Todavía con fotografías del mes de octubre. En formato medio, negativos grandotes, y blanco y negro. Buscando la gradación tonal sutil. Pero con algún problema de técnica fotográfica, como comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata.
En cualquier caso, este tema, el de los árboles, sus formas y texturas, es algo que quiero ir explorando con mayor frecuencia en un futuro. Pero hay temas fotográficos que pareciendo sencillos, o incluso banales, tienen su complejidad. Así que, poco a poco. O dejo aquí algunas fotos.
Como creo que ya comenté, he estado dudando sobre si llevar esta película a una entrada televisiva o incluirla en los estrenos de cine. Estrenada recientemente en Netflix, con hora y media de duración, es una aventura más del misterioso boticario ambulante que recorre Japón luchando con los espíritus malignos que interfieren en las vidas humanas, llamados mononoke [モノノ怪]. No. Mononoke no es el nombre de la heroína de una de las mejores películas de animación de la historia. Mononoke hime, si uno escucha la traducción correcta de la versión original de la película, es la princesa de los «mononoke», y no la princesa Mononoke, como si así se llamase la chica. Su nombre es San [habitualmente サン, pero también 三], que significa tres, porque es el tercero de los hijos (adoptiva) de la diosa loba que la crio. Y es el nombre que le dan los habitantes humanos de la Ciudad de Hierro, por el terror que les inspira y por su relación con los animales sobrenaturales del bosque. A veces se oye la traducción princesa de las bestias. Pero ahí se pierde el matiz sobrenatural de esos seres.
El actual Kōkyo (皇居), residencia imperial en Tokio, se construyó en los terrenos del antiguo castillo de Edo, residencia de los shogunes. Se encuentra en el área de Marunouchi 丸の内 de la ciudad de Tokio, especia de distrito financiero donde también encontramos la estación de Tokio. Que no es que sea la única, ni la más concurrida; es la que recibe ese nombre, Tōkyō Eki 東京駅, y es la terminal de las líneas de alta velocidad con principio o final en la capital japonesa. Marunouchi 丸の内 significa «círculo interior».
Volviendo a lo actual. La película, dirigida por Kenji Nakamura, es secuela de la serie de 2006, creada por el mismo Nakamura, en la que se sitúa la acción en el final del periodo Edo y el principio de la era Meiji, aunque no faltan los anacronismos. Y que es conocida por sus características artísticas que la sitúan en el límite entre la animación comercial y la animación más experimental y de autor. Su diseño artístico visual es impactante, e incluso en ocasiones apabullante. Pero realmente, para cualquier amante de la animación es un must see. En esta ocasión, los caminos del boticario le llevan hasta el Ōoku [大奥] del palacio de Edo, centro de poder y residencia de los shogun Tokugawa, y que no es otra cosa que el serrallo, el lugar donde residen las mujeres y concubinas del shogun y su familia. Allí asistimos al momento en que dos jóvenes entran al servicio del lugar con ambiciones de ascender en el escalafón entre las féminas del palacio, quien sabe si incluso alcanzar la posición de concubina. Pero una vez dentro comprobarán que algo no funciona de forma normal. Un mononoke hace de las suyas.
La traducción del título original de la película sería Mononoke: el paraguas chino. Pero el título que se le está dando en inglés/español, Mononoke: Phantom in the rain/El fantasma bajo la lluvia, aunque también en algún lugar Paper umbrella, más próximo al original. Y en cierta medida, y es lo que me hizo dudar en incluirlo en una publicación televisiva, podría ser el equivalente a tres episodios de la serie original. Los doce episodios de la serie se dividían en grupos de dos o tres episodios que agrupaban arcos argumentales del boticario peleando contra el mononoke de turno. Sin embargo, la presentación general de la trama, la profundidad de la misma, los aspectos visuales, están pensados fundamentalmente como un largometraje para las salas de cine, aunque sólo se haya estrenado en las mismas en su lugar de origen y no sé si en algún otro país de Asia. Me hubiera gustado verla en pantalla grande.
