Preparándome para pasar al modo «sólo fotos» durante una semana un poquito larga. Pero antes, dejo aquí algunas recomendaciones de esta semana, aunque sea de forma rápidad.
En los últimos tiempos, cuando surge la oportunidad hago algo de fotografía de aves. No de forma permanente, cuando surge. Por eso me aparecido interesante enlazar la noticia de Infobae en la que se hablaba de las mejores fotografías del certamen Bird Photographer of the Year 2024. Algunas más series, otras más estéticas, no pocas humorísticas, merece la pena echarles un vistazo.
En Behind the Frames nos han ofrecido, a través de su canal de Youtube, una entrevista con Waldemar Brzezinski, que creo que puede ser interesante. Especialmente si trabajas el retrato con película fotográfica tradicional. Es un poco larga, casi media hora. Y está en inglés. Pero bueno, es lo que hay. Os la dejo puesta.
Ya he comentado en alguna ocasión que sigo el Substack de Dina Litovsky, In the Flash. Nos habla de su trabajo. Que suele ser interesante. En una publicación de esta semana se acercaba a los grupos religiosos protestantes tradicionalistas, como los famosos amish, famosos por que salen en las películas. Su trabajo se titulas, traducido al castellano, Donde los amish van de vacaciones. Y sí… son gente. Se divierten, comen helados, y no renuncian en ocasiones a usar tecnología.
Algunos paisajistas que han aparecido en Photosnack esta semana:
Trabajando fundamentalmente en blanco y negro, Chuck Kimmerle. Norteamericano, creo.
Introduciendo movimientos intencionales en la cámara, la inglesa basada en Nueva Zelanda, Noelle Bennett. También tiene fotografía de aves muy interesante.
Y procedente de los siempre interesantes países nórdicos, Trym Ivar Bergsmo. Cuando trabajas en una geografía privilegiada, y con una luz no menos privilegiada, debe ser un gran estímulo salvar el frío y salir al mundo a fotografiar.
Esta semana parece que se ha animado un poquito la cartelera cinematográfica en salas de pantalla grande. Aunque probablemente tarde un tiempo en comentar las películas de estreno, porque voy a hacer un paréntesis, y el Cuaderno de ruta entrará en modo de «sólo fotos». No obstante, el miércoles pasado dejé las series que veo después de cenar en favor de una película estrenada directamente en plataforma en línea, con un reparto sumamente atractivo. Dirigida por Azazel Jacobs, de quien sólo he visto episodios de teleseries, creo, tiene sabor a teatro adaptado al cine, aunque es una obra original para el cine escrita para Jacobs, que yo sepa.
Tres hermanas se reúnen en un apartamento de Nueva York, donde vive su padre (Jay O. Sanders) con una de ellas (Natasha Lyonne), para esperar el fallecimiento de este que se encuentra en cuidados paliativos terminales en su casa. La mayor (Carrie Coon) vive también en Nueva York con su propia familia, pero pasa poco a visitar a su padre y a su hermana. La menor (Elizabeth Olsen) vive también con su propia familia en la costa oeste, por lo que aún visita con menos frecuencia. La que vive con el padre no es hija biológica, ya que era hija de su segunda esposa, aunque la adoptó y la crio como propia. Durante estos días surgirán las diferencias entre las tres hermanas, con distintos caracteres y distintos valores, a las que sólo parece unirles una cosa. Su padre. Que ahora está muriendo.
Como ya he comentado, tiene sabor a teatro. Prácticamente sólo hay un escenario, el apartamento. Hay unas pocas escenas exteriores, en un banco delante del edificio donde se encuentra el apartamento. Y básicamente lo que hay son diálogos. Los diálogos entre las tres hermanas, y eventualmente con los secundarios que aparecen. Los temas son previsibles. El principal está claro; qué es ser familia. La familia es un grupo de personas en las que sólo dos, cuando existe una pareja fundadora, han decidido ser familia. Los demás han llegado ahí sin ser preguntados. Y a pesar de ellos, se supone que existen unos vínculos, unas relaciones de afecto, una red de apoyo mutuo. Pero, ¿cuáles son sus límites? Y, ¿cómo conciliar los diferentes valores y perspectivas de quienes forman la familia?
Ya he mencionado que decidí ver la película por su reparto. Las tres actrices han mostrado una solvencia y una profesionalidad actoral más que sobrada a lo largo de su carrera, independientemente de que unas u otras hayan hecho otro tipo de trabajos más alimenticios o lucrativos. Son buenas actrices dramáticas, y en esta película son el principal aliciente. El director/guionista les ofrece una buena base, no especialmente original, es una historia que resuena, que tiene elementos de «esto ya lo he visto en alguna ocasión», pero ellas se encargan de darle alma y hacer que merezca bastante la pena dedicar estos 100 minutos a ver cine. Si tenéis Netflix, no os la perdáis.
