[Libro de fotografia] Yōko – Masahisa Fukase

Fotografía

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Yōko Wanibe, la que fue esposa del fotógrafo japonés Masahisa Fukase, era originaria de Kanazawa, y allí nos vamos fotográficamente.

No es infrecuente que un fotógrafo haga de su esposa el motivo principal de su trabajo fotográfico. De forma esporádica, en alguno de sus proyectos o de forma sistemática. Hay varios nombres que se me vienen a la memoria. Elliot Erwitt fotografió a su esposa en escenas familiares en alguna ocasión, sola o con su bebé, June Newton, conocida también con su nombre de fotógrafa Alice Springs, la esposa de Helmut Newton, también aparecía con cierta frecuencia en la obra de este. Alfred Stieglitz fotografió con frecuencia a su esposa, la pintora Georgia O’Keeffe. Emmet Gowin es bien conocido por los retratos íntimos de su esposa Edith. Siempre me ha gustado mucho la obra de Harry Callahan, que fotografió repetidamente a su esposa Elleanor como principal sujeto de interés durante quince años.

Si nos centramos en Japón, pues al fin y al cabo el fotógrafo cuya obra nos interesa hoy es japonés, es bien conocido el Sentimental Journey de Nobuyoshi Araki, una inmensa declaración de amor a su esposa, Yōko. Obviamente, este nombre de mujer fue muy popular en una determinada época en el País del Sol Naciente. Cuando esta enfermó y falleció, volvió a ser el sujeto de la cámara de Araki, que publicó su Winter Journey en la que añade el duelo a esa declaración de amor hacia su esposa. No son pocos, por lo tanto, los fotógrafos que han dirigido su cámara hacia la persona más cercana. También encontraríamos la inversa, fotógrafas que dirigen su visión hacia su pareja. Sea hombre como hace Pixy Liao, en un trabajo subversivo sobre los roles tradicionales de la pareja, o sea mujer, como las fotografías más íntimas y familiares de Annie Leibovitz en la que aparece con frecuencia Susan Sontag. Quizá sea más frecuente en las fotógrafas que dirijan su cámara hacia otros miembros de la familia, especialmente los hijos, como hacía Sally Mann.

Masahisa Fukase es un fotógrafo que nunca me ha dejado indiferente. Por supuesto, la obra de Fukase que primero conocí fue Karasu 烏 (Cuervos), una serie que muchos consideran una de las obras maestras de la historia de la fotografía, y que fue provocada por la separación de su esposa, cuando tras trece años conviviendo, la pareja se separó y se divorció. Una monumental manifestación de duelo de carácter expresionista, muy poderosa. Sin embargo, el único libro que tenía del autor japonés hasta el momento es Kazoku 家族 (Familia), una serie de retratos familiares realizados a lo largo de los años, y que a mí me parece otra genialidad absoluta. En estos retratos aparece también Yōko, siempre de una forma que denota que es el miembro «apegado» o «extraño» de esa familia. Uno de mis libros favoritos en mi biblioteca de libros fotográficos.

Cuando hace unos meses me enteré de la edición del libro que nos ocupa hoy, dedicado integralmente a Yōko, y tras haber visto algunas muestras de lo que iba a ser su contenido, decidí que tenía que ser mío. No ha sido tan fácil como parece. Publicado en Japón, me ha costado encontrar una librería dentro de la Unión Europea, evitando demenciales costos de transporte y el riesgo del sablazo en la aduana, que lo tuvieran disponible y con un precio razonable y no desmesuradamente inflado. Y ya puedo decir que también ha pasado a formar parte de mis libros de fotografía favoritos en mi biblioteca. Con fotografías procedentes de diversas series del fotógrafo, como las ya mencionadas Karasu y Kazoku, hay otras muchas que nos hablan de su vida cotidiana, y especialmente de la personalidad vital y compleja de esa mujer que probablemente fue el centro de la vida del autor desde el principio de los años 60 del siglo XX y hasta mediados de los años 70, y más allá si contamos el largo período de duelo que sufrió el fotógrafo. Un libro, que en estos momentos, me parece imprescindible.

[Cine] Materialists (2025)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Conseguí una de mis cámaras de formato medio más queridas en Nueva York en 2013. Y esa tarde la estrené con dos rollo de película en blanco y negro en el entorno del puente de Brooklyn. Un éxito.

Materialists (2025; 36/20250820)

Cuando leímos unas críticas estupendas sobre esta película dirigida por Celine Song, una de cuyas películas tanto nos gustó hace no muchos años, y teniendo en cuenta que tenía un reparto (relativamente) prometedor, y con unos horarios decentes para la sesión en versión original, no hubo duda. Había que verla. Las expectativas eran altas, por el buen trabajo de la directora en la película cuya reseña he enlazado. Por lo tanto, había cierto riesgo de quedar defraudados. Ahora os lo cuento.

Lucy (Dakota Johnson), la protagonista, es la casamentera estrella de la delegación en Nueva York de una empresa dedicada a emparejar gente con vistas a un matrimonio. Una casamentera, una agencia, que ve el matrimonio como un negocio a largo plazo entre dos personas que aportan un valor semejante al mismo. Un valor que se puede medir de forma efectiva en términos de edad, físico, estudios, nivel cultural, ingresos anuales, y una serie de parámetros bien definidos. Lucy tiene en su haber una relación rota con un aspirante a actor (Chris Evans) cuyo valor en este negocio tiende a cero. Y comienza una relación con un hombre (Pedro Pascal), el hermano de un cliente, cuyo valor tiende a ser de 100 sobre 100. Pero las cosas no salen como parecen. Y una mala experiencia de una de sus clientas más próximas (Zoe Winters) le hará empezar a plantearse muchas cosas. Sobre su negocio. Pero también sobre sus relaciones, teniendo que tanto el 100 sobre 100 como el cuasi cero siguen presentes en su vida.

La película tiene varias cosas a su favor. La factura de la misma, la realización a cargo de Song es impecable; tiene un estilo sobrio pero preciso y elegante, como ya demostró de sobra hace dos años, aunque esta película es más ligera, no tiene la profundidad de aquella. Otro punto a favor es la interpretación de sus protagonistas y secundarios. Incluso Johnson que hasta el momento no me había dicho nada, con películas infames y otras pasables, creo que es una actriz mucho más madura e interesante. Pero el conjunto está muy bien. Y luego está el propio planteamiento de la historia, que no deja de ser subversión del concepto de comedia romántica. Porque hay no poco de ironía e sátira encubierta en esta historia de relaciones materialistas, y romances submarinos. La crítica palmaria, que empieza por la declaración de principios que es el propio título de la película al definir el tipo de gente con el que nos vamos a encontrar, a lo superfluo, a la cultura de lo material, a los sentimientos como algo secundario que surge como consecuencia del interés personal convertido en interés común. El amor y la relación como negocio a largo plazo, inversión de por vida. Conocemos los éxitos de la agencia, pero no se nos habla de los fracasos a ese medio o largo plazo… por cierto.