Volvemos a lo que he dicho antes. La película es un filigrana apabullante en su diseño artístico. Su fluidez, su colorido, su barroquismo, tanto sorprenden y maravillan como abruman y apabullan. Es cierto que 18 años después de la serie original, que usaba ampliamente técnicas de animación digital aunque no tenga ese aspecto visual, ya no es tan innovadora. La animación digital nos ha mostrado en los últimos años otros ejemplos de visuales apabullantes, difíciles de conseguir con técnicas de animación tradicional. Pero conserva el espíritu original. No obstante, sigue entre la fina línea entre los comercial y el ejercicio autoral, que puede explicar una puntuación no demasiado alta entre los votantes de IMDb, a pesar del indudable mérito de la obra. Yo soy un poco de la misma opinión con una nota muy alta en la realización, sólo sería recomendable para un grupo de espectadores partidario y dispuesto a aceptar este tipo de producciones.
Ya he comentado en dos ocasiones anteriores la buena impresión que tengo de Inio Asano como autor de historietas. Manga, que es japonés. Tanto como ilustrador como, sobre todo, como escritor. Si bien me lo pasé con lo primero que leí de él, acompañado de su adaptación a serie televisiva, todavía más me impresionó esa obra de juventud sobre la juventud, que me transmitió mucha autenticidad. Así que aun me prestaron un volumen más. En esta ocasión, una antología de historias cortas.
Siempre me cuesta comentar las antologías de relatos cortos. Me da igual que sean relatos cortos al uso o en formato de historieta como estos. Comentarlos en su conjunto. Porque ir al detalle, uno por uno, sería pesado. Y complejo para mí de encajar en mi rutina habitual. Exigiría más tiempo del que normalmente dedico a estos comentarios. Que no tienen intención de ser largos y sesudos sino, simplemente, un dar a conocer qué leo o hago y mis impresiones sobre ello. Nadie debe verlos como un comentario sesudo, una crítica especializada o no. Ese no soy yo. Mis áreas fuertes, donde podría escribir más en profundidad… a estas alturas de mi vida ya no me apetece escribir sobre ellas. Me apetece más abrirme a otras cosas. Pero sí puedo decir que Asano es un maestro en la diversidad de sus historietas y sus enfoques.
La fantasía, el terror, el comentario y la crítica sociales, el romance, las relaciones familiares, de todo tenemos. No voy a detallar todos los relatos, pero la antología comienza fuerte con La monstruosa Retchan, que nos lleva a un instituto y una reflexión sobre el acoso, el rechazo y la hipocresía, cuando los alumnos pasan de aislar y rechazar a una alumna de aspecto monstruoso, realmente monstruoso, a fingir que les parece bonita y fingir querer sus amigos. Me lo he pasado muy bien con las tres versiones de El hombre suave, la misma historia, con los mismos dibujos, con los mismos diálogos, en los que se narra el comienzo de una relación romántica entre dos adultos jóvenes. Y como cambia cuando se añade sobre esas ilustraciones y esos diálogos los pensamientos de ella o de él, que de repente cambian y reinterpretan toda la situación. Ya lo decía aquel, que de la guerra de Troya hubo tres versiones, la de los griegos, la de los troyanos y la verdad. Aunque esta última nunca se contó. Y que decir de la distópica e incómoda Tempest, con una visión aterrador de «la solución Narayama» al problema del envejecimiento, de la baja natalidad y de la insostenibilidad de los servicios del bienestar social.
Esta antología de Asano, aunque no considero que tenga el mismo nivel que las dos series anteriores que he leído, sin duda reafirma su entrada como uno de mis autores de cómic favorito, de cualquier nacionalidad. Y es mi intención seguir leyendo obras suyas. En mi línea de visión tengo su incursión en el campo del erotismo. Ya os contaré en su momento.
Este año, como consecuencia de los rollos de película en color que he gastado en mis viajes de vacaciones, tras la época de viajes, me quedaban en la nevera cinco rollos de película en blanco y negro, de la variedad específica que uso en los viajes, cuando lo normal es que quedase uno o ninguno. Por lo tanto, decidí usarlos en los viajes cortitos, de uno o dos días, que me quedasen por hacer en la recta final del año. Y a Martín del Río me llevé dos de ellos. Uno para cada día.