Tercera y úlima entrega de fotografías realizadas con película fotográfica tradicional durante la escapada a Sigüenza el primer viernes de este mes de septiembre que ya termina. Hoy vamos con el segundo de los rollos de película negativa en color que expuse. Usé dos rollos de película en color, de dos tipos distintos. En estas escapadas aprovecha para ir consumiendo los restos que me quedan por la nevera, siempre que sean acordes a lo que busco.
En cualquier caso, aquí no me voy a extender sobre las cuestiones técnicas que acompañan a estas fotografías. Aunque aquellos que estén interesados en estas cuestiones, especialmente los aficionados a la película tradicional y a las cámaras de hace unas décadas, seguro que les interesará saber algo más sobre cómo están hechas las fotografías, que no tiene mucho misterio, pero alguna curiosidad hay. Lo explico en una publicación de Carlos en plata, como vengo haciendo habitualmente.
Llevaba unas cuantas semanas sin comentar nada de animación. Pero tenía muchas series en marcha, muchas de ellas viendo los episodios semana a semana. Y en pocos días se han acumulado varias para comentar. Hoy iré con tres. Bueno… un largometraje, o episodio especial de una serie, y dos series que han sido novedad durante este verano de 2024, con distinta fortuna.
En primer lugar, vamos con SPYxFAMILY CODE: White, un episodio especial de dos horas de una de mis series favoritas de la actualidad, producida para su distribución inicial en salas de cine. Llegó a Zaragoza a principios de verano. Y estuvo bastantes semanas en exhibición en versión original, especialmente en las matinales de los fines de semana. Pero estas producciones pensadas para rentabilizar más las series mediante el cobro de entradas, además de las cuotas de suscripción a las plataformas de contenido… pues, no sé… mis experiencias hasta ahora han sido regulares. Quizá por una de ellas dejé de seguir viendo Kimetsu no yaiba. Por eso y alguna cosa más. El caso es que decidí esperar hasta que estuviese disponible en alguna plataforma.
Spy x Family está inspirada claramente por las Alemanias de la Guerra Fría, por lo que nos trasladaremos a Berlín fotográficamente. En la serie… Berlint.
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He de decir que el esquema que sigue la serie de televisión me gusta. La mayor parte de los episodios van más de las peripecias familiares cotidianas de esta «falsa» pero simpática familia de espías, asesinas y telépatas, que de aventuras de espionaje y similares. Eso sí cuando meten un ciclo aventurero, como el del crucero, también es muy divertida. Suelen ser episodios muy dinámicos y muy ingeniosos. Dos horas con un único arco argumental sin embargo… puede no cuadrar tan bien. En este caso, la familia se desplaza en unas vacaciones para aprender a preparar un plato de cocina por los deberes escolares de Anya,… y acaban metidos en evitar una conspiración militar que pone en peligro la paz del mundo. Acabé pasándomelo muy bien. Y además, mi personaje favorito, Yor Forger alias Ibara Hime (La princesa de espinas) tiene más protagonismo aventurero que de costumbre. Pero el ritmo es más irregular. De todas formas, sigue siendo una serie que, en cualquier formato, es muy divertida.
Entrando ya en las novedades del verano, la primera que voy a comentar ha sido una de las que más éxito ha cosechado. He de decir que tengo una «experta» que ha crecido viendo anime que me va sugiriendo series de estreno, y yo le hago caso o no, pero en general, acierta. A mí me cuesta elegir, porque no he crecido viendo anime y no sé elegir por las apariencias. La serie tiene una título larguísimo; Tokidoki bosotto roshiago de dereru tonari no Ārya-san (時々ボソッとロシア語でデレる隣のアーリャさん, Mi compañera Alya a veces susurra en ruso). En inglés la podéis encontrar como Alya sometimes hides her feelings in russian. Es un romance adolescente en el que a un chico de bachiller, muy pasota, le gusta una compañera de clase que tiene un padre ruso, y que es guapa y admirada por todos. Y viceversa… con la peculiaridad de que Alya, de vez en cuando le suelta una declaración de amor o algo parecido en ruso al chaval. Lo que no sabe Alya es… que el chico entiende el ruso. Y a partir de ahí enredos de institutos. Obviamente no pertenezco a su público diana, pero reconozco que la serie tiene unos guiones muy divertidos, con diálogos y situaciones ingeniosos, que dejan en ridículo a la mayor parte de las comedias románticas que nos llegan en estos momentos desde Hollywood. Como el título es tan largo, los aficionados la denominan Roshidere (ロシデレ). No sé para que ponen títulos tan largos, si luego los japoneses acortan todo lo que le resulta muy largo. Probablemente habrá segunda temporada.
