[Libro] Retratos de jazz – Haruki Murakami

Literatura

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. Si vamos a hablar de jazz, la velada en el Village Vanguard de Nueva York es adecuada para ilustrar la entrada.

Tardaré un tiempo en volver a comentar un libro leído. Cuando en realidad llevo un acúmulo notable de libros pendientes. Me tendré que plantear cuando llegue el momento la posibilidad de comentarlos de dos en dos. Pero de momento es lo que hay. No será muy largo. Ni tengo mucho tiempo, ni merece la pena estirarse mucho. Aunque el autor sea Haruki Murakami, uno de mis novelistas favoritos. Pero que en cuestiones de no ficción, no me atrevo a llamarlo ensayo, unas veces me convence más que otras. No es su faceta favorita. Pero tratándose de jazz, un elemento, la música en general, siempre presente en sus relatos, y siendo el género que más suelo escuchar, tenía que leerlo.

Recientemente publicado en España, su primera colección de retratos literarios de figuras literarias del jazz en su lengua original, el japonés, es de 1997, habiendo publicado una segunda en 2001. No acabo de tener claro si la colección traducida al castellano es la primera de ella, o las dos reunidas en un único tomo. Tampoco tiene más importancia. Murakami escribe una serie de reflexiones sobre algunos de sus músicos de jazz preferidos, seguida de una breve biografía del músico. Las reflexiones, en las que explica qué significa para él ese músico y su obra, incluyen elementos como la primera vez que lo escuchó, y lo que significó para él. Y cuál es la obra del autor que más destacaría. Por lo que sirve para hacer una colección de álbumes de jazz muy interesante.

Murakami anda por los 76 años, nació en 1949. Por lo que, cuando empezó a escuchar esta música, siendo un adolescente, era la década de los 60 del siglo XX, un período en el que el jazz todavía estaba en lo que podríamos denominar su época dorada, que venía de la aparición del bebop en los años 40, en mi humilde opinión. Antes estuvo el jazz clásico y el swing como derivado más popular. Después vinieron las fusiones y free jazz, al que ha seguido una época de estabilización, es decir, de menos innovación, aunque sigan existiendo músicos excelentes. Pero la atracción que esta música provocaba en el público ha disminuido, pasando ha ser una música culta. Una música cuyo gusto has de cultivar para que te llegue a gustar e, incluso, a apasionar. Por lo tanto, se ha vuelto minoritaria. Lo cual no quiere decir que no haya millones de aficionados en el mundo. Entre los que, modestamente, me encuentro.

Pero Murakami pudo disfrutar de su música siendo muy joven en un momento privilegiado. Porque a mí, en estos momentos, el jazz que más escucho procede de esos finales de los años 50 y de la década de los 60. No es que no encuentre cosas interesantes en otros momentos de la historia del jazz. Pero indefectiblemente vuelvo a esos años. Envidio a Murakami, y envidio el ambiente cultural en el que alcanzó a desarrollar su gusto musical. El mío fue más tardío. Es una música que descubrí con casi treinta años. El doble de edad de los que tenía Murakami cuando, según estos retratos de jazz, empezó a disfrutar de esa música. Los retratos literarios en sí me han parecido entretenidos. Pero no son especialmente profundos. Creo que el tema hubiera merecido un poco más de intensidad personal en explicar por qué la música de jazz ha sido tan importante en su vida. Pero bien está haberlos leído.

[Cine] Kpop Demon Hunters (2025)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. La última tarde que pase en Corea del Sur antes de finalizar el viaje, en Seúl.

KPop Demon Hunters (2025; 29/20250627)

Sinceramente, cuando apareció anunciada en Netflix me generó una cierta curiosidad. Pensé que era animación coreana. Sólo recuerdo haber visto una película de animación coreana y me pareció curiosa. Por eso, me puse el aviso para su estreno. Pero cuando llegó, puse unos minutos y me percaté que era una película USAmericana que chupaba de la popularidad de la música pop coreana y pasé de ella. Me parecía que tenía el estilo de tanta animación inane norteamericana. Pero… en la semana siguiente me encontré con un bombardeo de noticias asegurando que la película era un bombazo para la plataforma, y con muchas críticas elogiosas. No es que no dejase de ser escéptico hacia esta película dirigida por Chris Appelhans y Maggie Kang. Directores con poco bagaje como tales directores, pero con mucho bagaje trabajando en películas de animación. Incluso algunas realmente buenas. Pero bueno… con una duración de hora y media, desde el sofá de casa… poco había que perder.

Bien… El argumento es lo de menos. Podría haber sido casi cualquier cosa. Un grupo de pop coreano femenino, un trío, que triunfan por doquier, pero que además son cazadoras de demonios para mantener el mundo a salvo de los malvados seres del Averno que se alimentan de almas humanas. Pero aparece un grupo masculino, de siete, a competir con ellas. Y la cosa se pondrá oscura. Más cuando una de las chicas parece que no tiene una genética exclusivamente humana… y encima el líder de los chicos le tira los tejos. Argumento banal y previsible donde los haya.

No hay mucho más que comentar. Hay derroche de espectáculo visual, nulo interés de mostrar los aspectos oscuros de la explotación de adolescentes en la industria del Kpop, donde los demonios parecen estar más en las agencias de representación y en las discográficas y no en los infiernos, y. topicazos por doquier,… muy propios del cine norteamericano, que decide que quiere su tajada del fenómeno cultural surcoreano. Pero entiendo que tenga su público. Pero si no perteneces a ese público, mejor abstente. No. No aporta nada nuevo. Es más de lo mismo, de esa animación hipercomercial yanqui, que hace tiempo que perdió el corazón y se convirtió en una fábrica de productos audiovisuales formulaícos, destinados a tener mucha mercadería complementaria. Ya está. No hace falta dedicarle más tiempo.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: **

[Cine] Sinners (2025)

Cine

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. No tengo fotos del estado de Misisipi… así que unas fotografías de San Francisco habrán de bastar.