Salimos del cine encantados. Las casi dos horas se nos pasaron en un vuelo, nos parecieron menos. Un estupendo entretenimiento que no deja de lanzar su mensaje, claro y concreto. Sin entrar tampoco en ponerse excesivamente trascendente. Ahora bien,… como podréis comprobar, la fecha de visualización está el subencabezado (en el que está el título de la película, el año de estreno, el número de orden dentro del 2025 (o el año que sea) y la fecha de visualización en formato AAAAMMDD) es de hace una semana casi. Nunca comento las películas que veo de inmediato. Las dejo reposar. Y me he dado cuenta que seis días más tarde, tan apenas he pensado en ella. No me ha dejado una huella fuerte. Está bien, entretiene mucho, es bastante recomendable… pero ya está. A otra cosa mariposa. No hay mucho más de lo que hablar. Nota aparte… Pedro Pascal… últimamente… ¿está en todas parte o me lo parece a mí?

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ***

[Libro] Audition – Katie Kitamura

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Más neoyorquinos, de forma un tanto tópica, no pueden ser los personajes de esta novela, así que nos iremos al paisaje del bajo Manhattan al anochecer, como se ve desde la orilla de Brooklyn del East River.

La autora de este libro, Katie Kitamura, como se podrá deducir del apellido, es de origen japonés. Pero nacida y educada en Estados Unidos. En sus cuarenta y tanto, ha escrito media docena de novelas, un libro autobiográfico, y ha colaborado en diversos medios de comunicación escritos como crítica de arte. Y está radicada en Nueva York. Y allí se sitúa la acción de esta novela, que me ha interesado más por su estructura y desarrollo que por el interés intrínseco que pueda producir el devenir de los personajes de la misma. Que ha sido más bien poco. Son gentes que me han resultado un tanto pedantes, y con «males» de ricos (o al menos de acomodados), más que otra cosa. Iremos quizá otra vez a ese tema cuando comente la novela española que estoy terminando de leer en estos días.

La protagonista de la novela es una actriz de mediana edad, que ya ha dejado atrás sus años jóvenes, y que cuando empieza la acción está en plenos ensayos de una obra de teatro que le causa cierto estrés por las inseguridades que le genera el tiempo que va pasando, la edad, la competencia con actrices más jóvenes… los sospechosos habituales. Está casada en un matrimonio cómodo, sin (para lo bueno ni lo malo) demasiados altibajos, con un marido con quien comparte intereses intelectuales y con quien se lleva bien. Y en estas está cuando aparece un joven que quiere hablar con ella y con quien se reúne. Y que le plantea la posibilidad de que sea su hijo; el joven no conoce a sus padres biológicos. No lo es. No lo puede ser. Pero el joven entra a trabajar en la compañía como ayudante de la dirección. Esta es la primera parte del libro. Sobre la segunda parte, me han entrado dudas sobre hasta que punto comentar o no. Digamos que el joven se ha trasladado a vivir con el matrimonio, la obra de teatro ha sido un éxito, y los tres viven como si fueran un familia… incluso contradiciendo algunos de los hechos establecidos en la primera parte. Y que la situación será estable hasta que aparezca en escena la novia del joven.

Como ya he dicho, si la novela me atrapó, fue más por la estructura y el desarrollo de lo que sucede que por el interés que me suscitan los caracteres de la misma. Que es muy poquito. Gente acomodada, que vive vidas cómodas en Manhattan, intelectuales que en algún momento corren cierto peligro de caer en la pedantería… o así los percibo yo. Las inseguridades de una mujer que, siendo respetables, probablemente no tienen nada que ver con las de muchas mujeres que en el mundo son y han sido y que tienen problemas más graves de subsistencia, reconocimiento social, discriminación y todo lo que quieras. Y que parece que basa sus inseguridades en que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, como cantaba Silvio Rodríguez, y en el posible arrepentimiento sobre acontecimientos de su juventud, incluido alguno relacionado con una posible maternidad. Como decía el título del culebrón mejicano, los ricos también lloran.

Pero la estructura y el desarrollo de la novela tienen su miga. Hay unos misterios que van surgiendo. Hay unas dudas sobre la realidad a la que estamos asistiendo. Está narrada en primera persona. La protagonista, cuyo nombre no conocemos, es la que va desgranando sus pensamientos y los hechos que suceden en la narración. Y como narradora en primera persona, no es fiable. Y aun lo es menos, o así lo siento yo, cuando abordamos la segunda parte, que de entrada nos resulta rara. La dinámica entre los tres (o cuatro) personajes principales de la narración ha cambiado. Mucho. Es como si estuviéramos en un universo paralelo donde las cosas son parecidas pero distintas. No sabemos si estamos ante una realidad alternativa, o bien estamos ante un desiderátum de la narradora, o de su pasado, que en su imaginación ha convertido en realidad. Al final de la novela, es una duda que no queda resuelta. Por lo tanto, el esfuerzo narrativo de la autora supera la falta de interés que me producen sus personajes, y consigue que la novela me atrape, cada vez más conforme se avanza. Me ha gustado bastante, y me parece recomendable, salvo para lectores vagos que quieren que se lo den todo mascado y bien mascado.

[TV] Cosas de series; matrimonios, suegras, amigos con hijos y otras tentaciones

Televisión

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Visitando el templo de Lady Linshui en Tainan. Dedicado a la hija de la bodhisattva Guanyin, Lady Linshui, es protectora de las madres, especialmente de las gestantes. Lo cual pega mucho con la entrada de hoy, donde la maternidad/paternidad tiene su protagonismo en un momento dado. Dicen que es el templo más antiguo de la ciudad.

Visité Taiwán en el 2018. Un viaje un tanto improvisado, que no preparamos con suficiente antelación, pero del que, a pesar de todo, guardamos un excelente recuerdo. Aunque no estuvo exento de algún percance que otro, ninguno grave. La cuestión es que lo pasamos bien. Fue mi segundo contacto con la cultura china, después de Hong Kong. Después vino otro más, en la China continental, y se viene otro, dentro de pocas semanas, con el recorrido que tuvimos que cancelar por culpa de la pandemia de covid-19 en 2020. El caso es que Taiwán fue un lugar que me cayó bien. Simpático. De los países del Asia oriental que he visitado me gusta por dos motivos aparentemente contrapuestos. Por un lado es posible encontrar numerosos elementos de la cultura propia, fundamentalmente la cultura china, pudiendo aprender y disfrutar de los aspectos más lúdicos de la misma. Pero por otro lado es un país democrático, un estado de derecho, aunque no reconocido por el resto de la comunidad internacional como tal, que ha evolucionado a una sociedad respetuosa como en ningún otro lugar de esa parte del mundo. Taiwán es una democracia plena, con mejor puntuación que España, por ejemplo, que también está en la primera división de las democracias, aunque en nuestro caso por los pelos.