La siguiente también es un romance adolescente, en tono de drama amable más que de comedia, y se titula Gimai seikatsu (義妹生活, viviendo con mi hermanastra). Dos jóvenes de instituto se encuentra de repente con que el padre de él y la madre de ella se casan y se convierten en hermanastros. Empiezan a convivir en la misma casa y a asistir al mismo instituto. El es un joven afable y estudioso, bien considerado por sus compañeros. Ella es muy hermosa, y su estilo muy liberal, levanta rumores injustificados al principio. Entre ellos hacen un pacto de convivencia, aunque se consideran extraños, y eso de ser como hermanos no les cuadra. Más cuando poco a poco, el pacto de convivencia (y conveniencia) da paso a una confianza genuina, y a sentimientos que no son propios de hermanos. No está mal… pero creo que le falta algo de enjundia. El final es indeterminado, aunque vale como final. Desconozco si habrá segunda temporada.
A mi «experta» asesora le han gustado las dos, especialmente la segunda, pero yo me he divertido con la primera, y la segunda la seguí para poder comentar con mi «experta» asesora. Es una experiencia curiosa ver estas series, que están bien hechas, que están bien planteadas y escrita, pero tan dirigidas a un público concreto que hace que yo me convierta en un bicho raro por verlas.
Ya comenté no hace mucho, a propósito de un libro de viajes a Japón, que tenía la intención de volver de vez en cuando a la literatura del neerlandés Cees Nooteboom. Su forma de escribir, a caballo entre la nostalgia y un fino humor, me atrae bastante. Las cosas que cuenta me suele llegar desde un punto de vista vital, además de apreciar la forma en que escribe. O al menos, la forma en que sus traductores escriben en castellano lo que el escribió en neerlandés. Hace unos pocos meses, justo después el citado libro de viajes, apareció de oferta este libro de relatos de Nooteboom, e inmediatamente lo adquirí. Y lo leí recientemente, durante el viaje al norte de Alemania. He de decir que he entrado un poquito en una nueva etapa de bloqueo en la lectura. Como voy a iniciar unas vacaciones en breve, espero que se me pase, al menos durante esas dos semanas.
He leído en algún lugar que esta colección de relatos cortos puede funcionar perfectamente como un libro que sirve para introducirse en el estilo y en los temas de Nooteboom. Básicamente, lo que tienen en común estos relatos es que todos ellos tienen mucho que ver con la nostalgia, las personas o las relaciones perdidas, el paso del tiempo o el final de los días de una persona, sea el propio relator o alguien de su entorno. En todos ellos hay una mirada al pasado, a veces más externa, con juicios pero sin prejuicios sobre personajes característicos que son objeto de observación o de recuerdo, otras veces más propia, más interna, cuando va acompañada en mayor o menor medida del duelo por la persona perdida. Perdida en sentido absoluto, por la muerte de la persona, o en sentido más relativo, por el alejamiento de esa persona, por el final de una relación.
Como en varias de las historias de este libro, fotográficamente nos refugiaremos en una isla del Mediterráneo, en el cap Formentor de la isla de Mallorca.
Localizados en su mayor parte en localizaciones mediterráneas, España, Italia, Grecia… también en su país de origen, los Países Bajos, con frecuencia el narrador es externo. Se fija en una figura destacada y peculiar, como en Heinz, ese agente inmobiliario en la costa italiana que recordaría a Alain Delon, si no fuese por los estragos que el alcohol ha hecho en su organismo. O bien es alguien íntimamente relacionado con el narrador, que sufre la pérdida, como Paula y Paula II, en las que primero se produce la pérdida por el final del romance… o como lo viviese cada uno, y después se produce la pérdida definitiva, cuando el propio personaje de interés nos habla desde la tumba.
Es un libro para leerlo sin demasiadas prisas. Más que las acciones, importan las sensaciones, los sentimientos, los ambientes. Hay que saber sumergirse en el contexto y en la nostalgia. No es difícil de seguir, la prosa de Nooteboom es razonablemente asequible. Pero tienes que entrar en su juego. A mí me parece muy recomendable. Cada vez me cae más simpático este holandés enamorado de España y otros países mediterráneos, en unos tiempos en lo que nos llega de ese país, en su evolución hacia la intolerancia y el egoísmo, cada vez resulta más antipático.
Segunda entrega de fotografías realizadas con película fotográfica tradicional durante la escapada a Sigüenza hace un poco más de dos semanas. Hoy vamos con el primero de los rollos de película negativa en color que expuse. Usé dos rollos de película en color, de dos tipos distintos. En estas escapadas aprovecha para ir consumiendo los restos que me quedan por la nevera, siempre que sean acordes a lo que busco.
En cualquier caso, aquí no me voy a extender sobre las cuestiones técnicas que acompañan a estas fotografías. Aunque aquellos que estén interesados en estas cuestiones, especialmente los aficionados a la película tradicional y a las cámaras de hace unas décadas, seguro que les interesará saber algo más sobre cómo están hechas las fotografías, que no tiene mucho misterio, pero alguna curiosidad hay. Lo explico en una publicación de Carlos en plata, como vengo haciendo habitualmente.