Sinners (2025; 20/20250427)

No había oído hablar de esta película casi hasta el día en qué se estrenó. En los medios «especializados» que sigo yo no se había mencionado tan apenas y me había pasado desapercibido. Digo «especializados» porque cada ver hay menos medio fiables sobre cine. En cualquier caso, las críticas inmediatas eran muy buenas, y los datos de taquilla que venían desde los USAmérica eran notables. Así que me apetecía ver esta película dirigida por Ryan Coogler. Uno de los puntos… no voy a decir negativos, pero sí poco atrayentes. Un director que ha destacado dirigiendo películas superheroícas de Marvel… no es un buen currículum para nosotros. Pero me costó convencer para no ir solo. Porque se decía que era un musical…

No lo es. Es una película con canciones, en la que la banda sonora tiene una importancia fundamental, girando alrededor del blues… y de la música folclórica irlandesa… qué cosas. De lo que yo no me había enterado antes de ir a ver la película es de que era una película de vampiros. Y eso que en un artículo había una referencia, pertinente, a una divertida película de Robert Rodríguez. Y así, tras un misterioso comienzo con un joven empuñando el mástil de una guitarra refugiándose en una iglesia… volvemos hacia atrás en el tiempo, 24 horas, cuando dos hermanos gemelos (ambos Michael B. Jordan) reclutan al joven (Miles Caton / Buddy Guy ya octogenario) como guitarrista y cantante para el nuevo garito que han adquirido, y han convertido en un tiempo récord en un Juke Joint. Los dos han huido con cierto dinero del mundo del hampa de Chicago, en los movidos años 30 del siglo XX.

Y en el garito se reunirán por la noche para beber, cantar y bailar con una clientela de negros de Misisipi, entre los que destacan algunos amigos, como la pareja china (Yao y Li Jun Li) que les proporciona los víveres y materiales, la joven pero antigua novia (Hailee Steinfeld), la nueva y joven cantante (Jayme Lawson), el viejo músico callejero (Delroy Lindo) y otros. Pero otro grupito de tres blancos (Jack O’Connell, Lola Kirke y Nathaniel Arcand) también se ha reunido en las últimas horas y se ve atraído por la música que surge del garito. Y no tienen buenas intenciones.

Por partes. En el aspecto técnico, la película es de sobresaliente. Realizada magistralmente en su puesta en escena, en sus encuadres, en el movimiento de los personajes en sus planos, tiene momentos casi sublimes. Algunas de las escenas musicales dentro del garito están a un nivel altísimo. La reproducción del ambiente de los años 30 en el profundo sur norteamericano es buenísima. Y a eso hemos de sumar un reparto en estado de gracia. No hay nadie que desentone, tenga un papel más o menos importante. Por supuesto, la estrella de la función es Jordan, con su papel doble, tan matizado y tan diferenciado. Pero no hay que desdeñar en absoluto la calidad de las escenas que protagoniza O’Connell como principal antagonista de la función. En un ámbito más frívolo, con lo mona que me ha parecido siempre Lola Kirke… está tan caracterizada de cutre que casi no la conocí. Pero eso también es mérito. Como Steinfeld jugando al equivoco de «soy negra, soy blanca… ¿qué soy?». Quien lo iba a decir de aquella chiquilla que con 13 o 14 años fue candidata al Oscar por un excelente western de los Coen.

Finalmente hay que hacer el balance del conjunto de la película. Película muy arriesgada. Por su doble condición. Su reivindicación de la cultura negra a través de su música, especialmente el blues, excepcional la banda sonora de Ludwig Göransson, y del ansia de libertad, de autodeterminación, de expresión personal y colectiva, tiene que encajar en esa segunda mitad de la película en la que se convierte en un «abierto hasta el amanecer», pero con sin el elemento cómico. Y no siempre tienes claro que encaje, aunque yo creo que al final sí, especialmente porque el propio Coogler introduce ese diálogo final, décadas más tarde, con el joven músico octogenario, estableciendo que, aquella noche, por terrible que fuese, hasta la medianoche, fue la más feliz de sus vidas, la noche en que se sintieron libres. Ese pequeño discurso… casi me emocionó. Muuuuyyyy recomendable. Una sorpresa de primavera, que debería tener carrera en la temporada de premios, si no fuera porque ha llegado muy pronto en el año. Y la música. Creo que fue Cifu quien dijo que igual que la música clásica europea surgió de la música del pueblo, la música clásica afroamericana, el jazz, surgió de las cabañas del profundo Sur norteamericano donde se cantaba y bailaba el blues.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ***

[Cine] A complete unknown (2024)

Cine

A complete unknown (2024; 12/202500309)

Las series de fotografías que ilustran esta entradas de este Cuaderno de ruta pueden verse, desprovistas de texto, en fotos en serie. La carrera inicial de Bob Dylan se desarrollo principalmente en Nueva York. Pero la única música que he escuchado yo en directo en la Gran Manzana fue el jazz del Village Vanguard.

Tremendo despiste el lunes pasado a la hora de comentar el estreno de turno. Me salté uno. Aquella película y esta que comento hoy las vi en días consecutivos. Y por esas causas y azares, me olvidé de esta. Y esto ya va a dar una pista del impacto que me dejó. Escaso. Y sin embargo, es una película bien hecha. Muy cuidada en su atención al detalle. Candidata a 8 premios Oscar, incluidos los más prestigiosos, de los que ganó… ninguno. Estamos hablando de la película biográfica dirigida por James Mangold, sobre los primeros años de la carrera musical de Bob Dylan. El único cantautor que ha ganado el Premio Nobel de literatura. Y que conste que no me parece mal. Un buen cantautor, de los buenos de verdad, no deja de ser un poeta que le pone música a sus poemas. Y si estos son significativos…

Mi falta de sintonía con esta película me lleva incluso a opinar que si alguien hubiese merecido un premio, a la mejor actriz de reparto, tendría que haber sido Elle Fanning por interpretar a una ficticia alter ego de Suze Rotolo. Sin embargo, la que era candidata a esa categoría de los Oscar era Monica Barbaro por interpretar a una real Joan Baez. Qué cosas. Que conste que la que nos regala auténticas escenas de cierto nivel es Fanning. Sin duda. Pero la presunta alma de la fiesta es la alabada interpretación de Timothée Chalamet encarnando a Dylan. Muy alabada sí… pero que a mí no me acabó de convencer. Una repetitiva sucesión de poses similares, en el que me parece uno de los menos inspirados trabajos del francoestadounidense actor.