Sólo usé uno. El resultado de las fotos ha sido mixto. Algunas están muy bien, pero hay varias, demasiadas, que han quedado claramente subexpuestas. No soy consciente de haber sido descuidado en la medición de la luz. Y lo mismo me ha pasado con el otro rollo, que usé en mi reciente escapada en el día a Barcelona.
Esta ha sido una semana rara. Empezó con días festivos y terminó, para mí, con días de cierta postración por un maldito virus invernal bastante molesto y cuyas consecuencias no acaban de abandonarme. En fin. Voy con unas cuantas recomendaciones fotográficas que he recogido estos días. Las acompaño de algunas fotografías instantáneas del largo fin de semana pasado.
Hace ya unos cuantos días, muy a principio de mes, en una publicación de Revela-t en Facebook, nos hablaban de Jan Håkan Dahlström, y sus trabajos etnográficos en las aldeas sami de Suecia. Lo que iba a ser un encargo puntual para una revista, acabó siendo un trabajo de varios años, al comprender que el tema daba para mucho, y se podía quedar en lo anecdótico que rodeaba tradicionalmente la visión de la sociedad sobre los sami. Muy interesante. Por si alguien no se cosca, los sami son los que tradicionalmente se han llamado en España lapones. Pero en estos momentos, en los países nórdicos, salvo en Finlandia, esa denominación se considera ofensiva. Así que, sami.
La fotografía de plató o fotografía fija en la producción cinematográfica siempre me ha parecido muy atractiva. Los rodajes de las películas se documentan con la participación de un fotógrafo. Y hay algunos casos en los que la calidad de la fotografía de plató supera a la de la propia película. No voy a entrar a hora. En Another Magazine han dedicado un artículo a hablar de la fotografía de plató de una de las películas más emblemáticas de la historia, The Shining (El resplandor). Supongo que las imágenes que se muestran y de las que se habla fueron tomadas por distintos fotógrafos. Pero no se acreditan. Mal. Pero es lo que hay. En IMDB tampoco consta un still photographer en la página que recoge los créditos incluso de los no acreditados oficialmente.
Susanne Helmert en My morning muse nos habla de las fotografías de Lilo Raymond. Fundamentalmente naturalezas muertas en un elegantísimo y sutilísimo blanco y negro, tanto preparadas como encontradas. Raymond fue una fotógrafa alemana que con 16 años huyó de la Alemania nazi. Yo no la conocía, pero su trabajo me ha gustado realmente mucho.
Muy curioso y original el proyecto del que nos hablan en Clavoardiendo. La cubano Moník Molinet ha realizado una serie denominada Abuelas y abuelos prestados. Son fotografías en la que la fotógrafa recompone la relación con sus abuelos de modo ficticio. En autorretratos ambientales con actores y actrices que interpretan los abuelos y abuelas de la fotógrafa, compone unos recuerdos imaginados. Aunque no necesariamente ficticios. Porque lo que es realidad y lo que es imaginación en nuestros recuerdos está dividido por un fina y difuminada línea que no siempre identificamos correctamente. Además, en los últimos tiempos empiezo a considerar que los recuerdos que tenemos de nuestras relaciones con otras personas no son estables. Se transforman en su forma y en su significado según las interacciones presentes. Y a veces es desasosegante.
De forma un poco rápida porque se me ha echado el tiempo encima con unas cosas y otras, voy con dos series muy distintas. Una que lleva esperando hace tiempo y otras más reciente.
La acción en el pasado transcurre en las costas italianas del Mediterráneo, así que pasearemos fotográfícamente por Liguria, entre Seghezza y Portofino.
