No mucho que comentar aquí. Este conjunto de relatos interrelacionados es una continuación de una novela costumbrista japonesa que leí el año pasado, escrita por Shion Miura. Hace unas semanas apareció esta continuación de oferta, y la cogí. No es que la novela sobre la vida entre las gentes que se dedican a la explotación forestal en la península de Kii me entusiasmara, pero sí me entretuvo. Por lo tanto, como supuse que esta segunda parte tendría un tono similar, lo reservé para cuando decidiese hacer una lectura con poca preocupación, ligera.
Los bosques de la península de Kii, en la región de Kumano Kudo, el camino de peregrinación que atraviesa los montes y los bosques.
En aquella primera novela seguíamos a Yuki, un joven recién salido del instituto, forzado a ser aprendiz en la industria forestal en Kamusari, un lugar ficticio en el interior de la prefectura de Mie, próximo a la prefectura de Nara. Un lugar que como pude comprobar yo mismo es hogar de altos y rectos cedros y otros majestuosos árboles, que crecen favorecidos por las altas pluviosidades gracias a los vientos húmeros del Pacífico y al clima templado, aunque con inviernos potencialmente fríos, que trae la confluencia de la corriente marina cálida de Kuroshio con la más fría de Oyashio. Pues bien, tras pasar un año de aprendiz, Yuki decide quedarse en el lugar. Y en esta segunda entrega lo encontramos dedicándose a trabajar en los bosques, mientras de vez en cuando, por la noche, va escribiendo relatos que mezclan sus peripecias personales, especialemente su desesperación por ligar con la guapa Nao, profesora de primaria del lugar, algo mayor que él, con las leyendas, mitos, y acontecimientos del pasado que han marcado el presente del lugar. Sinceramente, tenía la curiosidad de si ligaría con Nao o no… a pesar de que sigo sin estar convencido de que no fuese un tensión romántica no resuelta un poco forzada.
Este libro tiene las mismas virtudes y los mismos defectos que su predecesor. Algunas de sus historias y relatos son muy entretenidos, enganchados en las tradiciones y los mitos nipones. Por lo que es una lectura ligera, pero no banal en este punto, que se sigue con agrado. Pero por el contrario, en otras ocasiones, esa idealización del vida rural en los bosques, la idealización de los habitantes del lugar… pues me resulta más inverosímil, y tensa más mi suspensión temporal de la incredulidad, que las leyendas sobre antiguos dioses serpientes de los que descienden las gentes de Kamusari. Pero bueno. Ya he dicho. Buscaba una lectura sencilla, fácil, sin complicaciones y entretenida. Y en eso, el libro, cumple. No disponible en castellano, he leído la traducción al inglés, que estaba tirada de precio. 0,95 euros más 0,04 euros de IVA. Su precio habitual está entre los cuatro y los cinco euros, que tampoco es para arruinarse.
No hace tantos años que empecé a leer los libros de Aki Shimazaki. Japonesa de nacimiento, canadiense de adopción, vive en Montreal y escribe y publica sus novelas en francés. Escribe novelas cortas, que tienen sentido en sí mismas, de forma individual. Pero agrupadas de cinco en cinco, como quintetos, conforman historias más amplias, de vidas cruzadas, con tiempo que pueden abarcar décadas, más profundas, y con más sentido todavía. Inicialmente, los derechos de publicación de sus novelas en España lo tenía editorial Lumen, que las publicaba reunidas en dichos, por lo que sólo publicó dos libros, El quinteto de Nagasaki (2018), el primero, con novelas cortas que fueron publicadas originalmente por Shimazaki entre 1999 y 2005, y El corazón de Yamato (2019), el segundo, con historias publicadas originalmente entre 2006 y 2013. Leí el primero de ellos en 2019, y el segundo en 2020.
No he estado en Nagoya, la cuarta ciudad japonesa por población, tras Tokio, Yokohama y Osaka. Bueno… si he estado. En la estación, para cambiar de tren en el viaje entre Ise y Tokio. Pero no la he visitado. Así que os dejo algunas fotografías realizadas con película en blanco y negro, en los días que estuvimos en la capital nipona, tras ese desplazamiento en el que hicimos transbordo en Nagoya, donde transcurre buena parte de la novela de hoy.
Me gustaba leer sus novelas cortas así, como una novela más amplia y con más profundidad de contenido. Para mí tenía más sentido. Pero supongo que comercialmente será más rentable hacerlo como en su idioma original, en francés, donde siempre se han publicado cada novela por separado. El precio conjunto de las cinco novelas cortas por separado es 2,5 veces superior al de los libros que las reúnen. Los derechos de las siguientes novelas de Shimazaki en español han ido a parar a otras editoriales. Y por ello, paradójicamente, la siguiente que leí, Luna llena, que me gustó mucho, es la segunda novela corta de la cuarta serie, publicada por Tusquets en 2022. Pero con algún disgusto que otro. Por ejemplo, que no se han saltado la publicación de la primera novela corta de la serie. Y también porque han roto la tradición de conservar el título original de la novela corta en japonés, que hace referencia a algún animal o planta. El título de la novela original, el que esperaba que se conservase en la traducción, como había sucedido hasta el momento, o como sucede en las versiones originales en francés, pero con el título en japonés, es Semi 蝉, cigarra. Odio esta costumbre de las editoriales españolas de no respetar los título originales o de respetar su sentido. Como ese absurdo Tokio blues para el Norwegian Wood de Haruki Murakami, cuando la canción de los Beatles tiene tanta relevancia en la novela.
Con la novela de hoy, cuyo título original Hōzuki 鬼灯, se refiere a una planta del género Alkekengi, con frutos en forma de farolillo chino, y que encontré de oferta recientemente en versión electrónica, es la segunda novela corta de la tercera serie de cinco. Y esta serie está publicada por Nórdica… para acabar de complicar la cuestión editorial de la autora en español. Ya he decidido que voy a ignorar las traducciones y que iré poniéndome al día con la obra de Shimazaki con los originales en francés. Si no hay ventaja económica, como la publicación en conjunto que hacía Lumen, pues nos dejaremos de las tontadas con las que maltratan las editoriales españolas los libros traducido. En ello se nos habla de una mujer, que regenta una librería de lance, que vive con un hijo de siete años sordomudo y su madre anciana. Su vida no ha sido fácil. Cuando el niño era muy pequeño se vio obligada a prostituirse para salir adelante durante dos años, en una ciudad lejos de Nagoya, su ciudad de origen. Y ahora, para pagar la educación especial que necesita el pequeño, trabaja una noche a la semana en un hostess bar. No lo traduzco como bar de alterne, como en el libro, porque en español, la chica de alterne implica prostituta, y en Japón no. Dado que diferencia su actividad del pasado de la del presente, doy por descontado que en este momento no se prostituye. Un día entra en su librería una elegante mujer de buena posición, esposa de un diplomático, a comprar libros encargados por su marido. Con su hija de cuatro años. Los niños juega y se hacen amigos. La mujer del diplomático quiere entablar relación y amistad con la librera. Pero esta está reticente. Porque, quizá, algo del pasado las une.