El largometraje, realmente largo con dos horas y veinte minutos de duración, nos guía por los años iniciales de la carrera de Dylan, desde su encuentro con Pete Seeger (Edward Norton) y un enfermo Woody Guthrie (Scoot McNairy), hasta que escandalizó al relativamente mohoso ambiente de la música folk conectando su guitarra y el resto de los instrumentos de su grupo a unos amplificadores. En medio, contado con trazos rápidos y poco detallados, sus relaciones con Rotolo y Baez, y detalles por aquí y por allí de algunos hechos destacados de esa etapa de su biografía.

Me pasó con esta película biografíca un poco lo mismo que con la dedicada a Lee Miller. Quiere abarcar mucho, pero concreta poco. Es un ejercicio formal de ambientación y caracterización de actores, pero con poca chicha por detrás. Algunos mensajes progresistas en lo político muy estereotipados, pero poca profundidad en el análisis de quien nos importa realmente en la historia. Ese joven músico y poeta que se quiere comer el mundo, que quiere encontrar su camino, pero cuyas reales motivaciones y pensamientos, al final de la película siguen siendo tan desconocidos como al principio.

Se deja ver. Pero me resultó francamente decepcionante. Y al final, pasa con esta película, lo mismo que le pasa al personaje principal en la película. Parece que lo único que interesa del músico, poeta y persona son aquellos primeros éxitos de sus primeros años, y poco más.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: ***

[Libro/historieta] Solanin – Inio Asano

Literatura

No sé muy bien cuál es el criterio por el cual, cuando transcriben una palabra con alguna de las moras del grupo ra, re, ri, ro, ru del japonés a un idioma indoeuropeo, como el inglés o el castellano, a veces conservan la «r» y otras lo transcriben como «l». En japonés, esas moras se pronuncia con un fonema intermedio, que a veces nos suena «r» y otras «l». El caso es que el título original de este relato gráfico de Inio Asano, Soranin ソラニン, nos lo ofrecen en español o en inglés o en otros idiomas como Solanin. Que es el título de una canción ficticia de la que se habla en la historia. Ficticia hasta que un grupo de rock japonés, con letra del propio Asano, la que aparece en la historia, le puso música y la grabó. Y se usó en la adaptación al cine que hubo en su momento de esta historia.

Como consecuencia de la buenísima impresión que me dejó la lectura reciente de la serie de ciencia ficción de Asano que recientemente se adoptó como serie de anime, decidí que quería leer más de este autor. Y me puse a buscar y di con dos de sus obras, el relato gráfico que nos ocupa hoy, y una antología de relatos cortos de la que hablaré en otro momento. Solanin es una historia publicada originalmente de forma serializada entre 2005 y 2006. Yo la he leído en un volumen único, aunque originalmente se recopiló en forma de dos tankōbon. Y los temas que trata son algunos de los más queridos por los autores japoneses; aquellos relacionados con la alienación que genera la sociedad en las grandes ciudades, especialmente Tokio, entre las gentes. Y en este caso, la rebelión contra la misma de unos jóvenes que se debaten contra las «obligaciones» impuestas por el paso pleno a la edad adulta.

Meiko (ella) y Taneda (él) son dos jovenes en la mitad de su veintena. Se conocieron y se enamoraron como estudiantes en la universidad, y llevan juntos varios años. Viven juntos, y salen adelante con el salario de ella como oficinista y los magros ingresos de él como ilustrador a tiempo parcial en una editorial. Se quieren. Pero están insatisfechos. Meiko es consciente que a este paso, se van a quemar, y su relación peligrará. Por ello toma una decisión. Aprovechando sus ahorros, deja su trabajo para replantearse su vida, y anima a Taneda para que retome sus sueños de universitario; la música y su grupo de rock. Sin embargo, una tragedia cambiará por completo los planteamientos de Meiko.

Hay varias cosas que me gustan, y mucho, en esta historia de Asano. La primera, importante, es que los personajes, los dos principales, pero también el grupo de amigos y familiares que les rodea, se sienten reales. Vivos. Auténticos. No son héroes. Tampoco antihéroes. Son gente. Gente maja. Pero con problemas. Meiko es una chica corriente. Y sin embargo, en su autenticidad de veinteañera que profundiza con reticencias, y con resistencias, en las responsabilidades de la vida adulta, se percibe especial. Y atractiva. Otra cosa importante es el entorno. También se siente real. Da la impresión que las vivencias de los personajes tienen que ver con la percepción real de Asano sobre la sociedad en la que vivía en ese momento. Tendría entre 24 y 26 años cuando publicó la historia, los mismos que sus personajes. Es una historia de ficción que rezuma autenticiadad.

La historia no resuelve la vida de sus protagonistas. En el mejor estilo de la literatura asiática, no hay un desenlace propiamente dicho. Durante un tiempo, pasan cosas, cosas importantes, cosas trágicas, cosas buenas, y pequeñas cosas. Pero al final no hay cierres. Porque la vida sigue. Y cada día hay que tomar nuevas decisiones y tirar para adelante. Cada uno, como mejor entienden. Es una historia excelente, con una realización no menos excelente. Distinta a la de las chicas de DeDeDeDe, pero engarzada en las mismas preocupaciones y en los mismo temas. Y probablemente mejor. Aunque eso depende de los gustos de cada cual. En cualquier caso, muy recomendable. Lo más curioso es que, 20 años después de publicarse la historia por primera vez, los temas siguen siendo totalmente actuales y válidos. Parece que en esos 20 años, las sociedades actuales, poco han evolucionado en el fondo.

[Libro] Nocturnes: Five Stories of Music and Nightfall – Kazuo Ishiguro

Literatura

Ya he leído varias novelas de Ishiguro en el pasado. No hace mucho de la última. Y es un escritor que me gusta. Muy diverso en sus temas. Y en sus tonos. Aunque siempre con un cierto toque de melancolía. En esta ocasión me aproximé a su faceta como escritor de relatos cortos; cinco de ellos. Publicado originalmente en inglés, idioma en el que lo he leído, en 2009, desconozco en qué momento de la vida de Ishiguro fueron escritos cada uno de ellos.

Estos relatos empiezan y terminan en la piazza San Marco de Venecia al atardecer. Así que allí nos vamos.