Ayer estuvimos un pequeño grupo de aficionados a la fotografía visitando la «nueva» galería fotográfica en el barrio de Torrero, con su exposición actual. La «nueva» galería fotográfica es un tradicional pasaje, estrecho y oscuro en su momento, que une la avenida de América de Zaragoza, a la altura de su número 22, con la calle Fray Julián Garcés, tradicionalmente conocida como «la subida de las Canteras», que llevaba desde la plaza de las Canteras, hasta los pinares de Venecia. Mientras que la avenida de América era la vía que comunicaba la misma plaza con el cementerio de Torrero. Un lugar tradicional, de toda la vida, especialmente para quienes hemos vivido o nos hemos movido con cierta frecuencia por el barrio de Torrero. En mi infancia viví durante cinco años en el barrio, y el taller de mi padre estaba en una bocacalle de la avenida de América, muy próximo a esta. Por ello, estoy muy familiarizado con el barrio.
El pasaje ha estado cerrado durante años. No recuerdo exactamente cuando lo cerraron. En su entorno ha habido obras y construcciones. Se derribaron viejos edificios, se construyeron otros nuevos, se reformó el urbanismo de algunas vías públicas… en fin, esas cosas que pasan en un ciudad mínimamente dinámica. Pero ahora está reabierto. Como galería fotográfica. Y hay unas cuantas fotografía expuestas por la Asociación Cultural Anteayer Fotográfico de Zaragoza, una asociación que se dedica al estudio y difusión de las antiguas fotografías de Zaragoza, cuando esta ciudad reflejaba otras realidades sociales y culturales. Dado lo estrecho del pasaje, quizá no es la forma más adecuada de apreciar las grandes fotografías murales que han expuesto. Quizá una colección de fotografías más pequeñas, y más numerosas, a la altura de los ojos, una altura promedio claro, hubiese sido mejor. Pero lo pasamos bien. Como veréis, ayer me moví con una gran cámara digital de formato medio, usando un formato de imagen panorámico. Para saber más, dirigiros a mi breve publicación en Carlos en plata. Como de costumbre.
Por lo demás, no tengo muchas más recomendaciones. Esta semana pasada he estado realmente muy ocupado. A ratos con cosas del trabajo. Pero también por la celebración de las XIX Jornadas de ASAFONA (Asociación aragonesa de fotógrafos de naturaleza), que han estado realmente muy bien, muy interesantes, con charlas que mostraban propuestas de un nivel alto, dado que eran trabajos de fotógrafos aficionados. Pero muy bien.
En cualquier caso, en Booooooom me pareció interesante el trabajo del norteamericano de origen asiático Christian Lee. Especialmente el que está basado en su album familiar, como familia de inmigrantes asiáticos, que tienen que confrontar una serie de conflictos y de crisis de identidad, y al mismo tiempo vivir y convivir. Me ha llamado mucho la atención una cita que aparece en su página web. «The first generation thinks about survival; the ones that follow tell the stories.» (Hua Hsu) Me recuerda esta cita a un trabajador social del ayuntamiento de Zaragoza que, en los años 90, cuando el fenómeno de la inmigración era incipiente en nuestro país, expresaba un concepto relacionado, pero distinto. Venía a decir que el inmigrante, cuando llega, se dedica a trabajar, a sobrevivir, que es el motivo por el que abandonó su país y a su familia. Es la segunda y tercera generación la que entra en conflicto con la sociedad que le rodea. No ha conocido la de origen de sus padres, o sólo de visita, y de repente se encuentra con una realidad en la que ha nacido, pero en la que se le considera un extraño.
Y en otro orden de cosas, ya que durante la semana hemos estado a vueltas con la fotografía de naturaleza, en PhotoSnack nos recomendaron el trabajo de la neerlandesa Andrea Gulickx. Especialmente sus delicadas fotografías de aproximación y macrofotografías en la naturaleza. Plantas, hongos, pequeños animales, con tendencias a cierto expresionismo e incluso a la abstracción, y un estupendo manejo del color.
Por cierto, sobre las charlas de ASAFONA, algunos enlaces a ponentes a cuyas charlas he asistido:
Miguel Angel Bielsa, cirujano retirado filmando y fotografiando la naturaleza de Aragón, que nos mostró un documental sobre las grullas en los humedales del paisaje estepario aragonés.
Zacarías Fievet, pastor de alta montaña francés, pero que trabaja en el Pirineo central, y que se acompaña en las montañas con su cámara fotográfica, además de sus rebaños, sus mastines y sus alumnos de pastoreo.
Benito Campo, aficionado a la naturaleza generalista, que hace a todo, pero que nos mostró su preferencia por lo pequeño, con frecuencia invisible, mucho más próximo a nosotros de lo que pensamos, pero que no sabemos ver.
Lola López, procedente de la ornitología, radicada en Murcia, ha dirigido su mirada a las aves de los humedales del sur de la Comunidad de Valencia y la Región de Murcia, muy desconocidos para nosotros en nuestras latitudes.