Shimazaki vuelve a contarnos una historia con corazón y con profundidad, con personajes que nos enganchan, con los que empatizamos, a los que acabamos apreciando, en lo que se insinúa una continuación de su estilo de construir sus grandes historias a partir de las pequeñas (o no tan pequeñas) historias de algunas personas y de las vidas cruzadas de las mismas. No tardaré mucho en ponerme a la tarea de recuperar el resto de las historias de esta tercera serie. Ya las tengo localizadas y preparadas. Pero como ya he comentado, me he pasado al idioma original, el francés. Acabo de terminar un libro hoy mismo, continuación de una novela japonesa que leí el año pasado, algo ligero, y he comenzado una libro de relato cortos de una autora española, desconocida hasta ahora para mí, que espero no me dure mucho. Después, dedicaré una parte del verano a ese tercer quinteto de Shimazaki, L’ombre du chardon, la sombra del cardo.
Shimazaki se lee bien. Como he dicho, cuenta historias con sentimiento, y crea personajes que te interesan. A pesar de que escribe en francés, sus historias se enraízan con fuerza en su Japón natal y en su cultura de origen. Hoy en día, sin embargo, tiene la nacionalidad canadiense y esta establecida en el país norteamericano. Me parece curioso que no aprendió el francés hasta los cuarenta años, en 1994, cuando ya llevaba tres viviendo en Montreal. Ella se expresaba fluidamente en inglés hasta ese momento. Y que eligiese escribir sus novelas cortas en francés, publicando la primera en 1999. Por ello, realmente tengo curiosidad por leer a partir de ahora sus novelas en su versión original. Lo voy a hacer. Y como ya podéis suponer, sus libros me parecen muy recomendables.
Esta colección de catorce ensayos literarios del austriaco Stefan Zweig lleva un subtítulo que ya indica qué nos vamos a encontrar; Catorce miniaturas históricas. Zweig, nacido en el último cuarto del siglo XIX, fue no obstante, además de escritor, un pensador del siglo XX, que pronto tomó conciencia de las consecuencias irremediables y negativas de la Primera Guerra Mundial. Muy afectado por el resultado de esta guerra, que iba a acabar con todas las guerras, y que dio la puntilla al ya decadente imperio de los Habsburgo, que dominaron la política centroeuropea desde el siglo XV y que tuvieron una larga decadencia, emperrados en no cambiar, en no moverse un ápice en su visión tradicional, conservadora, católica y absolutista del mundo. Progresivamente ha ido perdiendo influencia, quizá porque algunas de sus ideas tampoco se adaptan bien a cómo ha evolucionado el mundo y el pensamiento. En el libro que hoy comento se nota que al fin y al cabo él fue también un producto de esa Viena imperial conservadora y católica, aunque fuese antibelicista y aborreciese a Hitler y afines. Pero siento cierta simpatía hacia él.
El libro que hoy nos ocupa tiene un título en castellano que es directa traducción del original en alemán, Sternstunden der Menschheit. En otros idiomas, como en inglés, el título habla de Momentos decisivos en la historia. Lo cierto es que son catorce historias que tienen cierta trascendencia histórica, bien para el devenir del mundo, bien para el pensamiento. Algunos de los de trascendencia histórica pueden ser la caída de Constantinopla, la batalla de Waterloo o el fracaso de Woodrow Wilson a la hora de conseguir un acuerdo razonable para el Tratado de Versalles que puso fin definitivo a la Primera Guerra Mundial, aunque propiciase un siglo de guerras y turbulencias a nivel mundial. Pero también hay momentos más íntimos, como un anciano Goethe de 73 años enamorado de una jovencita de 17 años escribiendo la Marienbader Elegie, o la decisión de Tolstoi de legar los derechos de sus obras al pueblo ruso contra los deseos de su esposa. O la gloria y caída de aventureros como Vasco Núñez Balboa alcanzando las orillas del Pacífico, o Robert Scott alcanzando el Polo Sur, pero pereciendo en el intento de retornar. Y otros que no parecerían tan estelares como Rouget de Lisle escribiendo La Marsellaise, pero siendo casi olvidado por ello, los últimos tiempos y la muerte de Cicerón, o el viaje clandestino de Lenin a través de Alemania en 1917 para ponerse al frente de la revolución rusa dura bolchevique frente a la revolución blanda menchevique, con las consecuencias que eso trajo.
Como vemos, son diversas las situaciones. Y la trascendencia percibida por un lector cualquiera. Pero todos ellos presentan elementos comunes. Fundamentalmente, son todos ellos situaciones en las que se mezclan la grandeza de lo alcanzado frente al fracaso posterior o relativo de la misma. Scott alcanza el polo, pero en segundo lugar, y fallece al volver. Mehmed II consigue la conquista de Constantinopla de forma sistemática, planificada, organizada, por delante de las tecnologías de su tiempo en ocasiones, pero culmina en un pillaje salvaje y brutal. Nuñez de Balboa consigue llegar al Pacífico en un viaje infernal, y regresar, pero con una vida aventurera, tramposo y mentiroso en ocasiones, acabó su vida en el patíbulo. Goethe escribe un maravilloso poema de amor, que no deja de ser un desvarío de un anciano que se pierde por una adolescente, cuando va a entrar en la decadencia física y en sus últimos años de vida. Napoléon es uno de los militares más brillantes de la historia, pero en la última oportunidad que tiene para demostrarlo, un subordinado timorato y poco proactivo, le lleva a su última y definitiva derrota. Los momentos estelares de Zweig son también ejemplos de las debilidades y de la fragilidad humanas. La tesis de Zweig está a caballo entre dos frases latinas, el Audentes Fortuna iuvat (A los audaces ayuda la Fortuna), y el Sic transit gloria mundi (Así pasa la gloria del mundo, siempre fugaz).
