[Recomendaciones fotográficas] «Gipsies», paisajes y alguna cosa más

Fotografía

Sigo muy liado. Es así desde que terminé de vacaciones a mediados de octubre. Tengo un montón de cosas que hacer en el trabajo, alguna de las cuales repercute en mi tiempo libre, y en este también he tenido mucho lío. Entre otras cosas, renovación tecnológica en casa. Tengo nuevo ordenador, que me ha salido bastante más económico de lo que esperaba, y es muy rápido y muy potente. La verdad es que eso me permite pasar mucho menos tiempo delante de su pantalla, que es lo ideal. Pero bueno, algunas recomendaciones fotográficas tengo. Además la semana pasada no hubo, por la excursión al valle de Nocito.

Me llamó la atención un artículo de Another Magazine, en el que hablaba de las fotografías de Sam Wright sobre las comunidades de gitanos en el Reino Unido. Si he de decir la verdad, lo primero que me llamó la atención no fue la calidad fotográfica del trabajo, sino el aspecto de los «gitanos» del Reino Unido, que me parecía muy británicos. O en ese país esta etnia se ha mezclado mucho más con la población original que en otros países de Europa, lo que me extrañaría un puntito, o se están mezclando cosas. Parece que es esto último, parece que hay comunidades nómadas, no necesariamente gitanos, que recorren la Gran Bretaña. Luego empecé a fijarme en las virtudes fotográficas del trabajo, y fue cuando decidí que lo podía traer a estas recomendaciones fotográficas.

Dos recomendaciones de Photosnack me han interesado desde el punto de vista de la fotografía de naturaleza, más específicamente del paisaje. La primera es de un fotógrafo estadounidense basado en el Oeste americano. Más allá de los tópicos que rodean la fotografía de paisaje de esa región del mundo, el control de la luz y de los colores de Guy Tal me han parecido impresionantes. La segunda nos llega desde desde Australia. La fotógrafa Karen Waller nos lleva con sus fotografías hacia la abstracción, en un estudio de las formas y los colores de los paisajes más áridos. También hace retrato desde un punto de vista etnográfico.

Siempre me han dado mucha envidia aquellos fotógrafos que tienen más habilidades manuales y experimentan con distintos procesos distintos de los habituales. Fotografías alternativas que no proporcionan otras sensación y otras estéticas. También desde Photosnack nos llega el trabajo de Barbara Hazen desde California. Como digo, mucha envidia. Y cómo me gustaría poder ponerme con la fotografía al platino-paladio. Las copias que he visto en exposiciones con este proceso son absolutamente lujosas en tonalidades y detalle.

Finalmente, y también vía el boletín diario de Photosnack, me ha parecido muy interesante la exploración de las formas del cuerpo humano que hace la japonesa Sayuri Ichida. Aunque también juega con otros elementos, como naturalezas muertas o detalles del paisaje, acercándose a la abstracción, siempre con procesos fotoquímicos.

[Cine] Look Back (2024)

Cine

Look Back (2024; 55/20241110)

Volvía el domingo pasado de pasar el día en el valle de Nocito, cansado, pero no exceso, y me planteé que ver en la televisión mientras cenaba algo, antes de irme a dormir. No es que tuviera muchas prisas. El lunes me cogí un día de fiesta. Pero bueno… y recordé que un par de días antes había leído un comentario sobre un estreno en Amazon Prime Video, una película de animación, que en alguna página decían que tenía su interés. Y así me encontré con este mediometraje de estreno dirigido por Kiyotaka Oshiyama. Y resultó ser una sorpresa, muy agradable, que todavía está creciendo en mi recuerdo.

