No me voy a enrollar mucho con esta película. Se estrenó en el catálogo de Netflix hace unas semanas, y me produjo una cierta curiosidad. Por el reparto más que nada. Y hasta cierto punto por el argumento. Aunque demasiado astronauta con problemas conyugales en series y películas últimamente. Primer largometraje del sueco Johan Renck, creo, un tipo que se había dedicado sobretodo a cortometrajes y videoclips, con alguna incursión en series de televisión, en las que el director no tiene el estatus de autor, ya que este va a parar al creador de la serie. Pero ha trabajado en alguna serie notable (la del desastre atómico).

Un astronauta checo (Adam Sandler) viaja solo por el sistema solar hacia una extraña nube incandescente que ha entrado en nuestro vecindario para analizar su composición [estos no se han enterado que los astrónomos y astrofísicos conocen la composición de las nebulosas por espectroscopía, cómodamente sentados ante el ordenador de su despacho], en una carrera contra una nave surcoreana [nop, no hay yanquis contra rusos, contra chinos, o contra norcoreanos, por hablar de los más frecuentes]. Y en estas está cuando, por una misteriosa tecnología, su esposa (Carey Mulligan), con quien se comunica en tiempo real a pesar de estar a 500 millones de kilómetros de distancia y que la luz sólo viaja 300 mil kilómetros por segundo (un poco menos), en lugar de tener una latencia de 28 minutos entre, le comunica que le deja. Que quiere el divorcio. Que no haberse ido. Y le entra una depresión horrible hasta que se le mete en la nave una araña espacial, muy extraña, y empiezan a hablar. Mientras, una señora muy estirada (Isabella Rossellini) que se parece a una hija de Ingrid Bergman, que también era sueca, como el director, intenta convencer a la esposa de que le diga al astronauta que no pasa nada, y que termine la misión antes de que se les adelanten los surcoreanos, que parece ser que van en una nave más moderna y más rápida. Y de vez en cuando, el astronauta habla con el indio de The Big Bang Theory (Kunal Nayyar), que está en el control de la misión. Aunque no tenga aspecto de checo. También sale Lena Olin, que también es sueca.
Más allá de que todas las señoras que salen en la película son o han sido muy muy muy guapas, sean suecas, de ascendencia sueca o nada de lo anterior, es difícil calificar esta película, que me parece que tiene muchas ínfulas, es adaptación de una novela de un autor checo, pero al final fui incapaz de tomarme en serio. Por cierto, se me ha olvidado decir que entremedio aparece un trauma infantil del astronauta, porque su padre fue un informante del régimen comunista checo. Bueno,… checoslovaco. El caso es que los intérpretes le ponen ganas. Son buenos. Hasta la araña alienígena, que tiene la voz de Paul Dano. Pero llega un momento que me costó seguir la cosa. Este drama conyugal, filial, político… en una nave que parecía montada con los restos de un desguace… La época de la acción es indefinida en algún momento entre los años ¿60 y 90?… ¡yo que sé!

No lo sé. Quien tenga Netflix, allá él si se arriesga con ella. Quien no… no es motivo para suscribirse por ver esta película. El caso es que he leído en algún sitio que la novela original es Solaris con risas… es decir, que si la película hubiese sido una comedia, más o menos surrealista… ¡igual hubiera sido estupenda! ¿Por qué se han tomado tan en serio a sí mismo?
Por cierto, de Johan Renck, el director de la película, había hablado ya en estas páginas, pero en su faceta de fotógrafo.
Valoración
- Dirección: ***
- Interpretación: ***
- Valoración subjetiva: **






