La obra que he leído completa, traducida al castellano, con sus catorce miniaturas ordenadas por el orden de la cronología histórica de los acontecimientos que se narran, fue publicada en distintos momentos y con más o menos relatos. Su primera versión, en alemán, de 1927, sólo tenía cinco relatos. La segunda edición en alemán, de 1940, tenía doce relatos. Pero ese mismo año, publicó su primera edición en inglés con las catorce miniaturas que he podido leer, pero ordenadas por orden de redacción. Literariamente, son impecables; la traducción me ha parecido de alto nivel, no entiendo el alemán. Y me parecen una lectura recomendable. Aunque conviene que insista en la advertencia de que a Zweig no deja de notársele la nostalgia por un pasado idealizado, que probablemente nunca existió. Desde luego no se materializó en su presente, en el que hubo de huir de su país ante el miedo al nazismo, y acabando el mismo con su vida en el exilio en Brasil durante la Segunda Guerra Mundial.
Más que libro, librito. Es un libro electrónico con un relato de la hawaiana nacida en California Linda Nagata. Relativamente popular y reconocida en su país, su obra, centrada en la ciencia ficción, con abundancia de relatos cortos y novelas cortas, no se ha abierto todavía paso a las traducciones y la publicación en nuestro país, que yo sepa, hasta que llegó el relato que comento hoy, aunque yo he leído la versión original en inglés. Había oído hablar de ella, pero no había tenido ocasión de leer nada suyo. Recientemente, en algún lugar leí sobre este relato… me lo apunté y lo leí. Porque se lee en un momento.
La acción del relato de hoy se narra desde algún lugar de la costa norteamericana del Pacífico, y ya que va de construcciones de dimensiones fenomenales, unas vistas del puente del Golden Gate no vendrán mal para ilustrar la entrada.
En un futuro indefinido, pero no excesivamente remoto, la Tierra está sucumbiendo a los distintos desastres, ambientales, económicos, bélicos, que se han venido acumulando con el tiempo, en una dinámica de deterioro general que parece irreversible. Al mismo tiempo, el intento de establecer colonias en Marte que pudieran mantener los restos de la especie humana, también parecen haber fracasado. Algunas de esas colonias se sabe que están deshabitadas, de otras sólo se sabe que se ha perdido el contacto. Mientras, una arquitecta, desde la Tierra, con nanotecnología, está construyendo para un excéntrico millonario un obelisco gigantesco en Marte que sobrevivirá a la especie humana durante un tiempo indefinido cuando esta haya desaparecido. Hasta que sucede algo en Marte que obligará a replantearse el proyecto.
Relato muy actual, bien planteado. Que sabe generar un escenario, un universo completo con economía de medios y precisión, para centrarse en la reflexión sobre la deriva de la especie humana en su sinsentido destructivo desde distintos puntos de vista, y que sabe al mismo tiempo plantear la situación de conflicto, de tensión, que da sentido al relato y…. por así decirlo, a la redención de algunos de los implicados en la desastrosa situación. Escrito con agilidad, pero sin precipitación, sorprende el tranquilo avanzar para lo mucho que se narra en tan corto relato.
Literariamente, me ha gustado mucho, y me parece muy recomendable. Filosóficamente, tiene reflexiones adecuadas, pero también tiene alguna inconsistencia. Porque difícilmente es creíble como «héroe» del relato quien por condición, el millonario capitalista habitualmente habido de más riqueza y que causa los desequilibrios, sería más bien el «villano». Y que sigue sosteniendo un sueño megalómano, digno del Ozymandias de Shelley, poema que al que hay alguna referencia en el relato. Pero si lo tomamos como una historia de redención, tiene un pase.
Hace unas semanas, poco antes de salir de viaje hacia San Francisco, comentaba en una entrada televisiva lo bien que lo había pasado, lo mucho que me habían gustado las series y película de animación que adaptan algunas novelas de Tomihiko Morimi, dentro de eso que podríamos llamar The Tatami Galaxy y derivados o similares. Las dos series entran directamente en lo que realmente es la «galaxia de los cuatro tatamis y medio», mientras que la película vendría a ser como una variante sobre el mismo tema, pero como una historia diferenciada, aunque con un entorno y unos personajes íntimamente relacionados con las anteriores. Tanto el diseño de los caracteres como el tipo de ilustración en general es similar.
Finalmente, mientras preparaba el viaje, y con él los libros que iba a cargar en el lector de libros electrónicos, pensaba que de todo lo anterior, lo que más se me había quedado en la cabeza y el sentimiento fue la película, Yoru wa Mijikashi Aruke yo Otome [夜は短し歩けよ乙女], cuya traducción más literal sería La noche es corta, camina, doncella. Pero supongo que ese doncella así a secas resulta un poco raro, anticuado, en los usos habituales del castellano, así que utilizad el equivalente que prefiráis ¿Jovencita? Quizá resulta condescendiente. Pero lo que nunca dejaré de considerar adecuado es que, no sabiendo su nombre, doncella de cabello negro es el apelativo más adecuado y algo poético.
En la película te quedas con la sensación de que todas las peripecias que se nos narran, y que son fieles a las que nos cuenta la novela, transcurren en una frenética noche, a la que el título hace referencia. Sin embargo, en la única cuestión donde se rompe la fidelidad, la novela se toma su tiempo. Dividida en cuatro partes, la primera, en la que Doncella de cabello negro decide vivir la noche, y que da título a la novela, transcurre en primavera, poco después de que la chica haya comenzado su primer año de universidad, mientras que Senpai, su secreto enamorado está ya en tercero. La segunda parte, con las aventuras en la feria de libros usados, es en verano, la tercera, con el festival universitario, es el otoño, y la cuarta y última, con la epidemia de gripe abatiéndose sobre Kioto, es en vísperas de Navidad. Lo cual da otro sentido, más romántico y nostálgico, al enamoramiento de Senpai hacia Doncella de cabello negro, y a su incapacidad para abordarla directamente, temeroso de fracasar y sufrir un rechazo.
La novela, así, como ya se intuía o se sentía la película, es una romántica historia de amor y enamoramiento en época universitario, que puede resonar tanto en su público destinatario objetivo, los jóvenes en esa época, como en adultos con una o varias décadas más a cuestas, pero que vivieron esa época, y seguramente recordarán situaciones no tan diferentes en el fondo. Aunque las formas, o el tono de realismo fantástico de la historia, así como el trasfondo cultural nipón la hagan aparentemente distinta. Una historia de romance, que no lo parece, pero lo es, de descubrimiento personal, y de aventuras que sólo se pueden vivir en un determinado momento de la vida y en un determinado lugar.