Empecé a ver En fin, serie española en Amazon Prime Video, porque un comentarista en la red de redes advirtió de la potente premisa de partida de la serie, y de que su principio no estaba mal. Si no lo pongo a caldo es porque realmente sólo hablaba del primero o de los dos primeros episodios, nada más. Y tenía razón. La premisa de partida. Se anuncia el fin del mundo. Un planeta extrasolar de color rojo va a impactar contra la Tierra y se acabó para todos. El personal lo vive como puede, unos se afilian a los dioses, otros se resignan tranquilos en sus cosas, otros se dan a la juerga perpetua hasta que todo se acaba, y la sociedad se desmorona. Tomás (José Manuel Poga) es de los de la juerga, mientras que Julia (Malena Alterio), su mujer, y su hija Irene (Irene Pérez) es de los que se resignan. Bien. Casi nada de esto lo vemos en pantalla salvo en algún flashback. La serie empieza cuando resulta que el planeta pasa de largo y hay que seguir viviendo. Pero claro, las cosas no son como antes. La premisa es muy buena. Pero la serie va decayendo poco a poco en una serie de situaciones que realmente no convencen como camino a lo que se supone, el reencuentro familiar. Se llegue o no se llegue al final. La vi entera porque sólo eran seis episodios. Pero a partir del tercero se me hizo muy larga.
También tenía elementos muy potentes a priori Disclaimer. Una serie británica en Apple TV+ de Alfonso Cuarón, con un potente reparto en el que encontramos a Cate Blanchett, Kevin Kline y Sacha Baron Cohen. Está también por ahí Hoyeon, a la que pudimos ver y admirar en el superéxito coreano de Netflix, pero aquí hace un secundario en el que se luce realmente poquito. La cosa va de un tipo (Kline) que parece los restos de un naufragio que escribe una novela basada en hechos reales. La relación durante unas vacaciones en Italia entre una mujer, madre, entonces joven (Blanchett/Leila George de joven) y su hijo de 18 o 19 años (Louis Partridge), que terminó cuando este murió ahogado al intentar salvar al hijo de la mujer en la playa. El padre del joven busca la venganza destruyendo por completo la vida de la mujer, ahora, veinte años más tarde, una profesional de éxito y prestigio. Así, mezclando los hechos actuales, con los hechos narrados en la novela de 20 años antes, nos introducimos en un drama de suspense, en el que todo indica que el vengativo padre va a tener éxito. La serie tiene su miga en su planteamiento, pero creo que le falta corazón y emoción en su ejecución. Me resulta fría en muchas ocasiones. Y los intérpretes, prestigiosos, estando bien, no llegan a estar tan convincentes como en otros trabajos.
Como ya comentaba recientemente, el sábado pasado fui con unos amigos de visita por algunas de las localidades de las comarcas zaragozanas del Aranda y Valdejalón. Chodes, Mesones de Isuela y Tierga fueron los pueblos visitados, con el castillo de los Luna en Mesones de Isuela como plato principal. Pero fotográficamente hay otro motivo por el que es interesante la excursión, estaba estrenando una Pentax 17.
¿Qué es la Pentax 17? Es la primera fase de Ricoh Imaging Co., bajo la marca Pentax que posee, para revitalizar el ámbito de la fotografía con película fotográfica tradicional, ofreciendo cámaras nuevas, sin tener que depender del mercado de segunda mano, y buscando atraer nuevas generaciones de fotógrafos al medio. Lo cual, en principio, suena bien.
Aquí no voy a entrar en las características de la cámara, lo que tiene de bueno y lo que tiene de malo. Todo ello lo he expresado con cierto detalle en una entrada en Carlos en plata. Aquí os dejo con una selección de fotografías, que no está mal.
Virginia Woolf es una de las escritoras británicas más conocidas y más influyentes del siglo XX. Existen referencias a su legado literario en muchas obras posteriores, no sólo escritas, sino también en el mundo del cine, de la televisión y del teatro. Y por ello, hace mucho que se despertó en mí el interés por leer algunas de sus obras, al menos las más significativas. Sin embargo, ese interés no se ha reflejado en la realidad. Que yo recuerdo, sólo había leído hasta el momento un de sus obras, La señora Dalloway, hace algo más de 20 años, y por lo tanto no está reflejada en estas páginas, poco después de ver una película con un notable elenco inspirada por esta novela. Tampoco la película, de 2002, aparece en estas páginas. Este Cuaderno de ruta cumplirá 20 años el próximo 8 de febrero, por lo que vi la película y leí el libro antes de comenzar a redactar entradas en el blog.