Basada en un manga, un relato gráfico autoconclusivo, no una serie, nos cuenta la historia de dos chicas que, siendo escolares de primaria, comienzan a dibujar tiras cómicas para el boletín escolar. Una de ellas, Fujino, asiste a clase normalmente, lleva una vida aparentemente normal, aunque muy entregada a su afición, dibujar manga. La otra, Kyōmoto, tiene fobia social y estudia desde casa. Nadie la conoce. Y durante un par de años, Fujino competirá contra la desconocida, al reconocer su mayor calidad, hasta que se verá tentada a abandonar. Al final de la primaria, el profesor le encarga llevar el certificado de estudios a Kyōmoto, y así se conocerán. Para su sorpresa, Kyōmoto no la ve como una rival ni nada de esto, sino como una inspiración. Y deciden colaborar. Publican en su adolescencia trabajos conjuntos. Pero al llegar a la época universitaria, mientras Fujino pasa de estudiar y decide trabajar directamente como mangaka, con éxito, Kyōmoto decide estudiar bellas artes, tomarse un tiempo, aprender y madurar… hasta que sucede una tragedia.

Es difícil hacer el comentario de la película sin destripar la trama. Y creo que una parte de la salsa de la historia es la sorpresa de cómo evoluciona la trama cuando llega la tragedia que he mencionado. Cuando la película rompe con ingenio y habilidad con la continuidad en el espacio y en el tiempo. Como juega con el «y si hubiera hecho esto otro…» y cómo nos ayuda a profundizar en cada una de las dos protagonistas. Una historia de superación, amistad y reafirmación personal, que al mismo tiempo nos muestra el difícil, exigente y sacrificado trabajo de mangaka, al mismo que sitúa en el centro de la historia a la persona por encima de la circunstancia.

Siendo un medio metraje, 58 minutos de duración oficial, es fácil de entender por qué no ha llegado a las pantallas de las salas de cines y se ha estrenado directamente en plataformas de contenidos en línea. Pero muy posiblemente es la mejor película de animación que he visto este año. Bien hecha, sin alharacas, pero con profundidad y corazón, apta para todos los públicos, es decir, apta también para el público adulto. Si tenéis acceso a Prime Video os la recomiendo. Incluso si no os va la animación habitualmente. Igual encontráis un motivo para cambiar de opinión. Aunque los «adultos» son muy cabezones en estas cosas, cuando dicen que «estas cosas» no van con ellos.

Valoración

Dirección: ****
Interpretación: ****
Valoración subjetiva: ****

[Viajes] El valle de Nocito con película en blanco y negro

Fotografía, Viajes

Ya comentaba el lunes el viaje en el día con la Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza ASAFONA al valle de Nocito, ese estupendo rincón poco conocido en el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Pero no sólo me llevé la cámara digital con la que hice las fotografías que os mostraba ese lunes. También me llevé una cámara de formato medio con película tradicional en blanco y negro.

En lo que se muestra en internet no se pueden percibir las bondades de la combinación de cámara y película que me llevé, y que comento en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Pero sobre un negativo que es cuatro veces y media más grande que los habituales negativos de formato pequeño, paradójicamente llamado pomposamente full frame por los fotógrafos digitales, y con una película de sensibilidad media-baja y de grano muy fino se pueden hacer grandes ampliaciones sin mucho problema.

Digitalizada en el modo de alta resolución de mis cámaras digitales micro cuatro tercios, entre 70 y 90 megapíxeles según la cámara que use, se pueden hacer grandes ampliaciones sin mucho problema. Mayores que sobre fotografías digitales de la mayor parte de las cámaras que usa la gente habitualmente. Otra cosa es que mi habilidad al componer me permita obtener con frecuencia fotografías que merezca la pena ampliar a tamaños de entre 90 y 105 cm de largo por entre 75 y 85 cm de alto. En la práctica, casi se podría imprimir en un DIN A-0. Ahí es nada.

[Libro] Las deliciosas historias de la taberna Kamogawa – Hisashi Kashiwai

Literatura

Leí la «primera parte» de estas historias «detectivesco-gastronómicas» hace unos meses, hacia el final de la primavera, durante el viaje de vacaciones a Japón. Y leí esta «segunda parte» al principio del otoño, durante el viaje de vacaciones a Singapur. No es que me entusiasmaran tanto en su momento las historias del primer libro, escrito por Hisashi Kashiwai, como para que tuviese tantas ganas de volver a ellas. Simplemente, es una lectura amable, muy adecuada para un viaje, en el que no siempre puedes concentrarte todo lo que desearías, y tampoco buscas lecturas especialmente densas o profundas.