Bajón tremendo en el interés de la cartelera de cine, cuando en septiembre uno esperaría que se fuese recuperando poco a poco del sopor veraniego. Y bajón todavía más acusado si tenemos en cuenta que la oferta en versión original ha sido la más escasa de lo que llevamos de año, si no recuerdo mal. Prácticamente nos habíamos hecho a la idea de que no íbamos a acudir a las salas de cine. Incluso había empezado a revisar los estrenos directos en plataforma en línea, por si podía encontrar algún sustituto digno allí. Sin muchas esperanzas por los antecedentes más recientes. Y en esto estábamos cuando alguien nos propuso una sesión restringida esta película francesa dirigida por Élise Girard y protagonizada por Isabelle Huppert. Eso sí… sólo apta para personas que comprendan el francés hablado, puesto que sólo había subtítulos para los diálogos en japonés que se producen en la película. La película está disponible para cualquier espectador en Zaragoza exclusivamente en versión doblada. La cual, tras ver la película, no tiene sentido. Salvo que el francés hablado sea jerga coloquial muy extrema, lo comprendo bastante bien. Así que me apunté a esta sesión especial y restringida.
La película nos narra el viaje de Sidonie (Huppert) a Japón para promocionar la reedición de su primer y exitoso libro, que publicó originalmente muchos años atrás. En su periplo japonés va acompañada por Kenzo (Tsuyoshi Ihara), su editor en japonés. Sus primeros días en el País del Sol Naciente están llenos de equívocos y situaciones de choque cultural. Pero cuando por fin se va acostumbrando, algo alterará profundamente su viaje. Se le empieza a aparecer el fantasma de su marido, Antoine (August Diehl), fallecido años atrás en un accidente de tráfico del que ella es superviviente, con sentido de culpa, por lo que dejó de escribir. Kenzo le dirá que es normal. Que Japón es el país de los fantasmas, y que si sigue con ella es porque tienen asuntos pendientes que resolver. Al mismo tiempo, la fría relación inicial con Kenzo, un hombre que arrastra cierta desilusión y cinismo en su vida, irá cambiando y haciéndose más cálida.
He de confesar que los primeros compases de este corto largometraje, sólo 95 minutos, de sencilla factura formal, no me convencieron mucho. Daba la sensación de que Girard y Huppert estaban jugando a un Lost in translation con toques de Nouvelle vague. Pero después de tres viajes a Japón, hay ciertos equívocos culturales y ciertas actitudes de los japoneses que atienden al viajero, generalmente en los servicios hosteleros, que ya no me creo. La mayor parte de los profesionales japoneses ya se han hecho hace tiempo a los visitantes extranjeros, y hay poquitos problemas de equívocos y malos entendidos, especialmente si ambas partes pone su granito de confianza y amabilidad entre sí. Y este es el ambiente en el que se mueve Sidonie. Aterriza en Kansai, con destino a Kioto, inicialmente, y de ahí nos lleva de paseo por Nara y otras localizaciones características, hasta acabar el periplo en Tokio. Pero poco a poco la película va entrando en materia. Especialmente conforme la presencia del fantasma de Antoine se va haciendo más manifiesta y comienzan las interacciones con Sidonie. En ese momento, la película coge profundidad. Y además, el humor que busca sazonar desde el principio la película, pero que en sus compases iniciales no me convence por los motivos que he dicho, de repente, en situaciones más personales, más íntimas, se hace más auténtico. Y gusta. Por lo menos a mí. A lo que hay que añadir que Huppert, una actriz por la que siento un enooooorme respeto e incluso admiración, tiene profesión y experiencia de sobras para sostener prácticamente cualquier situación cinematográfica.
No conocía el trabajo previo de Girard. No voy a decir que sus planteamientos me convenzan del todo. Pero el minimalismo y economía de medios, el realismo fantástico en el que se sumerge la historia, la intimidad de las cosas importantes que cuenta y la presencia de Huppert hacen que valore positivamente la película, que me dejó muy buen sabor de boca y que además ha crecido en el recuerdo. La pena… eso. Que no esté disponible para todo el mundo en versión original. Porque si ya soy nulo partidario del doblaje en general, cuando hay choque intercultural e idiomático en una película, me parece fundamental.
Terminados los recorridos fotográficos con película fotográfica tradicional por el norte de Alemania, voy con los de la escapada a Sigüenza hace un par de semanas. El primero de ellos con película en blanco y negro. Y como fui usando una cámara de medio fotograma, a pesar de que por razones que no vienen al caso perdí una parte del rollo, saqué 62 fotografías con un solo carrete. Había donde escoger. Podría haber llegado a 72, sin los incidentes que me hicieron perder un trozo de película.