Vuelvo a decir que aunque Ishiguro es muy diverso en sus temas y tonos, siempre le noto un toque de melancolía o nostalgia. Y ese toque es el tono general de esta colección cinco relatos. Todos ellos vinculados entre sí por la música. Y por el crepúsculo. Como el título nos avisa. Un matrimonio que se desmorona en los románticos canales de Venecia. Un profesor inglés de inglés en España vuelve a Londres a casa de unos amigos, y se encuentra en medio de una situación realmente incómoda. Un joven músico de rock que no atina con el tono recibe una lección de amor a la música de dos suizos de mediana edad en un café de una comarca rural inglesa. Un saxofonista se recupera de una cirugía estética y mantiene un extraño encuentro con una celebridad ya madura que ha ido a lo propio. Un joven violonchelista en Venecia se deja guiar por una peculiar «virtuosa» del instrumento. Los relatos son independientes, pero algunos de ellos tienen vidas cruzadas, personajes o escenarios comunes.

Sinceramente, no es mi obra favorita de Ishiguro, entre las que he leído. Pero los relatos tienen su intriga. Tienen corazón. Por supuesto, están bien escritos, que se nota la maestría del autor. Quizá no sea mi colección de relatos cortos favorita. Pero sin duda me parece recomendable. Me acompañaron bien durante una parte del viaje al lago Constanza durante mis cortas vacaciones de Pascua.

[Cine] Blue Giant (2023)

Cine

Blue Giant (2023; 17/20240317)

Después de varios estrenos directos en plataforma de contenidos en línea, el domingo pasado volvemos a las salas de cine, a una matinal en la que podemos disfrutar de la versión original de este largometraje de animación japonesa dirigido por Yuzuru Tachikawa. Una película basada en un manga, como tantas en el País del Sol Naciente, sobre un joven, poco más que un adolescente, autodidacta del saxofón, que quiere ser alguien en el mundo del jazz. Con música compuesta por Hiromi Uehara, muy frecuentemente en su discografía simplemente como Hiromi, esto era un aliciente interesante, al menos para mí. Hiromi abrió el festival de jazz en el otoño de 2023, hace muy poquito, presentando su último proyecto Sonicwonder, y su último disco Sonicwonderland. Escucho con cierta frecuencia la música de Hiromi, una pianista excelente de jazz, que le da a otros palos también como el rock progresivo o fusiones de lo más diversas. No todos sus experimentos discográficos me enganchan de la misma forma, alguno… de ninguna forma, pero lo que me enganchan, me enganchan mucho.

No soy muy dado a las historias de superación, donde un chaval, contra viento y marea, sobre todo, contra todo pronóstico, se abre camino en algún ámbito, en este caso en el de la música. Muchas veces rompen mi suspensión voluntaria de la incredulidad y la propia historia me echa de la película. En esta ocasión, la cosa va ahí ahí, pero supongo que las bondades de la animación y la excelente banda sonora de Hiromi superan el bache y me mantienen en el filme. Solamente al final, en su deseo de acentuar visualmente las bondades de la música del chaval, la animación entra en un delirio de imágenes cósmicas que me generan una cierta incomodidad visual. Cuando durante la mayor parte del largometraje, el dibujo es suficientemente expresionista para contar la historia con cierta sensación de veracidad. Pero bueno, tampoco creo que sea como para tirar por la borda la película.

En líneas generales la disfruté. Como ya he dicho/insinuado, la música y los paisajes nocturnos de Tokio influyen en el resultado final, junto con un trío de personajes protagonista que caen simpáticos. La película viene a tener un narrador que es el batería del trío, el que más tarde se apunta a la música y el menos dotado como músico. Lo narra con la perspectiva de alguien que recuerda los acontecimientos en la distancia temporal, no dedicándose a la música, pero manifestando la importancia de aquel año y medio en que el trío que impulsó la carrera del protagonista estuvo en activo.

Creo que a cualquier aficionado al jazz o a la buena música en general le debería resultar atractiva la película. Los números musicales principales están interpretados por la propia Hiromi al piano, con Tomoaki Baba al saxofón y Shun Ishikawa en la percusión. Pero tampoco disgustará, ni mucho menos, al aficionado a la buena animación, incluso si la historia es previsible y ya vista en otras ocasiones. Después de todo no sé… es que quizá yo tenga desde hace muchos años una cierta debilidad por la pequeña gran pianista japonesa.

Nota: El título de la película, en inglés en el orginal, hace referencia a las estrellas gigantes azules, grandes, brillantes, que tienen una vida rápida, breve y que finalizará como una supernova y dejando como residuo una estrella de neutrones o un agujero negro de masa estelar. De ahí toda la imaginería astronómica en los números musicales finales de la película. Por supuesto, el adjetivo blue, azul en el contexto astronómico, en el contexto de la música tiene otros significados, tanto referidos al estado de ánimo (Am I blue, ¿Estoy triste?, estándar del cancionero americano interpretado, entre otros, por Hoagy Carmichael al piano y Lauren Bacall en la voz en la película To have and have not), a un estilo de música, el blues, que tanto influye sobre el jazz, siendo su precursor, como algunos elementos de las escalas musicales del blues y el jazz, como las blue notes, notas añadidas a las escalas pentatónicas propias del blues, que dan un sabor especial a las melodías y las improvisaciones del jazz. La metáfora estelar no me acaba de convencer porque asume la fugacidad de la brillantez del artista, no augurando una larga y duradera carrera. Volviendo al estado de ánimo, los blue devils del blues y del jazz serían los demonios interiores que causan la tristeza y la depresión.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ***
  • Valoración subjetiva: ***

[Música] Futurama vs Psyché Rock

Música

Siempre me ha costado mucho hacer listas tipo «mis 10 libros favoritos», «mis 10 películas favoritas», «mis 10 discos favoritos», «mis 10 destinos de viaje favoritos»… y esas cosas. No tiene mucho sentido. Cada libro, cada película, cada pieza musical, cada viaje tiene su hic et nunc. Su tiempo y su lugar. Su aquí y ahora. Cosas que leí cuando tenía 20 años y me entusiasmaron ahora me darían pereza o quizá no me convenciesen. ¿Con qué me quedo? ¿Con la sensación del momento o con lo que me podría suponer ahora? ¿Son listas «móviles» que van evolucionando? ¿Siempre distintas? Entonces… ¿qué sentido tiene hacerlas si son perennes? Pero hay constantes. Det sjunde inseglet (El séptimo sello) sería una constante de un listado de películas desde que la vi, y era poco más que un adolescente, pero The Godfather (El padrino) no. Por ejemplo. Lo cual además demuestra que soy raro de narices… porque habría muchas más personas que incluirían la segunda que la primera.