Entrecomillo lo de «primera parte» y «segunda parte» porque realmente podrían formar todas ellas parte de un único volumen. Son historias cortas con el mismo esquema. Comienzan con una persona caminando más o menos despistada por uno de los barrios próximos al río Kamo en Kioto, buscando una pequeña taberna sin identificaciones en la fachada. Allí, un cocinero con su hija atienden a los comensales, al mismo tiempo que ofrecen un peculiar servicio de detectives. La persona les solicita que reproduzcan un plato de comida, de su pasado, que les evoca especiales recuerdos, los liga a determinadas personas, o tiene un especial significado en su vida. Dos semanas más tardes, vuelven,… y el plato está allí cocinado. La estructura de los relatos es siempre la misma, y todas las historias buscan destacar la humanidad de los que allí se acercan, que reflexionan sobre sus errores, añoran a sus seres queridos, o quieren volver a conectar con su pasado. Son historias «buenrollistas», que buscan dar un poco de calidez a la vida.

Así por lo tanto, lo que sobre ellas opiné hace cinco meses, sigue siendo válido. Si acaso, en esta tanda conocemos algo más sobre los dos personajes principales, el cocinero y su hija. Su añoranza por la esposa y madre fallecida, el pasado como policía del cocinero, la existencia de algún pretendiente para la hija, treintañera y aparentemente soltera recalcitrante,… cositas que nos permite empatizar algo más con ellos.

Como dije entonces, y como he venido dejando claro en los párrafos anteriores, no es la octava maravilla de la literatura, pero es un lectura simpática que te deja de buen humor. Y que invita a volver a Kioto y perderse entre las callejuelas próximas al río Kamo, por si uno encuentra el shokudō 食堂, donde picar una selección de platos seleccionados por el propio cocinero y todos deliciosos. Que pena que Kioto se haya convertido en un tourist trap que puede agobiar por la cantidad de gente que la visita.

[TV] Cosas de series; hospitales e institutos japoneses en serie

Televisión

Últimamente se me infiltran en mi programación habitual televisiva algunas series japonesas. Casi siempre con premisas aparentemente interesantes, aunque luego, con excepciones, suelen resultar bastante flojas. Como las tres que he ido terminando recientemente. Bien es cierto que muchas veces las arrastro durante semanas, y voy viendo sus episodios de vez en cuando, no necesariamente muy seguidos. Todas en Netflix.

Ya comenté hace un tiempo el drama médico Black Pean o Black Forceps, en inglés el título original de esta serie japonesa. Un auténtico guilty pleasure, puesto que las situaciones que se plantean en esta serie de cirujanos cardiacos compitiendo entre sí y contras las nuevas tecnologías e inteligencias artificiales son auténticamente demenciales. El personaje protagonista de la primera temporada, un extraño y excéntrico cirujano, infalible, pero que hacía lo que le venía en gana, es sustituido por otro con similares características, pero interpretado por el mismo actor, con el pelo teñido de rubio, porque cuando aparece por primera vez vive en Australia. Creo que el momento supremo es cuando en un episodio, se quedan sin cirujanos en medio de una delicada intervención de cirugía cardiaca, y en ese momento, la enfermera instrumentista se pone a operar y salva al paciente. Porque en secreto ha estudiado medicina y ha aprendido a suturar en un despacho con gasas. Hay otras demencialidades similares, pero a pesar de lo absurdo la he ido viendo… absolutamente epatado por el sinsentido, pero sin poder dejar de verlo. Droga dura. La actriz que interpreta a la instrumentista también canta, unos buguibuguis muy majos. Pero no en la serie. En la serie sólo hace «poner cara de la mala leche».