Me la merendé en el viaje de vuelta de San Francisco. Parte de él, porque me forcé a dormir lo que pude para evitar el desfase horario… algo en lo que fracasé por completo. Pero como es una novela que engancha, la terminé de todos modos. Y eso que perdí el lector de libros electrónicos, me lo dejé en el avión de ida a San Francisco, y tuve que leerla en el móvil… que es un peñazo. Pero bueno, a pesar de eso, una novela encantadora, que me atreveré a recomendar a románticos declarados, a románticos no declarados, y a cualquier persona que quiera evocar épocas más jóvenes e inconscientes de su vida. O sea… a casi todo el mundo. Timoratos y gente «seria», se abstengan.
Supe de este libro en algún tuit de Twitter una semanas antes de comenzar mis vacaciones de mayo. Era a propósito de la publicación en español de esta novela de ciencia ficción de John Scalzi que, por lo que he podido comprobar, está obteniendo un notable éxito tanto en su país de origen, como en el mundo anglófono en general, y con las traducciones a otros idiomas… pues parece que también. No había leído hasta ahora nada de Scalzi. Me gusta la ciencia ficción… y tal… especialmente las aventuras espaciales… que esta no es… aunque se parece. Pero cada vez me cansan más y más las sagas.¿De verdad es necesario que todo tenga secuelas y las «trilogías» sean de cuatro, cinco o seis libros? ¿Hasta tal punto predomina el deseo de monetizar una idea por encima de la creatividad y la necesidad de contar cosas? En fin…
La base en «el Mundo Perdido»… ejem… sí la alusión a la novela de Wells es perfectamente válida, pero si lo preferís… la base en el universo alternativo está en lo que vendría a ser Canadá, por lo que hoy toca fotografías del estuario del San Lorenzo, en Tadoussac, donde confluye el Saguenay. Queríamos ver ballenas, kujira en japonés, parecido al gojira, pero estuvieron esquivas. Alguna cosa se vio… pero poco.
No he leído la novela en castellano, aprovechando su lanzamiento. A ver… hagamos cuentas,… una vez más… sobre esto del negocio editorial y lo de atraer clientes evitando la piratería y esas cosas. Precio de lanzamiento de la novela en castellano en papel… 17,95 aurelios. Ahí es na… para no llega a trescientas páginas. Si eres un hereje que te has apuntado con entusiasmo a libro electrónico… 8,64 aurelios. Un poquito menos de la mitad. Mucho mejor. Aunque te acusen de hereje por no considerar que el libro es una cosa de papel y no las ideas ordenadas con excelente uso de un idioma por parte de un autor, dando igual, salvo en libros que son arte o artesanía en sí mismos, si está escrito a mano, con máquina de escribir, con ordenador, o tallado en piedra. Y finalmente, la versión original en inglés en formato de libro electrónico… 5,99 aurelios. No me digáis que saber idiomas no sale a cuenta. Y encima, es el original, que siempre es un plus, por bueno que sea el trabajo del traductor, de los que hay como autores; excelentes, muy buenos, buenos y «todos los demás». Y muchas veces tengo la sensación que en los libros de ciencia ficción, las editoriales no disponen de mucho presupuesto y tiran de «todos los demás». Pero bueno, tal y como está el «pavorama» electoral, vete tú a saber lo que es de mí en un futuro por mi flojo españolismo.
En fin. A la tarea. Lo primero, ¿qué es un kaiju 怪獣? Sí, con caracteres chinos aunque la palabra es japonesa. Pues literalmente… una bestia extraña. Pero bueno, a efectos prácticos, y en lo que toca, el kaiju por excelencia es Godzilla. Aunque esta es la grafía que le dieron para el mundo occidental, porque supusieron que era más atractiva. En el original en japonés es Gojiraゴジラ. Un portmanteau de las palabras japonesas gorira ゴリラ (gorila) y kujira 鯨 (ballena), aunque luego el bicho no se pareciera a ninguno de los dos. Los kaiju de antes de la Segunda Guerra Mundial serían criaturas legendarias. Pero con la cosa de la bomba atómica y la guerra fría se generalizó el concepto de bestia de un tamaño descomunal, con frecuencia radioactiva o asociada con la radioactividad, y que procede de una dimensión desconocida, entrando en nuestro mundo y dimensión por culpa de las actividades bélicas nucleares de los seres humanos. Y esta es la idea básica que toma Scalzi con mucho ingenio para construir su relato.
En el año de la pandemia, el director de marketing de una start-up dedicada a la cosa del reparto de comida a domicilio se ve en la calle y sobreviviendo como repartidor de pizzas. Entonces, un cliente le propone entrar a trabajar para la Sociedad para la preservación de los kaiju. En una realidad con universos paralelos, las pruebas atómicas de los humanos generan debilidades en las interfases entre distintos universos, y los kaiju que son normales, resultado de la evolución, y radioactivos, de una Tierra alternativa, cruzan a nuestra realidad. Esta sociedad se cuida de que no causen problemas, de devolverlos a su realidad y, principalmente, de evitar que crucen los límites entre realidades. Por lo que nuestro protagonistas se apunta a una misión bien pagada, en la que tendrá que viajar al mundo alternativo de los kaiju. Pero las cosas se complicarán porque, por supuesto, hay malos malísimos malos que quieren aprovecharse de la cosa de los kaiju para sus fechorías. Que fundamentalmente consisten en hacer lo que haga falta, sin escrúpulo alguno, para ser rico.
La novela es extremadamente divertida y adictiva. Esta escrita con agilidad, con importantes dosis de buen humor, y no poca mala baba. Porque no por nada sitúa la acción el autor en el malhadado 2020. Y es que la novela combina con ingenio la aventura de ciencia ficción con una crítica feroz a lo peor del capitalismo y de la política, con especiales dedicatorias a los nefastos representantes de eso que los yanquis llaman «neoliberalismo libertario» y que no es otra cosa que el capitalismo feroz de siempre. La empecé cuando llevábamos un rato volando entre Múnich y San Francisco, y para cuando llegamos a la populosa ciudad californiana ya estaba concluida.
No es la novela a encontrar más profunda y filosófica que vais a encontrar en el mundo de la ciencia ficción. Pero su mensaje es claro y contundente, con muchas dosis de ironía y buen humor, y con aventuras muy disfrutables, al mismo que tiempo que genera un universo improbable, pero bastante coherente dentro de las reglas internas de su universo literario. Muy recomendable. Y, si existiera, yo me apuntaría a hacer unas rondas para la Sociedad para la preservación de los kaiju, que a mí me caen mucho mejor que la inmensa mayoría de de los políticos y empresarios de esta versión del planeta Tierra en la que nos toca vivir.