En Netflix hay una cierta oferta de películas y series taiwanesas. Pero hasta el momento la suerte que he tenido con ellas es diversa. Las hay que están muy bien, pero otras… pues no sé. Tengo que investigar mejor la oferta que ofrece el país, porque a lo peor me estoy perdiendo cosas interesantes. La cuestión es que, en este espíritu, decidí ver una serie de reciente estreno en la plataforma. Se trata de Tóng hùa gù shì xìa jí [童話故事下集, el próximo episodio del cuento de hadas], que en castellano/inglés se titula Casada, ¿pero a qué precio?/I am married… but!. A mí me hubiera gustado que en las versiones extranjeras hubieran conservado el sentido del título original chino. Es un título que nos viene a decir, «ahora os vamos a contar lo que viene después de la comedia romántica tradicional; cuando se casan».

Los protagonistas son I-ling (Ko Chia-Yen como Alice Ko) y Xue-you (Jasper Liu), un matrimonio que lleva tres años casados. Su noviazgo se nos resume brevemente. Dos jóvenes profesionales que se conocen, se caen bien, se van a la cama juntos, se lo pasan bien en esto y en otras cosas, y deciden casarse. Y tres años después los tienes viviendo con la suegra de I-ling, una señora tradicional, a quien su hijo, Xue-you, es incapaz de contrariar, y que está empezando a quebrar la confianza del matrimonio. I-ling quiere tener su propia casa, vivir su propia vida, con su marido, disfrutar de la vida, de su profesión. La suegra preferiría que estuviera en casa, que tuviera hijos, que la cuidase (no es que necesite cuidados en ese momento, precisamente, más bien es de cuidado)… y comienzan los pequeños roces cotidianos, con el desgaste del joven matrimonio. Si a eso añades que ambos son todavía lo suficientemente jóvenes y bien parecidos como para que les surjan tentaciones de diverso tipo por el camino…

Está narrada en clave de comedia. Ella es dinámica, moderna, inteligente, rápida en sus ideas y en sus emociones, pero buena gente. Él es un niño de mamá, un buenazo que no quiere quedar mal con nadie, de reacciones más lentas, un tanto despistado y descuidado en el hogar,… aunque está total e irremediablemente enamorado de su esposa. De hecho, siempre tenemos en mente que es el más emocionalmente comprometido con la relación. Que I-ling es la que se plantea con más frecuencia si no debería acabar con ella para retomar su vida en libertad. Y así, a lo largo de 12 episodios no especialmente largos, entre los 30 y los 50 minutos, irán surgiendo los temas que ponen en riesgo las relaciones de pareja.

La cuestión es que los temas que van surgiendo, aunque aderezados con el contexto cultural y las tradiciones del país, no son esencialmente distintos de los que se podrían encontrar en cualquier pareja de muchos países del mundo con unas características similares de adelante tecnológico, sociocultural, educativo y económico. La historia general que se nos cuenta, con algunas diferencias cosméticas se podría trasladar a nuestro país sin problemas. Lo que pasa es que no transcurre en una ciudad española, sino en Tainán, una de las ciudades más grandes de Taiwán, y una de las que arrastran una historia más rica al haber sido capital de la isla en diversos momentos de la historia. «Capital del sur» frente a Taipéi, «Capital del norte». Con sus muy diversos templos, muy entretenidos de visitar, y otras atracciones. Los temas son universales, el contexto es particular.

La serie es muy disfrutable. Al hecho de que es fácil identificarse con los temas y las situaciones, la historia está bastante bien contada, los guiones son buenos, y los intérpretes están en estado de gracia y generan mucha empatía. La mayor parte del peso la llevan la pareja protagonista, especialmente ella, pero es imprescindible la presencia de una colección de secundarios a buen nivel para que la cosa funcione. Relaciones familiares complejas, maternidad/paternidad, infidelidades potenciales, malos entendidos… aunque contados en tono de comedia, son un muestrario de hechos reales que ponen a prueba un matrimonio, a lo que hay que sumar la vajilla sin fregar, el regalo que no llega, un día que uno bebe una copa de más, ¿quién es esa chica que trabaja contigo y te pone ojitos?,… etc. Me parece bastante recomendable.

[Libro] Le llamé Corbata – Milena Michiko Flašar

Literatura

No recuerdo muy bien cómo llegó a mis manos este libro, en formato electrónico, que ha estado varios meses en lista de espera. Bueno, no recuerdo las circunstancias; seguro que fue una oferta en mi tienda de libros electrónicos habitual, pero no recuerdo qué me llamó la atención y qué me llevó a comprarlo. Probablemente un impulso del momento, del que luego me olvidé, motivo por el que permaneció tanto tiempo en un relativo olvido hasta que lo rescaté como la primera lectura de este 2025.

El Jardín Nacional Shinjuku Gyoen, frecuente escenario de obras de ficción ambientadas en Tokio, me servirá para ilustrar el parque en el que se encuentran los dos protagonistas de esta novela. Un parque que no recuerdo haber identificado, en el supuesto de que exista en la realidad.

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Su autora, Milena Michiko Flašar, es una escritora de nacionalidad austriaca, de padre austriaco y de madre japonesa, y escribe habitualmente en alemán, aunque es bilingüe con el japonés heredado de su madre. Desarrolla su actividad profesional en el mundo académico, en el ámbito de la lingüistica y la literatura comparada, de distintos grupos lingüísticos. Creo que su único libro traducido al castellano es este que os presento hoy. Y me ha sorprendido por su calidad y su profundidad.

Aunque escrita en alemán, la acción de la novela se sitúa en Tokio. Dos personajes son protagonistas de este relato. Un joven apenas salido de la adolescencia, que con 16 o 17 años se convirtió en un hikikomori, término japonés que designa a personas con un trastorno de ansiedad social agudo o grave, que las lleva a aislarse por completo en sus domicilios, cortando el contacto con otras personas, incluso con su propia familia. La frecuencia con la que se observa este cuadro en Japón ha llevado a la popularización del término en japonés, que se ha incorporado a los diccionarios de otras lenguas (no la española). Tras una serie de eventos que llevaron a la pérdida de dos personas de su propia edad en distintas circunstancias, se recluyó. Y ahora en torno a los 19 o 20 años ha comenzado a salir de casa. Pero sin relacionarse con otras personas. Hasta que en un banco de un parque conoce a un oficinista de cincuenta y muchos, que ha perdido su trabajo. Y avergonzado, no se atreve a contárselo a su esposa, por lo que todos los días finge salir a trabajar, con la fiambrera de comida que le prepara esta, y pasa el día, trajeado con corbata, en el banco del parque. Entre ambos se establece una comunicación, que servirá también de confesión y de catarsis para ambos.