Koi wa Tsuzuku yo Doko made mo [恋はつづくよどこまでも, el amor será para siempre], en castellano/inglés Un caso incurable de amor/An incurable case of love, es una comedia romántica, también de ambiente médico hospitalario. Una adolescente se ve inspirada por un joven médico salvando una vida en la calle a estudiar enfermería y acaba entrando a trabajar como novata en el mismo hospital que el médico. Está basada en un manga que igual está bien, pero que tiene una premisa muy tópica en las comedias románticas japonesas. Una chica monilla, atolondrada, simpática y extrovertida, con buen corazón, que se enamora o le lía la vida a un tipo muy inteligente, muy guapo, pero muy serio y distante. Muchas veces un auténtico sieso. Con un sexista reparto de roles frecuente en estas producciones. El hombre listo, la mujer tontilla, pero con buen corazón y muy alegre. No deja de ser también un guilty pleasure. Pero ambas están bien valoradas por su público original, o sea, deben estar adaptadas al gusto de su país de origen.

Si las anteriores son producciones para cadenas de televisión japonesas que Netflix distribuye en muchos países, Ren’ai Batoru Rowaiyaru [恋愛 バトルロワイヤル, Love battle royale, agarrándose a la estela de la famosa película distópica-gore-adolescente], es un original de la plataforma de contenidos en línea, y es conocida en castellano/inglés como Prohibido enamorarse/Chastity High. Dos institutos privados de élite, uno masculino y otro femenino, se fusionan. Pero se implanta un política de prohibición de la relaciones románticas entre los alumnos. Al que pillen, expulsado. Y se implanta una «policía» interna de vigilancia y un sistema de denuncias anónimas. Una alumna con problemas de dinero familiares encuentra la forma de eliminar las denuncias, si los implicados le pagan un dinero. Pero acabará liándose también con un mozo del instituto. Tiene toda la pinta de ser una adaptación de algún manga… pero no, es un original, que prometía bastante en los primeros episodios, pero se acaba desinflando, por los bandazos del guion, y porque finalmente no saca todo el jugo que podría de los temas y las diversas tramas que va abriendo. Curiosamente, aunque en general, con sus defectos, es mejor que las anteriores, los votantes en IMDb la consideran peor. Cosas que pasan.

[Viajes] En el valle de Nocito con ASAFONA

Viajes

La Asociación Aragonesa de Fotógrafos de Naturaleza ASAFONA está muy animada en sus actividades. No hace muchos días os comentaba la excursión a los Pirineos franceses de hace pocas semanas, tanto en digital como con película en blanco y negro con sensibilidad extendida al infrarrojo. En esta ocasión, el destino fue Nocito, en el Parque Natural Sierra de Guara, no lejos de Zaragoza, aunque cuesta llegar por las carreteras estrechas y reviradas.

La excursión fue muy animada, con 34 participantes, entre socios y apegados. Yo me llevé tres apegados… o ellos me llevaron a mí. Como queráis verlo. Por la mañana realizamos una excursión caminando hasta el santuario de San Urbez, que conviene no confundir con la ermita dedicada al mismo santo en el Sobrarbe. Tras la comida, por la tarde, nos acercamos hasta el dolmen de Ibirque, un lugar que me gusta mucho, en el que había estado ya en dos ocasiones, y que aparece en mi galería de fotos de ASAFONA, dedicada al paisaje alterado por el ser humano.

Fotográficamente hablando, me llevé dos cámaras, una digital y otra con película fotográfica de formato medio. Hoy mostraré algunas de las fotografías digitales. Cuando tenga reveladas los rollos de película, ya mostraré las fotografías en blanco y negro. Los detalles técnicos de las fotografías los podéis encontrar en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Para los no interesados, no os aburriré aquí con esos detalles.