Con un total de prácticamente 27 horas acumuladas de avión para ir y venir a San Francisco vía Múnich, hay mucho tiempo para leer libros. Incluso si pierdes en uno de estos vuelos el lector de libros electrónicos. Menos mal que siempre se puede usar el teléfono móvil para el mismo fin… aunque no es idóneo. El caso es que al comenzar el viaje de estas vacaciones de primavera tenía ya empezado desde hace unas semanas un libro de Will Gompertz, periodista británico especializado en el mundo del arte, y del que ya había leído un par de libros que me gustaron muchos, especialmente este, aunque también este. Si además se complementa con el hecho de que una visita fija en el viaje era el San Francisco Museum of Modern Art SFMoMA (instagram)… pues queda de lo más apropiado hablar aquí y ahora de este libro. Las fotografías corresponden a la visita a este interesante museo, casi tan veterano como el famoso MoMA de Nueva York (instagram). Si el de la Gran Manzana es de 1929, el de la ciudad californiana es de 1935, con su edificio actual de 1995, ampliado y reabierto en 2016.
En esta ocasión, lo que pretende Gompertz es que entendamos que los artistas no ven, o miran, el mundo de la misma forma que el resto de los mortales. Que ellos encuentran en detalles que a nosotros se nos escapan o pueden parecernos banales, fuentes de reflexión o inspiración. Que saben ver lo que mueve su actividad artística en lugares insospechados para los demás. Y cuando digo «lugares» no me refiero sólo a lugares físicos, sino también mentales, sociales o espirituales. Para ello hace un repaso a un total de 17 artistas de diversas épocas, aunque predominan los del siglo XX. No en vano su libro más popular y conocido trata sobre el arte moderno y contemporáneo. Y en pocas páginas, y partiendo de una obra emblemática de cada artista, hace un repaso a su forma de mirar, a su obra y a sus compromisos.
Cada capítulo, como digo dedicado a un artista, no es muy extenso. Pero tampoco telegráfico o superficial. Gompertz va directo al grano. La obra u obras que considera el punto de partida para el comentario y reflexión, algunos apuntes biográficos y de contexto histórico y social, y lo que diferencia la forma de mirar del artista de otros artistas o de las personas comunes. Todo ello, como es habitual en él, escrito con agilidad o amenidad. Si el tema te interesa, te engancha. A mí me enganchó. Y la verdad es que debo mucho a Gompertz a estas alturas en lo que se refiere a desasnarme en lo que se refiere al mundo del arte.
Quizá no tan profundo o interesante como los dos anteriores, realmente no es menos recomendable. Es distinto. Es otro enfoque. Y aprendes mucho. Y no sólo de arte. También de historia. De los conflictos sociales y personales. Gompertz abraza la diversidad humana y, por lo tanto, artística. Por lo que, de forma natural, no forzada, incluye artistas de distintos orígenes étnicos o nacionales, o también diversos desde otras dimensiones de la persona. Lo busqué porque hace unas semanas supe que había publicado, en inglés de momento, un nuevo libro que entiendo que es continuación del que hoy os presento. En cuanto tenga un momento lo buscaré y seguiré leyendo a Gompertz. Merece mucho la pena.
A estas alturas, para quien siga estas entradas con cierta frecuencia, especialmente las dedicadas a los libros y la literatura, quedará claro que la japonesa Yōko Ogawa es una de las escritoras contemporáneas que más me atraen, que más me gustan. Incluso podría decir que es una escritora que me fascina. Es curioso que la novela que me llevó a ella, o más bien su adaptación cinematográfica, sea la más convencional dentro de lo que es el ámbito del relato novelado, pero una rareza en lo que es la trayectoria de la escritora. O por lo menos, en lo que yo he leído de ella. Porque es una escritora trabajadora. Y aunque he leído ya un cierto número de obras significativas de ella, todavía son muchas las que no he leído. Y puede que muchas de ellas no las llegue a leer.
La novela que os traigo hoy es una recomendación que encontré en Pen Magazine. Y la he leído traducida al francés, puesto que no está disponible todavía en castellano, de ahí el título que significa cajitas, kobako 小箱 en el original en japonés. Y en ella, Ogawa nos lleva a uno de sus mundos misteriosos, en lo que parece que es nuestro mundo normal contemporáneo, pero no lo es. Y como en muchas de sus obras, nos adentramos en ese mundo de la mano de una mujer de edad indefinida, tirando a joven pero no demasiado… ¿en sus treintaytantos? Así la imagino yo. Esta mujer vive en el edificio de la antigua escuela de una población no identificada. En la que no hay niños. En la que los niños murieron. Y parece que no han vuelto a nacer nuevos niños. No sabemos porqué murieron, porque no hay niños. Sólo sabemos que sus habitantes viven en el duelo de sus hijos fallecidos. Las cajitas del título son las urnas que contenían las obras del museo de ciencias naturales del lugar, y que ahora albergan muñecas, cuyo pelo es el cabello de los niños fallecidos, a los que representan, y contienen objetos que sus padres les llevan para celebrar los acontecimientos vitales que deberían haber sido. Cumpleaños, graduación en el instituto, boda,… En torno a la protagonista, un hombre enamorado de una mujer enferma, ingresada en el hospital, que le escribe cartas con unos caracteres tan minúsculos que solo la protagonista, con mucha paciencia le puede descifrar. Un hombre que ya no habla si no es cantando con voz de barítono. También la prima de la protagonista… que vende fiambreras de comida, bentō 弁当, y que solo puede caminar por lugares por los que sabe que su hijo muerto caminó. O la peluquera del lugar, que con esmero se dedica a peinar las muñecas en las cajitas. Y el concierto para sí mismos, con minúsculos instrumentos musicales artesanales, pequeñas liras y otras formas, en las que los cabellos de los niños muertos vibran suavemente al viento del oeste, y sólo la persona que sujeta el instrumento puede llegar a oír el sonido que produce.