La cuestión es que hace unos meses se me cruzó una oferta por la peculiar novela que traigo hoy a comentario, y la adquirí. Aunque tardé un tiempo en encontrar un hueco para leerla. También fue objeto de una adaptación cinematográfica, en 1992, con la siempre interesante Tilda Swinton en el papel principal, que vi en su momento, pero de la que no guardo mucho recuerdo, porque fueron tiempos convulsos para mí y mi nivel de atención era muy bajo en aquellos momentos para lo que veía en el cine. Me hubiera volver a ver la película antes de hacer este comentario, pero no la he encontrado en mis plataformas habituales, y no he tenido ocasión de buscarla más allá. Creo que uno de los canales de pago complementario de Amazon Prime Video está… pero no sé si estoy por la labor de pagar una suscripción más por este motivo.
El caso que la he denominado peculiar novela, porque Woolf la tituló en su idioma original el inglés como Orlando: A Biography, y en todo momento se dirige al lector bajo el supuesto de que está escribiendo una biografía. Una biografía que se extiende durante casi cuatro siglos. Pero que según se nos cuenta en los textos, fue inspirada por la vida de una de las amantes de Woolf, Vita Sackville-West, que no vivió tanto tiempo, pero cuyos acontecimientos vitales se incluyen de una forma u otra en la obra. Era poetisa, vivió en Estambul, amó a hombres y mujeres, vistió de mujer y vistió de hombre… Por Orlando, noble inglés nacido en tiempos de la reina Isabel I, de la que fue favorito y que le ordenó no envejecer, nació como hombre, pero a lo largo de su vida mutó su sexo a mujer. Y la novela nos va contando su vida, con sus acontecimientos más importantes, pero también otros que lo son menos, sus amores, sus aventuras, su pasión por la poesía, su empeños durante siglos de escribir y publicar su propio libro de poemas, y sus reflexiones sobre lo que significa ser hombre y, especialmente, lo que significa ser mujer a lo largo de los siglos. Dicen algunos que esta novela/»biografía» es una de las más hermosas cartas de amor que se han escrito, de Virginia hacia Vita.
La novela se lee bien. Alterna la reflexión con la aventura. Aventura amorosa, pero también aventura vital. Y no carece de humor. Al contrario, destila, incluso en los momentos más dramáticos de la vida de Orlando, cierto humor amable, algunas veces con un punto de ironía, pero sin hacer sangre. Hay momentos muy inspirados desde este punto de vista, como las descripciones de carácter que hace de algunos de los poetas y escritores, personajes históricos, reales, con los que se cruza el/la protagonista, y a los que desmitifica sin dejar de admirar su obra. Para los románticos, quedará la desesperación por la pérdida de la hermosa princesa rusa, cuando Orlando todavía es un hombre. Pero en general, como ya he dicho, tiene su punto de historia de aventuras, y se lee a gusto.
No obstante, su principal virtud es la reflexión continua sobre lo que se espera de la persona de acuerdo con su condición. Condición social, situación económica, el sexo con el que le ha tocado nacer, las convenciones de la época,… El largo recorrido por la historia y la sociedad inglesa permiten a Woolf poner en solfa estas convenciones, siempre cambiantes, sujetas a corrientes de pensamiento, al devenir de la política y de la economía, a las modas, y que, mientras permiten al hombre libertad para emprender aventuras y empresas, condena a la mujer a vivir la vida buscando alicientes más próximos a lo doméstico, a lo particular y lo interior. Me gustó cuando leí esta obra, pero la misma ha ido creciendo en mi recuerdo y en mi imaginación, ha ido dejando más poso con el paso de las semanas. Al cabo, hace ya dos semanas que culminé su lectura, y he tenido tiempo para que su recuerdo dé alguna vuelta por mi pensamiento. Muy recomendable.