[Cine] Wolfs (2024)

Cine

Wolfs (2024; 54/20241106)

En las dos últimas semanas, ni he tenido ocasión para ir al cine, ni la cartelera ha estado lo suficientemente estimulante como para esforzarme en buscar esa ocasión. Para colmo, la llamada «fiesta del cine», para la «promoción de la cultura» vuelve a hacer de las suyas. Parece que la «promoción de la cultura» pasa por suprimir prácticamente todas las sesiones de versiones originales, a las que acudimos fieles clientes de las salas de cine, para sustituirlas por versiones dobladas a las que irán aquellos clientes que sólo van en estas fechas y el resto del tiempo o ven sus películas en casa. O en las plataformas de contenidos o pirateándolas. Qué absurdamente lamentable es la actitud de desprecio de la cultura y el cine que tienen los distribuidores y los exhibidores de este país. O al menos, de esta ciudad, Zaragoza. Lamentable.

En fin. Que por decir «voy a ver algún estreno», he tirado de plataforma de contenidos en línea. Pero escamado con los bodrios y mediocridades de Netflix, me fijé en una película de Apple TV+ con un reparto (aparentemente) de campanillas. Dirigida por Jon Watts, que la verdad sea dicha no es una referencia entusiasmante, está protagonizada por George Clooney y Brad Pitt, con la presencia de la siempre interesante, aunque excesivamente breve en este caso, Amy Ryan. Esta última interpreta a la fiscal del distrito del lugar, que se va de picos pardos a un hotel con un jovencito, y allí, el muy destalentado sufre un accidente y queda inconsciente y ensangrentado en el suelo. Por lo que la fiscal, llama a un contacto para que le mande a un «solucionador» de «situaciones» (Clooney). Pero aparecen dos (Pitt), porque la dirección del hotel, que tiene cámaras en las habitaciones ¡¡¡??? ha querido «solucionar» también el problema. A partir de ahí, los «solucionadores» y el «cadáver» del jovencito (Austin Abrams) iniciarán una noche muy movida, cuando aparezca en la habitación del hotel un importante alijo de droga.

Sinceramente, no voy a perder mucho tiempo en el comentario. No es ningún bodrio. Pero no es nada de especial. Con un guion mínimamente decente y algo de imaginación, aprovechando el potencial del reparto, se podría haber hecho una comedia de acción bastante entretenida. Pero obviamente los actores se lo toman como un trabajo alimenticio, ponen de si lo justito, el guion es formulaico, de manual, sin imaginación, y la dirección pues… de un técnico, muy alejada de esa imagen que algunos tenemos del directo de cine como autor. Nada… un encargo para rellenar el catálogo de la plataforma de contenidos en línea. Inane. Entretiene un rato… lo justo. Mientras cenas y en la sobremesa, luego te vas a la cama, y ya te has olvidad. No hay más. Punto. Es lo que hay. O mejor dicho, es lo que NO hay. Aprueba… pero por los pelos.

Valoración

Dirección: ***
Interpretación: ***
Valoración subjetiva: ***

[Fotos] Dando la vuelta al meandro de Ranillas

Fotografía

Las fotos de hoy tienen ya más de dos meses. Son de finales de agosto. Un día que quedé con un conocido para dar un amplio paseo fotográfico dando la vuelta al meandro de Ranillas en Zaragoza. Saliendo desde el puente de la Almozara sobre el Ebro, recorrimos el Recinto Expo 2008, el parque del Agua, cruzamos el Ebro por la pasarela junto a la autopista A-2, y volvimos por la orilla derecha de nuevo hasta el puente de la Almozara. Un buen ejercicio matutino de verano, desde la salida del sol hasta un momento donde ya se empezaba a notar el calor veraniego.

No hicimos muchas fotos. Y la mayor parte de ellas muy a primera hora, entre las siete menos cinco, cuando amaneció, y las ocho y media, cuando la luz empezó a hacerse demasiado dura. Los detalles técnicos de las fotografías los encontraréis en la publicación correspondiente de Carlos en plata. Aquí os dejo las fotografías. O algunas de ellas.