En cualquier caso, aquí no me voy a extender sobre las cuestiones técnicas que acompañan a estas fotografías. Aunque aquellos que estén interesados en estas cuestiones, especialmente los aficionados a la película tradicional y a las cámaras de hacer unas décadas, seguro que les interesará saber la forma en que utilicé la cámara para exponer estas fotografías, que no fue la que muchos pensarían. Lo explico en una publicación de Carlos en plata, como vengo haciendo habitualmente.
No sabía muy bien cómo organizar las series que iba comentar en esta y la próxima semana, antes de un cierto parón vacacional. Al final me he decidido por dos series surcoreanas que me han resultado interesantes por motivos muy distintos. Vamos con ellas.
Amudo eomneun supsog-eseo [아무도 없는 숲속에서, en un bosque sin nadie alrededor], en inglés The Frog y en castellano, más respetuosos con el original, Nadie en el bosque, es un psychothriller de reciente estreno en Netflix. Ocho episodios de una hora de duración en torno a dos criminales, uno en el momento contemporáneo, el otro veinte años atrás. La historia principal, la contemporánea, tiene como protagonista a un hombre de mediana edad (Kim Yoon-seok), viudo, que regenta una casa de vacaciones en un pequeña ciudad entre bosques y montes. Su monótona existencia se ve alterada cuando aloja a una mujer joven (Go Min-si) con un niño. Un día el niño desaparece, y la mujer se va. Sospecha que ha asesinado al niño. Pero no se atreve a decir nada, y limpia los posibles restos del homicidio. Veinte años atrás, una familia vive en un medio similar regentando un hotel de provincias, cuando un asesinato perpetrado por una asesino múltiple rompe su equilibrio, y arruina su negocio y la propia convivencia familiar. Cuando tras un tiempo, la misteriosa mujer vuelva a la casa entre los bosques, el equilibrio buscado se romperá, con consecuencias inimaginables. Y ambos casos se vincularán uno a otro en un momento dado.
El título coreano (y español) hacen referencia al experimento mental que se pregunta, «Si un árbol cae en el bosque, y no hay nadie cerca para oírlo, ¿hace algún ruido?» La respuesta es no, puesto que el ruido es una percepción de ondas de presión que se transmiten por la atmósfera u otros medios, por lo que si no hay nadie con capacidad de percepción, no existe el ruido. Al mismo tiempo, la respuesta es sí, puesto que el bosque no está formado solo por árboles, es un ecosistema donde hay otros seres vivos, entre ellos numerosos vertebrados que perciben esas ondas de presión como sonidos, aunque no existan los seres humanos. Por lo tanto, depende de cómo definas «nadie», la respuesta es una u otra. Es una de esas propuestas metafísicas, que tienen una respuesta clara desde la física y la biología.
El título inglés hace referencia a ese dicho que dice que si introduces en una rana en una cazuela con agua fría y la pones a calentar, morirá sin intentar escapar, porque no será consciente de que progresivamente aumenta el calor y que se cocerá. En la realidad, el comportamiento de la rana es consecuente a los mecanismos de supervivencia de los que la evolución ha dotado a los seres vivos, y los receptores térmicos de la rana se activarán y saltará de la cazuela. Es un mito. En la serie se hace referencia en varias ocasiones a ambas proposiciones, la del bosque y la de la rana. Siendo la rana una metáfora del personaje protagonista, el fuego que lo va a quemar una metáfora de la misteriosa mujer.
La serie se cuece a fuego lento (ya que estamos en la metáfora, sigámosla hasta las últimas consecuencias). Pero va in crescendo y acaba siendo realmente apasionante, aunque tiene algunas irregularidades en el ritmo y en el engarce entre la historia presenta y la historia pasada. En cualquier caso, el excelente trabajo de los dos personajes protagonistas ya hace que merezca la pena ver la serie. La chica, Go Min-si, consigue un equilibro entre su atractivo físico y su naturaleza psicótica muy conseguido.
En otro orden de cosas muy diferente se sitúa Ibeon Saeng-eun Cheoeum-ira [이번 생은 처음이라, porque es mi primera vida], en inglés Because this is my first life. La serie está en Netflix, pero no sé si está disponible traducida al castellano. Es una serie de 2017, de esas que sólo te aparecen en el interfaz de la plataforma si configuras el inglés como idioma por defecto. Creo. La vi porque su protagonista femenina es Jung So-min, la celebrada protagonista de una no menos celebrada serie de época y aventura con tonos de fantasía de la misma plataforma, donde lo hacía muy bien. También la estoy viendo en una serie de estreno en la misma plataforma que todavía no ha acabado. En esta comedia romántica de hace siete años hace de una joven asistente de guionista para series televisivas, que sufre un desengaño laboral al mismo tiempo que un intento de agresión sexual, que hacen que abandone su profesión, por lo que debe buscar un alojamiento económico. A través del novio de una amiga, acaba aceptando una habitación compartiendo piso con una persona que está pagando la hipoteca de su piso (Lee Min-ki), a la que le viene bien el ingreso extra y compartir las tareas domésticas. Pero por un malentendido, ambos no se dan cuenta de que son de sexos distintos. El enredo es evidente. A lo que se suma que deciden casarse mediante un contrato para tener una justificación social para seguir compartiendo el piso, en una sociedad patriarcal y con costumbres conservadoras que ve mal que dos personas de distinto sexo convivan sin estar casadas, o al menos comprometidas para casarse.