La novela es reciente, de 2019. Y en los primeros capítulos tuve la sensación de que el lugar innominado donde transcurre sería una de las poblaciones en las que el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011 afectó a las escuelas, falleciendo los escolares que las ocupaban. Pero es un suponer que no se confirma a lo largo de la novela. Con tonos de fantasía, realismo fantástico si lo preferís, claramente la novela nos habla del duelo. De la presencia en nuestras vidas de las personas que nos han dejado. Duelo que siempre es más acusado, más difícil y complejo de superar y racionalizar cuando la persona que muere… no debería haber muerto. Como un niño, a quien se supone toda una vida por delante. Especialmente si es un niño que ha llegado a vivir un tiempo, y a adquirir una personalidad. Soy hijo de una mujer que perdió a un bebé de menos de un mes de vida. Y aunque era una mujer alegre y extrovertida, me consta que es algo que llevó siempre encima. Pero al ser tan pequeñito, apenas 24 días cuando murió, tampoco dejó una impronta de quien fue en realidad. No llegó a adquirir personalidad. Si aun así a veces sentí en casa su ausencia, especialmente antes de que naciera mi hermana menor, imaginaos si hubiese sido mayor. En fin…
No es una lectura fácil. No hay planteamiento, nudo y desenlace. Simplemente es un intervalo de las vidas de unas personas marcadas por el duelo. Con cierta culminación que no voy a desvelar, que nos indica que incluso los duelos deben tener unos límites… pero que no siempre es así. O siempre queda un resto. También nos habla de la solidaridad. Del apoyo mutuo. Pero es una lectura de alto nivel. Como ya he dicho, Ogawa me fascina en estos momentos. Y seguiré al tanto de sus novedades editoriales, así como iré repescando alguna de sus muchas obras pasadas. Al menos las que estén disponibles en castellano, inglés o francés.
El haber leído este libro es consecuencia de un malentendido. Este libro me lo regalaron. Yo no lo habría comprado. Ah… por cierto. Este libro es una aventura de Astérix y Obélix. Pero bueno… voy a explicarlo.
Hace un par de mes, con un grupo de amigos, estábamos de tertulia hablando de tebeos y cómics. Y entonces comenté que yo tenía completos todos los cómics de Astérix y de Tintín, en su idioma original, el francés. Nunca se ha retomado el personaje de Tintín tras la muerte de Hergé. Por lo tanto es una colección cerrada. Sin embargo, eso no ha sucedido con Astérix. Tras la muerte de Goscinny, su guionista original, Uderzo siguió como ilustrador y guionista. Y cuando Uderzo dejó la tarea, otros escritores e ilustradores han seguido publicando nuevas aventuras del indomable galo y sus amigos. Y por lo tanto, la colección sigue abierta. De todo esto hablamos. Pero hay algo que no comenté. Sólo colecciono los cómics, las aventuras gráficas. Los álbumes ilustrados, generalmente asociados a las películas de animación o de acción real que se han realizado sobre los personajes de los cómics, nunca me han interesado. Y no tenía ninguno. Nada de estos se mencionó. Y hace unas semanas, me lo encontré al volver de las vacaciones de Pascua, algunos de estos amigos, agradecidos por unas fotografías familiares que les hice, me regalaron este libro, que es un álbum ilustrado basado en la película Astérix et Obélix: L’Empire du Milieu, recientemente estrenada. Por eso… bueno… no forma parte del concepto de mi colección.
Fotografías de las montañas Huangshan… en la Tierra media. O sea, China.
L’empire du milieu, el imperio medio, o reino medio como lo han traducido en el título de la película en castellano, se refiere al Imperio chino. El nombre del país, en su idiomas originales, se escribe como 中国 o 中國, según usemos los caracteres simplificados o los tradicionales. En mandarín, idioma oficial y mayoritario, se transcribiría como Zhōngguó. Y, por ejemplo, la misma grafía simplificada se usa en Japón, 中国, donde se lee como Chūgoku. Y en ambos idiomas, esa combinación de carácteres, 中, centro, y 国, país, vendría a significar algo así como el País del centro o País central. ¿A alguien le suena lo de Tolkien y su Tierra Media? Pues por ahí van los tiros. Así que Astérix, Obélix, sus amigos fenicios, y Julio César acaban involucrados en las trifulcas palaciegas y por el poder del imperio… ¿del medio? Lo cierto que en ese eterno año 50 A.C.E. en el que se fechan las aventuras de los intrépidos galos, estaríamos hablando del Imperio Han o el Imperio de la dinastía Han. Hoy en día, a la etnia principal de China se le llama la etnia han, de acuerdo al nombre de aquella segunda dinastía imperial. Sin embargo, el nombre China se atribuye, no sin debate, a la dinastía Qin, cuya pronunciación sería similar a nuestra sílaba chin. Por lo tanto, el nombre de Imperio del medio sería anacrónico, puesto aunque país central existía como concepto geográfico y cultural desde antaño, como nombre del país es algo de hace poco más de un siglo. Pero los anacronismos son muy propios de las historias de Astérix.
Nunca he estado interesado en este tipo de álbumes ilustrados, basados en las películas, por motivos muy concretos. Sus textos tienen muy poco desarrollo, limitándose a ser una narración relativamente esquemática y muy fiel de la película. Tampoco disfrutas de la narración a través de las ilustraciones como en las aventuras gráficas. Aparecen ilustraciones acompañando el texto, pero no son fundamentales en la narración. Por lo tanto, estos álbumes son una mera operación de mercadería, para sacar más beneficios a propósito del estreno de la película. No tienen categoría literaria ni artística, o por lo menos está muy lejos del nivel de las aventuras gráficas, incluso de las más flojas.
No he visto muchas películas basadas en las aventuras de Astérix. Y no me suelen gustar. Todo el entusiasmo que me suscitan las aventuras clásicas de los galos, y me refiero a las escritas por Goscinny, que son superiores y con mucho a todo lo que vino después, se desvanece con facilidad en el medio cinematográfico. Tanto en las aventuras gráficas originales que son adaptadas a la gran pantalla, como en las historias que directamente se prevén para el medio cinematográfico, como es la que nos ocupa hoy. Quizá la excepción es Astérix et Cleopatre, la película de animación de 1968, dirigida por los propios Goscinny y Uderzo, que adaptaba la aventura gráfica de 1965, una de las mejores de las creadas por esta genial pareja, la mayor aventura jamás dibujada, como anunciaba la portada del libro, en parodia de la película Cleopatra protagonizada por Liz Taylor en 1963, aventura gráfica en la que se requirieron ¡14 litros de tinta china, 30 pinceles, 62 lápices de mina blanda, 1 lápiz de mina dura, 27 gomas de borrar, 38 kilos de papel, 16 cintas mecanográficas, 2 máquinas de escribir y 67 litros de cerveza! Fueron los tiempos gloriosos de las aventuras de Astérix.
Hace menos de un año, en mis vacaciones de principios de otoño, leí un primer libro de Aliette de Bodard, una novela corta, una aventura espacial mezclada con trama detectivesca, que se sitúa el universo de Xuya, común a una serie de obras de la autora norteamericana de origen francovietnamita. Este universo se caracteriza por una civilización humana con una cultura de inspiración vietnamita. O en general con elementos culturales propios del Asia oriental, y su triada de sistemas de creencias y/o filosóficos más importantes, confucianismo, budismo y taoísmo, más o menos sincretizados entre sí y con las creencias o religiones tradicionales o populares de los países de lo que viene siendo llamada últimamente la esfera cultural del Asía oriental (por favor, no confundir con la Esfera de coprosperidad del Gran Asia Oriental, concepto de propaganda del régimen autoritario militarista japonés de la primera mitad del siglo XX que pretendía justificar la política expansionista e imperialista del País del Sol Naciente) La novela me entretuvo… pero sin excesivos entusiasmos.