Flašar realiza un análisis profundo de los problemas de la sociedad contemporánea urbana, especialmente agravados en una megalópolis como la tokiota, que le viene bien para ambientar unas situaciones no exclusivas del País del Sol Naciente, pero en el que se hacen más visibles y agudas por los valores y costumbre de esa sociedad. Dos personas de generaciones distintas, con problemas distintos, que aparentemente tienen poco que ver. Pero las causas de sus problemas están, probablemente, muy relacionadas. Las exigencias que la sociedad impone a los individuos, sin que estos encuentren soporte o empatía cuando las cosas se tuercen. Cuando son incapaces de responder al estrés de situaciones que viven como fracasos, como fallos personales, de los que son incapaces de perdonarse, incluso si difícilmente se les pudiera achacar toda la responsabilidad o la mayor parte de la responsabilidad de estas situaciones vitales.

No obstante, la autora ofrece una visión esperanzadora. La apertura de una vía de comunicación entre estas dos personas será el principio para que sean capaces de abrir vías de comunicación con sus entornos. Y tal vez, sólo tal vez, no necesariamente siempre, alcanzar una redención, o mejor dicho una recuperación, sobre su situación de aislamiento. Es un libro que te va atrapando poco a poco. Sin hacer mucho ruido, progresivamente se van abriendo ante ti las realidades vitales de ambos personajes, conocemos sus historias, nos vamos interesando en ellas y sus matices, y acabamos sufriendo con ellos y comprendiéndolos. Notable la habilidad de la autora para construir este relato, que no es muy extenso, pero muy bien aprovechado, con excelente gestión de los recursos narrativos y literarios de los que dispone. Muy recomendable. Una excelente forma de comenzar el año de lectura.

Las series de fotografías que ilustran las entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie.

[Cine] Anora (2024)

Cine


Anora (2024; 64/20241222)

Desde que estrenaron esta película, hace ya bastantes semanas, tuve una sensación ambivalente. Todas las referencias que venían desde la crítica ponían muy arriba este largometraje dirigido por Sean Baker. A lo que hay que añadir la Palma de Oro en el festival de Cannes. Pero al mismo tiempo, lo que escuché o leí sobre su trama, no me atraía mucho. Últimamente me cuesta mucho ir al cine para ver películas sobre determinados temas. Estoy en una época donde me atraen las cosas ligeras. Y luego se añadió los malos horarios para ver la versión original de la película. Ya he mencionado en alguna ocasión que, a estas alturas de mi vida y de la película, me niego a ver productos adulterados por doblajes chirriantes. Que son la inmensa mayoría, la práctica totalidad, por mucho que presuma la industria de la «excelencia» del doblaje en España. Chorradas. De verdad que perpetran unas calamidades dignas de ser calificadas crímenes de lesa humanidad.

Al final, y en el tiempo de descuento, encontramos un momento para ver la película. Y he de decir que… ¡menos mal! Porque lo pasamos estupendamente. Vamos a ver… ¿Os acordáis de Pretty Woman? ¡Cómo no! Favorita de tantas mujeres… ¡tan romántica! Porque claro. Parece que el súmmum del romanticismo es ligar con un multimillonario putero que te lleva de compras por las tiendas más caras de la ciudad. «Romanticismo» puro y duro. Una de las películas más absurdas e hipócritas que he visto en mi vida, producto de la corrupta moral materialista del reaganismo y de la cultura yuppie. La mujer como un producto de consumo más para los profesionales jóvenes, exitosos y con dinero. Y el personal femenino encantado con ello. Aquella película es una demostración de que el feminismo lo tiene muy crudo para triunfar… entre las mujeres. Pues bien, la película de hoy es una pretty woman agarrada crudamente a la realidad.

En Nueva York, la joven y guapa bailarina de strip-tease (Mikey Madison), que afirma no ser una prostituta, pero que no duda en subirse al carro de realizar sexo por una tarifa adecuada, viviendo en sí mismo en una profunda contradicción de valores, que un día conoce al heredero de un oligarca ruso (Mark Eydelshteyn) que la contrata durante una semana, al final de la cual se han «enamorado» y se han casado en Las Vegas. O suenan los parecido ¿verdad? Pero cuando la familia de él se entera y manda a dos individuos, un «solucionador» (Karren Karagulian) y un secuaz (Yura Borisov), para que resuelva la situación, anulando el matrimonio, el cuento de cenicienta que se había montado Anora, la protagonista, saltará por los aires.

La película está rodada en clave de comedia. Falsa comedia romántica, donde el happy end, si es que existe un happy end, aun lo estamos discutiendo, llegará por donde menos te lo esperas. Bueno. Sí que te lo esperas. Esa parte es relativamente previsible conforme va avanzando el metraje de la película. La cuestión es que la película funciona con ritmo, con un guion trazado con tiralíneas para que la trama avance continuamente, para superar con nota el hecho de que cuando apenas termina el primer acto, ya nos ha contado lo que se nos cuenta en otras comedias románticas, el chico conoce chica (o viceversa), atraviesan diversas peripecias y acaban juntos, para entrar en la realidad que no se cuenta en la comedias románticas. Lo que viene después, cuando se pasa la resaca de sexo, alcohol y drogas y llega la realidad. Y a pesar de ello, mantiene la condición de comedia.

Madison está estupenda, al igual que los dos sicarios, el «solucionado» y el secuaz. Entre los tres cargan con la mejor y más enjundiosa parte de la película. Excelente reparto, poco conocido, y que sin embargo deja en ridículo a los repartos de campanillas de otras películas que hemos podido ver últimamente, que basan su tirón en los nombres, pero olvidándose de contar (bien) una historia que interese. Un pecado que comenten fundamentalmente las plataformas de contenidos en línea. En fin. Una película muy recomendable. Y en un año donde cuesta encontrar películas que te emocionen de verdad, tengo una sensación de bajón cinematográfico tremendo, no me extraña que cuente en las quinielas para los premios de campanillas.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ****

[Cine] Spaceman (2024)

Cine

Spaceman (2023; 15/20240313)

No me voy a enrollar mucho con esta película. Se estrenó en el catálogo de Netflix hace unas semanas, y me produjo una cierta curiosidad. Por el reparto más que nada. Y hasta cierto punto por el argumento. Aunque demasiado astronauta con problemas conyugales en series y películas últimamente. Primer largometraje del sueco Johan Renck, creo, un tipo que se había dedicado sobretodo a cortometrajes y videoclips, con alguna incursión en series de televisión, en las que el director no tiene el estatus de autor, ya que este va a parar al creador de la serie. Pero ha trabajado en alguna serie notable (la del desastre atómico).