Pierre Henry era parisino, así que nos iremos de paseo a París, a la azotea del Centro Pompidou, en un estupendo atardecer de invierno.

Pues bien… en series de animación, Futurama sería una constante histórica que se resistiría como gato panza arriba a desaparecer de los primeros puestos de la lista. Simplemente escuchar los primeros compases de la música de apertura de cada uno de los episodios de la serie ya me pone de inmediato buen humor y a la expectativa… incluso cuando no estoy viendo la televisión. Os la dejo puesta aquí.

Pues bien,… recientemente Apple ha sacado una nueva aplicación para el iPhone/iPad, Clásica (en realidad Apple Music Classical pero aparece identificada con esa sencilla palabra), pensada para escuchar música… pues eso, clásica. No es que no se pudiese escuchar este tipo de música con su aplicación Música, pensada para escuchar… pues eso, música. Es que está en principio pensada para ese tipo de música. Desde que estuvo disponible el 28 de marzo me la instalé y la he estado usando. Creo que es un producto que tiene que evolucionar y madurar, pero desde ese momento dedico más tiempo a escuchar música clásica. El separar estilos de música me parece un acierto. Ojalá pariesen una Apple Music Jazz. En fin.

Estaba ayer escuchándola en casa mientras revisaba las fotografías de viajes en el día del año 2022 para un libro de fotografías, cuando seleccioné una lista de reproducción de la propia aplicación llamada Clásica avant-garde: imprescindibles. Abarca desde el impresionismo musical de Satie y Debussy, que es lo que más me llamó la atención y por lo que empecé a escucharla, están entre mis compositores preferidos, hasta música contemporánea experimental y electrónica. Muy diverso. Desde las dos últimas décadas del siglo XIX hasta todo el siglo XX prácticamente. Y en esto estaba cuando sonó algo que no conocía. ¿O sí? Es Psyché Rock de la Messe pour le temps présent de Pierre Henry, en el ámbito de la música concreta, de 1967. E inmediatamente me puse de buen humor y a la expectativa. Que no lo puedo poner aquí, supongo que no lo permite por cuestiones de copyright, pero que os lo dejo enlazado.

Comprobaréis que la música de la intro de Futurama, acreditada a Christopher Tyng, esta fuertemente basada en la obra de Henry. No lo sabía. De hecho, no conocía la música de Henry. Por lo que se ve, Tyng muestre varias piezas además del Psyché Rock de Henry, con distintos estilos, y de distintas procedencias, para crear la mezcla que constituye la sintonía de la serie de animación. Me ha encantado saberlo, y he pasado un buen rato esta tarde escuchando distintas versiones y variaciones basadas en la música de Henry. Como la de Fatboy Slim, que es el paso intermedio entre Henry y Tyng.

[Cine] Tár (2022)

Cine

Tár (2022; 11/20230201)

Día triste para el cine. Me despierto esta mañana de sábado con la noticia del fallecimiento del director de cine y fotógrafo Carlos Saura (1932 – 2013). Así que tristeza por partida doble. A los 91 años. Con esas edades, no acabo de comulgar con esas manidas expresiones del tipo «una pérdida irremplazable para el mundo del cine y la fotografía» y cosas por el estilo. Es ley de vida que llegados a cierto punto dejamos de existir como seres conscientes. Pero nuestra aportación significativa a la sociedad humana, muy probablemente, ya había ido extinguiéndose tiempo atrás. Pero Saura nos ha dejado obra de sobras para entrar en un lugar destacado en la historia de la cultura por méritos propios. Y por lo tanto, por inevitable que sea la ausencia, no puede evitar dejar un poso de tristeza. Que la tierra le sea leve. Y como digo siempre, en el improbable caso de que exista una vida después de esta, que sea la de la tierra de las gentes del cine, con sus cosas buenas y sus cosas no tan buenas, y que allí nos encontremos todos y podamos seguir soñando.

Si sumas el hecho de que buena parte de la acción de la película transcurre en Berlín, con que hace pocos días os hablaba de una antigua cámara digital, Pentax *ist DS, con la que viajé a la capital alemana en 2007, algunas fotos de ese viaje son idóneas para ilustrar esta entrada.

Mientras, traigo aquí la última película de Todd Field, un director destacado, pero con sólo dos largometrajes previos en su haber. Y han pasado muchos años del último. Y que me gustaron mucho. Ambos. Sin embargo, esta película viene envuelta más en el aura del buen hacer de su protagonista femenina, protagonista absoluta más bien, Cate Blanchett, una de las posibles candidatas a ser considerada la mejor intérprete del momento, y una de las más destacadas de la historia del cine. No obstante, la película es algo más que el trabajo de Blanchett.

Blanchett encarna a Lydia Tár, nacida Linda Tarr, una ficticia directora de orquesta, muy prestigiosa, al frente de la Filarmónica de Berlín. En la cima de su carrera musical, los problemas de relación con su pareja (Nina Hoss), con su ayudante y eventual amante reciente (Noémie Merlant), con una nueva violonchelista de la orquesta (Sophie Kauer), y el suicidio de su anterior amante (Sylvia Flote), van a amenazar con hacer saltar por los aires la posición que ha alcanzado con su talento.

La película es de las que crecen en la memoria al pasar los días, conforme vas comprendiendo la profundidad de los temas, y lo rompedor del planteamiento de Field. Las cuestiones del abuso del poder, en el trabajo y en la cama, con las subordinadas, la prepotencia, la intransigencia ante las sensibilidades y la diversidad de las personas, el #metoo, la llamada «cultura de la cancelación» (qué poco me gusta esta expresión en castellano), tratados como temas en obras literarias y cinematográficas, ya no sorprenden como hace unos años. No hace mucho que vimos una estupenda película sobre estos temas. No sorprende cuando el protagonista es un hombre. Pero en este caso es una mujer. Y una mujer que es símbolo de los logros de las mujeres. Y el tratamiento de los temas dista de ser maniqueo. Las acciones de Tár chirrían como cuestionables, pero también lo son los argumentos o las actitudes de sus relaciones. No pocos de sus argumentos son plausibles, al mismo tiempo que sentimos un rechazo hacia su soberbia. Es un personaje complejo, donde pocas cosas son necesariamente lineales y evidentes, y que invita a la reflexión. Y aunque la interpretación de Blanchett, y del resto del reparto, es excelente, debemos a Field la excelente definición de caracteres, con su complejidad.