Sigo usando mis viajes por China, en concreto la isla de Lantau en Hong Kong, para ilustrar las entradas sobre las novelas del universo de Xuya.
A pesar de que no consiguió entusiasmarme, ya comenté en su momento que el universo en el que se desarrollaba me intrigaba. y que pensaba darle una segunda oportunidad, lo que ha sucedido en este libro que comento hoy. Volvemos a movernos en el mismo universo. Volvemos a una historia detectivesca. Volvemos a una protagonista que es este particular híbrido de inteligencia humana y nave espacial que se da en este universo. Volvemos a esa sociedad más bien poco o nada democrática, con un sistema de castas basados en el concepto del confucianismo de sociedad jerárquica dominada por los eruditos, por los instruidos, por los académicos, que acceden a los puestos del funcionariado y del poder. En este entorno, una erudita modificada artificialmente con los recuerdos de una figura de relieve en la cultura y el conocimiento se encarga de formar a una discípula, hija de una heroína del imperio muerta en su desempeño del deber durante una guerra. Cuando aparece muerta otra persona, una ladrona, vinculada al pasado de la maestra. Y al mismo tiempo entra en juego una de las naves sintientes, que pretende resolver los problemas, cuando más bien los complica [me cuesta pensar como traducir mindship, mente-nave; parece que en las recientes traducciones de estas obras al castellano se ha optado por naves mentales]
Leo recientemente que la primera novela que leí del universo de Xuya estaría inspirada por Sherlock Holmes… no caí en ello cuando la leí,… y la segunda estaría inspirada por Arsène Lupin, el ladrón de guante blanco que ha renunciado a la violencia, pero nunca a la galantería y a la conquista amorosa. Tampoco me cosqué de ello hasta que no lo leí en un artículo. Pues vale. Lo que si es cierto es que entre Seven of infinities y The tea master and the detective hay un importante salto en mi grado de diversión y entretenimiento. Aprecio mucho más la novela que nos ocupa que la anterior. La primera me pareció entretenida y con posibilidades, pero en esta se desarrollan esas posibilidades, al mismo tiempo que resulta mucho más fácil empatizar con sus protagonistas. Y su trama, donde se mezcla la intriga con el romance galante, es mucho más amena, sin que sea superficial, ya que obviamente de Bodard adopta una postura feminista construyendo personajes femeninos fuertes, aunque no perfectos.
Como vemos, las novelas cortas se desarrollan en el mismo universo, sobre cuya concepción la propia escritora ha escrito en abundancia; una ucronía sobre lo que hubiera sucedido si el imperio chino no se hubiera retraído sobre sí mismo en el siglo XV y se hubiera lanzado a la exploración, llegando a los que hoy llamamos América antes que los europeos con Colón. Lo cierto es que esa forma de imaginar el universo de ficción puede ser interesante… pero no es necesaria para imaginar y disfrutar de la novela. Muy recomendable.
No puedo recordar ahora donde encontré recomendado este libro. Desde que lo adquirí hasta que empecé a leerlo no pasó mucho tiempo. Pero sí que me ha costado terminarlo. Y no por falta de interés, ni mucho menos. Sino porque sigo encontrando problemas para concentrarme en la lectura en la rutina cotidiana. Problemas que desaparecen en cuanto tengo unos días de vacaciones, momento en el que cualquier intervalo de tiempo en que no me estoy relacionando con alguien o disfrutando de una atracción viajera me vale para leer algo. Así que si desde que empecé el libro hasta que lo terminé pasaron casi cuatro semanas, lo cierto es que el 60 % del libro me lo merendé en los desplazamientos en tren y avión entre Zaragoza y Basilea al principio de mis viajes de Semana Santa.
El santuario de Kumano Hongū Taisha, en Kumano Kodo, camino de peregrinación en Japón, patrimonio de la humanidad según la UNESCO, no está en la región del pueblo donde se desarrollan parte de los hecho de la novela. Pero junto sus alrededores nos permitirá ambientarnos lo suficientemente en un entorno rural nipón.
Estamos ante un libro escrito en 2009 por Kanae Minato, una de sus primeras obras, una escritora japonesa especializada en novela de misterio o thriller. En castellano sólo están disponibles dos de sus novelas. Habiendo comenzado a publicar en la segunda mitad de la década de los 2000, lo cierto es que parece una escritora muy prolífica. La novela que nos ocupa se compone de cinco relatos en primera persona por los cinco personajes principales de la novela, cinco mujeres. Cuatro de ellas eran niñas de 10 años cuando en el pueblo de montaña donde nacieron y transcurrió su infancia fue asesinada y violada otra niña de la misma edad que jugaba con ella por un hombre misterioso del que no supieron contar nada que ayudara a descubrir su identidad. Una niña, la víctima, que no forma parte del grupo natural de las otras, es una niña de ciudad, tokiota, trasplantada a un entorno rural y provinciano por el trabajo de su padre. La quinta es la madre de las niña muerta que, cuando las anteriores entraron en la adolescencia, las afrontó y les anunció algún tipo de venganza si no ayudaban a descubrir al asesino antes de que el crimen prescribiera. En el momento de los relatos, ese momento, el de la prescripción del crimen, quince años después, con las chicas en sus veintitantos, descubriremos que la vida no ha sido fácil para ninguna de las cinco. Conoceremos qué fue de ellas, cómo les influyó el suceso criminal, y cuáles fueron las tremendas consecuencias que a la larga tuvo el mismo y la actitud de la madre. Cuyo relato cierra el libro, cerrando un ciclo de acontecimientos que, como mínimo, diríamos que sobrecoge.
El relato escrito en primera persona suele implicar en literatura un relator no fiable. Sesgado por sus recuerdos, por sus valores, por sus intereses, por su percepción de sí mismo y de los demás y por la forma en quiere presentarse ante los demás. A ello debemos añadir, la falta de fiabilidad añadida a la edad de las niñas, y al dolor de la madre. Las cinco comparte parte de la información sobre lo sucedido, pero no toda. Y los prejuicios de unas y otras hacia los orígenes y los caracteres de las demás. Todas ellas tienen un destino más o menos trágico, que las marcará en mayor o menor medida. Aunque la vida no es justa y la repercusión final para cada una no será la misma, dependerá de su inteligencia y habilidades sociales.