Entre checos anda la cosa,… pues pasearemos por Praga.

Un astronauta checo (Adam Sandler) viaja solo por el sistema solar hacia una extraña nube incandescente que ha entrado en nuestro vecindario para analizar su composición [estos no se han enterado que los astrónomos y astrofísicos conocen la composición de las nebulosas por espectroscopía, cómodamente sentados ante el ordenador de su despacho], en una carrera contra una nave surcoreana [nop, no hay yanquis contra rusos, contra chinos, o contra norcoreanos, por hablar de los más frecuentes]. Y en estas está cuando, por una misteriosa tecnología, su esposa (Carey Mulligan), con quien se comunica en tiempo real a pesar de estar a 500 millones de kilómetros de distancia y que la luz sólo viaja 300 mil kilómetros por segundo (un poco menos), en lugar de tener una latencia de 28 minutos entre, le comunica que le deja. Que quiere el divorcio. Que no haberse ido. Y le entra una depresión horrible hasta que se le mete en la nave una araña espacial, muy extraña, y empiezan a hablar. Mientras, una señora muy estirada (Isabella Rossellini) que se parece a una hija de Ingrid Bergman, que también era sueca, como el director, intenta convencer a la esposa de que le diga al astronauta que no pasa nada, y que termine la misión antes de que se les adelanten los surcoreanos, que parece ser que van en una nave más moderna y más rápida. Y de vez en cuando, el astronauta habla con el indio de The Big Bang Theory (Kunal Nayyar), que está en el control de la misión. Aunque no tenga aspecto de checo. También sale Lena Olin, que también es sueca.

Más allá de que todas las señoras que salen en la película son o han sido muy muy muy guapas, sean suecas, de ascendencia sueca o nada de lo anterior, es difícil calificar esta película, que me parece que tiene muchas ínfulas, es adaptación de una novela de un autor checo, pero al final fui incapaz de tomarme en serio. Por cierto, se me ha olvidado decir que entremedio aparece un trauma infantil del astronauta, porque su padre fue un informante del régimen comunista checo. Bueno,… checoslovaco. El caso es que los intérpretes le ponen ganas. Son buenos. Hasta la araña alienígena, que tiene la voz de Paul Dano. Pero llega un momento que me costó seguir la cosa. Este drama conyugal, filial, político… en una nave que parecía montada con los restos de un desguace… La época de la acción es indefinida en algún momento entre los años ¿60 y 90?… ¡yo que sé!

No lo sé. Quien tenga Netflix, allá él si se arriesga con ella. Quien no… no es motivo para suscribirse por ver esta película. El caso es que he leído en algún sitio que la novela original es Solaris con risas… es decir, que si la película hubiese sido una comedia, más o menos surrealista… ¡igual hubiera sido estupenda! ¿Por qué se han tomado tan en serio a sí mismo?

Por cierto, de Johan Renck, el director de la película, había hablado ya en estas páginas, pero en su faceta de fotógrafo.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: **

[Cine] May December (2023)

Cine

May December (2023; 12/20240225)

La nueva película de Todd Haynes, que tuvimos ocasión de ver en sesión matinal este domingo pasado, ha recibido en castellano el anodino título (y mil veces con distintas variantes) Secretos de un escándalo. Pero es que ese Mayo diciembre del título original… es algo que no se pilla en castellano. Esencialmente, se refiere a una relación entre dos personas con bastante diferencia de edad, donde diciembre, en invierno, sería la persona de mayor edad, y mayo, en primavera, sería la persona más joven. En cualquier caso, la película presentaba a priori suficientes alicientes como para que nos apeteciera verla. Por su director, que en el pasado nos dejó alguna joya más que interesante, como por su reparto.

Inspirada por un caso real que se dio en el estado de Washington cerca de Seattle, la película nos llevará a la ciudad georgiana de Savannah. Allí llega una actriz (Natalie Portman) que prepara una película sobre un escándalo de tiempo atrás en el que una mujer en su treintena (Julianne Moore, ya en su cincuentena) sedujo y se acostó con un chaval de doce o trece años (Charles Melton, ya en su treintena). En la actualidad más de veinte años después, después de que la mujer cumpliera condena en prisión y diera a luz una hija de la relación, ambos están casados y tienen dos hijos más. La mayor en la universidad, los dos gemelos a punto de graduarse en el instituto. Durante unas semanas acompañaremos a la actriz en su relación con la familia, que vive una vida aparentemente estable e idílica, e integrados en una comunidad pacífica y tranquila de la ciudad.

Como todas las películas de Haynes, el cuidado en su factura es admirable. Con una fotografía muy cuidada, con una imagen granulenta, como si estuviera rodada con película fotográfica de alta sensibilidad, o como sucedió en Carol, que fue rodada en 16 mm, aunque la película actual es de imagen digital en todo su proceso. La estética, el diseño de producción, los cuidados encuadres, la banda sonora, todo ello es muy propio de Haynes. Genera un estado de ánimo, una sensación que detrás del aséptico entorno en el que se mueve la familia hay algo turbio, difuso. La película está llena de metáforas visuales o conceptuales… véase las mariposas monarca… o algunas cuestiones con los hijos de la pareja…

Pero la esencia es la interacción entre los personajes, reforzada por la gran calidad de los intérpretes, que es de lo mejor de la película. Ese «mayo, diciembre» puede aplicarse al extraño matrimonio surgido en circunstancias tan dispares y desequilibradas. Pero también a la relación entre la mujer y la actriz. O entre los adultos y los adolescentes que surgen a la realidad. Entre los extrañados hijos del primer matrimonio de la mujer y sus hermanos de la segunda relación y matrimonio. Y luego está la aparente ambigüedad moral de la puesta en escena. Digo «aparente» pues es obvio que hay algo profundamente anómalo y erróneo en la situación. No es errónea la diferencia de edad en la pareja el momento puntual en el que aparece la actriz. Actriz que actúa como elemento perturbador de un equilibrio inestable. Es erróneo en cómo empieza. No hay justificación válida para que una mujer de 36 años se lo monte con un chico de 12 años. Como no la hay en el caso desgraciadamente más frecuente entre un hombre de la misma edad y una chica adolescente. Y eso erróneo es lo que surge en la película. Es el punto de ruptura. La llegada de la actriz que revuelve lo que estaba en lo profundo del charco. La emancipación de los hijos que se van a la universidad. El aparentemente ideal círculo social, pero también precario, también en equilibrio inestable.