Una película con muchas más capas de las que aparenta, que conviene ver con calma, en silencio, y escuchando con finura. A la que hay que estar atento, y en la que conviene no olvidar que en un buen filme, no hay elementos superfluos en la narración, todo aquello que vemos… tarde o temprano reaparecerá y tendrá su razón de ser. Muy recomendable. En las proximidades de la obra maestra. Y reivindicable, más allá del trabajo interpretativo, por ser la obra de un cineasta extremadamente sólido.

Valoración

  • Dirección: *****
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ****

[TV] Cosas de series; una miscelánea porque ya tocaba

Televisión

Con lo que tengo a la espera, y con un ritmo de una entrada televisiva a la semana, tengo garantizado rellenar todo el mes de noviembre con cosas vistas hasta finales de octubre. Es decir… llevo mucho acumulado. El caso es que también tenía una miscelánea de cosas que quería comentar, algunas se remontan a hace casi cinco semanas, y es hora de que las ponga por escrito. Aquí van.

Me llamó la atención que en Netflix añadiesen a su oferta durante el mes de septiembre un documental sobre ciencia que nos hablase del concepto de infinito. Con una hora y veinte minutos de duración aproximadamente, A trip to infinity (Un viaje al infinito) puede dar mucho de ser o quedarse muy corto, porque el tema da para mucho; aunque sólo el situar a los profanos en el concepto de infinito ya puede ocupar ese tiempo. Y eso es lo que yo imaginaba yo; que sería un documental para profanos. El concepto de infinito siempre me ha parecido apasionante. No sólo en el ámbito de las ciencias, donde curiosamente, una vez que alcanzas unos conocimientos mínimos es donde más fácil es de asumir y manejar, sino en el de la filosofía y otras áreas del conocimiento, donde es más complejo de encajar. La negación del infinito, la incapacidad del ser humano en sus estados más básicos de evolución y cultura, especialmente el miedo a no ser para siempre, durante un tiempo infinitamente largo, es decir, a morir, está detrás del origen de no pocas religiones. Generando una pasmosa ironía; por miedo a unos infinitos, crean los dioses también infinitos de por sí, salvo aquellas religiones con götterdämmerungs diversos. Aunque incluso estas suelen tener ciclos infinitos de regeneración del mundo divino y humano. La cuestión es que el documental, que vi en un viaje en tren durante mis vacaciones por el sur de Francia, me dejó un tanto frío. No me aportó nada nuevo, y hubo demasiadas cabezas parlantes hablando «muy emocionadas» sobre «lo guay que es todo esto del infinito», mientras desgranaban los contenidos más habituales de los vídeos que sobre el tema se encuentran en Youtube, sin especial profundidad ni aplicación a la vida y al pensamiento cotidiano de las personas. Hay mejores sitios donde comprender el concepto. Pero puede venir bien a mucha gente.

Es raro que cuando se habla de infinitos, no aparezca aquello de lo de las líneas paralelas que se cruzan en el infinito… o cosas así. Y el mejor ejemplo de líneas paralelas son las vías del ferrocarril. Ayer estuve de viaje en el día a Haro, en la Rioja, mañana os cuento más, y tuve mucha dosis de ferrocarril.

Me lo he pasado bien con una serie documental-musical, también de Netflix, realizada en Corea del Sur y con músicos surcoreanos. Se trata de Take1, en el que se narra el como se hicieron cinco actuaciones que se grabaron en un vídeo, con cinco músicos o grupos musicales del país asiático, pero que tenían una serie de condiciones. Tenían que elegir una canción que fuese la que elegirían como la última y más especial de su vida, y la actuación con la grabación habría de hacerse en una sola toma. Me divirtió bastante, aunque en general el interés fue diverso. Los artistas iban de la música clásica hasta el K-pop más total y absolutamente comercial, desde gente en activo en las listas de éxitos a gente retirada, desde veinteañeros a sesentones. Pero, ¿por qué me dio por ver esto? Durante los meses de enclaustramiento covidiano, los fines de semana y la semana santa en las que tuve que pasar mucho tiempo en casa, yo no estuve confinado en días laborales por ser profesional sanitario y tener que ir a trabajar, tiré mucho de Youtube. Ahora paso mucho menos tiempo, por el abuso con la publicidad que está tirando a la basura la plataforma. Y allí encontré un canal de música japonesa actual, J-pop, The F1rst Take, en el que diversos cantantes graban una actuación en estudio en una sola toma, sobre un fondo en blanco, y muchas veces, los de más nivel, con unos arreglos musicales distintos de sus grabaciones comerciales, más sencillos o acústicos. Un directo en condiciones. Durante unos meses en la pandemia se convirtió en The Home Take, porque grababan desde sus casas en confinamiento. Entendámonos, es un tema de promoción comercial de una discográfica perteneciente a un conglomerado empresarial muy conocido. No hay más que fijarse en la marca de los auriculares, que siempre se ve muy clara. Pero está hecho con gracia. Y me ha permitido conocer a algunos músicos de pop japonés que realmente lo hacen muy bien. Luego he visto otros canales similares. Por lo que es un tipo de iniciativa de moda. Y Netflix ha buscado explotar la fórmula, incluyendo también un largo make-off, antes de reproducir al final de cada episodio la actuación de turno. Curioso, me he divertido.