[Libros] Buzzati y sus tártaros, y Coetzee y sus bárbaros

Literatura

Hoy he abandonado la lectura de un libro cuando llevaba un 20 % leído. Lo tendría que haber abandonado al poco de empezar… definitivamente, cierto tipo de escritura «creativa» norteamericana ya me cansa mucho. Y desgraciadamente se da con frecuencia en la ciencia ficción, aunque también en muchos otros géneros. Un pérdida de tiempo. Y me venía muy bien recomendado.

Y muy bien recomendados me venían los dos que voy a comentar hoy. Y los comento juntos porque tienen mucho que ver ambos. Ambos tienen temas en común, al mismo tiempo que ambos son muy distintos en su mensaje, en su contexto y en sus intenciones. Pero resuenan mutuamente, me dijeron que mejor los leía ambos no muy lejos uno de otro, y eso ha sido conveniente y un acierto.

El primero de los libros es El desierto de los tártaros de Dino Buzzati, de 1940. Un joven teniente recibe su destino en un aislado fortín fronterizo, entre las montañas que separan el país de un desierto, por el cual se presume que puede llegar una amenaza enemiga. Llega para dos años, se plantea solicitar un traslado antes. Pero al final, enganchado a las desidias de las rutinas del fortín, permanecerá allí destinado durante décadas, el resto de su vida, olvidado de sus amigos y su familia, y del mundo en general.

El segundo de los libros es Esperando a los bárbaros de J. M. Coetzee, de 1980. Se comenta con frecuencia hasta que punto esta novela del premio Nobel sudafricano está influenciada o inspirada por el anterior. Y ambos por un poema de Kavafis del cual toma el título Coetzee. Volvemos a un lugar fronterizo de un imperio, en los límites de un implacable desierto. Donde un magistrado ejerce la autoridad imperial, como administrador y juez del lugar. Hasta que un día llegan unos militares que cazan a personas de más allá de la frontera, a los que torturan, bajo el pretexto de que los bárbaros pretenden invadir el imperio. La relación del magistrado con una joven torturada a la que devuelve al desierto, provocará su caída en desgracia entre los militares y los torturadores, que lanzan una expedición contra los bárbaros.

Ambas novelas plantean un escenario similar. Un lugar alejado de todo, casi olvidado del mundo. Un enemigo que nunca se ve. Una espera interminable. Y la futilidad de la vida en esta situación que roza el absurdo. De hecho, especialmente el libro de Buzzati, recuerda a esa obra maestra del absurdo que es Esperando a Godot de Samuel Beckett, aunque hay que recordar que la obra de Beckett es varios años posterior a la de Buzzati. En ambos casos, nos encontramos ante personas que viven una vida sin alicientes reales, sin objetivos claros, sin el apoyo y el afecto de auténticos amigos o familiares, con el norte perdido. Pero la novela de Coetzee va mucho más allá. Porque esos torturadores representan la realidad terrorífica del régimen del apartheid de su país natal. Cuando el enemigo teórico, del que hay que defenderse, que justifica la violencia arbitraria, injustificable e injusta, está dentro del propio país que se convierte en un desierto social y ético. Ambas novelas dialogan entre sí. Pero también dialogan con el tiempo que les tocó vivir a sus autores, con las sociedades alienantes en las que desarrollaron su obra.

Ambas obras están altamente consideradas por público y crítica. La obra de Coetzee es considerada por muchos como una de las obras fundamentales del siglo XX. Pero también he de decir que, de alguna forma, es la obra de Buzzati la que más me impacta. Quizá porque es fácil trasladar el mensaje de Coetzee a esa realizada social y política que tantas veces se ha denunciado. Es fácil poner forma a la metáfora. Mientras que la obra de Buzzati conlleva un mensaje que se infiltra fácilmente, aunque de forma incómoda, en la mente del lector. Porque de una forma u otra, en sociedades donde la alienación de la persona es frecuente, todos podemos estar en ese apartado fortín, aislados, viviendo durante años, esperando a un enemigo que no llega, porque quizá el enemigo no es quien pensamos. Dos obras muy importante, de lectura altamente recomendada, aunque no necesariamente fácil. Y la dificultad no está en la prosa de los autores, sino en los incómodos hechos narrados y en las incómodas consecuencias de los mismos.

