este medio. Algunas de sus fotografías son simplemente fenomenales. Aunque al mismo momento, no me convencen otras, creo que han quedado desfasadas. Hasta las narices de que para «hacer interesante» a una mujer, una modelo, hasta que fotografiarla fumando. Algo muy copiado por muchos aficionados al retrato, especialmente de mujeres guapas, aun en la actualidad. ¿De verdad creéis que para que parezca que una mujer, o un hombre, tengan mucha personalidad y carácter tienen que estar fumando? ¿Una adicción que como tal esclaviza físicamente y psicológicamente a la persona? Es decir, lo contrario a tener una personalidad y una carácter fuerte e independiente. Estéticas que ya resultan casposas.

Por ello, me sentí mucho más atraído por la exposición dedicada a Diana Markosian. Emigrada a Estados Unidos en la infancia desde Rusia, poco después del derrumbe de la Unión Soviética, cuya madre se había divorciado del padre, y se casó por vía postal con un norteamericano mucho mayor. Markosian, en la exposición, reconstruye desde su perspectiva y experiencia la vivencia de abandonar su revuelto país por un supuesto paraíso, representado por la serie Santa Bárbara, la primera serie americana que pudieron ver los rusos. Un paraíso con no pocos ingredientes de un infierno. Además, pude contemplar los divertidos, e irónicos, desnudos de AdeY (instagram), con la crítica implícita y explícita a la censura en las redes sociales, especialmente Instagram. Un artista que permanece en el anonimato. Pero muy interesante. Y también las obras del sueco Alexander Wessely, que combinan escultura, iluminación y fotografía. Muy bien, en general.

Después, tras desplazarme en uno de los transbordadores que unen las islas que conforman Estocolmo, fui desde Gamla Stan hasta Skeppsholmen para volver a visitar el Moderna Museet, museo de arte moderno y contemporáneo, uno de los museos más interesantes de la capital sueca. La ventaja de los museos de arte moderno sobre los clásicos de bellas artes es que rotan con frecuencia las obras en exposición, y cada vez que los visitas es como si fueran un museo distinto en su contenido. La pena es que suele haber siempre una exposición temporal de un artista significativo, pero ese espacio estaba cerrado en la actualidad, supongo que esperando próximas exposiciones. Bueno… siempre es agradable visitar el Moderna Museet que siempre incluye también obra fotográfica en sus exposiciones. Estocolmo es una ciudad dinámica, moderna y culta, y estos museos o centro culturales siempre están muy animados. Una visita, como digo, imprescindible si te gusta el arte y la fotografía.