Y finalmente, durante el mes de octubre, hemos podido ver un especial de Doctor Who, The Power of the Doctor, un especial de hora y media que ha servido de despedida, ya anunciada, a la primera reencarnación femenina, de la mano de Jodie Whittaker, en la historia del estrafalario héroe espaciotemporal de modales tan británicos. Se les ha olvidado a sus productores que el Reino Unido tiende en la actualidad a aislarse del espacio-tiempo convencional para encerrarse en una desenfrenada actividad de mirarse al ombligo, soñar con glorias pasadas, e imaginar que regresan en el futuro, sin hacer nada para ello, y eligiendo una serie de ineptos y desafortunados primeros ministros, a cual peor. A pesar de que los contrincantes de la enésima vez en que la Doctora y sus compañeros salvan el mundo son los más tradicionales, es decir, los que menos me gustan, el episodio es entretenido. Esta etapa de la serie ha gustado menos. Y a mí también. Pero no por el motivo por el que a muchos cerriles les ha gustado menos, a saber, que el Doctor sea Doctora. Creo que Whittake podría haber sido una excelente protagonista, incluso de las mejores o la mejor… siempre que hubiera habido unos guionistas del nivel del de tiempos pasados. Y eso no ha sucedido. Desde que la era actual de la serie volviese en 2005, ha pasado mucho tiempo y eso conlleva un desgaste evidente. Necesita cambios más profundos que los más recientes, muy cosméticos, basados en lo políticamente correcto. Pero no sé que me dice que van a seguir con lo mismo. Y no digo que proponer una integración y una presencia de las minorías esté mal. Me parece perfecto y necesario, pero hay que hacerlo con un cuidado a la escritura del guion y sin que convierta el entretenimiento que una serie de este tipo debe proporcionar en algo secundario. Para el año que viene se anuncia un especial 60 º aniversario, ya adelantado por algunas de las cosas que han aparecido en este último episodio. En fin… ya veremos, que dijo un ciego a otro ciego.

[Cine] tick tick… Boom (2021)

Cine

tick tick… Boom (2021; 71/20211124)

En una diversidad de medios, se ha hablado a lo largo del año de que este 2021 podía ser el año de los musicales. En el cine, me estoy refiriendo. Se han ido estrenando varios… con distinta fortuna de taquilla y apreciación de la crítica y del público. Y recientemente hubo un muy limitado estreno en la gran pantalla del más reciente estreno en este género. Limitado estreno, porque la película fue adquirida en su momento por Netflix, que la estrenó en su plataforma de contenidos una semana más tarde. Y es ahí donde la he visto, porque con lo limitado del estreno y los horarios de la versión original… pues es lo que hay.

La película esta dirigida por Lin-Manuel Miranda, que se estrena como director cinematográfico. Pensaba yo, erróneamente, que también había dirigido otro de los estrenos musicales de este año, pero no. Y adapta el musical del mismo título, y carácter autobiográfico, aunque con licencias sobre la historia real, de Jonathan Larson (encarnado por Andrew Garfield). Este fue un músico y compositor que falleció prematuramente por una grave complicación de una enfermedad no diagnosticada a tiempo a los 35 años, que escribió, creo, cuatro musicales, de los que sólo pudo estrenar uno en vida, por el que recibió numerosos honores… póstumamente. Ese musical también fue trasladado al cine… con poca repercusión. El musical en el que se basa esta película llegó a estrenarse años después de la muerte del autor. Y trata sobre las últimas etapas de la elaboración de su musical Superbia, nunca estrenado, al mismo tiempo que lidia con las consecuencias de su estilo de vida bohemio, como la repercusión en su círculo próximo de la epidemia de sida, en todo su apogeo y sin tratamiento efectivo en 1990, o las dificultades de su vida de pareja (con una versión ficticia de su pareja interpretada por Alexandra Shipp).

La realización de la película me parece correcta, con un buen ritmo en una historia que corría el riesgo de alargarse en exceso en otras manos, pero que se contiene por debajo de las dos horas, y una presentación en pantalla de carácter naturalista, que es apropiada para el carácter de las obras de Larson, engarzadas en ciertas realidades sociales de su momento, carentes del glamour que tradicionalmente se atribuye a los musicales. No obstante, confía el éxito de la empresa a las bondades interpretativas del reparto, especialmente del protagonista. La interpretación de Garfield ha recibido muchos parabienes, que no voy a poner en duda, aunque siempre he preferido las interpretaciones contenidas a las expansivas, casi histriónicas, y quizá por ello mi opinión no sea tan entusiasta. Pero una preferencia muy personal, que muchos otros pueden no compartir, y lo entiendo. Pero el resto del reparto consigue tener su presencia, con un buen trabajo, a pesar de la cantidad de minutos que monopoliza el protagonista de la función.

Así pues, en su conjunto una película visible, aunque sin que me genere los entusiasmos que han mostrado los medios entendidos en el tema. Puede ser una buena opción para quienes tengan acceso a la plataforma de contenidos, siempre que les gusten las películas musicales. Que por lo que he observado a lo largo de los años, no es extraño que sean rechazadas casi por principio por mucha gente. A mí me suelen gustar. Aunque las de los últimos tiempos no me han entusiasmado. Y… bueno. Tengo ya otras dos películas vistas, que tendré que ir comentando en los próximos días, cuando pueda. Y es que con los fríos que nos han llegado estos días, o te apoltronas en casa delante de los estrenos directos en plataforma, o sales y te apoltronas en una sala de cine, evitando la calle desapacible.

Valoración

  • Dirección: ***
  • Interpretación: ****
  • Valoración subjetiva: ***

[Música] Pon un instrumento, al menos, en tu vida

Música

En casa, durante mi infancia, había una armónica. Que se estropeó. No sé de donde vino. Mis padres no la usaron nunca. Quizá de mi abuelo materno. Era grandota. Hohner. Todas las armónicas eran Hohner en aquel entonces, o así me lo parecía. Era de las llamadas armónicas de trémolo, que eran las que más se veían en aquel entonces en mi entorno. El caso es que, siendo niño todavía, empecé a jugar con ella… y se estropeó. Luego, en la adolescencia, me compré otra armónica, Hohner, claro, modelo «Preciosa», también de trémolo, con la que me entretenía «sacando» melodías. Aunque su limitación a la escala de Do Mayor y a tres escalas de las que sólo una, la central, estaba completa, hacía que se notarán más todavía mis propias y muchas limitaciones.