[TV] Cosas de series; los romances de instituto son para el verano

Televisión

Hoy traigo una nueva entrada sobre las series de animación japonesa que se han estado emitiendo durante la temporada de verano. La animación japonesa suele distribuir sus series en temporadas trimestrales, con entre 10 y 13 episodios, por lo que hay cuatro temporadas anuales. Algunas series tienen más episodios y abarcan más de una temporada. He empezado a seguir estas temporadas estacionales desde principio de año, con ayuda para elegir las series, pero dejando abiertas las puertas a todos los géneros, para mejor entender el fenómeno. Y lo que observé es que en verano fueron frecuentes las comedias/dramas románticas entre adolescentes de instituto. Terminé tres, que me parecieron curiosas por algún motivo, aunque una de ellas, al final, me pareció prescindible. Todas inspiradas por series de manga o de novelas ligeras.

La acción de la última de las series que comento hoy está localiza en Gifu, ciudad que visité, y en la que nos alejamos varias noches, en nuestro último viaje a Japón del mes de mayo. Y son perfectamente reconocibles en la serie algunos de los paisajes urbanos por los que nos movimos. Es notable la atención al detalle de los animadores nipones.

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Esta es Koi wa Futago de Warikirenai [恋は双子で割り切れない, el amor no se puede dividir por dos gemelas], en inglés Love is indivisible by twins la historia de un chico y dos chicas, estas hermanas mellizas, que son amigos desde la infancia. Pero al llegar a la adolescencia comienzan los sentimientos confusos y mezclados, algo más que amistad, y se establece una competencia entre las dos hermanas, muy diferentes en carácter, por conquistar al chico… que no se decide. Prometía mucho, pero al final ha sido regular, con un tramo final casi lamentable. La flojera de la serie se nota hasta en la puntuación de los votantes en IMDb.

Pero las dos siguientes sí que están muy bien. En tono de comedia está Make Hiroin ga Ōsugiru! [負けヒロインが多すぎる!, demasiadas heroínas perdedoras ], en inglés Too many losing heroines!. Esta no va de amores, sino de desamores. Un alumno de instituto que pretende pasar desapercibido en su etapa escolar, acaba relacionándose con un grupito de tres chicas, compañeras del insitituto que tienen una cosa en común. Las tres han sido rechazadas por los chicos que les gustaban por un motivo u otro. Son las heroínas perdedoras. El caso es que establecen una dinámica muy divertida, a veces con tonos de screwball comedy, con unos guiones dinámicos y excelentes diálogos, que hacen palidecer a las comedias románticas de Hollywood. Y que probablemente resulten en situaciones mucho más realistas, a pesar de las apariencias, que muchas otras comedias o dramas románticos. Es muy divertida. No es infrecuente encontrar su título acortado como Makeine. Muy bien valorada por los aficionados a la animación japonesa.

Y la que me ha parecido más entretenida, con un tono más de drama, pero sin renunciar al humor, a sido Shōshimin Series [小市民〉シリーズ, la serie de los ciudadanos corrientes], una serie protagonizada por dos alumnos de último curso del equivalente japonés a la ESO, y que aúna la relación entre ambos, chico y chica, con una tensión romántica no resuelta, con una serie de misterios detectivescos que han de resolver. Que resuelven metiéndose en líos, aunque ambos se han hecho el propósito de pasar desapercibidos, de convertirse en ciudadanos corrientes y molientes sin nada en particular. Pero su inteligencia y su capacidad para meterse en líos harán fracasar el propósito. Está anunciada ya una segunda temporada. No está tan bien valorada por los aficionados, pero yo considero que es original y muy entretenida, con unos personajes bien definidos e interesantes. Especialmente la chiqueta. Supongo que querrán darles la oportunidad de resolver esa tensión romántica que está ahí… con nuevos misterios.