De todos modos, es una película que para poder abarcarla es necesario dejarla reposar. Y en ocasiones es difícil de digerir. A pesar de la asepsia general, y de las bondades estéticas del cine de Haynes, la película es incómoda. No es fácil encontrar referentes éticos, más allá de esos hijos nacidos de una pareja extraña. Que percibimos como que no debe ser. Y eso que la que es nacida directamente de la relación entre el chico casi un niño y la mujer de treinta y tantos tan apenas aparece en pantalla. Las ambigüedades morales del ser humano es un tema predominante, y es incómodo. Cuesta hacerse con la composición de lugar. Por lo tanto, más que una recomendación general es… según y cuándo es una excelente película, según y cuándo no es la película para ver. Pero es una buena película con excelentes interpretaciones.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Cine] Munekata kyōdai [宗方姉妹] (1950)

Cine

Munekata kyōdai [宗方姉妹] (1950; 09/20240210)

Munekata kyōdai, las hermanas Munekata. No hay una palabra para decir hermana (o hermano). Si hablas de una persona, tienes que especificar si es una hermana mayor, ane [姉], o menor, imōto [妹]. Algo similar en masculino. Pero sí hay una palabra para el colectivo de hermanas, shimai [姉妹]. Lo que llevo preguntándome desde el sábado es por qué si el título original utiliza esta última grafía, todas las transcripciones al alfabeto latino aparecen como kyōdai, que yo había aprendido como hermanos [兄弟]. En fin… esas cosas del idioma japonés que hacen que por mucho que le haya dedicado mi tiempo, haya llegado a la conclusión que nunca seré capaz de hacer una mínima y sencilla conversación por miedo a decir tonterías. Lo que sí me ha servido con esta película es para comprender mejor el talante de las hermanas Munekata, la mayor Setsuko (節子, Kinuyo Tanaka) y la menor Mariko (満里子, Hideko Takamine), salvando las limitaciones de los subtítulos en castellano.

La acción transcurre entre Tokio, Kioto y Kobe. Y a Setsuko le gusta visitar los templos de la antigua capital imperial, donde vive su padre… mientras que a Mariko le apetecen más otras actividades más mundanas. Nos quedaremos aquí, fotográficamente, con algunos de los templos de Kioto.

Nos sorprendieron los estrenos de la cartelera de esta semana con la inclusión de esta película de Yasujirō Ozu, uno de los maestros por excelencia del cine japonés, y aun me atrevería a decir uno de los mejores directores de cine de la historia, todas las nacionalidades incluidas. He visto unas cuantas de sus películas, las más célebres, en casa, en la televisión, desde plataformas en línea cuando estuviesen disponibles, o de la forma que fuese cuando no. Y su pausada forma de rodar, aparentemente sencilla, pero que transmite una gran profundidad, aunque ajena a la mayoría de las cosas que se hacen hoy en día, no ha dejado de ser un referente para muchos directores posteriores. Algunos de ellos han pretendido imitarle, con segundas versiones de sus historias. Ozu nació en 1903, por lo que el año pasado fue el 120º aniversario de su nacimiento, y varios festivales de cine, de los de más postín, le rindieron homenaje con esta versión restaurada y remasterizada en formato digital 4K de esta película de 1950.

Emparedada en su filmografía entre las dos primeras películas de la llamada Trilogía de Noriko [Banshun 晩春 (Primavera tardía), Bakushū 麥秋 (Principios de verano), Tōkyō Monogatari 東京物語 (Cuentos de Tokio)], consideradas como verdaderas obras maestras, la historia de la familia Munekata ha pasado más desapercibida como una obra menor. En ella nos habla del conflicto que surge ante las dos hermanas cuando coinciden en el tiempo tres hechos; la noticia de que su padre (Chishū Ryū) tiene una enfermedad terminal, la crisis en el matrimonio de la mayor por el desempleo y el alcoholismo de su marido (Sō Yamamura), y el regreso del extranjero de un antiguo amor (Ken Uehara) de Setsuko, por el que Mariko también se siente atraída.

Esta película es un ejemplo de que cuando de un autor se espera tantísimo, algunas obras muy buenas, o incluso excelentes desde ciertos puntos de vista, quedan relegadas a un segundo plano. Ozu nos habla, como en tantas ocasiones, de la familia y de las relaciones. Como de costumbre no se extiende en explicaciones. Hay un contexto, que está ahí porque forma parte de modo espontáneo en las explicaciones, pero asume que el espectador lo conoce. Y dando ese contexto por sabido, entrada directamente al grano. Un marido sin empleo, en la posguerra mundial, un ingeniero descolocado en un país en el que las prioridades están cambiando. Dos hermanas que son polos opuestos, pero que viven en armonía. La mayor, en sus treinta y tantos, vestida siempre con kimono tradicional, de modales modestos, también tradicionales, que siente que su obligación es salvar el matrimonio en el que es desgraciada. La menor, vestida a la occidental, mucho más joven, en su veintipocos, que reivindica su derecho a ser cosmopolita, abierta, a decir lo que piensa, a ser directa. Como en tantas obras de cine o literarias japonesas, Ozu trata el conflicto de valores en un país que cambió por completo su forma de interactuar con el mundo en el intervalo de pocas décadas. Que pasó de un régimen feudal y de bajo desarrollo tecnológico, a ser una de las potencias bélicas que puso en jaque a media Asia y el Pacífico. Y eso pasó su factura entre sus ciudadanos con valores conflictuados.

El principal activo de la película, además de la consistente realización de Ozu, fiel a su estilo, es la excelencia de sus interpretaciones. Unas interpretaciones de un estilo muy distinto a las que estamos acostumbrados. Pero Takamine como, especialmente, Tanaka, están excelentes. No en vano son dos de las intérpretes más destacadas de la historia del cine nipón. Pero también hay que destacar a Yamamura, que le toca bailar con el papel más desagradable.

No voy a decir que esta película sea para todos los públicos, en el sentido de que no responde a los gustos de hoy en día. Es una película que tiene ya 73 años. Y el mundo y los gustos han cambiado mucho. Pero es una buena película que satisfará a los más cinéfilos. Y que me ha hecho ver que las horas dedicadas al japonés no han sido en vano. Porque aunque me ha permitido captar matices de los diálogos que pasarán desapercibidos a los que se guíen sólo por los subtítulos. Por ejemplo. Mariko, la más joven, un poco cría en sus comportamientos, suele hablar de sí misma en tercera persona delante del antiguo amor de su hermana. En fin… que yo estuve encantado. A pesar del frío que pasé en esa sesión matinal de sábado.