En la serie hay tramas secundarias, también de comedia romántica, entre las amigas de la protagonista, y los compañeros de trabajo del protagonista. Y todas ellas circulan alrededor del matrimonio, su significado y cómo debe vivirse. La serie es divertida, aunque he de decir que son mucho más divertidas e interesantes las historias secundarias que la principal. La actriz protagonista, que fue el impulso para verla, sólo destaca a ratos, pero en gran medida es culpa de como le han escrito el papel. Pero en general es una serie entretenida de ver, que trasciende la categoría de guilty pleasure en la que suelo encuadrar la mayor parte de estas producciones coreanas. Y es una de las progresistas que he visto, en la que se critica fuertemente la institución del matrimonio tradicional coreano y los roles asignados a cada contrayente, se critica el patriarcado imperante en muchas familias, se critica el clasismo social, y se denuncia la discriminación y el acoso sexual, especialmente en el medio laboral. Motivos por lo que la he visto con muy buenos ojos. Está muy bien valorada por los votantes en IMDb.
Tercera y última entrega de fotografías realizadas con película fotográfica de la escapada de cinco días, cuatro noches, a Hamburgo y otras localizaciones del norte de Alemania entre el 15 y el 19 de agosto de este 2024. La última mañana la pasamos en Hamburgo. Siendo lunes, no hubo posibilidades de visitar determinados monumentos, ningún museo ni galerías de arte que podrían habernos interesado. Pero hizo buen día para pasear por la ciudad, y eso es lo que hicimos. Recorriendo lugares ya conocidos, pero intentando buscar nuevos rincones y perspectivas.
Para esa mañana, usé una combinación de cámara y película fotográfica distinta de las que había usado el resto de los días. La cámara con la que habitualmente hago las fotografías en blanco y negro, pero con un rollo de película para negativos en color. Como de costumbre, le he dedicado una publicación en Carlos en plata en la que explico los motivos por los que consideré esta opción, una mezcla de conveniencia y «votación popular» entre mis compañeras de viaje. Os invito a leerla si os interesa la parte más técnica de la fotografía. Si no, aquí os dejo algunas fotografías.
Durante esta temporada de primavera-verano, la aventura espacial ha vuelto con frecuencia a mi lista de lectura. Es un género que siempre me ha gustado. En parte por el anhelo de aventura, en parte por la ciencia que puede estar detrás de la aventura espacial realista, y en parte porque es un género capaz de generar reflexiones sobre el ser humano muy interesantes si el escritor sabe utilizar su potencial. Es fácil, en una persona de mi generación, echarle «la culpa» a Star Wars de estos gustos. Al fin y al cabo yo era un adolescente predispuesto a entusiasmarse con esa historia cuando se estrenó la primera de las películas de la saga, la que luego resultó ser el episodio IV. Pero el germen estaba puesto de antes. En mi niñez y primera adolescencia ya había leído alguna aventura más o menos interesante. Aun antes del estreno de la saga galáctica de George Lucas ya me había merendado 2001 A Space Odissey en un cine de arte y ensayo, y un par de años después, en el mismo cine el Solyaris de Andréi Tarkovski, adaptando la novela de Stanislaw Lem, que también leí. Qué decir la trilogía de la Fundación y otras novelas y sagas que fui leyendo en mi adolescencia tardía y en mi juventud. Algunas novelas las he vuelto a leer en varias ocasiones, como el Viaje interminable de Marion Zimmer Bradley, que me gustaría volver a leer en versión original en inglés, o la maravillosa Cita con Rama de Arthur C. Clarke, o la delicada Cánticos de la lejana Tierra, también de Clarke. Estoy hablando de obras que vi o leí antes de los 30 años.
Hay una tendencia desde hace unos años a crear universos espaciales de ficción basados en culturas extrañas inspiradas en muchas ocasiones en culturas del Asia oriental. No puedo asegurar que sea así en el imperio espacial que crea Arkady Martine. ¿Quizá los nombres sugieren que está más bien inspirado en alguna cultura mesoamericna? Es muy posible. En cualquier caso, he optado por fotografías procedentes del Asia oriental. Del monasterio de los Diez Mil Budas en Sha Tin, en los Nuevos Territorios de Hong Kong.