Ayer estuve en Barcelona. Pasando el día. No como visita turística o para ver algo en concreto. Por la mañana, comprando alguna cosa, llevando alguna cámara a reparar, haciendo alguna gestión. A comer con algunos amigos con los que no había coincidido en mis últimas visitas a la Ciudad Condal. Y luego sí un paseo, charlando, hasta la hora de coger el tren de vuelta.
Llevé dos cámaras a reparar. No me fio mucho de las posibilidades en Zaragoza para arreglar estas cámaras, así que aproveché el viaje a Barcelona para dejarlas allí, en un servicio técnico de confianza. De las dos cámaras, una de ellas quedó desahuciada para los restos. Pero el desajuste del obturador de la Olympus Trip 35 sí que es reparable. Algo es algo. Que le había cogido mucho cariño a esta camarita.
Aparte de eso, como paseamos bastante, aproveché para hacer fotos con un par de compactas para película fotográfica tradicional de las que espero mostraros ejemplos en un futuro no muy lejano… pero tampoco inmediato. Mientras, comparto con vosotros algunas de las fotos realizadas con la compacta digital, como comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata.
Me estoy pensando si incluir entre los estrenos o no un largometraje de animación japonesa que vi antes que el que traigo aquí hoy. No sé si incluir en una entrada cinematográfica y en mi base de datos de estrenos cinematográficos, o bien dejarlo como un episodio extendido de una serie de televisión en Netflix. Pero mientras tanto, no pierdo comba y os traigo esta película del universo del Señor de los Anillos. Una historia escasamente desarrollada en los textos de Tolkien, pero sí mencionada y esbozada, que han sacado adelante entre los productores norteamericanos de las películas y series de la saga y un estudio japonés de animación que suele colaborar habitualmente con productores occidentales. Y así, la dirección ha corrido a cargo de Kenji Kamiyama, responsable de algún episodio de una resultona serie de animación del universo Star Wars, o de una serie del universo Blade Runner que no estuvo mal, pero que al final me dejó un poco frío.
La acción transcurre uno 250 años antes de los hechos que se narran en The Lord of the Rings, en la cronología interna del universo de Tolkien. Una de las localizaciones más célebres en la epopeya de la Guerra del Anillo es el Abismo de Helm, que aparece en el segundo volumen de los tres libros, o lo que es similar, en la segunda de las películas que adaptaron estos libros. Y así, sabremos por que a la profunda garganta donde se encuentra la fortaleza de Hornburg (Cuernavilla en castellano) se le acabó llamado Helm’s Deep (Abismo de Helm). Helm fue un rey de los rohirrim de Rohan, aliados de Gondor que se establecieron en la Marca un tiempo antes. Helm fue su noveno rey y el último de su dinastía. Pero la protagonista es Hèra, la hija de Helm. Narrada en retrospectiva por Éowyn (con la voz de Miranda Otto), ya nos avisa al principio que a Hèra no se la recuerda en las canciones. Ante la amenaza de un traidor a Rohan aliado con los llamados dunlendinos, muchos de los habitantes de Edoras, la capital de Rohan, se ven obligados a refugiarse en Hornburg, y aguantar un sitio durante un invierno especialmente cruel, para los sitiados y los sitiadores, pero sostenidos por el liderazgo de su rey, y más especialmente de la joven, valiente e independiente Hèra.
Una de las virtudes de la película es que han buscado una protagonista femenina, con personalidad propia y con capacidad de decisión y liderazgo, sin que resulte forzada, de forma bastante natural, frente a muchas de las producciones anteriores que lo hacen para cumplir con la cuota de lo políticamente correcto. Siempre digo que conviene crear historias con mujeres como protagonistas, que inspiren o promuevan la reflexión, pero que hay que dedicarles un pensamiento y crearlas con inteligencia, y no las tontadas que se están haciendo últimamente. En animación, Studio Ghible lo lleva haciendo décadas de forma magistral. Mientras que Disney, por más que lo intente, no deja de sacudirse la imagen de casita de princesas, por más vuelta que les dé a sus protagonistas, que acaban siendo estereotipadas, salvo honrosas excepciones. Dicen que Hèra está más inspirada por San (Mononoke Hime)… Bueno. Vamos con otras cosas.