Valoración

  • Dirección: ****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: ****

[Cine] Anatomie d’une chute (2023)

Cine

Anatomie d’une chute (2023; 67/20231208)

La semana de los festivos múltiples de principios de diciembre, con los estrenos descolocados de su día habitual, los viernes, para llevarlos a un miércoles, nos trajo esta película de la francesa Justine Triet, que venía precedida de una serie de éxitos en festivales y premios, y con críticas extremadamente favorables. También se había hablado mucho de la interpretación de su protagonista, la alemana Sandra Hüller, que parece estar en estado de gracia absoluta, ya que estamos esperando una película que también protagoniza sobre los campos de exterminio nazi, que también está recibiendo buenísimas críticas. Ya adelanto que este drama judicial que nos ocupa hoy es la primera película del año, y a la altura que estamos probablemente la única, que me merece una matricula de honor sin paliativos en todas sus dimensiones, con consideración de obra maestra absolutamente imprescindible. Intentaré explicarme.

Los Alpes franceses, no en Grenoble sino cerca de Chamonix, pero es lo que tengo a mano. No he tenido ocasión de vistar (todavía) Grenoble. Pero me lo debería plantear. Más por las montañas cercanas que por la ciudad en sí misma.

Un matrimonio con un hijo con una discapacidad visual consecuencia de un accidente vive en un chalé de los Alpes franceses, no lejos de Grenoble. Ambos cónyuges son intelectuales que viven de la escritura o de la enseñanza. Y tras una entrevista de una periodista a la esposa, interrumpida por el esposo de forma auditivamente violenta, música a gran volumen, el esposo se precipita por una ventana y muere. En la casa sólo había tres personas. Ambos cónyuges y el niño con escasa capacidad visual. Y el perro lazarillo del niño. En realidad, el niño estaba dando un paseo con el niño. Y la esposa también sale en algún momento de la casa. Pero sólo hay tres posibilidades; o es un accidente, o es un suicidio, o la esposa ha matado al marido. Descartado el accidente, se encausa a la mujer como sospechosa y se lleva a juicio. Hay que decidir si los indicios indirectos que existen en la escena del fallecimiento son suficientes para declarar que es la escena de un crimen cometido por ella, o no.

Siempre he dicho que no me gustan especialmente los dramas judiciales. Eso sí, cuando me gustan, me gustan más que nada. El título de la película, en castellano Anatomía de una caída, nos lleva de inmediato a pensar en otra gran película del género judicial, Anatomy of a Murder de Otto Preminger, excelente drama interpretado por James Stewart, Ben Gazzara y una guapísima Lee Remick. Excelente producción que recibió siete candidaturas a los Oscar, aunque no ganó nada porque se tuvo que enfrentar a Ben Hur, The Diary of Ana Frank y Some Like It Hot (Con faldas y a lo loco) entre otras. Menudo año el de los Oscar de 1960. Pero si aquella película de Preminger diseccionaba el proceso judicial ante jurado con sus bondades y con sus trampas (con la maravillosa música de Duke Ellington… es que lo tenía todo), la de Triet disecciona otras cosas. El propio título de la película tiene un claro doble sentido. Una caída. Pero, ¿estamos hablando de la caída de un cuerpo al vacío desde un balcón? ¿O estamos hablando de la caída al vacío de un matrimonio condenado por el duelo ante las secuelas del niño, por los sentimientos de culpabilidad, o por los reproches entre los cónyuges? ¿O por los celos profesionales de uno ante el éxito como escritora de la otra? ¿O qué tienen que ver las infidelidades que surgieron tras el accidente?

Asistimos en la película a una presentación, en los momentos previos y los que se dan durante la caída del fallecido, a una somera investigación, no es una película policial, y en lo que se hace incidencia tiene más que ver con el niño y su capacidad para actuar como testigo fiable que otra cosa, y fundamentalmente a un juicio. Pero el juicio, lo que desgrana con minuciosidad, con testimonios diversos, es la crisis de un matrimonio burgués en todos sus frentes. Crisis con una serie de elementos que se pueden dar en cualquier matrimonio de clase media de cualquier país de la Europa occidental contemporánea, y que es lo que realmente disecciona la película en esta particular lección de anatomía. Todo apoyado en una realización absolutamente impecable. Muchos dirán que sobretodo apoyado en la interpretación de Hüller, pero no es cierto. Siendo esta de primerísimo nivel, y muy bien acompañada por el resto del reparto, especialmente por el niño Milo Machado Graner, fenomenal, no hay que quitar el menor mérito a la excelente puesta en escena que nos ofrece Triet, y al preciso guion que también firma junto a Arthur Harari. Todo funciona como un reloj.

Dos preguntas surgen tras ver la película. Una, ¿es recomendable?… Es obligatoria. En serio. A poco que tengas una mínima afición al séptimo arte, no te la puedes perder. De lo mejor. Dos, ¿fue un crimen?… ¡A quién coño le importa!

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: *****
  • Valoración subjetiva: *****

[Libro] El final del affaire – Graham Greene

Literatura

Graham Greene es un autor hasta cierto punto discutido. Por un lado, muchas de sus novelas fueron consideradas obras de entretenimiento, aventuras de viaje y espionaje que, aunque con un nivel literario superior al de otros autores del mismo género, no gozan del mismo prestigio que otras obras de más calado. Creo que un ejemplo claro de esto es The Third Man, cuya traducción al castellano leí en su momento. Pero cierto es que esta historia ha alcanzado más reconocimiento a través del guion que el propio Green escribió para el cine en una de mis películas favoritas del género negro. También leí en su momento una traducción al castellano de The Quiet American, otras de sus novelas más célebres, también llevada al cine, aunque en este caso no fue Greene quien escribió el guion.

Por otro lado, está la cuestión de sus creencias religiosas. Greene era católico, y en algunas de sus novelas, como la que hoy nos ocupa, se exploran los dilemas a los que se enfrenta el creyente de esta denominación cristiana. Por ponernos en contexto, no olvidemos que Greene era británico, y que en el Reino Unido hubo una fuerte legislación anticatólica durante siglos que sólo empezó a suavizarse hacia mitad del siglo XIX cuando se permitió el establecimiento de nuevo de diócesis católicas en el país. Curiosamente, hay varios famosos escritores británicos cuya obra siempre ha sido analizada desde la particularidad de su fe católica, como algo singular, de lo que no se suele hablar para aquellos escritores anglicanos o de otras denominaciones protestantes. He de decir que, en lo que yo conozco de la fe anglicana, sus diferencias de la católica son mucho menores de lo que nos quieren vender. Cosas que pasan.