A los 10 años tuve mi primer instrumento musical. Una flauta dulce, soprano, afinada en Do. También Hohner, de plástico. Como todos los niños de la clase teníamos una para la clase de música, era una flauta de «clase media». La clase alta eran las Hohner con embocadura de plástico y cuerpo de madera. La clase media eran las Hohner de plástico. La clase baja, eran unas armónicas baratuchas de plástico, de una marca que no recuerdo. Como no se me daba mal, yo era de los que tocaban las segundas voces en las canciones que aprendíamos. Pero una vez que terminó el curso, 5º de EGB, avancé poco más. Aunque durante muchos años la sacaba de vez en cuando e intentaba reproducir alguna melodía. Pero sin una guía adecuada que mejorara mi técnica, nunca pude avanzar mucho. Me costaba mucho hacer sonar de forma adecuada las notas de la segunda octava de las dos que permitía el instrumento.

En aquel 5º de EGB, como aquello de la música me llamaba la atención, en casa aceptaron comprarme una guitarra y apuntarme a la rondalla del colegio. Y así tuve mi guitarra, una clásica con cuerdas de nailon. Estuve en la rondalla hasta 8º de EGB. Y luego, la usé mucho tiempo durante mis tiempos de animador de tiempo libre para acompañar las canciones en las excursiones, las acampados, los campamentos de verano y esas cosas. A mí, cuando tenía 12 o 13 años, me hubiera gustado ira al conservatorio o a una academia para aprenderla de verdad. Pero nunca hubo posibilidades. Fundamentalmente económicas. Y me quedé con las ganas. No pasé de usarla como acompañamiento. Aprendí los principales acordes con cuerdas al aire, y también usé unos cuantos con cejilla de dedo, pero no fui más allá. La conservé durante tiempo y durante años tras aquella etapa la sacaba y trasteaba un rato. Pero nunca me puse en serio a progresar más. Tanto la guitarra como la flauta dulce ya están en posesión de mi sobrino. La armónica «Preciosa» de Hohner seguirá por casa. La caja lo está. Pero vacía. A saber en qué rincón de la casa estará. Algún día aparecerá. Donde menos me lo espere.

Hace unas semanas escuchaba a una buena amiga sus primeros y entusiastas intentos por obtener melodías de un piano. De los electrónicos. Pero un piano. Edad similar a la mía. Y ha comenzado recientemente. El caso es que llevaba un tiempo con un runrún en la cabeza… que se manifestaba en que con frecuencia veía, y veo, vídeos sobre música, diversos, en Youtube. Y por supuesto, no pocos de ellos, de guitarra. Pero también de otras cosas. El caso es que esto me dio un empujón y empecé a considerar la posibilidad de volver a tener un instrumento en casa, y dedicarle tiempo a hacerlo bien. O al menos, lo mejor posible.

Estoy vago para una serie de cosas. Y una guitarra, en sus tamaños habituales, clásica o acústica, no deja de ser un talabarte, que puede dar pereza cuando estás relajado en casa sacar, afinar y ponerte a practicar. Lo cierto es que hay empecé un proceso muy curioso. Empecé a mirar ukeleles. Al fin y al cabo,… dejando de lado que el sonido es distinto al de la guitarra por el pequeño tamaño de su caja, no deja de ser un guitarra requinto con solo cuatro cuerdas, de la prima a la cuarta. Pero he dicho «requinto», que es el nombre que se suele dar a instrumentos similares a la guitarra, más pequeños, y con una afinación equivalente a si en la guitarra colocáramos una cejilla en el quinto traste. Así, la prima, en lugar de ser un Mi natural, es un La. Y la cuarta, en lugar de un Re, es un Sol. Hay algún otro detalle, que por ahora ignoraré. Las posiciones de los dedos para los acordes son similares, descontando que no hay que usar dedos para una quinta y una sexta cuerdas inexistentes. Con cuerdas de nailon… que siempre son menos dolorosas que las metálicas, la cosa no podía ser muy compleja. Y empecé a mirar. Por cierto, al ukelele se le atribuye un origen hawaiano. Pero a aquellas islas lo llevaron los portugueses. Porque en la península ibérica siempre ha habido instrumentos similares. En Aragón, sin ir más lejos, las rondallas de jota podían llevar, además de guitarras, laúdes y bandurrias, algún guitarrico, de cuatro o cinco cuerdas, que es algo muy muy muy semejante a un ukelele.

Ya casi estaba convencido en comprar un ukelele tenor, que son los más grandes con la afinación que he mencionado, cuando descubrí que había alguno fabricantes de guitarra que fabrican lo que llaman «guitaleles». Y estas sí que no dejan de ser requintos de seis cuerdas con una caja del tamaño de un ukelele tenor o barítono. Con cuerdas de nailon. Y eso me convenció más. Supe que una tienda en Zaragoza las vendía y fui a ver si tenía algún ejemplar. Y tenían… y estuve un rato trasteando. A pesar de los años, me acordaba más de lo que pensaba, aunque no estuviera entrenado para pisar correctamente las cuerdas y sacar el mejor sonido. La gente de la tienda me recomendó que mirará en casa en su página web más opciones, y así lo hice. Y entonces descubrí que vendían una guitarra de viaje, la SX TG1, que con un cuerpo algo mayor que el «guitalele», y con un mástil más largo, se afinaba y tocaba como una guitarra de toda la vida. Eso sí, acústica, con cuerdas de metal. A las que aún estoy menos acostumbrado. Pero con un precio razonable, más cara que las otras opciones que había contemplado, eso sí, parecía algo que me podría convenir. Comprobé por la red de redes que el instrumento era serio, y me decidí. Y ya me he puesto a «reaprender» a tocar la guitarra. Ya digo que me acuerdo más de lo que pensaba. Pero me cuesta usar las cuerdas de metal y un mástil más estrecho y con menos espacio para mis dedos que las guitarras clásicas. Pero poco a poco.

Y ya puestos, he vuelto a comprar una armónica, una Suzuki Hammond, muy majeta, una armónica de blues, afinada en Do como la que ya tenía, pero que al contrario que aquella permite forzar las notas y conseguir semitonos entre ella a pesar de no ser cromática sino diatónica. Eso sí… tendré que practicar también bastante para sacarle jugo. Poco a poco, como decía. He vuelto a introducir la música en mi hogar,… y espero disfrutar con ello. Por cierto que hay muchas ayudas en internet para un autoaprendizaje, como esta (de pago) y esta (gratis) para guitarra. Y otras para armónica, que todavía no he analizado.