También es una de las virtudes de la película su más que correcta realización. Se nota que la animación es japonesa. Aunque el diseño de caracteres es esquemático en su aspecto, el Rohan que vemos es hermosa, fiel al original literario, visualmente atractivo. El saber hacer nipón en animación se nota y mucho. Sin embargo, aunque siendo una película interesante, sufre algunos lastres, quizá derivados de la parte «occidental» de la producción. No se libera del todo de la maldita segunda película de la trilogía cinematográfica de The Lord of the Rings. Una película universalmente aclamada y que yo, simplemente,… odié. No voy a entrar en los motivos. Hèra tiene mucho de Éowyn. Y algunas de las escenas del Abismo de Helm, como la cabalgata imposible cuesta abajo, inverosímil incluso con la suspensión voluntaria de la incredulidad de este espectador, son referencias constantes, guiños, como se dice, pero más bien pedradas al ojo, a aquella película. Y al cabo, una película que por su factura técnica podría haberse situado a un alto nivel con el guion y la historia adecuada, se queda en una aventura entretenida, pero excesivamente previsible y atada a unas convenciones autoimpuestas por la producción de la saga.
Entendámonos, lo pasamos bastante bien viendo la película. La puedo recomendar para pasar un rato divertido en esta época de fiestas que se acercan sin lugar a dudas. Está maja. Pero me parece una oportunidad perdida para habernos dejado una aventura épica inolvidable. Un gran esfuerzo de producción para un resultado de entretenimiento futura en plataformas de contenidos en línea. La falta de ambición creadora, la falta de imaginación, las limitaciones de los equipos de guionistas, nos roban constantemente las historias que nos gustaría ver y escuchar. Pero oye, ya digo, que es maja. Y Hèra es una buena protagonista de la que me gustaría saber más. Qué fue de ella después. Qué aventuras tuvo. ¿Una serie que nos dé lo que le ha faltado a la película?
En estos días, buena parte de España esta de fin de semana largo, otra buena parte está de fin de semana larguísimo, y algunos estamos en situación de disfrutar casi una semana de fiesta. Esta semana que termina acabé mis jornadas laborales el miércoles, y hasta el miércoles de la que viene no las retomaré. Tengo varios días ocupados con cosas planificadas con antelación, pero otros días estaban más… «no sé muy bien que hacer».
Ayer sábado por la mañana era uno de esos días. Por la tarde, a partir de las cinco, sí tenía cosas que hacer… pero por la mañana… ¿quehaceres domésticos? Bueno, recibí la propuesta de un amigo de ir a hacer fotos por algún lugar no muy lejos de Zaragoza, y aun se apuntó otro amigo más. Optamos por visitar algunos pueblos del valle del río Isuela, como Mesones de Isuela y Tierga. El río Isuela que nace en el Moncayo y desemboca en el río Aranda en las proximidades de Arándiga. Y de aquí al Jalón, no lejos de Chodes que también visitamos. Hay otro río Isuela en Aragón, que pasa por la ciudad de Huesca procedente de las estribaciones de los Pirineos no lejos de la ciudad altoaragonesa.
Fotográficamente tenía un interés. Como ya comentaré más adelante con más extensión, hemos adquirido en régimen de condominio entre cuatro amigos una cámara fotográfica para película tradicional, que quería probar, para conocer sus pejigueras y para comprobar si funciona correctamente. Ahora mismo ya he dejado a secar el carrete de negativos en blanco y negro que he revelado nada más levantarme esta mañana. Pero como es habitual, también me llevé una cámara digital.
No hay mucho más que contar. Por supuesto, hice también unas cuantas fotografías en digital, de las que os dejo algunas muestra aquí. Estuvimos por allí hasta después de comer, siendo la principal atracción del día la visita al castillo de los Luna en Mesones de Isuela. Antes había visitado la plaza de España de Chodes, una plaza ochavada, bastante maja, y después trepamos por las calles de Tierga, donde comimos unas raciones en el bar municipal. Y de vuelta a casa.