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Porque después de esa edad empecé a llevarme desilusiones. Había leído o visto historias tan estupendas, de las que hacen soñar, imaginar o pensar, que de repente empezaron a llegar a mí películas o novelas en las que se habían perdido los elementos que habían provocado estas reacciones para entrar en la fórmula… del superventas aplicado a la ciencia ficción. No entraré en detalles. No me merece la pena. Es cierto que de vez en cuando he vuelto a encontrar aventuras y epopeyas espaciales interesantes o de gran calidad. Pero incluso algunos derivados de las anteriores se convirtieron en pestiños de preocupar. Cita con Rama nunca debió tener secuelas. No vamos a entrar ahora en la segunda trilogía de Star Wars y sus múltiples defectos. En las trilogías de cinco, seis u ocho volúmenes. En la precuelas de la Fundación de Asimov en la que se estira la idea y los argumentos hasta el absurdos. En fin… cosas. Pero en los últimos tiempos he encontrado diversión en alguna cosita.
Me encantó el relato corto The emperors of Mars de Allen M. Steel. Lo encontré recomendado en un hilo de Twitter. Y me entró la curiosidad. Ciencia ficción dura, en el sentido de que hay elementos que, con el tiempo, harán que esta historia sea posible en la realidad. Quizá en un plazo más largo del que los más optimistas imagina. Pero con alma. Una base en Marte, con científicos y trabajadores que pasan un tiempo para ganarse un buen dinero y luego hacer realidad sus planes de vida de vuelta en La Tierra. La versión moderna de ir a «hacer las Américas» para encontrar un futuro. Y el duelo, cuando uno de esos trabajadores, en la distancia, sin poder hacer nada, pierde lo que más quiere, a su prometida embarazada. Y un duelo patológico le lleva a convertirse en el «Emperador de Marte». Es una historia estupenda, muy recomendable, ganadora de varios premios, que se lee tranquilamente en una tarde, bien escrita, con empatía. Lo que decía. Con alma, con corazón.
Otro tono muy distinto tiene la también premiada A memory called Empire de Arkady Martine. Fue la primera novela de esta autora norteamericana, que previamente tenía una trayectoria de escribir relatos cortos. Martine crea un universo en el que la especie humana se ha extendido por la galaxia, ha formado un gran imperio que dura ya siglos, aunque permanecen algunos asentamientos independientes en la periferia de ese imperio, siempre en riesgo de ser absorbidos, por las buenas o por la fuerza. Existen también alienígenas que, o bien son amenazados por el imperio humano, o pueden ser una amenaza para este. En este entorno, una joven embajadora de una serie de estaciones espaciales independientes, dedicadas a la minería, se dirige a tomar su puesto en la capital del imperio. Dispone de una tecnología propia de su cultura, un implante cibernético cerebral, que le permite compartir la memoria de sus antepasados en el puesto. Y sus misiones son mantener por la vía diplomática la independencia de las estaciones a las que representa, y dilucidar la muerte de su antecesor en extrañas circunstancias. Pero el implante fallará cuando se encuentra ante el cuerpo muerto del anterior embajador. Y se ve metida en un ambiente de inestabilidad política por la sucesión imperial, mientras que también sufre un atentado contra su vida, en un entorno y en una cultura, refinada, pero extraña, y a veces violenta. También encontrará aliados, a veces inesperados, para salir adelante en su misión.
Esta novela tiene un comienzo interesante, lo que me hizo cogerla con ganas, pero tras este comienzo, durante unos capítulos se embarra en una larga presentación de situación, supongo que la autora está especialmente interesada en mostrar la riqueza de su imaginación a la hora de crear este universo, y en narrar algunos incidentes con más o menos trascendencia a largo plazo. Para mí, que soy partidario de cierta economía de medios, me produjo cierto atasco en la lectura. Pero poco a poco se va animando, avanzando en paralelo la peripecia criminal y la peripecia política, ambas interrelacionadas, por lo que al final consideré que la lectura del libro había merecido la pena. Es cierto que hay cosas que están sacadas por los pelos, como la historia romántica que sucede de repente en el tramo final del libro entre dos de los personajes, entre dos mujeres, que sinceramente me parece que no aporta y que no se justifica del todo por el transcurso de la novela. Pero bueno… parece que la autora convive con otra mujer, y quería dejar su apunte de diversidad en su libro. Pues vale. No tengo absolutamente nada en contra de la diversidad. Al contrario. Pero los elementos argumentales tiene que tener que ver con lo que se cuenta, y no forzar las cosas, cosa que sucede con frecuencia.. Me dicen, me cuentan, que hay una segunda entrega en este universo, en la que tal vez esta historia romántica tenga su papel. No lo sé. Tampoco he decidido si voy a seguir adelante con su lectura. El balance final ha sido positivo,… pero con un entusiasmo limitado. Creo que la novela tiene una extensión que no justifica lo que cuenta. Pero es lo que hay.
Lo de Arkady Martine es un pseudónimo de AnnaLinden Weller. Y me ha recordado a un personaje de la Segunda Fundación de Asimov, Arcadia Darell, una adolescente que quiere ser escritora y que insiste en ser llamada Arkady. No he encontrado ninguna referencia a si ambas cuestiones están relacionadas. Es una ocurrencia mía repentina.