Dicho lo cual, realmente estamos ante un thriller distinto, donde es más importante la vivencia de las protagonistas y las repercusiones del crimen que el propio crimen y la resolución del misterio que supone su asesinato y violación, especialmente a tan joven edad. Pero ese misterio también quedará resuelto en el cierre del libro, en el capítulo final, el relato de la madre. Que al igual que las anteriores será sobretodo el relato de una joven de veintitantos, y de cómo su vida universitaria condicionó el destino de su hija y la vida de otras jóvenes de la edad de su hija. No es el análisis de un crimen, aunque hay uno central, es el análisis de una serie de muertes interrelacionadas, y de una solución al misterio que todavía sobrecogerá más. Muy recomendable. Creo que me apetecerá leer el otro libro publicado en español de la autora.
Desconozco hasta que punto los niños españoles de las últimas décadas están familiarizados con los libros de Dr. Seuss, el nom de plume de Theodor Seuss Geissel, escritor e ilustrador estadounidense cuya obra abarca una buena parte del siglo XX. Cuando yo era niño, este autor ya era famoso en su país, pero nunca tuve contacto con sus libros. Mis primeras noticias sobre él vinieron de la mano de las adaptaciones cinematográficas de algunas de sus historias.
Siendo un autor muy prolífico, leía hace poco un artículo sobre algunos de sus libros más famosos. No guardé el enlace y ahora no lo encuentro, así que lamentablemente no os puedo remitiros al mismo. Y me llamó la atención que hablaba sobre uno de sus libros para primeros lectores, Green eggs and ham. La historia contenida en este libro para escolares de los primeros cursos de la educación primaria, cuando se inician en la lectura, sólo utiliza 50 palabras en su original en inglés. Desconozco si su traducción al castellano habrá condicionado alguna variación en esta cifra. Es uno de los libros que he leído para realizar esta entrada.
Me he puesto un poco trascendente en esta entrada, cuando los libros de los que hablo son divertidos y alegres. Por eso, la ilustraré con los bonitos colores de la primavera que ya está entre nosotros.
Las 50 palabras son a, am, and, anywhere, are, be, boat, box, car, could, dark, do, eat, eggs, fox, goat, good, green, ham, here, house, I, if, in, let, like, may, me, mouse, not, on, or, rain, Sam, say, see, so, thank, that, the, them, there, they, train, tree, try, will, with, would, y you. Todas menos anywhere son monosílabos. Sip… ya se que para los hispanohablantes palabras como house o mouse o goat o there parecen tener más de una sílaba… pero todo indica que los anglófonos cuentan las sílabas por la fonética de las palabras y no por su ortografía. En castellano, fonética y ortografía van mucho mucho mucho más de la mano que en inglés,… cuya fonética es espantosa a la hora de estudiar el idioma. Siempre ha sido lo que más me ha limitado en el progreso de ese idioma.
Sin embar, los huevos verdes fueron precedidos por The cat in the hat. Un libro que salió de un reto entre el escritor y un amigo suyo en el que este le propuso que escribiera una historia basada en la lista de palabras que un escolar de 6 años debía saber. La lista publicada por las autoridades educativas correspondientes tenía 348 palabras. El autor debía utilizar 223 de esas palabras. Al final, utilizó trece palabras más, un total de 236, para escribir una historia ilustrada que, estando dentro de los estándares educativos del momento, fuese divertida y atractiva para el escolar. Vamos… la idea revolucionaria de que el escolar se lo pasase bien al mismo tiempo que aprendía a leer. ¡Qué cosas, no!
He de decir que el contexto y la idea, que surgieron a finales de los años 50 en Estados Unidos, me parecen lógicas. Casi diría obvias. Porque yo siempre he disfrutado de la lectura. He de decir que mis padres se pasaron por el forro cualquier recomendación pedagógica, suponiendo que las hubiera en la España franquista de finales de los años 60 del siglo XX, y me enseñaron a leer por su cuenta antes de que lo hicieran en la escuela. Y con éxito. Cuando tenía 6 años, edad para la que van dirigidos estos libros, leía con afán textos bastante más complejos en vocabulario. Dejando de lado que en castellano la frecuencia de monosílabos con significado semántico importante es mucho menos frecuente que en inglés. Comparemos ahora la lista de palabras de los huevos verdes con la traducción de las palabras al castellano; a (un), am (soy), and (y), anywhere (en cualquier lado), are (son), be (ser), boat (bote), box (caja), car (auto), could (podría), dark (oscuro), do (hacer), eat (comer), eggs (huevos), fox (zorro), goat (cabra), good (bueno), green (verde), ham (jamón), here (aquí), house (casa), I (yo), if (si), in (en), let (dejar), like (gustar), may (puede), me (yo), mouse (ratón), not (no), on (sobre), or (o), rain (lluvia), Sam, say (decir), see (ver), so (tan/así), thank (gracias), that (que), the (la/el), them (ellos), there (allí), they (ellos), train (tren), tree (árbol), try (probar), will (podrías), with (con), would (haría), you (tú/vos/usted). Como vemos… sale un texto mucho más complejo de leer, con sílabas complejas en algún caso.
Desconozco cuáles son las tendencias actuales en pedagogía y técnicas de enseñanza/aprendizaje lector. Pero sí que se algo. Para muchos escolares, leer es una especie de castigo. Una obligación desagradable. Algo que les aburre. Algo que, en un mundo de continuos estímulos audiovisuales, en muchas ocasiones ven como innecesario. Y sin embargo, estoy convencido que la lectura frecuente y con buena comprensión es una condición necesaria para ser libre. Ser libre es tener la capacidad de tomar decisiones éticamente apoyadas. Es decir, fruto de unos valores, de una información y de una reflexión. En algunas decisiones sencillas estos tres elementos son inaparentes. Pero en decisiones complejas, las que realmente vienen determinadas por nuestro nivel de libertad, son fundamentales. Para adquirir información válida de un modo analítico y crítico, debemos leer. Y debemos saber leer bien, en profundidad. En nuestra sociedad, nuestra libertad viene más condicionada por la capacidad de discernir que por otra cosa. Pero la ausencia de hábitos lectores elimina la capacidad crítica de muchos, que se verán influenciados por una prensa, unos medios audiovisuales y una clase política que se orientan con frecuencia hacia los populismos más aberrantes. Quizá por ello quieren controlar el sistema educativo, mutilándolo con frecuencia. Es mejor lidiar con una población que no lee.