He retrasado unos días el comentario de esta película, ya que he intentado volver a ver la película original de la que es precuela, de alguna forma. O sea The Wizard of Oz, una de las películas de referencia en la historia del cine, que lució el Technicolor de los principios del cine en color, y que supuso un bombazo para el cine musical, en su época más dorada. Pero finalmente no he encontrado momento u ocasión, y no me apetece esperar más. Así que vamos con esta adaptación cinematográfica del musical de Broadway, que a su vez es una secuela de una novela que, en realidad, más que ser una precuela de la conocida historia de las aventuras de Dorothy en Oz, es más bien una reimaginación de ese mundo y una relectura de los personajes secundarios y antagonistas de la misma. Dejo esta entrada programada para la tarde del sábado, aunque la redacto con veinticuatro horas de antelación, porque no sí si el sábado tendré tiempo para ello.
Un castillo medieval inglés en las Midlands, Warwick, para representar el mundo de fantasía de Oz.
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La película la estamos conociendo con el título de Wicked (malvada), pero el títular original nos hace observar que es una primera parte, y que habrá al menos una segunda. Y así puedo confirmar que esta película adapta el primer acto del musical de Broadway. Dentro de un añito podremos ver el segundo acto, o sea, la película que nos cuenta la segunda parte. Dirigida por Jon M. Chu, seguimos los primeros años de la vida de la que será conocida como la Bruja malvada del Oeste (Cynthia Erivo), principal antogonista de Dorothy en The Wizard of Oz. Un joven que nació distinta, con la piel verde, lo que generó el rechazo de los demás. Pero también con una fuerte afinidad por la magia. Y especialmente conoceremos de su estancia en la universidad y de su relación con la que será conocida más adelante como la Bruja buena del Norte (Ariana Grande). Y cómo al final se revelará contra el statu quo de Oz, representado por el famoso mago (Jeff Goldblum), y su secuaz (Michelle Yeoh).
La película es una de las muchas que usan (y abusan) de la filmación sobre fondo verde, para luego generar por ordenador los escenarios, paisajes y fondos de la película. Desde ese punto de vista, casi diríase que es una película de animación con personas. Está bien hecha, Hollywood tiene en estos momentos tecnología de sobra para ellos. La trama es la del musical, con sus números musicales, quizá alguno menos y quizá alguno más, no conozco mucho el musical y no puedo decir. Las referencias a la crítica social son obvias. La discriminación por el color de la piel. O por la especie a la que pertenezcas. Todo referencias muy obvias sobre el racismo y la xenofobia. Se avecina en la segunda parte una discriminación por discapacidad; todo el que conozca un poco la obra original sabrá que la Bruja malvada del Este es la hermana de la Bruja malvada del Oeste, y el personaje de la hermana (Marissa Bode) ya ha aparecido de sobras en la película, indicando por donde va a ir el conflicto. Y claramente, lo que trata es subvertir el concepto de bien y de mal, y en qué medida estos están determinados por la ideología y el régimen político y social dominantes. No hay muchas sutilezas. El mensaje es muy obvio.
Con unas interpretaciones correctas, no les veo tampoco nada de especial, y unos números musicales que podrán gustar más o menos, no es de los musicales que más me hayan llamado la atención, me parece una película correcta sin más, por debajo de la expectación días antes había despertado su estreno en Estados Unidos. Pero claro, la popularidad del universo de Oz es mucho menor en nuestro país que en el mundo anglosajón. Y de hecho es improbable que haya tenido en nuestro país un impacto equiparable al que ha tenido en Estados Unidos, a lo que hay que añadir que la afición al cine musical no es excesiva en nuestro país. A mí ni me ha despertado grandes emociones, pero se deja ver y entretiene. Incluso tiene uno tramo final que estaría muy bien si no fuera porque la interpretación de la canción principal, Defying Gravity, me resulta un poquito histriónica y cargante. Lo cierto es que no es una canción de mi agrado. Si a eso añades que… Ariana Grande tampoco es una artista de mi agrado… y bueno. Dejémoslo estar. No está mal. Se deja ver. Y poco más puedo decir. Allá cada cual.