En la novela que hoy comento, Greene nos traslada al periodo comprendido entre los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial y los inmediatamente posteriores a este conflicto bélico. El narrador, en primera persona, coprotagonista de la historia, nos habla de su relación adultera con la mujer de un funcionario del gobierno, de apariencia gris, pero exitoso, que terminó bruscamente tras un bombardeo con V1 sobre Londres, y que es recordado y, hasta cierto punto, reavivado, poco después del final de la contienda.

Los protagonistas de la novela son británicos al uso de la época, alejados de la religión, más allá de los convencionalismos sociales. El narrador se declara no creyente. Y asume la misma posición en su amante y el marido de esta, con quien relaciona de forma relativamente cordial. Pero en un momento dado, aparece la sospecha de que la mujer abriga creencias religiosas, vinculadas al catolicismo, incluso con la posibilidad, ignorada incluso por ella misma, de que fuese bautizada como católica al nacer. Todo ello provocará en un momento dado dudas y arrepentimientos, a pesar de no llevar un vida «ejemplar» en lo que se refiere a su fidelidad matrimonial. El narrador no es el único amante que ha tenido, puesto que, aunque nunca ha considerado la separación de su marido por quien abriga ciertos sentimientos, este es aburrido y no la satisface en muchos aspectos.

El narrador, en primera persona como ya he dicho, no es fiable. Su visión y su versión de los hechos vienen alteradas por las emociones, que oscilan entre el amor y el odio, por la rabia de haber sido abandonado. La mujer, en una de las partes del libro, se convertirá también en narradora, también en primera persona, a través de las páginas de su diario, donde conoceremos la otra visión de los hechos. Y al final, el narrador entra en una serie de sentimientos contradictorios cuando una serie de… ¿coincidencias sorprendentes?, planteen la posibilidad de que una conversión final de la mujer a la fe católica, conlleve su intercesión por gente necesitada de ayuda. De donde viene el debate de que el libro, más allá de ese romance tormentoso que se nos cuenta, es una reflexión moral y religiosa. Me cuesta pronunciarme sobre cuál fue la intención de Greene con este libro. ¿Poner de manifiesto sus propias dudas, sus propios dilemas internos? ¿Se encontró él también en situaciones similares, entre las exigencias de la fe y las relaciones con las mujeres? No lo sé. La novela, que empecé a leer hace un año o más, y que abandoné porque en aquel momento no me llegó. Sin embargo, cuando la volvía a empezar a leer desde el principio durante mis vacaciones, me atrapó, y en dos días, no es muy larga, estaba terminada. Eso habla del interés que despertó en mi. Me parece muy interesante.

[Libro] Azami – Aki Shimazaki

Literatura

Ya comenté recientemente los cambios que se habían producido en la publicación de las obras de la canadiense nacida japonesa Aki Shimazaki en España. Como consecuencia, como ya anunciaba, he cambiado la forma de aproximarme a la obra de esta escritora. Sus dos primeros quintetos de novelas cortas relacionadas entre sí se habían publicado en España como obras únicas, lo cual ejercía un efecto beneficioso sobre el coste final para el lector. Pero ahora que se publican como obras individuales… ya no suponen ninguna ventaja sobre el original en francés, por lo que he decidido recuperar el tiempo perdido con el tercer quinteto de novelas cortas pasándome a los originales de Shimazaki. No tengo especial problema en leer en francés. Quizá un poquito más despacio, pero sin más. Así que esta primera novela corta de la serie La sombra del cardo, o debería decir ahora L’ombre du chardon, aunque la lea en «desorden», después de la que se publicó en segundo lugar, la he leído en francés.

Ambientada la novela, como la anterior, en Nagoya, y en ciudades cercanas, y no disponiendo fotos de esa populosa ciudad, opto por algunas instantáneas en la más tranquila Kamakura.

Azami, 薊, aunque también en katakana アザミ, así se presenta la entrada sobre estas plantas en la Wikipedia JA, es el nombre que recibe en japonés la planta del cardo, especialmente los del género Cirsium. Y es el apelativo poético con el que el protagonista de esta novela corta llamaba en secreto a la niña, compañera del último año de la escuela primera, que le gustaba. Y de la que no volvió a saber más. Ahora, adulto, felizmente casado con un esposa ejemplar y dos retoños,… bueno felizmente pero sin relaciones sexuales,… tras un encuentro casual con otro compañero de la época, acabará reencontrándose con Azami. Aunque esta no ha llevado precisamente la vida que imaginó para aquella niña despierta e inteligente. Azami es la protagonista de la novela corta que leí recientemente, la segunda de la serie, Mitsuko.

Después de haber leído los dos primeros títulos del ciclo, parece que el hilo conductor, el elemento común o protagonista, es la atractiva y compleja mujer que conocí en la novela anterior. Pero centrémonos en el hecho de que el personaje principal en Azami es el hombre. Está redactada en primera persona, el punto de vista de lo que está sucediendo, de cómo se reencuentra con su ambiguo compañero de escuela, de cómo provoca el reencuentro con Mitsuko, de cómo inician una relación y cómo toma decisiones trascendentes en su vida, es el punto de vista del protagonista masculino. Y por lo tanto, un narrador no fiable; incluso si es una narrador honrado, no conoce toda la información. Una persona en una encrucijada. Entre un matrimonio presuntamente perfecto, pero con una importante vía de agua, la ausencia de relaciones físicas íntimas con su por lo demás perfecta esposa, y la poderosa atracción que siente hacia la antigua compañera, siempre misteriosa, con una vida compleja. Debemos tener en cuenta que, si se leen las novelas en el orden en que se publicaron, sabemos muy poco de Mitsuko. Mientras que tal y cómo las he leído yo, el punto de vista del lector es muy muy distinto. Se puede hacer, cada novela corta se puede leer de forma independiente, pero cambia mucho en la imaginación del lector.

Después de la potente y compleja historia que leíamos en Hōzuki, quizá este relato no tiene el mismo tirón, la misma contundencia en los sentimientos del lector. Pero estamos ante el mismo estilo de escritura, una literatura a la que no es difícil acceder, pero que tiene profundidad, y que transpira su origen asiático aunque esté escrita en francés, en sus ritmos, en sus puntos de vista, en las descripciones y en la presentación de sus personajes. Recomendable, como no podía esperar de otra forma, creo que hubiera sido bueno leer estas dos primera novelas de L’ombre du chardon en el orden en el que fueron publicadas.