[Fotos] Experimentando con película instantánea el fin de semana

Fotografía

Este fin de semana, largo, por la festividad del viernes día 1 de noviembre, no era nada optimista con las perspectivas fotográficas en exteriores. Siguiendo la tendencia del resto de la semana, se preveían cielos nublados, grises, lluvia ocasional. Que conste que según lo que te apetezca… pueden ser también ocasiones. Pero atado a la gran ciudad… poca emoción.

Así que el viernes decidí salir con un par de cámaras Fujifilm en el macuto. Y también el sábado. El domingo ya ha sido otra cosa. Básicamente para experimentar algunas cosas con película instantánea. Los detalles de lo que he hecho los podéis encontrar en la publicación correspondiente del Carlos en plata. Por lo demás, os dejo aquí algunas de las fotografías instantáneas que he hecho.

[Recomendaciones fotográficas] Inge Morath, Sally Mann y otros

Fotografía

En estas dos últimas semanas, entre el viaje a Andalucía, los líos del trabajo y los líos domésticos, estoy en pleno proceso de renovación tecnológica en casa, no he tenido mucha ocasión de profundizar en recomendaciones fotográficas muy novedosas. Pero algunas cositas, aunque sean breves, sí que os puedo traer.

Ilustro la entrada con fotografías realizadas este fin de semana largo en Zaragoza, cuando la lluvia ha dado un respiro. He incluso, ocasionalmente, se ha dejado ver el sol.

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Por ejemplo, Photosnack nos recuerda una vez más el excelente trabajo de Sally Mann, una de mis fotógrafas favoritas, incomprensible cuestionada en los cada vez menos democráticos y cada vez más intransigentes Estados Unidos. No obstante, siempre es una buena idea revisar periódicamente el trabajo de la fotógrafa virginiana.

Otra fotógrafa clásica e imprescindible es Inge Morath, otra de mis favoritas de la historia de la fotografía. Y Leire Etxazarra nos comenta la excelente, extraña y creativa colaboración que la fotógrafa hizo con el dibujante Saul Steinberg. Esos retratos sobre bolsas de papel ilustradas son auténticamente únicos y seminales.

Leire también nos habla de un fotógrafo japonés, Toshiya Watanabe. Watanabe trabaja el retrato en blanco y negro, con una estética onírica e irreal. Tengo la sensación de que Watanabe, al menos en su serie Somewhere not Here, utiliza la fotografía en el infrarrojo (es así, como comentan en Ibasho Gallery, que lo representan), de la que yo os he hablado recientemente, a propósito del viaje en el día al Valle de Ossau en los Pirineos franceses. También es mi héroe absoluto por sus excelentes fotografías tomadas a través de la ventanilla de un tren, algo mucho más complejo de lo que parece, si quieres que queden bien y sean significativas.

En Booooooom lanzan la enésima mirada al paisaje del oeste norteamericano, infinitamente bello e infinitamente fotografiado. Tal es así, que cuesta ver fotografías que destaque de esos maravillosos paisajes de Arizona, Colorado, Nuevo Méjico o Utah. Pero los de Brendan George Ko, con sus tonos crepusculares y sus colores intensos, me han llamado lo suficientemente la atención como para que los traiga aquí.

De parte de Tomasz Trzebiatowski, el editor de la revista de fotografía en línea Frames, nos llega el vídeo dedicado a la fotógrafa croata Olga Karlovac, con un blanco y negro muy expresionista. Os dejo aquí puesto el vídeo. Pero no olvidéis visitar la página web de la fotógrafa.

Y finalmente, recomendado por American Suburb X, quiero destacar la obra de Akihiko Okamura. Fotógrafo japonés, sí, nació en 1929 y falleció en 1985, joven, desde 1969 vivió en Irlanda con su familia, fotografiando a su familia en la Irlanda independiente, mientras ejercía de reportero en Irlanda del norte durante The Troubles. Fotografía en color excelente, que demuestra que no, que el blanco y negro no es necesariamente la quintaesencia del reportaje, que un buen fotógrafo puede usar el color muy a su favor… y el de todos nosotros.